Se documenta por primera vez, con la variante espata y en la acepción 'arma blanca larga y recta, generalmente con dos filos y punta aguda, guarnición y empuñadura', en torno al año 1090, en un documento de Sobrarbe, "Repartición de los bienes de Sancho Garcés", cuyas peculiaridades lingüísticas atraen la atención de Menéndez Pidal en Orígenes del español (4.ªedic.,1956); posteriormente, con la variante espada, se atestigua en el Cantar de Mio Cid (c1140), en la La fazienda de Ultra Mar, de Almerich (c1200), y en Vida de Santa María Egipciaca (c1215). Desde entonces, y con notable frecuencia, se atestigua durante toda la historia del español, con mayor empleo hasta el Siglo de Oro y un incremento testimonial en los siglos XIX y XX, gracias a las obras de ficción y de recreación histórica. Se consigna por vez primera en Glosarios latino-españoles de la Edad Media (1375-1410) como equivalente del nombre latino ensis y en el Universal vocabulario en latín y en romance (1490) de Palencia, como equivalente de spata. Siguiendo la información relevante que aportan las autoridades, es la espada un arma que puede ir ceñida al cuerpo y envainada, distintivo de la realeza, atributo de la nobleza y símbolo de la caballería, "de la justicia, y de la potestad" (Tesoro de Covarrubias). El término aparece frecuentemente en compañía de verbos como blandir, ceñir, envainar y desenvainar, desnudar, empuñar, esgrimir o jugar. Asimismo, son numerosos los distintos tipos de espada: con los complementos de dos manos o de a dos manos (sinónimo de montante, mandoble o espadón); de cazo, de cazoleta o de taza; con el modificador ancha o los complementos de a caballo o de montar; o con el modificador media (sinónimo de terciado). Otras espadas históricas son la hispanoárabe jineta (o gineta, zeneta o morisca), la ropera o de ceñir, la espada de lazo, la de conchas, la porquera, de monte o de caza, la espada bota, de torneo o de tornear, u otras que han sido objeto de discusión histórica, como la espada lobera o la del perrillo. Por otro lado, la frecuente variación del artículo masculino con el femenino (el espada o la espada) comprende un período desde el siglo XII ("Mio Cid Ruy Díaz por las puertas entrava, / en mano trae desnuda el espada") hasta el siglo XVI ("¿Quién le enseñó esperar el golpe del enemigo con la punta del arma que el Criador le dió, que es como si dijese, si habéis de llegar á mí, ha de ser por la punta del espada?", en la Primera parte de la Introducción del Símbolo de la Fe de 1583, de Fray Luis de Granada). Tras un proceso de metonimia, que parece tener su origen en el tópico literario de "la espada y la pluma", el término se registra con el valor 'oficio o profesión de militar', alrededor de 1250, en la obra anónima Bocados de oro, con presencia en todas las épocas; se consigna en el Diccionario castellano con las voces de ciencias y artes y sus correspondientes en las tres lenguas francesa, latina e italiana (1787) de Terreros y Pando. Por su parte, la metáfora es el mecanismo que da origen a multitud de acepciones: como 'instrumento de madera en forma de remo grande que sirve de timón para gobernar embarcaciones generalmente pequeñas', sinónimo de espadilla, se atestigua entre 1256 y 1263, en la Partida II de Alfonso X el Sabio, y se consigna en el Diccionario marítimo español (1831) de O'Scanlan; como 'representación convencional de la espada', se documenta en el Libro de ajedrez, dados y tablas (1283), de Alfonso X; como 'palo de la baraja española que se representa con una espada', en torno a 1449, en el Libro de las veynte cartas e quistiones de F. Torre, y se consigna por vez primera en el Vocabulario español-italiano, de Franciosini; como 'maxilar superior, en forma de espada o sierra, de algunos peces', se atestigua en 1526, en Sumario de la natural y general historia de las Indias, de G. Fernández Oviedo, y lo recogen Morales Pettorino, Quiroz Mejías y Peña Álvarez en su Diccionario ejemplificado de chilenismos y de otros usos diferenciales del español de Chile (1985); o como 'instrumento de una sola pieza de madera, formado por un mango y una hoja ancha con filo biselado y sin punta, que sirve para despojar la hebra del lino o del cáñamo de cáscara o broza', documentado hacia 1549 en Refranes o proverbios en romance, de H. Núñez, y consignado en el Diccionario aragonés (1992) de Andolz. La acepción 'remolino de pelo en la parte anterior del cuello del caballo', originada por metáfora por la forma semejante a una espada o "a manera de una pluma" (Tratado de la caballería a la gineta, de P. Aguilar), se documenta por primera vez, con el modificador romana, en 1499, en la traducción de M. Martínez Ampiés del Libro de Albeyteria, de M. Díez Vilanova. Aunque parece que, hasta finales del siglo XVII, se le llamaba espada romana al remolino que tenía el caballo en cualquier parte del cuerpo, la creencia supersticiosa de la buena suerte que portaban aquellos que la lucían en el cuello determina una restricción a esta localización concreta. En la traducción de B. Irurzun de Escuela de a caballo, de Robichón de la Gueriniere, se observa un nuevo término que acarrea una nueva especificación: se llamará espada romana al situado en el lado izquierdo del cuello y daga al localizado en el derecho. Con todo, la forma simple espada se atestigua ya modernamente, desde 1843 (Elementos del esterior de caballo, de N. Casas Mendoza), para denotar solo al remolino de la parte anterior, conservándose también las formas espada romana y espada romana con daga. En el ámbito de la esgrima y a través de un mecanismo de restricción de significado, surge el valor 'arma blanca, larga y recta, con cazoleta, sin corte y con una punta que no hiere', atestiguado con el complemento de esgrima en un texto anónimo de 1547, Fragmento de la visita hecha a don Antonio de Mendoza, recogido en Documentos para la Historia de México, y consignado con el modificador negra en Dictionarie in Spanish, English and Latine (1591), de Percival. De este valor, por metonimia, surge 'modalidad de esgrima que se practica con espada', que se documenta en un artículo anónimo de 1897 del Almanaque Bailly-Bailliere (Madrid), y se consigna en el DLE (2014). Asimismo, a través de la metonimia se origina la acepción 'persona diestra en el manejo de la espada', entre 1575 y 1580, en Relaciones histórico-geográficas-estadísticas de los pueblos de España. Reino de Toledo, consignado por Terreros Pando en su Diccionario castellano con las voces de ciencias y artes y sus correspondientes en las tres lenguas francesa, latina e italiana (1787) como "el que la ciñe, y maneja", y por la Real Academia Española en su edición del DRAE de 1791 como "el que es diestro en su manejo". Es de este valor de donde nace, mediante un proceso de extensión significado, 'persona que destaca por su destreza en alguna disciplina o actividad', que se documenta en 1843, con el adjetivo antepuesto primer, en "El gaitero gallego" de A. Neira, recogido en el segundo tomo de la obra colectiva Los españoles pintados por sí mismos, y se consigna en el Diccionario nacional o Gran diccionario clásico de la lengua española (1846), de Domínguez. Otra arma que resulta tras una restricción de significado es la perteneciente al dominio de la tauromaquia, 'arma blanca de hoja larga ligeramente curvada en su último tercio, con punta aguda, usada por los toreros para matar a los toros'; este valor se atestigua desde La hermosura de Angélica (1602-1604), de Lope de Vega (si bien esta arma ha sufrido múltiples modificaciones hasta llegar a su forma actual), y no se consigna como tal hasta el Diccionario ilustrado de términos taurinos (1987) de Nieto Manjón (de forma tradicional, era estoque el término recogido en los diccionarios para este valor). Los tipos de espada de torear se denominan con los complementos de descabellar (sinónimo de verduguillo) y con el modificador simulada o el complemento de ayuda (sinónimo de estoque simulado o de ayuda o, sencillamente, ayuda). Por metonimia, de este valor surge 'torero que mata a un toro clavándole una espada', documentado en 1785, con el adjetivo antepuesto primera, en el tomo cuarto del Memorial literario, instructivo y curioso de la Corte de Madrid, y consignado por primera vez (igualmente como primera espada) en la edición de 1791 del DRAE. La naturaleza reglamentaria y tradicional del ámbito del toreo acusa toda una jerarquía manifiesta en los distintos tipos de matador, referidos con los modificadores medio, primer, segundo y tercer (incluso cuarto, quinto, etc.), así como en su variante femenina. A su vez, de este valor se origina, en un mecanismo de extensión del significado, la acepción 'miembro sobresaliente de un grupo, equipo o entidad', que se concreta en testimonios con los mismos modificadores que los del torero (a excepción del adjetivo medio o media); se documenta, como "primeros espadas", en la obra En la brecha (1878) de C. Suárez Bravo. La última arma a que, por restricción de significado, refiere la voz espada se encuentra en el valor 'en ciencia ficción, arma semejante a una espada, formada por una empuñadura y uno o varios haces de luz', documentado desde 1977, en un artículo de P. Crespo del diario ABC (Madrid). Asimismo, por metáfora, espada es la denominación para ciertos peces: 'pez marino de hasta 4,5 metros de longitud, de cuerpo robusto, largo y casi cilíndrico, color negruzco, pardo o azul oscuro en la parte dorsal y más claro o blanco en la ventral, caracterizado por un maxilar superior en forma de espada de sección plana u ovalada', sinónimo de espadarte y espadón, se atestigua en 1599, en el Libro del arte de cozina de D. Granado, y se consigna por vez primera en el Vocabularium Hispanicum Latinum et Anglicum (1617) de Minsheu; 'pez marino de hasta 2 metros de longitud, de cuerpo largo y comprimido terminado en un