tacho

Diccionario histórico del español de Canarias

tacho, cha

 

tacho, cha. (Por metátesis recíproca). adj. Chato. Tb. «bajo o de poca altura». U.t.c.s.

                27-vii-1752 (2011) Anchieta y Alarcón Diario ii (1414, p.43): Es como de sesenta y dos años y la cabeza la tiene algo tacha hacia delante y atrás. Todo esto apunto por curiosidad y porque yo estoy que se muere.

                1846 (1920) Lugo Coleczión (p.340): Tacho, a. adj. Chato. 24-vi-1865 Jable (El Eco del Comercio, p.4): Un tacho preguntaba á un narizudo que conveniencia le proporcionaba el tener tan larga la nariz.

                1918 Reyes Serie de barbarismos (p.209): (No digáis) Tacho, aplanado. Sombrero tacho. (Decid) Chato. Sombrero chato. 31-xii-1930 Barón de Imobach Voy a Taganana: Gua, la «nana» es la borrica. ¿No la ve su merced que es tacha, bajita y «atuchida»? 1946 Pérez Vidal Edición de Lugo (p.155): Tacho, a. [...] En La Palma parece haberse usado también con el valor de «bajo, enano» aplicado a las personas. 1947 Álvarez Delgado Notas (p.225): Tacho, «Chato». 1947 Régulo Pérez Reseña ed. de Lugo (p.258): Tacho. Se usa todavía en el norte de La Palma, en la acepción de «bajo».

¨Es forma popular que puede oírse esporádicamente, y quizá más aplicado a cosas que a personas, como se pone de manifiesto en los ejemplos del aleican ii (589 «Cazuela»), calderita tacha, en una localidad de La Gomera, o de Torres Stinga (p.307), cocina tacha, en Lanzarote. La registra también Alvar (p.204), en el dialecto canario de Luisiana. El significado de 'bajo' no es más que una variante puesto que lo chato es de baja altura. De hecho, ambos valores pueden confundirse según el contexto en que se use la palabra.

2. m. tacha.

                1940 (1979) Quintana Arucas (p.58): El jugo de la caña era llevado a otro local: el cuarto de las calderas, llamado así por haber en él grandes tachos de cobre con sus fogones correspondientes, donde se hervía el dulce líquido, añadiéndole algo de cal que deshiciese un ácido que por su naturaleza contiene la caña y que impide la solidificación del azúcar.

¨Como vimos en tacha, fue esta palabra la única encontrada, en la documentación, en los «siglos azucareros» del xvi y xvii, de modo que el ejemplo debe reflejar el uso normal en América, donde sí fue más frecuente siempre el masculino que el femenino.

 

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ISBN 978-84-88366-95-5 (o.c.)978-84-88366-93-1 (v.1) 978-84-88366-94-8 (v.2)

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