Gerardo Diego

Gerardo Diego (1896-1987). Archivo de la RAE.

letra I

Toma de Posesión

15 de Febrero de 1948

Fallecimiento

8 de Julio de 1987

Cargo

Censor

Gerardo Diego

Académico de número

Santander, 1896-Madrid, 1987

El poeta, uno de los miembros más destacados de la generación del 27, ocupó la silla I de la Academia el 15 de febrero de 1948, a los 50 años. A su discurso de ingreso, Una estrofa de Lopele respondió el que había sido su maestro en el instituto, el académico Narciso Alonso Cortés.

Nacido el 3 de octubre de 1896 en Santander, el joven Gerardo Diego, siguiendo el consejo de Ramón Gómez de la Serna, empleó su primer sueldo en publicar su primer libro en 1920, El romancero de la novia. Tras ese título vinieron otros, muchos, y su carrera —dedicada por completo a la literatura— le haría merecedor  de distintos premios: el Premio Nacional de Literatura en la modalidad de poesía (1925), el Premio de Teatro Calderón de la Barca (1960) y el Premio Cervantes (1979). Este último lo recibió conjuntamente (ex aequo) con su admirado amigo Jorge Luis Borges.

Gerardo Diego estudió Filosofía y Letras en la Universidad de Deusto (Bilbao). Ya en Madrid, en 1919, colaboró en las revistas de vanguardia Grecia, Cervantes Ultra. Más adelante, en 1927, creó y dirigió la revista poética Carmen (Revista Chica de Poesía Española) y su suplemento, Lola. Compaginó la creación literaria con la docencia y fue profesor de Lengua y Literatura, desde 1920 hasta 1939, en distintos institutos de Soria, Gijón, Santander y Madrid.

En la década de los 50, desarrolló una importante actividad como crítico literario y articulista y colaboró en los periódicos madrileños más importantes (ABC, Arriba, El Alcázar, etc.), así como en Radio Nacional de España. Aficionado a la música y excelente pianista, el poeta fue también crítico musical de los diarios La Libertad y La Tarde.

Incansable viajero, Gerardo Diego tuvo ocasión de conocer a numerosos artistas y escritores en las visitas a otros países que hizo a sus colegas poetas. En una visita a Vicente Huidobro, en París, conoció a los cubistas franceses, entre los que se encontraban Juan Gris, Fernand Léger o María Blanchard. En 1928, en Argentina, se reunió con los célebres autores argentinos Fernández Moreno, Molinari, Bernárdez y Borges. Su poesía, tan viajada como él, fue también publicada en distintos países de Hispanoamérica.

A los 90 años y tras numerosos viajes y libros publicados (su obra es una de la más nutridas de su generación), el poeta murió en su casa de Madrid, en verano, el 8 de julio de 1987.

Su extensa obra la componen sus libros iniciales, Imagen (1922) y Manual de espumas (1924), de influencia creacionista, a los que siguieron los Versos humanos (1925), con el famoso soneto al ciprés de Silos («Enhiesto surtidor de sombra y sueño...»), y otros muchos poemarios, en los que alternará el clasicismo con el vanguardismo.

En su discurso de ingreso a la RAE, Una estrofa de Lope, Gerardo Diego escogió ocho versos del poeta del Siglo de Oro, que hablan del mar y del movimiento de sus aguas. Al concluir su discurso, Gerardo Diego se dirigió a sus compañeros: «Si he conseguido acercarme un poco al misterio de la poesía y al prodigio de Lope, me daré por satisfecho. A vuestra magnanimidad se acoge, como a puerto seguro, mi osada navecilla». No cabe duda de que, aún hoy, la «osada navecilla» del poeta navega por los pasillos de la RAE y por la memoria de cada uno de sus académicos.

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