José Vargas Ponce

Detalle del retrato de José Vargas Ponce por Francisco de Goya (1805-1838). © Real Academia de la Historia

letra K

Toma de Posesión

1 de Marzo de 1814

Fallecimiento

6 de Febrero de 1821

José Vargas Ponce

Académico de número

Cádiz, 10 de junio de 1760-Madrid, 6 de febrero de 1821

Fue elegido miembro supernumerario de la Real Academia Española (RAE) en febrero de 1814 y al mes siguiente lo fue de número para ocupar la silla K, en sustitución de Antonio Porlier, marqués de Bajamar, muerto en 1813.

En el acta del 15 de octubre de 1782 se indica que Vargas Ponce fue premiado por la RAE,  por su Elogio del Rey Don Alonso el Sabio.

Marino de guerra, matemático, político y dado a la literatura, el gaditano José Vargas Ponce nace el 10 de junio de 1760 en una familia modesta. Era hijo de Tomás de Vargas, auditor de Marina del departamento de Cádiz, y de Josefa Ponce, quienes tuvieron especial preocupación para que Vargas recibiese la más completa educación en lenguas, humanidades y ciencias. Tal fue su entusiasmo que el marino dominó, desde muy joven, los tres idiomas más importantes en la España de aquel momento: el francés, el inglés y el italiano. Más tarde, expande estos conocimientos al latín y al lemosín.

Pronto pudo verse su gran afición por el mundo literario e histórico. Tradujo del francés, con tan solo trece años, el primer tomo de Las mil y una noches. En 1775 tradujo la tragedia Electra (1708) de Prosper Jolvot de Crébillon y, más tarde, motivado por el sentido patriótico que, sin duda, inspira toda su vida y obra, tradujo Los seis viajes de Jean Baptiste Tavernier. Igual de apasionado por las matemáticas, en 1776 lleva a cabo una crítica al tratado de aritmética del preceptor Juan Antonio Cañaveras. Este escrito llegó a las manos de Cesáreo Fernández Duro, quien lo calificó como modélico, de ponderación polémica y de valiosa noticia y juicio. Más tarde, ya formalizados sus estudios en matemáticas puras, «compuso un tratado práctico de cálculo mercantil para el uso de los comerciantes gaditanos, desaparecido como casi todas las obras tempranas de Vargas», según afirma Hugo O’Donnell en la ficha correspondiente del Diccionario biográfico de la Real Academia de Historia (RAH). En el campo histórico, por su parte, participó con su obra Elogio a Felipe V (1778) y, de vez en cuando, también escribía odas a sucesos próximos o de relevancia social.

El 4 de agosto de 1782, con veintidós años, sentó plaza de guardiamarina en el departamento de Cádiz. Durante esta época escribió múltiples textos, dedicándose a cartografía y descripciones geográficas, relaciones de viajes y expediciones, biografías de marinos ilustres, etc.

Ingresó muy pronto en la Real Academia de la Historia (RAH), a principios de 1786, con un discurso sobre la importancia de la Marina española y la necesidad de que esta fuera escrita por un marino. Desde ese momento le fueron asignados diversos cometidos, como censuras de libros, disertaciones y otros trabajos académicos que permanecen inéditos. Junto con Jovellanos, redactó unos estatutos nuevos y un reglamento de trabajo que fueron aprobados en 1792.

Hugo O’Donnell nos cuenta que Vargas fue, además, el «encargado de la edición del Atlas hidrográfico de España que hasta entonces había ayudado a confeccionar» y que «continuó en la Corte hasta la inauguración del Depósito Hidrográfico, añadiendo al Atlas del Mediterráneo su Derrotero que se imprimió por Real Orden con una cumplidísima introducción histórica y metodológica, con la que también contaron sus Descripciones de las islas Pithiusas y Baleares, publicadas en 1787, y Viaje al estrecho de Magallanes realizado en la fragata Santa María de la Cabeza, en el que se incluye un epítome de todos los viajes anteriores nacionales y extranjeros al Mar del Sur, publicado al año siguiente con un Derrotero del Océano».

