Juan Ignacio Luca de Tena

Juan Ignacio Luca de Tena (1897-1975). © Real Academia Española

letra E

Toma de Posesión

20 de Enero de 1946

Fallecimiento

11 de Enero de 1975

Juan Ignacio Luca de Tena

Académico de número

Madrid, 1897-1975

El periodista y comediógrafo madrileño tomó posesión de su plaza de académico el 20 de enero de 1946; lo hizo con el discurso Sevilla y el teatro de los Quintero, en honor al teatro de su predecesor en la silla —el también comediógrafo Joaquín Álvarez Quintero, el pequeño de los hermanos Quintero—. Respondió a su discurso su amigo y entonces director de la RAE José María Pemán, quien dijo de Juan Ignacio que «cuando nació, en 1897, era ya demasiadas cosas, y así como otros tienen que pelear para ser en la vida alguna cosa, él tuvo que pelear para, en medio de tantas cosas, ser en la vida él mismo».

Nacido el 23 de octubre de 1897, Juan Ignacio, marqués de Luca de Tena, fue, en efecto, muchas cosas; y podría incluso haber llegado a ser alguna más de no haber sido lo que fue; por ejemplo —tal y como apuntó en su discurso de ingreso su sucesor en la RAE, Torrente Ballester—, Juan Ignacio, gran comediógrafo, podría haber sido también «un grandísimo actor».

Estudiante de Derecho en primera instancia, la enorme influencia de su entorno y su familia lo llevó, finalmente, a inclinarse hacia el periodismo. Juan Ignacio —hijo del también académico y fundador del Diario ABC y de la revista Blanco y Negro Torcuato Luca de Tena— llevaba, desde que nació, el periodismo en las venas.

A los diecinueve años empezó a trabajar de linotipista en ABC, donde desempeñó también distintos cargos: maquetador, corrector de pruebas, redactor, etc. Aficionado al teatro, a los veinte años estrenó su primera obra, Lo que ha de ser (1917), a la que siguieron, años más tarde, muchas más. En 1925 se hizo cargo de la dirección de la revista Blanco y Negro y, meses antes de morir su padre, fundó el ABC de Sevilla.

En 1929, tras la muerte de su padre, Juan Ignacio —como le gustaba que lo llamaran— se hizo cargo, durante cuarenta y seis años, de la dirección de ABC. Recaía entonces sobre él el enorme peso de la continuidad de la labor periodística de su padre, que le obligaría a sacrificar, durante un tiempo, su vocación teatral.

A pesar de las estrecheces y dificultades, Juan Ignacio mantuvo el proyecto editorial de su padre tras el estallido de la Guerra Civil. Al comienzo de la guerra, el periódico de Madrid fue incautado por el Gobierno del Frente Popular; sin embargo, la familia Luca de Tena siguió al frente de la edición y publicación del ABC en Sevilla. Convivieron durante la contienda dos líneas editoriales de ABC diametralmente opuestas hasta que, finalizada la guerra, el ABC de Madrid fue devuelto a sus legítimos propietarios y Juan Ignacio Luca de Tena continuó con su labor.

Además de su intensa labor como director del ABC, Juan Ignacio Luca de Tena fue diputado por Sevilla en 1923 y desempeñó una importante labor política, representando a España como embajador en Chile (1939) y en Grecia (1962).

Tal y como señala el académico Alonso Zamora en su libro La Real Academia Española (1999), Juan Ignacio Luca de Tena era, ante todo, un comediógrafo. Prueba de ello fueron los premios que recibió a lo largo de su carrera; en 1935 obtuvo el premio Piquer de la Real Academia Española por su obra ¿Quién soy yo?, en 1949 le concedieron el Premio Nacional de Teatro con Dos mujeres a las nueve y en 1953 obtuvo el Premio Nacional de Teatro.

Figuran, entre sus obras, Yo soy Brandel (1938), ¿Dónde vas, Alfonso XII? (1957), La escala rota (1944), Don José, Pepe y Pepito (1952), ¿Dónde vas, triste de ti? (1959), Una cigüeña bromista (1962), Dos personajes se escapan de su autor (1969) y El rey de las finanzas (1972). Además de sus obras personales, Luca de Tena promocionó y aplaudió, como periodista, muchas de las creaciones teatrales ajenas.

Juan Ignacio fue también condecorado con la Cruz del Mérito Militar, la Gran Cruz al Mérito de Chile y la Gran Cruz Juan Pablo Duarte de la República Dominicana, y fue nombrado comendador del Águila Alemana y de la Orden de la Medahuia.

Juan Ignacio Luca de Tena murió en Madrid el 11 de enero de 1975.  A su funeral —que se celebró una fría tarde de enero— asistieron miles de madrileños y españoles, entre los que se encontraba el que sería, sin aún saberlo, su sucesor en el sillón E, Gonzalo Torrente Ballester. En su discurso de ingreso, Torrente Ballester recordaba aquella multitud que asistió al funeral de Juan Ignacio como «la medida cabal del valor humano» del periodista y añadía: «Mezclado a ellos, yo no podía sospechar que me cabría la honra de leer aquí su elogio, obligación gustosa que ofrezco a su memoria» (Acerca del novelista y de su arte, 1977, p. 12).

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