erisipeloso

Se documenta por primera vez, con la acepción 'perteneciente o relativo a la erisipela', en 1699, en la traducción de El maestro en cirurgia de Cauliaco llevada a cabo por J. Caspin, años antes que erisipelatoso, su sinónimo (atestiguado al menos desde 1710, en Materia médica misionera de P. Montenegro), en un contexto en el que se enumeran una serie de edemas de diversa naturaleza. De manera análoga, en un buen número de los testimonios atestiguados a lo largo de los siglos XVIII y XIX este adjetivo suele consignarse como calificativo de la voz inflamación o erupción, síntomas característicos de la erisipela (véase). Con este valor se consigna por primera vez en 1846, en el Nuevo diccionario de la lengua castellana de V. Salvá. Por otro lado, con el significado de '[persona] que tiene erisipela' se registra, igualmente, en el repertorio lexicográfico de Salvá, así como en el Diccionario nacional de Domínguez, publicado en la misma fecha. Un par de años después, en el ecuador del siglo XIX, se registra con el significado 'que causa erisipela' en el volumen XIII del Tratado de patología interna dirigido por M. Nieto Serrano. Finalmente, a comienzos del siglo XX, en 1906, se documenta con la acepción 'persona que tiene erisipela' en un artículo publicado en La Lectura Dominical (Madrid), empleado en un uso figurado.