Morfología

5. La derivación nominal (I). Nombres de acción y efecto

5.1 Introducción. Aspectos generales de la derivación nominal

5.1a El concepto de derivación se usa con dos sentidos en la lingüística contemporánea. En el primero, más amplio, derivación se opone a flexión, y los fenómenos que abarca la morfología derivativa o morfología léxica se oponen a los que caracterizan la flexiva, como se explica en el § 1.5. En este sentido, el concepto de derivación engloba también el de composición y el de parasíntesis. En el segundo sentido, más restrictivo, el concepto de derivación se refiere tan solo a los procedimientos de formación de palabras por medio de afijos (ya sean prefijos, sufijos o interfijos) simples.

5.1b Se forman en español un gran número de nombres derivados procedentes de verbos, sustantivos y adjetivos. Entre los patrones más productivos, cabe citar los siguientes:

V-a: comprar > compra

V-ata: caminar > caminata

V-ato: asesinar > asesinato

V-azgo: hartar(se) > hartazgo

V-ción: rendir > rendición

V-da: llamar > llamada

V-dero: matar > matadero

V-do: batir > batido

V-dor / -dora: nadar > nadadora

V-dura: soldar > soldadura

V-e: cesar > cese

V-ería: cazar > cacería

V-ín / -ina: bailar > bailarín

V-je: abordar >abordaje

V-mento: jurar > juramento

V-miento: atrever > atrevimiento

V-ncia: concurrir > concurrencia

V-nte: estudiar > estudiante

V-nza: tardar > tardanza

V-o: repartir > reparto

V-ón: tropezar > tropezón

V-toria: convocar > convocatoria

V-torio: dormir > dormitorio

V-zón: trabar > trabazón

N-ada: estoque > estocada

N-ado: profesor > profesorado

N-aje: andamio > andamiaje

N-ato: califa > califato

N-al: pera > peral

N-ambre: pelo > pelambre

N-amen: vela > velamen

N-ar: melón > melonar

N-ario / -aria: botica > boticario

N-azgo: mecenas > mecenazgo

N-azo: pelota > pelotazo

N-eda: álamo > alameda

N-edo: viña > viñedo

N-era: gasolina > gasolinera

N-ería: chiquillo > chiquillería

N-erío: casa > caserío

N-ero: basura > basurero

N-ía: comisario > comisaría

N-ezno / -ezna: oso > osezno

N-ío: gente > gentío

N-ismo: Platón > platonismo

N-ista: guion > guionista

N-iza: golpe > golpiza

N-menta: cuerno > cornamenta

N-umbre: techo > techumbre

A-ada: bobo > bobada

A-dad: bueno > bondad

A-edumbre: manso > mansedumbre

A-era: sordo > sordera

A-ería: tonto > tontería

A-ez: viejo > vejez

A-eza: torpe > torpeza

A-ía: mediano > medianía

A-icia: justo > justicia

A-idad: imbécil > imbecilidad

A-ismo: clásico > clasicismo

A-itud: exacto > exactitud

A-or: verde > verdor

A-ura: fino > finura

Existen, además, otras pautas menos productivas, que se analizarán brevemente en este capítulo y en el próximo. No se estudiarán aquí las bases compositivas como -logía, -cracia, -grafía y otras que se examinan en el § 11.10. Como en otros capítulos de la sección de morfología, se mencionarán en este algunos derivados que poseen interés desde el punto de vista de su estructura morfológica o de su significado, aun cuando no se usen en la lengua culta o estén muy restringidos geográficamente. Por esa misma razón se dará cabida a algunos vulgarismos y también a ciertas voces representativas de paradigmas muy productivos que el DRAE no puede recoger íntegramente.

