Salvador de Madariaga

Salvador de Madariaga (1886-1978)

letra M

Elección

20 de Mayo de 1936

Toma de Posesión

2 de Mayo de 1976

Fallecimiento

14 de Diciembre de 1978

Salvador de Madariaga

Académico de número

La Coruña, 1886-Locarno (Suiza), 1978

Cuarenta años después de haber sido elegido académico, el diplomático y escritor Salvador de Madariaga ocupaba, por fin, el sillón M de la Real Academia Española. «Pues claro que la tuve: la tentación de comenzar este discurso con un resonante Decíamos ayer... Pues claro que la tuve» (De la belleza en la ciencia, 1976, p. 9).

Elegido el 20 de mayo de 1936, no fue hasta el 2 de mayo de 1976 cuando el conocido internacionalmente Madariaga —aclamado por el público y recién llegado a España tras treinta años de exilio— leyó su discurso de ingreso, De la belleza en la ciencia. Le respondió, en nombre de la Academia, el escritor e historiador Julián Marías, que conocía a Madariaga desde 1934.

Pese a la orden del Ministerio de Educación del 5 de junio de 1941 de dar de baja a seis de sus académicos expatriados —entre los que se encontraba Salvador de Madariaga, exiliado en aquel momento en Inglaterra—, la RAE fue la única institución que desobedeció el mandato y conservó intactos sus sillones.

Gracias a aquel desacato, Salvador de Madariaga pudo volver del exilio en 1976 para ocupar el bastión que con tanto recelo había guardado para él la RAE: su sillón M. Apenas quedaba ninguno de los compañeros que lo eligieron académico en su día, pero sí había, como pocas veces en la historia de la RAE, una riada humana deseosa de oír y ver al ilustre escritor tantos años ausente. Para tal ocasión, como cuenta el académico Alonso Zamora en su libro La Real Academia Española (1999), fue necesario arbitrar megafonía especial por todo el interior del edificio.

Nacido el 23 de julio de 1886, la infancia de Salvador de Madariaga, cuya vida fue siempre itinerante, transcurrió principalmente en París, donde estudió Ingeniería de Minas. En 1911 regresó a Madrid para trabajar en la Compañía de Ferrocarriles del Norte hasta 1916, que se trasladó a Londres. Aquel tiempo en Madrid, de 1911 a 1916, sería la estancia más larga de Madariaga en España. En Londres trabajó como crítico literario en The Times y como redactor en el semanario de política internacional The New Europe. Colaboró, a distancia, en los medios españoles El Imparcial, España El Sol, en cuyas crónicas se dejaba ver ya el poso ilustrado y europeísta que marcarían su obra y su trayectoria.

Desde 1921 hasta 1928, Madariaga trabajó en la Secretaría General de la Sociedad de Naciones, que abandonó para aceptar la cátedra Rey Alfonso XIII de Estudios Españoles de la Universidad de Oxford. Fue embajador de España en Washington y en París y, en 1931, fue nombrado delegado español ante la Sociedad de Naciones en Ginebra, puesto que desempeñó hasta 1936. A pesar de haberse instalado a partir de 1938 en Inglaterra, donde pasó la mayor parte de la Segunda Guerra Mundial, Madariaga siguió viajando incansablemente y dando conferencias tanto en el Reino Unido como en el resto de Europa, Estados Unidos e Hispanoamérica.

Madariaga, que no se contentó con una disciplina, una sola lengua, ni un solo país, se convirtió, durante aquellos años (de 1921 a 1936) en una figura internacional y en uno de los más reputados divulgadores de la cultura española en el extranjero. Testigo de la guerra civil española y de la Segunda Guerra Mundial, en la que triunfaron la violencia y la discordia sobre la inteligencia y la libertad que el español tanto había abanderado, Madariaga participó activamente en la creación de movimientos internacionales en Europa —que rechazaban la tiranía y defendían los derechos de pensamiento y de libertad personal y política—.

Salvador de Madariaga, que no regresó a España hasta que no acabó la dictadura, fue un excelente testigo e intérprete de su tiempo. Fruto de su mirada son sus ensayos Ingleses, franceses y españoles (1929), Españoles de mi tiempo (1974) y Memorias (1921-1936) (1974).

El políglota Madariaga, escribió libros de toda índole y en distintos idiomas; desde biografías —Cristóbal Colón (1940), Hernán Cortés (1941) o Bolívar (1952)—, poemas —La fuente serena (1927) y Rosa de cieno y ceniza(1942)—, obras teatrales —Don Carlos, La donjuanía, etc.— o guías de lectura —Guía del lector del Quijote (1926)— hasta novelas —El corazón de piedra verde (1943), Guerra en la sangre (1957), Una gota de tiempo (1958), El semental negro (1961), Satanael (1966), etc.—.

Salvador de Madariaga murió en Locarno (Suiza) a los 92 años, el 14 de diciembre de 1978, dos años después de haber ocupado su silla en la RAE. La urna con sus cenizas permaneció en el cementerio de Locarno hasta la muerte de su esposa Emile, en 1991.

Entonces, como en 1976, Madariaga volvía a su querida España por segunda vez; en esta ocasión no lo hacía para ocupar su silla en la RAE, sino para permanecer en el mar de la ciudad que lo vio nacer: las cenizas de Madariaga y de Emile fueron esparcidas el 13 de octubre de 1991 en el puerto de La Coruña. Madariaga volvía por fin a casa.

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