ESPAÑOL AL DÍA

¿Se escribe «no te rayes» o «no te ralles»?

Rayar y rallar son, para la inmensa mayoría de los hispanohablantes de hoy, voces homófonas, es decir, que suenan igual. Difieren, sin embargo, en su escritura y su significado, lo que da lugar a alguna que otra ¿rayadura o ralladura?

Rallar se ha formado sobre rallo (del latín rallum, y este de radĕre ‘raer’), voz que designa un instrumento de cocina más conocido como rallador. Por eso, rallar significa hoy ‘desmenuzar con el rallador’, como hacemos con el queso o el pan, y ralladura es lo que resulta de dicha acción (como la del limón que se añade a los bizcochos). Aunque rallar tuvo antaño cierto uso figurado como ‘molestar o fastidiar’, esa acepción no ha pervivido en la lengua actual.

Por otro lado, el verbo latino radiāre (‘despedir rayos’) dio lugar a nuestro polisémico rayar, usado, entre otros, con los sentidos de ‘hacer rayas (en algo)’ o ‘estropear(se) una superficie lisa o pulida con rayas o incisiones’, como en Algún gracioso me ha rayado el coche. De esta acepción deriva el popular uso del participio rayado en referencia a los discos de vinilo cuando se estropeaban a causa de rayaduras en su superficie: la aguja del tocadiscos se quedaba atascada en ese punto del surco y lo ahí grabado se repetía una y otra vez.

Ese sentido de dar vueltas a lo mismo de forma molesta e insistente está muy relacionado con el uso coloquial de rayar(se) como ‘trastornar(se) o volver(se) loco’, ‘obsesionar(se)’, ‘perturbar(se)’ o ‘enojar(se)’, que se documenta tanto en América como en el habla coloquial juvenil de España: «—... pero ¿cuánto te va a durar? —completé. —Qué sé yo..., hasta que me raye de vuelta, hasta que me canse» (Eduardo de la Puente Por qué tardé tanto en casarme [Argentina 2002]); «—Me estás rayando cantidad. ¿Qué pasa, que el autobús es tuyo?» (José Ovejero Nunca pasa nada [España 2007]).

Lo que nos perturba u obsesiona será, por tanto, una rayada o una rayadura.

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