Nicasio Álvarez de Cienfuegos

Imagen Nicasio Álvarez de Cienfuegos

letra U

Toma de Posesión

1 de Enero de 1801

Fallecimiento

30 de Junio de 1809

Nicasio Álvarez de Cienfuegos

Académico de número

Madrid, 14 de julio de 1764–Orthez, Francia, 30 de junio de 1809

Fue elegido miembro honorario de la Real Academia Española en 1797, supernumerario en 1799 y en 1801 académico numerario para ocupar la silla U, en sustitución de Juan de Sahagún de la Mata Linares, conde del Carpio.

Nicasio Álvarez de Cienfuegos forma parte de los poetas nacidos en la segunda mitad del siglo xviii que vivieron muy de cerca el estremecimiento histórico de la Revolución francesa y las campañas napoleónicas. Nacido el 14 de julio de 1764, Nicasio creció en el seno de una familia hidalga. Con tan solo seis años, quedó huérfano de padre. Desde ese momento contó con el único apoyo de su madre, quien hizo grandes esfuerzos económicos para poder darle una buena educación.

Escritor, periodista, poeta y dramaturgo, Nicasio Álvarez de Cienfuegos perteneció a una generación cuyos componentes oscilaron entre las ideas neoclásicas y las liberales y prerrománicas. De hecho, el historiador español Antonio Cánovas del Castillo lo denominó, en su obra de crítica literaria Estudios literarios de D. Antonio Cánovas del Castillo, «precursor incorrecto y melancólico de la poesía romántica».

Cienfuegos estudió latinidad y retórica en el Colegio de las Escuelas Pías de Getafe y, en 1778, ingresó en los Reales Estudios de San Isidro en la corte, donde aprendió lógica, filosofía moral, matemáticas y lengua griega. Tres años después, ingresó en la Universidad de Oñate, donde solo permaneció un año y, en 1782, se trasladó a Salamanca para estudiar derecho. Ahí conoció a Meléndez Valdés, quien se convertiría, además de en su amigo, en su verdadero maestro en el mundo de la poesía. Asimismo, conoció a Manuel José Quintana, con quien también entabló una estrecha amistad y, junto a él, absorbió las ideas liberales y se dedicó a las letras, publicando sus poesías y tragedias.

En el año 1787 regresó al hogar materno trayendo consigo ya una sólida formación. En la capital española ejerció como abogado de los reales consejos y se dio a conocer también como periodista. Así, en 1797 ingresó como miembro emérito en la Sociedad Económica de Madrid, para la que escribió un Elogio del señor D. José Almarza, tesorero de la Sociedad Patriótica de Madrid (1799) y un Informe sobre una trompetilla para uso de sordomudos (1802). Al mismo tiempo, fue nombrado oficial de la Secretaría de Estado con carácter honorario, puesto en el que fue ascendiendo rápidamente hasta convertirse en oficial cuarto. Al año siguiente, la Secretaría de Estado le encargó la dirección de la Gaceta de Madrid y del Mercurio de España. Fue por entonces cuando conoció al francés Florián Coetanfao, quien seguramente fue su mentor literario y una clara influencia para su sensibilidad y sus tendencias revolucionarias durante estos años en Madrid.

De forma paralela a estas actividades, sus éxitos literarios también llegaron. En 1789, publicó un volumen de sus poesías y obras dramáticas, por las que obtuvo laudatorias críticas. En 1798, su tragedia La Zoraida fue representada en el teatro de los Caños del Peral y escribió su obra La condesa de Castilla, que no pondría en escena hasta 1803. Sus obras tuvieron tan buena acogida que en 1797 ingresó como miembro honorario en la RAE y, muy pronto, en 1799, ascendió al cargo de supernumerario, una vez leído su discurso de acceso, en el que reflexionaba sobre el progreso de las lenguas. En sus inicios en la RAE tuvo una participación muy activa, como bien reflejó en sus trabajos Sinónimos castellanos (1799), Pensamientos sobre el verbo y sobre las partes de la oración y Elogio del Excelentísimo Señor Marqués de Santa Cruz, director de la Real Academia Española (1802). Con todo ello, el 28 de enero de 1805 asistió a su último pleno académico, pues a partir de 1803 su estado delicado de salud, así como sus trabajos en la Secretaría de Estado y en la dirección de la Gaceta y del Mercurio, no le permitieron seguir.

