Diccionario histórico de la lengua española

Se documenta por primera vez, como voz propia de Argentina y con la acepción 'enfermo de malaria', en 1925, en el Diccionario de americanismos de Malaret. Esta definición se reiterará, de modo literal, en un conjunto de repertorios lexicográficos del siglo XX, como el de Santamaría (1942) o el de Morínigo (1966); sin embargo, no se consignará con este significado (al parecer, ya obsoleto) en el reciente Diccionario de americanismos de la ASALE (2010), en el que, por contra, se registra este vocablo como '[persona] que actúa con maldad o malintencionadamente', en Honduras y El Salvador (véase malario, a ²). Finalmente, con la acepción 'perteneciente o relativo a la malaria', se registra en una única ocasión, en una noticia publicada en 2015 en el diario Marca (Madrid), en la que se alude a la preocupación existente por el posible contagio de malaria en la concentración en Guinea Ecuatorial, sede de la Copa África. A diferencia de malariento, malarioso, malarial y malárico, sus sinónimos (véanse), esta voz presenta un uso mucho más limitado. 

Se documenta por primera vez, con la acepción 'pendenciero', en 1968, en Toponimias y regionalismos indígenas de Honduras de J. Aguilar Paz y, en 1969, se consigna en el Léxico del cuerpo humano en Colombia de Flórez. Como '[persona] que actúa con maldad o con mala intención', se consigna en 1994 en las Cédulas enviadas a la RAE de Romero; este valor es propio de Honduras y El Salvador, como indica el  Diccionario de americanismos  de la ASALE (2010).