aguachento
Diccionario histórico de la lengua española (1933-1936)
Diccionario histórico de la lengua española (1960-1996)
Diccionario histórico del español de Canarias
aguachento, ta, aguasiento. (Del port.). adj. Aguanoso [= con exceso de agua]. Apl. especialmente a la fruta y a otros alimentos insípidos por exceso de agua.
1799-1812 (1982) Viera y Clavijo Diccionario (p.344): Peral [...]. Tenemos una prodigiosa variedad de peras: [...] la pera aguachenta, la pera buencristiano, etc.
vii-1867 Álvarez Rixo Las papas (nº 6, p.47): El año demasiado invernoso suelen producirse algunos piés de papas degeneradas, á las cuales nuestros campesinos denominan borrachas, cuyo color es blanco, amarilloso, trasparente, y por dentro aguachentas y sin gusto, por lo cual los labradores cuidadosos las van separando á fin de que no se propaguen, y las echan á los cerdos. a1887 (1993) Maffiotte Glosario (p.28): Aguachento, ta. adj. Aguanoso; que tiene mucha agua; se dice de las frutas insípidas por tener demasiada agua. Ú.t. en Cuba.
1959 (1960) Hernández Martín Sancocho (p.41): Antes que ná, pá que cogiera el mejor gusto, le sacó una buena tasa pá la resién paría, que se la bebió tan repudiosa como si tuviera ascua, porque desía que aquello no le sabía a naíta, como no fuera a un aguasiento escarducho de papas, sin más grasas ni más náa.
¨En el drae-01, con la etimología «De aguacha», se recoge este adjetivo con dos acepciones, una para Canarias y América, referida a la fruta o a otros alimentos insípidos por exceso de agua, y otra solo para América: «Impregnado, empapado o lleno de agua», también conocida y usada en las islas. La voz se había incluido en la edición del drae-25 como exclusiva de América, pero el académico correspondiente José Pérez Vidal en 1971 envió a la Academia la propuesta de la localización canaria y en febrero de 1984, aunque ya había sido aprobada esta modificación por el pleno, volvía a insistir: «A la indicación geográfica Amér., se debe añadir Can. Es general en estas islas». El dhle registra, para la primera acepción académica, un primer ejemplo fechado en 1841, y para la segunda, en 1898. Los primeros registros del corde corresponden a esta última acepción y adelantan su documentación a 1872. Desde el punto de vista canario hay que destacar el que corresponde al Diccionario Enciclopédico editado por Zerolo et ál., en París, en 1895, ya que anota que «Se usa en Canarias y en Cuba y otros puntos de América». Puede pensarse que la palabra partió de Canarias y que en América no solo se generalizó sino que adquirió nuevas acepciones, como ocurre en Colombia, donde se aplica a un terreno «que se anega o inunda con facilidad» (Haensch/Werner Dicc. col.). Otras varias se recogen en el damer. La variante es una simple alteración fonética.
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ISBN 978-84-88366-95-5 (o.c.)978-84-88366-93-1 (v.1) 978-84-88366-94-8 (v.2)
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