Miguel Artigas

Miguel Artigas

letra f

Toma de Posesión

13 de Enero de 1935

Fallecimiento

10 de Marzo de 1947

Miguel Artigas

Académico de número

Blesa (Teruel), 1887-Madrid, 1947

El bibliotecario e historiador aragonés Miguel Artigas tomó posesión de su plaza de académico el 13 de enero de 1935 con el discurso titulado Sobre la preocupación de la pureza de la lengua en la historia literaria española. Le respondió, en nombre de la corporación, Vicente García de Diego.

Su nombre figura entre los escasos académicos que, en la zona nacionalista, asistieron a las sesiones plenarias de la RAE.

Nacido el 29 de septiembre de 1887, Artigas estudió Filosofía y Letras en la Universidad de Salamanca. Obtuvo su primera plaza para el Cuerpo Facultativo de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueólogos el 28 de julio de 1911; su primer destino fue la Biblioteca Universitaria de Sevilla, seguida de la Biblioteca Universitaria de Barcelona (1912) y de la Biblioteca Nacional, en Madrid (1913). Durante esos años realiza estudios en Alemania —en Berlín y en Jena (1914), estos últimos relacionados con los glosarios medievales españoles—.

En 1915 obtuvo, con brillante puntuación, la primera plaza de director de la Biblioteca Menéndez Pelayo en Santander, que abre sus puertas al público en 1923. En ese cargo, Artigas realizó una intensa labor para la puesta a punto de la biblioteca; acondicionó el edificio y catalogó parte de los manuscritos y de los impresos. Artigas —que fue el inspirador de la Sociedad Menéndez Pelayo para difundir la figura y la obra del santanderino— inauguró, bajo su mandato, el Boletín de la Biblioteca de Menéndez Pelayo en 1919, el cual pronto alcanzó gran prestigio. La intensa relación que mantuvo como director con las universidades extranjeras hizo que en 1925 se iniciaran los cursos de verano para extranjeros, que sembrarían la semilla de la actual Universidad Internacional Menéndez Pelayo. Miguel Artigas fue director de la Biblioteca Menéndez Pelayo durante 15 años, hasta 1930; en ese año es nombrado director de la Biblioteca Nacional y continúa su labor como presidente honorario de la Sociedad Menéndez Pelayo.

El infatigable Artigas ocupó, a lo largo de su carrera, numerosos cargos culturales; fue bibliotecario del Ateneo de Santander (1918) y formó parte, también en Santander, de la junta directiva de la biblioteca y museos municipales, de la Comisión de Monumentos, de la de Turismo y de la de Conservación de las Cuevas de Altamira. En 1930 fue nombrado director de la Biblioteca Nacional hasta su destitución el 13 de agosto de 1936, al inicio de la Guerra Civil. Restituido en 28 de marzo de 1938, el 25 de agosto de 1939 fue nombrado primer director de la recién creada Dirección General de Archivos y Bibliotecas. A partir de 1940, formó parte del equipo de redacción de la Revista de Filología Española.

La obra de Miguel Artigas se caracteriza por su magnitud y su rigor; además de los catálogos de la Biblioteca Menéndez Pelayo, sus trabajos de investigación se centraron en la historia literaria, muchos de ellos basados en materiales encontrados durante los trabajos de catalogación de sus fondos. Publicó, también, un gran número de trabajos inéditos de Menéndez Pelayo.

Su calidad como investigador ha quedado recogida en numerosas revistas: el Boletín de la Biblioteca Menéndez Pelayo, la Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos, la Revista de Filología Española, los boletines de las academias, etc. En 1925, la Real Academia Española premió su obra Luis de Góngora y Argote. Biografía y estudio crítico. Los rigurosos trabajos gongorinos de Artigas traen consigo la revalorización del poeta del Siglo de Oro y constituyen una de las más destacadas aportaciones eruditas y documentales de la época sobre Góngora.

A lo largo de su vida, Artigas recibió numerosas distinciones. Fue nombrado académico correspondiente de la Real Academia de la Historia, la Real Academia de Buenas Letras de Barcelona y la Real Academia de Bellas Letras y Nobles Artes de Córdoba. Reconocido internacionalmente, Artigas fue miembro honorario de la Casa Eucken de Jena (Alemania); doctor por la Universidad de Múnich; miembro de la Hispanic Society of America de Nueva York, y doctor honoris causa por la Universidad de Colonia. Recibió, también, la Cruz al Mérito de primera clase de la Orden del Águila y el Grado de Jitisas de la Orden de Medahuia, y fue nombrado comendador de la Orden de Alfonso X el Sabio (1924).

El académico aragonés, enfermo desde 1936, murió en Madrid a los cincuenta y nueve años, el 10 de marzo de 1947.

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“El lenguaje, además de ser un medio de comunicación, tiene una cualidad estética de la que no puede ni debe prescindir.”

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