Diccionario histórico de la lengua española

Mas en otra manera en su faular era mucho dolz et amoroso et gracioso, en tanto que los aqueos, quj se apropriauan la ysla de Jacento, queriendoles contrastar en esto, no dixo otro sino esta paraula: "Si los aqueos querran alongar la cabeça de la Morea assi como anoca, id est, tartuga, hauran periglo".

Si qujeres que el pulgon njn otros anjmales njn papalones non puedan criar entre las verças njn entre la ortaliza del huerto. tu faras secar las simjentes que querras sembrar sobre cuero de tartuga o galapago E avn sembraras en muchos lugares del huerto menta en espeçial entre las verças.

[...] Camaleon es bestia que naxe / en asia e sin dia grant copia / e su cara es senblant ala dela / liserda Mas las camas son luengas / e dreytas e lisas e vnglas / fuertes e agudas e coha grant / e voltada e va asi mansa ment como / tartuga e su piel es fuert como / de corcorel e sus oios son fieros e / cauados de dentro la cabeça e no / los mueue pont aqua nj alla / e por esto no vede el pont atraues / antes guarda todo dreyto adeuant / e su natura es de fiera marauella / por que el no come nj beue cosa del / mundo [...].

La .ij. del galapago. (&) [o] tortuga. & delas aves.(s)[S]In grand trabajo non puede alguno subir alas cosas / altas. & quanto mas alto sube allende de su naturaleza: / tanto mas gravemente cahe abaxo. como esta / fabula da testimonio. Estando todas las aves ayuntadas / en vno: vino el galapago entre ellas deziendo assi

Lira.guitarra se dixo por la diuersidad delas bozes. Ca suena diuersa mente. dize se quala inuento mercurio enesta manera que auiendo salido el nilio. ya tornado a descreçer: quedo en seco vna tartuga: & despues de podrida & seca quedaron enel cuero extendidos los neruios della: & tocados por mercurio sonaron muy agradable mente en sus oydos. & mercurio fizo a aquella semeiança la guitarra: & dio la a orfeo. lyra que es estrella celestial [...].

La .II. del galápago o tortuga y de las aves.

Sin gran trabajo no puede alguno subir a las cosas altas, y quanto más alto sube allende de su naturaleza, tanto más gravemente cae abaxo, como esta fábula da testimonio

Aquél anda en las vías de su coraçón que trabaja siempre de andarse cogido, trayéndose muy sosegado el coraçón consigo mesmo, haziendo a manera de caracol, que doquiera que va lleva su casa consigo, y a manera de tortuga, que anda muy recogida debaxo de su concha; empero, quando a este tal fuere necesario hablar o negociar con alguno, deve permanecer en el miramiento de sus ojos, hincándolos en tierra con atención a sólo Dios y a su amor, para quitar muchos estorvos que de otra parte le pueden venir, ca d'esta manera se podrá d'él dezir aquello del Sabio: «El rey que se assienta en la silla de su juizio disipa todo mal con su miramiento».

Ítem es de notar que naturaleza a todos los animales dio vestidura con que se amparassen del enojoso verano y se defendiessen del erizado invierno, lo qual parece ser verdad en que a las ovejas dio lana; a las aves dio plumas; a los puercos, espinas; a los cavallos, pelos; a los ossos, vello; a los peces, escamas; y a las tortugas, conchas; finalmente digo que ningún animal tiene necessidad de hazer con sus manos alguna vestidura, y mucho menos tiene necessidad de pedirla a otro animal emprestada.

Vyeron venyr por la sala, hazya la mesa del rrey, un gygante —el mayor que nunca se vyó, una vara mayor que nyngún otro honbre: espaldudo; la barba grande y rraxa, unas coraças hasta la rodylla, hechas de conchas de tortugas, de más de palmo cada una; una cabeça de elefante —dygo la caranela lynpya por capaçete, con la tronpa que salya sobre la cara.

Los indios se estuvieron quedos y holgaron mucho de ver a nuestros compañeros y les dieron mucha comida y tortugas y papagayos en abundancia, y dijeron que dijesen al capitán que se fuese a aposentar a un pueblo que estaba despoblado de la otra parte del río, y que otro día de mañana le irían a ver, y el capitán holgó mucho con la comida y más con la buena razón de los indios y así nos fuimos a aposentar y dormimos aquella noche en el ya dicho pueblo, donde no nos faltaron abundancia de mosquitos [...].

Estuvieron assí cuatro días sin comer hasta que, cavando por hallar agua dulce, hallaron posturas de tortugas infinitas, donde de aquellos huevos y, aún matándolas y beviendo la sangre, se mantuvieron algún tiempo.

Y, con todo esto, soltó una águila una tortuga que tenía en las uñas, y diole en la cabeza y matóle.

También dijeron haber introducido el arte y modo de luchar. Y de ver una concha de galápago o de tortuga inventaron la vihuela o otro semejante instrumento músico.

¿Pues qué si dezimos de los animales y cosas que de su vescosidad y podridumbre produce la tierra: hongos, turmas, setas, caracoles, galápagos, arañas, tortugas, ratones y topos? Y para guisar y aparejar esto, ¿cuántos maestros, libros, industrias y artes de cozina usan y tienen tan lexos del pensamiento de las fieras? Y después con todo esto quéxanse los desventurados de su naturaleza, diziendo que les dio cortas las vidas, y que los lleva temprano la muerte.

Las hicoteas o menores tortugas, de que se hizo de suso mención, la mayor dellas será de dos palmos de luengo, e de allí abajo, menores.

Y ternía por buen beneficio en esta cura darles cocimiento de galápagos o de tortugas, echándoles por la boca la cantidad que te paresciere, o mojando la carne que les dieres en este cocimiento, y darles alguna sangre de ellos caliente, porque tratando así las aves algunos días, de secas y flacas y gastadas por la dolencia, las humedecerá el cazador, y restituirá y criarán humidades para que vayan a las raíces de las péñolas y las envisquen y aprieten y hagan fixas allí de manera que no se suelten ni cayan.

Son en los cuerpos redondos como la tortuga, y cortados por la mitad al través con dos líneas, y en el cabo de cada una mitad de éstas tienen dos ojos y dos oýdos, pero tienen sólo un vientre, adonde por una parte y por otra entra el mantenimiento.

E yéndose acercando a ella vese luego más adelante un isleo alto y pequeño de hechura de una tortuga que se nombra Altovelo.

Hay otras diferencias de tortugas en la tierra, por los montes secos y en las lagunas.

Ni le falta industria juntamente con la fuerza para la caza, porque si acierta á tomar una tortuga ó galápago, súbelo muy alto en las uñas, y déjalo caer sobre alguna piedra para que allí se le quiebren las conchas, y ella pueda despedazarlo á su salvo.

/ Cual suelen en sus conchas encogerse / Las tortugas, mas sanas que hermosas, / Y los erizos mustios envolverse / En las agrestes pieles espinosas, / Fueron aquellos prontos á embeberse; / Y tomando paradas provechosas, / Quedaron tan quïetos y callados / Como si en piedras fueran transformados.

Es amiga de la risa; píntanla nadando y desnuda con una concha en la mano; otras veces con una tortuga a los pies.

"Pintauan los antiguos, señor Eduardo, a la muger casada con vna rueca en la mano, sentada, y el vn pie encima de vna tortuga o galápago, para dar a entender que el officio de la muger ha de ser hilar, o coser, y la boca para responder, ocupada con el hilo, y los pies para andar sobre vna tortuga, que es el más espacioso animal que ay en el mundo.

[...] sentándose debajo de un tabernáculo que estaba para, ello aderezado, hecho sobre cuatro cañas recién cortadas, que estaban puestas y compasadas en figura cuadrada, una caía en lugar de columna a cada cabo, como que sostenían y hacían estribo a las esquinas de un cobertor grande, y levantado a la manera de una concha de tortuga, que con las puntas dellas mesmas, juntadas y atadas en lo alto, y otros muchos ramos y palmas entretejidas con ellas para cubrir y hacer sobra al espacio, estaba hecho.

Lunes por la mañana envió Pedro Sarmiento gente a tierra a buscar agua, y no se halló, y Hernando Alonso que había ido en tierra, envió unos puerquezuelos y tortugas muy grandes, que para meterlas en el navío fue menester un aparejo de los de meter el batel.

