Sintaxis

19. Los cuantificadores (I). Sus clases. Cuantificadores universales

19.2 Criterios de clasificación. Clases sintácticas de cuantificadores

19.2a No existe una única clasificación de cuantificadores que sea aceptada por todos los gramáticos, sino varias —no siempre coincidentes— establecidas en función de diversos criterios. Se dividirán aquí estos criterios en dos grupos: uno que atienda conjuntamente a sus rasgos sintácticos y semánticos, y otro establecido en función de sus propiedades morfológicas. Algunas de las clases que se mencionan a continuación están sujetas a variación dialectal o histórica, como se verá a lo largo de este capítulo y del siguiente:

A. Clases sintácticas y semánticas de cuantificadores

1. En función de las nociones cuantificadas:

a) cuantifican individuos: cualquier ciudadano, muchos problemas;

b) cuantifican materias o sustancias: demasiado trabajo, poca luz;

c) cuantifican grados: bastante despacio, muy alto, esforzarse poco.

2. En función de la clase sintáctica de palabras a la que corresponden o a la que se asimilan:

a) adjetivales: libro alguno, mucha gente;

b) pronominales: Cualquiera lo entendería; Todos estaban de viaje;

c) adverbiales: Duerme demasiado; Siempre está contenta.

3. En función de su naturaleza semántica:

a) fuertes: ambos, cada, todo;

b) débiles:

– existenciales: algo, alguien, alguno, nada, nadie, ninguno;

– numerales cardinales: cuatro, dieciocho, quinientos;

– evaluativos: bastante, demasiado, harto, mucho, poco;

– comparativos: más, menos, tanto;

– de indistinción: cualquiera.

B. Clases morfológicas de cuantificadores

1. En función de sus propiedades flexivas:

a) con flexión de género y número: alguno, cuanto, cuánto, demasiado, harto, mucho, ninguno, poco, tanto, todo;

b) con flexión de número, no de género: bastante/bastantes; cualquiera/cualesquiera;

c) con flexión de género, no de número: ambos/ambas; cada uno/cada una; sendos/sendas;

d) sin flexión: cada, un poco, más, menos.

2. En función de su estructura morfológica:

a) con variantes apocopadas: alguno ~ algún; cualquiera ~ cualquier; cuanto ~ cuan; cuánto ~ cuán; mucho ~ muy; tanto ~ tan.

b) sin variantes apocopadas: bastante, demasiado, harto, poco, todo.

Cabe agregar los cuantificadores algo y nada, que poseen género neutro (usados como pronombres). Se verá en los apartados siguientes que los mismos cuantificadores se agrupan de forma diferente en función del criterio con el que se clasifican, en particular cuando manifiestan rasgos morfológicos distintos (como mucho tiempo, frente a muchos días) o en función de contextos sintácticos diferentes (como en Pedí un poco de café, pero me pusieron demasiado, frente a Trabajas demasiado). Se explicarán en esta sección las clases A1 y A2. Se analizarán los grupos correspondientes a A3 en la sección siguiente y también en otras de este mismo capítulo y del capítulo 20. Las clases que se obtienen aplicando criterios morfológicos (grupo B) se estudiarán en los § 19.4 y 19.5.

19.2b Atendiendo a la naturaleza de las nociones cuantificadas, los cuantificadores se dividen en los tres grupos de A1. Los cuantificadores del tipo A1a inciden sobre sustantivos contables12.2 y 12.3). Estos nombres pueden ser concretos (dos lámparas, muchos niños) o abstractos (cuatro virtudes, varios estímulos) sin que por ello se altere el tipo de cuantificación que se expresa. Así pues, por individuo se entiende aquí ‘entidad individual o discreta’, no solo ‘persona’. Pertenecen a este mismo grupo de nombres contables los que designan entidades temporales abstractas, como son las ocasiones (cinco oportunidades, cuatro veces, varios instantes), las unidades que usamos para medir materias o sustancias (dos toneladas) y, en general, las que se emplean para establecer cómputos relativos a muy diversas dimensiones físicas (cinco segundos, cuatro litros, diez metros), entre otras nociones análogas. Se suele decir que en todos estos casos es posible asignar un valor de cardinalidad a la operación de cuantificar, es decir, asignar un número que especifique el conjunto de entidades cuantificadas. Se vuelve sobre este concepto en los § 21.1a y ss. La cuantificación de eventos o sucesos suele considerarse un caso particular del tipo A1a, como en Visitaba poco a su abuela (es decir, ‘pocas veces’). Sobre la cuantificación de verbos, véanse los § 30.4 y 39.7.