corto filamento, piel de color plateado, y sin escamas', sinónimo de machete y sable, se documenta en 1970, en el trabajo de M. Alvar "Ictionimia y geografía lingüística" de la Revista de Filología Española (Madrid), si bien lo consigna antes Lozano en Nomenclatura ictiológica (1963); por último, en estas dos mismas fuentes, se documenta también por primera vez 'pez marino de hasta 2 metros de longitud, de cuerpo largo y comprimido, piel de color plateado, aleta caudal ahorquillada de puntas negras, y sin escamas', sinónimo de espadarte. Asimismo, se encuentra atestiguado el valor metafórico 'planta herbácea perenne de la familia de las tifáceas, de hasta 3 metros de altura, de tallos cilíndricos y erectos, hojas planas, largas y delgadas, y pares de flores carnosas superpuestas formando una espiga, ancha y oscura la inferior y más estrecha y amarillenta la superior' en 1802, en la traducción de J. F. Bahí de Elementos de la nomenclatura botánica, y sistema sexual de las plantas de J. J. Plenk, y consignado en el Diccionario general de americanismos (1942) de Santamaría. De la acepción del palo o manjar de espadas, y a través de un proceso de sinécdoque, se registra el valor 'carta de espadas', documentado en Sátiras (c1618) de Lope de Vega, y recogido en la edición de 1803 del DRAE. De este mismo, tras una restricción de significado, surge la acepción 'as de espadas', sinónimo de espadilla, espadachín y espadón, que se atestigua en 1643, en Bellaco sois, Gómez, de Tirso de Molina, y se consigna en la edición del DRAE de 1732. Por otra parte, en el ámbito textil, espada tiene el valor 'pieza del telar de bordes redondeados y generalmente xde madera, que sirve para separar los hilos de la urdimbre, o para golpear y apretar el hilo en la elaboración de la trama', documentado en Memoria de las palmas conocidas en este Nuevo Reino de Granada, escrita en 1793 por un sacerdote de nombre desconocido. Una vez más, la metáfora es el origen de algunos otros valores de la voz: como 'mandato o poder ejercido por la fuerza de las armas', se atestigua en un artículo anónimo de 1822, en el Diario Constitucional de Barcelona (Barcelona), y se consigna en el Diccionario de argentinismos, neologismos y barbarismos (1911) de Segovia; restringida al ámbito jergal, como 'instrumento curvo y puntiagudo en uno de sus extremos, que se emplea para abrir una cerradura en sustitución de la llave', documentado en Los malhechores de Madrid (1889), de M. Gil Maestre, y consignado en Vagabundos de Castilla (1903), de Díaz-Caneja; circunscrito a Puerto Rico, como 'pluma de la cola del gallo que destaca por su longitud', atestiguado en El Español en Puerto Rico (1948), de T. Navarro Tomás, y consignado en Del español jíbaro. Vocabulario (1979), de Díaz Montero; o, por último, propio de Nicaragua, España y México, el valor 'órgano copulador y miccionador del hombre y de algunos animales de sexo masculino', en el trabajo "Voces de connotación sexual" de E. Peña Hernández y J. Ycaza Tigerino, publicado en la Memoria del sexto congreso de la Asociación de Academias de la Lengua Española (1974), celebrado en Caracas, en 1972.
En diversos repertorios lexicográficos se consignan una serie de acepciones: 'en la Filosofia Hermetica, fuego' (Diccionario castellano con las voces de ciencias y artes y sus correspondientes en las tres lenguas francesa, latina e italiana de Terreros Pando, 1787); 'flecha [| distancia de los puntos de una curva]' (Diccionario de arquitectura civil de Bails, 1802); 'espadilla [| timón provisional que se forma con los recursos de a bordo para suplir la falta del original' (Diccionario marítimo español de O'Scandal, 1831); circunscrita al área oriental española y a Chile, 'la pieza mediante la cual el espeque de un molino está articulado con el poste vertical o peón' (Vocabulario de palabras usadas en Álava y no incluidas en el Diccionario de la Real Academia Española de Baráibar Zumárraga, 1903); restringida a Cantabria (España), 'cada una de las cuerdas que cruzan el ñul, una por cada lado de la olla, en el carro del país' (El habla de Castro [Santander] de Sánchez Llamosas, 1982); propia del área oriental de España, 'terrón húmedo de forma alargada' (ALEANR de Alvar, 1983); circunscrita a Colombia, 'variedad de fique' (ALEC de Montes Giraldo, Figueroa, Mora, y Lozano, 1986); restringida al subárea canaria, 'cinta, pez teleósteo perciforme, de cuerpo acintado, terminado en una especie de látigo y con las aletas dorsal y anal muy largas' (Diccionario diferencial del español de Canarias de Corrales Zumbado, Corbella Díaz y Álvz Mtz, 1996) y, propia del área leonesa española, 'úsase en plural, vara de la linaza' (Léxico del leonés actual de Le Men, 2005). Consignadas por vez primera en el Diccionario enciclopédico de la lengua española (1853) de Gaspar y Roig son las acepciones 'nombre que se le dá al que es muy flaco y alto, o solamente flaco', 'nombre vulgar del gladiolo' y 'nombre vulgar del SOLEN [| género de moluscos conchíferos dimiarios de la familia de los solenáceos]'. En el Vocabulario navarro de Iribarren, por su parte, se consignaron 'cuchillo de madera que se emplea en la elaboración del queso, para cortar y desmenuzar la cuajada antes de meterla en la quesera' (ed. 1952), así como 'instrumento en forma de espada para despuntar las viñas' (ed. 1984), circunscritas ambas al área oriental española.
A su vez, espada se integra en diferentes unidades pluriverbales. Así, se documentan las siguientes locuciones verbales: entrar con espada en mano, con la acepción 'manifestarse [una enfermedad] o empezar [alguien o algo] con violencia, intensidad o determinación', se atestigua en 1611, en Discursos medicinales, de J. Méndez Nieto; irse detrás de la espada, con el valor 'ejecutar [un torero] la estocada con destreza en el lance final de matar al toro', en 1903, en un artículo anónimo del periódico El Imparcial (Madrid); meter [a alguien] la espada hasta la guarnición (o el puño), como 'abatir o apretar [a alguien] con razones u ocasionar un daño o un sentimiento intenso', se localiza por vez primera en 1772, en el tomo IV de las Cartas familiares del P. Joseph Francisco de Isla escritas a su hermana Doña María Francisca de Isla y Losada y a su cuñado D. Nicolás de Ayala; la locución meter (o pasar, o llevar) a (por la) espada, con la acepción 'dar la muerte [a alguien], especialmente tras un asalto militar', se atestigua en torno a 1200, en La fazienda de Ultra Mar de Almerich; quedarse [alguien] a espadas, de uso coloquial, como 'perder en un juego todo lo que se tiene', que se consigna por primera vez en la edición del DRAE de 1803, así como en su otra acepción 'quedarse en blanco'; la forma sacar la espada [por alguien o algo], con el valor de 'salir en defensa o procurar el éxito [de alguien o de algo]', se documenta en 1707, en Manual christiano, compuesto por el M. R. P. Fr. Alexandro de la Madre de Dios, del Orden Descalzo de la Santísima Trinidad, Rendencion de Cautivos; y, por último, salir [alguien] con su media espada, como 'intervenir [en una conversación o en un acontecimiento] mostrando desconocimiento o interrumpiendo con una impertinencia', se registra en 1662, en Soplos en defensa de la Pura Concepcion de Nuestra Señora la Virgen Maria, de Fr. P. Concepción. Otras formas complejas que incluyen el sustantivo espada se corresponden con las locuciones adverbiales con la espada desnuda, con la acepción 'con resolución, por todos los medios', atestiguada en un artículo de 1895 de L. Taboada, en el diario La Región (Orihuela); con las espadas en alto, para la que se dan las acepciones 'sin resolver un enfrentamiento entre dos o más contendientes', documentada en un artículo anónimo de 1898 de La Dinastía (Barcelona), y 'en conflicto por no haberse resuelto un enfrentamiento', en otro artículo anónimo del Diario de la Marina (Madrid); y, finalmente, entre la espada y la pared, con el valor 'en situación forzosa y comprometida ante dos alternativas difíciles' registrada desde 1728, en Memorial que presenta al Rey Nuestro Señor (que Dios guarde) el Conde de Mahony, Coronel del Regimiento de Dragones de Edymburgo, de D. J. Mahony Weld. A su vez, se documentan varias locuciones sustantivas: espada de Damocles (o damocliana), para designar 'hecho o situación que supone un peligro o una amenaza persistente de un mal para alguien o para algo', se atestigua en La Eumenia o La madrileña (1805), de G. Zavala Zamora; espada de dos filos (o de doble filo), usada con el valor 'cosa, hecho o situación que da o puede dar un resultado opuesto al que se pretende, o bien ambos a la vez' , se registra en 1813, en el tomo segundo de la traducción anónima de Ciencia de la legislación, de C. Filangieri; espada de Judas (o del diablo, o de suegra, o del rey), como 'planta herbácea perenne de hasta 60 centímetros de altura, de hojas lanceoladas, erectas, carnosas, agudas, con líneas transversales, de color verde oscuro y verde claro, con bordes endurecidos rojizos o anaranjados, y flores blancas o verdosas dispuestas en racimo', se circunscribe a El Salvador, Costa Rica y Honduras y se documenta en 1949, en un artículo anónimo de World Trade in Commodities (Washington D.C.), si bien se consigna primero en el Diccionario general de americanismos (1942) de Santamaría; espada de San Jorge se refiere a la 'planta herbácea perenne de hasta 1,2 metros de altura, de hojas lanceoladas, erectas, carnosas, agudas, con líneas transversales y de color verde y amarillo, y flores blancas o verdosas dispuestas en racimo', y se atestigua en un artículo de 1956 de T. G. Gracia Ibars, en CNT (Toulouse); y, por último, las espadas en alto, como 'situación de tensión o desacuerdo entre dos partes susceptible de agravarse o pendiente de resolución', registrada en un artículo anónimo de 1913, publicado en el Diario de Valencia (Valencia).