5.1c En el apartado anterior, los sustantivos derivados se distribuyeron en tres grupos: el primero contiene sustantivos deverbales (v > n), el segundo presenta las pautas características de los sustantivos denominales (n > n) y el tercero ilustra las de los sustantivos deadjetivales (a > n). Este criterio agrupa los derivados en función de la categoría gramatical de la base a partir de la cual se obtienen. Si se atiende, en cambio, al significado de la nominalización, se distinguen tradicionalmente los nomina actionis, que designan la acción expresada por el verbo y a menudo también su efecto (compra, traducción), y los nomina qualitatis o nomina essendi (amabilidad, belleza), que expresan cualidades, estados y otras propiedades, inherentes o accidentales, de las personas o las cosas. Los primeros son sustantivos deverbales y los segundos, deadjetivales. Se añaden en la tradición lingüística a estos dos grandes grupos el de los nomina agentis, instrumenti et loci (‘nombres de agente, instrumento y lugar’), que pueden ser deverbales o denominales, como se explicará en los apartados siguientes.

5.1d Los nombres de acción expresan, mediante procedimientos morfológicos o léxicos, el evento denotado por el verbo, como en traducir > traducción. Muchos son también nombres de efecto, ya que pueden designar asimismo el resultado al que da lugar esa acción (traducción puede significar ‘lo traducido’). Otros nombres deverbales lexicalizan los diversos participantes en la noción significada por el verbo, fundamentalmente el agente (gobernar > gobernador), el paciente (guisar > guisado), el destinatario (prestar > prestatario) y el lugar (dormir > dormitorio). La clase gramatical de los nombres de acción y efecto se interpreta a veces, tal como se hará aquí, en un sentido amplio, lo que permite extenderla a ciertos sustantivos derivados que poseen bases nominales. Así, entre los nombres que designan golpes y otras acciones impetuosas (§ 5.9 y 5.10), unos tienen base verbal (V > N: agarrar > agarrada; punzar > punzada), mientras que otros poseen base nominal (N > N: puñal > puñalada; cuchillo > cuchillada). Se estudiarán aquí conjuntamente unos y otros, a pesar de que, como se ve, no todos son derivados verbales. Se obtienen contrastes análogos en procesos como batir > batido (V > N) frente a naranja > naranjada (N > N) y en otros casos similares. Para facilitar la descripción (y poder comparar además todas estas formaciones), se agruparán también bajo el rótulo general de nombres de efecto estos y otros derivados de base nominal que poseen características similares a los que se acaban de mencionar.

5.1e El paradigma de los llamados nomina qualitatis se extiende para dar cabida a los nombres que expresan condición o estatus (ciudadano > ciudadanía), profesión, oficio, empleo o actividad (notario > notariado; albañil > albañilería), entre otras nociones próximas. Algunos sustantivos denominales se asimilan indirectamente a los nombres agentivos, en el sentido de que pueden designar el individuo que fabrica algo o el que se relaciona en diversas formas con el referente del nombre de la base (joya > joyero; taxi > taxista). También pueden expresar grupos o conjuntos (alumno > alumnado; cubierto > cubertería), lugares (enfermo > enfermería; hormiga > hormiguero), así como doctrinas o tendencias (abolición > abolicionismo), unidades de medida (cuchara > cucharada) y otras nociones más específicas que se explican a lo largo de este capítulo y del siguiente.

5.1f Los dos grandes grupos de derivados nominales (nombres de acción y nombres de cualidad) entran a veces en contacto. Así, el sufijo -ncia se une a verbos de las tres conjugaciones para formar nombres de acción y de efecto. Sin embargo, una buena parte de estos sustantivos ya no se asocia en el español de nuestros días a una base verbal, sino a un adjetivo formado con el sufijo -nte. De este modo, elocuencia o inteligencia se interpretan como nombres de cualidad (inteligencia ‘cualidad de inteligente’; elocuencia ‘cualidad de elocuente’), y se pierde por completo la base verbal de la que se formaron los antiguos participios de presente latinos (elŏqui ‘hablar’, ‘expresar’ > elŏquens, -ntis; intellegěre ‘comprender’ > intellěgens, -ntis). Sobre esta cuestión, véase el § 1.7j. El problema no es únicamente histórico: el sustantivo adherencia denota la ‘acción o el efecto de adherirse’, pero también la ‘cualidad de adherente’. Esta posible doble base se extiende a dependencia, perseverancia, resistencia, tolerancia y otros sustantivos similares, pero también a nombres de otras clases, como atrevimiento (‘acción y efecto de atreverse’ o ‘cualidad de atrevido’); decisión (‘acción y efecto de decidir’ o ‘cualidad de decidido’); distinción (‘acción y efecto de distinguir’ o ‘cualidad de distinguido’), entre otros muchos sustantivos. La relación entre los procesos V > N (efecto) y A > N (cualidad) se estudiará en los § 5.2m, 5.4f, 6.3q y 6.5e y ss.

