El 13 de agosto de 1744 ocupaba su sillón en la RAE el eclesiástico y cortesano Aguirre Salcedo, que había sido admitido como supernumerario el 14 de mayo de 1737.

Nacido en Vitoria (Álava) el 11 de agosto de 1707, Aguirre fue colegial de San Bartolomé (Salamanca), donde estudió, además de las asignaturas habituales, Griego, Francés e Italiano. Interesado en el estudio de las ciencias naturales, Aguirre coleccionó desde joven plantas, minerales y animales, y creó un laboratorio en su habitación que fue nutriendo con nuevas adquisiciones a lo largo de su vida. Era también un gran aficionado a la pintura e hizo varios retratos familiares. Sin embargo, tras su paso por el colegio mayor, Tiburcio de Aguirre inició una intensa e ininterrumpida carrera al servicio del Estado, de la mano de los tres primeros Borbones.

Nombrado Caballero de la Orden de Alcántara en 1748 por Fernando VI, Aguirre ocupó distintos cargos como funcionario del Estado: fue alcalde de casa y corte de Navarra (1740), oidor del Tribunal de la Junta del Tabaco de Navarra (1744) y del Consejo de Órdenes (1747), capellán de las Descalzas Reales (1748), sumiller de Cortina y Oratorio (1754), ayo del príncipe Carlos (1759), presidente de la Real Chancillería de Valladolid y presidente del Consejo Real de Castilla.

En la Academia fue llamado a filas por Mercurio Pacheco, hijo del académico fundador Juan Manuel Fernández Pacheco, que confiaba plenamente en su laboriosidad. Y así fue, pues Tiburcio resultó ser —en palabras de Alonso Zamora— «un excelente colaborador en las tareas académicas» (La Real Academia Española, p. 77).

Tiburcio de Aguirre, el clérigo aficionado a la pintura que coleccionaba minerales, plantas y animales, murió en Madrid el 25 de mayo de 1767.

• La Real Academia Española, 1999, Alonso Zamora Vicente (p. 77).
• Documentación digitalizada de Tiburcio de Aguirre Salcedo en el archivo de la RAE.
• Tiburcio de Aguirre Salcedo en el Diccionario biográfico de la Real Academia de la Historia.