balde

Diccionario histórico de la lengua española (1933-1936)

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balde

 

balde. (Del port.; térm. marinero). m. Cubo [= vasija de figura de cono truncado invertido, con asa en el borde superior, que se emplea en las tareas domésticas].

                1482 (1966) Relaçión de la quenta (p.36): Dos baldes de cuero para enchir de agua las dichas botas.

                5-vi-1527 (1990) Protocolos de B.Justiniano i (1402, p.482): Blas Pérez, portugués, vecino de la villa de Conde, reino de Portugal, dice que ha recibido de Pero Hernández de Alfaro, vecino de Sevilla en collación de San Lloreynte, presente, una carabela nombrada «Todos Santos», de porte de hasta 70 o 75 toneladas aproximadamente, con los aparejos, armas y cosas siguientes: [...] 4 botas para brebaje, 1 balde, 1 barril de alquitrán [...]. 22-x-1555 (2000) Protocolos de D.Pérez ii (735, p.222): Partido de medias que Marcos Dalmau Roberto, vecino, hace con Jorgianes, vecino, presente, por tiempo de un año que comienza desde la fecha, de una viña, casa, lagar y aparejos que tiene en La Breña [...] con 25 cascos de botas, 2 cuartos, 2 foniles, 1 balde de palo, 1 tina de la bica del lagar [...]. 5-vii-1578 Viña et ál. Documentación azucarera («Inventario del ingenio de Taganana (Tenerife)», fol. 178): Iten dos baldes de madera de tea cada uno con su casco de hierro a hechura de tinas.

                1-iii-1601 (2000) Concierto para traer una nao (p.81): Yten, tres dosenas de platos de palo y dos dozenas d'escudillas de lo propio y seis baldes y doze galletas y media dosena de lanternas.

                1744-48 (1983) Viera y Clavijo Noticioso Sargo (p.124): [...] y de repente cae de una ventana sobre mí un balde de fregaduras de cocina que arrojó un mozo diciendo después de haber caído: «¡agua va!». 17-ii-1781 (1849) Viera y Clavijo Viaje a Italia y Alemania (2ª parte) (p.24): Cortose prontamente con baldes de agua y el emperador acudió en persona. 1793-1806 (1983) Escolar Estadística i (p.219): [La Gomera]. Comercio con Tenerife. [...] Baldes [...].

                7-vi-1810 (1976) Guerra Diario ii (p.210): Yo he comparado el amor al riego de un huerto en el cual hay que atender a la estación, a la naturaleza de las plantas, a la calidad del terreno. Un hortelano que sacando baldes de agua inundara las plantas sería la risa de todos, el que las dejara secar por el calor del sol sería reprensible. 1828-73 (1994) Álvarez Rixo Anales del Puerto de la Cruz (p.288): [...] hicieron abrir en la Plaza Concejil el pozo de este nombre, cuya agua aunque algo salobre, servía al pueblo en tiempo antiguo. Púsosele ahora bocal, baldes y molinete y fue de gran servicio. Ibídem (p.489): [...] advirtieron fuego en una de las puertas que miran al mar [...], acudiendo allí y con los baldes de los barquitos condujeron agua y lograron extinguir el comenzado incendio [...]. 1846 (1920) Lugo Coleczión (p.333): Balde, s.m. Cubo de madera para sacar agua de los pozos.