Una pieça de cristal, de pie alto, con su tapador de hechura de tortuga; el basso principal labrada en él por de fuera una gran venera; el pie balaustre lisso y el tapador es una pieça de por sí con su suelo y la cubierta labrada como venera con unas florecillas y ramos; tiene a un lado un cañón, que sirve de bevedero, y al otro una colilla de tortuga; el suelo está labrado de unos lazos y ramos; y toda la dicha pieça tiene cinco guarniciones de oro y una sortija de cristal por remate; en su caxa.

/ En otro libro que anda traducido, / intitulado De los doce Césares, / leí de un famosísimo convite / que aquel emperador Vitelio hizo, / en el cual no había más de una cazuela / que el broquel de Minerva se llamaba, / y allí mandó que echasen seis mil aves, / dos mil peces, cien vacas, cien terneros, / mil barbos enlardados con tocino, / cien lechones rellenos de lampreas, / de culebras, de ranas, de tortugas, / asaduras de mulas y caballos, / gato montes, cabezas de elefantes, / hígados de leones y camellos, / corazones de scauros y cerebros / de faisanes y colas de ballenas, / lenguas traídas desde el mar Carpacio / para aquesto, de diez fenicopteros / y lenguas de murenas que trajeron / de las colunas de Hércules: y todo / mandó que se guisase en la campaña / en horno de trecientos pies de largo.

/ No dio naturaleza a las tortugas / más dureza que al cuello en sus dobleces; / ojos y boca con bramido y luces / parecen disparados arcabuces.

/ A lo hipocriton, / Desde esta mi funda / Saco la cabeza / Como la tortuga; / Miró si me ven, / Oigo si me escuchan, / A tiento me muevo, / Por andar en duda.

Semidas, las tortugas o galápagos de agua dulzes.

Que traza es de satanás subir a uno para hacerlo bajar trompicando y que baje con tantas descalabraduras y heridas como sin saber y orden subió scalones, habiéndose con ellos como el águila con la tortuga, que, subiéndola en alto, la arroja sobre peñas para quebrarle la concha y que le sirva de sustento.

Gaiferos Melancolía que está / metida en la tripa mía / con aire reventará, / que está arraigada en mi vientre / como tortuga en su concha.

La gente con esta provision del cielo se consoló grandemente, y por ver presto mucha cantidad de culebras, peces de poco fondo y tortugas, frutas silvestres, cocos, troncos, pájaros de tierra, grandes corrientes, y otras señales de cercanas tierras; á cuya causa se navegaba de noche con poca vela y mucha guarda, los faroles encendidos, la zabra delante con órden de los avisos que habia de dar con fuego si hubiese bajos, ó tierra.

Los peces que hay en el rio de Panuco, demás de los que se digeron que habia en la laguna, son; bagres, albures, catanes, agujas, tiburones, caimanes y tortugas, que todos son de comer, sino es el caiman, que no es de ningun provecho.

(Et quisque valeat) y cada uno pueda (Scribere tacitis notis) escrivir sin poner letra alguna, calladas las letras. Parece invención nueva esta de escrivir, pero es fácil, y curiosa, porque si queremos significar que nos avemos de alegrar en Dios, no ay sino pintar a Ganymedes llevado del aguila. Si queremos de embiarle una tortuga, la qual nunca sale de las conchas.

Y como que procedía de los vapores flemáticos, salió la tortuga con passos perezosos, y como de los melancólicos, un osso, con aquel pelo que le assombra y cubre su horrible y disforme figura, y dos salvajes en quienes, como crepúsculo, que es la duda entre día y noche, está assí siempre en ellos confuso la luz de la razón y las tienieblas de lo bruto.

Mas quiero estarme aquí, por servir de fantasma en mi estado toda la vida, y no sentada a la orilla de una tarima guardando doncellas, que son más de trabajo que de guardar, pues en viniendo una visita aquel «¡Llamen a la dueña!», y a la pobre dueña todo el día le están dando su recaudo todos; en faltando un cabo de vela «¡Llamen a Álvarez, la dueña le tiene!»; si falta un retacillo de algo: «¡La dueña estaba allí!»; que nos tienen por cigüeñas, tortugas y erizos de las casas, que nos comemos las sabandijas; si algún chisme hay: «¡Alto a la dueña!».

Los terrestres le tienen pardo, y el pulmon en propocion del cuerpo grandissimo, y la vexiga muy pequeña, y a estos llamamos en Castilla tortugas. Sus hueuos son de dos colores, y de muy dura cascara.

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Esto es: chelichelonaes un juego de muchachas que tiene similitud con la olla. Pónense en rueda, y una en medio, que se llama tortuga. Las demás andan alrededor corriendo y preguntándole:

Toda filósofa calva / defienda sus comesuras, / porque baja contra ella / quebrarse la tortuga. / Calvos hay que para monjes, / con cerco, entradas y punta, / sólo les falta ponerse / la capilla y la cogulla. /

Merced hace el águila a la tortuga en dejarla arrastrar su pesadumbre.

El, que no sabía lo que era, preguntóme que qué querían, y yo, entre tanto, por lo que podía suceder, me acomodé entre dos colchones, y sólo tenía la media cabeza fuera, que parecía tortuga.

Las cuales impaciencias y palabras sobradas, parece quiso Dios castigarles luego, enviándoles tantas crecientes de aguas en el río, que al paso de ellas fueron creciendo sus trabajos, pues por las pocas que había en el río, ya que los tenían en lo dicho, se toleraban con hallar las playas secas y extendidas, de donde sacaban algún marisco de almejas, huevos de tortuga e hicoteas, con que entretenían su hambre, lo cual todo cesó, cubriendo las inundaciones las playas.

4. No eran capaces los bergantines que llevaba para la comodidad que había menester toda la gente y caballos, y así acordaron luego, a los primeros días que tomaron allí de asiento, de que se fabricase una barca grande llana, a la traza de las Cordobesas que andan por el río de Guadalquivir, para que se comenzó a cortar y aserrar madera, y poner manos a la obra, con que fue necesario dividirse la gente, estando una parte en el río ocupada en esto y otra en el pueblo de Carao con el teniente Herrera, recogiendo y guardando la comida (si bien cada día iban los unos donde estaban los otros), enviándose los del pueblo a los del río del cazabe que hacían, y los del río a los otros del pescado, tortugas y otros mariscos que sacaban del río.

La nacion de los Amaibas habita en las riberas del Orinoco; sustentanse de tortugas y icoteas, que ai innumerables por las playas; cultiuan la tierra para sus yucales y demas sembrados, la qual es de mucho oro.

■ / No se le daba un prisco / de riquezas del mundo, que estimaba / sólo el sol que Alejandro le quitaba / a aquel que, de los hombres puesto en fuga, / metido en un tonel era tortuga.

Los ambiciosos combatientes eran la águila, el neblí, el elefante, el humo, el polvo, el ratón, la culebra, la tortuga, la yedra, el olmo, y otros de este jaez.

[...] el árbol cayó en la mitad del rio, con que se detuvo su corriente y se hizo mar, a quien mandó el sol no saliesse de sus términos, y para que le hauitassen, de las hojas del árbol crió variedad de peces, y de sus cortezas lagartos y tortugas y yguanas, y porque no voluiesse á retoñecer el tronco deste soberuio árbol, le dió por contrarios á un mono, gauilán y ormiga, para que le royessen los pimpollos, y que asta aora tienen este cuydado. /

Cogen estas tortugas en tanta abundancia, que no ay corral destos que no tenga de cien tortugas para arriba, con que jamás saben estos bárbaros qué cosa sean hambres, pues vna sola basta á satisfacer vna familia por mucha gente que tenga.

Vuelve allí y acompáñame a reír de aquel marido y mujer, tan amigos de coche, que todo lo que habían de gastar en vestir, calzar y componer su casa lo han empleado en aquel que está sin caballos agora, y comen y cenan y duermen dentro dél, sin que hayan salido de su reclusión —ni aun para las necesidades corporales— en cuatro años que ha que le compraron; que están encochados; como emparedados, y ha sido tanta la costumbre de no salir dél, que les sirve el coche de conchas como a la tortuga y al galápago, que en tarascando cualquiera dellos la cabeza fuera dél, la vuelven a meter luego como quien la tiene fuera de su natural, y se resfrían y acatarran en sacando pie, pierna o mano desta estrecha religión; y pienso que quieren ahora labrar un desván en él para ensancharse y alquilalle a otros dos vecinos tan inclinados a coche que se contentarán con vivir en el caballete dél.

