Federico García Sanchiz

Federico García Sanchiz, óldeo de Manuel Benedito. Real Academia Española.

letra H

Toma de Posesión

19 de Enero de 1941

Fallecimiento

11 de Abril de 1964

Federico García Sanchiz

Académico de número

Valencia, 7 de marzo de 1886–Madrid, 11 de abril de 1964

Tomó posesión el 19 de enero de 1941 con el discurso titulado Las charlas. Le respondió, en nombre de la corporación, Agustín González de Amezúa.

Federico García Sanchiz fue escritor, novelista, ensayista, prologuista y charlista, «palabra que consagró en el mundo cultural de habla hispana», tal y como indica Francisco Aguilar Piñal en el Diccionario biográfico español de la Real Academia de la Historia.

Una vez licenciado en Filosofía y Letras por la Universidad Central, comenzó a publicar entrevistas a personajes de la época en el periódico La Tribuna, «aunque su mayor dedicación fue la de alimentar con numerosas novelas cortas las editoriales populares del momento, como El cuento semanal, La novela corta o El libro popular», cuenta Aguilar Piñal, quien añade que García Sanchiz fue un «viajero incansable que recorrió pueblos y ciudades, naciones de varios continentes, cuyas impresiones quedaron reflejadas en sus libros y crónicas de viaje».

Alonso Zamora Vicente, en su Historia de la Real Academia Española, pone también de manifiesto que García Sanchiz fue «verdadero inventor de una variedad de la conferencia: la charla, de contenido generalmente “patriótico”, exaltadora de los valores tradicionales, locales, artísticos, etc., pero siempre bajo el mismo colorido de lo nacional característico». Su fama como charlista fue, de hecho, según Aguilar Piñal, superior a su vocación de escritor.

García Sanchiz fue, asimismo, autor de narraciones cortas y novelas, como Por tierra fragosa (1906); Las siestas del cañaveral (1907); La comedieta de las venganzas (1909); Al son de la guitarra (1916); El arte de Anglada (1916); La Sulamita (1918); Color, sensaciones de Tánger y Tetuán (1919); El caballerito del puerto (1924), y El viaje a España (1929).

Aguilar Piñal apunta que la fama en el mundo literario de García Sanchiz «fue siempre en aumento, siendo solicitado no solo como charlista, sino también como prologuista, labor en la que destacó desde edad temprana. Primero, en ediciones de autores como Jacinto Verdaguer (1926) o Espronceda (1928), o de hispanismo, como en El mundo de habla española de Leopoldo Basa (1930), y de gastronomía, como en Los vinos de España de Joaquín Belda (1929)».

Zamora Vicente explica que, tras la Guerra Civil, García Sanchiz «dio a sus charlas un claro carácter comprometido. En muchas de ellas recurrió a su peripecia familiar en los años de la contienda —la muerte de un hijo en trágica acción naval—, lo que despertaba agudamente la emotividad popular».

Doctor honoris causa por la Universidad de Santo Tomás de Manila (Filipinas), perteneció a la Academia Valenciana de San Carlos y a la de Buenas Letras de Sevilla. Sus memorias están recogidas en los dos volúmenes de Tierras, tiempos y vida, de 1958, y en un tercero, América, españolear, de 1963. Con este último, explica Zamora Vicente, «puso en circulación ese verbo, españolear, que, a pesar de las críticas irónicas, se abrió paso en el léxico general».

García Sanchiz, quien dedicó su discurso de ingreso en la RAE precisamente a Las charlas, murió en Madrid el 11 de abril de 1964. Su necrológica académica la hizo Melchor Fernández Almagro.

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