19.2c En los cuantificadores del tipo A1b, la noción cuantificada es una materia o una sustancia, como en mucha arena, poco viento y otras expresiones con sustantivos no contables12.2). Así, en la secuencia muchos libros se evalúa el número de libros que forman cierto conjunto, mientras que en mucha arena la evaluación afecta a la cantidad de materia que es arena. La diferencia entre los cuantificadores de los tipos a y b se reduce, en lo fundamental, a esta distinción entre número y cantidad (véanse sobre esta diferencia los § 12.2d y ss. y 45.1a). Aun así, conviene tener presente que el sustantivo cantidad se usa en español en un sentido amplio, en el que abarca también el concepto de ‘número’ (como en la cantidad de latas que había en el suelo), además de en un sentido restringido, en el que no equivale a número (como en la cantidad de arena que había en el suelo). Este segundo sentido es el relevante en la distinción que se acaba de introducir.

19.2d En diversos estudios lingüísticos y filosóficos se ha hecho notar que existe una relación estrecha entre los tipos de cuantificación que se reflejan en A1a y A1b. Esta relación se suele establecer en función de la forma de denotar de los nombres comunes, más concretamente con el hecho de que las materias estén formadas por corpúsculos o partículas (§ 12.2k, r). Puede compararse en este sentido mucha arena, que pertenece al segundo tipo, con muchos granos de arena, que corresponde al primero. Aun así, tal como se explica en los § 12.3a y ss., un grupo numeroso de sustantivos abstractos se asimila en español a los nombres de materia. En estos casos (bastante odio, poco entusiasmo, tanta belleza), la relación entre cuantificador y sustantivo es idéntica a la que se establece cuando se cuantifican materias físicas (bastante arena, poco aire, tanta agua). No se obtiene, en cambio, la relación mencionada entre la noción de ‘cantidad’ y un conjunto de partículas o corpúsculos a los que corresponda determinado número (como en muchos granos de arena), porque a los conceptos abstractos mencionados no corresponden sustantivos que puedan concebirse como unidades de medida (véanse, no obstante, los § 12.6f y ss. para expresiones como un arranque de celos, un atisbo de esperanza, etc.). Este capítulo y el siguiente se centrarán fundamentalmente en los tipos de cuantificación que se han mencionado (cuantificación de entidades y de materias) y, en especial, en los entornos nominales en los que se obtienen. Se analizará, por tanto, la cuantificación de sustantivos (muchos libros, mucho pan). En varios apartados se hará referencia a la cuantificación aplicada a otras categorías gramaticales y se remitirá a los capítulos en los que se estudia.

19.2e El español reduce a diferencias morfológicas las diferencias léxicas que otras lenguas establecen entre cuantificadores. Carece, pues, de las diferencias entre cuantificadores que inciden sobre sustantivos contables (fr. plusieurs; ingl. many) y los que modifican únicamente a los no contables (fr. plus (de); ingl. much). El contraste entre las dos clases de nombres mencionadas se reconoce en español por la presencia o ausencia de morfemas de número. Así, los cuantificadores se construyen en plural con los sustantivos contables, como en muchos árboles o muchas ideas, y en singular con los no contables, como en mucha arena o mucho aire. Algunos sustantivos pueden pertenecer a los dos grupos (mucha riqueza ~ muchas riquezas) con diferencias de significado, como se explica en los § 3.8c, n y 12.3.