Como la tortuga, que, en sacando la cabeza del pavés de su concha, queda expuesta al peligro.

■ A puras pencas se han vuelto / cardo mis espaldas ya; / por eso me hago de pencas / en el decir y el obrar. / Agridulce fue la mano; * / hubo azote garrafal; / el asno era una tortuga, / no se podia menear. /

* / Veis que traigo yo mis carnes / asomadas a mi ropa, / más delicado de capa / que de estómago una monja; / que los dedos de mis pies * / por mis zapatos se asoman, * / como tortuga que saca / la cabeza de la concha; * / que como de rebatiña, * / que soy gavilán de ollas, / y que sola mi conciencia / es la que come a mi costa; / que es mi casa solariega / diez puntos más que las otras, * / pues que, por falta de techo, / le da el sol a todas horas; * / sabéis que esta villa es mía / por la noble ejecutoria * / que hace al desvergonzado * / señor de la villa toda; / sabéis que de mi posada, / en sacando yo la sombra, / se muda toda mi

/ A la artificial tortuga, / que cizaña a todos fue, / y con vómitos de chuzos * / dio cólera al no querer, / el toro, que arremetiera / con la torre de Babel, / la dio cuatro coscorrones * / que la parecieron diez.

[...] y las puyas para la pesca de las tortugas; de éstas hay inmensidad en las bocas de los ríos, zanjones y esteros que entran en el río de Orinoco, y son tan inquietas que levantan por minutos las cabezas sobre el agua, sobre la cual andan en sus curiaras los indios con sus arcos y flechas en cuyos tiros son tan diestros que apenas saca la tortuga su cabeza cuando ya la tienen clavada: lleva la flecha un empaque de torcida cabuya, y si bien la tortuga se profunda debajo el agua queda descubierta la superior parte de la flecha y cordel, que llegando el indio al paraje que insinúa jala de él y va sobreaguando a la tortuga hasta que haciendo presa en sus conchas por la inferior parte de ellas la traslada a su piel, y en breve espacio con el modo dicho lo llena de tortugas con que le sobran no sólo para el sustento suyo y de su familia, sino para vender a los españoles por los rescates que arriba he indicado por ser el ordinario sustento de éstos y los indios la carne de las tortugas, y el mismo en la Guayana y Trinidad respecto de haber poco ganado vacuno en estas partes de Trinidad y Guayana, a quienes se aventaja la Nueva Cantabria en esta parte mucho por el mucho de él que abunda la Nueva Cantabria y moradores suyos, el cual ganado repunta a beber los cristales de Orinoco desde los llanos de Paya y hatos de San Sebastián, ciudad última hacia los llanos del gobierno de Caracas y gobernación de Venezuela.

También habemos visto en el Nilo el crocodillo, que es un dragón grandíssimo. Tien dos brazos y dos ojos semejantes a los del hombre. En espinazo se puede comparar con el de la tortuga.

El sumo de cebolla con miel: O el sumo de Subigan intilado, o el sumo de Lubilubi instilado también.

La hieles de la tortuga de mal de Antuila ó gallina blanca y lo mismo las leches, y sumos son colirios fuertes.

Su materia era de conchas de tortugas.

Estava la puerta patente, y el portero mui sentado, por no cansarse en abrir; tenía calçados unos zuecos de conchas de tartugas, desaliñadamente sucio y remendado.

Una caxa de concha de tortuga.

De la rompida cuna de su hueso, / armado de espaldar y peto, apenas / el primer rayo saludó de Febo / en las ardientes que ha surcado arenas, / de la tarda tortuga el pollo nuevo, / que en las de insidias y de nudos llenas / orillas se enredó; y en concha breve, / tierna lisonja el apetito bebe.

La última fuente venía colmada de guantes, chapines, rosarios de alcorza, con otras diferencias de peces, tortugas, encomiendas, pastillas..., con tanto oro y ámbar que dejó admirado a don Vicente la costosa curiosidad.

Mira que hay muertes desprevenidas y que no andas seguro debajo de tejados ni canalones; mira que Esquilo, siendo hombre de mucha razón, sentado en el campo estudiando le mató una tortuga que dejó caer una águila, dándole en la cabeza de tal suerte que de la grave herida murió.

[...] hecho esto al tiempo que las tortugas salen a desobar a las playas, ellos también dexan sus casas y, emboscados en puestos conocidos que ellas frecuentan, esperan a que, saliendo a tierra, comience cada una a componer la cueba donde pretende dexar los huevos [...].

Desembarcados en la costa los que se enviaron a tierra con las piraguas, hallaron rastros antiguos de haber estado gente en aquel paraje; pero, siendo allí los vientos contrarios y vehementes y el surgidero malo*, solicitando lugar más cómodo, se consiguió en una isla de tierra llana y, hallando no sólo resguardo y abrigo a las embarcaciones, sino un arroyo de agua dulce, mucha tortuga y ninguna gente, se determinaron dar allí carena*para volverse a sus casas.

Pero en lo substancial vinieron todos a concordar en que el temperamento de aquellos paýses era muy bueno, muy saludable, deleytable y alegre, de ayres puríssimos y aguas muy delgadas, claras y saludables, en las lagunas, ríos y arroyos con grandíssima abundancia de grandes y medianos y muy sabrosos pezes como icoteas, tortugas y otros.

Vxor tua sicut vitis abundans in lateribus domus tuae. Ps. 127. 3. Fidias dize Plutarco, in praecept. connub. c. 33. A una bellíssima estatua de una matrona, le puso los pies sobre una tortuga, para dezirlas a todas, que su oficio es andar poco, guardar la casa, y el silencio; pues anda tan poco la tortuga, y abla menos.

Fue Deidad de vna Nación la Cabra, de otra la Tortuga, de otra el Escarabaxo, de otra la Mosca.

■ Era una tortuga en zancos, cucaracha con chinelas y escarabajo con chapines.

Pero no pocas veces se hizo la malicia parcial de la rudeza, de que hallarás un insigne exemplo en aquel embozado autor de la Tertulia Apologética, que, ocultando la cara, descubrió la intención; aquel que, con insulso y pesado estilo, con insulsos y pesados cuentos, se hizo contemptible simio, pretendiendo imitar el estilo y chistes de un escritor bien conocido, lo que logrará quando el abestruz siga el vuelo del águila, o la tortuga el curso de el ciervo; aquel que, con groseras calumnias, quiso degradarme de el honor que me han dado eruditos bien intencionados; aquel que, mintiendo aun en el intento de el escrito, estampó en el fondo una sátyra, haviendo propuesto en la frente una apología.

Llámanse amphibios aquellos animales que indiferentemente habitan, ya dentro de el agua, ya sobre la tierra, como cocodrilos, castores, tortugas, etc. Exhorto y ruego a todos los que puedan concurrir con estos auxilios, no los omitan quando alguno padeciere la desgracia de ahogarse.

Tenía la cabeza de sapo, un brazo de gente, el cuerpo no se distinguía por lo mal formado, aunque el Capitán Pedro (como testigo de vista) afirma que era a manera de una concha de tortuga; y esto (dice) era por la parte del lomo y los lados, y aunque por la barriga estaba sin ninguna forma, liso como una tabla, y que no tenía pies, mas solamente donde los pudiera tener dos pezoncillos desiguales.

Pretendía, pues, Zenón, que Aquiles no podía exceder en la velocidad a una tortuga, y como la tortuga fuesse adelantada un passo solo en un movimiento continuado, nunca Aquiles podría alcanzarla, porque decía: Ni Aquiles puede abanzar en cada punto indivisible de tiempo más que un punto indivisible de espacio, ni la tortuga puede abanzar menos que un punto indivisible de espacio en cada punto indivisible de tiempo.

La arabana, las palometas, las motas, á otras espezies; las charapas ó tortugas grandes de más de quatro arrovas, sirben mucho, con la carne y con la grasa que se les saca, para guisar y para alumbrarse.

