¿Se escribe «Eres muy muy cruel» o «Eres muy, muy cruel»?
En nuestro afán por imprimir una mayor expresividad a nuestros mensajes, a menudo utilizamos recursos orales circunscritos al habla coloquial cuya escritura suele plantearnos dudas. Uno de esos recursos es la repetición. Repetimos letras para plasmar el alargamiento expresivo de un sonido, como en ¡Holaaa!, y algunas palabras para ponderar o enfatizar una cualidad o una cantidad. Así, un niño puede ser listo, pero nos asombra más si es listo listo; nos parece que una cama muy muy grande tiene mayor tamaño que una simplemente muy grande, y si alguien dice que lo contó todo todo (o todo todito) es que quiere asegurarnos que no dejó absolutamente nada por contar. Y de igual manera que no es lo mismo un azul que un azul pavo, puede no ser exactamente lo mismo un azul que un azul azul: «Los zopilotes rondaban en el cielo, que, de ser azul azul, empezaba a cambiar a azul pavo» (Eladia González Quién como Dios [México 1999]).
A diferencia de estas reduplicaciones, en las que el conjunto no significa exactamente lo que la palabra sola, hay otras en las que las voces repetidas desempeñan la misma función cada vez que se repiten, conservando su independencia significativa y sintáctica: ¡Vamos, vamos, daos prisa!; ¡No, no, no! Esto no puede ser; Chicos, chicos, chicos, un poco de paciencia; «¡Guapo, guapo!», gritaban sus admiradores. Estos segmentos repetidos, que manifiestan insistencia, sí se separan por coma.