5.ª Entrega (enero de 2018)
Versión del 31/01/2018
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celestineo s. (1907-)
celestineo
Etim. Derivado de celestinear y -o.

Se documenta por primera vez, en la acepción de 'actuación o comportamiento típico o característico de un celestino', en 1903, en un artículo de J. Dicenta publicado en el diario ABC (Madrid). Como 'inducción, fomento o mantenimiento de la prostitución', se atestigua desde 1913, en un artículo de F. León publicado en La Lectura Dominical (Madrid).

  1. >celestinear+–o
    s. m. Actuación o comportamiento típico o característico de un celestino.
    docs. (1907-2014) 13 ejemplos:
    • 1907 Arnedo, L. "Ensayo Madame Buterfly" [16-11-1907] El País. Diario Republicano-Progresista (Madrid) Esp (HD)
      Marcha de escena el cónsul. Goro es acreedor á una suave admonición por parte de la Buterfly que trata de degollarle si prosigue en sus maledicencias y celestineos y se oye el cañón del puerto que anuncia la entrada de la nave de Pinkerton.
    • 1924 Mesa, E. "La Entretenida Sassone" [02-02-1924] La Correspondencia de España (Madrid) Esp (HD)
      El vizconde y sus amigos se marchan. Es media noche. La doncella de Coralito, de sus tiempos de cancionista, y por lo que se verá tentada del celestineo, advierte a su señorita que “el amante lejano y misterioso que le ha enviado un ramo de flores” ronda la calle a la luz de la luna.
    • 1961 Martín-Santos, L. Tiempo silencio [1996] 94 Esp (CDH )

      ¡Qué guasón! ¡Ése sí que era hombre! Pero éste también me gusta. Me gusta y aunque no sé cómo ponerle en el disparadero de su hombría porque no estaría bien, digo yo, celestinear a la nieta en quien ha celestinao a la hija con tanto provecho como yo lo he sabido hacer. Porque esa tonta cuando el bailarín la dejó como la dejó, si no por mí y por mi celestineo, que no me da vergüenza porque al fin y al cabo Dios ha hecho así el mundo, me la encuentro al cabo de unos meses en el mismísimo arroyo porque no he visto menos aptitudes para darse importancia y para ponerse en valor como decía aquel chistoso que la quería poner en valor, el francés digo que entendía de todo y quería ponerla en valor en París de la Francia, que si no estoy allí avispada me quedo sin valor y sin hija.

    • 1972 García Hortelano, J. Mary Tribune [1999] Esp (CDH )

      — Cómo no. Pero casi le interesaba sólo tu vida con Mary. Sabes lo irracionalmente celosa que es Tub, la afición que tiene a cursilear tus historias —yo, más o menos, lloraba—. En eso nunca la has defraudado. Oye, sí que me gustaría que cambiasen las cosas para ti. Y para Pablo. Que hicieses algo distinto de ese lamentable oficio, en el que te pudres. Gracias a tu dosis de complejo de culpabilidad, te vas defendiendo. Pablo, por otra parte, se niega a admitir que ya no es un brillante muchachito. En fin, como ves, Tub, bien.

      — ¿Te dijo algo para mí?

      — Me fastidia el celestineo, me joroba que me hiciese un aparte, igual que tú ahora, para confesarme que ha recuperado a Andrés. Bueno, no lo vas a creer, pero Tub piensa que todo va a cambiar este verano. Sí, eso piensa tu hermanita gemela Tub.