19.2f Los cuantificadores del tercero de los grupos introducidos en A1 (es decir, los del grupo A1c) expresan los diversos grados en los que se predica una propiedad o tiene lugar un proceso. Así, el cuantificador muy en El niño está muy alto establece un grado de la propiedad ‘altura’. Los cuantificadores de grado suelen ser expresiones adverbiales que inciden sobre determinados verbos y grupos verbales (Me gusta mucho; Duermes poco; No me duele demasiado); los adjetivos y los grupos que forman (muy contenta de volver, bastante perspicaz, tan interesante, más barato, qué difícil de interpretar); los adverbios y los grupos formados por estos (cuán lejos de nuestras intenciones, muy difícilmente, bastante mal, más abajo); las locuciones adjetivales o adverbiales (muy de su gusto, bastante de agradecer, un poco a contrapié, tan a propósito, muy de vez en cuando) y ciertos grupos preposicionales (más hacia el norte, muy desde el fondo de su corazón). En todos los casos mencionados, los cuantificadores de grado son expresiones adverbiales. Otras veces constituyen grupos nominales, especialmente —aunque no solo— cuando inciden sobre las expresiones comparativas, como en dos veces más alto (donde dos veces modifica a más alto) o en mil pesos más barato45.3).

19.2g Los cuantificadores de grado adverbiales que modifican a adjetivos y sus correspondientes grupos se denominan generalmente intensificadores. Casi todos se anteponen al adjetivo:

muy simpático, mucho menor, poco visible, un poco cansada, tan travieso, un tanto inquieto, algo opaco, nada oscuro, más asombrosas, menos previsible, bastante vagas, demasiado ingenua, bien sabroso, cuán diferente, qué simpático, qué tan gordo, cómo de caro, harto difícil, asaz triunfalista, medio ridículas, de lo más interesante, por demás atractivas.

Sobre el uso de expresiones cuantificativas nominales en estos contextos (la mar de interesante), véase el § 20.2d. Los cuantificadores comparativos de desigualdad se asimilan a los que expresan ponderación en las construcciones sin segundo término de comparación. Así, un regalo más que generoso presenta un significado cercano a ‘un regalo sumamente generoso’, aun cuando literalmente sugiera la existencia de cierta propiedad más elevada que la generosidad en alguna escala conceptual. He aquí otros ejemplos similares:

Hizo que el contacto fuera algo menos que imposible (Rubio, Sal); La felicitación fue más que cordial y con un punto de contrición (Olaizola, Escobar); Estaba mucho más que legitimada esta huelga (Faro Vigo 21/6/2001).

En relación con la alternancia muy ~ mucho, véanse los § 19.5b-d. Sobre la diferencia entre poco y un poco, véanse los § 20.8e y ss.

19.2h Los grupos que se establecen mediante el criterio A2 son polémicos tradicionalmente. En efecto, en los § 1.9n, ñ se explicó que el concepto de cuantificador como ‘categoría gramatical que expresa cantidad, número o grado’ es transversal. Los cuantificadores pertenecen a diversas clases gramaticales de palabras: pueden ser pronombres, como en Muchos dirán que te equivocas; Convencerás a algunos; ¿Sabes de alguien interesado por este tema?; Ponme cuatro, o como en en beneficio de todos. Pueden ser también adjetivos (adjetivos determinativos, en el sentido amplio que recibe este término en la tradición, § 1.9v, no en el uso más restringido del concepto de ‘adjetivo’), como en algunos libros o cuatro manzanas, así como adverbios, como en Es muy interesante; Siempre se retrasa; Me gusta más que a ti. En los § 20.6 y 30.4g y ss. se exponen las razones por las que es polémico si son pronombres o adverbios los cuantificadores que modifican a ciertos verbos transitivos, como en La película dura {mucho ~ poco ~ demasiado}. La polémica existe porque estos cuantificadores pertenecen a un paradigma en el que tienen cabida los adverbios (Duró eternamente), pero también los grupos nominales (Duró diez días).

