Cuestiones generales

1.8 Unidades morfológicas (IV). Sus relaciones con las sintácticas

1.8a En la sección anterior se ejemplificaron algunas de las numerosas conexiones que existen entre la morfología y la fonología. Ciertos autores entienden que estos factores y otros similares justifican la existencia de una nueva parte de la gramática, llamada morfofonología o morfonología, situada entre las dos que le dan nombre. Otros morfólogos y fonólogos se ocupan de estas cuestiones como parte de sus respectivas disciplinas, pero no creen necesario introducir una nueva parte de la gramática que atienda exclusivamente a ellas. Son también numerosas las conexiones que se reconocen entre la morfología y la sintaxis. Como en el caso anterior, algunos gramáticos defienden la existencia de una disciplina intermedia, la morfosintaxis; otros usan este mismo término para designar toda la gramática, a excepción de la fonología. Aunque en esta obra se reconocen los numerosos solapamientos o traslapes que la gramática tradicional y la lingüística moderna han puesto de manifiesto entre las partes de la gramática, no se introducirán nuevas particiones para designar las disciplinas intermedias que habrían de ocuparse de tales cruces.

1.8b Se ha señalado en múltiples ocasiones que el origen de algunos afijos es sintáctico: los morfemas temporales de futuro (com-eré) proceden de un antiguo auxiliar de significado modal (comer he, ‘he de comer’), cuya integración morfológica es clara en la actualidad, pero pasó por varias fases en las que conservaba una parte de sus propiedades sintácticas. El sufijo adverbial -mente (lentamente) tiene su origen en un sustantivo latino en ablativo, y todavía conserva propiedades que recuerdan su independencia sintáctica, tales como la existencia de dos acentos en la palabra que lo contiene, la posibilidad de elidirlo en contextos de coordinación (simple y llanamente: § 7.14e y ss.) y la de aportar un significado que se interpreta fuera del adverbio en el que aparece. Así, lentamente significa ‘de manera lenta’. La secuencia muy lentamente consta de dos palabras, pero su significado no es ‘muy de manera lenta’, sino ‘de manera muy lenta’. Ello muestra que, desde el punto de vista interpretativo, muy se agrupa con lenta- creando una unidad que deja fuera el segmento -mente, por oposición a lo que el análisis morfológico pone de manifiesto. El hecho de que en el origen del sufijo se encuentre el sustantivo femenino mente también explica que este sufijo se adjunte a bases adjetivas en femenino (lenta-mente).

1.8c Las asimetrías entre la forma y la segmentación a las que dan lugar expresiones como muy lentamente y otras similares que se analizan en el § 10.3m han sido examinadas en los últimos años desde varias teorías. Reciben, por lo general, el nombre de paradojas de la segmentación (también de encorchetamiento o de encorchetado, términos que traducen el inglés bracketing), y ponen de manifiesto que la relación entre morfología y sintaxis es más estrecha de lo que la separación habitual entre esas dos disciplinas suele dar a entender. La interpretación semántica de los adjetivos de relación13.12) es también peculiar en un sentido semejante a como lo es la segmentación de muy lentamente. Así, mientras que en la secuencia un físico brillante se aporta una propiedad (la ‘brillantez’) que se atribuye a una determinada persona, en la expresión un físico nuclear, que también contiene un adjetivo, no se puede aplicar un razonamiento similar, puesto que la propiedad de ‘ser nuclear’ no se aplica aquí a ningún individuo. El grupo físico nuclear ha de relacionarse con física nuclear, a pesar de que designa una persona (§ 13.5j). La manera precisa en que esa relación haya de establecerse es una cuestión polémica en la que los morfólogos no están enteramente de acuerdo. Se describen otras paradojas de la segmentación morfológica en los capítulos 10 y 11.

