Septiembre y octubre (I)

Son casos distintos. En primer lugar, setiembre es una variante válida de septiembre que se usa desde antiguo y que es mayoritaria en algunos países americanos, como Perú. De ahí que se puedan encontrar ejemplos en textos cultos de distintas épocas y zonas geográficas: «Dentro de un mes me voy a Bilbao, mi pueblo natal, donde pasaré agosto y setiembre» (Miguel de Unamuno); «En setiembre de 1534 murió Clemente VII» (Manuel Mujica Láinez).

Esta pérdida de la p ante t —que podría sorprender— la tenemos en casos relacionados que resultan totalmente normales, como siete (del latín septem) o setenta (de septuaginta). Se conserva la p, en cambio, en séptimo, forma preferida a sétimo (grafía minoritaria, pero también válida).

Con respecto a otubre, es una variante que aparece marcada como desusada (desus.) en el diccionario, dado que no llegó a triunfar en el uso a pesar de que se documenta ampliamente en textos de otras épocas, como en estos versos de Quevedo:

«Las galas y los vestidos
que primavera se pone,
ni se las mancha el otubre
ni el febrero se las rompe».

La marca desus. que lleva otubre en el diccionario implica que su uso se desaconseja en la lengua actual.

Así pues, la forma setiembre, normal en algunas zonas, se puede considerar hoy válida, mientras que otubre es una forma en desuso que se recomienda evitar.