Bernardino Fernández de Velasco

Retrato de Bernardino Fernández de Velasco, litografía de J. Aragón (Madrid, ¿1830?). © Biblioteca Nacional de España

letra L

Toma de Posesión

1 de Enero de 1839

Fallecimiento

28 de Mayo de 1851

Bernardino Fernández de Velasco

Académico de número

Madrid, 1783-1851

Fue admitido como académico honorario en 1803 y, finalmente, fue elegido en 1804. En 1835, treinta y un años después, fue nombrado supernumerario y de número lo fue en 1839 para ocupar la silla L en sustitución de su cuñado, el aristócrata Santa Cruz.  

Noble, grande de España, político, militar y poeta, Bernardino Fernández de Velasco nació como primogénito de una familia aristocrática y, económicamente, una de las más poderosas del país. Hijo de Diego Pacheco Fernández de Velasco, heredero del ducado de Frías de un tío abuelo materno, y de Francisca Paula Benavides Fernández de Córdoba, hija de los duques de Santisteban del Puerto, Bernardino llevó los títulos de duque de Frías (XIV), de Uceda (IX) y de Escalona (XIV), conde de Haro y de La Puebla de Montalbán, y marqués de Villena, descendiente del marqués fundador.

Nacido en Madrid el 20 de julio de 1783, siguió, igual que su padre y hermanos, la carrera militar, comenzando por incorporarse, en diciembre de 1796, a las Reales Guardias Valonas. En 1798 ingresó como caballero, primero, en la Orden de Santiago y, después, en las militares de Calatrava y San Fernando. Asimismo, en la primavera de 1801, participó en la campaña de Portugal y, al verano siguiente, contrajo su primer matrimonio con la hija de los marqueses de Santa Cruz, Mariana de Silva Walltenstein, quien falleció poco después, en abril de 1803. Tras la pérdida de su primera cónyuge, Bernardino se incorporó como capitán del Regimiento de Dragones de la Reina y permaneció en él hasta el comienzo de la guerra de la Independencia. 

Cuando esta comenzó en mayo de 1808, Fernández de Velasco se encontraba en Portugal: abandonó a los colegas y se presentó ante la Junta de Sevilla, decidido a embarcarse en la lucha contra Napoleón. Fue entonces cuando descubrió que sus amigos íntimos de las tertulias del café de la Fontana de Oro de Madrid, su preceptor y, sobre todo, su padre habían optado por el partido napoleónico. Él no siguió estos ejemplos y se unió, como ya tenía pensado, a las fuerzas de la resistencia.

Entre noviembre de 1808 y mayo de 1812 participó en diversas campañas contra el régimen napoleónico, recibiendo la Cruz de San Fernando, la de Talavera y otras condecoraciones por su valía. Al mismo tiempo, en enero de 1811, sufrió el fallecimiento de su padre, al que sucedió en la casa de Velasco y en los ducados de Frías, de Uceda y Escalona y en el marquesado de Villena, con los condados de Haro, La Puebla de Montalbán y Alba de Liste. En junio del mismo año contrajo su segundo matrimonio, esta vez con la hija de los condes de Pinohermoso, María de la Piedad Roca de Togores Valcárcel, cuyo hermano y heredero del título había sido compañero de armas del ya duque de Frías, colega de la Academia y, posteriormente, su biógrafo.

Ya casado, en mayo de 1812 se traslada a Cádiz con el objetivo de recuperar el patrimonio familiar, confiscado en mayo de 1809 por el afrancesamiento de su padre. No solo consigue la devolución, sino que, además, logra que se apruebe una escritura de alimentos para sus hermanos. Asimismo, asumió el ideario liberal recogido en la Constitución de 1812 aprobada en las Cortes.

Con la guerra casi finalizada, vuelve a la capital y comienza a formar parte de las juntas que aconsejaron a Fernando VII. En estas, celebradas a mediados de abril de 1814 en Daroca (Zaragoza) y Segorbe (Castellón), el duque de Frías abogó para que el monarca jurara la Constitución, aunque, eso sí, respetando los derechos que le compitieran para introducir las reformas que estimara necesarias. Como consecuencia, consiguió su exclusión de las siguientes juntas y reuniones celebradas en Valencia, viéndose obligado a un destierro interior, alejado de todo tipo de actividad.

Según explica Alonso Zamora Vicente en La Real Academia Española (2015), «el periodo constitucional de 1820 le mandó a Londres, de embajador». Entre tanto, los cargos y honores hacia el grande de España iban creciendo: fue nombrado consejero de Estado (junio de 1821) y caballero gran cruz de la Real y Distinguida Orden de Carlos III.