De las tortugas afirma lo mismo Celio Rhodiginio; Calcidio, de el cocodrilo; Alexandro Aphodiseo, de el camaleón.

La Tortuga.Mudado todo el pellejo / A la formación escasa, / Vengo con toda mi casa.

Tortugas hay de todos tamaños, no solo en los rios y lagunas, sino en los bosques muy retirados del agua, como se encuentran en gran copia en la provincia de los indios Chiquitos, á quienes su multitud da pasto gustoso y apetecido, como tambien sus huevos.

Entre las varias especies de pescados que allí se notan, hay algunos amphibios, como lo son los lagartos ó caymanes y las tortugas, de cuyas dos especies están las playas y las islas sumamente pobladas, siendo las tortugas de tan gustosa carne que se hacen estimables con preferencia á las de mar.

Críanse en dicho río los peces con mucha abundancia, y son los más comunes, dorados, bogas, surubíes, pacúes, palometas, dentudos, bagres, sábalos, sardinas, tortugas y ostras de perlas, aunque de corto oriente.

Los que no la tienen, son el mongruyo, el surubí, el erizo de agua, tortugas y bagres.

■ Los mayores son los que mas abundan; y estos se hallan solo en el Rio Orinóco, y algunos subalternos, à quienes dan comunmente el nombre de Tortuga, por la similitud, que tiene con la Tortuga maritima; aunque es enteramente diferente; pues este tiene sus pies, y manos, y la misma figura del Galápago, y la del Mar tiene solo dos aletones, con que nada, y jamás se ve andar por la tierra.

A una Tortuga una Águila arrebata: / La ladrona se apura y desbarata / Por hacerla pedazos, / Ya que no con la garra, a picotazos. /

Sería cosa de nunca acabar si quisiéramos hacer mención de los demás peces que cruzan por el Marañón y los otros ríos: nos contentaremos con cerrar este capítulo dando alguna más particular noticia de las tortugasde agua, que allí se llaman charapas, así por ser éstas la pesca más regular de los indios y servirles para muchos usos, como por tener varias y singulares propiedades.

Estaban ya todos juntos y faltaba solamente la tortuga.

En esta Costa hay un Callo ó Isla que llaman Escudo de Veraguas, al Norte, que tiene muchos Arb.s de cacao, y 3 Leguas en redondo está el arrecife al Sudueste, al fin de el que ay una media Luna endonde puede Anclar cualquier Navío en Arena blanca, en 5, 6 y 7 brazas de agua, y ay providencia de todas lagos de Pescados, Tortugas y carey con Aguada.

No escasea de caza mayor y menor, venados, antas, cerdos de monte, jabalíes que son diferentes, tigres, leones, zorras, monos tatúes, quirquinchos, avestruces, perdices, palomas, patos, yacus, loros, tucanes, cuervos, garzas y otras muchas aves; de pesca en los ríos y lagunas, dorados, pacúes, patíes, surubíes, mangoroyú, bagres, armados, nutrias, lobos, tortugas, caracoles, etc.

Acabaré de hablar de los ríos diciendo que todos tienen muchos pescados, de forma que en la ciudad de Corrientes en cierta temporada forman un anclotillo atando tres anzuelos que sin carnada arrojan y arrastran en el Paraná, y jamás dejan de traer algún pescado enganchado por las tripas ó cola, etc. No conocen la red para pescar, ni aun gustan las gentes de divertirse en esto, ni de comer el pescado. Los únicos que pescan son los bárbaros Payaguácon canoas: y para no dilatarme nombraré los pescados más comunes que son el Manguruyúque pescan de 4 á 6 arrobas. El Zurubíque pesa 1 1/2. Los dorados una. Los Pacúlo mismo Los Sábalos, Palometas, Bogas, Bagres, Dentones, Patis, Armados, Rayas, Mojarritas, Cangrejos, Camarones, Tortugas, Anguilas, y otros, como también Caimanes ó Yacaré, Capiybara, nútrias ó quyyas, y lobos del río.

Considéranse igualmente como enteramente inútiles y despreciables aquellas aguas en que se hacian entrar varias substancias animales como los capones, ranas, tortugas, &c. y por consiguiente se mira como cosa bastante extravagante el ordenar las aguas de capon ó de la patata, la de esperma de ranas, la alexiteria de leche, el suero destilado y otras de esta misma clase.

Las Misiones del Río Negro están bastante pobladas de indios industriosos y aguerridos, y proporcionan a la capital resinas y materiales para la fábrica de cables; pero el largo y penoso viaje de tres meses a esta parte sólo la hace corresponsal una vez al año, que suele ser por el verano, con motivo de la pesca de la tortuga, de que abunda extremadamente el Orinoco.

/ — Hubo un tiempo en que el sabio, no lo niego, / La virtud estudiaba en el sosiego, / Sin deseos, morando en las florestas / Como tortuga con la casa acuestas: / Mas ya filosofia anda mas lista, / No se oponen filósofo y conquista; / El Macedon y el Cínico severo / Se van de brazo por el mundo entero; / Y no es contradiccion ni desgobierno / Para un Rey muy filósofo y muy tierno / Empuñar un alfange damasquino, / Asolar el pais de su vecino, / Desalojar del trono al Soberano, / Romper la nuca al que le jure en vano, / Los soldados matar á cuantos puedan, / Y el Rey filosofar con los que quedan.

Púseme a hacer un escrutinio riguroso de mi haber, y a examinar mi ropa pieza por pieza a ver si tenía alguna que valiera real y medio; pero ¡qué habían de valer!, si mi camisa era menester llamarla por números para acomodármela en el cuerpo, mis calzones apenas se podían tener de las pretinas, las medias no estaban útiles ni para tapar un caño, * los zapatos parecían dos conchas de tortuga, sólo se detenían en mis pies por el respeto de un par de lacitos de cohetero, rosario no lo conocía y el triste retazo de capote me hacía más falta que todo mi ajuar entero y verdadero.

Este enrejado tiene la forma de una concha de galápago o tortuga; lo nombran todo entero tapagué, pero para explicarlo lo dividen en tres partes, a saber, delantera, casco y trasera; a la delantera titulan tol, al casco tapagué, y a la trasera guillatol.

Le es indispensable la vista perspicaz del lince para conocer en la cara del que ha de disponer lo que él debe poner; el oído del jabalí para barruntar el runrún de la asonada; se ha de hacer, como el topo, el mortecino, mientras pasa la tormenta; ha de saber andar, cuando va delante, con el paso de la tortuga, tan menudo y lento que nadie se lo note, que no hay cosa que más espante que el ver andar al periodista; ha de saber, como el cangrejo, desandar lo andado, cuando lo ha andado de más, y como de esas veces ha de irse sesgando por entre las matas a guisa de serpiente; ha de mudar camisa en tiempo y lugar como la culebra; ha de tener cabeza fuerte como el buey, y cierta amable inconsecuencia como la mujer; ha de estar en continua atalaya como el ciervo, y dispuesto como la sanguijuela a recibir el tijeretazo del mismo a quien salva la vida; ha de ser, como el músico, inteligente en las fugas, y no ha de cantar de contralto más que escriba con trabajo; y a todo, en fin, ha de poner cara de risa como la mona.

Antes que la nao surgiese en la isla, fueron á bordo muchas canoas con agua que llevaban en calabazas, sal, pescado, batatas, arroz, cocos, plátanos y otras frutas de la tierra; no querian por ellas sino fierro, clavos ú cosas de punta hechas de ese metal, que á todas les llamaban herrero; apreciaban mucho las conchas de tortuga para hacer peines y anzuelos para pescar.

Todavía a la orilla del arroyo quedan ramilletes lozanos guardados por la sombra de los árboles, y nutridos por la humedad, pero es una lozanía pasajera porque a la siesta desmayan también, y hasta el arroyo empieza a menguar y a dejar secas sus orillas. Las tortugas quedan descubiertas, las raíces de los lirios pajizos salen a la superficie. Todo anuncia la proximidad del verano, desnudo, árido, abrasador.

/ Y el indio es como tortuga / de duro para espichar;* / si lo llega a destripar / ni siquiera se le encoge: / luego sus tripas recoge / y se agacha a disparar.

