Morfología

6. La derivación nominal (II). Otros derivados

6.12 Nombres de lugar, tiempo y conjunto (I). Los sufijos -ía, -ería, -erío, -al, -ar y sus variantes. Sufijos vocálicos

6.12a En las secciones precedentes se relacionaron los nombres de persona con los de instrumento y lugar porque varios sufijos coinciden en expresar esos significados. En esta otra se relacionan los de lugar con los de grupo porque —como se verá— también son varios los morfemas derivativos que denotan ambas nociones. Los sufijos que aportan un significado colectivo, como los que se analizan en esta sección, reciben tradicionalmente el nombre de sufijos de sentido abundancial. El sufijo -ía forma, como se explicó (§ 6.3a y ss.), nombres de cualidad o condición, como en gallardo > gallardía. Cuando los nombres que expresan estatus o condición tienen base nominal, es frecuente que sean compatibles con la interpretación de lugar. Así, concejalía designa el cargo de concejal o el lugar en el que el concejal desarrolla su actividad. En la misma situación están abadía, alcaldía, cancillería, capitanía, comisaría (de comisario), corresponsalía, mayordomía, notaría, tesorería y otros derivados, al margen de que pese más en la conciencia lingüística de los hablantes uno u otro sentido. Se obtiene la interpretación de grupo en otros derivados en -ía, como en feligresía (‘conjunto de feligreses’), marinería, cofradía, ciudadanía, jerarquía (aunque el conjunto designado no sea siempre de jerarcas) o policía. El último es opaco morfológicamente porque es herencia del latino politīa (‘organización política’, ‘gobierno’), derivado a su vez del gr. politeía (‘limpieza’). Artillería puede designar el conjunto de artilleros, pero también de proyectiles o de otras cosas que se lanzan y, en tal caso, es opaco morfológicamente: Los cómicos más renombrados del mundo basaron toda su artillería en la utilización de la sutileza, el sarcasmo, y el contraste (Carbonell, Apaga).

6.12b Se usan asimismo como nombres colectivos otros sustantivos en -ía, como guardarropía, mercancía, repostería, entre otros, y también varios de los formados con las bases compositivas -grafía y -logía11.10). Designan, pues, diversas agrupaciones (en alguno de sus sentidos) los sustantivos bibliografía, discografía, iconografía, simbología, sintomatología, terminología, tecnología, además del más opaco patología (‘conjunto de síntomas de una enfermedad’). Se asimila a este grupo el sustantivo anatomía en expresiones como […] el conjunto de su anatomía, codos, rodillas y tobillos incluidos (Tiempo [Col.] 31/3/2009). Existe, por otra parte, una tendencia general a interpretar los nombres de las disciplinas como agrupaciones de sus contenidos. Así, el sustantivo poesía puede designar el conjunto de una obra poética; mitología, el conjunto de los mitos, y cinematografía puede hacer referencia a un conjunto de películas: […] un largometraje que no solo ha conseguido llegar a los cines europeos, sino convertirse en el de mayor éxito de toda la cinematografía neozelandesa (Mundo [Esp.] 11/3/1995). Esta tendencia se extiende a los sustantivos formados con otros sufijos, como en la arquitectura por ‘el conjunto de los edificios’. Se observa cierta tendencia a extender, con algunas restricciones, el uso del nombre de la disciplina al del objeto que estudia o abarca (climatología por clima o geografía por territorio: Recorrió en poco tiempo toda la geografía española). No se aconseja esta extensión en aquellos casos en que pueda dar lugar a confusión entre el significado de los términos empleados. En todo caso, se registran ciertos usos estilísticos que están basados en dicha extensión de significados:

El viento tranquilizaba toda la geografía azul del cielo (Egido, Corazón); Le envolvió en una mirada singular […] recogiendo en tangente toda la geometría interior de su vida (Arlt, Locos).

6.12c Como se explicó en el § 6.3i, los sufijos -ía y -ería son diferentes, aunque existan relaciones entre ellos. Se reconoce el primero en el citado mariner-ía (conjunto de marineros) y el segundo, en cristal-ería (conjunto de cristales, no de cristaleros). Son también diferentes, pero ambos forman nombres de grupo, los sufijos -ío (gentío, monjío, mujerío) y -erío (griterío, mocerío, vocerío y otras voces que se analizarán en los § 6.12l y ss.). Los sustantivos en -ería que denotan lugares, establecimientos y conjuntos se estudiarán en los apartados siguientes.

