Sintaxis

20. Los cuantificadores (II). Cuantificadores indefinidos. El concepto de ámbito

20.6 Cuantificadores evaluativos (II). Usos anafóricos y no anafóricos

20.6a Cuando los cuantificadores evaluativos se emplean como pronombres neutros (mucho, poco, bastante, demasiado, cuánto), se acercan a los usos adverbiales. Se exceptúan las construcciones partitivas cuya coda (§ 20.1a) constituye un grupo nominal neutro, como en mucho de lo que me dijo, poco de eso, bastante de lo que aún es aprovechable. El cuantificador neutro demasiado es infrecuente en esta pauta porque, como se señaló en el § 20.1i, demasiado raramente acepta el complemento partitivo (*Demasiados de los niños vinieron). Como se explica en el § 30.4, no se pone en duda la naturaleza adverbial de los cuantificadores que se combinan con verbos intransitivos, como los subrayados en Viajas mucho o Sufre demasiado, pues no cabe un grupo nominal en esa posición. Sin embargo, no existe completo acuerdo entre los gramáticos acerca de si son pronombres o adverbios las formas subrayadas en Lee poco; Comimos mucho; Había bebido bastante; Pides demasiado, y otras oraciones similares formadas con verbos transitivos. Si el contexto previo proporciona un sustantivo apropiado, se obtiene con relativa facilidad la interpretación anafórica, como en No es que el chocolate sea malo, pero el niño come demasiado (es decir, ‘demasiado chocolate’), y en tal caso se considera que el cuantificador tiene naturaleza pronominal (o bien, que modifica a un sustantivo tácito, como se explica en el § 19.1i). Se volverá sobre esta interpretación en los apartados siguientes.

20.6b Si el contexto no proporciona la interpretación anafórica a la que se aludió en el apartado anterior, pueden surgir dudas sobre la naturaleza sintáctica de los cuantificadores mencionados. Se ha señalado, a favor de su interpretación como adverbios, el hecho de que, en los entornos transitivos, se obtengan paráfrasis adecuadas de estos cuantificadores con el adverbio abundantemente y las expresiones adverbiales en abundancia, en cantidad o en exceso, como en Has bebido {demasiado ~ en exceso}. Algunos autores entienden, en cambio, que el significado de la interpretación pronominal es el que proporciona un sustantivo tácito de la misma raíz que el verbo (§ 34.4d): comer mucho ~ comer mucha comida. En otros contextos resultan menos claros los argumentos a favor de la opción pronominal. Frente a otros cuantificadores, los evaluativos neutros mencionados no aceptan la función de término de ciertas preposiciones: Pensó en {algo ~ *mucho}; Se interesa por {todo ~ *bastante}. Solo algunas preposiciones admiten términos adverbiales (hacia allí, para después, por mucho) y aun así en situaciones muy restringidas, como se hace notar en los § 29.1j, k. Apoya, en cambio, la opción pronominal el que estas voces alternen con los grupos nominales: comer {poco ~ poca cantidad ~ pocos alimentos}, el que admitan complementos con de (Leo poco de ese tipo de literatura; Comió mucho de todo lo que había), y el que rara vez puedan interpretarse sin contexto anafórico con los verbos que exigen objetos directos expresos (Trajo demasiado; Preparaste poco).

20.6c Los usos pronominales de los cuantificadores evaluativos en su interpretación anafórica se obtienen tanto en las variantes en las que aparecen en plural como en las que los muestran en singular: No todos los argumentos eran trampas dialécticas, muchos tenían pleno sentido; Los animales intentaron escapar, y bastantes lo consiguieron; Le pidieron mucha información, pero ofreció muy poca; No me hables de mala suerte, que ya he tenido demasiada. Los cuantificadores evaluativos pronominales se utilizan muy frecuentemente en las construcciones en las que su restrictor aparece en posición de tópico oracional, al igual que los existenciales, los comparativos o los numerales cardinales, como en los ejemplos que siguen:

Novelas románticas, ha leído muchas; Carne, come poca; Mentiras, dijo unas cuantas; Turistas japoneses, venían bastantes; Lobos, ya no hay demasiados por aquí.

20.6d Cuando los cuantificadores evaluativos se usan como atributos, se interpreta anafóricamente la entidad cuantificada, como en La demanda es mucha (Nuevo Herald 11/1/1998). Los cuantificadores evaluativos muestran cierta resistencia a admitir complementos partitivos formados por nombres no contables, como en bastante de la gente o mucha de la mercancía. El resultado es también forzado cuando estos complementos se omiten y se interpretan anafóricamente. En lugar de La mercancía era de contrabando. Mucha venía de países del Este, se suele preferir La mercancía era de contrabando. Gran parte de ella venía de países del Este. Del mismo modo, en vez de En su nueva oficina trabaja con mucha gente, pero bastante no lo soporta, se suele considerar más apropiado … pero muchos no lo soportan o una variante similar que evite el pronombre bastante en singular.

20.6e Están más restringidos los usos no anafóricos de los cuantificadores evaluativos pronominales, fuera de la interpretación de persona de la que se habla en el § 19.1g, es decir, del uso de muchos por muchas personas en secuencias como En la Edad Media muchos pensaban que la humanidad se acercaba poco a poco a Dios, en un proceso siempre ascendente (Meléndez, Identidad). Favorecen la interpretación no anafórica de estos cuantificadores en el sentido no personal (es decir, el uso de mucho por ‘muchas cosas’ o el de poco por ‘pocas cosas’) ciertos verbos transitivos, como en Nos dio mucho a todos; No dijo demasiado en su conferencia de ayer; Hizo poco por ellos cuando tuvo ocasión. También la favorecen la negación (No nos contó mucho) y algunos modificadores adjetivales, como en ¿Pueden dudar, ni siquiera un instante, que los que hablan con acento andaluz tienen mucho adelantado para ser dichosos? (Jardiel, Exceso).