    • 1994 Ortiz-Armengol, P. Aviraneta [1994] 349 Esp (CDH )
      Cuando Mariano José de Larra asedia a su amada Dolores Armijo —que está retirada en Ávila en casa de su tío don Alfonso Carrero, que desempeña altos cargos en la provincia—, recibe la ayuda, en discreto celestineo, de Ceruti, que es secretario en el Gobierno Civil abulense por los años 1834-1836.
    • 1907 Arnedo, L. "Ensayo Madame Buterfly" [16-11-1907] El País. Diario Republicano-Progresista (Madrid) Esp (HD)
      Marcha de escena el cónsul. Goro es acreedor á una suave admonición por parte de la Buterfly que trata de degollarle si prosigue en sus maledicencias y celestineos y se oye el cañón del puerto que anuncia la entrada de la nave de Pinkerton.
    • 1916 Anónimo "Acomodo político" [17-12-1916] El Día (Madrid) Esp (HD)
      Se nos contaba con lujo de detalles el concierto al que habían llegado desde sus divergencias doctrinales, su apariencia de odio y sus estruendos de ruptura, los Sres. Cambó y Alba […]. Vinieron otras preocupaciones de actualidad, y casi habíamos olvidado esa coincidencia extraña, pero no absurda, cuyo público “celestineo” había aparecido en los mismos periódicos que fueron campo de la batalla entre los dos personajes. No era ninguno de éstos materia refractaria al concierto.
    • 1924 Mesa, E. "La Entretenida Sassone" [02-02-1924] La Correspondencia de España (Madrid) Esp (HD)
      El vizconde y sus amigos se marchan. Es media noche. La doncella de Coralito, de sus tiempos de cancionista, y por lo que se verá tentada del celestineo, advierte a su señorita que “el amante lejano y misterioso que le ha enviado un ramo de flores” ronda la calle a la luz de la luna.
    • 1930 Massa, P. "Caballerito industria" [17-04-1930] El Liberal (Madrid) Esp (HD)
      Hay, empero, un punto en el que un "caballerito" no pondrá jamás sus manos pecadores [sic] si de verdad quiere merecer el nombre de tal: aquel que se constriñe al celestineo, en su aspecto de trato y contrato con negociadoras de carne fresca, más o menos intacta. El fondo de dignidad insobornable que el más empedernido truhán guarda en el fondo de su conciencia, se sublevará en nuestro tipo en proponiéndole tan bajo negocio y se acordará que, aun en los extramuros de la decencia, los hechos califican a los hombres, y él se tendría por el más vil si en su escudo de perdulario pusiera una mujer en el estigma de su perdición.
    • 1935 Ossorio, Á. "Muerte Diablo" [30-04-1935] Ahora (Madrid) Esp (HD)
      Examinémonos bien. En el amor, en las profesiones, en los negocios, en la política, buscamos nuestra conveniencia, sin reparar en medios, caminos, ni maneras. El engaño a la mujer, la aptitud fingida, el capital imaginario, el acta falseada…, todo nos parece útil y disculpable si ha de dejar satisfechas nuestra sensualidad, nuestra vanidad o nuestra codicia. Pedimos al diablo que nos dé el trabajo hecho, porque a nosotros nos asusta, y esperamos que el siniestro personaje se disfrace de influencia, de casualidad o de celestineo para que podamos engañarnos a nosotros mismos, endosando a otros hombres o a las circunstancias nuestra propia responsabilidad.
    • 1941 León, R. Cristo Infiernos [1941] Esp (CDH )
      Para los males de la República holgaban ya celestineos, paños calientes y bálsamos de Fierabrás, aunque hasta el fin habían de prodigársele por toda especie de saludadores y terceros. Contra la Bestia Roja en el Poder, conjurada con todas las potencias infernales; contra las hordas feroces que en la ciudad y en el campo venían a destruir lo más precioso del alma española y de la vida civilizada, no había ya sino echarse al campo y a la calle, defenderse como defienden los hombres, cuando lo son de veras, el alma y el hogar, el castillo interior y el exterior, la herencia de sus padres, las cunas de sus hijos y las sepulturas de sus muertos.
    • 1941 León, R. Cristo Infiernos [1941] Esp (CDH )
      [...] En lo que toca a vuestro honor, allá vosotros. Yo no soy un quijote ni un romántico, ¿verdad? Pero en lo tocante al crédito mercantil, al honor de nuestra firma, no me lleva el pulso ni Calderón de la Barca... Y ¡vamos!, comprometer el negocio, malbaratar los intereses comunes, arrastrarme a la bancarrota... ¡Eso no! ¡Eso no os lo consiento ni a ti, ni a tus hermanos, ni a la mala pécora de tu mujer, ni a ninguno de esos bribones, sean o no de la familia, que están arruinando nuestra Casa! Por no agravar la situación removiendo pleitos y disputas familiares callé hasta aquí, disimulé, hice la vista gorda... Pero se acabó... ¡Ya no aguanto más! - ¡Ni yo tampoco! -galleó con agudos trémolos el prócer-. No te permito alusiones groseras a mi vida íntima ni imposiciones en mi hogar... - Mira, Valentín; aquí ya no valen disimulos, celestineos, políticas de avestruz... Ni en lo privado ni en lo público. Esta es la hora de los hombres. La hora española de jugarse el todo por el todo, a cuerpo limpio y descubierto. Ya no sirven capotes ni cuadrillas. Se acabaron las tolerancias, las "sórdidas y premiosas colaboraciones"... Con que ¡ahora mismo! A ponerte en pie y a despachar, que ya es tarde. Y si estás enfermo, vete a un sanatorio...
    • 1961 Martín-Santos, L. Tiempo silencio [1996] 94 Esp (CDH )

      ¡Qué guasón! ¡Ése sí que era hombre! Pero éste también me gusta. Me gusta y aunque no sé cómo ponerle en el disparadero de su hombría porque no estaría bien, digo yo, celestinear a la nieta en quien ha celestinao a la hija con tanto provecho como yo lo he sabido hacer. Porque esa tonta cuando el bailarín la dejó como la dejó, si no por mí y por mi celestineo, que no me da vergüenza porque al fin y al cabo Dios ha hecho así el mundo, me la encuentro al cabo de unos meses en el mismísimo arroyo porque no he visto menos aptitudes para darse importancia y para ponerse en valor como decía aquel chistoso que la quería poner en valor, el francés digo que entendía de todo y quería ponerla en valor en París de la Francia, que si no estoy allí avispada me quedo sin valor y sin hija.

