Agustín de Silva

Imagen Agustín de Silva

letra B

Toma de Posesión

1 de Enero de 1814

Fallecimiento

12 de Noviembre de 1817

Agustín de Silva

Académico de número

Madrid, 14 de abril de 1773-Madrid, 12 de noviembre de 1817

Fue nombrado académico supernumerario y de número el mismo año (1814) para ocupar la silla B, en sustitución de Juan Meléndez Valdés, quien no cubrió en vida el sillón, pues fue uno de los expulsados por la represión fernandina de 1814.

Agustín Pedro de Silva y Fernández de Híjar, duque de Híjar, disfrutó muy poco tiempo de los laureles académicos, pues murió el 12 de noviembre de 1817, seis meses después que su antecesor Meléndez Valdés. También cabe destacar que el genealogista y académico Fernández de Bethencourt dedicó algunas palabras a Agustín de Silva en su discurso de ingreso a la RAE.

Hijo de los duques de Híjar, Pedro Pablo Alcántara de Silva Fernández de Híjar y Abarca de Bolea Portocarrero y Pons de Mendoza, ix duque de Híjar (1758-1808) y presidente del Consejo de Órdenes, y de Rafaela de Palafox Rebolledo y Croy de Havré Lante della Rovere, Agustín de Silva, antes de ser heredero del ducado de Híjar, contaba con el título de «duque de Aliaga, grande de España de primera clase y gran cruz de Carlos III, en cuyo expediente de ingreso (1795) aparece con el nombre completo de Agustín Pedro Gonzalo Telmo de Silva Fernández de Híjar o, algo simplificado, Agustín de Silva y Palafox Abarca de Bolea», según afirma Antonio Astorgano Abajo, en la ficha correspondiente del Diccionario biográfico de la Real Academia de la Historia (RAH).

Nacido el 14 de abril de 1773, con tan solo cuatro años Agustín quedó huérfano de madre, pues la duquesa Rafaela de Palafox falleció a los treinta y tres años de edad, el 11 de junio de 1777. Silva recibió una cuidadosa educación en los Reales Estudios de San Isidro y, el 15 de julio de 1786, con apenas trece años, llevó a cabo un examen público de Retórica y Poética, asistido por su catedrático José Muruzábal. El examen de Retórica consistía en traducir un texto de Tito Livio y en el de Poética tradujo a Virgilio y compuso un elogio de Homero. Este hecho fue publicado en el periódico Memorial Literario el mismo día.

En el mismo año, 1786, siendo aún estudiante, publicó una elegía (en latín y castellano), por el cumpleaños de la hija del príncipe de Asturias, la infanta Carlota Joaquina, y, al año siguiente, repitió el examen público. Esta vez, con temas de Teología, Psicología, Ontología y Lógica.

Su inquietud no se limitó únicamente a la poesía, el duque también era aficionado al teatro. Debutó, así, como actor en una representación de La Raquel de Vicente García de la Huerta, siguiendo los pasos de su padre, autor de la tragedia titulada Amigo de su enemigo, representada en los carnavales de 1782 en su palacio.

En 1790, a los dieciséis años, se casó con María Fernanda Fitz-James Stuart, hija de los duques de Liria, al mismo tiempo que su hermana Teresa lo hacía con Jacobo, heredero del ducado de Liria. En 1795, las pruebas para la concesión de Carlos III se designaron a su favor y, ese mismo año, actuó, nuevamente, en casa del príncipe Maserano en una pequeña pieza cómica.

Dos años después, en 1797, el duque de Aliaga representa en su propia casa su primer drama Mahomet segundo o el Fanatismo de la gloria, una pequeña adaptación de la tragedia francesa de Jean Baptiste de la Noue titulada Mahomet II (1739). Asimismo, esa noche (la del carnaval de 1797), representó La noche de las aventuras o El hidalgo de la Espernada. En los carnavales de 1799, el duque de Híjar volvió a organizar una nueva representación teatral en su palacio. Esta vez escenificó su tragedia titulada Las troyanas, impresa en una de las mejores imprentas de la capital de aquellos momentos, la de Antonio Sancha.

El 23 de marzo de 1798 la Real Sociedad Económica Aragonesa de Amigos del País, de la cual era socio, le encarga redactar un elogio sobre su tío el conde de Aranda. El duque lo tituló Elogio del conde de Aranda (conservado actualmente en la Biblioteca Nacional de Madrid), una auténtica biografía que fue leída por Jorge del Río en marzo de 1799, un año después de la muerte de su tío y cuñado, quien se había casado en 1784 con la hermana del duque de Híjar, María del Pilar de Silva y Palafox.

Más tarde fue nombrado miembro de la Real Academia Española de Bellas Artes de San Fernando y director de la Real Sociedad Económica Matritense, destacando, en esta última, por sus actividades caritativas en favor de los más necesitados, repartiendo por barrios las «sopas económicas», compuestas de ingredientes baratos pero nutritivos.

Con la muerte de su tío el conde de Aranda, el duque de Híjar se vio obligado a residir en Valencia por algún tiempo para encargarse de la fábrica de Alcora, heredada de este. Con ello, el duque suspendió temporalmente sus aficiones dramáticas. Pero, en 1806, compuso su comedia en prosa Un sermón sin ser Cuaresma (conservada en el Instituto de Teatro de Barcelona) y la tragedia Los celtíberos (actualmente en la Biblioteca Nacional de Madrid).

A partir de 1812 todas sus publicaciones aparecen firmadas como duque de Híjar, pues ya había heredado este título tras el fallecimiento de su padre en 1808. Destaca, bajo esta firma, El templo del destino o El tiempo futuro (drama de carácter político dedicado a Fernando VII, a quien idolatra, durante su cautiverio), representado el 30 de mayo de 1812 en el teatro de Cádiz y, después, en Madrid.

Con todo ello, se puede decir que el x duque de Híjar es uno de los aristócratas más interesantes de finales del siglo xviii y principios del xix en España, pues fue defensor de los postulados de las luces más progresistas de Europa. De hecho, «su Elogio del conde de Aranda está impregnado de ideas revolucionarias tanto en lo social como en lo político. Es un monárquico convencido que asume plenamente las tres palabras que se sacralizaron en Francia durante la Revolución (Patria, Razón, Libertad) que aparecen en el texto del Elogio, pero, lógicamente sin ir, en sus aspiraciones democráticas, más allá de lo que estaba deslindado por sus profundas convicciones monárquicas», afirma Antonio Astorgano Abajo en su ficha sobre el duque de Híjar anteriormente citada. Por su parte, Zamora Vicente, en su libro La Real Academia Española, dice lo siguiente sobre Agustín: «Híjar es un claro ejemplo de la continuidad dieciochesca: aristócrata amigo de actores, poetas, escritores de tragedias para ser representadas en el teatrito de su palacio familiar, entre amigos».

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