Emilio Alarcos Llorach

Emilio Alarcos ingresó el 25.11.1973. © «La Nueva España».

letra B

Elección

9 de Noviembre de 1972

Toma de Posesión

25 de Noviembre de 1973

Fallecimiento

26 de Noviembre de 1998

Emilio Alarcos Llorach

Académico de número

Salamanca, 23 de abril de 1922-Oviedo, 26 de enero de 1998

Elegido el 9 de noviembre de 1972. Tomó posesión el 25 de noviembre de 1973 con el discurso titulado Anatomía de «La lucha por la vida». Le respondió, en nombre de la corporación, Alonso Zamora Vicente.

Filólogo, lingüista y crítico literario, Emilio Alarcos Llorach se doctoró en Filología Románica, en 1947, con una tesis sobre El libro de Alexandre en la Universidad Central. Alternó «períodos de docencia como catedrático de instituto (Avilés, Cabra, Logroño)», señala su discípulo y académico Salvador Gutiérrez en el Diccionario biográfico español de la Real Academia de la Historia, «con estancias en las universidades suizas de Berna y de Basilea. Este período sería […] trascendental en su formación científica. Entra en contacto con las teorías lingüísticas que impulsaron la revolución estructuralista (Escuelas de Ginebra, de Praga y de Copenhague), teorías de las que ha sido introductor y pionero en el ámbito hispánico».

En 1950 obtuvo la cátedra de Gramática Histórica de la Lengua Española de la Universidad de Oviedo —institución que le nombró, en 1987, catedrático emérito—, y en 1951 fundó, junto con José María Martínez Cachero, la revista Archivum. Alarcos fue asimismo profesor visitante en las universidades americanas de Wisconsin (1956-1957) y de Texas (1960-1961), y presidente de la Sociedad Española de Lingüística y de la Asociación de Historia de la Lengua Española.

En palabras de Salvador Gutiérrez, «Emilio Alarcos combinó en su investigación la sólida formación como filólogo clásico con la precisión metodológica del estructuralismo. Su obra científica […] abarca un amplio espectro dentro de la teoría del lenguaje. Por la renovación metodológica que aportó, su capacidad de innovación, la amplitud de su objeto de estudio y la difusión y el impacto de sus trabajos, es considerado el mejor y más influyente lingüista del siglo xx en el ámbito hispánico».

Entre sus muchas obras destacan Fonología española (1950) —«la primera aplicación de las nuevas teorías de la Escuela de Praga al español […], y sigue siendo el manual universitario indispensable en la materia», como señala Salvador Gutiérrez—; Gramática estructural (1951) —donde «realiza una aplicación a nuestra lengua de la visión teórica propugnada por la Escuela de Copenhague»—, y Estudios de gramática funcional del español (1970).

En 1994 apareció Gramática de la lengua española, publicada por la Real Academia Española dentro de su Colección Nebrija y Bello. El propósito de Alarcos con esta obra fue, según explica en la introducción, «exponer los rasgos de la gramática del español que se descubren en los actos orales y escritos de los usuarios de la lengua en este siglo xx», consciente de que «hoy día concurren normas cultas diversas en los vastos territorios donde se practica el español como lengua materna. Ya no es posible sostener, como un siglo atrás hacía Leopoldo Alas, que los peninsulares somos los amos del idioma; más bien, según propugnaba don Ramón Menéndez Pidal, debemos ser solo sus servidores. Se comprende y hasta se justifica que cada uno encuentre más eficaz y precisa la norma idiomática a cuya sombra ha nacido y se ha formado; pero ello no implica rechazo o condena de otras normas tan respetables como la propia».

Además de sus trabajos sobre historia de la lengua española, tanto en su dimensión fónica como gramatical, Alarcos es autor de importantes investigaciones sobre dialectología hispánica: sobre el catalán, sobre el español de América y sobre el dominio lingüístico del leonés.

Como recuerda Salvador Gutiérrez en el Diccionario biográfico español, fue también Alarcos un «crítico literario de vasta formación y de fina sensibilidad […]. Descubrió poetas como Blas de Otero y Ángel González, cuyas claves literarias desveló en publicaciones inolvidables. Es asimismo autor de páginas memorables sobre escritores medievales (Arcipreste de Hita, Libro de Alexandre, don Sem Tob…), del Renacimiento y Barroco (fray Luis de León, Quevedo) y de la literatura contemporánea (desde Clarín hasta Antonio Muñoz Molina)».

Doctor honoris causa por las universidades de Salamanca, Valladolid, León, País Vasco, Valencia, Sevilla y Nacional de Educación a Distancia, Alarcos recibió, entre otras distinciones, la Gran Cruz de la Orden de Alfonso X el Sabio (1987), el Premio Castilla y León de las Letras (1993) y el Premio Nacional de Investigación Ramón Menéndez Pidal (1995). Ese mismo año, fue nombrado hijo adoptivo de Oviedo. Antes, en 1980, se le concedió el título de hijo adoptivo de Asturias.

En el año 2001, se fundó la Cátedra Emilio Alarcos. Con esta iniciativa del Ayuntamiento de Oviedo y de la universidad de la ciudad, se llevan a cabo múltiples actividades, encaminadas no solo a recordar la figura del filólogo, sino a potenciar, continuar e impulsar los estudios por él empezados. Entre las distintas iniciativas, se encuentra la convocatoria del Premio Emilio Alarcos de Poesía, que este año cumple su decimotercera convocatoria.

La Universidad Internacional Menéndez Pelayo, en colaboración con la Cátedra, organiza, dentro de su programación de cursos de verano, la Escuela de Gramática Española Emilio Alarcos, dirigida por Salvador Gutiérrez. 

En 2006, José Luis García Martín realizó una selección y edición de la poesía escrita por el propio Alarcos —quien «en vida mantuvo oculta una vena poética»— en el libro Mester de poesía (1949-1993), con prólogo de Ángel González. En 2012, García Martín también se encargó de la edición de Notas inéditas al «Cancionero inédito» de A. S. Navarro, en el que Alarcos se convierte en crítico de unos poemas escritos por él mismo en su juventud.

 

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