Finalmente, otras unidades pluriverbales solo se han documentado en repertorios lexicográficos. Así, las sustantivas la espada de la justicia, con el valor 'la magistratura encargada de la aplicación de la ley penal' (Diccionario de argentinismos, neologismos y barbarismos de Segovia, 1911), y media espada, como 'persona que no es muy diestra en la profesión que ejerce' (Nuevo diccionario de la lengua castellana de Salvá, 1846); y varias locuciones verbales, como ceñir espada (Diccionario de argentinismos, neologismos y barbarismos de Segovia, 1911), o las consignadas por vez primera en la edición del DRAE de 1817: como ceñir [a alguien] la espada ('ponérsela por primera vez al armarlo caballero') y tirar [alguien] de la espada ('desenvainarla para reñir'); también a esta edición pertenecen las del ámbito de la esgrima, como asentar la espada ('dejar el juego y poner la espada en el suelo'), desguarnecer la espada ('quitar o hacer perder a alguien la pieza que sirve de defensa a la mano, que comúnmente se llama guarnición'), librar la espada ( 'no consentir el atajo del contrario, sino sacar la espada de debajo para tenerla libre'), presentar la espada ( 'ponerla recta, oponiéndose al contrario'), tender [alguien] la espada ('presentarla rectamente al adversario'), y las del ámbito militar como presentar la espada ( 'hacer con la espada el saludo militar al rey o a la bandera') o rendir la espada [un oficial] ('entregarse prisionero, dando en señal su espada al jefe de la tropa enemiga').
- ac. etim.s. m. y f. Arma blanca larga y recta, generalmente con dos filos y punta aguda, guarnición y empuñadura.docs. (1090-2022) 911 ejemplos:
- c1090 Anónimo "Repartición de los bienes" [1956] p. 43 Orígenes del español Esp (BD)De illa partigon que feci senigor Sango Garcece. Ad Galino Acenarece era lorika, ero kabalo, era espata. Ad Sango Scemenones ero kabalo, era mulla, era espata, ero ellemo.
- 2022 Arana, F. "Longinus" Pluma Caly Ar (CORPES)Siendo muy joven di claras muestras de mi capacidad para la pelea. No tenía temor por nada. Era bueno en el combate cuerpo a cuerpo. Terriblemente bueno. Muy fuerte. No se ha visto peleador con espada, puñal o jabalina como lo era yo. Y tan endiabladamente bueno era en el combate que todos me respetaban. Amaba ir al frente en cada una de las batallas que fueron llegando una a una a mí. Fui parte de las campañas de expansión de Roma. Luchaba para el César. Todo por el César. Conocí la verdadera gloria... Toda. Y yo era bravo. Educado con metal. Carecía de modales. Pero usted sigue pensando errado sobre el contenido de la bolsa, y sobre mi identidad...
- c1090 Anónimo "Repartición de los bienes" [1956] p. 43 Orígenes del español Esp (BD)De illa partigon que feci senigor Sango Garcece. Ad Galino Acenarece era lorika, ero kabalo, era espata. Ad Sango Scemenones ero kabalo, era mulla, era espata, ero ellemo.
- c1140 Anónimo Poema Cid [1993] 130 Esp (CDH
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Mio Cid Ruy Díaz por las puertas entrava, / en mano trae desnuda el espada, / quinze moros matava de los que alcançava; / gañó a Castejón e el oro e la plata. / - 1292-1293 Anónimo Castigos [2001] 78 Esp (CDH
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La tu espada sea justiçia que así commo la espada taja egual mente tan bien del vn cabo commo del otro, así la justiçia sea egual e tajada en la tu mano que se non acueste más del vn cabo que al otro. - 1327-1332 Juan Manuel LEstados [1981] 325 Esp (CDH
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Et toda via deue traer el espada consigo: lo vno, por que es avito de los que an de beuir por caualleria; lo otro, por que en el espada ha arma et armadura: arma para ferir et armadura para se defender. - 1482-1492 Rdz Montalvo, G. Amadís I y II [1991] 1136 Esp (CDH
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Cuando el gigante lo vio, puso mano a spada para lo matar, y diose con ella en la una pierna tal ferida, que toda la tajó, y cayo en el suelo, y a poco rato fue muerto. - 1517 Torres Naharro, B. Ymenea [1994] 450 Propaladia Esp (CDH
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BOREAS ¡O, que haga mal viaje / quien en tan fuerte jornada / y en tal congoxa me mete! / Pues honbre de mi linaje / nunca supo qué era espada / ni broquel ni cosalete. / Yo también soy más que loco / por venir en tal lugar, / pues que no quiero matar / ni que me maten tanpoco. ELISOCuerdo eres, / hagamos lo que quisieres. - a1554 Anónimo Lazarillo [1994] Esp (CDH
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La mañana venida, levantámonos, y comienza a limpiar y sacudir sus calzas y jubón y sayo y capa; y yo que le servía de pelillo. Y vísteseme muy a su placer, de espacio. Echéle aguamanos, peinóse y púsose su espada en el talabarte y, al tiempo que la ponía, díjome:
—¡Oh, si supieses, mozo, qué pieza es ésta! No hay marco de oro en el mundo por que yo la diese. Mas ansí ninguna de cuantas Antonio hizo no acertó a ponelle los aceros tan prestos como ésta los tiene.
- c1568-1575 Díaz Castillo, B. HNueva España [1982] 8 Esp (CDH
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[...] y a las voces que dio el cacique, los escuadrones vinieron con gran furia, y comenzaron a nos flechar de arte, que a la primera rociada de flechas nos hirieron quince soldados, y traían armas de algodón, y lanzas y rodelas, arcos y flechas, y hondas y mucha piedra, y sus penachos puestos, y luego tras las flechas vinieron a se juntar con nosotros pie con pie , y con las lanzas a manteniente nos hacían mucho mal. Mas luego les hicimos huir, como conocieron el buen cortar de nuestras espadas, y de las ballestas y escopetas el daño que les hacían; por manera que quedaron muertos quince dellos. - 1605 Hidalgo, G. L. Diál entretenimiento [2007] Esp (CDH
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Ido el toro, se comenzaron a dar matraca, y dijo el que estaba debajo de la albarda al que estuvo en la carreta, que se maravillaba mucho que siendo caballero de hábito en el pecho y espada en la cinta, se hubiese acobardado debajo de una carreta. - 1640-1644 Calderón Barca, P. Alcalde Zalamea [1998] Esp (CDH
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Don Lope(Aparte.) A la puerta / de la calle ¿no es mi cuarto? / Y en él ¿no está una rodela?Crespo(Aparte.) ¿No tiene puerta el corral, / y yo una espadilla vieja? Don LopeBuenas noches.CrespoBuenas noches. / - 1726 Feijoo, B. J. Theatro crítico universal, I [1998] Esp (CDH
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Por esso Dionysio, Tyrano de Sicilia, desengañó oportunamente al otro embidioso de su felicidad, haziéndose sentar a vn espléndido banquete debaxo de la punta de vna espada, que pendía de frágil hilo sobre su cuello, y dándole a conocer, que esse puntualmente era el estado en que le tenía su fortuna. - 1747 Juan, J. / Ulloa, A. Noticias América [1985] Perú (CDH
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Allí fue preciso, para armar los tres regimientos que levantó el virrey marqués de Villagarcía, dos de caballería de a 500 hombres y uno de infantería de 1.000 hombres, que se fabricasen en Lima las espadas para los primeros; pero, como no había quien lo supiese hacer con perfección, después de haber consumido en ellas muy considerables sumas, quedaron con temple tan malo que continuamente se rompían en los ejercicios, y tan pesadas que no se podían manejar. No hubo igual providencia para suplir la falta de armas de fuego, pues, aunque el virrey dispuso que se comprasen todas las que hubiese, sin poner más límite en los precios que la voluntad de los que las vendían, nunca se pudieron completar, a mucha diferencia, las que se necesitaban, y con particularidad las pistolas para la caballería, que no se les pudo proveer de ellas hasta que de Buenos Aires se remitieron al inicio de 1743 las que había llevado la escuadra que comandaba don José Pizarro. Pero como era general la falta en todos aquellos reinos y fue preciso que quedasen algunas en Buenos Aires, otras en Chile, y que se remitiesen otras a Panamá, aunque se suplió con ellas lo más preciso, no lucieron en ningún paraje, y menos que en todos en las ciudades de Valles, adonde no alcanzaron, siendo el único paraje de lo interior del país adonde se enviaron, a la provincia de Tarma, por la urgencia que había de armar gente contra los indios sublevados. Pero para que mejor se conozca cuán escasas estaban, nos parece conveniente dar noticia de los socorros que el virrey envió para contener aquella sublevación, que aunque parecerán pequeños, porque en realidad lo son, eran cuantiosos respecto al estado en que se hallaban aquellos reinos. - 1737-a1754 Luzán, I. Poética [1977] Esp (CDH
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Sabía, por ejemplo, el P. Ceva que los arcos, las saetas, las espadas, los venenos y las bombas fueron invenciones de los hombres; pero, su feliz fantasía le sugirió un origen más grande, más maravilloso y no inverisímil. - 1774-1775 Requena, F. Descripción Guayaquil [1984] Ecuador (CDH
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Fuera de estas seis poblaciones, hay por sus campos 256 casas habitadas por los hacendados que tienen en ellas sus siembras y ganados: con esta gente y con la que se ha dicho hay en los pueblos, se numeran en este partido 5.045 almas, entre ellas 1.121 hombres capaces de tomar las armas, los 269 blancos y los demás indios, pardos y mestizos; todos tienen sus lanzas y machetes, y sólo se encuentran entre toda esta gente 28 escopetas y algunas espadas y sables.
