Diccionario histórico de la lengua española

Y hallando su pensamiento cierto, salta de la mata en el camino y, blandiendo la ronca, vase al que venía cavallero y pónesela a los pechos diziendo:

"¡Teneos, ribaldos! Oí lo que os quiero dezir".

— Señor caballero, este muchacho que estoy castigando es un mi criado, que me sirve de guardar una manada de ovejas que tengo en estos contornos, [...].

[...] ; pero un mediano garrotazo que sentí en el hombro derecho, me hizo volver en mí, y siguiendo el camino de dicho palo hasta encontrar el brazo que lo blandía, encontré, no sin sorpresa, que estaba pegado a un mozo que yo conocía de varias aventuras anteriores.

[...] solo esas escuelas, viles mercados de sofistas, pueden justificar que un día tres reyes se repartieran, como los soldados la túnica del Salvador, á Polonia; señores, á Polonia, que blandiendo su invencible lanza había libertado al Norte de caer en las cadenas de los turcos [...].

Menudo de cuerpo, corto de estatura, cojo, deforme, conciso en su decir, misterioso en su pensar, frugal en sus costumbres, a audaz en sus proyectos, deseoso de riquezas si menospreciador de los placeres; cauto, astuto, traidor; sin amor ni á los hombres ni á los dioses; sin respeto á su propia palabra y á sus juramentos; vengativo, cruel, blandiendo atroz espada en sus manos, y llevando el ódio á la humanidad en su pecho [...].

Era el comandante francés. Viendo a los suyos que saltaban las tapias para huir, o se escondían en los sótanos, gritó blandiendo el sable:

— Deteneos, miserables, y ved aquí a qué precio vende su vida un guerrero de las Pirámides y de Austerliz.

Heredia y Aguilar desenvainaron sus espadas; pero el incógnito arrojando su embozo, empuñó la suya, y veloz como el pensamiento, blandiola en todos los sentidos, hirió a Peralta, abriose paso y se arrojó fuera.

Los caballeros blandían las espadas y contestaban: ¡Viva!

[...] y en consecuencia bastó que el comandante Souper se adelantara solo en su caballo, blandiendo su sable para ahuyentar sus avanzadas, y enseguida tres o cuatro disparos de la Chacabuco, para poner en fuga la numerosa caballería de los valles el día del desembarco, 19 de noviembre de 1880.

Asió Recuerillo de un trozo de sarmiento y lo blandió como Alejandro su espada, no con menos orgullo y gentileza.

— Cállate tú, ovejita de Dios, antes que el diablo me despabile y en la cárcel te trasquile.

Por una persona del partido del gobierno había nueve moristas; pero desgraciadamente sin jefes, pues no puede darse ese nombre al anciano don Manuel Mora, que el partido tomó como candidato a la presidencia a falta de otro mejor y atendiendo a su parentesco con don Juan Rafael Mora.

Hoy que las pasiones, si no han depuesto sus armas, al menos no las blanden contra nosotros, ni hay intereses positivos que se opongan a dar un culto público a la verdad, yo pregunto a los que aún viven (que son muchos) y fueron actores en aquellos sucesos, ¿quién fue el verdadero presidente electo en 1860, según el número de votos que aparecieron en las urnas electorales?

[...] cuando la guerra atraviesa por el campo en su corcel de fuego, hambrienta de infamias y maldades, desparramada al viento su cabellera ignífera, blandiendo enfurecida la espada segadora, asordando los espacios con los truenos de su ira, espumando odio la boca y sembrando por doquiera la riza y el desastre; [...].

La nobleza de los logreros debe tener en sus blasones una mano introducida en un saco; la de los cañaveleros, un brazo blandiendo un azote en las posaderas de un chino.

— ¡Pero abuelita! —protesta Mariflorsuavemente. Y ya la abuela, avanzando entre los terrones, blande la aguijada con muy airosa disposición y hace retroceder á la yunta mediante la voz usual:

— ¡Túis!...¡Túis!

Una de estas experiencias esenciales es Cervantes, acaso la mayor. He aquí una plenitud española. *He aquí una palabra que en toda ocasión podemos blandir como si fuera una lanza.