Napoleón que se entienda solo; nosotros haremos lo que nos dé la gana, y que no me busque el genio, porque yo tengo malas moscas... * ¡Oh!, si esto sucediera, cómo se había de alegrar la pobre Inés; entonces sí que no repetiría lo de la tortuga y el águila.

A no mucha distancia de las márgenes del río que nos ocupa, y casi siempre en comunicación con él, hay unas cuantas lagunas coronadas, asimismo, de palmeras que se encorvan en suave movimiento a mirarse en sus limpísimos cristales, y pobladas de aves de rara belleza, de dorados peces y de tortugas de regalada carne.

En 1859 la enajenó el Estado como finca desamortizada, y hoy es de propiedad particular.– La Estanca de Alcañiz es una concha de una legua de perímetro y 300 hectáreas de superficie, que almacena agua del río Guadalope con destino al riego, y sirve de vivienda ó de paradero á una población numerosísima de aves acuáticas y terrestres (fochas, gansos, patos, pollas, capuzones, cisnes, marineros, becadas, chorlitos, tordas, etc.), de ranas, sanguijuelas y tortugas, y de peces, barbos, truchas, y anguilas, estas últimas reputadas en toda España.

Curioso mercadante del verso, reúne en su tienda, para preparar un escenario nupcial, estatuas de Clodión y bandolines florentinos; copas para el vino teutón y copas para el vino de España; mil tesoros exóticos: tortugas y dragones chinescos, y joyas de bayaderas de la India; y labrada plata del Japón.

Hay tortugas que viven en tierra y otras en el mar y también en ríos y pantanos.

/ ¡Ah! cuántas noches que, en cobarde fuga / llega adonde el raudal pone sü ese, / encuentra, en vez de conchas de tortuga, / la luna llena, que su faz retrata / sobre el limpio cristal, como si fuese / una tortuga de bruñida plata...

Algunos templos yorubas están adornados con símbolos religiosos como dice Bowen: peces, tortugas, serpientes, el lingam, etc. Nada de esto he observado en Cuba.

/ El lienzo cristalino sopló sutil arruga, / el combo caparacho que arrastra la tortuga, / o la crestada cola de hierro del caimán.

Son tortugas palustres que tienen también los dedos reunidos por membranas interdigitales, el caparazón osificado y la cabeza así como las extremidades perfectamente retráctiles.

Y decía el coronel Roosevelt: ¿Cómo es posible que un animal de concha como la tortuga pueda correr con esta velocidad?

Parecen placas de conchas marinas en el carapacho de una tortuga.

Y mientras recapacitaba de esta manera, vió a una tortuga que, saliendo del agua y nadando lentamente, avanzaba hacia el árbol en que él se encontraba.

¡Qué extraña, por la montera de cristales, la vida ordinaria de abajo: las palabras, los ruidos, el jardín mismo, tan bello desde él; tú, Platero, bebiendo en el pilón, sin verme, o jugando, como un tonto, con el gorrión o la tortuga!

Precisamente un día que tenía mucha hambre, porque hacía dos días que no cazaba nada, vio a la orilla de una gran laguna un tigre enorme que quería comer una tortuga, y la ponía parada de canto para meter dentro una pata y sacar la carne con las uñas.

El viejo pozo de mi vieja casa / sobre cuyo brocal mi infancia tantas veces / se clavaba de codos, buscando el vaticinio / de la tortuga, o bien el iris de los peces, / es un compendio de ilusión / y de históricas pequeñeces.

■ Porches morenos, azoteas de sol, las enormes tortugas de los tejados, paredones rojizos, rasgaduras de atrios, y plazuelas, jardines señoriales y monásticos.

Lo que más les gustaba era remover con unos tallos de platanillo el fondo de la fuente para ver llegar a la superficie a la pequeña tortuga llamada jicotea, que dormía en el fondo en perfecto acuerdo con los pececillos de color.

■ Se sienta invariablemente a la izquierda del banquero; los viernes no juega, porque es un día nefasto, y cultiva con verdadero cariño la amistad de todos los jorobados de Madrid, porque cree que estas simpáticas y tristes tortugas humanas llevan en su mochila el talismán de la buena ventura.

Otros reptiles muy notables son las tortugas, y el cocodrilo, temible por su grande fuerza y voracidad.

Las visiones del soñador fueron estrafalarias: procesiones de caimanes y de tortugas, pantanos llenos de gente, flores que daban gritos.

/ ¡Ya se comió el perejil, / la hojita de la lechuga! * / ¡Al agua, que el baño está / rebosando! / ¡Al agua, * / pato! / Y sí que nos gusta a mí / y al niño ver la tortuga / tontita y sola nadando.

Como una tortuga, el anciano sacó su pequeña cabeza al aire de entre el caparazón de arpilleras.

Allí había maderas labradas de cedro y sándalo, muebles de nácar, ámbar, esmaltes; redomas con agua y peces de ríos sagrados; * de Arabia y Etiopía los perfumes, gomas y ungüentos de flores, telas brescadas, * el marfil y el ébano; de la India y China, las pieles de zapa, * almizcles, * cardomomo, * galanga, * conchas de tortuga, arneses de caballo; vinos de Armenia; cañas de Tylos. *

YACIMIENTO DE TORTUGAS FÓSILES Vista del yacimiento de tortugas gigantescas en el Otero del Cristo junto a Palencia. Estado de la excavación al quedar al descubierto los grandes reptiles terrestres / Fot. Eduardo Hernández Pacheco

Eso es lo mismo que el pasaje que les he contado otras veces, de cuando estuve trabajando en la pesca de la tortuga en el Orinoco.

Allí estaba la dinamo como una tortuga muerta, esperando que el giro de una polea llenase de rumor eléctrico sus entrañas de alambres.

Parecia una tortuga con la pequeña cabeza fuera de la caparazón.

■

De la revista, cada vez más «tortuga». *Veo claro que no os importa a ninguno. Bergamín y Marichalar que están aquí y que podían cargar con el animalito (tortuga o mochuelo) se hacen los locos.

En el segundo artículo quedó patas arriba como una tortuga el pobre Parker, y desvanecida la legión de los cónsules.

«La Charca» es una ciénaga, criadero de caimanes y tortugas, formada por el Magdalena en la estación de Guarinocito.

/ Contadora de casos de iguanas y tortugas, / de bosques duros alanceados de faisanes, / de ponientes partidos por cuernos de venados / y del árbol que suda el sudor de la muerte, / vestida de tus fábulas como jaguar de rosas, / cortándolas de ti por darlas a los otros / y tejiéndome a mí el ovillo del sueño / con tu viejo relato innumerable.

Era la hora en la que el Crucero está recto y la tortuga sale a poner sus huevos a orillas de los ríos.

En el camino vimos algunas tortugas de río y yacarés que se calentaban al sol.

/ Te toco, tortuga, y siento / átomos tiernos de Adán.

El río crecía en tiempo de las grandes tempestades y después se retiraba hacia el centro del cauce, dejando playas anchas donde ponían sus huevos las tortugas.

Un templo en forma de tortuga, con dos ojitos o ventanas en la cúpula.

[...] los jaguares (follajes salpicados de sol), los pumas de pelambre dócil, los lagartos, los topos, las tortugas, los ratones, los zorrillos, los armados, los puercoespines, las moscas, las hormigas...

Había de volver muchas veces a París, pero nunca vería este París meridiano, con las tortugas despiertas, con bancos en las plazas ajardinadas para relojeros que meditan en sus relojes nacionales frente a la hora universal, con sus cabarets ventilándose a las nueve de la mañana y rodeados de estanterías con bocs pertenecientes a inválidos y poetas.

Entretanto la Madre se afirma en su actitud abstracta; visto lo cual el Director, anonadado ante aquel moroso despertar de una conciencia, levanta sus ojitos hasta el busto de Sarmiento que duerme sobre la biblioteca de la Dirección entre un pato criollo y una tortuga embalsamados.

Su cabeza tenía mucho, muchísimo, de esa cabeza estúpida y grotesca que tienen las tortugas y hasta un gesto que hacía con el cuello semejaba el mete y saca que se traen esos bichos bajo su concha.