5.1g Existen relaciones sistemáticas entre los significados de los sufijos. Estos vínculos dan lugar a una serie de reinterpretaciones semánticas de los derivados. La relación más conocida es la ya mencionada entre las nociones de ‘acción’ y ‘efecto’, como en ofrecer alguien su ayuda (‘acción de ayudar’) ~ recibir alguien una ayuda económica (‘efecto de ayudar’). Aunque no todos los sustantivos que admiten una de estas dos interpretaciones aceptan también la otra, como se verá en el § 5.1m, forman un paradigma muy numeroso los que permiten ambas y eligen una u otra en contextos diferentes. Es equiparable a este proceso la reinterpretación de los nombres de cualidad como sustantivos que expresan dichos o hechos, fenómeno que constituye una de las manifestaciones de la relación entre los nombres no contables y los contables (§ 12.2 y 12.3). Así, expresan cualidades los sustantivos osadía, indecencia, estupidez, lindeza, frescura o maldad, pero denotan hechos o dichos las expresiones una osadía, una indecencia, varias estupideces, alguna lindeza, un par de frescuras u otra maldad. Se presentan más detalles sobre este punto en el § 6.1p. Muchos de estos sustantivos se usan asimismo en la interpretación de ‘acto’ en construcciones con el verbo tener, como en Tenga la amabilidad de esperar o Tuvo la deferencia de llamarme. Es algo menos frecuente, pero igualmente posible, que este uso de los nombres de cualidad como sustantivos contables se extienda a las cosas materiales (una rareza, las novedades del mes, ser algo una curiosidad, durezas que salen en la piel), a las personas (lo que mande la autoridad, una joven belleza, una preciosura, una celebridad) o a los eventos (si se presenta otra oportunidad). Nótese que, al igual que un sustantivo derivado puede designar un efecto en lugar de una acción, como sucede con pintada, también un nombre de cualidad puede referirse a un acto y perder total o casi totalmente la posibilidad de designar una propiedad, como sucede con travesura.

5.1h Son numerosos los nombres de cualidad que denotan estados físicos o anímicos, y que, por tanto, no se refieren estrictamente a propiedades inherentes de los individuos: agresividad, alegría, amargura, calentura, curiosidad, debilidad, embriaguez, entereza, hostilidad, necesidad, pasividad, perplejidad, soledad, tristeza y muchos más. Véanse también sobre este punto los § 6.2q, r. Frente a ellos, designan cualidades inherentes o características los nombres que expresan condición o estatus (argentinidad, capitalidad, ciudadanía, marginalidad), pero también otras nociones (bonhomía, fidelidad, honradez, inteligencia, perversidad, etc.). Algunos nombres de cualidad denotan propiedades caracterizadoras o inherentes (§ 37.7d) en unos contextos, y situaciones transitorias en otros. Así, curiosidad hace referencia a cierto estado circunstancial en el primero de los dos textos siguientes, y a una propiedad inherente en el segundo:

Todavía siento gran curiosidad sobre aquello del manguito y me pregunto si usted sabrá qué quiso decir (Listín Diario 7/5/1997); Usted pensó en el suicidio, sin embargo, se aferró a la vida porque, dijo, uno de sus defectos es la curiosidad (Proceso [Méx.] 20/10/1996).

