pulmonar

Se documenta por primera vez, con la acepción de 'perteneciente o relativo a los pulmones', en 1721, en Arcanismo Antigálico de F. Suárez de Ribera (obra en que también se registra el sinónimo pulmonal). Desde entonces, y a diferencia de su rival pulmonal, su uso se extiende más allá de los textos médicos. Los sustantivos a los que acompaña con una mayor frecuencia son los vinculados a la anatomía, como son arteria, vena o tejido, y los relacionados con las enfermedades: congestión, lesión o tuberculosis. Los repertorios lexicográficos consignan la voz a partir del diccionario académico de 1843.

El Léxico de la región occidental de Panamá, de Pereira Padilla (1974), registra pulmonar como sustantivo, con el valor de 'planta de hojas grandes parecidas a un pulmón, que se utilizan en cataplasmas contra los dolores de espalda y en la preparación de infusiones para aliviar la tos en los casos de pulmonía'.

Se documenta por primera y única vez, en la acepción 'aspirar y espirar el humo [de un cigarro]', en 2016, en la novela Camino hacia nada, de L. J. Fernández Jiménez.