En 1808 fue nombrado caballero pensionista de la Real Orden de Carlos III, aunque el inicio de la guerra de la Independencia y el levantamiento del 2 de mayo se encontraron con un Cienfuegos enfermo de tuberculosis que se veía obligado a dirigir la Gaceta de Madrid desde su propia casa. La situación política era difícil; Fernando VII había sido proclamado rey y el ejército francés, dirigido por Murat, invadía de forma sangrienta las calles de Madrid. Además, las publicaciones de la Gaceta enfadaron a Murat, quien obligó a Cienfuegos a presentarse ante él y a rectificar ciertas informaciones que no habían sido de su agrado. Nicasio no solo se negó a cumplir sus exigencias, sino que presentó su dimisión como oficial de la secretaría y revisor de la Gaceta. Con estos acontecimientos, Murat iba a tomar represalias contra el poeta, pero la solidaridad de sus compañeros de la Secretaría de Estado al presentar una dimisión conjunta le salvaron del fatal desenlace. Murat tenía que retirar sus amenazas si quería mantener una buena armonía con la junta y la única solución fue concederle a Cienfuegos una licencia por enfermedad durante dos meses, que, sin embargo, luego se prolongó otros dos más.

Con la marcha de José Bonaparte y sus tropas, reingresó en la Secretaría de Estado, pero la alegría popular duró más bien poco. La llegada de Napoleón Bonaparte a Madrid con el fin de solucionar los problemas que su hermano no pudo provocó el abandono de la capital española de la mayor parte de los escritores y personajes comprometidos. En estos momentos, Cienfuegos, enfermo de tuberculosis, decidió quedarse, exponiéndose así a numerosas represalias y viéndose obligado a estampar su firma en el documento de fidelidad que todos los habitantes juraron a Napoleón. Incluso escribe algún poema laudatorio al nuevo régimen, como la «Oda al general Bonaparte». Pero Cienfuegos se negó a firmar la orden por la que Bonaparte disponía a todos los funcionarios y oficiales a mostrar su lealtad, manifestando así su contrariedad contra el nuevo régimen. Las consecuencias fueron su destitución en el cargo de la Secretaría de Estado, su encarcelamiento y posterior exilio. El 27 de junio de 1809 llegó a Orthez (Francia), donde permaneció en casa de su amigo Martín Darié por tan solo tres días, pues el 30 de junio de 1809, a la edad de cuarenta y cinco años, falleció víctima de la tuberculosis.

En cuanto a su obra, cabe destacar que sus composiciones, sobre todo en los últimos años, estuvieron llenas de sensibilidad, no solo por la efusividad y exaltación de los sentimientos, sino por su manera de abordar el amor y la amistad, la soledad, la ruptura amorosa o la muerte. Sus obras están, además, llenas de sentimiento humanitario, de preocupaciones sociales y de cierto pensamiento liberal e, incluso, revolucionario.

Con todo ello, podemos decir que Nicasio fue un hombre comprometido con su siglo. Sus obras muestran claramente la evolución de la literatura de su tiempo: de lo neoclásico pasó a los temas ilustrados, para concluir su carrera a las puertas del Romanticismo. Salvo sus primeros textos, más despreocupados, el teatro y la poesía de Cienfuegos tuvieron una gran consistencia ideológica que se desplaza entre la Ilustración, la revolución y el liberalismo regenerador.

Entre sus publicaciones, aparte de las ya citadas, cabe destacar las distintas compilaciones de sus poesías y obras como Observaciones sobre los sinónimos (1809), El filósofo de Lesbos. Pítaco. Drama en tres actos (1809), La Zoraida. Tragedia en tres actos (1815), Idomeneo. Tragedia nueva en tres actos (1815), La condesa de Castilla. Tragedia nueva en tres actos (1815) y Pítaco. Tragedia en tres actos (1822).

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