6.12d El sufijo -ería se analizó en los § 6.3k y ss. en cuanto que forma sustantivos de cualidad o condición (su galantería), así como otros que denotan hechos o dichos en los que esa noción se pone de manifiesto (una galantería), y también ramas o ámbitos profesionales diversos, como en dedicarse a la ganadería. Este sufijo es sumamente productivo para crear nombres de establecimiento (cervecería) y de conjunto (palabrería). Ambos sentidos están presentes en un buen número de derivados. Así, sedería designa un conjunto de prendas de seda. Alterna con mercería (‘tienda en que se venden alfileres, botones, etc.’) en México y en algunos países de las áreas centroamericana y caribeña. De forma similar, toldería designa un conjunto de toldos o una tienda de toldos. La misma conjunción de acepciones se obtiene en cordelería, grifería, tablería, tortillería y otros derivados.

6.12e Forman un extenso paradigma los sustantivos en -ería de base nominal que designan tiendas, puestos callejeros, comercios, talleres y otras dependencias en las que se expende, se fabrica o se repara algo: Y tiendas y más tiendas, almacenes, refresquerías, misceláneas, camiserías, yerberías, carnicerías […], y peleterías, tiendas de ex votos y parafinas, licorerías […] (Paso, F., Palinuro). La considerable productividad de este sufijo hace que aumente periódicamente el número de derivados en función de la creación de nuevos establecimientos y servicios. A ese extenso grupo de sustantivos de base nominal pertenecen los siguientes, entre otros muchos:

acerería, aguardentería, boletería, bollería, cajería (de caja), cevichería (también cebechería), chanchería (de chancho), chichería (de chicha), choricería, confitería, cruasantería, dulcería, espadería, farolería, güisquería (también whiskería), hamburguesería, heladería, joyería, lechería, librería, locería (de loza), lomillería (de lomillo), maderería, maicería (de maíz), mezcalería (de mezcal), mueblería, pajería (de paja), panadería, papelería, pasamanería (de pasamano), pastelería, perfumería, pescadería, pizzería, pollería, prendería (de prenda), pulpería, quesería, relojería, salchichería (también salchichonería, en México), salsería, sidrería, tabaquería, tamalería, taquería, tequilería, tonelería, tortillería, zapatería.

6.12f Se usa pupusería (de pupusa ‘cierto tipo de tortilla’) en buena parte de Centroamérica: En los municipios de San Salvador, Soyapango, Apopa y Santa Tecla es donde hay más pupuserías (Diario de Hoy 4/12/2007). Se emplea disquería (‘tienda de discos’) en Chile, parte de Centroamérica y del área andina y en el Río de la Plata, entre otras áreas: El tema suena más de diez veces por día en las radios, se escucha en cada disquería de cada barrio (Clarín 14/2/1997), pero se prefiere disquera (o bien alternan ambas denominaciones) en el Perú, y también en El Salvador y en otros países centroamericanos. De yuyo (‘mala hierba’, en las áreas rioplatense y andina) se deriva yuyería. Se usa rebocería (de rebozo) en México; fritadería (de fritada) en el Ecuador, y fritanguería (de fritanga) en Colombia, México y parte de Centroamérica: Salía a las fritanguerías del estadio El Campín y devoraba platos de morcilla, bofe, chorizo, longaniza y papa criolla hasta perder el sentido (Gamboa, Páginas). Existen otros muchos sustantivos de este grupo restringidos a ciertas áreas lingüísticas. No es extraño, por otra parte, que un mismo establecimiento se designe con nombres distintos en áreas diferentes, como sucede con tabaquería, cigarrería y estanco; plomería, fontanería y gasfitería, o los citados disquería y disquera. A partir de la forma coloquial bocata6.11n); se ha formado bocatería, que alterna en España con bocadillería: 25 000 metros destinados al ocio y la restauración (salas de cine, restaurantes, bocaterías, pizzerías) (Diario Navarra 11/1/2001).