1.8d Los sincretismos que se mencionaron en el § 1.7k no permitían aislar segmentos morfológicos. Existen algunas formas de sincretismo, por el contrario, que sí permiten delimitarlos, como el que ponen de manifiesto las palabras que constituyen contracciones de varias categorías: al (a + el), del (de + el). Así, la secuencia del libro está formada por dos palabras, pero son tres categorías las que componen su estructura sintáctica (una preposición, un artículo y un sustantivo). La expresión contigo constituye un grupo preposicional (§ 1.11b, g) y, por tanto, puede coordinarse con otros (contigo y con ella). Al mismo tiempo, contigo es una palabra, pero —de modo paradójico— uno de sus segmentos puede coordinarse con otro externo a él, como en Ven acá y siéntate conmigo y tu mamá (Santiago, Sueño) y otros casos similares que se analizan en los § 16.1n y ss. Como se ve, la segmentación en palabras no proporciona en todos los casos las unidades mínimas con las que ha de operar la sintaxis. Algunos autores llaman amalgamas a las contracciones gráficas y fonológicas (al, del) y fusiones o conglomerados a las que muestran procesos sistemáticos más complejos, como contigo, pero otros emplean estos últimos términos para aludir también a las primeras. Asimismo, mejor, menor y otros comparativos sincréticos45.2i) son adjetivos, pero lexicalizan informaciones que corresponden sintácticamente a los grupos adjetivales, con los que se pueden coordinar: mejor y más barato, mayor y más experimentado, etc.

1.8e Los casos examinados en los apartados anteriores ponen de manifiesto que las palabras gráficas (es decir, las que aparecen entre dos espacios en blanco en la escritura) pueden contener informaciones que correspondan a más de una categoría sintáctica. También es posible el caso contrario: que la palabra gráfica no represente por sí sola ninguna información. Pueden aislarse, en efecto, dos palabras en la locución a vuelapluma, pero entre las dos conforman, a efectos gramaticales, una sola pieza léxica, concretamente una locución adverbial. El DRAE y otros diccionarios recogen un gran número de locuciones. Lo hacen porque tales unidades no están formadas por pautas sintácticas libres, sino que constituyen expresiones acuñadas que forman parte del repertorio léxico del idioma. Se retomará esta cuestión en el § 1.10.

1.8f Existe cierta polémica entre los gramáticos sobre si algunas estructuras semilexicalizadas formadas por sustantivos (viajes relámpago, ojos azul cielo) deben analizarse como palabras compuestas o han de interpretarse como estructuras sintácticas de naturaleza apositiva o cuasiapositiva. Se examina este problema en los § 11.1b y 12.9r. Se sabe, en este sentido, que algunas palabras compuestas admiten ciertos procesos recursivos (en el sentido de ‘reiterativos’) que son propios de las estructuras sintácticas, como en una producción franco-italo-argentina. También se ha comprobado que, aunque la coordinación constituya una pauta sintáctica, se extiende a veces a las unidades morfológicas, como en coaliciones pre- y poselectorales. Estas construcciones, que se analizan en el § 10.4d junto con otras semejantes, ponen claramente de manifiesto que entre los segmentos morfológicos se dan en ocasiones ciertos vínculos característicos de las estructuras sintácticas.

1.8g Los pronombres átonos (me, te, se...) se analizan en el capítulo 16 de esta obra. Se llaman también pronombres clíticos porque se apoyan prosódicamente en otras categorías. Son pronombres enclíticos los que se posponen a las formas verbales no personales, en particular a los gerundios (diciéndolo) y a los infinitivos (leerla), y también a los imperativos (guárdatelos), de manera que constituyen una sola palabra con ellos. En la lengua antigua, en algunas variedades geográficas del español peninsular y a veces en los registros formales de otras variedades del español contemporáneo, se usan pronombres enclíticos con formas personales distintas del imperativo (hízolo, diósela). En el español general de hoy estas formas admiten pronombres proclíticos (Me lo decía; Se lo daré). Desde el punto de vista gráfico, se distinguen tres palabras en Me lo dijo, pero una sola en decírselo.

1.8h Los pronombres átonos forman también conglomerados: el grupo me lo puede aparecer antepuesto, pero sus componentes no se pueden separar, por lo que se considera una unidad morfológica. Sin embargo, los pronombres átonos o los conglomerados que forman pueden aparecer separados del verbo al que modifican por uno o varios verbos auxiliares (Te lo pudo querer vender) o no auxiliares (Te lo intentaré arreglar). Así pues, esta es una propiedad claramente sintáctica, pero la ponen de manifiesto ciertos elementos que se integran en determinadas palabras, como se ha visto, de forma parecida a como lo hacen otras unidades morfológicas. Se analizan estas cuestiones en los § 16.11-13.