En el § 13.12 se explica que los nombres de cualidad (y especialmente los formados con -idad) eligen la interpretación calificativa de los adjetivos que en otros contextos pueden admitir también la relacional. Así, los dos sentidos de expresiones como la reforma constitucional (‘de la constitución’, o bien ‘acorde con la constitución’) o la música popular (‘no culta, no clásica’, o bien ‘conocida, difundida’) contrastan con el único que permanece en la constitucionalidad de la reforma o en la popularidad de la música. Es igualmente esperable que la expresión su religiosidad sea adecuada en una persona religiosa, pero no en un edificio religioso. Se ahonda en estas diferencias en los § 13.12r y ss.

5.1i Más restringido es el uso de los nombres de cualidad para designar materias o sustancias, como en fangosidad, pintura, suciedad o verdura:

El húngaro lo escuchaba sin hacerle mucho caso, limpiándose la suciedad de las uñas con un destornillador (Cohen, Insomnio); Encontró uno de sus miembros, hundido en la fangosidad (Mujica Lainez, Escarabajo).

Unos pocos nombres de cualidad pueden denotar situaciones sociales (legalidad, marginalidad); ámbitos, ramas o actividades, sobre todo profesionales y administrativas, como en la abogacía, la ebanistería, la sanidad (o la salubridad) pública, la contabilidad de la empresa, la cartilla de escolaridad, mi especialidad; grupos humanos, como en la juventud actual, la hermandad de cofrades, la realeza europea, la intelectualidad de hoy, nuestra vecindad (también nuestro vecindario, sin nombre de cualidad), el conjunto de la ciudadanía. Otros se refieren a etapas, períodos y otras magnitudes temporales (adolescencia, ancianidad, antigüedad, eternidad, juventud, mocedad, niñez, pubertad, vejez), a lugares (desde la altura, bajar a las profundidades, recorrer la llanura, visitar una fortaleza, una bonita localidad) o a cantidades (anualidad, mensualidad).

5.1j Es algo más sistemático el uso de los nombres de cualidad para designar grados o niveles de una propiedad en ciertos contextos. Así, en La siniestralidad laboral es alta, no se dice que cierta propiedad sea alta (lo que carece de sentido en sí mismo), sino más bien que el grado en que esta se manifiesta es elevado. Del mismo modo, en la alarmante peligrosidad de ciertas prácticas deportivas, no se atribuye el ser alarmante a la propiedad de ser peligroso, sino más bien al grado que alcanza la peligrosidad. Conviene hacer notar que los sentidos que adquieren contextualmente muchos nombres de cualidad están, en alguna medida, presentes en sus bases. Así, amabilidad, brusquedad y hostilidad denotan actitudes o formas de ser o de actuar, pero también amable, brusco y hostil expresan esos significados; antigüedad y vejez designan períodos, pero también expresan propiedades temporales los adjetivos de los que se derivan. Existen otros casos similares.

5.1k Se reconocen otras relaciones sistemáticas entre las diversas interpretaciones de los sufijos. Destacan, además de las mencionadas, las que se dan entre las nociones de ‘estatus, dignidad’ y ‘lugar en que se ejerce’ (aspirar a la alcaldía ~ visitar la alcaldía). La primera se relaciona también con la noción de ‘grupo’ (practicar la abogacía ~ toda la abogacía del país en pleno) y con la de ‘tiempo’ (alcanzar el papado ~ durante su papado). Por su parte, los nombres de lugar expresan frecuentemente grupo (entrar en la cacharrería ~ entre toda la cacharrería) y los de agente se interpretan a menudo como nombres de instrumento (un lector de novelas policíacas ~ un lector óptico; un conductor de autobús ~ un conductor eléctrico). Las nociones semánticas que aparecen asociadas en los títulos de las secciones de este capítulo respetan estos vínculos. No obstante, en la descripción de los grupos semánticos que les dan sentido se hará referencia a otros significados cercanos a los descritos con los que los sufijos pueden establecer relaciones, sean sistemáticas u ocasionales.

