Salustiano de Olózaga

Retrato de Salustiano de Olózaga por José Cebrián. Litografía de J. Donon (Madrid, 1868). © Biblioteca Nacional de España

letra N

Toma de Posesión

23 de Abril de 1871

Fallecimiento

26 de Septiembre de 1873

Salustiano de Olózaga

Académico de número

Oyón (Álava), 1805-Enghien (París), 1873

El 23 de abril de 1871 ocupaba su asiento en la RAE el diplomático y estadista Salustiano de Olózaga con el discurso Tropiezos y dificultades en el uso de la lengua castellana, sobre algunas palabras y expresiones sometidas a la corrupción del lenguaje. El académico Juan Eugenio Hartzenbusch fue el encargado de darle la bienvenida a la institución.

Nacido en Oyón (Álava) el 8 de junio de 1805 en el seno de una familia ilustrada y liberal, Olózaga fue uno de los mayores oradores políticos del siglo XIX. Comenzó sus estudios de Filosofía y Letras en la Universidad de Zaragoza y los concluyó en Madrid, donde se trasladó con su familia en 1819. Durante el Trienio liberal (1820-1823), Olózaga reafirmó su convicción liberal y su posición antiabsolutista; asistió a las sesiones de las Cortes y participó en numerosas tertulias literarias, en las que conoció a numerosos escritores y personalidades de la época. El propio Mesonero Romanos, que coincidió en aquella época con el joven Olózaga, lo recuerda así en su libro Memorias de un setentón (1880, p. 325): «De seductora amabilidad y carácter simpático y expansivo […] sabía manejar con desembarazo, revolviendo a uno y otro lado sus hermosos ojos, haciendo ondular su rizada cabellera a impulsos de movimientos de cabeza cuidadosamente calculados, y luciendo […] su fácil palabra con la gracia y la expresión más seductora, mezclada de cierta malignidad punzante y socarrona, que le hacía temible al que tomaba por objeto de sus burletas».

A principios de 1823, aquel joven seductor de fácil palabra se incorporó a la milicia nacional como sargento de brigada y acompañó al gobierno en su retirada a Cádiz frente a la invasión del ejército francés. Después se licenció en Derecho en la Universidad de Valladolid y ejerció como abogado en Madrid hasta 1831, que fue detenido por participar en la conspiración liberal urdida por Torrijos y Marco-Artú. Logró escapar a Francia, donde fue reconocido como refugiado político, entabló grandes amistades y se dedicó al estudio y al conocimiento del sistema político y judicial francés, reforzando su liberalismo doctrinario. En 1833 regresó a España; en 1834 fue nombrado vocal y secretario de la Comisión del Código de Comercio y capitán de granaderos de la milicia urbana de Madrid. En 1835 su carrera dio un giro y fue elegido gobernador civil de Madrid; aceleró la expropiación de edificios religiosos, mejoró la organización de la milicia, persiguió a los carlistas y difundió el ideario liberal. Alejado de la política tras el triunfo moderado, en 1839  fue nombrado fiscal del Tribunal Supremo de Guerra y Marina, pero en 1841 volvió a las filas del Partido Progresista como diputado por Logroño, cargo que ocuparía en varias legislaturas (1840, 1854 y 1869).

En 1840 fue enviado por primera vez como embajador en París, puesto que ocupó en otras tres ocasiones (1854, 1868 y 1871). En 1843 fue elegido magistrado del Tribunal Supremo y presidente del Congreso de los Diputados hasta que fue destituido y acusado de haber forzado, para beneficio de su causa, la voluntad política de la joven Isabel II. Tras aquel percance, se exilió de nuevo en París y después en Londres, hasta 1849, que regresó de nuevo a España. En 1854, con el retorno de los progresistas al poder, Olózaga recuperó antiguas posiciones; fue de nuevo embajador en París, diputado por Logroño y miembro redactor de la nueva Constitución, que entraría en vigor en 1869. Tras la Revolución de 1868 y la caída de Isabel II, Olózaga volvió a ser embajador en París y diputado, y fue nombrado senador por La Rioja (1871) y por Logroño (1872). En marzo de 1873, con la llegada de la Primera República, Olózaga, que estaba en París, presentó su dimisión política; no comulgaba con la nueva forma de gobierno. Falleció seis meses después, cerca de París, en septiembre de 1873. 

En paralelo a su intensa labor política, colaboró en la revista La América: crónica Hispanoamericana y perteneció, además de a la RAE, a numerosas instituciones; fue miembro de la Real Academia de Jurisprudencia, que presidió en 1863, de la Real Academia de la Historia, desde 1853, y fue uno de los fundadores de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas. Fue también vicecensor de la Sociedad Económica Matritense (1835-1836), miembro fundador y presidente del Ateneo Científico, Literario y Artístico de Madrid y miembro y presidente de la Academia Matritense de Jurisprudencia y Legislación, en 1863. Su paso por la Real Academia Española apenas dejó huella; inmediatamente después de haber sido nombrado académico marchó a París, donde murió a los dos años.

Olózaga fue autor obras de carácter jurídico y político como De la beneficencia en Inglaterra y en España (1864), Estudios sobre Elocuencia política, Jurisprudencia, Historia y Moral (1871), etc.

«Personalidad de múltiples vertientes, Olózaga fue político muy destacado, hacedor y destructor de gobiernos, símbolo vivo de un siglo inestable y cambiante» (La Real Academia Española, p. 179). Aquel joven «de gallarda presencia y expresiva fisonomía» descrito por Mesonero Romanos (ob. cit. p. 325)murió en su retiro de la villa de Enghien, cerca de París, el 26 de septiembre de 1873, dos años después de haber ocupado su asiento en la RAE.

Su fama de comilón, por todos conocida, fue explotada y en el libro de caricaturas en verso Cabezas y Calabazas: semblanzas de personajes, personas y personillas que Figuran o quieren figurar en política, literatura, armas, ciencias o tauromaquia (1880, pp. 43-44):

«Por su palabra discreta,

llegó a alcanzar

sobre todos

fama de orador completa.

Un trago y una chuleta

le hacen hablar por los codos».

 

 

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