Antonio Buero Vallejo

Ingreso de Antonio Buero en la RAE (1972). © Foto ABC

letra X

Toma de Posesión

21 de Mayo de 1972

Fallecimiento

29 de Abril de 2000

Cargo

Tesorero
Primer vocal adjunto

Antonio Buero Vallejo

Académico de número

Guadalajara, 29 de septiembre de 1916-Madrid, 29 de abril de 2000

Tomó posesión el 21 de mayo de 1972 con el discurso titulado García Lorca ante el esperpento. Le respondió, en nombre de la corporación, Pedro Laín Entralgo.

Fue tesorero entre 1978 y 1986 y vocal adjunto de la Junta de Gobierno de la RAE de 1976 a 1978.

El dramaturgo Antonio Buero Vallejo se sintió desde muy joven atraído por la pintura, «pero los azares de la guerra le llevaron hacia otro lado: el teatro». Un teatro, el suyo, «respetado y admirado los escenarios de todo el mundo», en palabras de Alonso Zamora Vicente en La Real Academia Española (1999, 2015).

De 1934 a 1936 Buero realizó estudios en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando, en Madrid. Antes, en 1933, tal como recuerda Mariano de Paco en el Diccionario biográfico español de la Real Academia de la Historia, recibió el primer premio del Certamen Literario de la Federación Alcarreña de Estudiantes por su cuento El único hombre.

AÑOS DE PRISIÓN

En 1937 se incorporó a un batallón de infantería y sirvió a la República en varios destinos. Con sus escritos y dibujos colaboró en murales y en el periódico La Voz de la Sanidad, así como en diferentes obras culturales. Al finalizar la Guerra Civil, fue detenido y recluido en distintas prisiones. En una de ellas, Conde de Toreno (Madrid), dibujó el famoso retrato del poeta Miguel Hernández (1910-1942), a quien había conocido en un hospital de Benicasim.

Tras varias conmutaciones de pena —en 1939 había sido condenado a muerte por «adhesión a la rebelión» en un juicio sumarísimo—, en 1947 fue indultado —un año antes se le había concedido la libertad condicional con destierro de Madrid—.

«El progresivo abandono de la pintura coincidió —señala Mariano de Paco— con el comienzo de la escritura dramática». En 1948, Buero presentó En la ardiente oscuridad e Historia de una escalera al Premio Lope de Vega, convocado por el Ayuntamiento de Madrid. La segunda de las obras recibió el galardón «por unanimidad» y se estrenó, el 14 de octubre de aquel mismo año, en el Teatro Español de Madrid con «una excelente acogida de la crítica y éxito de público».

Al año siguiente, el 19 de diciembre de 1949, se representó la única pieza en un acto de Buero, Las palabras en la arena, primer premio de la Asociación de Amigos de los Quintero.

Su labor como dramaturgo se amplió por esa época, en la que publicó y estrenó de forma constante sus obras en Madrid. Asimismo, sus textos —que han sido traducidos a más de veinte idiomas— empezaron a representarse en el extranjero. El primer estreno fue Historia de una escalera en el Teatro Abreu de Ciudad de México, en 1950, al que siguió En la ardiente oscuridad en el Riviera Auditorium de Santa Bárbara (California), en 1952.

CENSURA Y ESTRENOS

No obstante, en los años sesenta Buero tropezó con la censura, que le impidió llevar a escena algunas de sus obras. Además, la firma con otros cien intelectuales de una carta de protesta sobre el trato dado por la policía a algunos mineros asturianos le causó, como señala Mariano de Paco, «el desvío de editoriales y empresas», viéndose obligado a viajar a Estados Unidos con el fin de pronunciar conferencias en distintas universidades. Buero no pudo estrenar hasta 1967 El tragaluz, que obtuvo un gran éxito de público y crítica.

«Con más de una treintena de obras que, salvo en tres casos, han pasado a la escena», Buero recibió abundantes reconocimientos, entre los que destacan el Premio Nacional de Teatro, obtenido en cuatro ocasiones —1956, Hoy es fiesta; 1957, Las cartas boca abajo; 1958, Un soñador para un pueblo, y 1980, por el conjunto de su producción—; el Premio María Rolland —en 1956 por Hoy es fiesta, en 1958 por Un soñador para un pueblo, y en 1960 por Las Meninas—; el Premio Miguel de Cervantes en 1986 y el Premio Nacional de las Letras Españolas en 1996 —estos dos últimos otorgados por primera vez a un dramaturgo—. Además, los premios de la Fundación Juan March, de la Crítica de Barcelona, Larra, Leopoldo Cano, El Espectador y la Crítica, Max de honor, entre otros.

UN CLÁSICO

Miembro de honor de la Hispanic Society of America (1971), oficial de las Palmas Académicas de Francia (1983), hijo predilecto de Guadalajara y medalla de oro de la ciudad (1987), presidente de honor de la Asociación de Autores de Teatro desde 1991, medalla de oro de Castilla-La Mancha (1988), medalla de oro al mérito en las bellas artes (1993), medalla de honor de la Sociedad General de Autores de España (1994) y banda de honor de la Orden de Andrés Bello de la República de Venezuela (1997), Buero Vallejo es considerado, en palabras de Mariano de Paco, «un clásico de nuestro teatro que ha dejado tras de sí una consistente “huella” en los autores que lo han seguido en el tiempo».

Buero se ocupó, asimismo, de la obra de otros dramaturgos —Bertolt Brecht, Valle-Inclán o García Lorca— y estrenó versiones del propio Brecht, Shakespeare o Ibsen. Varios de sus textos se han adaptado al cine o a la televisión.

Su última obra, Misión al pueblo desierto, subió al escenario del Teatro Español el 8 de octubre de 1999, cincuenta años después de que se representara en el mismo lugar su primera pieza estrenada. Al año siguiente, murió en Madrid a los ochenta y tres años.

CENTENARIO

En 2016, con motivo del centenario de su nacimiento, se han organizado diferentes actividades conmemorativas, entre ellas una exposición en la Biblioteca Nacional de España (BNE) inaugurada en septiembre. La muestra combina autógrafos y otras piezas especiales de la colección de la BNE, como su retrato, pintado por Alfonso Galván con motivo de la concesión del Premio Cervantes.

 

 

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