Miguel de Unamuno (electo, 1932)

Cándido ANSEDE. Miguel de Unamuno leyendo en su casa de la calle de Bordadores. Salamanca, 1925. (Col. Cándido Ansede. Tatane Ruiz Ansede).

letra T

Elección

15 de Diciembre de 1932

Fallecimiento

31 de Diciembre de 1936

Miguel de Unamuno (electo, 1932)

Académico de número

Bilbao, 1864-Salamanca, 1936

Elegido académico de número en 1932, no tomó posesión de la plaza.

Nacido en Bilbao el 29 de septiembre de 1864, Miguel de Unamuno fue «el gran revulsivo de la atonía española. Su voz sonó y resonó sin cesar durante más de cuarenta años en el ámbito de los anhelos y de las dudas de los españoles. Su nombre pertenece ya a la literatura universal, por encima de toda consideración crítica». Con estas palabras presenta Alonso Zamora Vicente al filósofo y escritor bilbaíno en su Historia de la Real Academia Española (1999, 2015).

En 1879, recién cumplidos los quince años, como indica Ricardo Senabre en el Diccionario biográfico español de la Real Academia de la Historia, Unamuno publicó en El Noticiero Bilbaíno su primer artículo, titulado «La unión constituye la fuerza». En 1880 se trasladó a Madrid para estudiar Filosofía y Letras, licenciatura que finalizó en 1883, y al año siguiente se doctoró con la tesis Crítica del problema sobre el origen y prehistoria de la raza vasca.

UNIVERSIDAD DE SALAMANCA

Poco después volvió a Bilbao, donde trabajó como profesor, y publicó, en 1886, su primer cuento, titulado Ver con los ojos, firmado bajo el seudónimo, que utilizará otras veces, Yo mismo. En 1891, como señala Senabre, opositó a la Cátedra de Griego de la Universidad de Salamanca ante un tribunal presidido por Marcelino Menéndez Pelayo, que le concedió la plaza. Nueve años más tarde, en 1900, Unamuno fue nombrado rector de la misma universidad. Por esas fechas apareció el libro Tres ensayos, y, en 1902, En torno al casticismo, que reúne cinco ensayos publicados en 1895 en la revista La España Moderna.

En 1905 publicó la Vida de don Quijote y Sancho, «personalísima contribución de Unamuno a los actos conmemorativos del tercer centenario de la obra cervantina que se desarrollaron durante todo el año. El autor, que tenía ya una sólida fama como ensayista y narrador, sorprendió a muchos lectores al dar a la estampa en 1907 un extenso libro de poemas, titulado Poesías, que anunciaba ya el cultivo asiduo de una actividad literaria a la que permanecerá fiel hasta pocos días antes de su muerte».

En 1909, Unamuno descubrió otra faceta de su inquieta personalidad literaria al dar a conocer dos obras teatrales: La esfinge y La difunta. Y continuó con la escritura poética, los artículos de viajes, los ensayos y una serie de escritos diversos. Todo esto, en palabras de Senabre, «indica la creciente presencia del autor en la vida cultural española y también la incitación permanente de sus puntos de vista y de su independencia de criterio, que despertó recelos en muchas esferas oficiales».

NOVELAS Y ENSAYOS

Unamuno continuó publicando infatigablemente. 1903 es el año de uno de sus ensayos más conocidos —Del sentimiento trágico de la vida en los hombres y en los pueblos—, pero también de la colección de novelas cortas El espejo de la muerte y de las obras teatrales La venda y La princesa doña Lambra. En 1914, coincidiendo con la publicación de la novela Niebla y la candidatura del autor al Senado, Unamuno fue destituido como rector de la Universidad de Salamanca. Al año siguiente, fue elegido concejal del ayuntamiento de la capital charra, función que desempeñó hasta 1920. Mientras tanto, en 1917 aparecieron la novela Abel Sánchez y el extenso poema El Cristo de Velázquez.

Por esa época, «se hacían cada vez más patentes sus diferencias con la monarquía […]. Como consecuencia se produjo el proceso del autor, y los tribunales le condenaron a dieciséis años de cárcel por injurias al rey de España», siendo posteriormente indultado.