/ Y cuando vino la aviación / la ofensiva de los ejércitos / acorazados, la incisión / de aplastadores poderíos, / Sandino, con sus guerrilleros, / como un espectro de la selva, / era un árbol que se enroscaba / o una tortuga que dormía / o un río que se deslizaba.

Recogió las tortugas, que avanzaban hacia el río.

Sobre el pasto se movían dos pequeñas tortugas.

— ¿Son suyas?

— Mías. Vamos, camina.

Con una ramita empujó a una de ellas.

Continuada la exploración por el río hasta la aldea de los Machiferos hallaron en ella abundante provisión de vegetales y de tortugas, con sus huevos, preferente alimento de los indios fluviales, que las «cultivaban» de modo especialísimo.

¿Qué tipo de sentencia (me pregunté) construirá una mente absoluta? Consideré que aun en los lenguajes humanos no hay proposición que no implique el universo entero; decir el tigre es decir los tigres que lo engendraron, los ciervos y tortugas que devoró, el pasto de que se alimentaron los ciervos, la tierra que fue madre del pasto, el cielo que dio luz a la tierra.

Los brujos de las luciérnagas, descendientes de los grandes entrechocadores de pedernales, les colocaron en los ojos, en las pupilas-globitos de vidrio de sereno, unto de luciérnaga * para que vieran en lo profundo de la tierra el secreto camino en que iban acompañados de centenares de animales, de sombras de animales abuelos, de animales padres que llegaban a enterrar pedacitos de los ombligos de sus nietos e hijos, nacidos de las tribus, junto al corazón del caracol, junto al corazón de la tortuga, junto a la miel verde de las algas, el nido rojo del alacrán negro, el eco sonajero de los tunes. *

Pero, olvidada del fango, resbaló brutalmente, y cayó en la charca llena de tortugas.

Por el espejo del lavabo la vi quedarse absorta contemplando mis manipulaciones, como si fuera un hermoso muñeco de celuloide, de esos estupendos que tienen su tortuguita en el cogote por detrás...

Si todos los males se curaran con caracoles y tortugas.

Tiene la casa llena y los ha colocado a todos para el día de su muerte; en su lista estoy yo apuntado con dos gatos y una tortuga.

m) La obra Les problèmes d'un problème (París, 1917) que discute en orden cronológico las soluciones del ilustre problema de Aquiles y la tortuga.

Este fenómeno es observable en los esfínteres en los músculos de los vasos, en el corazón, etc. Las oscilaciones del tono en las fibras musculares de los vasos originan dilataciones y contracciones de éstos, observables á simple vista en las arteriolas de las alas del murciélago, en las arteriolas peritoneales ó de la membrana interdigital de la rana, etc. Estas oscilaciones del tono muscular pueden apreciarse perfectamente y ser registradas en las aurículas de la tortuga palustre (Emyx europaea): uniendo la pared de la aurícula por un hilo á una palanquita inscriptora, se ve en la gráfica que se obtiene (fig. 155), que las contracciones rítmicas auriculares se realizan, no sobre una línea horizontal ó sobre la misma abscisa, sino sobre una línea curva con elevaciones y depresiones (Fano).

Refulgió en los estantes el vidrio vanidoso de las blancas botellas de cazalla y de anís, que ponían en exhibición sus cuadraditos, como piedras preciosas, sus cuerpos de tortugas trasparentes.

—. Hasta bien pasado el mediodía se asistió a la arribazón de gente que, como los venados rojos, no habían recibido el aviso a tiempo, o las tortugas, para las cuales los viajes largos eran trabajosos y más ahora que eran los tiempos de desovar.

De niño yo era una fierecita (dicen), daba tiros y garrotazos a todo, perros, gorriones, tortugas, cristales, menos mal que la escopetita era de salón y casi no hacía blanco más que cuando apagaba con ella mi vela, antes de dormirme, y supongo que esto sería porque la vela se apagaba sola.

Hechos a propósito para solventar la antigua paradoja, son a un tiempo Aquiles y la tortuga, el arco y la flecha: corren sin alcanzarse; se paran y algo queda siempre fuera de ellos galopando.

/ Mactunes somos, hombres de paz y de trabajo, / y labramos cuchillos de pedernal y anillos, / devanaderas y collares con la concha / de la tortuga; hacemos abanicos de plumas / que llueven los quetzales sobre nuestras praderas.

Pero asomó los ojos a la torre y encontró a todos los asistentes en la espera del sonido de la nueva campana, reclamando airados, con los sombreros y las manos, por qué no empezaba, y más urgencia mostraban los que con tizones de leña chisporroteante, esperaban el repique para soltar los cohetes, y con la misma inquietud los músicos con los instrumentos ya acordados, y los bailadores disfrazados de jaguares, iguanas, lagartos, tortugas y serpientes.

Petrus recogió su cabeza como una tortuga, volvió a mostrar los dientes amarillos, esta vez generosamente.

En medio de ropas, gorros, cinturones y pañuelos, aparecían las cosas más singulares: relicarios hechos de un carapacho de tortuga; batas habaneras de espumeantes encajes; cascarones de nuez que encerraban toda una boda de pulgas vestidas a la mexicana; peces embalsamados, con lengua de raso carmesí; pequeños caimanes rellenos de paja; demonios candomberos, de hierro forjado; cajas de caracoles, pájaros de azúcar candi, guitarras-tres de Cuba o de Venezuela; [...].

Por más que hagamos, tía tiene miedo de caerse de espaldas; y su inocente manía nos afecta a todos, empezando por mi padre, que fraternalmente la acompaña a cualquier parte y va mirando el piso para que tía pueda caminar sin preocupaciones, mientras mi madre se esmera en barrer el patio varias veces al día, mis hermanas recogen las pelotas de tenis con que se divierten inocentemente en la terraza y mis primos borran toda huella imputable a los perros, gatos, tortugas y gallinas que proliferan en casa.

Ahora pasa que las tortugas son grandes admiradoras de la velocidad, como es natural.

Eruditos de hoy han declarado que esa escultura se inspira en un relato de Pausanias acerca de una estatua de Fidias, de una Afrodita que apoya su pie sobre una tortuga, y en un fresco de Vasari, de la Sala de los Elementos del Palacio Viejo de Florencia, en el que la Fortuna lleva una tortuga bajo el brazo, pero no hay tal.

Como una tortuga que se hunde en su caparazón, sumió nuevamente la cabeza entre las manos.

Después una tortuga, animal de las aguas fluviales, de los ríos alimentados por las lluvias, y frente a ella una concha de tortuga, que puede ser la sonaja llena de piedrecitas con que se simulaba el trueno de las tormentas que traen los aguaceros, y, aún después, símbolos de llamas (los relámpagos), de otro carapacho sonajero, y ya cayendo de ondas de humo y de pequeñas esferas, como gotas de lluvia.

Carne se la proporcionaban múltiples animales de la región: guajolotes, codornices, patos, gallinetas, garzas, perros, jabalíes, venados, tortugas, ranas, caracoles, pescado blanco, langostas, culebras, etc.

Aquellos eran días maravillosos, ya que su trabajo consistía en servir a los estudiantes como guía y mozo de mano, metidos en los potreros viendo las vacadas y lazando terneros, persiguiendo las yeguas paridas que eran como abejas para juir al ver gente; tirando con rifles "veintidós" en los atardeceres cuando cantaban las guaras y pavas en los cerros y los monos carablanca y las ardillas se paseaban de rama en rama en los árboles frutales; en las orillas del Ulúa buscando culucas y tortugas o tirando anzuelos para pescar "robalos" en las "azuleras"; en el hato, junto a las muchachadas y "palomillas" de cipotes de su edad, contando cuentos de camino, de aparecidos y de duendes, o tocando dulzainas, zambumbias y pitos de carrizo en el rancho del tata de Pascual.

Tendió la mano, tanteando a ciegas, y reclamó el niki que le sostenía un niño; su abdomen, negro y musculado como el caparazón de una tortuga, registraba el ritmo de algún esfuerzo, un latido casi animal: estaba asustado.