1.8i Los diccionarios suelen recoger los significados de las voces derivadas en función del de las primitivas, como revela la expresión ‘acción y efecto de’, que se usa para definir un gran número de sustantivos. Corresponde, en cambio, a la gramática poner de manifiesto la medida en que las propiedades sintácticas de las palabras derivadas se heredan de las de sus bases o se conservan en los procesos derivativos. Así, es posible añadir el complemento de leche al sustantivo producción, o el complemento de novelas al sustantivo lector, en la misma medida en que los verbos producir y leer admiten, respectivamente, los sustantivos leche y novelas como complementos directos. También el adjetivo transportable acepta el complemento adjunto con dificultad de forma análoga a como lo hace el verbo transportar, del que se deriva. Este aspecto de la relación entre la morfología y la sintaxis surge una y otra vez en la derivación nominal y la adjetival. Se analizarán estas cuestiones en los capítulos 5, 6 y 7, así como en los § 12.11 y 12.12.

1.8j Existen numerosas restricciones a la herencia de complementos por parte de las palabras derivadas. Así, en el § 5.4i se explica que el sustantivo levantamiento hereda algunas propiedades del verbo transitivo levantar (levantamiento de pesas, levantamiento de un cadáver), en lugar de las del verbo intransitivo levantarse. En cambio, el sustantivo hundimiento hereda las propiedades del verbo transitivo hundir (el hundimiento del carguero por el submarino), pero también las del intransitivo hundirse (su absoluto hundimiento físico y moral). Estos procesos —en los que se reconocen numerosos casos particulares que se explicarán oportunamente— ponen de manifiesto el funcionamiento sintáctico de las piezas léxicas, por lo que forman parte de la sintaxis. No son, sin embargo, ajenos a la morfología, ya que se basan en las propiedades gramaticales que las palabras mantienen o conservan al derivarse unas de otras.

1.8k Se señaló en las secciones precedentes que casi todas las informaciones flexivas tienen consecuencias sintácticas. De hecho, la concordancia es el modo en que la flexión pone de manifiesto ciertas propiedades gramaticales de las palabras que la sintaxis exige reiterar, es decir, expresar formalmente en varios lugares de la cadena. El número (capítulo 3) en los sustantivos proporciona información cuantitativa sobre las entidades que se designan (casas, ideas), mientras que en los adjetivos (altos, libres) no aporta información significativa; es decir, está presente por exigencias de la concordancia. El verbo pone de manifiesto el número que corresponde al sujeto, lo que constituye otra forma de concordancia (Los pensamientos vuelan). El género (capítulo 2) de los sustantivos proporciona información significativa (en el sentido de ‘con consecuencias para el significado’) en algunos casos (escritor, escritora). En otros muchos (árbol, cama), en cambio, aporta informaciones gramaticales no significativas, por tanto necesarias tan solo para la concordancia. El género de los adjetivos pertenece siempre a este segundo grupo. La persona es una propiedad de los pronombres personales (yo, tú, vos) y de los posesivos (mi, tu, nuestro), que también el verbo pone de manifiesto en la concordancia ( sueñas). Existe, sin embargo, una interpretación amplia de este concepto, según la cual la llamada tercera persona se aplica por extensión a las cosas (El paquete [3.ª persona] pesa [3.ª persona] mucho) y a los animales (Mi loro [3.ª persona] no habla [3.ª persona]), además de a los seres humanos. En los § 16.1 y 33.6b se analizan otros aspectos del concepto gramatical de persona.