En 1921 apareció la novela La tía Tula y fue nombrado decano de la Facultad de Letras y vicerrector de la universidad salmantina. Poco a poco, tras su persistente campaña contra la monarquía y el directorio militar del general Primo de Rivera, la situación fue empeorando. En 1924, como indica Ricardo Senabre en el Diccionario biográfico español, «se recibió en el Gobierno Civil de Salamanca la orden de comunicar urgentemente a Unamuno que había sido destituido de sus cargos, suspendido de empleo y sueldo y condenado a pena de destierro […]. El 10 de marzo de 1924 desembarcó definitivamente en Fuerteventura».* En julio de ese mismo año se decretó una amnistía general que incluía a Unamuno, aunque este prefirió viajar a Francia, prometiendo no volver a España hasta que Primo de Rivera dejara el gobierno. En el país vecino coincidió, entre otros, con Eduardo Ortega y Gasset y Vicente Blasco Ibáñez.

REGRESO DEL EXILIO

En diciembre de 1929 se produjo la caída de Primo de Rivera. El 9 de febrero de 1930, Unamuno cruzó la frontera de Hendaya y pisó tierra española después de seis años de ausencia. El día 13 de ese mismo mes regresó a Salamanca, en donde fue aclamado por la multitud.

«El advenimiento de la República en 1931 —explica Ricardo Senabre— volvió a colocar a Unamuno en un lugar destacado de la vida pública: fue elegido concejal de Salamanca por la coalición republicano-socialista y fue el encargado de proclamar la República desde el balcón del Ayuntamiento. El 18 de abril, el claustro universitario lo eligió nuevamente rector y, el día 27, fue nombrado presidente del Consejo de Instrucción Pública».

Tres años más tarde, en 1934, se produjo su jubilación oficial. Niceto Alcalá-Zamora, presidente de la República, «había dejado firmado un decreto por el que se nombraba a Unamuno rector perpetuo de la Universidad y se creó una cátedra con su nombre». No obstante, y tras unas declaraciones del escritor bilbaíno a la agencia International News, hechas poco después de estallar la rebelión militar de 1936, en contra del Gobierno de Azaña, el 22 de agosto se derogó el decreto por el que se le había nombrado rector perpetuo.

«Unamuno, que en principio veía con simpatía el hecho de que las fuerzas militares tratasen de poner orden en la anarquía reinante sin pronunciarse por ello expresamente contra la República, reaccionó pronto ante la ola represiva de condenas y fusilamientos que se desató en Salamanca apenas instaladas las fuerzas rebeldes».

VENCER NO ES CONVENCER

El 12 de octubre, en un acto literario celebrado en el paraninfo de la Universidad, «Unamuno intervino para declarar que “la nuestra es una guerra incivil” y que “vencer no es convencer”,* junto a otras expresiones que exasperaron al general Millán Astray y a otros jefes militares y desencadenaron actitudes amenazadoras. Unamuno tuvo que salir del recinto acompañado por la esposa del general Franco». A raíz del incidente, el claustro universitario destituyó a Unamuno como rector.

El filósofo y escritor permaneció recluido en su domicilio —actualmente, una casa museo dedicada a su memoria—, y murió el 31 de diciembre de 1936. Como recuerda Ricardo Senabre, cuatro días más tarde, Ortega y Gasset escribía en La Nación: «La voz de Unamuno sonaba sin parar en los ámbitos de España desde hace un cuarto de siglo. Al cesar para siempre, temo que padezca nuestro país una era de atroz silencio».

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* El 18 de noviembre de 2016 se estrenó la película La isla del viento, en la que el académico, actor y director teatral José Luis Gómez interpreta a Miguel de Unamuno. Este largometraje, dirigido por Manuel Menchón, «es un acercamiento al lado más humano del escritor y filósofo durante su exilio en Fuerteventura […]. Pero, quizá, el elemento más poderoso que contiene la película es la recreación del acto en el Paraninfo de la Universidad de Salamanca en el que Unamuno pronunció su famosa frase: “Venceréis pero no convenceréis”», el 12 de octubre de 1936.

El 12 de octubre de 2016, el propio José Luis Gómez evocó la figura de Unamuno y puso voz de nuevo al famoso discurso, en un acto celebrado en el mismo lugar en que acontecieron los hechos, ochenta años antes.

 

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