19.2i No todos los cuantificadores poseen tanta facilidad para pasar de una clase de palabras a otra. Algunos pueden admitir los tres usos que se han descrito sin mostrar diferencias morfológicas, como en el caso de bastante, demasiado, mucho o poco. Así pues, mucho puede considerarse pronombre en ¿Falta poco tiempo o mucho?, adjetivo en Falta mucho tiempo y adverbio en dormir mucho. Los comparativos más y menos se caracterizan por la misma propiedad. Así, más se interpreta como pronombre en Dame más, como adverbio en más lejos o en Necesitas dormir más, y se asimila —aunque solo parcialmente, como se explica en el § 1.9n— también al grupo de los adjetivos en expresiones como más dinero. Son muy numerosos los sustantivos cuantificativos que participan en las llamadas construcciones pseudopartitivas (un sinfín de problemas, una barbaridad de dinero), que se analizan en los § 12.5 y 20.2.

19.2j El concepto de ‘cuantificador pronominal’ es polémico por otras razones. Existen dos formas (ambas tradicionales) de analizar sintácticamente los cuantificadores marcados en Ambos decidieron irse; Pocos estuvieron de acuerdo; Quiero cuatro baratas o Varias estaban averiadas. Para unos gramáticos, estos cuantificadores introducen grupos nominales que carecen de núcleo léxico sustantivo, por lo que se asimilan a los adjetivos y a ciertos determinantes. Así pues, Ø sería el núcleo nominal sobre el que incidiría ambos en Ambos Ø decidieron irse o cuatro en Quiero cuatro Ø baratas. El contenido de este núcleo nulo se recupera a partir del contexto lingüístico (anafórica o catafóricamente, véanse los § 16.6, 22.10k y 48.3), pero también a partir del extralingüístico en ciertos casos. Otros gramáticos prefieren evitar este elemento nulo y entienden que los cuantificadores mencionados son pronombres. La elección entre las dos opciones esquematizadas es polémica. El análisis que postula núcleos nominales nulos evita duplicar las categorías: si Ø representa un sustantivo o un grupo nominal, al cuantificador pocos corresponde la misma categoría gramatical en Tenía pocos libros de texto y en Tenía pocos Ø. Si no se requiere, en cambio, ese elemento tácito, ha de corresponder a categorías diferentes.

19.2k Aunque los dos análisis poseen argumentos a favor y en contra, parecen ser más los que favorecen la opción del núcleo nulo. Si pocos fuera un pronombre en Tenía pocos —se aduce desde dicha opción—, no admitiría adverbios de grado (cf. Tenía muy pocos), ya que esta no es una propiedad de los pronombres o de los sustantivos, sino de los adjetivos o de otros adverbios. Si pocos estuviera más cerca de un sustantivo que de un adjetivo, admitiría posesivos, pero la lengua rechaza oraciones como *Resolvió sus pocos, a diferencia de Resolvió sus pocos problemas. Por el contrario, el argumento de mayor peso a favor de la otra opción (es decir, del análisis que duplica las categorías) es el hecho de que no puede evitarse cuando los pronombres son neutros. No cabe, pues, un elemento nominal tácito entre las dos expresiones subrayadas en No dijo nada interesante. Tampoco cabe en el caso del cuantificador nadie, como en Nadie lo sabía.

19.2l Uno y otro análisis presentan inconvenientes si asimilan a los adjetivos los cuantificadores que modifican a los sustantivos (como en muchos estudiantes), ya que son compatibles con otros adjetivos (muchos buenos estudiantes). Este es uno de los argumentos que suelen considerarse en la actualidad para entender que el cuantificador muchos tiene más puntos en común con los determinantes que con los adjetivos. Aunque puede coexistir con ellos (los muchos problemas), puede otorgar naturaleza argumental a un grupo nominal (Muchos problemas son aparentes; Muchos estudiantes progresan rápidamente), a diferencia de los adjetivos, como ya se explicó (*Buenos estudiantes progresan rápidamente).