- 1790-1796 Jovellanos, G. M. Memoria policía [1997] Esp (CDH
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Lidiábase en los torneos a pie y a caballo, con lanza o con espada, en liza o en campo abierto, y con variedad de armaduras y de formas. La justa era de ordinario una parte del espectáculo, a veces separada, y siempre más frecuente, como que necesitaba de menor aparato y número de combatientes. Distinguíase del torneo en que éste figuraba una lid en torno de muchos con muchos, y aquélla una lid de encuentro de hombre a hombre. Y otro tanto se puede decir de los juegos de caña y sortija, porque estas diversiones, juntas o separadas, admitían un mismo ceremonial y unas mismas leyes con más o menos pompa, según el lugar y la ocasión con que se celebraban. - c1806 Jovellanos, G. M. Descripción castillo Bellver [1970] 323 Esp (CDH
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Y allí en fin el humilde Bendinat, do el héroe fatigado reparó sus fuerzas, recompensando el beneficio con la ilustre memoria que dejó a su nombre. Escenas memorables, cubiertas de sangre y de gloria, que Mallorca verá con ternura y respeto mientras obedezca a los descendientes del gran Príncipe que las ganó con la punta de su espada. - 1844 Gil Carrasco, E. Señor Bembibre [1989] Esp (CDH
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Traía calzadas unas grandes espuelas de oro, espada de rica empuñadura y pendiente del cuello un cuerno de caza primorosamente embutido de plata, que resaltaba sobre su exquisita ropilla obscura, guarnecida de finas pieles. En una palabra, era uno de aquellos hombres que en todo descubren las altas prendas que los adornan, y que involuntariamente cautivan la atención y simpatía de quien los mira. - 1849 Fernán Caballero Gaviota [1997] Esp (CDH
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Vestía chaqueta y pantalón de basto paño pardo, chaleco de piqué de colores moribundos, *adornado de algunos zurcidos, obras maestras en su género, faja de lana encarnada, como las gastan las gentes del campo, sombrero calañés de ala ancha, con una cucarda, que había sido encarnada y que el tiempo, el agua y el sol habían vuelto de color de zanahoria. *En los hombros de la chaqueta había dos estrechos galones de oro problemático, destinados a sujetar dos charreteras. Y una espada vieja, colgada de un cinturón ídem, completaba este conjunto medio militar y medio paisano.
- 1861 Castelar, E. Discurso 13/05/1861 [1861] 236 Discursos Esp (CDH
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El señor Saavedra, valiente, soldado, hábil orador, profundo matemático, fiel reflejo de aquellos caballeros de los siglos décimo quinto y décimo sesto, que asi manejaban la pluma como la espada, ha puesto con gran acuerdo el fin del progreso en la armónica aplicacion de todas nuestras facultades á la vida. - a1896 Silva, J. A. Sobremesa [1996] Colombia (CDH
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Sobre el rojo de la pared, cubierta con opaco tapiz de lana, brillaban las cinceladuras de los puños y el acero terso de las hojas de dos espadas cruzadas en panoplia sobre una rodela, y destacándose del fondo oscuro del lienzo, limitado por el oro de un marco florentino, sonreía con expresión bonachona, la cabeza de un burgomaestre flamenco, copiada de Rembrandt. - 1902 Valle-Inclán, R. M. Sonata otoño [1996] Esp (CDH
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Concha estaba perdida en el laberinto, sentada al pie de la fuente y llorando sin consuelo. En esto se le apareció un Arcángel: No llevaba espada ni broquel: Era cándido y melancólico como un lirio: Concha comprendió que aquel adolescente no venía a pelear con Satanás. Le sonrió a través de las lágrimas y el Arcángel extendió sobre ella sus alas de luz y la guió...
- 1930-1948 Asturias, M. Á. Leyendas Guatemala [1977] Guatemala (CDH
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De improviso sintió caer sobre sus hombros la capa aventurera, la espada ceñida a su cintura, la bota a su pierna, la espuela a su talón, la pluma a su sombrero. - 1962 Mujica Láinez, M. Bomarzo [1996] Argentina (CDH
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Girolamo había desclavado de las panoplias algunas piezas de armaduras —unas manoplas, una rodela, un casco de los denominados borgoñotas, una espada, una gola decorada con ataujías— y, vistiéndolas y ciñéndolas, daba grandes pasos y lanzaba voces roncas, como si fuera uno de los condottieri de nuestra estirpe, el condottiero que aspiraba a ser. Su estatura y su vigor, excepcionales para sus quince años, le permitían pavonearse así, a pesar de la carga de hierro. En cambio Maerbale, que tenía diez años, se había improvisado un manto de cardenal con un raído género púrpura; se había colgado del cuello la cruz bizantina que le había regalado nuestro abuelo y, con el don mímico que lo caracterizaba, se divertía imitando al cardenal Franciotto y distribuía a diestro y siniestro exageradas bendiciones, a las que añadía unos macarrónicos latines, muy distintos de los que nos enseñaba porfiadamente nuestro preceptor, Messer Pandolfo. - 1975 Mendoza, E. Caso Savolta [1994] Esp (CDH
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Había policías estacionados en las aceras y en el cruce se veían jinetes con capa, espada y tricornio. Al paso del matrimonio los policías los miraban con recelo. Cerca de la plaza oyeron un ruido sordo y el suelo empezó a trepidar. Se arrimaron a la tapia de una villa. Por la cuesta subían caballos y carrozas. Los policías apostados en las aceras se llevaron las manos al cinto, alertados al menor imprevisto. - 1994 Solares, I. Nen [1994] 19 México (CDH
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Con aquel sol inquebrantable que los seguía, brillaban las armaduras, las espadas, las ballestas, como recién salidas de la armería. El relincho de los caballos, el ladrido de los perros, hasta el balido de un carnero, que subía lastimoso de las bodegas, delataban unos corazones convulsos, como los corazones de todos los que iban en la nave. - 2002 Mtz Salguero, J. Combate místico [2002] Bolivia (CDH
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La espada le cortó en la frente abriéndole una herida. La sangre le impedía ver. - 2005 Iwasaki, F. Neguijón Perú (CDH
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Si había pelea, motín o venganza, les convenía esconderse o simplemente alejarse del zafarrancho, pues Linares y el «Muñones» habían sobrevivido gracias a su talento para escribir memoriales y billetes de amor, y no precisamente por sus habilidades con la espada o los puñales. - 2022 Arana, F. "Longinus" Pluma Caly Ar (CORPES)Siendo muy joven di claras muestras de mi capacidad para la pelea. No tenía temor por nada. Era bueno en el combate cuerpo a cuerpo. Terriblemente bueno. Muy fuerte. No se ha visto peleador con espada, puñal o jabalina como lo era yo. Y tan endiabladamente bueno era en el combate que todos me respetaban. Amaba ir al frente en cada una de las batallas que fueron llegando una a una a mí. Fui parte de las campañas de expansión de Roma. Luchaba para el César. Todo por el César. Conocí la verdadera gloria... Toda. Y yo era bravo. Educado con metal. Carecía de modales. Pero usted sigue pensando errado sobre el contenido de la bolsa, y sobre mi identidad...
- c1090 Anónimo "Repartición de los bienes" [1956] p. 43 Orígenes del español Esp (BD)De illa partigon que feci senigor Sango Garcece. Ad Galino Acenarece era lorika, ero kabalo, era espata. Ad Sango Scemenones ero kabalo, era mulla, era espata, ero ellemo.
- c1140 Anónimo Poema Cid [1993] 130 Esp (CDH
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Mio Cid Ruy Díaz por las puertas entrava, / en mano trae desnuda el espada, / quinze moros matava de los que alcançava; / gañó a Castejón e el oro e la plata. / - c1200 Almerich Fazienda Ultra Mar [1965] 48 Esp (CDH
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Respuso Ysaac e dyxo: "De grossura de la tierra * e del ruçio de los cielos sera tu bendicion. Sobre tu espada bivras e a tu ermano serviras, e sera quant podestares * e solveras * so jugo de sobre tu cerviz". - c1200 Almerich Fazienda Ultra Mar [1965] 59 Esp (CDH
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Dyxo Israel a Josep: "Ahe yo me muero, e sera Dios conbusco e tornarvos a a la tierra de vuestros parientes. Yo te do una tierra sobre tus ermanos que conquis de mano de Amorreum con my espada e con my arco". - c1215 Anónimo Vida Egipcíaca [1972] 65 Esp (CDH
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Que assí le era assemejant / que veyé huna gente muy grant / en semejança de caualleros, / mas semejábanle muy fieros. / Cada uno tenié la su espada, / menazábanla a la entrada. / Cuando querié adentro entrar, / ariedro la fazién tornar. / - c1230 Berceo, G. Vida SMillán [1992] 237 Esp (CDH
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Avién caras angélicas e celestial figura, / descendién por el aer' a una grand pressura, / catando a los moros con turba catadura, / espadas sobre mano, un signo de pavura. / - c1237 Anónimo LDoce Sabios [1975] 92 Esp (CDH
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■El quartosabio dixo: "Piadad es ordenada contriçiónquesale de las entrañas". El quintosabio dixo: "Piadad es espada de vençimiento de los pecados". El sesto sabio dixo: "Piadad es amor divinal". El seteno sabio dixo: "Piadad es morada gloriosa".