6.12g Tienen base verbal destilería, refinería (aunque este podría asociarse con el sustantivo refino), guardería, el desusado fundería (de fundir) y —en opinión de algunos autores— también los sustantivos terminados en -ndería, a pesar de que suelen estar relacionados con derivados en -dero/-dera, como lavandería o amasandería (de amasar), este último usado en Chile: Va entonces al molino a cumplir su turno en la amasandería (Serrano, M., Corazón). El gran número de nombres de establecimiento formados en -ería contrasta con el reducido grupo que constituyen los que hacen referencia a otros tipos de lugares, como judería, leprosería o lobería. El último designa en Chile y parte de las áreas andina y rioplatense el paraje en el que abundan los lobos de mar, y también el recinto en que se los ubica: El Jardín Zoológico inauguró ayer un acuario, una lobería y una pingüinera climatizada (Clarín 15/1/1997).

6.12h Son escasas las alteraciones morfofonológicas en los sustantivos derivados en -ería. Hay alternancia vocálica en nieve > nevería, que se intercambia con heladería en México y Centroamérica, así como con sorbetería (de sorbete). No hay alternancia vocálica en huevo > huevería ni en hierba > hierbería (también yerbería en Chile, la Argentina y el Uruguay, entre otros países); se prefiere herboristería (del fr. herboristerie, pero derivable de herborista) en otras áreas. Se obtiene la alternancia /ué/ ~ /o/ en hsped > hospedería, y la alternancia /ié/ ~ /e/ en cubierto > cubertería6.12l). La supresión de la vocal final es regular en correa > correería (‘tienda de correas’), distinto de correría (‘viaje o aventura’). Está documentada la forma utillería, calco del francés outillerie, pero se recomienda emplear en su lugar la variante utilería (asociada en algunos países con el sustantivo útil). Contrastan peletería (formada sobre peletero, calco del francés pelletier) y pelería (de piel). De ‘conjunto de pieles’, esta última voz ha pasado a significar ‘desastre, descalabro’ en el español conversacional chileno: […] unas ganas locas de superar la pelería que ha dejado el diluvio (Cuarta 5/6/2002).

6.12i Son opacos morfológicamente el citado mercería (del cat. merceria, derivado del lat. merx, -cis ‘mercancía’) y, en parte, también droguería, en cuanto que la acepción de droga como ‘sustancia que se emplea en la medicina, en la industria o en las bellas artes’ no suele estar presente en la conciencia lingüística de los hablantes. Son en parte opacos rosticería (del it. rosticeria, aunque podría relacionarse con rostizar), lotería (del fr. loterie), lencería (hoy es rara la primera acepción del DRAE: ‘conjunto de lienzos’) o escudería, en el sentido de ‘conjunto de automóviles de un mismo equipo de carreras’. El sustantivo que constituye la base de los derivados en -ería que designan establecimientos hace referencia a menudo al representante de un conjunto de productos, no al único con el que se comercia, como en papelería, bizcochería (usado en parte del Caribe continental) o mediería (de media), empleado en el Uruguay.

6.12j Muchos nombres de establecimiento terminados en -ería se relacionan con sustantivos en -ero/-era6.8i y ss.), pero es polémica la cuestión de si ese vínculo es solo lexicográfico o también morfológico. Si tapicería, carnicería, carbonería, peletería y vidriería se derivan respectivamente de tapicero, carnicero, carbonero, peletero y vidriero, el sufijo que se aplica es -ía, pero si proceden de tapiz, carne, carbón, piel y vidrio, el sufijo será -ería (recuérdese el § 6.12a). La primera opción parece apropiada en peluquería (asociada, por lo general, con peluquero, no con peluca), pero no es tan clara en los demás casos. En la conciencia lingüística de los hablantes suele pesar más la relación entre los derivados en -ero y -ería (cerrajero y cerrajería) que la que existe entre la forma en -ería y la base nominal a la que se adjunta (cerraje y cerrajería).

