Melchor Fernández Almagro

letra D
Toma de Posesión
9 de Diciembre de 1951
Fallecimiento
22 de Febrero de 1966
Cargo
Primer vocal adjunto
Melchor Fernández Almagro
Académico de número
Granada, 1893-Madrid, 1966
El 9 de diciembre de 1951 ocupaba su sillón en la RAE el historiador y crítico literario granadino Melchor Fernández Almagro con el discurso, dedicado a su tierra, Granada en la literatura romántica española: «Ilustre ciudad de Granada, muy lejana, para mí, en el tiempo, por larga e increíble ausencia, pero muy dentro de mi corazón, asimilada en tal grado que el amor la otorga constante presencia, con esa romántica presencia ideal de un amor que no necesita asistirse de los sentidos» (p. 13).
Su amigo, el arabista y académico Emilio García Gómez, le dio la bienvenida a la institución: «Hay materias —la historia contemporánea, por ejemplo, los árboles genealógicos o los enlaces heráldicos— en que Melchor lo sabe todo. Diríase que este “moro amigo” está de veras emparentado con sus viejos paisanos musulmanes que […] se sabían de coro todas las tradiciones y todos los versos del mundo» (p. 103).
Nacido en Granada el 4 de septiembre de 1893, Fernández Almagro se licenció en Derecho y fue funcionario del Cuerpo de Correos en 1911. Comenzó a colaborar con la prensa local desde joven como redactor del Noticiero Granadino y como crítico teatral de Gaceta del Sur en 1915. En 1918 abandonó su tierra —a la que nunca volvería— y se trasladó a Madrid con su madre y sus hermanas para trabajar en la Dirección General de Correos. En aquellos años frecuentó las tertulias de la capital; la del Café Pombo de Gómez de la Serna, la del Café Regina y la del Café Granja el Henar de Valle Inclán, con el que entabló una relación constante y del que fue biógrafo.
Socio del Ateneo desde 1921, Fernández Almagro continuó con su labor periodística como crítico literario e ingresó en la redacción de la revista La Época. A partir de entonces, su firma fue constante en la prensa madrileña hasta su muerte. Además de escribir en diarios y revistas, colaboró en algunas publicaciones ultraístas —Cosmópolis, Ultra, Tableros, Prisma y Horizonte— y en publicaciones literarias tan prestigiosas como la Revista de Occidente, fundada por Ortega y Gasset; La Gaceta Literaria de Ernesto Giménez Caballero y Guillermo de Torre o la coruñesa Alfar. Asimismo, su nombre apareció en las revistas poéticas Carmen de Gijón, Grecia de Sevilla, Litoral de Málaga, Gallo de Granada o Verso y Prosa de Murcia, donde publicó una «Nómina incompleta de la joven literatura» en la que aparecieron los nombres de los poetas de la generación del 27.
Más adelante, continuó ejerciendo la crítica literaria en los diarios La Voz y El Sol y en la revista Cruz y Raya. En 1935 abandonó La Voz y comenzó una nueva y breve andadura en el diario Ya, que abandonó al comenzar la Guerra Civil; durante aquellos años se exilió en Burgos y en Salamanca. Acabada la guerra regresó a Madrid y su labor como crítico literario se multiplicó; escribió para España, Fe, Levante, Arriba, Legiones y Falanges, Mundo o Réplicas, pero lo hizo principalmente en el diario ABC desde 1939 y en el barcelonés La Vanguardia, desde cuyas páginas alcanzó una gran popularidad y respeto como crítico literario: «Con tesón y admirable equilibrio, su escalpelo, amable y constructivo, ha venido, hasta su muerte, dando fe de vida y comentario oportuno a la creación literaria» (Alonso Zamora, La Real Academia Española, 1999, p. 115).
Amén de su actividad periodística como crítico literario, Fernández Almagro fue «un historiador de talento, agudo, intérprete certero y de gran finura en sus juicios» (op. cit., p. 115). Perteneció a la Real Academia de la Historia desde 1944 y publicó, entre otros, los libros Historia del reinado de Alfonso XIII (1933), Política naval española moderna y contemporánea (1946), La emancipación de América y su reflejo en la conciencia española (1945) y Cánovas, su vida y su política (1951).
Al ámbito de la crítica literaria pertenecen sus valiosas obras En torno al 98 (1948), Viaje al siglo XX (1962) y, sobre todo, su excelente Vida y literatura de Valle Inclán (1943), una guía imprescindible para acercarse al gran escritor gallego, al que Fernández Almagro conoció y trató personalmente en su madrileña tertulia literaria del Café Granja el Henar. Escribió también una monografía fundamental sobre el poeta Ángel Ganivet (Ángel Ganivet, 1925).
Melchor Fernández Almagro murió en Madrid el 22 de febrero de 1966, lejos de su Granada natal. Sin embargo, a pesar de la distancia, su tierra corrió siempre por sus venas:
«Desde hace años, mis ojos no se abren a la luz —inolvidable luz — de Granada, ni mis oídos perciben el rumor del agua entre sus frondas, ni me es dado sentir la fragancia de aquel ambiente, ni puedo experimentar la emoción directa de cuanto hay en Granada de sabroso y joyante, que no en vano lleva mi ciudad el nombre de la fruta prócer que sangra rubíes» (Granada en la literatura romántica española, 1951, p. 13).
En el archivo de la RAE se conserva aún una riquísima colección de cartas de escritores y papeles de toda índole que el crítico literario dejó como legado a la Academia.
- La Real Academia Española, 1999, Alonso Zamora Vicente (p. 115).
- Granada en la literatura romántica española, 1951. Discurso de ingreso de Melchor Fernández Almagro en la RAE.
- Documentación digitalizada de Melchor Fernández Almagro en el archivo de la RAE.
- Melchor Fernández Almagro en el Diccionario biográfico de la Real Academia de la Historia.