19.2m Como se expone en los § 1.9o, p, en esta gramática se opta, como norma general, por el análisis que acepta el elemento nominal tácito del que se ha hablado, de modo que muchos en Muchos no llamaron se considera un modificador dentro de un grupo nominal: muchos Ø. Aun así, se recuerda en los apartados correspondientes que algunos gramáticos prefieren mantener la duplicación a la que se ha aludido, y entender que los cuantificadores que pueden desempeñar funciones argumentales o admitir ciertos complementos son pronombres (tres de ellos, muchos que no asistieron o Comiste demasiados). No se aplicará aquí el análisis del núcleo nulo a las construcciones en las que no tendría cabida un núcleo expreso, como en los ejemplos citados Nadie lo sabía o No dijo nada interesante. La polémica mencionada sobre la presencia o ausencia del elemento nominal tácito se plantea también en el análisis de las relativas sin antecedente expreso (el que tú conoces: § 44.7a, f, g) y de otros grupos nominales que carecen de sustantivo nuclear (el de Antonio: § 15.7).

19.2n Algunos cuantificadores destacan por la facilidad con la que se adaptan a las clases de palabras que se mencionan en A2. Son, sobre todo, mucho, poco, bastante y demasiado, que inciden sobre nombres contables o no contables, pero también admiten el uso pronominal y el adverbial. Se obtienen así alternancias como Asistieron pocos estudiantes ~ Acudieron pocos ~ Trabajan poco ~ Resultó poco interesante y otras análogas que se pueden formar con los demás cuantificadores citados. A este grupo pertenece asimismo el cuantificador harto. Este cuantificador es propio de los registros elevados de la lengua cuidada en el español general, como en La situación era harto anormal (Borges, Libro), pero pertenece a la lengua estándar en el español de Chile y en el de los países andinos, especialmente en Bolivia y el Ecuador. Incide sobre adjetivos, sustantivos contables o no contables y adverbios:

¡Oiga, son casas harto modestas! (Caras 1/9/1997); —Vete, pues, Melitonita; tú que eres mujer debes ser harto curiosa; infórmate de lo que en realidad ha pasado anoche en este vecindario (Matto, Aves); ¿Y estái ganando harta platita? (Donoso, Casa); Está harto mal la pobre (Serrano, M., Vida); Supongamos, por ejemplo, una viuda que tiene hartos hijos y que, por mantener a sus hijos, alguien la ha dicho que mienta y que le va a dar un pan (Viezzer, Hablar); Ecuador está cruzando el río turbulento que nació del bucamarato. Río con rápidos, remolinos, maderos, basura, harta basura (Vistazo 20/3/1997).

En el español de Chile, Bolivia y México, entre otras áreas, harto puede cuantificar también a verbos o grupos verbales, como en La he buscado harto (Grupo Investigaciones Agrarias, Vida) o en estos otros ejemplos:

Ya me estoy aliviando un poco, pero todavía me duelen harto (Martín Campo, Carreteras); Su poncho rojo de seda, levantado sobre los hombros, permitía ver la casaca azul bordada y el tahalí que harto conocía yo (Aguirre, N., Juan).

Véanse también los § 12.2b y 20.7a.