6.12k Se aplican las mismas consideraciones a pares como chamarilero y chamarilería (aunque existe el verbo chamarilear); ropavejero y ropavejería (aunque existe ropavieja, con un sentido distinto al de ropa vieja); ferretero (de ferrete ‘cierto instrumento de hierro’) y ferretería; carpintero y carpintería; cochinero y cochinería, y a otros muchos pares similares. En cambio, cervecería se asocia en el análisis sincrónico con cerveza, aunque exista cervecero; tintorería con tinte (hasta el punto de que pueden usarse como sinónimos, como sucede en España), aunque exista tintorero, y dulcería, con dulce, aunque exista dulcero. La relación entre nombres de oficio y nombres de establecimiento es igualmente clara en sastre > sastrería; florista > floristería, o ebanista > ebanistería, entre otros derivados. La polémica mencionada en el apartado anterior se extiende ocasionalmente a los sustantivos en -ería que designan grupos. De hecho, cabe pensar que ambas soluciones puedan ser correctas en algunos casos. Como explica el DRAE, fusilería denota un conjunto de fusiles o un conjunto de fusileros; espingardería, un conjunto de espingardas o un conjunto de espingarderos, etc.

6.12l Los nombres en -ería que designan establecimientos y otros lugares son contables (§ 12.2): dos panaderías. Los que designan conjuntos pueden ser contables o no contables. Así, un grupo de cubiertos es una cubertería (cubertería es nombre contable), pero un conjunto de ciertas prendas femeninas no es una lencería, sino lencería (nombre no contable, al igual que ropa). Como se explica en el § 12.2, los nombres no contables son continuos más que propiamente colectivos. El paradigma de los nombres contables en -ería que designan agrupaciones es más nutrido que el de los no contables: una mantelería, varias sillerías, dos cristalerías, estas estanterías, etc. Se usan como nombres no contables los sustantivos que se subrayan en estos ejemplos:

Su padre le dejó mucha pedrería fina de diamantes y topacios (Galdós, Episodios); En un partido polémico, de poco fútbol y demasiada palabrería, Cruz Azul y Morelia empataron hoy a uno (Diario Yucatán 8/9/1996); La muestra hace un repaso por toda la imaginería que caracteriza los memorables vestidos de esta diseñadora (País [Esp.] 6/5/2000); Entre pedacería de plumas, fieltros y pelusas, halló lo que durante tantos años había estado buscando (González, E., Dios).

Algunos de ellos pueden pertenecer a los dos grupos. Recuérdese (§ 5.1g) que los nombres de cualidad (tontería, ñoñería) son no contables, pero se reinterpretan como contables cuando designan hechos o dichos (una tontería, varias ñoñerías). Como la mayor parte de los nombres de grupo en -ería son contables, el proceso que se observa aquí es el contrario: Se acumula mucho polvo y mucha cacharrería en la carrera fulgurante de un hombre de Estado (Mundo [Esp.] 27/4/1996).

6.12m Designa un conjunto de cayos (‘ciertas islas’) el sustantivo cayería. Se refieren a conjuntos de utensilios, instrumentos o accesorios interpretados como agrupaciones de cosas materiales cristalería, cubertería, estantería, fardería, grifería, lacería, lancería, lencería, mantelería, trapería; a agregados de elementos arquitectónicos u ornamentales, arquería, broncería, gradería, sillería, tracería. Tienen sentido despectivo los derivados que designan conjuntos de manifestaciones verbales: chillería, gritería, palabrería, vocería o paluchería (de palucha ‘cotilleo, parloteo’, usado en Cuba): Esa labia de los africanos no es siempre un vano parloteo o palucha, como decimos en Cuba, donde tanto abunda la paluchería (Ortiz, Música). Suelen adquirirlo los que se refieren a conjuntos de personas, como chavalería, chiquillería, frailería, muchachería, rapacería, zagalería o pobrería, este último usado en parte de Centroamérica. Ese rasgo está a veces integrado en el significado de la base, como en golfería, granujería, morería. No tienen interpretación peyorativa marinería ni el ya opaco infantería.

