Gotas (foto: Pixabay)

DICCIONARIO HISTÓRICO DE LA LENGUA ESPAÑOLA

La vida de las palabras: «gota» y su familia

14 de Mayo de 2021

Si establecemos una analogía entre la vida de una palabra y la de la biografía de una persona, podríamos afirmar que el diccionario histórico nos informa, en primer lugar, sobre quiénes son los progenitores de cada vocablo, sus antepasados (lo que llamamos etimología o morfología derivativa), para ir desgranando después los principales episodios de su vida, es decir, cuándo nace, qué significados va adquiriendo a lo largo del tiempo, a qué familia léxica pertenece, cuándo desaparece —si es que ha muerto, porque muchas palabras continúan a nuestro lado, desde hace siglos— y también con qué otras palabras ha establecido unas relaciones más estrechas a lo largo del tiempo, como, por ejemplo, con las que pertenecen a su mismo campo. Las palabras, como las personas, son seres familiares y sociales, por lo que su biografía no se puede trazar sin atender a esos vínculos que las van modelando y van influyendo en su desarrollo, en su personalidad.

En este sentido, en el Diccionario histórico de la lengua española (DHLE) se presta una atención especial a las familias de palabras; en la página de consulta del diccionario, en el icono «Familia», se puede acceder a un grafo que muestra las relaciones genéticas entre las palabras. Si, por ejemplo, consultamos el de gota, comprobaremos que esta voz, procedente del latín gutta, es la palabra madre de gotera, gotero o goteral. O que el francés gouttière (derivado de goutte y este de la voz latina gutta) se halla en el origen de gotera2, una palabra que se registra en el siglo xix, en el dominio de la anatomía, para designar una cavidad alargada de algunas partes del cuerpo; así, en el Tratado de hipología de P. Cubillo Zarzuelo se menciona «la especie de gotera o hundimiento entre el tendón y la caña, en cuyo espacio se introduce la piel».

Y que cuentagotas (‘instrumento que sirve para verter un líquido gota a gota, consistente en un tubo pequeño y una pieza de goma en uno de sus extremos’) es un descendiente directo del francés compte-gouttes, como prueba el hecho de que la palabra se registra por primera vez en nuestra lengua en 1859, en la traducción, desde el francés, de La botica ó Repertorio general de Farmacia práctica de F. Dorvault: «Cuenta-gotas.— Por fin se encuentra ya en las vidrierías el pequeño utensilio que lleva este nombre. Se emplea para contar las gotas de los medicamentos muy activos. [...] Es una redomita en forma de gaita que se sostiene sobre su parte ancha. Se introduce el líquido por la tubuladura que tiene en la panza, se aplica herméticamente el pulgar sobre esta abertura y se invierte el instrumento; el líquido baja á ocupar el estremo del tubo; mas no se sale á causa de la presion atmosférica; pero si levantando ligeramente el dedo se da á una ligerísima cantidad de aire, caerá una gota, y así sucesivamente tapando y destapando hasta obtener el número necesario».

Podría decirse que, al igual que con el cuentagotas, al ir «tapando y destapando», desplegando en fases sucesivas, los nodos del grafo de la familia de palabras, el DHLE nos permite ir descubriendo el árbol genealógico de las palabras de la lengua española.

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