Con la restauración del absolutismo, en el verano de 1823, el duque de Frías no se vio obligado a exiliarse en el extranjero (gracias al hecho de ser grande de España), pero sí estuvo, por un tiempo, desterrado en Sevilla, Barcelona y, más tarde, en Montpellier (Francia).

En 1828 se le autoriza regresar a la capital, pero no parece asentarse hasta enero de 1830 con el fallecimiento de su segunda esposa. Tras los sucesos de La Granja, se le permitió volver a los salones del Palacio Real y, en octubre de 1839, contrajo su tercer matrimonio con Ana de Jaspe y Macías. Con ella tuvo, antes del matrimonio, en noviembre de 1833, a su segunda hija, Ana Valentina.

Con la muerte de Fernando VII, el duque de Frías propone a la regente María Cristina la instauración de una monarquía constitucional. Asimismo, durante este periodo, ejerció como censor en el periódico El Siglo (fundado en enero de 1834), en el que salieron a la luz sus primeros poemas, y formó parte del Estamento de Próceres. En febrero de 1834 es nombrado embajador en Francia (París). Allí participó, entre otras, en las negociaciones finales para la adhesión de Francia a la Cuádruple Alianza.

Volvió a Madrid tras el nacimiento, en junio de 1836 (París), de su único hijo varón, José María. Ya en la capital, sus discrepancias políticas aumentaron considerablemente tras restablecerse la Constitución de Cádiz. Veremos así «su vinculación a las actividades ocultas de los moderados, desarrolladas por la Sociedad española de Jovellanos, con el objeto de recuperar la senda de la Monarquía constitucional trazada por el Estatuto Real», afirma Javier Pérez Núñez sobre Frías en el Diccionario biográfico de la Real Academia de Historia (RAH).

En octubre de 1837 ganó las elecciones legislativas abriendo una etapa, de casi tres años, de dominio político moderado y, por consiguiente, llegando al máximo apogeo de su carrera política. En marzo de 1838 fue nombrado senador por León y, en julio, vocal de la Junta de la Cámara. Finalmente, entre el 6 de septiembre y el 9 de diciembre de 1838, el duque de Frías asumió las riendas del Ejecutivo (tras el fracaso del Gobierno del conde de Ofalia en su intento de aunar a las distintas tendencias del Partido Moderado), a la par que se responsabilizaba en propiedad del Ministerio de Estado e interinamente de la cartera de la Guerra.

En definitiva, la ayuda de Frías fue solicitada frecuentemente por los poderes públicos y en todos los casos sobresalió su seriedad y, con frecuencia, el éxito en la gestión encargada. Sus logros profesionales siguieron y, en septiembre de 1843, fue nombrado presidente de la junta consultiva de Estado, creada entonces. Asimismo, consiguió recuperar su escaño en la Cámara Alta, al resultar elegido de nuevo por León. En diciembre del mismo año fue nombrado miembro de la comisión encargada de proponer las bases y reglamentos para la formación del Consejo de Estado.

Suprimida la junta consultiva de Estado con el restablecimiento del Consejo Real, el duque se mantuvo solo en el Senado y en la Diputación. Y así parece que lo quiso, pues, en septiembre de 1847, rechazó la oferta que se le hizo para presidir el Consejo de Ministros.

Aparte de su actividad política, cabe destacar que Frías fue miembro de número de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando (1815); académico de honor de la Real Academia de Ciencias Naturales (1837); miembro de número de la Real Academia de la Historia (1847); socio facultativo del Liceo Artístico y Literario de Madrid (1842); socio del Conservatorio Universal de Ciencias y Artes (1844); miembro honorario del Instituto Industrial de Cataluña (1848); socio de número del Saggio Collegio d’Arcadia (1806); miembro de la Société Française de Statique Universelle (1819), y miembro de la Société Générale des Naufragues et de l’Union des Nations (1835).

Ya retirado de la vida política, el 28 de mayo de 1851 falleció. Fue enterrado en el cementerio de la Archicofradía de San Pedro y San Andrés de Madrid, para ser trasladado posteriormente al panteón familiar de la iglesia de Santa Clara de Medina de Pomar (Burgos).

En cuanto a su faceta de escritor, «Frías es citado como poeta: odas, canciones, etc., de corte neoclásico», según nos cuenta Alonso Zamora Vicente en el libro anteriormente citado (página 179). Sus Obras poéticas fueron publicadas, a los seis años de su muerte (1857), por la Real Academia Española. «El libro lleva un prólogo del duque de Rivas y una noticia biográfica, la fuente de información más socorrida, escrita por el marqués de Molins», afirma Zamora Vicente en el mismo libro.

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