1.8l La flexión de caso expresa diversas relaciones sintácticas en un gran número de lenguas, pero en español ha quedado reducida al paradigma de los pronombres personales. Así, la preposición de en la puerta de la casa manifiesta en español la información que expresaría el genitivo en latín, de forma que la secuencia la casa no experimenta ningún cambio morfológico. No es necesario acudir, por consiguiente, al caso en estos contextos y en otros análogos (aunque en algunas teorías actuales se usa en sentido más amplio la noción de ‘caso’ para que también abarque estos usos). El pronombre personal ti aparece, en cambio, en caso oblicuo, que en español está restringido a los contextos preposicionales: detrás de ti, acordarse de ti, para ti, sin ti. El pronombre yo aparece en caso recto o nominativo. Corresponde esta variante a la función de sujeto, pero también se emplea en ciertos contextos no oracionales (el pronombre yo puede usarse, por ejemplo, en una firma, en un rótulo o en apelaciones). Los pronombres me o te no distinguen el dativo (Te lo prestaré; Me lo prometiste) del acusativo (Te alcancé, Me vio). Los pronombres de acusativo desempeñan la función de complemento directo (Leí el libro > Lo leí), pero también sustituyen a los atributos en la forma correspondiente al neutro. En estos casos lo es invariable: Son altas > Lo son. En el capítulo 16 se explican con mayor detalle todas estas diferencias.

1.8m La flexión de tiempo constituye una información deíctica17.1l) en el sentido de que vincula la referencia de las expresiones con la situación en que se halla quien las usa. El tiempo comparte esta propiedad con los demostrativos (este), con ciertos adjetivos (actual), sustantivos (extranjero), verbos (venir), preposiciones o locuciones preposicionales (dentro de) y adverbios (después). Algunos autores entienden que, al igual que la persona y el número que el verbo conjugado manifiesta reproducen informaciones que corresponden a su sujeto (La ciudad [3.ª persona singular] parece [3.ª persona singular] tranquila), también la información temporal que el verbo muestra reproduce la de algunos complementos adverbiales, explícitos o tácitos, como en Ahora [presente] estoy [presente] aquí. Se suele reconocer que esta generalización está bien orientada, pero a la vez fuertemente limitada por combinaciones como Mañana [futuro] te llamo [presente] o ¿No te ibas [pretérito] la semana próxima [futuro]?, entre otras similares. La relación entre tiempos verbales y adverbios de tiempo presenta complejidades de otra naturaleza. Se analizan los vínculos fundamentales entre el tiempo y los adverbios en los § 24.4-6 y 30.6.

1.8n Se llama aspecto la categoría que indica la estructura interna de las situaciones. El aspecto informa de la manera en que se manifiestan o se desarrollan los acontecimientos, y también del modo en que surgen, culminan, cesan o se repiten. Al igual que otras categorías, el aspecto puede expresarse sintácticamente, entre otras opciones, a través de los verbos auxiliares que forman las perífrasis verbales (empezar a cantar, dejar de comer, seguir estudiando, estar a punto de llegar). Se realiza también léxicamente, puesto que los verbos pueden designar situaciones puntuales (Llegó a esta ciudad) o permanentes (Residió en esta ciudad), entre otras posibilidades. El aspecto puede manifestarse asimismo morfológicamente (como en cantó frente a cantaba), aunque no todos los gramáticos del español —tradicionales y modernos— admiten esta tercera subcategoría del aspecto en nuestra lengua, que se aceptará, sin embargo, en esta obra. La relación entre tiempo y aspecto en el caso del imperfecto de indicativo (cantaba) es sumamente intrincada, por lo que se dedican cuatro secciones (§ 23.10-13) a analizarla. Baste señalar aquí que, a pesar de que esta información se expresa a través de una desinencia verbal, las interpretaciones que recibe el imperfecto están en función de la clase léxica a la que pertenezca el verbo con el que se construya, entre otros factores que se estudian en las secciones que se mencionan.

