Antonio Porlier

El excelentísimo señor marqués de Baxa Mar por Francisco de Goya, Imprenta Real (Madrid, 1791). © Biblioteca Nacional de España

letra K

Toma de Posesión

18 de Noviembre de 1790

Fallecimiento

7 de Noviembre de 1813

Antonio Porlier

Académico de número

La Laguna (Tenerife), 1722-Madrid, 1813

El 18 de noviembre de 1790 ocupaba su sillón en la RAE el político y jurista ilustrado Antonio Porlier, marqués de Bajamar, que había sido admitido como supernumerario en 1786 y como honorario treinta años antes, el 7 de septiembre de 1756

Nacido en La Laguna (Santa Cruz de Tenerife) el 16 de abril de 1722, Porlier fue una figura relevante de la Ilustración española y compartió, junto a otros ilustrados, su preocupación por la educación y las reformas sociales. Licenciado en Leyes en la Universidad de Salamanca, trabajó como fiscal en numerosas ocasiones: Fernando VI lo nombró fiscal protector de indios de la Real Audiencia de Charcas (Bolivia, 1756) y fiscal de lo civil de la Real Audiencia de Lima (1767).

Su trabajo como fiscal en Bolivia y en Lima lo mantuvieron alejado de España durante muchos años; a su regreso, con una larga y valiosa experiencia ultramarina, se dio a conocer en la vida pública. En 1773 fue nombrado fiscal Supremo en el Real Consejo de Indias y consejero de Cámara en 1780. Años después, Carlos IV lo llenó de honores y le nombró secretario de Estado y del Despacho de Gracia y Justicia (1787-1790), consejero de Estado (1789) y secretario del Despacho de Justicia en España (1790-1792). En 1791 le concedió el título de marqués de Bajamar.

Tras la Guerra de la Independencia, Bajamar ocupó cargos honoríficos en el gobierno de José I Bonaparte, por lo que fue tachado de afrancesado y le fueron retirados sus bienes patrimoniales. Sin embargo, tras la batalla de Bailén (julio 1808), Bajamar juró de nuevo fidelidad a Fernando VII, pero fue por poco tiempo, pues con la llegada del refuerzo de las tropas napoleónicas tras la batalla de Bailén se adhirió de nuevo al bando francés, lo que supuso la sanción de la Junta Suprema. Sin embargo, debido a su avanzada edad —ochenta y seis años—, jamás llegó a marchar al destierro; pasó sus últimos años en Madrid, apartado de todo tras la Batalla de los Arapiles de julio 1812.

Bajamar concluyó su Autobiografía en 1807, donde repasó su azarosa vida política y se presentó como un profundo creyente cristiano con una sólida formación humanística. Escribió, también, trabajos sobre asuntos relacionados con el gobierno y con las islas Canarias, así como numerosos discursos sobre materias del Consejo de Indias. Además de a la RAE, perteneció a la Real Academia de la Historia y a la de Bellas Artes de San Fernando.

Apartado de todo, Antonio Porlier murió en su casa madrileña de la calle  Libertad el 7 de noviembre de 1813, a los noventa y un años. En palabras del académico Alonso Zamora:

 «Bajamar es personalidad muy atrayente, vivo ejemplo de los altibajos de fortuna, basados en la inestabilidad política y las insoslayables intransigencia y bandería típicas de las épocas de crisis político-social» (La Real Academia Española, 1999, p. 62).

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