Es tradición milenaria que en el equinoccio de septiembre el seráfico y mansueto pastor San Francisco se siente malhumorado por una vez; descíñese el cordón, lo blande sobre *el cielo a guisa de honda, acuden los rebaños de nubes, revientan los odres donde se guardan los vientos [...].

Don José saltó al ruedo blandiendo el chaparro para castigar la insolencia; pero Félix hizo armas, a él también se le fue la mano a la suya y poco después regresaba a su casa, abatido, sombrío, envejecido en instantes, y con esta noticia para su mujer:

— Acabo de matar a Félix. Ahí te lo traen.

[...] Federico Robles galopó, blandiendo el machete, disparando la pistola, entre la infantería del enemigo:las bridas volaban solas, azotando los ojos del caballo;los rostros petrificados por un segundo de asombro, los cuerpos regados de sangre, las manos levantadas que arrojaban las armas, se sucedían con la fugacidad de parpadeos [...].

Y como ya no se hacen ilusiones con la ayuda espontánea de los campesinos, se cuidan mucho de esperar que les traigan la yuca a la boca.

— ¿Se supone que van a permanecer mucho tiempo en esa actitud? —Reales blandía su lápiz como una fusta.

La música de concheros muestra tres facetas principales: la de las danzas guerreras interpretadas por "chichimecas"y "cristianos", en que blandiendo palos o machetes vencen estos últimos, mas sin doblegar el orgullo de la raza india; [...].

— ¡Adelante, hijos de la chingada!

Blandió su cuchillo de cocina, mascullando:

— ¡Malos días los que a ti te pudran el alma, Roberto Falcón! Ya sé que no hay que odiar al perro sino a su amo, pero tu asqueroso deber lo cumples con demasiado agrado.

Cinco tripulantes, a los cuales no distingo, encabezados por el cántabro, han desenvainado de un solo golpe sus cuchillos. Los blanden amenazadoramente y avanzan hacia mí.

¿Son progresistas? Pues yo y otros muchachos nos ponemos a distancia por los cantones y esquinas, y blandimos las capas como en la suerte del abrigo y empollamiento de los huevos, las embozamos con el mismísimo aire, de aire vendaval, sólo que levantamos el brazo derecho sobre la cabeza [...].

— ¡Y conste que yo sostendré esto en todos los terrenos! ¡en todos los terrenos!

Descabezaba una tarde la siesta el marqués, cuando llamaron a la puerta con grandes palmadas. Abrió: era Rita, en chambra, con un pañuelo de seda atado a lo curro, luciendo su hermosa garganta descubierta. Blandía en la diestra un plumero enorme, y parecía una guapísima criada de servir, semejanza que lejos de repeler *al marqués, le hizo hervir la sangre con mayor ímpetu. Sofocada y risueña la muchacha echaba lumbres por ojos, boca y mejillas.

Pero estaba al alcance de mi mano, era mío propio, hecho casi todo a mi medida, por Ramoncita Muñoz y la niña Gertrudis, para mí entonces las más aventajadas modistas que blandían tijera.

Le manifestó al hombre del tridente que era tirador y que deseaba ensayar su número para que lo contratase. Muy gentil, pero muy enérgico, blandiendo siempre el colosal tenedor, le hizo entrar exclamando: "Voy a llamar al director de pista". Ydesapareció monsieur Lagut.

—¡Ni comer! —les gritó—. ¡No lo dejan a uno ni comer! ¡La mierda!

Se recrecía de nuevo al ver que alguien le estaba escuchando:

—¡¡Domingos de la gran puta!!

Y aún blandía en el aire la tartera y la estrellaba contra el suelo. Salsa y judías se derramaron por los terrones, salpicando las cepas.

Al finalizar la reunión , Víctor, Horacio, José Miguel, Adrián y yo cruzamos al bar. Don Ignacio se acercó blandiendo su reluciente bandeja.

— ¿Qué tal, muchachos? —saludó con su simpático acento andaluz [...].

De una mesa solitaria tomé un tintero que allí estaba por milagro y, blandiéndolo ante sus ojos asombrados, les grité:

— This! This!

Entonces todos sonrieron y dijeron a coro:

— Tinta! Tinta!

