alcoholimétrico

Se documenta por primera vez, con la acepción 'perteneciente o relativo al alcoholímetro', en 1870, en la sección "Revista crítica extranjera", de la publicación periódica El Siglo Médico (Madrid). Con este significado se consigna en el Diccionario enciclopédico de la lengua castellana, de Zerolo (1895). Con la acepción 'perteneciente o relativo al alcohol', se atestigua en 1894, en el artículo "Tratamiento clínico del tifo exantemático", de F. Salgado, recogido en las Memorias del Segundo Congreso Médico Mexicano verificado en la ciudad de San Luis de Potosí (1897). Como 'perteneciente o relativo a la alcoholimetría (| técnica de determinar la cantidad de alcohol contenida en un líquido)', se atestigua en 1959, en la traducción realizada por J. B. Vericad Raga, del Formulario de licorería, de E. Dobislaw. Por último, con la acepción 'perteneciente o relativo a la alcoholimetría (| técnica de medir la cantidad de alcohol presente en el aire espirado por una persona)', se documenta en 1994, en el tomo cuarto del Diccionario índice de jurisprudencia penal, de U. Ruiz Gutiérrez. 

La forma compleja grado alcoholimétrico (véase grado), con el significado 'unidad que expresa el número de volúmenes de alcohol contenidos en cien volúmenes de un líquido a una determinada temperatura', se documenta al menos desde 1983, en el "Decreto 3192, de 21 de noviembre, por el cual se reglamenta parcialmente el Título V de la Ley 09 de 1979", que fue publicado en el Diario Oficial de Colombia , el 30 de noviembre de ese año, y que se recoge en el tomo segundo de la compilación realizada por R. Guzmán y P. Leyva, titulada Código Sanitario y sus Decretos reglamentarios  (1989). La existencia de esta forma compleja pone de manifiesto que el grado alcoholimétrico es un tipo de unidad, que se puede obtener con otros instrumentos distintos del alcoholímetro. 

Notas filológicas

En 1996 se registra con el significado 'embriagado por la bebida', en un artículo de F. Lázaro Carreter publicado en ABC (Madrid) el 24 de marzo: "He aquí a alguien que profetiza el tiempo en un diario importante de la capital, y lo hace así: «Lo que va a suceder a lo largo del mes de febrero -tradicionalmente casi tan pluviométrico como enero- no lo podemos saber aún, pero desde luego antes de que finalice la presente treintena no parece que la atmósfera se vaya a estabilizar totalmente». [...] Y sobre todo, en «casi tan pluviométrico», evita la ordinariez del adjetivo «lluvioso», remontándose a ese «pluviométrico», que tumba de estupor. Porque el tal adjetivo hace referencia al pluviómetro, aparato que mide la cantidad de lluvia caída. Es tanto como decir que un calenturiento está «termométrico» o que han multado a un curda por ir «alcoholimétrico»"). Sin embargo, este testimonio no se ha tenido en cuenta para establecer las acepciones, ya que, en el texto citado, la voz se utiliza a modo de ejemplo hipotético en el curso de una reflexión sobre un uso que el autor considera incorrecto: la utilización de adjetivos relacionales (en este caso pluviométrico, termométrico, alcoholimétrico) en contextos propios de adjetivos calificativos (lluvioso, febril, ebrio).