6.12n Algunos derivados en -ería alternan con formas en -erío para designar grupos: gritería ~ griterío; vocería ~ vocerío; vocinglería ~ vocinglerío; palabrería ~ palabrerío: Detrás de todo el palabrerío sobre el valor único e insustituible […] (Rangel, Tercermundismo); gradería ~ graderío; latería (‘conjunto de latas’) ~ laterío; viguería ~ viguerío: Levantó los ojos hacia el viguerío del techo (Vázquez Montalbán, Rosa). Se distinguen, en cambio, pedrería (‘conjunto de piedras preciosas’) y pedrerío (‘conjunto de piedras sueltas’): Acorralados en tierras de pedrerío y polvareda […] (Galeano, Bocas). El sufijo -erío forma otros muchos nombres de grupo. Como sucede con los derivados en -ería6.12m), las formas en -erío que se refieren a conjuntos de personas o animales adquieren, según los casos, una connotación irónica, un matiz de distancia o displicencia o un sentido abiertamente despectivo: mosquerío, pulguerío, mocerío, pobrerío (aunque existe pobrero), piberío (en el Río de la Plata), rojerío (de rojo ‘izquierdista’, usada en España, al igual que facherío, cutrerío) y viejerío, registrada en México, Centroamérica, el Caribe continental y el Río de la Plata: Pero era al menos un muchacho, no otro viejo más entre el viejerío (Vallejo, F., Fuego). Se usa asimismo genterío en algunos países del área caribeña: Freddy se acercaba, él también, a escuchar, casi en puntillas, como temiendo que con su presencia todo aquel genterío comenzara a correr despavorido (Vergés, Cenizas). Junto a gentío ~ genterío, se registran las alternancias monjío ~ monjerío y mujerío (español general) ~ mujererío (registrado en México, Centroamérica y el Río de la Plata, entre otras áreas).

6.12ñ Con los nombres que designan conjuntos de cosas no es tan marcada la presencia de la connotación despectiva a que se alude. Está ausente, o es más débil, en muchos de los derivados de este grupo, casi todos más usados en América: frasquerío (‘conjunto de frascos’), lagunerío, lucerío (‘conjunto de luces’), posterío, raicerío, rancherío (de rancho ‘casa pobre, chabola’) o roquerío. Se asimila a este grupo caserío en el sentido de ‘conjunto de casas’. La interpretación colectiva del sufijo -erío es especialmente productiva en la lengua conversacional de muchos países americanos, casi siempre con cierta connotación irónica o festiva:

Quitó los sellos de la urna y volcó el papelerío sobre la mesa (Somers, Retrato); ¡Qué can, Dios santo, qué fiesterío […]! (Vergés, Cenizas); El camión de la basura con su pestilencia ahí parado, interrumpiendo el tráfico, el carrerío con su escándalo de claxons atrás porque quiere pasar […] (Sur [Méx.] 26/12/2006); Y pues sí, su marido tenía razón, pero privarse del diario comadrerío edificante con su madre, hermanas y cuñadas era mucho pedir (Elizondo, R., Setenta); Los ánimos de la comitiva se enardecieron al divisarse el lucerío de los coches que venían (Vega, A. L., Crónicas); La “Pampa gringa”, más pampa que nunca durante los aguaceros de otoño de aquella parte de Córdoba, albergaba todavía un bicherío alado (Najenson, Memorias).

6.12o Al extenderse la productividad de este sufijo a la formación de derivados deverbales que constituyen nombres de evento (sobre todo en el español americano), se acentúa la idea de acumulación o persistencia de lo que molesta o incomoda, perceptible en muchos de estos sustantivos. Se distingue así ladrido de ladrerío (de ladrar) o tráfico de trafiquerío, entre otros pares semejantes:

De todos los rincones han salido perros y suman un ladrerío infernal (Codina, Guerrilleros); Estoy aquí a la vuelta y hay un trafiquerío de locos (Mastretta, Breviarios).

La expresividad de tales matices ha acentuado la notable productividad del sufijo en los últimos tiempos, especialmente en la pluma de escritores y periodistas:

El soperío empezó a crecer y se extendió por toda la mesa (Lindo, Road); Todo este embelequerío acarreaba más fatigas y sinsabores (Draghi, Hachador); Vibró en el aire un trompeterío con ayes y quiebros de saeta (Muñoz Molina, Misterios); Le perdono hasta el cutrerío espeso que siempre la rodea (Mundo [Esp.] 9/11/1995); Hubo disidentes, cosa comprensible si se tiene en cuenta que hace un ejercicio abusivo de truquerío digital (País [Esp.] 20/2/1999).

6.12p La estrecha relación entre los conceptos de ‘lugar’ y ‘conjunto’, que se comprobó en los apartados anteriores, se extiende a los sufijos -ario6.8v) y -ero6.8i y ss.). Así, el sustantivo vecindario designa un lugar, pero también un conjunto de vecinos. Designan cosas (casi siempre materiales) que se conciben como agrupaciones de otras una larga serie de sustantivos en -ario. Pertenecen a ella los siguientes derivados, entre otros:

anecdotario, aulario, bestiario (‘colección de relatos de animales’ en la literatura medieval), cuestionario, diccionario, epistolario, glosario, ideario, mobiliario, muestrario, osario, poemario, recetario, relicario, sermonario, talonario y temario.

