Diccionario histórico de la lengua española

& mando a los ballesteros que non quedassen de tirar.

los de salamjna & estas dos gentes por la mar con sus flotas. creta que son çient çibdades. los de nosia donde son los buenos vallesteros.

Luego el cavallero Cifar fuese a su posada & ante del alva levantose y fizo tocar el cuerno. & luego todos los cavalleros y ballesteros y peones se armaron y se fueron para la plaça.

Et estos son asi commo adables et almocadenes et ballesteros; et otros, omnes de cauallo et de pie, que ponen por escuchas et por atalaynes et por atajadores para guardar la tierra; et otros, peones que se an de guiar por estos que son dichos.

E el rrey fue muy sañudo que lo desmintio delante del, e mandolo matar; e los vallesteros dieronle con las maças; e antes que fuese mal ferido dexose caer de la mula en tierra.

E a poca de ora vinieron ay las gentes de pie vallesteros e lançeros por quien auia enbiado [...].

E don Jayme pidio al rrey que mandasse a los que auien de passar con el que passassen sus cauallos; e mandoles dar pieça de vallesteros que fuesen con ellos.

[...] e venian por ella de noche, ca de dia non podian leuar sino muy poca, por los muchos vallesteros que el rrey tenia puestos por guarda de aquella agua.

E acabadas estas rrazones mando el cabdillo a los ballesteros que les tirasen de las ballestas; * e ellos lo hizieron anssi.

E maguer que los que estauan en aquella torre de la villa les querian deffender que non hiziessen aquella labor, y non podian, lo vno por aquellos quatro ingenios que les tirauan muy affincadamente, y lo otro por los muchos moros ballesteros que estauan y [...].

E fato avía tres días que los moros sabían de su entrada, falláronlos bien aperçiuidos, por quanto avía tres días que los moros sauían de su entrada; e Vera estava bien barboteada, e estavan dentro fasta treçientos de cauallo e fasta mill peones, los quinientos ballesteros.

E vn día, viernes, así como después de media noche, abrieron la puerta de la villa e salieron a los omes de armas que guardaban la manta; e fallaron que la guardauan fasta seis omes de armas e dos vallesteros.

E entonçes pensó de enbiar para tornar la posesión de Priego a Juan Lópes de Oruaneja, vecino de Marchena, para que fuese alcaide por él en el dicho lugar; e envió con él fasta diez de cauallo e sesenta omes de pie lançeros, e ochenta e çinco ballesteros.

E tomaron vn ballestero moro de cauallo, que enbiaron al obispo; e él lo envió luego al Infante.

Otro día, domingo, por la mañana, treze días del dicho mes de julio, oyeron misa e partieron dende muy reglados e muy ordenadas sus vatallas, ansí de la gente de armas como ginetes e vallesteros e lançeros, teniendo que fallarían quien quisiese pelear con ellos [...].

E a la mano derecha yban los peones escudados, e a la mano yzquierda los vallesteros; e tras la vatalla venía todo su recuaje, muy bien ordenado.

Por ende vinieron luego los pendones destas çiudades e villas, con muy noble gente, ansí omes darmas e ginetes e vallesteros e lançeros, con que el señor Infante ovo muy gran plazer [...].

E como quiera que defendieron muy bien la villa, e ella hera muy fuerte, pero que en esa sazón tenía muy poca gente; e según se supo destos, que estándola conbatiendo venían para entrar dentro trezientos moros vallesteros e lançeros para la defender.

Las bastidas e el escala estaua todo ya bien adouado, e muy llegado çerca de la villa; e cada día ponían en cada arca dos vallesteros muy buenos, que tiraban con vallestas de garrucha a los que estauan ençima de la torre a do avían de asentar el escala.

E los moros no les fazían cosa del mundo tanto daño como los vallesteros de las arcas que estauan ençima de la torre, que la tenían aseñoreada de yuso de si; e por ende les tiraban de las torres a las arcas con vn trueno.