De debajo del mueble solamente sobresalía una pequeña y arrugada cabeza, como la de esa tortuga que en posición invertida ya no pugna por enderezarse y ahorra todo movimiento para prolongar una agonía cierta; se había desprendido su velo y —encaramado en el armario— el hijo de María vio por primera y última vez la cara de su madre: nada más que dos ojos desmesurados, verdosos y alucinantes, alojados en ese montón de podredumbre de que extraían su alimento

Se ha hablado mucho de tortugas, abejas y ratones electrónicos y de las neuronas cerebrales, que desempeñan un papel casi semejante al de los tubos electrónicos de los semiconductores utilizados en las máquinas de la cibernética.

Durante varios meses se le vio vagar con una caja de herramientas que debieron olvidar los gitanos en los tiempos de José Arcadio Buendía, y nadie supo si fue por la gimnasia involuntaria, por el tedio invernal o por la abstinencia obligada, que la panza se le fue desinflando poco a poco como un pellejo, y la cara de tortuga beatífica se le hizo menos sanguínea y menos protuberante la papada, hasta que todo él terminó por ser menos paquidérmico y pudo amarrarse otra vez los cordones de los zapatos.

— ¡Pucha! —dijo el león—. Nos vamos a ir para arriba y no nos acordamos de un trago. ¿Y a quién mandamos?

— A la tortuguita que está acurrucadita, pues.

Nadie quería ir. Y el tigre dijo:

— ¿Y quién va a ir?

Emilio se volvió en el asiento: Donofrio estaba de pie a su lado: su cara de tortuga y su piel verdosa [...].

Tortugas estáticas de cabeza de culebra.

El vulgo les atribuye el poder de cambiar en hormigas o en tortugas a quienes así lo desean; un individuo que advirtió mi incredulidad me mostró un hormiguero, como si éste fuera una prueba.

Eran artistas los nueve profesores, y Carlos, como una tortuga molesta, se guardó en su concha no bien vio aparecer a los nueve choferes con más éxito que él.

Al llegar a la esquina, sacó la cabeza para enseguida encogerla como una tortuga.

La definición de Toynbee: «La política es una carrera de velocidad entre la educación y la catástrofe», parece haber sido inspirada teniendo a España por modelo pero sin que la educación haya llegado a tomar la salida. Claro que hay el precedente de la tortuga.

«Este es —decía mintiendo— el que le tira piedras a la tortuga que está en lo alto del paredón y que nos sirve para marcar las horas pues sólo camina buscando la sombra. Éste nos ha dejado sin hora y ha escrito cosas en el muro que trastornan a los viejos en sus relaciones con los jóvenes.»

Parecía meditar sobre los alcances paradójicos, dignos de la historia de Aquiles y la tortuga, de este concepto que envolvía una larga autocrítica, y lo repetía con otras palabras.

No he visto morir a ningún galápago o tortuguita de éstas que dicen que traen buena suerte y se utilizan para alejar con su presencia doméstica a feos insectos y bicharracos sucios.

También los cuatro argumentos en contra del movimiento: la dicotomía, el Aquiles, la flecha en el aire y el estadio, van dirigidos a combatir la tesis de los pitagóricos. Veamos el Aquiles, que es el argumento de contornos más dramáticos. Aquiles, "el de los pies ligeros", no alcanzará a la lenta tortuga, por escasa que sea la distancia con la que la tortuga precede al corredor

Cómo se puede estar conforme con haber sido puesto involuntariamente en este planeta y, a su debido tiempo, asquerosamente viejo, ser expulsado en medio de horribles dolores sin recibir ni explicaciones ni disculpas? Y a este individuo debemos tenerle miedo nada más que por haber nacido en Alemania? Mientras tanto, desde hace millones de años, a pesar de Kant, de toda la ciencia, de la desintegración del átomo, el hombre, igualito que las moscas o las tortugas nace, sufre y muere sin saber por qué.

La fauna es muy variada, destacan especies como el caimán, tortugas de agua y tierra, ofidios, roedores (ronsoco y añuje), y tapir o sachavaca, junto a toda clase de insectos.

Después en el recreo, vamos arrojando uno por uno los cadáveres de las salamandras al acuario donde las tortugas de río las devoran con sus bocas como pinzas.

El método habitual para purificar el agua de / los pozos: mantener una tortuga en su fondo, / resultaba una forma eficaz de contaminación.

No iba a faltar, tenía que seguir viviendo como los samanes, como las tortugas, como los zamuros, que dicen que viven cien años, como los animales más endurecidos del tiempo.

Para que eligiera el suyo, para que escogiera el nombre que le daría fama en la vida, el gerente de la Agencia Encantada, acompañado por Estefanía (la madre dorada de la tortuga, la señora del Edén terrenal de los chinos inmortales Hsi Wang Mu) condujo de la mano a Palinuro rumbo a

¿Acaso, con la consabida coartada de que carecían de uso de razón, no cercenaban las alas a las mariposas, metían a los pollitos vivos en el horno, dejaban patas arriba a las tortugas hasta que morían y les reventaban los ojos a las ardillas?

El Bidente le frota la espalda desnuda con grasa de tortuga para espantar los mosquitos.

La ciudad, elevándose sobre un precipicio, parecía una tortuga colocada sobre una palmera.

Perros bermejos, de dos cabezas, al pie de un arbusto sin ramas hablan y suspiran. Un escarabajo y una tortuga relucen igual que una esmeralda. Alacranes con luz en la cola suben y se deshacen en las paredes. Un hombre ungido, con el pecho abierto y el corazón arrancado, entra y sale de un espejo de pedernal.

Y huevos de taracaya, tortuga fluvial, los que desde el Amazonas hasta el Hoang-Ho, y desde los emperadores Sung hasta nuestros tiempos, se han reputado especialmente vigorizantes.

Pero, por la mañana, antes de que el padre regresase, la hermana mayor y los hermanos no se atrevieron a tocar ni un pelo de puerco ni de buey, y se quejaban de que no había nada de comer. Por eso mandaron a la niña en busca de huevos de tortuga, allá por las riberas...

Una tarde pasé por una pajarería y me compré dos tortuguitas, dos galápagos de esos muy pequeños.

«¿Dónde están las flores de antaño? Una tarde, tras algunas semanas de gestación, se derrumbó todo el edificio de mis quimeras paternales. Se fue el embrión sin haber llegado al punto en que es posible distinguir a Laplace de una tortuga...»

[...] los sombreros mexicanos, las falsas armaduras, los sillones Luis XIII, Luis XIV, Luis XV, todos los Luises fuera de mi desventurado Luis XVII de Buenos Aires: porque allí únicamente ella reinaba, caprichosa, indolente, soñadora, entusiasta o colérica, y de un gesto suyo dependía que entrasen la tigresa cachorra, el lince, el feroz mastín, los lebreles y las tortugas tachonadas de oro, o para que se echase a volar el halcón, regalo de un príncipe árabe [...].

Pero qué tabaco ni tragos de ron en esa condenada lancha, bamboleándose cinco días como una tortuga borracha, haciéndole frente a un norte que la cacheteaba sin lástima, y ola va y ola viene, los baldes despellejándonos las manos, yo con un asma del demonio y medio mundo enfermo, doblándose para vomitar como si fueran a partirse por la mitad.

Frente a la lentitud de la tortuga y la vanidad del pavo real recibió el señor Picasso el encargo de fabricar para la paz un símbolo más raudo y más agresivo: la paloma, ave feroz por antonomasia.

/ Los hexagramas que un emperador descubrió en la caparazón / de una de las tortugas sagradas.

Pastores de trapo o de barro policromado, papeles plateados para ríos y cascadas, niños dioses, el buey y la mula del pesebre, reyes magos sobre sus dromedarios, carapachos de tortuga, pitos o güilos —silbatos de barro para los niños— con forma de muñecos y pájaros; tamborcillos para las novenas del niño, guitarritas, violines, acordeones, farolitos; casitas, ranchos diminutos o almenados castillos de cartón, con puentes de arcos y torres con balcones.

A menudo, asomaban en la ribera muñones de árboles derrumbados y hundidos y, sobre ellos, detenidas en un pasmo indefinible, se mostraban grandes tortugas de prieto caparazón.

Y tiene su fábula, porque por él apostaron una mustuniella y un sapo, y como en aquella otra de la tortuga y la liebre, el más astuto ganó al más veloz.

También sé que personas a tu sueldo han comprado últimamente una tortuga, una gallina y un cerdo y que han expedido por correo paquetes voluminosos.