Los sufijos -ero y -era dan lugar a paradigmas similares, a veces difíciles de deslindar de los nombres de contenedores a los que se hizo referencia en el § 6.8s: cajonera, cancionero, cristalera, fichero, mosquitero (‘conjunto de mosquitos’ en El Salvador, Honduras, Panamá y otros países centroamericanos), perchero, refranero, romancero. Designan árboles o plantas albaricoquero, alberchiguero, alcachofera, alcanforero, avuguero, cocotero (con la variante -tero o el interfijo del que se habló en el § 6.8m), duraznero, grosellero, jitomatera, junquera, limero, limonero, melocotonero, membrillero, morera, pimentero, pistachero, platanera, sombrerera (en uno de sus sentidos), tomatera, zacatera (de zacate). La relación entre el nombre de árbol o planta y el que designa un terreno poblado o sembrado de ellos se analiza en el § 6.12v.

6.12q Con los sufijos -al y -ar se forman muchos sustantivos que designan árboles o plantas: pera > peral; nuez > nogal (con base supletiva: lat. tardío nucālis); plátano (en uno de sus sentidos) > platanar; cereza > cerezal, además de cerezo. También denotan terrenos plantados o sembrados, como azafranal (‘terreno plantado de azafrán’) u olivar (‘sitio plantado de olivos’). Se retomarán estos derivados en el § 6.12u. Se originan asimismo con estos sufijos nombres que se refieren a lugares en los que abunda algo, como en abrojal, basural, escorial, hierbazal (también herbazal), lodazal, pedregal. Otros sustantivos de este grupo denotan conjuntos o agrupaciones: costillar, dineral, instrumental, historial, platal. Se forman con bases adjetivas humedal, fresquedal, así como sequedal, secadal y secarral, entre otros sustantivos que indican lugares.

6.12r Unos pocos sustantivos denominales terminados en -al y -ar designan utensilios o instrumentos: dedal, pedal, cabezal, manillar. Se ha observado que en la sustantivación de adjetivos en -al o -ar suele intervenir la omisión de un nombre, como en un (teléfono) celular, una (letra) inicial, una (tarjeta) postal, una (carta) pastoral (o credencial), una (virgen) vestal, un (hueso) frontal o parietal, una (línea) espiral, un (diente) molar. Entre los muchos adjetivos en -al que se sustantivan como nombres de persona cabe señalar criminal, intelectual, liberal, mortal, profesional y congresal, el último usado en Chile y el Río de la Plata: El número de congresales disminuyó y solo quedamos los fieles (Borges, Libro). También se emplean como sustantivos, pero no se consideran voces derivadas en el análisis sincrónico, leal, general o igual (sus iguales). Se examinan otros adjetivos sustantivados terminados en -al y -ar en el § 13.7.

6.12s Como en el caso de los adjetivos (§ 7.7k), la elección entre -al y -ar en los nombres derivados está sujeta muy a menudo a un proceso fonológico de disimilación. El sufijo elegido es -ar si la consonante líquida más próxima en la base léxica es l o ll. Se prefiere, en cambio, -al si esa consonante es r. Esta última es la situación más frecuente. Se subrayan las consonantes líquidas opuestas en los ejemplos que siguen:

abrojal, alcornocal, arenal, arrozal, berenjenal (más usado en sentido figurado), brezal, cañaveral, carrascal, cerezal, chircal (de chirca), corozal (de corozo ‘palmera’), faragual, frijolar, garabatal (de garabato ‘cierto arbusto’), lentejar, limonar, melocotonar, melonar, olivar, palmeral, palomar, parral, pedregal, pedriscal, peral, pizarral, porotal (de poroto), quebrachal (de quebracho), retamal, trigal, yerbal (o hierbal), yerbatal.