19.2ñ Los cuantificadores adverbiales que modifican a los verbos se denominan tradicionalmente adverbios de cantidad. Estos adverbios pueden expresar el estadio alcanzado por un proceso (El azúcar se ha encarecido algo), la intensidad con la que tiene lugar (Me interesó bastante; Lo dudo mucho), la frecuencia con la que se produce (Viajas demasiado) y otras nociones similares sobre las que se volverá más adelante. Se analizan otros aspectos de su gramática en los § 30.4 y 39.7. Estos adverbios presentan similitudes con los pronombres, ya que alternan con los grupos nominales que denotan alguna medición, como en La temperatura ha subido {bastante ~ bastantes grados}; El azúcar se ha encarecido {algo ~ algunos pesos}. Desde el punto de vista semántico, expresan cuantificación de grado en algunos contextos, como en los pares que se acaban de mencionar, pero otras veces se asimilan a los cuantificadores de individuos o de entidades individuales. Es lo que sucede con los adverbios de frecuencia: Viene mucho ~ Viene tres veces a la semana. Un gran número de los adverbios que expresan el grado en que se aplica una propiedad o tiene lugar un estado de cosas (Me gusta bastante; Estás muy mojado; Se esfuerza más que antes) no introducen mediciones a las que corresponda un cómputo numérico. La cuantificación de los adjetivos (muy guapo) se trata en los § 13.3a, c-k, y la de los adverbios (bastante lentamente), en los § 30.4b y 39.7a. En relación con la cuantificación de verbos (Viene mucho) véase el § 30.4. Sobre la cuantificación de grupos preposicionales, véanse los § 29.3o-q.

19.2o Cabría añadir a los grupos introducidos en A2 los cuantificadores nominales. No obstante, la diferencia con los demás miembros de ese paradigma estriba en que los sustantivos no son por sí solos cuantificadores; lo son más bien los grupos sintácticos que forman, casi siempre indefinidos. Así, no es el sustantivo sinfín la expresión que cuantifica a errores en Cometió un sinfín de errores, sino el grupo cuantificativo un sinfín. El sustantivo sinfín pertenece al tercero de los grupos de nombres cuantificativos que se introducen en el § 12.5b. A ese mismo paradigma corresponden grupos nominales como una barbaridad de años, una enormidad de casos, una pila de libros y otros muchos que se estudian en los § 12.5 y 20.2. Se forman asimismo grupos nominales cuantificativos con los sustantivos que constituyen unidades de medida, como en algunos metros, bastantes gramos, dos grados, diez decibeles (o decibelios), muchos años, varios litros. Estas unidades se establecen en función de las magnitudes que se calculan o se computan: altura, longitud, peso, precio, temperatura, tiempo, etc. Sus propiedades fundamentales se analizan en los § 12.5g y ss. Se construyen como complementos verbales (Mide dos metros) o bien como modificadores en las expresiones que en los § 45.2f, g se llaman grupos diferenciales: cinco años más joven, diez metros más arriba, mil pesos más caro, tres horas después, varios grados más fría.

19.2p Son muy numerosas las locuciones adverbiales y nominales de naturaleza cuantificativa, si bien presentan una distribución geográfica irregular. Algunas están restringidas a verbos cuyos complementos son —o pueden o suelen ser— cuantitativos, como una eternidad (con demorarse, durar, esperar, vivir, etc.); en un santiamén (con casi los mismos verbos); una fortuna, un perú, un potosí (con costar, ganar, gastar, pagar, tener, valer, etc.); un dineral, un platal (la última en la Argentina), un ojo de la cara (las tres con casi los mismos verbos que las anteriores); Dios y ayuda, que admite la variante Dios y su ayuda, preferida en el área andina (con costar, necesitar, etc.). Muchas de las que están más restringidas sintácticamente se ajustan a la pauta «preposición + sustantivo»: llover a cántaros (también a raudales), trabajar a destajo, ganar dinero a paladas (a espuertas en España), loco de remate, un susto de muerte, reír a mandíbula batiente (a mandíbula llena en algunos países caribeños). Están casi enteramente restringidas al español europeo las que se subrayan en feo de narices, un pelín caro (un chilín en Puerto Rico), en la que la expresión subrayada cuantifica al adjetivo, y de todo punto imposible, entre otras. Se describen muchas de estas construcciones en el § 30.16.

Información adicional

En relación con este capítulo, las siguientes entradas del Glosario de términos gramaticales podrían ser de su interés:
adverbio de grado, cuantificador fuerte, pronombre indefinido

 

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