violoncillo

Diccionario histórico de la lengua española (2013- )

violoncillo s. (1611-)
violoncillo
Etim. Del diminutivo de violón (formado con el sufijo -illo, a), con influencia del italiano violoncello.

Los primeros testimonios de la voz violoncillo, procedentes del Tesoro de Covarrubias, en 1611 (al hilo de la voz cinfonia) y de la Vida, virtudes y milagros del apóstol del Perú P. Fray Francisco Solano, de D. Córdova Salinas, en 1643, parecen aludir de manera genérica a un instrumento de cuerda frotada de pequeño tamaño. Así, Covarrubias afirma que "Algunos pobres franceses suelen traer un instrumento, a modo de violoncillo", es decir, un instrumento pequeño cuyo cuerpo o caja tiene la forma del violón pequeño; cabe mencionar, además, que Covarrubias empleará la voz violones para designar a toda la familia de cordófonos frotados sin trastes de diversos tamaños. En la Vida, virtudes y milagros del Apóstol del Perú P. Fray Francisco Solano, de D. Córdova Salinas, en 1643, y en el panegírico dedicado al mismo santo, Sol y Año Feliz del Perú San Francisco Solano, de P. Rodríguez Guillén, en 1735, el violoncillo de dos cuerdas que tañía el santo es otras veces denominado rabel y rabelillo, un instrumento similar al violín de faltriquera o incluso a una pequeña fídula o rabelillo rústico, lo que redundaría en el hecho ya señalado de que en estos primeros testimonios de violoncillo solo se pretende aludir a un instrumento de cuerda frotada de pequeño tamaño, quedando violón, desde esta perspectiva, como voz genérica y ocasional para cualquier cordófono de arco. El hecho de que el violoncillo de San Francisco Solano tuviera dos cuerdas solamente puede responder al carácter mitificador del panegírico; así, las dos cuerdas se relacionan, por un lado, místicamente con los dos preceptos de "Amor de Dios" y al "Próximo", con lo milagroso y sobrenatural, al hacer posible tocar armoniosamente un instrumento de solo dos cuerdas ("contra todas las reglas de la música"), al tiempo que eleva al santo a un estado superior al mismo rey David: "Para consuelo de los enfermos usaba el Santo de un Rabelillo, que solia traer en la manga. Componiase de dos solas cuerdas, que segun arte, no podian formar consonancia; pero el Santo, sin saber tañer, ni cantar, para que todo fuese sobrenatural, tocaba, y cantaba en él Canciones Divinas, con tal melodia, que como Divino Orfeo supendia á sus oyentes, y el mismo quedaba muchas vezes suspenso á su harmonia. Sin duda, que en estas dos cuerdas pulsaba el Santo los dos Preceptos de el Amor de Dios, y del Proximo, en que se comprehende toda la Ley de Gracia: In his duobus universa Lex pendet"(Sol y Año Feliz del Perú San Francisco Solano, 1735, p. 329). 

En 1739, el Diccionario de Autoridades de la Academia incluye esta voz como lema independiente y la definía como "violón pequeño", aunque no recurría a autoridad alguna que avalara el uso, y consignaba también una segunda acepción, 'mal tocador de violón', para la que aportaba el testimonio de El maestro de danzar, comedia de P. Calderón de la Barca (publicada en 1664), si bien el valor de tal acepción no es del todo claro, pues podría tratarse del mismo modo del diminutivo de violón, como una referencia inespecífica a cualquier instrumento de la familia de los violones, como de la 'persona que toca el violón', y que puede estar empleado aquí tanto con intención afectiva como despectiva. Dado el contexto confuso de este testimonio, parece preferible no incluirlo en la acepción metonímica, ya que se trata de un valor claramente marcado, que, por otra parte, solo se ha recogido en los repertorios lexicográficos. Esta acepción fantasma se mantendrá en los diccionarios hasta 1931, cuando la consigna Pagés por última vez en su Gran diccionario de la lengua castellana, si bien en esta obra se define, probablemente por error, como "Mal tocador de violín" y no de violón, como se afirma en el resto de los diccionarios, definición que, por otra parte, quizás tuviera su origen en una remisión interna de Terreros (1788), quien tras definir "el que toca mal el violon" añade "V. Mal violinista"; sin embargo, lo que Terreros hace es remitir a 'Mal violinista', no porque conceda tal significado al lema violoncillo (pues ha quedado definido como "el que toca mal el violón"), sino porque es precisamente en la entrada de violinista donde cobra significado la expresión: "mal violinista, guitarrista, &c. el que toca mal algun instrumento de cuerdas".

Con la acepción de 'instrumento musical de cuerda y arco perteneciente a la familia del violín y la viola, afinado una octava más grave que esta, que se coloca entre las piernas del ejecutante, quien lo toca sentado', se atestigua en 1758, en la Oración fúnebre en las exequias de nuestro santíssimo padre Benedicto XIV, escrito por M. Barrera Narváez y Cárcamo, en homenaje al Pontífice fallecido, quien había reformado algunas cuestiones relativas a la música en el culto religioso, contexto en el que se citan los violoncillos, junto a violas y violones; no constan testimonios posteriores claros hasta 1825, concretamente en el Diario de Avisos de Madrid (Madrid), en septiembre y octubre de 1825, en sendos anuncios de ventas. En la prensa española surge una interesante polémica acerca del nombre adecuado que correspondería a este instrumento, como alternativa castiza a las voces italianizantes violonchelo y violoncello. Aunque es cierto que esta voz se presenta como la traducción castellana del italiano violoncello (como se advierte en el ejemplo de enero de 1916 de la Revista Musical Hispano-Americana (Madrid): "O traduzcamos violoncillo, o dejemos las cosas como estaban") algún autor descarta su empleo por no estar admitida en los diccionarios (como se apunta en otro artículo al respecto publicado en agosto del mismo año en la misma revista).

Notas filológicas

A partir de 1780, la Academia reduce su primera acepción a "d[iminutivo] de violon", definición que se mantiene hasta 1843. En esta misma edición del Diccionario de la Academia se consigna por última vez el lema violoncillo (aunque los diccionarios de Salvá y Domínguez lo registran aún, con sus dos acepciones, en 1846 y 1847, respectivamente, mientras que Alemany y Bolufer, en 1917, y Pagés, en 1931, lo consignan solo en la segunda acepción). Sin embargo, y a pesar de que violoncello (o violonchelo) se define en el DRAE (desde que esta voz se recoge por primera vez en la edición de 1837 hasta después de 1843) como "violón más pequeño que el común", no parece plausible que el Diccionario de Autoridades se refiriera al instrumento denominado violoncello o violonchelo, pues estas voces se documentan en español medio siglo más.

    Acepción en desuso
  1. s. m. Instrumento musical de cuerda y arco de pequeño tamaño.
  2. s. m. Mús. Instrumento musical de cuerda y arco perteneciente a la familia del violín y la viola, afinado una octava más grave que esta, que se coloca entre las piernas del ejecutante, quien lo toca sentado.
  3. Acepción lexicográfica
  4. s. m. y f. desp. "Mal tocador de violón" (Alemany Bolufer, DiccLengEsp-1917).
  5. Acepción lexicográfica
  6. s. m. y f. desp. "Mal tocador de violín." (Pagés, GDiccLengCastellana-1931)

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