5.1l Los sustantivos de acción y efecto constituyen uno de los paradigmas más extensos y articulados de la morfología española. La mayor parte de ellos se definen mediante la paráfrasis ‘acción y efecto de V’ en los diccionarios monolingües del español. Así, el sustantivo compra designa la acción de comprar (La compra me ocupó toda la mañana), o bien el efecto de comprar (La compra está sobre la mesa). La diferencia entre ambos sentidos es clara cuando los efectos de las acciones son materiales, como en el ejemplo anterior o en los muchos sustantivos que designan productos resultantes de una acción (composición, construcción, publicación, etc., § 5.3e, g). No obstante, cuando los efectos de los que se habla son inmateriales —como en aprendizaje, desmoralización, goce o perdición, entre otros muchos sustantivos—, la delimitación entre el sentido ‘acción’ y el sentido ‘efecto’ se vuelve escurridiza, lo que no impide que la distinción se pueda mantener en la mayor parte de los casos. Por otra parte, se ha observado en numerosas ocasiones que los dos sentidos que se vinculan en la expresión acción y efecto no siempre se separan en los diccionarios cuando se analizan las acepciones de las palabras derivadas. Así, puede definirse torcedura como ‘acción y efecto de torcer o torcerse’, pero el sentido de acción y el de efecto no se mantienen en cada una de las acepciones que corresponden a ese sustantivo. Recuérdese, por otra parte (§ 5.1f), que son a veces escurridizas las diferencias entre ‘efecto de V’ y ‘cualidad de A’.

5.1m Otras dificultades que se suelen reconocer en la fórmula ‘acción y efecto de V’ provienen de las extensiones de significado del concepto de ‘acción’. El sustantivo acción suele extender su contenido en la lexicografía para abarcar el que corresponde al concepto de ‘proceso’. Por ejemplo, es habitual aplicar la fórmula ‘acción y efecto de V’ a muchos sustantivos terminados en -miento que no describen propiamente acciones, sino más bien procesos, en especial cuando el sentido relevante del verbo del que se obtiene el sustantivo es el intransitivo. Así, en Ese desvanecimiento poético de la pasión al convertirse en materia artística no es privativo de la poesía (Clarín, Plagios), se habla del proceso de desvanecerse la pasión; en Sentía que el cuerpo se le enfriaba. Impresión de lluvia y adormecimiento de los miembros (Asturias, Presidente), se hace también referencia a un proceso, más que a una acción. El significado de ciertos verbos (como sufrir o conocer, entre otros) no se corresponde bien, por otra parte, con el concepto mismo de ‘acción’, por lo que los sustantivos que se derivan de ellos (sufrimiento, conocimiento) expresan —en opinión de algunos autores— procesos o estados, pero no acciones. Véase sobre este punto el § 5.4. Conviene tener en cuenta, por consiguiente, que el concepto de ‘acción’ que se maneja tradicionalmente en la lexicografía es algo más laxo que el que se suele emplear en la lexicología y en la sintaxis (§ 41.1b).

5.1n Se ha señalado asimismo en los estudios lexicológicos y gramaticales que el uso que se hace del término acción en la morfología y en la lexicografía abarca también el sentido de ‘suceso’ o ‘evento’, conceptos de los que no es exactamente sinónimo. Así, el sustantivo subrayado en Creía en el probable casamiento de su sobrina (Blasco Ibáñez, Naranjos) designa un hecho o un suceso, más que una acción. Del mismo modo, aunque el sustantivo subida designe la acción de subir, en A todo el mundo le sorprendió la subida de las tarifas eléctricas (donde el nombre se usa en sentido figurado), se alude más bien al hecho de que ciertas tarifas subieran. En cambio, en Emprendieron una lenta subida por las montañas (Torbado, Peregrino), se hace referencia propiamente a la acción de subir, más que al hecho de que la subida tenga lugar. Es habitual denominar sustantivos eventivos a los que expresan procesos, por oposición a los estados. Se consideran algunas de sus propiedades en los § 12.11d y ss. Como se comprueba, la fórmula lexicográfica tradicional ‘acción y efecto de V’ admite numerosas variedades. Unas veces están en función de las características léxicas de la palabra derivada, y otras en función de los contextos sintácticos en los que se usan. Se ha planteado repetidamente en los estudios gramaticales la relación que existe entre las interpretaciones de los sustantivos derivados y su comportamiento sintáctico. Se aborda esta cuestión en el § 12.11.

