esclerótica

Se documenta por primera vez, con la acepción de 'membrana dura, opaca y blanquecina que cubre el globo del ojo', a finales del siglo XV, en la anónima Traducción de la Cirugía mayor de Lanfranco (1495) y en la también anónima traducción de la Cirugía de Cauliaco (1498), y se atestigua hasta la actualidad. En la primera etapa se registran las variantes gráfico-fonéticas sclirotica o esclirótica, si bien ya J. de Pineda (en Diálogos familiares de la agricultura cristiana, 1589) alterna esclirotica y esclerótica, recuperando así una forma acorde con el étimo griego al que ha de remontarse esta familia léxica: sklērós 'duro'. En el Memorándum elemental de zoología de A. González Fernández se atestigua la forma exclerótica, quizá debida a contaminación con el prefijo ex-, pues se trata de la membrana exterior del ojo. Parece que la palabra, que enseguida se impone a la combinación túnica esclerótica (atestiguada desde 1495, en la Traducción del Lilio de Medicina de Gordonio), vive un período de latencia durante el siglo XVII y gran parte del XVIII, y aflora de nuevo en los textos a partir de 1786, en el Memorial literario, instructivo y curioso de la Corte de Madrid. En ese período aparentemente inactivo, pudo quizá, al menos en textos no especializados ceder terreno ante la forma blanco del ojo o de los ojos. Su sinónimo, esclera, poco frecuente, se registra desde en 1928, en un artículo publicado en la España Médica (Madrid).