Se registran algunas excepciones, siempre a favor de -al: gamelotal (de gamelote); helechal; llantal (de llanta); malezal (de maleza); polvazal (de polvo), usado en Centroamérica; quelital (de quelite); robledal. No obstante, algunas bases nominales que contienen consonantes líquidas aceptan las dos opciones (alfalfal ~ alfalfar; arvejal ~ arvejar; avellanar ~ avellanal; calabazar ~ calabazal; platanal ~ platanar). Existen asimismo algunos dobletes formados con bases que carecen de las consonantes l, ll o r: abetal ~ abetar; alisal ~ alisar (de aliso); cañal ~ cañar; castañal ~ castañar; encinar ~ encinal; manzanal ~ manzanar; patatal ~ patatar; pitayal ~ pitayar (de pitaya). En los demás casos, la variante elegida es -al, como en ocotal (de ocote), papal (de papa), papayal, pital, sandial o zacatal (de zacate), con muy escasas excepciones: habar y pinar.

6.12t Se obtienen alternancias vocálicas en cnaga > cenagal y en hueco > oquedal. El sufijo -al posee algunas variantes: se elige -edal en boje > bojedal; carpe > carpedal; hueco > oquedal; lama (‘cieno’) > lamedal; roca > roquedal; rosa > rosedal (distinto de rosaleda); sauce > saucedal (también sauzal); seco > sequedal (también secadal, quizá por analogía con secarral); laurel > lauredal (con pérdida del segmento -el), entre otros derivados: Así la soñó Leonor esa noche: ciega, guiada por un enorme perro con cara de hombre sorteando un lauredal rumbo a un confín oscuro (Aguilar Camín, Error). Se elige -izal en ají > ajizal; barro > barrizal; canto > cantizal; cují > cujizal; pasto > pastizal. Se adopta -azal en hierba > herbazal y en lodo > lodazal, todos con bases bisílabas. Entienden algunos autores que en estos casos se insertan interfijos, por tanto -ed-al; -iz-al; -az-al.

6.12u Denotan lugares poblados por árboles o plantas un buen número de sustantivos formados con los sufijos -edo y -eda:

ablanedo (de ablano ‘avellano’), acebeda (también acebedo ‘sitio poblado de acebos’), alameda (‘sitio poblado de álamos’, pero también ‘paseo arbolado’), aliseda (también alisal), arboleda (antiguamente también arboledo), arcedo (de arce), avellaneda (también avellanedo y avellanar), bejuqueda (también bejucal), bujedo (también bujeda y bojedal, de boj), cañedo (también cañaveral, derivado de cañavera), castañedo (también castañar y castañeda), cereceda (también cerezal), espinaredo (de espino, también espinar), fresneda, hayedo (también hayal), lloredo (de laurel, con posible influjo del catalán llorer), moraleda (de moral), nopaleda (también nopalera), olmeda (también olmedo), peraleda (antiguamente pereda), pinedo (también pinar), piorneda (de piorno), pobeda (de pobo ‘álamo blanco’), rebolledo (también rebollar, de rebollo), robledo, rosaleda, saucedo (también salcedal, con consonantización de la vocal velar, lat. salix, -ĭcis ‘sauce’), viñedo.

Varios de estos derivados han dado lugar a apellidos: Acevedo, Alisedo, Avellaneda, Castañeda, Cereceda, Moraleda, Olmedo, Rebolledo, etc.

6.12v Se distinguen, por lo común, en español el nombre del fruto, el del árbol o la planta y el del terreno plantado o sembrado. Muchos de los sustantivos mencionados en el apartado precedente corresponden al esquema «árbol o planta > terreno plantado o sembrado»: olmo > olmedo; haya > hayedo, al igual que en junco > juncal o junqueral; cañavera > cañaveral. A la pauta «fruto > árbol o planta > terreno plantado o sembrado» corresponden las series siguientes:

castaña > castaño > castañedo, castañeda o castañal; higo > higuera > higueral; manzana > manzano > manzanal; mora > moral > moraleda; naranja > naranjo > naranjal; nuez > noguera > nogueral; pera > peral > peraleda.