5.1ñ En diversas partes de esta obra (§ 1.6 y 7.1f y ss.), se alude a las considerables diferencias teóricas y metodológicas que existen entre las orientaciones sincrónica y diacrónica en la morfología derivativa. En el presente capítulo se comprobará que esas diferencias, y las cuestiones polémicas que suscitan, saltan a la vista de forma muy marcada en este ámbito particular de dicha disciplina. Como se observa en el § 1.6d, establecer la etimología de una palabra no equivale a determinar su estructura morfológica. Así pues, a todas las palabras les corresponde una etimología, pero solo en algunas reconoce el hablante una estructura morfológica, especialmente si en ella intervienen morfemas derivativos. Identificar la base léxica de una voz es un requisito necesario para analizar su estructura, tarea que forma parte del análisis sincrónico. También forma parte de este tipo de análisis el estudio de la relación entre esta base y su derivado, que debe reflejar el vínculo que los hablantes establecen entre ambos. Otra diferencia entre estas dos perspectivas es el hecho de que los procesos que se postulan en la morfología sincrónica (por ejemplo, cancelación de la vocal final, desplazamiento del acento, pérdida de la vocal temática, etc.) pueden ser distintos de los que el filólogo investiga cuando traza la historia de la palabra. Como se recuerda en los § 1.6e y ss., el concepto mismo de ‘derivación’ está asociado a una secuencia temporal de testimonios en la morfología histórica, mientras que en la sincrónica se basa en la conexión de significados que se da en la conciencia lingüística de los hablantes. A pesar de que tales diferencias teóricas se perciben con claridad, se comprueba muy a menudo en la práctica que la separación de métodos y objetivos no puede ser tan nítida como se deduce de la caracterización de ambas disciplinas. En los apartados que siguen se presentarán algunos ejemplos de este hecho, que se retomarán a lo largo del capítulo.

5.1o Existen otros rasgos que establecen diferencias entre el análisis sincrónico de la morfología léxica y su estudio histórico. Desde la primera aproximación, se considera legítimo no asignar estructura morfológica en el español actual a las voces que la tuvieron en latín, pero que han pasado a ser opacas en nuestra lengua. No tienen, por tanto, estructura morfológica el sustantivo sedición (lat. seditĭo, -ōnis ‘discordia, rebelión’, derivado de itĭo, -ōnis ‘ida, partida’) o el adjetivo curioso (lat. curiōsus ‘cuidadoso’, de cura ‘cuidado, preocupación’). Se considera asimismo adecuado en el análisis sincrónico postular bases léxicas no etimológicas para los procesos derivativos, así como omitir formas poco usadas; por ejemplo, proponer el proceso red > redada, en lugar de red > re dar > redada; o asociar leñador con leña (a pesar de la relativa irregularidad del proceso N > N-ador), aunque se acepte que procede históricamente de un nombre de agente: latín lignātor6.6ñ).

5.1p Se admite también en el análisis sincrónico —aunque este punto ha sido muy criticado por algunos especialistas en historia de la lengua— postular bases léxicas que eviten la adaptación de préstamos (por ejemplo, avión > aviador, proceso morfológico irregular que evita la adaptación de un calco francés: aviateur), así como alterar los paradigmas regulares cuando contienen bases léxicas perdidas. Aunque el paradigma que forman contador > contaduría; corredor > correduría; regidor > regiduría se extiende históricamente a sabidor (voz ya antigua) > sabiduría6.3g), se suele evitar en el análisis sincrónico en favor de saber > sabiduría (o quizás de sabido > sabiduría, como en agregado > agregaduría). Los morfólogos valoran hoy de forma muy diferente las ventajas y los inconvenientes de todas estas opciones. En general, en el análisis histórico se resalta la importancia de que las irregularidades morfofonológicas no sean arbitrarias ni se presenten como particularidades o anomalías aisladas, o postuladas ad hoc, para hacer encajar ciertas bases léxicas con determinados resultados. En el sin crónico se destaca, en cambio, la conveniencia de que los procesos morfológicos reflejen las asociaciones léxicas que establecen los hablantes. Véanse también sobre este punto los § 1.6e y ss.

