Ignacio Bosque, entrevistado por Íñigo Alfonso. Foto: Carmen Botán, Fundación March.

Memorias del lingüista y académico Ignacio Bosque

14 de Noviembre de 2016

• Entrevistado en la Fundación Juan March de Madrid

El lingüista y académico Ignacio Bosque (Hellín, Albacete, 6 de agosto de 1951) ha participado hoy en el ciclo Memorias de la Fundación Juan March, celebrado en Madrid.

«El aula es un magnífico lugar para pasar la vida», ha afirmado Ignacio Bosque en los primeros minutos de su entrevista con el periodista Íñigo Alfonso, en la que ha desvelado su pasión por la música y su nostalgia del mar Mediterráneo. Una larga conversación en la que ambos han hecho un recorrido por la trayectoria docente —cuarenta años como profesor— y personal de este catedrático jubilado de la Universidad Complutense de Madrid y ponente de la Nueva gramática de la lengua española (2009), su «mayor desafío profesional».

A lo largo de casi una hora de charla, Ignacio Bosque ha reiterado la admiración por sus maestros —en particular Fernando Lázaro Carreter— y también por «esas figuras que han trabajado en solitario y sin medios, como María Moliner, que hizo un gran diccionario en la mesa de la cocina de su casa, o el gramático Salvador Fernández Ramírez, que tenía en un armario de su domicilio las fichas elaboradas a lo largo de treinta años», y al que Bosque dedicó su discurso de ingreso en la Real Academia Española (RAE).

PASIÓN POR LA LENGUA

En una de sus miradas hacia el pasado, Ignacio Bosque, miembro de una familia de cinco hermanos, ha recordado el inicio de su carrera de Letras en Alicante, elegida en parte por su interés por los idiomas: «Al principio no pensaba dedicarme al estudio del español, pero al final entendí que la propia lengua es un mar de misterios». Fue más tarde, tras su paso por la Universidad Autónoma de Madrid y, sobre todo, por la Universidad de California, en Berkeley (Estados Unidos) —becado por la Fundación March—, cuando descubrió que «el español podía ser un interesante objeto de investigación, hasta llegar a resultar apasionante».

Ignacio Bosque, «firme partidario de la interdisciplinaridad», cree que, en ocasiones, los lingüistas, como les ocurre a los expertos en otras materias, se recluyen en su «pequeña parcela, pero eso es malo: tenemos que saber qué hacen los demás [...]. Cada uno suele leer aquello que corresponde a su especialidad y, dentro de ella, a su orientación teórica, y si hay alguien de otra corriente que trabaja en lo mismo, lo normal es no leerlo». A su juicio, «la hiperespecialización es buena en principio porque el conocimiento avanza. Pero tenemos que interesarnos también por lo que hacen los otros, aunque lo planteen con métodos diferentes de los propios».

MISIÓN DEL PROFESOR

En opinión de Ignacio Bosque, «la educación no es que sea importante: es que es lo más importante. [...] La labor de un profesor es conseguir mover algo en la cabeza de los estudiantes, darles impulso, y para mí eso ha sido siempre un reto. Me interesa muchísimo la enseñanza de la lengua y la enseñanza en general. Todos los profesores transmiten información, pero no es suficiente. La educación no es llenar un vaso, sino encender una cerilla, y, cuando consigues iluminar, ver que ellos aprenden a pensar por sí mismos, obtienes la mayor satisfacción».

Entre los maestros que han marcado su vida, Ignacio Bosque ha subrayado la importancia de Fernando Lázaro Carreter: «Era un intelectual extraordinario, apasionado por su profesión, que transmitía pasión por lo que hacía. Siempre se interesaba por el trabajo de los demás, lo valoraba y lo apoyaba». De Lázaro Carreter aprendió Ignacio Bosque que «un profesor ha de estimular a los alumnos. Tiene que conseguir que se muevan por sí solos, pero el empuje inicial debe venir del profesor. Luego ya ellos continuarán el camino con sus propios medios». 

EN LA RAE

Íñigo Alfonso ha recordado durante la entrevista el ingreso de Ignacio Bosque en la Academia, en donde ocupa el sillón t desde 1997.

«Lázaro Carreter fue el impulsor de mi candidatura para entrar en la Academia. Él confió en mí porque entendía que los profesionales jóvenes podían desempeñar un gran papel en la necesaria renovación de la institución», ha comentado el profesor Bosque, para quien la RAE es «la única escuela en la que los maestros son los compañeros. Es un lugar muy grato donde aprendemos todos de todos, y en donde nos sentimos como iguales».

También ha reconocido el apoyo recibido de Víctor García de la Concha, actual director honorario de la corporación y bajo cuyo mandato Ignacio Bosque recibió el encargo de coordinar el proyecto de la Nueva gramática de la lengua española: «Un jefe duro, pero sin cuya presión no habría sido posible terminar a tiempo esta obra». La elaboración de la Gramática, a la que Bosque se dedicó intensamente durante once años en colaboración con las academias de la ASALE, «ha sido el encargo de mayor responsabilidad que he tenido en mi vida. Fueron once años de trabajo constante con las academias americanas. Aprendí mucho sobre el español de América: lo que nos une y lo que nos separa».

NUEVOS PROYECTOS

Ignacio Bosque, retirado ya de su labor docente, en la que ha intentado «mostrar lo sorprendente dentro de lo cotidiano», vive ahora una etapa distinta: «Puedo trabajar sin plazos, sin jefes, sin horarios y sin más compromisos que los establecidos conmigo mismo». Aun así, tiene «cinco o seis proyectos en marcha, relacionados con la investigación lingüística, pero todavía demasiado verdes como para concretar en qué consisten».

Entre sus tareas actuales figura la de ponente del Glosario de términos gramaticales en la Comisión Interacadémica de Gramática.

Fundación Juan March

14 de Noviembre de 2016

Memorias de la Fundación: Ignacio Bosque

Galería de fotos

Ignacio Bosque. Foto: Carmen Botán, Fundación March.

Ignacio Bosque, entrevistado por Íñigo Alfonso. Foto: Carmen Botán, Fundación March.

cerrar

Buscador general de la RAE