Antonio Colino López

Imagen Antonio Colino López

letra g

Toma de Posesión

23 de Enero de 1972

Fallecimiento

7 de Febrero de 2008

Cargo

Tesorero

Antonio Colino López

Académico de número

Madrid, 1914-2008

El 23 de enero de 1972 el científico e ingeniero Antonio Colino sucedía a su maestro, Julio Palacios, en el sillón g de la RAE con la lectura del discurso Ciencia y lenguaje. Julián Marías fue el encargado recibirle en la Academia con un esperanzado mensaje: «La gran mayoría de las palabras científicas y técnicas nacen del inglés […] Por consiguiente, no se trata, solo de la —ya difícil— operación de traducir los términos extranjeros a nuestra lengua; hace falta repensar sus contenidos en español» (pp. 53-54).

Nacido en Madrid el 3 de julio de 1914, el discípulo de los académicos Julio Palacios y Esteban Terradas, ingresó en la Escuela de Ingenieros Industriales de Madrid en 1931. Desde 1940 trabajó en la compañía inglesa de telecomunicaciones Marconi, de la que fue consejero delegado en 1959; durante sus años en la empresa, la plantilla aumentó de cien a cinco mil empleados y se diseñaron y construyeron multitud de equipos electrónicos, transmisores, radiogoniómetros, radares de navegación y televisores. En 1950 fundó, junto a otros socios, la Junta de Energía Nuclear de España, de la que fue consejero, director general y vicepresidente ejecutivo hasta 1972. En 1951 obtuvo la primera cátedra de Electrónica en España y fue el impulsor, posteriormente, de la cátedra de Ingeniería nuclear. Fue también fundador y consejero de la Asociación para el Progreso de la Dirección, creada en 1956.

Colino aunó ciencia e industria y simultaneó, durante más de tres décadas, la enseñanza, la investigación y el trabajo en distintas empresas tecnológicas con el objetivo de promover el progreso tecnológico en España desde el germen —la educación— hasta la puesta en práctica en la empresa. Para ello, propuso la creación de empresas nacionales de energía nuclear y participó en la creación del Foro Atómico Español, del que llegó a ser vicepresidente. Asimismo, fue nombrado vocal del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y presidente del Centro de Investigaciones Físicas del Instituto Leonardo Torres Quevedo. Además de miembro de la Española desde 1970, lo fue de la Real Academia de Ciencias (RAC) desde 1955. Su preocupación por el lenguaje científico y tecnológico, del que dio buena fe en la RAE y en la Real Academia de Ciencias, lo llevó a ocupar la presidencia del Comité de Terminología del Instituto de la Ingeniería de España en 1974.

En la RAE, Antonio Colino recogió el guante lanzado por Julián Marías en la respuesta a su discurso de ingreso, en el que le incitaba a renovar y a crear nuevas voces científicas frente a los anglicismos que estaban ganando terreno: «Necesitamos una vez más la competencia del hombre profundamente versado en la técnica y en sus fundamentos científicos. Es el único que puede medir y predecir con probabilidades de acierto la vigencia que corresponderá a una voz determinada» (p. 56).

Colino no se achantó ante las peticiones de Marías —«no quisiera que mis palabras hicieran pensar a mi viejo compañero de Instituto que se está metiendo en un endiablado avispero lingüístico, del cual debería intentar escapar»—, sino que trabajó sin descanso en la renovación del léxico científico del diccionario desde que ocupó su asiento en la RAE. Fue, en palabras del académico Alonso Zamora, «un colaborador eficaz, seguro y tenaz» (La Real Academia Española, p. 272).

El ingeniero Antonio Colino murió en Madrid el 7 de febrero de 2008, tras treinta y ocho años a bordo de la RAE enriqueciendo el lenguaje científico. 

A sus espaldas dejaba, también, una amplia producción de trabajos y publicaciones científicas entre las que destacan Estudio del receptor superheterodino (1945), Funciones Bessel (1946), Teoría de los servomecanismos (1950), Teoría moderna de los campos electromagnéticos (1953-1954 y 1955), etc.

 

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