5.1q La presencia de un vínculo léxico entre base y derivado en la conciencia lingüística de los hablantes es, como se ha explicado, un rasgo relevante de la morfología sincrónica, aunque difícil de medir o de contrastar en ciertas ocasiones. Unos hablantes relacionarán salteador (de caminos) con asaltar, y otros lo harán con salto. Pueden realizarse encuestas para establecer la proporción que corresponde a cada grupo. Serán, con toda probabilidad, muy pocos los que asocien salteador con saltear en su acepción de ‘acometer’, es decir, con la base que le corresponde históricamente. El morfólogo que postule procesos sincrónicos como asaltar > salteador o salto > salteador no podrá inscribirlos en ningún paradigma regular, ya que habrá de introducir adaptaciones morfofonológicas anómalas y presentarlas como excepciones. Tampoco podrá proponer el proceso regular saltear > salteador porque pasa por alto el sentimiento lingüístico de la mayor parte de los hablantes. Como se explica en el § 1.6e, este último factor se puede omitir cuando se postulan étimos, pero no cuando se proponen bases léxicas. En el presente capítulo se mostrarán numerosos casos de discordancia entre unos y otras.

5.1r Entienden algunos lingüistas que la dificultad mayor de la asimetría a la que se refirió el apartado precedente proviene del hecho de que las asociaciones léxicas que el hablante establece no siempre han de convertirse en procesos morfológicos. Algunos hablantes tienden a asociar el sustantivo peaje5.5c) —del fr. péage o del cat. peatge— con el verbo pagar, y muchos vinculan el sustantivo solución con el verbo resolver (no con el ya desusado solver ni con el latín solutĭo, -ōnis) o el sustantivo espadachín (it. spadaccino) con el también sustantivo espada, sin que pueda decirse que -chín o -achín sean en sentido estricto segmentos morfológicos del español (a pesar de que existen los sustantivos matachín y hablanchín). Se registran muchos casos similares. Para algunos autores, estas asociaciones léxicas han de interpretarse como procesos morfológicos, pero para otros —acaso más adecuadamente— forman parte del conocimiento del léxico y, en particular, de las semejanzas formales entre las palabras, no necesariamente de la morfología como parte de la gramática. Véanse también los § 7.1k y ss.

5.1s La descripción de la derivación nominal del español que aquí se presenta se asemeja a la que suelen ofrecer otras gramáticas modernas en que posee un fundamento sincrónico. Se diferencia, en cambio, de esos otros panoramas en que presta más atención a las divergencias que surgen al comparar el enfoque sincrónico con el diacrónico, así como a la argumentación que resulta apropiada en uno y otro. Se parte, asimismo, del hecho de que cada una de estas aproximaciones puede explicar aspectos que resultan difíciles de analizar desde la otra orientación. Así, existen preguntas sobre los paradigmas morfológicos a las que no parece posible responder desde el análisis sincrónico, pero que reciben respuestas naturales desde el diacrónico (por ejemplo, la cuestión de por qué existen tantos derivados en -dera que designan instrumentos y tan pocos en -dero: § 6.8a y ss.). Al contrario, el que con todos los sustantivos en -ción o -ión que siguen puedan formarse verbos en -ar (acción > accionar) es un hecho de sistema que apoya el análisis de estas voces como formas no derivadas de un verbo en el análisis sincrónico, independientemente de que todas ellas se remonten a un étimo verbal latino:

acción, adición, ambición, anexión, coacción, cohesión, colección, colisión, condición, confección, congestión, contusión, cuestión, decepción, distorsión, emoción, erosión, estación, evolución, extorsión, función, gestión, ilusión, impresión, incursión, inspección, lesión, mención, proporción, reflexión, relación, selección, sesión, subvención, tensión, traición.