Durante su estancia en la RAH propuso dos proyectos con los que estaba muy ilusionado. Por una parte, la historia de la Marina y la de los viajes marítimos españoles y las vidas de los varones ilustres en la mar y, por otra, el Diccionario náutico. Ninguno de ellos llegó a publicarse.

En 1789 fue aceptado como miembro de la Sociedad Matritense de Amigos del País y de la Academia de Bellas Artes (como miembro de honor). En la primera trató, en su discurso de ingreso, sobre el origen y utilidad de este tipo de establecimientos y, en la segunda, leyó en junio de 1790 un trabajo sobre el origen, la utilidad y los avances de la técnica de grabado. En la de Bellas Artes fue, además, celador y miembro del jurado para el concurso de Cátedra de Perspectiva.

En 1793, con motivo de la guerra de la Convención contra Francia, asistió al desembarco y posterior evacuación de Tolón y visitó Roma con motivo de la remisión de unos caudales del papa. Mientras tanto, se divulgaba su obra Apéndice a la relación del viaje al Magallanes.

De vuelta a España estuvo parado en Sevilla para recuperar su salud. Aprovechó estos meses para reunir datos para la obra Diccionario de los artistas españoles de Juan Agustín Ceán Bermúdez.

En su última embarcación como ayudante de José de Mazarredo, escribió su comedia Cámara Baxa de Abordo, que permanecerá inédita. Pronto tuvo que desembarcar nuevamente por su recaída de dolencia pulmonar. Esta vez se recuperó en Murcia completando la colección diplomática iniciada en Sevilla.

Ya recuperado, vuelve a Cartagena, donde redacta una Memoria, remitida a la RAH, que reúne y organiza la custodia de las galerías del ayuntamiento, una colección de inscripciones y antigüedades romanas. Asimismo, llevó a cabo una descripción geográfico-histórica de la ciudad, del departamento marítimo y sus arsenales y del mar Menor, acompañado, este último, de un plano de toda clase de datos que, finalmente, presentó al Almirantazgo formando parte de un proyecto encaminado a la instrucción y fomento de la marinería. Sin embargo, dedicó la mayor parte del tiempo a recoger documentos sobre la antigua Escuadra de Galeras de España en los archivos de Marina del Departamento de Cartagena.

«En 1797 volvió a la Corte, llamado por Jovellanos, ministro de Gracia y Justicia, para formar parte de la Junta de Instrucción Pública que elaboró el Reglamento de la Escuela de Pajes y que debía reformar el Seminario de Nobles y darles un nuevo plan de estudios», cuenta O’Donnell.

En el mismo año es nombrado censor de los tratados elementales para la educación de la Grandeza y publica la Descripción de las islas Pithiusas y Baleares con nuevos datos. Al año siguiente, se le propone organizar el embarque desde las costas de Valencia y Cataluña a las unidades destinadas a la conquista de Menorca. Finalmente, esta petición fue revocada y aprovechó para visitar Barcelona, Tarragona y Valencia, mientras que dedicaba gran parte de su tiempo a las investigaciones para el Diccionario geográfico de España. En esta etapa escribió también Elogio de Ambrosio de Morales, obra destinada, una vez más, a ser considerada por la Academia Española para la consecución de un nuevo premio.

Entre 1800 y 1804, aproximadamente, se dedicó a recorrer y escribir sobre diversos lugares de España (Cataluña, Aragón, Navarra, las provincias vascongadas, el Colegio de San Telmo, el río Bidasoa, etc.).

El 30 de noviembre de 1804 fue elegido director de la RAH y, después de investigar en los archivos, compuso Vida del paladín y marino español, el primer Conde de Buelna Pero Niño, y la del Marqués de la Victoria a continuación. Estas vieron la luz en 1807 y 1808, respectivamente, y formaron parte de su ambicioso proyecto biográfico al que tituló Varones ilustres de la Marina Española, integrado en la Historia de la Marina.

