CAPÍTULO III. El uso de los signos ortográficos

1. Los signos ortográficos

Llamamos signos ortográficos a todas aquellas marcas gráficas que, no siendo letras ni números, se emplean en los textos escritos para contribuir a su correcta lectura e interpretación. El inventario de signos ortográficos se ha ido modificando y enriqueciendo a lo largo de la historia de la escritura y hoy está constituido por un conjunto relativamente heterogéneo de elementos de diverso tipo y función.

De acuerdo con sus principales funciones, los signos ortográficos se clasifican en tres grupos:

a) Signos diacríticos. Pertenecen a este grupo los signos ortográficos que confieren un valor especial a la letra a la que afectan. Tienen, pues, función distintiva. El sistema gráfico del español cuenta con dos signos diacríticos: la tilde y la diéresis (§ 2).

b) Signos de puntuación. Son signos ortográficos cuya función principal es delimitar las unidades del discurso, para facilitar la correcta interpretación de los textos y ofrecer ciertas informaciones adicionales sobre el carácter de esas unidades. A este grupo pertenecen el punto, la coma, el punto y coma, los dos puntos, los paréntesis, los corchetes, la raya, las comillas, los signos de interrogación y exclamación, y los puntos suspensivos (§ 3).

c) Signos auxiliares. Bajo esta denominación conjunta se agrupan los signos ortográficos que no pertenecen a ninguna de las dos clases anteriores y cumplen muy variadas funciones, algunas de carácter periférico. El grupo de signos auxiliares constituye un inventario abierto, que puede variar según el tipo de texto y el ámbito o disciplina en el que este se inscriba. Se dará cuenta aquí (§ 4) de los más comunes en el uso escrito general (como el guion, la barra, la llave o el apóstrofo) y en obras de tipo técnico (como la antilambda, el asterisco, el signo de párrafo, el calderón o la flecha).

Debe tenerse en cuenta que un mismo signo cumple, por lo general, varias funciones —algunas de las cuales exceden del ámbito ortográfico—, de manera que, para establecer la clasificación, se ha atendido a la que se considera la función principal de cada uno de ellos. Así, por ejemplo, el punto, la coma o los paréntesis son componentes fundamentales de la expresión matemática, lo que no impide que se consideren aquí signos de puntuación.

Si bien los manuales de ortografía suelen coincidir en la distinción entre signos de puntuación y signos auxiliares, se producen vacilaciones a la hora de incluir algunos de los signos ortográficos en uno u otro grupo. Así, no es raro encontrar los paréntesis, los corchetes, las comillas y la raya en el grupo de los signos auxiliares. Aunque, en efecto, estos signos cuentan con varios usos que pueden considerarse auxiliares, cumplen una función claramente demarcativa en la mayor parte de los contextos (valga como ejemplo la posibilidad de emplear comas, paréntesis o rayas para delimitar incisos), de ahí que se consideren aquí dentro de los signos de puntuación.

Dependiendo de si presentan una o dos formas, los signos ortográficos se clasifican en simples y dobles. Los signos simples tienen una única forma, mientras que los signos dobles tienen dos, una de apertura y otra de cierre. Son signos dobles los paréntesis, los corchetes, las comillas, las antilambdas o diples, las llaves y los signos de interrogación y de exclamación.

     

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