Luis Rosales Camacho

Luis Rosales Camacho

letra C

Toma de Posesión

19 de Abril de 1964

Fallecimiento

24 de Octubre de 1992

Cargo

Vicesecretario

Luis Rosales Camacho

Académico de número

Granada, 1910-Madrid, 1992

El 19 de abril de 1964 y tras casi sesenta años vacía, la silla C era ocupada por el poeta granadino Luis Rosales. A su discurso, titulado Pasión y muerte del Conde de Villamediana, le respondió su amigo Dámaso Alonso.

Nacido en Granada el 31 de mayo de 1910, Rosales llegó al Madrid literario de la generación del 27 en 1932 como estudiante de Filosofía y Letras; aunque no siguió la estela poética de los miembros del 27, García Lorca, Salinas, Guillén y Bergamín le abrieron las puertas de las revistas de su generación. En Cruz y Raya publicó Rosales un comentario sobre La voz a ti debida, de Pedro Salinas, y en la revista Los cuatro vientos publicó el poema Égloga de la soledad (1933).

En 1935 publicó su primer libro, Abril, que Dámaso Alonso calificó, relacionándolo con su título, de «juvenil y primaveral» en la respuesta al discurso de ingreso del poeta. En aquellos primeros versos, Rosales volvía la mirada a los grandes clásicos: fray Luis, san Juan de la Cruz, Lope de Vega o Garcilaso.

En 1936, Federico García Lorca se refugió en casa de Luis Rosales, en Granada, pero fue detenido el 16 de agosto y fusilado dos días más tarde, el 18 de agosto, sin que su amigo Luis pudiera evitarlo. A la muerte de Federico le sigue la de su compañero, Joaquín Amigo, con el que Rosales había abandonado Granada en 1932 para vivir en Madrid. Ambos acontecimientos marcarían la vida y la obra de Rosales, que dejó, incluso, un proyecto en mente sin cumplir: Nueva York después de muerto, un homenaje a su amigo Federico (un discípulo de Rosales, el poeta Antonio Hernández, se basaría años después en esta idea para escribir un libro con el mismo título, ganador del Premio Nacional de Poesía 2014).

Acabada la guerra, en 1940 aparece la revista cultural Escorial y Luis Rosales es nombrado secretario, cargo que ocupa desde 1941 a 1950. Es en la revista Escorial donde publica Retablo Sacro del Nacimiento del Señor, una de las obras que lo afianzan como poeta. Entre 1940 y 1944 publica algunos poemas y ensayos, como Poesía y verdad (1940), Algunas consideraciones sobre el lenguaje (1947), Algunas reflexiones sobre la sátira bajo el reinado de los últimos Austrias (1944) y La alianza angloespañola en el año 1623 (1945), así como las antologías de Baltasar Gracián (1942), de Ángel Ganivet (1943) y de la Poesía de Juan de Tassis, conde de Villamediana (1944).

En 1949, a punto de cumplir los cuarenta, Rosales publica La casa encendida. Desde Abril —que publicó a los veinticinco años, en 1935— hasta La casa encendida, en España y en la vida y obra de Rosales han pasado muchas cosas: aquel poeta ingenuo que cantaba al amor juvenil canta ahora, cansado, a una vida sobre la que ha caído ya la nieve y repite, en varias ocasiones, el verso «la casa de la infancia fue cayéndose».

Salvo la aparición de Rimas (1951), después de La casa encendida Rosales se refugió en la actividad ensayística y en los trabajos eruditos. Tal y como dijo de él Dámaso Alonso, a pesar de que su obra poética no fuera muy abundante, para todos «lo que resalta en él es el poeta» (Pasión y muerte del Conde de Villamediana, 1964, p. 98)

En esos años en que deja en barbecho la poesía, Rosales escribe su ensayo de mayor envergadura, Cervantes y la libertad (1960), que le lleva diez años de intenso trabajo. A este le siguen El sentimiento del desengaño en la poesía barroca (1966), Pasión y muerte del conde de Villamediana (1969), Antología de la poesía española del Siglo de Oro (1970), La imaginación configurante (1971), Teoría de la libertad (1972) y Lírica española (1972), que obtuvo el Premio Nacional de Ensayo.

En la década de los setenta, descansada la poesía, Rosales se abre camino con un renovado tono lírico; publica entonces Segundo Abril (escrito entre 1938 y 1940), Canciones (1973), Como el corte hace sangre (1974), Las puertas comunicantes (1976), Pintura escrita (1978) y Diario de una resurrección (1979). La carta entera (1980) constituye el testamento poético de más de treinta años de Rosales.

El poeta Luis Rosales, que en 1982 recibió el Premio Cervantes como reconocimiento a su trayectoria literaria, falleció el 24 de octubre de 1992 en la Clínica Puerta de Hierro de Madrid. Como él mismo escribió en el prólogo de su última antología, La carta entera (1980), «la noria sigue andando con el caballo muerto». Y esa noria que aún hoy anda no es otra que la voz y obra de Rosales.

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