20.6f La interpretación no anafórica de estos cuantificadores se obtiene más fácilmente en otros contextos si las oraciones son copulativas, ya que en tales casos no desempeñan funciones argumentales, sino que constituyen atributos. Así, en Siete tomos de Búsqueda del tiempo perdido es mucho para nosotras (Bryce Echenique, Martín Romaña), el pronombre mucho admite la paráfrasis algo excesivo. En el habla coloquial, a menudo solo juvenil, de algunos países (entre ellos España y Puerto Rico) se emplea ser demasiado con un sentido próximo a ‘resultar inefable, indescriptible’, como en Esta niña es demasiado o en Yo tenía un mono que era demasiado (Tomás, Orilla), donde mono significa ‘síndrome de abstinencia’.

20.6g Con los verbos haber, existir, tener, hallar, encontrar, ver y algunos más se usan los cuantificadores evaluativos con complementos preposicionales en los que la preposición de introduce un nombre o un grupo nominal sin determinante, como en Con delicia que tenía mucho de voluptuosidad, se entretenía en imaginar que pasaban los días (Clarín, Regenta), o bien un adjetivo, como en Y también hacían lo que llamaban vida social, especialmente en la avenida Recoleta que, en esos años, tenía mucho de provinciana (Jorquera, Chicho). La naturaleza predicativa de los sustantivos sin determinante (§ 37.2m) acerca en alguna medida estas dos construcciones. En la primera se expresa de forma indirecta una cualidad, de manera que tenía mucho de voluptuosidad en el ejemplo citado de Clarín se acerca a era muy voluptuosa, aunque existen factores que relativizan la idoneidad de esta paráfrasis, como enseguida se verá. Análogamente, en Esa elección tiene bastante de subjetivo (Alsius, Dudas) se dice algo similar a Esa elección tiene bastante de subjetividad, o incluso … es bastante subjetiva. Como se ve, la paráfrasis permite expresar la idea de que en el ejemplo que muestra la construcción nominal con de se predica la subjetividad de la elección. Se obtienen alternancias similares entre adjetivos y grupos preposicionales del tipo «con + sustantivo», como en gente {exitosa ~ con éxito}.

20.6h La equivalencia con adjetivos no se obtiene, sin embargo, en gran número de casos, unas veces porque no existe adjetivo calificativo que exprese la cualidad de la que se habla, otras porque el sustantivo posee modificadores que impiden establecer la equivalencia:

Había mucho de invocación y de ensalmo en aquel discurso (Carpentier, Reino); Había mucho de indignidad casi perruna en esto (Fuentes, Diana); Yo estaba sentada frente a la india que hablaba con un acento mezclado de precisión y vaguedad, como si hubiera mucho de increíble leyenda en lo que recordaba (García Márquez, Hojarasca).

20.6i Las dos construcciones que se mencionan —la adjetival y la nominal— se diferencian también en otro aspecto. En la variante nominal se dice que existe cierta cantidad de la magnitud expresada —sea material o inmaterial— en la persona o la cosa de la que se habla, como en los ejemplos citados o en los siguientes:

Todo eso que dices tiene bastante de verdad (Fernández Lizardi, Periquillo); […] una luz tibia, o por mejor decir, una luz incierta y blanquecina, que no tenía mucho de luz (Valera, Correspondencia).

La construcción con adjetivos cuantificados, en cambio, atribuye directamente una propiedad al individuo denotado por el nombre al que modifica el adjetivo. No son equivalentes, pues, Todo esto que dices tiene bastante de verdad y Todo esto que dices es bastante verdadero, de igual forma que contrastan una luz … que no tenía mucho de luz (en el ejemplo de Valera) y … una luz que no era muy luminosa.

20.6j También se aproxima en alguna medida la construcción adjetival con de (Tiene mucho de novedoso) a la correspondiente con verbo copulativo (Es muy novedoso), sin que se alcance la equivalencia absoluta. No suele usarse esta construcción con los adjetivos que expresan propiedades físicas (no suele decirse La casa tiene bastante de alto o El río tiene bastante de profundo), pero es común con los que denotan ciertas propiedades inmateriales. La estructura es algo más frecuente cuando estos adjetivos no se relacionan morfológicamente con sustantivos, o bien cuando los sustantivos existen, pero no se usan en el sentido que corresponde, como puede verse en los siguientes ejemplos:

Inútil es decir que había mucho de novelesco en todo aquello (Galdós, Sombra); Le fue subiendo el edredón hasta la barbilla, despacio, temiendo despertarla, mirándola dormir con un deleite más intenso porque tenía mucho de furtivo (Muñoz Molina, Ausencia); Incluso esos nombres tienen mucho de genérico, de nombres puramente abstractos (Levrero, Ciudad); Eso no tiene mucho de excepcional en mi caso (Marías, J., Batalla); Había mucho de atrayente en ese grupo social (Liendo, Platos).

Para las construcciones del tipo algo de misterioso, nada de particular, véase el § 20.3f.

 

Nueva gramática de la lengua española
Real Academia Española © Todos los derechos reservados

cerrar

Buscador general de la RAE