Eduardo Gómez de Baquero

Imagen Eduardo Gómez de Baquero

letra F

Elección

5 de Febrero de 1925

Toma de Posesión

21 de Junio de 1925

Fallecimiento

16 de Diciembre de 1929

Eduardo Gómez de Baquero

Académico de número

Madrid, 1866-1929

El 21 de junio de 1925 ocupaba su asiento en la RAE el crítico literario Eduardo Gómez con el discurso titulado El triunfo de la novela: «Confío en que el triunfo de la novela será duradero y fecundo; en que las hojas de este gran árbol de la Literatura se renovarán durante muchas estaciones históricas. A su sombra podemos emprender la emigración al ensueño, vivir otras vidas, en la forma de transmigración que nos es dada: la de la fantasía» (p. 28). Ramón Menéndez Pidal fue el encargado de darle la bienvenida a la Academia y repasó la obra y la biografía del nuevo académico.  

Nacido en Madrid el 10 de diciembre de 1866, Baquero no tardó en hacerse popular como crítico literario bajo el seudónimo de Andrenio. Aunque estudió Derecho y Letras en la Universidad Central de Madrid —«una carrera para contentar a los de casa, otra para satisfacer nuestras aficiones», como señaló en la respuesta a su discurso de ingreso en la RAE Menéndez Pidal—, pronto reorientó su carrera hacia el periodismo y la crítica literaria.

Colaboró, en algunas ocasiones como Andrenio, en más de una docena de periódicos y revistas de España y de América de manera puntual, y lo hizo de manera fija en La Época (1887-1922), La España Moderna (1895-1910), El Imparcial (1901-1916), Nuevo Mundo (1907-1921), La Esfera (1915-1927), El Sol (1922-1929), La Voz (1922-1929) y La Vanguardia (1909-1929). Autor de más de cinco mil trabajos periodísticos, «no pasa día sin que aparezcan de él en la prensa española o hispanoamericana substanciosos artículos, brillantes crónicas o meditados ensayos» (El triunfo de la novela, p. 50).

Baquero comenzó su labor escribiendo ensayos de carácter filosófico (La nueva teosofía, 1891) y literario. Desde El Imparcial escribió diariamente sobre la producción literaria española, como puede leerse en sus Obras completas (3 volúmenes, 1929-1930). Dedicó también artículos al teatro y a los poetas de la generación del 27, como García Lorca y de Jorge Guillén, a pesar de sus raíces críticas decimonónicas. También pasaron por su crítica pluma los escritores del 98, que aparecen en Letras e ideas (1905), Novelas y novelistas (1918) o De Gallardo a Unamuno (1926). Su pasión por la novela, en la que veía la plasmación completa del arte literario de su tiempo, queda patente en numerosos artículos y en su discurso de ingreso en la RAE.

Eduardo Gómez de Baquero, que encontraba en la novela el consuelo de olvidarse de sí mismo y de fugarse del dolor y del tedio, murió en Madrid el 16 de diciembre de 1929; las personalidades más destacadas del mundo literario le dedicaron sentidos homenajes y alabanzas.

La novela —que fue el tema de su discurso de ingreso en la RAE y su gran pasión— sigue aún triunfando, como él quería, y siendo «la gran oficina de la fantasía» y «la llave para la evasión».

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