—Haga usted el favor de devolver este animalillo a su dueño, desvergonzado.

—Suerte tiene usted de ser cegato, que si no, le daba...

EDELMIRA.—¡No han llegao, viejo, no han llegao!

JOSÉ.—¡Ay, mi madre, y con las ganas que tengo de que lleguen!

BABILONIA.—(Blandiendo la maceta.)¡Pues sale, bobito, sale!

EDELMIRA.—(A Timoteo.)¿Usté vio como la tiene cogía con los Jehovases?

TIMOTEO.—¿Y cuándo fue que Jehová le dio tierra a ustedes?

Intensificábase su irritación al enfrentarse con la boca de la Cloaca de Tarquino. Blandía entonces más que nunca el remo separador de bazofia y de evacuaciones, mientras que éstas, traídas por conductos que drenaban el Foro y sus contornos, nadaban peligrosamente alrededor, y prodigaba los vocablos coléricos [...].

— Sólo a tu honra bebemos, otro interés no nos ata, aunque luego nos meemos, a lo largo de la pata.

WANDA—Nadie corta hoy día con tijera.

MONCHO—¿Ah, no? ¿Y con qué lo hacen?

WANDA—Con navaja, naturalmente.

MONCHO—¿De qué estamos hablando? ¿De un salón de belleza, o de un matadero? (Blande la tijera)¡Lo haré con esto! ¡El emblema de mi oficio! ¡No le voy a cortar el cuello a esta muchacha!

WANDA—¡Bueno, haz como quieras, entonces; sólo hazlo luego!

MONCHO—¡Con tu permiso! (Levanta el pelo suelto de Ángela y comienza a tijeretearle el vello de la nuca)

Pero a la mañana del cuarto, doña América se presentó en el despacho de Laureano blandiendo «La Vanguardia»como si fuese un hacha de guerra.

—¡Fíjate! Hace tres días que ha tenido un accidente en el que casi se mata y no ha sido capaz de decirnos nada —exclamó indignada señalando un pequeño recuadro en la página de sucesos.

La vio alta, estilizada, con brazos y piernas muy largas, un hombro ligeramente más adelantado que el otro, flaca, los pies en tercera posición, una mano en la cadera y la otra blandiendo una larguísima, imaginaria boquilla de extravagante elegancia: un movimiento, un cambio de luz, y se transformaba en otra persona.

. Laura y su esposo llegarían con el militar y Tony Guiteras con el hacendado. La noche estaba llena de música; los marinos abarrotaban los cabarets blandiendo billetes extranjeros; las luces del puerto eran más brillantes y potentes después de la medianoche, como si la llegada de un nuevo día obligara a redoblar la euforia de los trasnochadores.

A este ginecólogo amante de la buena comida y fines de semana en el chalé de San Rafael no le impresionó que enemigos irreconciliables como la Federación de Asociaciones para la Defensa de la Sanidad Pública, de tendencia progresista, el Sindicato Médico de Madrid, claramente posicionado en la derecha, y la «candidatura Cajal», con altos cargos de UCD y el PSOE entre sus miembros, decidieran unirse en un gesto sin precedentes en la historia sanitaria reciente.

Poco le importaba que Vicente Moya blandiera su decanato como banderín de enganche anti-Matos. José Zamarriego, maternólogo del Estado, ex presidente de la Sociedad Española de Obstetricia y Ginecología, ex director del Hospital de Santa Cristina y unos cuantos más ex, estaba convencido de que iba a ganar.

Se perdió por un pasillo y regresó al rato.

Hojeé los dos ejemplares, advertí que estaban usados. Casi con tristeza comenté:

— Los leíste.

Ahora, los años mostraban su magia: esta noche Cecco era un hermoso "Amore Vincitore"blandiendo las flechas de su triunfo, su tirso, sobre los mortales de la tierra. Toda la Roma papal sabía aquello. No había secreto en que era un niño deslumbrante quien dormía en el lecho del Caravaggio.

La cosa es que el hombre espetó una serie de encantamientos antiguos, muy parecidos a las oraciones de El-Chante, y blandió luego un cayado fálico-patriarcal por todos los aires.