E los moros quisieron matar vn vallestero cristiano de los que saltearon; e fueron a los que los tenían dos caualleros cristianos, al vno dezían Fernán López de Oruaneja e al otro dezían Pero Cobo, e tiránrongelo que lo no mataron.

E fízolo luego muy bien adouar, e puso ende çien vallesteros, e çient lanças, e çiento de cauallo; e enbiólo dezir al Infante, a Seuilla.

E salleron en pos el los omnes de Ioab e Cherethi e Pherethi, conuiene saber; vallesteros e fonderos e todos los barraganes, e salleron de Jerusalem a perseguir a Siba, fiio de Bichri.

E otros dizen que queria dezir los saçerdotes que lleuauan los hornamentos saçerdotales, mediantes los quales sabia Dauid sy vençeria en las batallas o la contra; lo qual mas montaua en virtud que vallesteros e lançeros.

Invitad, e en Babilonia sonido fazed los vallesteros quantos anchos tomar sabedes; assentadvos derredor de ella [...].

Çircundanme los sus vallesteros, e espedaça los mis reñones, e non ha misericordia de mi; vierte en la tierra la mi fiel.

E fueron los fiios de Hulam varones de grand fuerça, batallantes e ballesteros, los quales ouieron muchos fiios e nietos, numero de los quales fue çiento e çinquenta; todos estos fueron de los fiios de Beniamin.

E eran buenos vallesteros; tanto eran de sotiles, que se administrauan de las sus dos manos diextras e syniestras, asy a piedras lançar como saetas con archos; los quales eran de los hermanos de Saul, de stirpe de Beniamim.

E lançaron los vallesteros e açertaron en el rey Josyas, e dixo el rey a los sus famillares: lleuadme de aqui, que muy enfermo sso.

E los ballesteros de las galeas matavan e ferían muchos dellos; e armavan al capitán muy rezias ballestas, e fazía tiros muy señalados, en que fería honbres e cavallos.

E fue allí bien resçebido el capitán de los cavalleros que allí estavan en guarniçión; e entraron algunos dellos con él en las galeas, e fueron con él dos chalupas muy ligeras, en que yvan ballesteros e frecheros françeses.

[...] e que los galeotes e los ballesteros entrasen a robar el lugar: unos peleando, otros robando.

El capitán mandó salir en tierra honbres escudados e ballesteros, por saber qué tierra hera; e luego en ese estante vinieron tantos frecheros, que les fizieron muy aýna venir a la mar.

El capitán ayuntó todos sus frecheros, e ballesteros, e su gente, e puso dos pavesadas, de cada una sesenta paveses, partidos en dos partes a manera de alas; e los ballesteros e frecheros en pos ellos.

E podrían ser toda aquella gente que allí con él se acaesçieron fasta quatroçientos honbres darmas; e gente de pie non tenían ninguna, sino fasta ocho o diez ballesteros de cavallo, que él sienpre traýa consigo.

Este cavallero Rodrigo de Persa, criado de la casa del rey e honbre valioso, e Garçía Hurtado, ballestero, otrosí criado e ofiçial de la casa del rey, escreví aquí por quanto lo manda ansí la ley [...].

E el Maestre repartió por todas las estançias de aquellos caballeros ballesteros de los que eran ende venidos; e aquéstos fazían sus saeteras desde las casas más çercanas al muro, e reparábanse lo mejor que podían.

E después que conosçieron que los del Maestre no tenían vallesteros, lançaban los targones de sí, e cargábanse de piedras, e tiraban a los de la yglesia; e los ballesteros de la villa algunas bezes llegaban a fazer los tiros tan çerca de los de la yglesia, que arremetían a ellos e les cortaban las cuerdas de las vallestas.

E otra grand conpañía de vallesteros, e honbres que sabían mucho del monte; e sus atabales, e menestriles, e tronpetas.

[...] el qual venía a caballo, e venían con él fasta doçientos honbres armados, así honbres de armas como vallesteros, e trayan consigo dos tronpetas bastardas, e venían diciendo en alta grida [...].