5.1t Las excepciones que se han documentado a esta generalización son escasas proporcionalmente, como se explica en los § 8.6b y ss. Unas obedecen a creaciones recientes, propias del léxico económico, deportivo o característico de diversos ámbitos técnicos o especializados: conceder > concesión > concesionar; concretar > concreción > concrecionar; explotar > explosión > explosionar; pedir > petición > peticionar; recibir > recepción > recepcionar; ver > visión > visionar; verter > versión > versionar, etc. Estas formas verbales se encuentran muy documentadas, lo cual justifica su estudio para entender la productividad de los procesos morfológicos mediante los que se construyen. Con la excepción de recepcionar, todas ellas figuran en la última edición del DRAE. Ello no implica, sin embargo, que el uso de estos verbos sea igualmente apropiado en todos los contextos, en especial cuando el significado de la forma derivada se halla más próximo al del verbo básico que da origen al proceso (como en pedir ~ peticionar). Son casos distintos, en cambio, aquellos en los que el nuevo verbo surge porque el sustantivo derivado ha perdido la conexión semántica con su base verbal en la conciencia lingüística de los hablantes: contundir > contusión > contusionar; incurrir > incursión > incursionar; revolver > revolución > revolucionar; subvenir > subvención > subvencionar. No son muchos los casos en los que este vínculo se percibe en el español común de hoy, como en coartar > coacción > coaccionar; conmover > con moción > conmocionar o promover > promoción > promocionar.

5.1u Se observó en los apartados precedentes que las bases léxicas que los hablantes establecen para las palabras pueden ser diversas, además de no coincidir con los étimos que les corresponden. Se acepta por lo general en la morfología sincrónica que las diferencias reconocidas en la cultura léxica de los hablantes hacen inevitable que unas voces hayan de ser opacas para unos y transparentes para otros (estos conceptos se explican en los § 1.6e, h). Para unos hispanohablantes el sustantivo zurriagazo será una voz transparente porque saben que el zurriago es un látigo. Para otros, en cambio, —acaso la mayor parte de los que lo usan— será opaca, es decir, carecerá de estructura morfológica, o bien será asignada por la presencia de la terminación -azo al grupo de nombres de golpe, sin que sea posible asignarle propiamente una estructura morfológica. De forma análoga, es probable que solo unos pocos hablantes de entre los que usan el sustantivo fruición conozcan el verbo fruir. Existen muchos casos similares que ponen de manifiesto las considerables diferencias que pueden darse en lo relativo a la transparencia o la opacidad de los derivados. Véanse también sobre esta cuestión los § 7.3h y 9.3b.

5.1v En la morfología sincrónica se reconoce asimismo que la base léxica puede asociarse unas veces con la definición de la palabra —y, por tanto, convertirse en uno de los componentes de su significado—, mientras que otras no es posible establecer tal asociación. Estas asimetrías son también muy numerosas. Por ejemplo, un librazo es un “golpe dado con un libro”, como explica el DRAE, pero un guantazo no es necesariamente un golpe dado con un guante, ya que también puede darse con la mano abierta. Se han debatido en numerosas ocasiones en los estudios sincrónicos las asimetrías entre la estructura morfológica de una palabra y su estructura conceptual (o simplemente su definición lexicográfica). Aunque existen diversas posturas sobre este punto, los morfólogos tienden a señalar en la actualidad que constituye una hipótesis demasiado fuerte la que persigue una correspondencia estricta entre ambas. Como se ha adelantado, el análisis de la derivación nominal que se presenta en este capítulo es sincrónico. Sin embargo, no se omitirán ciertos aspectos característicos del análisis histórico (préstamos, bases léxicas total o parcialmente opacas, dirección del proceso derivativo, adaptaciones morfofonológicas anómalas, etc.) siempre que se entienda que esos factores ayudan a comprender mejor los procesos morfológicos que se examinan.

Información adicional

En relación con este capítulo, las siguientes entradas del Glosario de términos gramaticales podrían ser de su interés:
acción, afijo derivativo, composicionalidad, derivación, derivado, evento, interfijo, lexicalización, nombre de acción, nombre de efecto, nominalización, sufijación, sufijo

 

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