A Esquilo lo mató una tortuga. ¿Como pudo ser eso? Un águila se equivocó. Llevaba al quelonio entre sus garras, con intención de dejarlo caer sobre una roca, para quebrar su durísima coraza, y vio la calva del filósofo y dejó caer su presa sobre ella creyendo que era una peña. Al cuadro español le ha ocurrido lo que a Esquilo en su partido inaugural.

En este recorrido reptiliano, comenzaremos por los Quelonios, las tortugas.

¿Tortuga enferma ahogándose en el caparazón? Su cuerpo zigzagueante —tal vez descuartizado y vuelto a remendar por un caricaturista cirujano— se empezó a mover grotescamente.

A mediados del siglo XIX había concluido la expansión militar de los miskitos, iniciándose entonces su vinculación a una economía de exportación como recolectores de caucho, pescadores de tortugas y madereros.

Vio morir las olas contra el faro, la calderilla postrera de una gran fortuna, el suspiro final de un alma apasionada, y no sólo se negó a reconocer en esas visiones los síntomas precursores del presente, sino que retrocedió en el tiempo hasta encontrar a Aquiles detrás de la tortuga, y cuando a punto estaba ya de proclamar que el mundo era ilusión y sólo ilusión, salió a la realidad con una tragantada de pánico.

La tortuga mediterránea, Testudo hermanni,es frecuente en las garrigas de la mitad sur de la isla de Menorca, y en menor medida en el sur y noroeste de Mallorca. En la Península existen citas de su presencia, sin confirmar definitivamente, en algunos puntos del litoral de Castellón y Tarragona.

La alimentación de esta tortuga está compuesta principalmente de materia vegetal como hojas o frutos de algarrobo, chumbera o lentisco.

Y, en seguida, los muros derrumbados, el jardín con los bancos desconchados, sin azulejos. Todavía había que ascender entre bancales hasta una especie de paseo invadido por las pitas y las chumberas. A veces tropezábamos con alguna tortuga semienterrada en la rica tierra orgánica, con los cardos, con la media docena de mastines que no cesaban de ladrarnos furiosamente. /

■ Imagine la escena, en un ascensor del Palacio Nacional, las dos tortugas, Trujillo la tortuga dura y Balaguer, la tortuga blanda.

PEDROTortugas, sólo tortugas. He tenido varios perros, pero no se acostumbran a mis inventos y me abandonan

INSTANTÁNEA DE BABEL EN UNA PIEDRA II / No sabe, empero, / que según una antigua cosmogonía babilónica / el mundo reposa / sobre el lomo de cuatro tortugas / en un mar de leche. / No lo sabe, / pero oscuramente lo está sabiendo / al contemplar la tortuga de granito / en la piedra oscura de la antigua catedral, / si esto es Barcelona,

Recuerda a su madre muerta 20 años antes, a César Vallejo, a Miguel Hernández, a Sid Vicius, las tumbas de Baudelaire y Morrison en París, la de Marx en un pueblito de Inglaterra, recuerda una tortuguita que pisó en un patio, la muerte jugando al ajedrez a un costado del mar en una película de Bergman, la cara de Luca una vez que lo encontró viendo Y la nave va, de Fellini, en un cine de Corrientes, el hueso de su abuelo, una gaviota que Miriam soñó una vez agonizando en una playa.

No puedo hacer nada bueno porque vosotros sois lentos como tortugas...

La tortuga, con su lentitud y sus contracciones, es una pequeña figura redonda, doblada sobre sí misma, que se contrae y estira en cuclillas: / "Tortuguita, / chiquitita, / saca la cabeza / y la mete dentro..."

No vide dragones e monstruos e endriagos en tierra ninguno, salvo estos papagayos que parecen llenar la isla, e lagartos e tortugas muy grandes dormitando en el lodo caliente de los ríos.

Estos están representados por peces de distintos tamaños, reptiles (tortugas y yacarés en ríos tropicales), batracios, aves de hábitos acuáticos (patos, chorlos, garzas, cigüeñas, teros) y mamíferos (ratas, cuises, castores, carpincho, gato montés).

Aunque la tienda se llamaba "Antigüedades Versalles", vendía mayormente reproducciones: muebles estilo Imperio, Luis XV o Luis XVI decorados con orfebrería Bull y marquetería de concha de tortuga pulida.

Junto a ella la tortuguita roja, la que más corre: montura de los inmortales.

Las tortugas emergen del río como una multitud cerrada, incontenible.

Dos veces, cuando se inclinó para ver una tortuga que flotaba sobre un tronco y cuando quiso cambiar de posición para componerse la falda, la embarcación se ladeó peligrosamente y un poco de agua entró por la borda.

Hay contraste increíble también en lo que se refiere a la fauna: desde el ave mayor, el cóndor, que desafía el sol en las alturas, hasta la menor de las aves minúsculas, el colibrí o quinde, alada florecilla multicolor; desde la diminuta y mortífera víbora llamada equis, hasta la gigantesca boa constrictora; desde las pequeñas tortugas de las márgenes fluviales, hasta las monumentales galápagos en las islas ecuatoriales y ecuatorianas de este nombre; desde la humilde lagartija común, hasta la enigmática iguana y el amenazante caimán [...].

Quizá le influyeron las vueltas, o el cansancio, o el retumbar de un tambor de concha de tortuga que tenía muy cerca, o el penetrante olor de las guirnaldas, pero tuvo que detenerse, salirse del grupo, recostarse unos minutos sobre la tierra y respirar profundamente, según le aconsejó la superiora.

Aprendió a hervir el agua que tomaba, se untaba manteca de tortuga o aceite de limón para repeler los nocivos insectos, por consejo de los cimarrones que habitaban los montes cercanos escondidos de sus perseguidores.

¿Pero de qué podría tratar si todos mis libros transcurren en París? ¡Hace treinta años que vivo allá! ¿De pájaros tropicales y cacerías de serpientes o tortugas?

A ritmo de tortuga acude el masajista, el manosanta, gordo traspiroso, oloroso a linimento, que trae la toalla al cuello la cantimplora en una mano y en la otra mano alguna pócima infalible.

Negra y vieja, arrugada como una tortuga, huesuda y hasta maloliente, sin embargo es majestuosa en su andar.

El Coronel hundió su cabeza como una tortuga.

Frou-Frou se le quedó mirando, el hombre tenía unos brazos largos como culebras vivas, y una cabeza redonda de tortuga, demasiado pequeña para su cuerpo de estibador.

Entre los animales figuran el cari cari (un gavilán), los zamuros, los caimanes, los garzones, que se lanzan contra las tortugas para satisfacer al estómago.

Allí pueden observar más de 240 especies de aves y otros animales, entre ellos, colpos, yarará grande, tortugas de laguna, ranas criollas, comadrejas, bagres, culebras verdes, además de una flora que medró sin problemas.

Una especie en peligro sin que la población haya tomado plena conciencia de ello es la tortuga terrestre.

Esta tortuga acuática parecida a la especie anterior, se distingue por el surco medio del caparazón desde el segundo al cuarto escudo vertebral y su tamaño algo menor.

Tenía encima, rozándolo, la cara abotargada, los ojos de párpados caídos, de tortuga, de Abbes García.

En un claro algo trillado de la selva, encontró a una gigantesca tortuga de espaldas a él.

El monstruo responde con un alarido al grito de la tortuga.

Las maravillas se acumulan. Tortugas de concha tan grandes que podían cubrir una casa. Hicoteas fecundas depositando en las arenas de nuestros mares nidadas de mil huevos.

El color ámbar del río, por lo ácido de los suelos, se disimulaba por su aspecto negruzco debido a la pérdida de luz en la profundidad, siendo este color sinónimo de pureza en la selva. A medida que avanzaban, apreciaban extensos playones de arenas en ciertos lugares, donde las Charapas, las tortugas de agua dulce más grandes del mundo, descubrían el lugar propicio para anidar.

El parque se recorre en diez minutos, si anda usted con prisa, pero la idea es disfrutarlo a pasos lentos mientras se contempla la caída de las hojas secas y se adivinan los tonos del agua del estanque repleto de tortugas. El estanque se llama Lago de la Felicidad y en el centro hay una escultura de la Virgen de la Misericordia, como "símbolo de amistad entre dos pueblos hermanos".