Alonso Zamora (izquierda) y Camilo José Cela en la RAE. Foto: Biblioteca Virtual Cervantes.

El director de la RAE inaugura el simposio «Cela, cien años más»

17 de Mayo de 2016

• Se celebra en la UCJC de Madrid

El director de la Real Academia Española (RAE), Darío Villanueva, ha inaugurado esta mañana el simposio internacional «Cela, cien años más», que la Universidad Camilo José Cela (UCJC), en colaboración con la Fundación Camilo José Cela (FCJC), dedica al escritor, académico y premio Nobel gallego en el centenario de su natalicio.

Camilo José Cela (Padrón, La Coruña, 11 de mayo de 1916-Madrid, 17 de enero de 2002) ingresó en la Academia el 26 de mayo de 1957 con un discurso dedicado a La obra literaria del pintor Solana.
 

Tal y como ha señalado en la presentación de hoy el rector de la UCJC, Samuel Martín Barbero, «durante tres días, del 17 al 19 de mayo, se celebrará un maratón intelectual en el que se retratará el gran legado intelectual y literario de Camilo José Cela». Tras un vídeo que ha servido como «homenaje audiovisual» al autor de La familia de Pascual Duarte, ha intervenido el secretario de Estado de Educación, Formación Profesional y Universidades, Marcial Marín, quien ha querido recordar un artículo publicado por Darío Villanueva el pasado 10 de mayo en el diario El País, «Camilo José Cela, hombre-pluma», destacando las palabras «Camilo José Cela fue, ante todo, un artista comprometido con la palabra, un hombre-pluma».

Por último ha hablado Adolfo Sotelo Vázquez, director de la Cátedra Camilo José Cela de la UCJC, para quien «el simposio pretende examinar la vida y la obra del poliedro Cela, en sus espacios y en sus tiempos. El protagonista será el escritor».

CELA EN SU CENTENARIO

Darío Villanueva, director de la RAE, ha sido el encargado de abrir este simposio internacional con la conferencia inaugural «Camilo José Cela en su centenario». «Cuando muerto ya su autor se han cumplido los sesenta años de La familia de Pascual Duarte (1942), la personalidad literaria de Cela se nos muestra con nitidez como la de un escritor de casta», ha comenzado señalando Villanueva, quien ha añadido que «lo que me interesa destacar es la tesis barojiana de que la novela es un oficio sin metro, el reino literario de la libertad absoluta en la forma y en el contenido», ya que las declaraciones de Cela en idéntico sentido «se repiten a lo largo de su amplio recorrido artístico».

Uno de los rasgos determinantes de su personalidad es «su carácter de novelista experimental en constante renovación». Según ha explicado el profesor Villanueva, «Cela ha estado en la brecha en los cuatro momentos decisivos de nuestra novelística de la posguerra, abriendo caminos que otros seguirían después. Él fue quien mejor supo conectar con la tradición narrativa precedente, siempre discontinua, actualizándola». 

Esos cuatro momentos fueron «la reanudación de nuestra novelística tras la Guerra Civil, función que cumple en 1942 La familia de Pascual Duarte; la incursión de un realismo de denuncia social, para lo que sirvió de acicate y modelo La colmena, de 1951; la superación más acusada de los excesos indeseables de esta tendencia, sobre todo por la ramplonería de sus presupuestos y la pobreza estilística y formal, que Cela suscribe en 1969 con San Camilo, 1936, y finalmente la oleada de la posmodernidad que bien se encarnó no solo en su última novela, Madera de boj (1999), sino también en Cristo versus Arizona (1988)».

NOVELISTA LÍRICO

Toda la trayectoria narrativa de Camilo José Cela desde La familia de Pascual Duarte hasta La cruz de San Andrés (1994), y con especial énfasis en La colmena, Mazurca para dos muertos (1983) y Madera de boj, ha explicado el director de la RAE, «tiene su norte en la novela lírica, al que se accede por la fragmentación y poematización del capítulo, el acercamiento de la prosa, la visión y la voz narrativas, y una especial tensión en la anécdota, las situaciones y los personajes. Por ello Cela proyecta en continuidad la cadena de los Azorín, Gabriel Miró, Ramón Pérez de Ayala y Benjamín Jarnés, entre otros novelistas líricos que pudieron servirle de ejemplo».