- c1240 Anónimo LApolonio [1992] 119 Esp (CDH
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Fendió su vestido luego con su espada, / dio al rey el medio & leuólo a su posada; / diol' qual çena pudo, non le ascondió nada, / auìa meior çenada en algu na vegada. / - p1228-1246 Berceo, G. Sacrificio misa [1992] 995 Esp (CDH
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La puerta que non era de la sangne pintada, / non era por salut de los de la posada; / en la mayor persona primero engendrada, / luego metié el ángel en ella la espada. / - p1228-1246 Berceo, G. Sacrificio misa [1992] 1007 Esp (CDH
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Ruégalo que le plega tant con esta oblada, / como la que le ovo sant Melchissedech dada, / o como la que·l ovo Abraham presentada, / quando querié al fijo matar con la espada. / - a1250 Anónimo Bocados [1971] Esp (CDH
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¿Quál es la cosa quo es más aguda que espada? E dixo: La lengua del mal ome. - 1240-1250 Anónimo LAlexandre [2007] 151 Esp (CDH
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Maguer colpado seas non des por ello nada, / torna en la fazienda e fier bien del espada; / miémbrete cómo peches a Dario la soldada / de las ontas quet fizo en la tu encontrada. / - c1250 Anónimo LBuenos Proverbios [1971] Esp (CDH
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E dixo Socrates: — La verdat que departe entre los omnes las cosas es segunt espada entre las materias.
- c1250 Anónimo LBuenos Proverbios [1971] Esp (CDH
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■ Guardate de la ynbidia y del enbidioso y sy tu non metieres mientes en sus palabras nin en sus dichos, quebrantarle as en su coraçon y limaras su agudeza y demostraras sobre el espadas de sufrençia y con ellas te vengaras del. - 1251 Anónimo Calila [1984] Esp (CDH
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— Non te entremetas de enderesçar lo que se non enderesça, nin de abivar lo que se non abiva, nin de castigar nin de enseñar al que se non castiga; ca la piedra que se non puede tajar non la pruevan con las espadas, et el fuste que se non puede dolar non se entremete ninguno de lo encorvar.
- 1251 Anónimo Calila [1984] Esp (CDH
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Et sepas qu' el açadón corta el árbol et nasçe; et el espada taja la carne et quebranta el hueso et sobresana et suéldase; et la llaga de la lengua nunca sana.
- 1246-1252 Berceo, G. Milagros Nuestra Señora [1971] 72 Esp (CDH
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Fueron en un acuerdo toda essa mesnada, / qe fueron engannados enna mala lazada, / mas qe lo degollassen con foz o con espada, / por un ladrón non fuesse tal villa afontada. / - a1253 Anónimo FNovenera (BUS ms. 2652) [1995] fol. 5r Esp (CDH
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Un hermano a otro por patrimonio / que tienga o por mueble o por / heredat non puede dar candela. Johan / cauero tayllo el dedo a Semen / caluo con la espada. et peyto .lx. sueldos. / De fiaduria de homizidio. - c1253 Anónimo Sendebar [1989] Esp (CDH
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E en esto vino el marido, e llamó a la puerta e dixo al amigo: — Toma tu espada en la mano e párate a la puerta del palaçio e amenázame e ve tu carrera e non fables ninguna cosa. - c1253 Anónimo Sendebar [1989] Esp (CDH
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E él fízolo así e fue e abrió la puerta a su marido e quando vio su marido estar el espada sacada al otro en la mano, fabló e dixo: — ¿Qu' es esto?
E él non respondió nada, e fue su carrera. E el marido entró al palaçio a su muger e dixo: — ¡Ay, maldita de ti! ¿Qué ovo este omne contigo, que te salle denostando e amenazando?
- a1260 Anónimo Macabeos (Esc. I-j-6) [1930] 306 Esp (CDH
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Los uieios della despeçados son en las calles, e los sos iouenes murieron en espada de los enemigos. Q ual yente no eredo el regno della, e no leuo muchos despoios della? - a1260 Anónimo Nuevo Testamento (Esc. I-j-6) [1970] Esp (CDH
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¡Ay de las prennadas e de las nodriças en aquellos dias! ca sera grand quexa sobre tierra, e ira a este pueblo; e cadran en boca despada, e seran leuados en catiuerio por las yentes; e Iherusalem sera follada de las yentes estrannas, fasta ques cumplan los tiempos de la naciones. - a1260 Anónimo Nuevo Testamento (Esc. I-j-6) [1970] 145 Esp (CDH
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¿Assi saliestes cuemo a ladron, con espadas e con porras? E yo estando conuusco cada dia en el templo, no tendiestes la mano en mi; mas esta es la uuestra hora, e poder de tiniebras. - a1260 Anónimo Macabeos (Esc. I-j-6) [1930] Esp (CDH
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E ensancho la gloria de so pueblo, e uistios de loriga assi como gigant, e guarneciosse de armas lidiadores en las batallas, e defendie la tierra con su espada. - a1260 Anónimo SMateo (Esc. I-j-6) [1962] Esp (CDH
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El esto fablando, he que uino Iudas, uno de los doze, e co n el grand co mpanna co n espadas e co n porras, que los enuiaran los princeps de los sacerdotes e los uieios del pueblo. - 1256-1263 Alfonso X Partida I [1975] 251 Esp (CDH
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A esta descomulgación llama Sancta Eglesia anathema, que quier tanto dezir cuemo espada del obispo con que deue matar a los que fazen los muy grandes pecados e no se quieren emendar. - c1252-1270 Alfonso X Setenario [1945] Esp (CDH
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Et ffazíanle ymagen de ffierro e teniendo en la mano diestra vna espada e en la otra cabeça de omne colgada por los cabellos commo ssi lo ouyesse descabeçado. - c1252-1270 Alfonso X Setenario [1945] Esp (CDH
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Et esto sse acuerda con lo que dixo Ssant Iohán apóstol e euangelista, que viera a Nuestro Ssennor en los ciellos e quel ssalíe de la boca vna espada que taiaua de amas partes. - c1270 Alfonso X Estoria Espanna [2002] Esp (CDH
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Ellos tomaronle estonce e leuaronle antel rey Leomedon. el rey preguntol por que dixiera aquellas palabras. el dixo que dixiera uerdat. que aquellas gentes passarien por espada. e los edificios por fuego. - c1270 Anónimo Romanos (Esc. I-j-2) [1957] 442 Esp (CDH
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¿Quien nos partira del amor de Dios? ¿Tribulación? O ¿angustia? O ¿persecución? O ¿fanbre? O ¿desnuedat? O ¿peligro? O ¿espada? Assi como es escrito: «Ca por ti somos amortiguados todo el dia; asmados somos assi como ouejas de matamiento». - c1270 Anónimo HTroyana [1976] 231 Esp (CDH
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[...] e tan grande fue y la buelta e el ferir aquella ora, que quebrantauan las lanças e bolauan las estiellas contra el ayre, e rreteñian las espadas muy fuerte e quebrantauanse muchos escudos e falsauanse muchas lorigas e cayan muchos buenos caualleros a menudo en tierra. - c1270 Anónimo Romanos (Esc. I-j-2) [1957] Esp (CDH
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Si non quieres temer al princep, faz bien e seras loado del. Ca seruidor de Dios es a ti en el bien, et si mal fizieres, auras a temer, que non trae espada sin razon. Siruiente es de Dios e uengador con sanna de aquel que mal faze.
- c1270 Anónimo HTroyana [1976] 236 Esp (CDH
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[...] e estos eran onbres muy guerreros, mas auian costumbre de non traer lança nin espada, mas andauan todos a cauallo e armados muy bien, segund que era costunbre de su tierra, e trayan sendos arcos e muy grandes carcajes llenos de saetas. - c1275 Alfonso X Gral Estoria I [2002] fol. 3r Esp (CDH
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[...] ca si al paraíso entrassen de cabo e de la fruta de aquel árvol de saber el bien e el mal comiessen numcua después podrién morir, e esto non querié Dios, puso él en la entrada del paraíso un ángel con una espada de fuego que numcua jamás al lá dexasse entrar a ninguno, nin a ellos nin a otro omne si Dios lo non fiziés. - c1275 Alfonso X Gral Estoria I [2002] fol. 28v Esp (CDH
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E fallaron las maneras de fazer siellas e frenos pora cavalgar, e armas pora lidiar, como espadas e lanças, e escudos e otras, e todo muy apuesto ya. - c1275 Alfonso X Gral Estoria II [2003] fol. 13r Esp (CDH
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Et estando ell en un canpo çerca la cibdat. uio un uaron que estaua de cara contra ell. & tenie en la mano una espada sacada & fue escontra el. & dixol. Eres nuestro. o de nuestros enemigos Respusol el. Non de tos enemigos. - 1276 Alfonso X Ochava esphera [2003] Esp (CDH
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■Orionllaman en latin a esta figura que es la segunda de las que son de parte de medio dia. Et en castellano le dizen vrion. Et en arabigo a dos nombres, el primero es elgebar, que quier dezir ualient. Et los astrologos la usan nombrar el geuze. Et a en el .xxxviij. estrellas & son todas de dentro de la forma. Et la primera dellas es la cardena que es en la cabeça [...] La ueynt & nouena es en el mango de la espada. Et la treyntena es la septentrional de las tres que son ayuntadas en el cabo de la espada.