                1907 Millares San Joseph de la Colonia (p.13): Un poco más lejos estaba el pozo. La mampostería del brocal había perdido el encalado y las piedras se hallaban al descubierto, redondas y rojas. La cubierta era una tabla gruesa y pesada, medio podrida. No había polea. El balde de madera se introducía á mano, pendiente de una soga arrollada en el suelo, como una serpiente. 1908 (1978) Guerra La Lapa (p.61): Los chicos hablaban del miedo que La Lapa tenía al agua. No se acercaba a un aljibe destechado ni a tirones y cuando oía el rumor del agua, al sacarla en el balde para que aplacara la sed, el dulce rumor al agitarla, el chasquido de las gotas al resumirse y caer, le producía escalofríos y se echaba a temblar casi como un epiléptico. 1911 (1980) Guerra Junto al brocal (p.55): Era una gloria asomarse al brocal y sentir en el rostro el embate de las aguas embalsadas y oírlas abajo, en la oscuridad del aljibe, moverse, cuando las agitaba la sacudida del balde, con un dulce vaivén de pereza [...]. 1926 Millares Canariadas (p.112): Un burro bebía en un buen balde de bambú. 1928 Rial Sed (p.71): Cho Tomás bebió en el balde, que con su sabor a cinc hacía el agua más pasable, y vertió el sobrante en el barril por el ancho embudo de madera; Cipriano esperó vez, y después de beber siguió llenando los vasijos. 1932 T. de A. Tenerife (p.100): El 2 es un balde para recoger el agua; quizá sea un útil marino habría que saber dónde se encontró, como los que se emplean para achicar las embarcaciones pesqueras. 1946 Pérez Vidal Edición de Lugo (p.63): La única diferencia en su uso entre la Península y Canarias parece consistir en el carácter predominantemente marinero que tiene [balde] en aquella véase Dicc[ionario de la] Acad[emia] y el general y exclusivo que en las Islas tiene frente a «cubo», voz usada únicamente en ellas por peninsulares o por canarios ultracorrectos. 1947 Régulo Pérez Reseña ed. de Lugo (p.254): [...] en Garafía se dice siempre «el cubo de la aljibe, el cubo del agua» y con menos frecuencia el balde. 1948 (1969) Guerra Cuentos ii (p.65): Sobre un andamio había un balde con una lechada de polvos azules, sobrante del albeo de un zócalo. 1952 Pérez Vidal Influencias marineras (p.14): Balde. m. Cubo para agua. La influencia marinera se muestra en el uso exclusivo de la voz balde frente a cubo, que sólo se oye en boca de peninsulares o canarios ultracorrectos. 1955 Perdomo El puerto de la Luz (p.59): Por la escalinata estrecha de olores marcados donde Ramón tiraba siempre el balde apareció, en efecto, una figura que parecía humana. 1959 Alvar Tenerife (p.132): balde 'cubo' ([La] Lag[una]).

¨Que se trata de un término de origen marinero lo ratifica el drae-01 al definir la palabra como «En las embarcaciones especialmente, cubo que se emplea para sacar y transportar agua». En América tiene también la misma difusión que en Canarias, debido a este origen náutico. La primera documentación que ofrece el dcech i (s.v. balde ii) es del año 1587, y corresponde al vocabulario que Diego García de Palacio incluía en su Instrucción náutica para navegar. En Canarias ya está usada en 1482, debido a la influencia portuguesa en las islas, ya que, además, según el citado diccionario, «lo probable es que el balde castellano venga del portugués, como tantas voces marítimas». Laguarda (p.35), en su estudio de la palabra, aporta datos de sumo interés para su cronología histórica. Escribe que «En el inventario de la nao San Cristóvão realizado en Lisboa en 1416 se enumeran, entre otras cosas, "dous baldes pera augua" (Joan Martins da Silva Marques, Descubrimentos portugueses. Documentos para a sua história, Lisboa, 1944, vol. i, pág. 243). Esta cita resulta confirmada por la presencia de la voz en la Crónica dos feitos da Guiné de Gomes Eanes de Zurara donde se lee: "Lançaron logo seu balde ao mar e provaram a augua, de que todos beberam" (ed. Lisboa, 1949, t.ii, cap.lx, pág.261). Estas dos citas precolombinas permiten afirmar que balde pertenece al idioma portugués; un siglo después, en las listas de los trabajos realizados en Sevilla en las naves que iban a partir al mando de Hernando de Magallanes (1519) no aparece la voz balde y sí cubo (Documentos relativos a las islas Filipinas, Barcelona, 1919, t. ii, pág. 102), lo que indica que el vocablo no había penetrado aún en España. Es innegable que balde pertenece al léxico marinero pues todos los usos documentados del siglo xvi se encuentran en escritos referentes a naves. (El inconcluso dhle de la r.a.e. trae citas de Lope de Vega y Estebanillo González sobre balde). El ejemplo de García de Palacio acredita el empleo temprano de balde en América (pues García de Palacio era oidor de la Audiencia de Méjico y su obra fue impresa en esa ciudad)». Estos datos confirman, pues, la tesis de que la palabra pasó pronto a las islas, siguiendo la doble vía del portugués y el uso marinero, para generalizarse luego también en América.

 

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