1.8ñ El aspecto que se expresa a través de perífrasis verbales focaliza el inicio, el término o el curso mismo de las situaciones, así como su interrupción, su reiteración o su cese. La noción fundamental en el análisis del aspecto expresado léxicamente (también llamado aspecto léxico, modo de acción, cualidad de la acción y accionalidad) es, en cambio, la delimitabilidad de los predicados. Corresponde esta noción a la antigua distinción entre predicados permanentes (‘no delimitados’) y desinentes (‘delimitados’). Para aludir a esta misma propiedad es hoy mucho más frecuente el término (a)telicidad (derivado del gr. télos ‘fin’). Los predicados atélicos o no delimitados designan situaciones que no concluyen o culminan, es decir, que no poseen final en función de su propia naturaleza, como trabajar, correr o empujar un carro. Los predicados télicos o delimitados (llegar, escribir una carta) se caracterizan por poseer término o límite. Contrastes simples como Julián {trabajó ~ *llegó} durante dos horas, frente a Julián {*trabajó ~ llegó} en dos horas, muestran que la compatibilidad de los verbos con ciertos adjuntos temporales está en función de ese rasgo. Sean télicos (llegar) o no (trabajar), los predicados pueden ser perfectivos (llegó, trabajó) e imperfectivos (llegaba, trabajaba). El cruce de estas propiedades léxicas y morfológicas tiene repercusiones notables en el significado (§ 23.2j-v y 23.10 y ss.).

1.8o El concepto tradicional de duración o de duratividad está relacionado con el de (a)telicidad, pero estas nociones no son equivalentes, puesto que existen predicados verbales que expresan duración, pero también término o límite. Puede decirse, por ejemplo, Leyó el diario durante media hora, ya que leer el diario es un predicado durativo, pero también Leyó el diario en media hora, ya que también es un predicado télico. En esta gramática se dedican dos secciones (§ 23.3 y 23.4) al estudio del aspecto léxico o modo de acción, y un capítulo (el número 28) al análisis de las perífrasis verbales. Con muy escasas excepciones, los tiempos compuestos, que se forman con «haber + participio», expresan una noción temporal (‘anterioridad’) y otra aspectual (‘perfectividad’). La relación entre ambas es a veces intrincada, como se explicará en los capítulos 23 y 24.

1.8p Se llama modo la categoría que pone de manifiesto en la inflexión verbal la actitud del hablante hacia la información que se enuncia. El modo expresa también la dependencia formal de algunas oraciones subordinadas respecto de las clases de palabras que las seleccionan o de los entornos sintácticos en los que aparecen. Así, contrastes como Estoy {seguro ~ *cansado} de que se comportan así, frente a Estoy {*seguro ~ cansado} de que se comporten así, son consecuencia directa del significado de los adjetivos que participan en esa alternancia. El análisis del modo en las subordinadas sustantivas requiere, por consiguiente, que se examine con minuciosidad el significado de los predicados que lo inducen, tanto en estos contextos de distribución complementaria, como en otros —más sutiles— que parecen mostrar alternancia libre, como en Supongamos que {llega ~ llegue} mañana. El modo en las oraciones de relativo se vincula muy a menudo con la especificidad de las entidades denotadas, como en un libro que me {guste ~ gusta}, y en algunos adjuntos oracionales se relaciona con la verificación de la información que se suministra o con la medida en que el hablante es consciente de ella, como en Aunque no {estamos ~ estemos} de acuerdo. Se distinguen en español los modos indicativo, subjuntivo e imperativo. Aunque algunos gramáticos han añadido el condicional a esta relación, se suele interpretar en la actualidad como una forma verbal del indicativo. Se dedica al análisis del modo el capítulo 25.

1.8q El modo es una de las manifestaciones de la modalidad. Es esta una noción más general, que se expresa en diversos enunciados que constituyen tipos oracionales, como se explica en el capítulo 42. Las modalidades interrogativa, declarativa o imperativa poseen características gramaticales propias. Presentan variedades vinculadas con el discurso precedente, pero también con informaciones no expresas que el hablante o el oyente pueden dar por supuestas. Aunque en esta gramática se analizan el modo y la modalidad en capítulos distintos (con excepción del imperativo), se indicarán oportunamente los estrechos vínculos que existen entre ambas nociones.

Información adicional

En relación con este capítulo, las siguientes entradas del Glosario de términos gramaticales podrían ser de su interés:
acusativo, amalgama, caso, caso oblicuo, concordancia, dativo, distribución complementaria, genitivo, morfofonología, pronombre átono

 

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