Pedro de Guzmán

Imagen Pedro de Guzmán

letra L

Toma de Posesión

31 de Mayo de 1752

Fallecimiento

6 de Enero de 1779

Pedro de Guzmán

Académico de número

Madrid, 1724- Villafranca del Penedés (Barcelona), 1779

El 31 de mayo de 1752 era elegido académico de número el xiv duque de Medinasidonia, Pedro Alcántara Alonso Pérez de Guzmán el Bueno, figura próxima a la familia de los fundadores de la RAE, los Villena. El nuevo ocupante de la silla L había sido admitido como supernumerario cuatro años antes, el 28 de mayo de 1748. Su esposa, María Ana de Silva, era la hermana menor del duque de Alba, director de la Academia desde 1754.

Nacido en Madrid el 25 de agosto de 1724, Pedro de Guzmán recibió el título de caballero de la insigne Orden del Toisón de Oro en 1753 y ocupó, entre otros cargos palaciegos, el de gentilhombre de cámara y el de caballerizo mayor de Carlos III, en 1768. Como mecenas, concienciado con la ciencia y con la cultura, fue miembro de la Royal Society de Londres y de la Sociedad Matritense de Amigos del País, desde la que logró dotar a los ayuntamientos de bibliotecas en las que no faltaban los últimos títulos sobre ciencia y agricultura ni la Encyclopédie francesa, de la que obtuvo, al igual que la RAE, un permiso especial cuando fue prohibida por la Inquisición.

Gran amigo de Moratín y educado por el erudito Gregorio Mayans, el duque de Medinasidonia tradujo algunas obras, como las Conversaciones sobre la pluralidad de los mundos (1686) de Fontenelle, Iphigenia (1674) de Racine o la tragedia de Alexo Piron Hernán Cortés

A pesar de su renombre social y de su potencial creativo, Pedro de Guzmán resultó «poco eficaz para los deseos de la corporación, a pesar de su indudable valía» (Alonso Zamora, La Real Academia Española, p. 65). Colaboró parcialmente en los preparativos del Suplemento y de la segunda edición del Diccionario de autoridades en 1770.

El xiv duque de Medinasidonia murió en Villafranca del Penedés (Barcelona) el 6 de enero de 1779. En palabras de Liliane Marie Dahlmann, duquesa viuda de Medina Sidonia, «con su muerte se acababa el trabajo de un hombre que intentó transformar su patria, indicando a sus coetáneos espacios nuevos y susceptibles de cambio, transmutando viejos valores por una ciencia nueva, de modo tal que condujese a los individuos a pensar por sí mismos, despertándolos de su letargo» (artículo publicado en el Diccionario biográfico de la Real Academia de la Historia).

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