- 1276 Alfonso X Ochava esphera [2003] Esp (CDH
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Orionllaman en latin a esta figura que es la segunda de las que son de parte de medio dia. Et en castellano le dizen vrion [...] Et la treyntena es la septentrional de las tres que son ayuntadas en el cabo de la espada.
- a1280 Alfonso X Gral Estoria III [1994] Esp (CDH
)
Ahé que el lecho de Salomón cercan sessenta fuertes de los muy fuertes de Israel,
que tienen todos espadas; e ellos muy enseñados a batalla, e la espada de cadaúno sobre su muslo por los miedos de la noche.
- a1280 Alfonso X Gral Estoria III [1994] Esp (CDH
)
Ahé que el lecho de Salomón cercan sessenta fuertes de los muy fuertes de Israel,
que tienen todos espadas; e ellos muy enseñados a batalla, e la espada de cadaúno sobre su muslo por los miedos de la noche.
- c1280 Alfonso X Gral Estoria IV [2002] Esp (CDH
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[...] & non uos temades del Rey de Babilonna. ca yo so conuusco. & yo uos amparare del que uos non pueda fazer ningun mal. Mas si fueredes en Egypto pora morar y. espada de fortaleza uos comprehendra alla. & peresçredes a fierro & a fambre. & a mucha otra pestilencia. - c1280 Alfonso X Gral Estoria IV [2002] fol. 12v Esp (CDH
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Despues desto fizo aun su figura en otro logar como que estaua el cauallero en so cauallo firiendo un leon con su espada. & el Leon alçando la cabeça contra el. & enfestandos en los pies por le prender. - 1283 Alfonso X LAjedrez [2003] Esp (CDH
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De la figura de Mars.
Mars ha semeiança de omne mançebo. & uestido de armaduras antiguas de grecia todas uermeias & tiene en la mano derecha una espada sacada de la uayna. & en la otra una cabeça domne colgada por los cabellos frescamientre descabeçada. - a1284 Alfonso X Gral Estoria V [2002] fol. 5r Esp (CDH
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[...] vieron todos commo eran guerras & sallieron la mançebia de las casas a grant priesa & metieron mano a las armas que estauan por los tenplos que ayuntaran ally en los tienpos de las pazes. muchos escudos & lanças & azconas & dardos & espadas orinjentas ya & lidiauan muy fuerte mente. - a1284 Alfonso X Gral Estoria V [2002] fol. 7r Esp (CDH
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[...] yo lo juro por las auenturadas sennas que yo truxe en las tus huestes de diez annos aca & para las tus batallas que tu vençiste de todo enemjgo que sy tu me mandares meter la espada por los pechos de mjo hermano o degollar a mj padre o matar a fierro el mjo fjjo en vientre de mj muger que maguer avn que la mj diestra lo non qujera yo lo conplire todo [...]. - a1284 Alfonso X Gral Estoria VI [2002] Esp (CDH
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[...] et mataron muchas yentes, et corrieron con ellos tanto, que ellos mismos se havien á matar, et cinco mill que prendieron por los toller la mui grant ondra de Cavalleria descinieronles las espadas, et desarmaronles et mandaronles que non fuesen Cavalleros, et seis mill que fueran siervos, et con las guerras dexaron sus señores [...]. - c1285 Anónimo LCien Capítulos [1998] Esp (CDH
)
Con tres cosas se mantiene el regno: con rey e con ley e con espada; con la ley se mantiene el rey e el rey es guarda de la ley, la espada es guarda del rey. - c1285 Anónimo LCien Capítulos [1998] Esp (CDH
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con la ley se mantiene el rey e el rey es guarda de la ley, la espada es guarda del rey. - 1292-1293 Anónimo Castigos [2001] 78 Esp (CDH
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La tu espada sea justiçia que así commo la espada taja egual mente tan bien del vn cabo commo del otro, así la justiçia sea egual e tajada en la tu mano que se non acueste más del vn cabo que al otro. - 1292-1293 Anónimo Castigos [2001] 78 Esp (CDH
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La tu espada sea justiçia que así commo la espada taja egual mente tan bien del vn cabo commo del otro, así la justiçia sea egual e tajada en la tu mano que se non acueste más del vn cabo que al otro. - 1284-1295 Anónimo FCuenca [1935] Esp (CDH
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El cauallero que en la hueste non leuare lança & espada non tome mas de media rraçion; & el peon que non leuare lança & dardo * que non tome nada [...]. - 1284-1295 Anónimo FCuenca [1935] Esp (CDH
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Si el cauallero o el peon, el caualleroderrocare *ala puerta del castillo o dela villa aya el cauallo por suyo; & quien cauallero en otro logar derrocare, tome el escudo o la silla o el espada, lo que mas desto se quisiere.
- a1300 Anónimo Caballero Cisne [1979] Esp (CDH
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Desque estos niños començaron a andar, e entendían ya, procuravan de fazer todavía armas; e dellos fazían sus bofordos, que cogían dessos árboles que havía aý en el desierto, e los otros fazían sus espadas.
- a1300 Anónimo Caballero Cisne [1979] 112 Esp (CDH
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Entonce descendió priado e metió mano a la espada, e llegó a él e cortóle la cabeça con su yelmo. E desque esto ovo fecho, miró a los fieles e preguntóles si avía allí más que fazer; e los fieles dixieron que bastava lo que fecho avía. - 1250-1300 Anónimo FGral Navarra. BNM 17653 [2004] Esp (CDH
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De arras de infançon
De arras de uillano
De espada empeynada [...]. - 1300 Anónimo FAlarcón [2000] Esp (CDH
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(a) Estas deuen seer las armas de cauallero por fuero: loriga, yelmo, brafuneras, lança, *escudo y espada e cuchillo. (b) Estas mismas armas aya el peon, sacada el espada.
- 1250-1300 Anónimo FGral Navarra. BNM 17653 [2004] Esp (CDH
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[...] & por entender que ningun otro rey terrenal no aya poder sobre eyll. cingasse eyl mesmo su espada que es asemblant de cruç. & non deue otro cauero ser feyto aquel dia. - 1300 Anónimo FAlarcón [2000] Esp (CDH
)
(a) Estas deuen seer las armas de cauallero por fuero: loriga, yelmo, brafuneras, lança, *escudo y espada e cuchillo. (b) Estas mismas armas aya el peon, sacada el espada.
- c1300 Anónimo FSalamanca [1916] Esp (CDH
)
Eno mercado de Salamanca, asan Martin, no n lieue neguno lanza ni azcona ni espada, si no n auender; eali la uenda o uenden los astiles; esi otra guisa la troguiere, tomen lela qui q uesier, e peche .ii. mor auedis. - c1300 Anónimo FPlasencia [1984-1985] Esp (CDH
)
Por fuero estas sean las armas del cauallero: loriga e yelmo e brafuneras, lança e escudo e dos espadas. Estas sean las armas del peor fueras e una espada.
- c1300 Anónimo FTeruel [1950] Esp (CDH
)
Estas so n las armas d el cauall ero, seg unt d el fu ero: loriga, brahoneras de fierro, yelmo, escudo et lança et dos espadas. - c1300 Anónimo FSalamanca [1916] Esp (CDH
)
Todo om ne que armas portar: lanza o espada o porra o alfange o bolon o cuchielo con pico o otra arma, en Salamanca, p eche .ii. mor auedis.
- c1300 Anónimo FPlasencia [1984-1985] Esp (CDH
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Por fuero estas sean las armas del cauallero: loriga e yelmo e brafuneras, lança e escudo e dos espadas. Estas sean las armas del peor fueras e una espada. - c1300 Anónimo FTeruel [1950] Esp (CDH
)
Por fu ero todas las armas d el cauall ero aya el peyón, enpero una espada tollida. et quando el reptador o el reptado será ue nçido como es fu ero, faga n d' él como de suso es d ic ho d e los cauall eros. Si por auentura algu no d e los lidiador es otras armas o algú n malf ec ho co n sí leuará al ca npo, por esto caya d el pl eyto. - 1300-1305 Anónimo LCifar [2003] Esp (CDH
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Fijo mío, yo te he dicho que tu enemigo te avía segurado, dígote que no es así, ca esta mañana, quando venía de missa, lo fallé aquí dentro en casa tras la puerta, su espada sacada en la mano, cuidando que estavas aquí en la cibdad y quando quisiesses entrar en casa que te matasse; e por la su desaventura, maté yo a él & cortele la cabeça y las manos y los pies & lançelos en aquel pozo & el cuerpo metilo en un saco y téngolo debaxo mi cama [...]. - 1300-1305 Anónimo LCifar [2003] Esp (CDH
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[...] & el uno dellos pensó essa noche de ir a matar al otro en la mañana, ca bien sabía que cada mañana iva a maitines, y tomó su espada & fuelo a esperar tras la puerta de su casa. - c1300-1325 Anónimo Cuento Otas Roma [1976] Esp (CDH
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E desque quebraron las lanças, metieron mano alas espadas, e començaron se adar muy grandes golpes por do se alcançavan. - c1300-1325 Anónimo Cuento Otas Roma [1976] Esp (CDH
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Mas Esmeré puso las espuelas al cavallo, e apretó su espada muy tajador enla mano, e fué ferir a uno dellos por çima del yelmo, quelo fendió todo fasta la çinta, a sý que tajó el arzón dela siella, e el cavallo fué a tierra. Quando esto vieron los griegos, ovieron tal pavor dél quelo non atenderían por ningunt aver del mundo. - p1325 Anónimo Avisación [2000] fol. 11r Esp (CDH
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El rey ma nda a vn cauall ero q ue lo calçe a dyestro e a syniestro, e çyn nenle el espada apretada sobre las ropas en sen nal de prudençia e fortaleza, tenprança e justiçia. - 1326 Juan Manuel LCaballero [1981] 45 Esp (CDH
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Otrosi, la caualleria a mester que sea y el sennor que da la caualleria et el cauallero que la recibe et la spada con que se faze. - 1327-1332 Juan Manuel LEstados [1981] 325 Esp (CDH
)
Et toda via deue traer el espada consigo: lo vno, por que es avito de los que an de beuir por caualleria; lo otro, por que en el espada ha arma et armadura: arma para ferir et armadura para se defender. - 1327-1332 Juan Manuel LEstados [1981] 325 Esp (CDH
)
Et toda via deue traer el espada consigo: lo vno, por que es avito de los que an de beuir por caualleria; lo otro, por que en el espada ha arma et armadura: arma para ferir et armadura para se defender. - 1325-1335 Juan Manuel Lucanor [1994] Esp (CDH
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Et el que los guardava díxole que cuál cavallo traería, et el infante tornó con esto al rey; et assí fizo por la siella et por el freno et por el espada et por las espuellas. - 1325-1335 Juan Manuel Lucanor [1994] Esp (CDH
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Et él preguntóle cuál cavallo quería et con cuál siella et con cuál freno et cuál espada, et por todas las cosas que eran mester paral cavalgar et quién quería que cavalgasse con él; et assí por todo cuanto cunplía.
