rebellarse

Diccionario histórico del español de Canarias

rebellarse, revellarse

 

rebellarse, revellarse. prnl. Rebelarse o sublevarse.

                10-vii-1901 Jable (La Orotava, p.6): ¡Después de eso se me revella la sangre cada vez que veo á esa alabanciosa! 5-x-1930 Jable (Gaceta de Tenerife, p.1): Cuando terminó la copla por poco tenemos que pegarle al catalán rebellado, como dicen en Canarias. 1932 Crosa Folías (p.58): ¡Qué güena es la tierra mía!/ La hieres con el arado/ y en lugar de rebellarse/ te da el sustento del año. 1955-56 (1977) Guerra Memorias (p.145): Se calló Canseco otro poquito, pero por aquello de que a la fuerza ahorcan, ya que el viejo, mantenido lejano y sordamente rebellado, no ofrecía maldito un apoyo para el garabato de su vana charla. Ibídem (p.239): Al embocar el callejón de San Francisco, Sonia se me rebelló: «Yo quiero volver», me dijo con una terquedad de chiquilla mal criada. Ibídem (3, p.294): Ahora aprenderá dijo, por último, Juan Manuel con la voz endurecida que no es lo mismo ir a tórtolas que a conejos rebellados. a1959 (1976) Guerra Entremeses (p.544): Las bombas y los resuellos de la chopa que tiene por nariz se pierden bajo la manigua de un bigote negro y rebellado.

¨Rebellar no es forma desconocida en la lexicografía antigua, como lo muestra el ntle, que la registra en 1599 Henricus Hornkens o en 1661 Joannes Amos Comenius. Corominas, sin embargo, duda de que existiera realmente rebellar, tal y como expone en su dcech (s.v. bélico): «Los ejemplos de rebellar o revellar no prueban que esta familia léxica tuviera desarrollo hereditario en España: no hay por qué dudar de que en Berceo y otros autores del xiii esta grafía debe leerse como l geminada y no como elle palatal (estamos ante el antecedente natural del tratamiento ld); fuera de esta época apenas se hallan las formas en -ll- más que en textos pastoriles sayagueses y en algún autor leonés, en los cuales es probable que se pronunciara ll, pero ahí tenemos solo una adaptación suelta de un latinismo a la fonética dialectal, que el lenguaje común rechazó siempre como una barbaridad pastoril». La presencia de la palabra en canario demuestra, por un lado, la existencia real de la voz, y por otro, que debió llegar desde el occidente peninsular.

 

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ISBN 978-84-88366-95-5 (o.c.)978-84-88366-93-1 (v.1) 978-84-88366-94-8 (v.2)

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