E allí viniéronle cartas de la rreyna doña Leonor, por quanto le enbiaua a tomar a Medina; e por semejante fizo a Cuéllar e a Olmedo, la qual no se quiso dar, pero entróla Fernán Pérez de Illescas, con doçientos vallesteros, porque falló la puerta a mal rrecaudo.

E desque sopo la venida del Rey, Juan Gómez de Anaya, arçidiano de Salamanca, fijo del arçobispo de Seuilla e don Diego, puso mucha gente de armas en la yglesia, e muchos vallesteros e escudados, e fuéronse para la posada del obispo; e echaron fuera a don Pedro, maestresala del Rey, que tenía tomada la posada para él.

E estaua en Yllescas el arçobispo de Toledo don Juan de Luna, hermano del condestable, con fasta 550 onbres de armas e ginetes, e pieça de peones, así vallesteros como escudados [...].

E desque el Rey sopo que estava todo así presto, cavalgó a ora de vísperas, con trecientos honbres de armas, los quales eran el conde de Alva, e el conde de Ribadeo, e otros; e mandó el Rey llevar vn pendón pequeño de sus armas, e fasta cincuenta vallesteros de cavallo con él, e otros trecientos de pie, e muchos peones escudados.

E estos asy llegados, a poca de ora sobrevino el dicho don Alfonso, fijo del rrey de Nauarra, el qual traya mucha gente de armas e ginetes, e muchos peones, vallesteros e lanceros [...].

Cuenta esso mesmo Tito Libio, que, como Lelio cónsul fuesse embiado por los romanos contra los de Persia, los persianos, con grandíssimo poderío de gente d'armas y otrosí de ballesteros y archeros, ocorriéronle [...].

E como Saúl ferido fuese e a fuir començasse e seguido se viesse de los vallesteros, dixo a un escudero suyo [...].

E morió en aquel día el Rey de Bohemia, que era çiego e suegro del rey don Juan de Françia, fijo d'este Rey, que vino ayudar al rey don Felipe por proeça de caballería; e otrosí morieron aí el Conde de Flandes, que andaba echado del condado por los flamenques, e el conde Alcançia, hermano del dicho Rey de Françia, e otros XVI condes e grandes señores e otros muchos caballeros e escuderos de la parte del Rey de Françia; e otrosí morieron II mil vallesteros de Génoba que estaban al sueldo del Rey de Françia.

E ovieron fuerte vatalla al pasar de una ribera e fueron desbaratados los franceses e muertos III mil omes de armas e vallesteros de la parte de Françia [...].

E falláronse los françeses VI mil omes de armas e vallesteros; e falláronse los escoçes otros VI mil con el Duque e su fijo e yerno.

[...] e en las dos alas de los portogueses estavan muchos vallesteros e lançeros e ferían todos en los de la avenguarda de los castellanos.

[...] e desenbarcó sobre la villa de Arzilla e entróla por conbate de petrechos e escalas con VIII mil vallesteros que tiravan a la çerca.

E allí vino el adelantado Diego Gómez Manrique con çiento de cavallo; e otrosí vino Lope Garçía de Salazar por su llamamiento con DCCC omes a pie mucho armados de coraças e muchos vallesteros.

E como ellos estaban aperçevidos e puestos sus vallesteros en sus casas, ferieron a muchos d'ellos de saetas; e morieron luego Pero de la Puente, hermano de Diego Ibañes de Traslaviña, e Sancho de la Puente, fijo de Pero López de la Puente, e otros dos o tres e ovo muchos malferidos.

Ronpiéronle la casa por detrás e por los costados e matáronlo los vallesteros; e toviendo XXXV saetas espetadas en su cuerpo e mienbros, nunca cayó en tierra fasta le salió el alma.

El conde de Alva se partio de Arevalo e se fue a Santa Maria de Nieva e desde ally a Segovia, con trezientos onbres darmas e dozientos ginetes, e dos mill e quinientos peones, vallesteros e lançeros [...].