- p1335 Juan Manuel LArmas [1981] Esp (CDH
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Et en el quarteron bermejo, do anda el castiello de oro, puso el vna ala, et de oro, con vna mano de omne en que tiene vna espada sin bayna; et en el quarteron blanco, en que anda el tos leon, puso a esse mismo leon. - p1335 Juan Manuel LArmas [1981] Esp (CDH
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Et en el primer quarteron bermejo va el ala et la mano et el espada, asi que la primera cosa que va en el quarteron es la espada. Et esta espada sinifica tres cosas: la primera, fortaleza, por que es de fierro; la segunda, justicia, por que cortade amas las partes; la terçera, la cruz.
- 1330-1343 Ruiz, J. LBuen Amor [1992] 82 Esp (CDH
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Con grand ira e saña Saúl, que fue rey, / el primero que los jodíos ovieron en su ley, / él mesmo se mató con su espada; pues vey / si devo fiar en ti: ¡a la fe, non, ansí lo crey! / - 1330-1343 Ruiz, J. LBuen Amor [1992] 411 Esp (CDH
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Sobrar a la grand Sobervia, dezir mucha Omildat: / debdo es Temer a Dios e a la su Magestad; / Virtud de Tenperamiento, de Mesura e Onestad: / con esta espada fuerte seguramente golpad [...]. / - c1300-1344 Anónimo Crón Moro Rasis [1975] Esp (CDH
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E quando conbatian la çibdat de Çaragoça, y se conbatian todos los alcaldes e almogavares *e para sy la escogian. *Abdalla, fijo de Vzion, el que llamauan Abumel, la gano toda por su espada.
- c1300-1344 Anónimo Crón Moro Rasis [1975] Esp (CDH
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E las gentes de Çaragoça son muy sotiles en sus obras, * e mayormente en telas de panos de seda e de estrumentos e de fazer espadas, * e fazen y panos muy preçiados en bondat que todo el mundo los preçia entre otros mejores, * e qualquier obra que ellos fagan durara por sienpre.
- a1370 Macías Poesías [1993] Canc Baena Esp (CDH
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So la tu cruel espada / todo omne es en omildança, / toda dueña mesurada / en * ti deve aver fiança. / Con la tu briosa lança / ensalças toda vileza, / e abaxas la nobleza / del que te ama sin dúdança. / - c1370 Anónimo Trat Comunidad (Esc. &-II-8) [1988] Esp (CDH
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Los quales cavalleros son tenidos a la igl esia, que quando alguno fazen cavall ero, va solepnemente a la igl esia e ofreçe la espada sobrel altar en testimonio que le obliga, e ofreçe a sí mesmo e que servirá co n el cuerpo e con la espada a Dios lealmente e con devoçión. - c1348-1379 Anónimo GCrón Alfonso XI [1976] Esp (CDH
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Gran pesar ovo el rrey de Granada quando supo que los ynfantes estauan atan çerca del, entendiendo que en la su vezindad no ganaua ninguna cosa. * E dio la su seña e el su poder a Ozmin su vasallo, e mandole so el temor de la su espada que fuese frontero contra los ynfantes. - c1348-1379 Anónimo GCrón Alfonso XI [1976] Esp (CDH
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E vn cauallero de la frontera que dezien Joan Ponçe de Cordoua salio de las hazes de los christianos, en su cauallo ginete e su adarga enbraçada e la espada en la mano, e dixo a grandes bozes [...]. - 1396 Fdz Heredia, J. LMarco Polo [2003] fol. 66r Esp (CDH
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Et meten a la puerta o a la finiestra vn capel de sol, o su espada, o lo que la muller querra por senyal que strangero ya en lur hostal, car ellos lo reputan a grant honor. - 1396 Fdz Heredia, J. LMarco Polo [2003] Esp (CDH
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Lures armaduras son arcos et lanças et spadas, mas del arco se ayudan mas, car ellos son los millores archeros del mundo. - 1385-1396 Anónimo Obra Crón SIsidoro [2003] fol. 63v Esp (CDH
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E como Victimjro encara con mano armada s'en fues a la eglesia, fue torbado por el acostamjento de los nuestros e el mesquino pusose çaga el altar de Sancta Maria, non por reuerencia del lugar, mas por mjedo de la muert, tenjendo la espada secada en la mano derecha e menaçando a todos de morir. - 1385-1396 Anónimo Obra Crón SIsidoro [2003] fol. 63v Esp (CDH
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E en continent prendieronlo e tiraronle la espada de la mano, e estirazaronlo e cargaronle de grant peso de ligamjentos o cadenas, e batieronlo bien con los companyeros con los quales hauje fecho su esfuerço de deffender la ciudat. - c1400 Lpz Ayala, P. Trad Décadas [1982] Esp (CDH
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1Otrosí non es de olvidar aquel cavallero bienaventurado, esleydo e loado entre los fijos de los omes, rey Don Enrrique, vuestro abuelo, que con la su espada e buena ordenança fizo fechos que non son oy fuera de la memoria de los omes. - c1400 Lpz Ayala, P. Crón Pedro y Enrique [1994-1997] Esp (CDH
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E don Iohan Alfonso tenia ý esse dia tres escuderos, sus criados de quien se fiaua, con otros omnes suyos que estauan aperçibidos e armados de fojas deyuso de los paños, e tenian espadas e bronchas e dizianles al vno, Alfonso Ferrandez de Vargas, que fue despues señor de Burguillos, e al otro Ruy Ferrandez de Escobar, e al otro, Ferrand Garçia de Medina. - c1400 Lpz Ayala, P. Crón Pedro y Enrique [1994-1997] Esp (CDH
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E fizo el rrey alli fazer vn torneo e entro en el e fue ferido el en la mano derecha, de vna punta de espada en guisa que estudo en grand peligro que le non podian tomar la sangre, e estudo ally fasta que sano. - c1400 Anónimo Biblia (Esc. I-j-4) Pentateuco [1953] Esp (CDH
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Et desterro a Adan, e fizo morar de parte de la huerta del parayso los cherubin, al rresplandor del espada la trastornante, para guardar la carrera del arbol delas vidas. - c1400 Anónimo Biblia (Esc. I-j-4) Pentateuco [1953] Esp (CDH
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Et agora toma tus armas, tu espada e tu ballesta, e sal al canpo, e caçame caça. e faz me manjares, segunt yo quiero, e trahemelos, e comere; por que te bendiga mi alma antes que muera. - c1400 Anónimo Miraglos Santiago [1990] Esp (CDH
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E endereçó el pied de la espada por jelo meter por el pecho, mas el buen Apóstol se metió sienpre entre amos e reçibió en tal guisa las colpes que nunca el cavallero sintió nada. - c1378-1406 Lpz Ayala, P. Rimado [1987] 229 Esp (CDH
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Será muy temerosa, aquella grant jornada, / delante el alcalde de la crüel espada; / para el que fuere malo, sentençia esta ý dada; / pregona el pregonero: «¡quien tal fizo, tal pada!". - a1409 Imperial, F. Poesías [1993] 265 Canc Baena Esp (CDH
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[...] tenía en la mano del su coraçón / de oro corona de piedras labrada, / e en la otra mano le vi un espada / e a las espaldas un alto pendón / 51 de oro e de sirgo * e armas realesseda / de la grant España; en derredor d'él / las ocho donzellas tan angelicales / de alvo vestidas, çintas * de laurel. / - a1409 Imperial, F. Poesías [1993] 260 Canc Baena Esp (CDH
)
En dones dos joyas le dó muy gentiles / de dos cavalleros que mucho preçiava: / la una es la lança del gentil Archiles, / qu'el fierro fería e e l cuento * sanava, / la otra el espada con que batallava / el muy esmerado Duque de Bullón, * / que en la conquista del alto Sión / tan maravillosos golpes golpava. / - 1375-1410 Anónimo GlosariosLatEsp [1936] Esp (NTLLE)ensis, espada (T 190, E 1037); rinfus, espada con que guarda el ángel (E 1759); rufus, el espada con que guarda el ángel el paraíso (T 406).