    • 1972 García Hortelano, J. Mary Tribune [1999] Esp (CDH )

      — Cómo no. Pero casi le interesaba sólo tu vida con Mary. Sabes lo irracionalmente celosa que es Tub, la afición que tiene a cursilear tus historias —yo, más o menos, lloraba—. En eso nunca la has defraudado. Oye, sí que me gustaría que cambiasen las cosas para ti. Y para Pablo. Que hicieses algo distinto de ese lamentable oficio, en el que te pudres. Gracias a tu dosis de complejo de culpabilidad, te vas defendiendo. Pablo, por otra parte, se niega a admitir que ya no es un brillante muchachito. En fin, como ves, Tub, bien.

      — ¿Te dijo algo para mí?

      — Me fastidia el celestineo, me joroba que me hiciese un aparte, igual que tú ahora, para confesarme que ha recuperado a Andrés. Bueno, no lo vas a creer, pero Tub piensa que todo va a cambiar este verano. Sí, eso piensa tu hermanita gemela Tub.

    • 1975 Salisachs, M. Gangrena [1976] Esp (CDH )

      — No pueden hacerle esa faena. ¿Por qué la han despedido?

      — No me perdonan que os hubiera ayudado.

      Causaba pena verla tan hundida, tan esclavizada a la vergüenza de su celestineo.

      — De cualquier forma, no me pesa. El amor es bonito —suspiró—. Lo más bonito de la tierra: lo único que nos justifica.

    • 1987 Oliver, J. M. DiccArgot (2.ª ed.) (FG)
      CELESTINEO: Acción de alcahuetear.
    • 1994 Ortiz-Armengol, P. Aviraneta [1994] 349 Esp (CDH )
      Cuando Mariano José de Larra asedia a su amada Dolores Armijo —que está retirada en Ávila en casa de su tío don Alfonso Carrero, que desempeña altos cargos en la provincia—, recibe la ayuda, en discreto celestineo, de Ceruti, que es secretario en el Gobierno Civil abulense por los años 1834-1836.
    • 2014 RAE DLE (NTLLE)
      celestineo. 1. m. Acción de celestinear.
    1. s. En ocasiones, con un complemento con de, que corresponde al sujeto del verbo celestinear, del que procede el sustantivo.
  2. >celestinear+–o
    s. m. Inducción, fomento o mantenimiento de la prostitución.
    docs. (1913-2003) 3 ejemplos:
    • 1913 León, F. "Trata Blancas" [19-07-1913] La Lectura Dominical (Madrid) Esp (HD)
      En efecto: aunque con todos los gobiernos y bajo todos los regímenes se cometen pecados, es patrimonio del régimen liberal la absoluta licencia en las calles y la lenidad escandalosa con que se amparan los infames traficantes de blancas. Basta leer la plana de anuncios de los periódicos de mayor circulación para convencerse de que en estos tiempos el desdoroso celestineo tiene en las autoridades y en la prensa liberal un verdadero trato de oficio favorecido.
    • 1921 Glz Lpz, L. "Labor Policía" [09-05-1921] La Correspondencia de España (Madrid) Esp (HD)
      Décimotercero. Impedir que continúen abiertas multitud de casas en donde actúa a diario el más criminal de los celestineos, con perversión notoria y pública de menores de edad.
    • 2003 Melero Tejerina, C. "Salas Museo" Museo Casa Cervantes Esp (CORPES)
      No era habitual que las mujeres permanecieran solteras en el Siglo del Oro, pues uno de los papeles fundamentales de la mujer era tener hijos. Además, se casaban muy jóvenes, lo que se traduce en numerosos fracasos matrimoniales. Tras enviudar, muchas de ellas volvían a casarse, el matrimonio era un fin para la mujer, y en las clases hidalgas, los matrimonios se concertaban previamente. Los literatos de la época narran los frecuentes adulterios, los abundantes hijos ilegítimos y el celestineo, profesión que decía Cervantes, era indispensable en toda república bien organizada. La bigamia, penalizada por la Inquisición, implicaba emigración, publicidad y el deshonor subsiguiente. Prostitución, concubinato y adulterio eran habituales en esta época.

Diccionario histórico de la lengua española
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