cuentagotas

Se documenta por primera vez, con la acepción 'instrumento que sirve para verter un líquido gota a gota, consistente en un tubo pequeño y una pieza de goma en uno de sus extremos', en 1859, en la traducción, desde el francés, de La botica ó Repertorio general de Farmacia práctica de F. Dorvault. Frecuentemente esta palabra se atestigua en aposición a los sustantivos frasco o tapón, como en el artículo titulado "Dosificación de las gotas de los líquidos medicamentosos", publicado en El Pabellón Médico (Madrid) en 1863. Tras un proceso metafórico, se atestigua con el valor 'modo de actuar caracterizado por la escasez o la lentitud' en 1977, en un artículo publicado en Triunfo  (Madrid).

Las locuciones adverbiales a cuentagotas, con cuentagotas, en cuentagotas y por cuentagotas se documentan, con la acepción 'con escasez o de modo lento', ya desde las primeras décadas del siglo XX, y su uso sigue vigente.

Se documenta por primera vez, con la acepción 'persona que trabaja en un laboratorio', en 1914, en la novela Niebla de M. de Unamuno, en un fragmento donde se menciona también a los pincha-ranas, caza-vocablos y barrunta-fechas, es decir, en el que se emplean denominaciones humorísticas para aludir a biólogos, lexicógrafos e historiadores, respectivamente.