Otro día por la mañana, como quiera que la gente del rey avía reçibido grandes daños en peleas y conbates de los días pasados, pero con gran ánimo llegaron a poner las escalas al muro; las quales puestas, los de dentro no podían facer grande resistençia, por el grand número de artillería e vallesteros que tiravan al muro, tantos que no dexavan estar ninguno en él para lo defender.

Y comoquiera que Dragonís con la gente que tenía defendió alguna pieça los passos y sobidas * de la sierra, tantos ballesteros y archeros allí cargaron que, hiriendo muchos dellos, se los hizieron mal su grado * dexar; y subiendo los cavalleros a lo llano, ovo entr'ellos una batalla asaz peligrosa.

Los de dentro los recibieron con muchas piedras y saetas, assí de ballesteros como de archeros [...].

[...].y fizieron salir toda la gente de la villa, y lo más presto que ser pudo se metieron por la floresta llevando consigo el ballestero que los guiasse; y la otra gente, que mucha era, se derramó a todas partes.

E la terçera cosa es que son de usar a las cosas que ya son escriptas en el primero libro, en los capitulos suso dichos, conviene a saber a la estacada con palancas, a ferir de punta o de tajo, segund cunpliere, & a saltar delantre o detras cortando e a lançar los dardos; & eso mesmo los vallesteros & los fonderos a lançar con las vallestas & con las fondas & los cavalleros a lançar piedras & dardos.

[...] en los vallesteros qual tiene mas lorigas e qual menores e mas provechosos cavallos.

La terçera orden se conpone en armaduras muy ligeras de vallesteros mançebos, de buenos lançadores de dardos, los quales antiguamente llamavan ferentarios [...].

Y mandó que todos los caballos saliesen, y lo mismo los hombres de espada y rodela y los ballesteros para ir a dar en los enemigos, los cuales, como vieron su determinación, perdiendo el ánimo, sin ningún brío, volvían las espaldas con gran silencio [...].

[...] eligió por capitán de infantería a Benavides; y de los arcabuceros y ballesteros a Mateo Lezcano [...].

[...] los caballos prosiguieron por el camino real, yendo en el avanguardia Varela con ciertos ballesteros.

[...] el cual determinó de salir en persona a los buscar, y fueron puestos a punto cuarenta rodeleros y ballesteros, con que salió, llamando los indios amigos, que convino, en su ayuda.

[...] a la mano derecha, cubiertos con un cerro, avía emboscados quinientos arcabuceros y ballesteros; demás desto, otra emboscada en lo hondo del barranco, luego pasado el río, de mucho mayor número de gente.

Eran como seis mil hombres entre arcabuceros y ballesteros y algunos con armas enastadas [...].

Avíase enbiado muchas vezes a reconoscer el lugar con personas práticas: lo que referían era, que estavan dentro siete mil arcabuceros y ballesteros, que estavan resolutos de venir una noche sobre Granada [...].

[...] eran ochocientos hombres, arcabuceros y ballesteros y algunos con armas enastadas [...].

[...] y habíamos de partir aquel mismo día con cuatrocientos soldados y catorce de a caballo y ballesteros y escopeteros, que estaban apercibidos; y ciertos soldados que eran de la parcialidad de Diego Velázquez dijeron que no querían ir, y que se fuese Cortés con los que quisiese; que ellos a Cuba se querían volver.

Y demás desto, para los que quedaron en la Villa-Rica, que eran setenta vecinos, y para el caballo que se le murió y para la yegua de Juan Sedeño, que mataron en lo de Tlascala de una cuchillada; pues para el fraile de la Merced y el clérigo Juan Díaz y los capitanes y los que traían caballos, dobles partes; escopeteros y ballesteros por el consiguiente, e otras sacaliñas [...].

[...] las cuales enviaba para que nos las notificase un escribano, que se decía Alonso de Mata, el cual después, el tiempo andando, fue vecino de la Puebla, que era ballestero; y enviaba con el Mata a otras tres personas de calidad.