En junio de 1806 vuelve a la corte como oficial agregado a la plaza de Madrid. Su vinculación con la Marina de Vargas estaba muy debilitada; permaneció ausente de las operaciones navales, especialmente en Trafalgar, combate en el que murieron muchos compañeros suyos y del que, más tarde, nace su Elogio Histórico de Don Antonio de Escaño (1816).

De 1807 data su célebre Disertación sobre las corridas de toros, a las que era contrario, y publica también la Importancia de la historia de la Marina Española. Asimismo, es elegido censor de la RAH, el 27 de noviembre, tras la finalización de su primera etapa como director.

En 1808 es sometido a arresto domiciliario. En este tiempo tradujo Histoire Generale de la Marine de Torchet de Boismele y publicó la Vida de don Juan José Navarro y el opúsculo que no había terminado para el príncipe de Asturias, La instrucción pública, único y seguro medio de la prosperidad del estado.

Esta última obra lo llevó a colaborar con la admiración ocupante y jurar por el rey José I, formando parte de la Junta de Instrucción Pública, para la cual redactó un Informe (3 de octubre de 1810) en el que realizó proyectos de reforma de escuelas normales, escuelas primarias y ateneos y cuyas conclusiones para combatir el analfabetismo y la ignorancia no se pudieron llevar a efecto.

Con la liberación de Madrid, tuvo que abandonar la capital y trasladarse a Cádiz para superar el consejo de guerra al que fue sometido en el Puerto de Santa María para esclarecer su conducta anterior. Ya rehabilitado (Real Orden del 3 de diciembre de 1813), fue elegido diputado en las cortes ordinarias de Cádiz y recibió el encargo de la regencia de encabezar una nueva junta en Madrid: la Comisión de Instrucción Pública de las Cortes.

En 1814 fue reelegido director de la RAH, el 25 de febrero, y, el 10 de mayo del mismo año, poco tiempo después de ser nombrado miembro de la RAE, tuvo que escapar y ocultarse del allanamiento y ocupación por parte de las autoridades gubernativas absolutistas en las que fueron encarcelados Villanueva, Quintana, Martínez de la Rosa, Gallego y Cepero, entre otros académicos.

Confinado en Sevilla (12 de mayo de 1814), sin desánimo, investigó en el Archivo de Indias y siguió ensanchando la lista de sus obras: Estudios sobre la vida y obras de Alonso de Ercilla y El Tontorrontón (1818), así como nuevos textos sobre la marina o sobre cuestiones palpitantes ante la nueva sociedad.

En 1820, con el triunfo de la revolución de Riego, es elegido diputado de esa legislatura y publica dictámenes sobre el Almirantazgo, la creación de un archivo nacional, la ilustración del reino, y una diatriba contra la institución del mayorazgo, en la que ejecuta su fina sátira titulada Los ilustres haraganes o apología razonada de los mayorazgos.

«Su fallecimiento se produjo a las nueve y cuarto de la noche del martes 6 de febrero de 1821 en la habitación que ocupaba en el Real Cuarto de la Casa de la Panadería sede de la Real Academia de la Historia a la que había pertenecido durante treinta y seis años y de la que era su decano. Su funeral se celebró al anochecer del día siguiente en la Iglesia parroquial de San Ginés, y de su oración fúnebre se encargó Fernández de Navarrete». Son palabras de O’Donnell sobre el fallecimiento del académico. Nos encontramos, pues, ante una personalidad muy activa, de gran preparación y acendrada vocación intelectual. «Incluso Miñano [...], dentro del clima general de burla ("…aunque nunca surcó mares, fue marino…"), se ve obligado a reconocer la entrega de Vargas al estudio de los archivos» (Zamora Vicente, La Real Academia Española, p. 171).

     

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