Para concluir, Darío Villanueva ha hecho un breve repaso de algunos de los acontecimientos biográficos de Cela, destacando, entre otros, el «más importante para su formación como escritor», en la época anterior a la Guerra Civil, que fue «su asistencia a las clases de Pedro Salinas en la nueva Facultad de Filosofía y Letras de la ciudad universitaria madrileña. En ellas se hizo amigo del filólogo [y académico] Alonso Zamora Vicente, del que este año se celebra asimismo su centenario, así como del poeta chileno Luis Enrique Délano, a través del cual conoce a Pablo Neruda y a Gabriela Mistral. También frecuenta a Miguel Hernández y a María Zambrano, en cuya casa coincide con Max Aub y otros escritores e intelectuales. Introducido por Salinas, Cela se presenta con sus poemas ante Ramón Menéndez Pidal en el Centro de Estudios Históricos. Un libérrimo autodidactismo nutre, sin embargo, su incipiente inquietud literaria, que se manifiesta por primera vez con la publicación de varios poemas en periódicos y revistas argentinos entre 1935 y 1938».

CELA LEXICÓGRAFO

La participación académica en este simposio se ha completado con la conferencia de otro miembro de la RAE, Pedro Álvarez de Miranda, quien, el miércoles 18, ha hablado de «Cela y su contribución al conocimiento del léxico español». 

Álvarez de Miranda, quien ocupa desde 2004 la silla «Q» de la corporación, la misma en la que se sentó Cela desde 1957 a 2002 —entre 2004 y 2009 su ocupante fue Carlos Castilla del Pino— ha comenzado su intervención recordando, precisamente, una disertación de Darío Villanueva pronunciada en el sexto curso de verano sobre la obra de Cela celebrado en Iria Flavia en 2001.

El director de la RAE habló entonces «del otro CJC». ¿Quién era ese otro Camilo José Cela? Como ha explicado Álvarez de Miranda, Villanueva quiso subrayar la figura no del Cela escritor, sino la del Cela erudito e intelectual, atendiendo a dos constantes en su trayectoria: la vertiente más académica, «en la que lo filológico es determinante», y el «inexcusable enraizamiento geográfico de todo cuanto hace». Sobre este mismo aspecto «quiero volver hoy yo —ha señalado Álvarez de Miranda—, abordando una vertiente de las aficiones filológicas de Cela, que se traduce en la importante contribución que el escritor hizo al conocimiento del léxico español».

Como ha recordado el ponente, el escritor gallego fue autor de hasta tres diccionarios, dos de ellos inacabados —Diccionario secreto, Enciclopedia del erotismo Diccionario geográfico popular— . «Cela tuvo indudable afición a la lexicografía, como lector de diccionarios y como promotor de ellos. Fundó y dirigió una revista hecha con muy buen gusto tipográfico, Papeles de Son Armadans, en la que predominaban los contenidos literarios pero que, incluso, se codeó con las grandes revistas de investigación filológica».

TRABAJADOR DEL IDIOMA

Consagrado en cuerpo y alma a la profesión literaria, teniéndola como oficio que exige una dedicación absoluta, Álvarez de Miranda ha afirmado que «es natural que, dentro de ella, reservara un lugar al conocimiento de la lengua, herramienta del escritor».

En un artículo de 1944, titulado «Hacia una revalorización del idioma», Álvarez de Miranda ha recordado cómo Cela escribía que «el idioma no se sabe de memoria, como muchos creen, sino que hay que estar constantemente sobre él, para mantenerlo, para enriquecerlo». Máxime, cuando «manejamos uno de los idiomas más ricos del mundo». Seducido por esta riqueza, «no es de extrañar que sintiera predilección por los libros que son su cifra y depósito, los diccionarios», ha manifestado Álvarez de Miranda. Cela, no obstante, combinó esa vía de enriquecimiento léxico con otras, como la lectura de los clásicos y «la escucha de la lengua viva en boca de las gentes». 

Pedro Álvarez de Miranda, en su conferencia de hoy, ha hablado no del léxico de Cela sino de Cela y el léxico, haciendo un repaso al Cela escrutador de diccionarios y al Cela promotor, organizador y redactor de diccionarios. «En ellos reside verdaderamente la aportación del Nobel al conocimiento del léxico español». Como dijo el mismo Camilo José Cela, «la lexicografía es la demografía de las palabras».

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