CAPÍTULO VII. La ortografía de los nombres propios

2. Antropónimos

2.1. Antropónimos españoles

2.1.2. Nombres hipocorísticos

2.1.2.1. Formación y grado de sustantividad de los hipocorísticos

Los hipocorísticos son formas diminutivas, abreviadas o infantiles del nombre propio original que se emplean en lugar de este como designación cariñosa, familiar o eufemística.

Sus métodos de formación son muy diversos y van desde el diminutivo regular (Anita) hasta la acronimia (Mabel, de MAría IsaBEL), pasando por el acortamiento (Nando, de Fernando o de Hernando) o la dislocación acentual (Míguel). A veces, el hipocorístico que tradicionalmente se asocia a un nombre puede no presentar una relación formal aparente con él (Curro, de Francisco; Goyo, de Gregorio), por haber sufrido transformaciones fonéticas de diverso tipo; en otras ocasiones, ambas formas se hallan emparentadas solo de manera indirecta (como ocurre con José, cuyo hipocorístico Pepe proviene, en realidad, del italiano Beppe, a su vez hipocorístico de Giuseppe). En casos como estos, al hablante no avisado le resultará difícil desentrañar el vínculo existente entre el nombre de pila y su hipocorístico.

Por su propia naturaleza, el empleo de estos nombres solía quedar restringido al terreno privado, familiar o coloquial. Ahora bien, el rasgo que define la noción de hipocorístico por su ámbito de uso y por sus connotaciones afectivas está perdiendo importancia en la sociedad actual, inmersa en un proceso general de relajación de los formalismos; dentro de esta corriente, se constata la tendencia a emplear en todas las esferas de la vida social esas formas antroponímicas.

En ocasiones, una misma forma afectiva puede corresponder a nombres muy diversos, lo que debilita los lazos que unen a los vocablos interrelacionados (por ejemplo, Tiana podría interpretarse como variante familiar de Robustiana o de Tatiana, y Teo, de Teófilo, Teodoro o Teodosio). Por otra parte, es posible que la extensión en el uso del hipocorístico lo haga independizarse del antropónimo al que tradicionalmente se hallaba ligado; de hecho, muchos de los nombres de pila que forman parte de nuestro repertorio onomástico actual fueron en su origen hipocorísticos: Tania (hip. de Tatiana), Emma (hip. de Emmanuela), Marianela (hip. de María Manuela), Elsa (hip. de Elisabeth). En la actualidad, algunos hipocorísticos están experimentando un proceso similar de emancipación de la forma plena u oficial de la que proceden o con la que están relacionados; dicho de otro modo, cabría reconocer que ciertos hipocorísticos actuales han adquirido ya un notable grado de sustantividad, de manera que es posible que se comporten a todos los efectos y en cualquier situación como verdaderos nombres de pila: Álex, Lola, Malena, Marisa, Míchel, Sandra o Tina.

     

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