No obstante, el nombre del terreno plantado o sembrado no se deriva siempre del nombre del árbol o la planta. La serie tomate > tomatera > tomatal es correcta en términos semánticos (un tomatal es un terreno plantado de tomateras), pero tomatal se deriva morfológicamente de tomate, no de tomatera. Lo mismo cabe decir de la serie durazno > du raznero > duraznal, puesto que un duraznal es un terreno poblado de durazneros, y un duraznero es un árbol que da duraznos. El nombre del árbol y el de su fruto coinciden en plátano (aunque para el primero también existe también platanera) y en membrillo; el del árbol y el terreno plantado en manzanal (equivalente a manzano en uno de sus sentidos). Del mismo modo, viñedo se deriva de viña, pero ambos significan ‘terreno plantado de vides’. Es infrecuente la pauta que corresponde a roble > robledo > robledal, puesto que un robledal es un robledo extenso. A pesar de que la serie roca > roqueda > roquedal es correcta morfológicamente, un roquedal es un conjunto de rocas, no de roquedas. El concepto de ‘abundancia’ está presente en muchos de los nombres de lugar que se mencionan, y se extiende a humareda y polvareda, formados con interfijos, como se explica en el § 9.1h.

6.12w Como se ha visto, son varios los nombres de árboles que se derivan de los sustantivos que designan su fruto: pera > peral. Este proceso hace pensar que debe añadirse el sufijo -o a la relación de morfemas derivativos en procesos como castaña > castaño; naranja > naranjo; manzana > manzano y otros igualmente necesarios para obtener los sustantivos algarrobo, almendro, avellano, banano, camueso, cerezo, ciruelo, limo, magnolio, olivo, paraguayo, pruno o toronjo. Sobre las diferencias de significado entre cesta y cesto; charca y charco; huerta y huerto, etc., véase los § 2.3g y ss.

6.12x La interpretación de acción y efecto de los nombres derivados mediante sufijos vocálicos se analizaron en los § 5.6 y 5.7. Las interpretaciones instrumentales se vieron en el § 5.6s. Se forman con estos sufijos un buen número de nombres de lugar, todos de base verbal. Así, un atajo es un lugar por el que se ataja, y un cruce, un espacio en el que se cruzan dos líneas o dos vías. Corresponden a ese paradigma los siguientes sustantivos, entre otros:

albergue, alcance (en el sentido de ‘distancia alcanzada’), amarre, asiento, atajo, cobijo, consigna, consulta, cruce, despacho, embalse, encierro, ensanche, forja, paso, retiro, ronda.

Cabe añadir reparto, que en Centroamérica y parte del Caribe designa una colonia o un barrio: Poco a poco pudo visualizar el Centro Comercial, las casas pequeñas y en serie del nuevo reparto (Belli, Mujer). Recuérdese el uso de separo por celda de separación5.6s). En Chile, el Perú, el Río de la Plata y en algunos países centroamericanos se usa huella (de hollar) en el sentido de ‘camino hecho por el tránsito frecuente’: Toda la información previa apuntaba a ese sector, adonde se llega a través de una huella (Clarín 7/3/1997).

6.12y Se asimilan en parte al grupo de derivados que se acaban de mencionar varios nombres que designan establecimientos, como venta (lat. vendĭta, plural de vendĭtum), débilmente asociado hoy con vender, y estanco, también opaco (de estancar ‘prohibir el curso libre de cierta mercancía, concediendo su venta a determinadas personas o entidades’). Más transparente resulta expendio (de expender), que en México, parte de Centroamérica y el Río de la Plata designa cierta tienda pequeña, además de la actividad de vender al por mayor: Las revistas están adentro del expendio, donde son solicitadas y pagadas en caja (Etcétera 7/9/2007). Se refiere también a una tienda de comestibles el sustantivo abasto (de abastar ‘abastecer’): La Madrina andaba de compras en el abasto (Allende, Eva).

6.12z Algo más reducido es el paradigma de sustantivos temporales derivados mediante sufijos vocálicos, como los que nombran las épocas en las que se realizan ciertas tareas agrícolas: cosecha, poda, siega, trilla, etc. No obstante, la mayor parte de los nombres eventivos resultan apropiados en los contextos característicos de los sustantivos temporales, como en durante {la siega ~ la marcha ~ la compra}. Son más propiamente nombres temporales recreo, veraneo, prórroga o alargue, que equivale a ‘prórroga de un partido’ en el español chileno, andino y rioplatense: El alargue terminó sin goles (Galeano, Fútbol).

Información adicional

En relación con este capítulo, la siguiente entrada del Glosario de términos gramaticales podría ser de su interés:
sufijo vocálico

 

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