- 1406-1411 Anónimo Crón Juan II [1982] Esp (CDH
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E murieron otros treinta e quatro moros de los de pie que se non pudieron acojer al castillo. E tomaron los cristianos en el campo e en la villa çerca de çien cauallos; e fojas e adargas e espadas.
- 1406-1411 Anónimo Crón Juan II [1982] Esp (CDH
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Salvo las montañas de Asturias, donde se acoxieron los cristianos que escaparon de la espada de los moros.
- 1411-1412 Ferrer, V. Sermones [1994] 340 Esp (CDH
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La quarta rraýz es dar buen enxienplo a los otros; esto es, que el clérigo non deve traer espada nin broquel, nin andar en vandos, nin jogar dados, ca maldicho es el clérigo que solamente en la mano los toma [...]. - 1379-a1425 Villasandino, A. Poesías [1993] 54 Canc Baena Esp (CDH
)
Mas por la imbi dia, * que non se contenta / el uno del otro en ninguna guisa, / Castilla se pierde pues anda devisa, * / ca trae quebrada su espada orinienta; / e quien la traía en * moros sangrienta / non puede sacarla por mucho orín, / pues ora, * señores, pensad en la fin / e de essa desonr a / * / decada qual sienta. / - 1379-a1425 Villasandino, A. Poesías [1993] 54 Canc Baena Esp (CDH
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La dueña segunda que traye espada, / la mançana ayuso, el quarto * quebrado, / es el Buen Esfuerço, que por su pecado / castellanos pierden de cada vegada; / ca si esta gente fuesse concordada / e fuessen juntados de un coraçón / non sé en el mundo un solo rencón / que non conquistassen con toda Granada. / - 1379-a1425 Villasandino, A. Poesías [1993] Canc Baena Esp (CDH
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Alçe su ira el grant dios de Mares, * / non se rebuelva en sangre Mercurio, / meta su espada el cruel çenturio * / por donde perdidos son los Doze Pares. / - 1427-1428 Villena, E. TradEneida Lib. I-III [1994] Esp (CDH
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E porque el çiervo non retrae la verga después que ha cavalgado, e paresçe su verga a la del ombre más que otro animal e son gibados, por significar esto dixeron que en esta costellaçión estava figura de ombre por el paresçer de la verga, e que tenía espada sacada por el non retraer de la verga, e que traía aljava por la giba, por secretizar estas cosas a los non entendidos. - 1427-1428 Villena, E. TradEneida Lib. I-III [1994] Esp (CDH
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E este Orión es una de las cuarenta e ocho figuras çelestiales que Tolomeu dixo que estavan en la espera, que es figura de un ombre trayente aljava con la espada desnuya en la mano e un río a los pies. - 1428 Villena, E. Trat Astrología [1994] Esp (CDH
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Mas, segúnt Abumasar e Guillermo e Alfragano e otros muchos astrólogos dizen, çiertamente ella non ha en sí algo de claridat, mas esclareçe e toma claridat del sol, bien ansí como una espada açecalada o cristal o otras cosas semejables. - c1430 Anónimo Floresta philósophos [1904] Esp (CDH
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1824. La fuerça de la batalla en la espada yaze. - c1430 Anónimo Floresta philósophos [1904] Esp (CDH
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1360. La locura de la lengua a las espadas es venida. - c1422-1433 Guadalfajara Trad Biblia Alba I [1920-1922] Esp (CDH
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Por ende toma agora tus armas, asy tu espada como tu vallesta, e ve al campo e traeme alguna caça. - c1422-1433 Guadalfajara Trad Biblia Alba II [1920-1922] Esp (CDH
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E judgara entre las gentes e castigara a muchos pueblos, e quebraran sus espadas para dellas fazer legones, e las sus lanças para podaderas, e non alçara gente para gente espada, e non aprenderan mas batalla. - c1422-1433 Guadalfajara Trad Biblia Alba I [1920-1922] Esp (CDH
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E dexterro a Adam e assentolo fuera del parayso deleytoso el angel cherubin (84) con la flamante espada para que guardase el camino del arbol de la vida. - 1434 Estúñiga, L. Respuesta Estúñiga caballeros Fabra 88 Documentos Estúñiga Esp (CDH
)
e lo tercero, que las armas de nos combatir sean lanças, spasas o dagas, sin migoría... ... ... que sea yo tenido a dar ofensas... ... ... tanbyen las... ... ... como las mías entre las quales todas vosotros scoxais las medias segunt que vos plazerá e y o tome las que dexáredes, sto por que toda dupta e ventaxa sea quitada, so fe que vos yo faga e me fagays de non innouar en ellas algunas cosas después que las elezido houiérades, por que con la limpia verdat e cauallería no s'envuelua cautela ne mal enganyo; e que las deffensiuas armas sean cotas o jesarantes qual más quiera cada uno, con collares de quatro, de dos o menos, e que sea su peso XXX libras, ho donde abaxo, e celladas sin baueras e sin gorgales, que no cubran el cuello delante ni detrás más de egual de la barba, e sea abiertas desde la fruente a la boqua en axura de quatro dedos o más, sin otro enganyo que al rostro faga defensión, e bracales fexas a sa voluntat cada uno, tanto que más pesados de cinquo libras non sean, manoplas de tres libras, fexas segunt cada qualquier quisiere; así mismo el arnés de piernas guardando que aliende de siete libras en el no aya. - a1435 Baena, J. A. Poesías [1993] 772 Supl Canc Baena Esp (CDH
)
La terçera: la espada / vos guardó muy sin maliçia, / ca tiró * de vos codiçia / de tenerla ensangrentada [...]. / - 1406-a1435 Baena, J. A. Poesías [1993] 677 Canc Baena Esp (CDH
)
Por ende, señor, metet en vaína / la vuestra espada, que está mucho inesta; * / si non, la batalla vos es mucho presta / por ver consonantes quién más lo s / * afina. / - a1435 Baena, J. A. Poesías [1993] 760 Supl Canc Baena Esp (CDH
)
Alto Rey, sacó las cruzes / e sus muy ricos pendones, / con castillos e leones, / a los campos andaluzes, / por vengarse de marfuzes * / moros, perros descreídos, / ca estavan engreídos / con espadas e capuzes. / - 1406-a1435 Baena, J. A. Poesías [1993] Canc Baena Esp (CDH
)
En sino * esforçado o muy abundante / nasçistes, amigo, de grant e xorzismo, * / e non siento * moro en el paganismo / que vuestra espada cruel non quebrante; / ca siempre enfengistes * de muy batallante / en obra de armas valiente, perfe ta, * / con escrivanías e tinta bien prieta * / sumando las rentas del año passante [...]. / - a1435 Mossé Poesías [1993] 279 Canc Baena Esp (CDH
)
En Aragón e en Catalueña / tenderá la su espada; / con la su real mesnada / Navarra, con la Gascueña, / tremerá con grant vergüeña, / el reino de Portogal / e Granada otro que tal, / fasta allende la Çerdeña. - a1435 García Córdoba, B. Poesías [1993] Canc Baena Esp (CDH
)
Aqueste subrá * de los Doze Pares / por fechos loados de grant osamiento / e, segunt la limpieza de su fundamiento, / será proçedente en los quatro pilares, * / ca tiene por sí la planeta Mares, / la qual en batalla es de grant valía. / e por la su espada de cavallería / será muy temido por muchos lugares. / - a1435 Pz Patiño, G. Poesías [1993] Canc Baena Esp (CDH
)
Del todo non es curada / la llaga que me feziste, / Amor, quando me feriste / con la tu cruel espada; / posísteme en tu mesnada, * / entre los tus servidores, / mas en cuitas e dolores / me pagaste la soldada. * /
- 1414-a1435 Manuel Lando, F. Poesías [1993] 487 Canc Baena Esp (CDH
)
Con un grant laúd tumbal / asomó Juan de Ajufrín * / en el su ruzio * roçín / con retran cas * e petral, * / faziendo jura espeçial / que ya muy cansado era, / ca el espada que traxiera / pesava como destral. / - a1435 Mtz Medina, G. Poesías [1993] 604 Canc Baena Esp (CDH
)
Otrosí, cuitado, ¿non vees que es nada / toda tu obra, potençias e artes, * / e que ante Dios está una espada / la qual siempre taja de todas las partes? / - a1435 Páez Ribera, R. Poesías [1993] 493 Canc Baena Esp (CDH
)
Respondió la primera muy denodada * / e dixo: "Amigo, dezirt' hé de grado / mi nombre, pues quieres saber lo / * afincado, * / o por qué tengo en la mano esta espada. / - a1435 Páez Ribera, R. Poesías [1993] Canc Baena Esp (CDH
)
La una vestía velut * colorado, / de un robín * fino guirlanda traía / e en su diestra mano espada tenía / bien clara, luziente, el fierro delgado. - 1436 Marqués de Santillana Comedieta [1988] Esp (CDH
)
Éste, desseoso de la duradera / o perpetua fama, non dubdó elegir / el alto exerçiçio de vida guerrera, / que a los militantes aun faze bivir; / éste la su espada ha fecho sentir / al grand Africano con tanta virtud / que los pies equinos le fueron salud, / dexando los litos, fuyendo el morir. - 1437 El Tostado LParadojas [2000] fol. 24r Esp (CDH
)
[...] ca en romançe ay dos nonbres, conviene saber lumbroso et luzio, a los quales en latin corresponden dos nonbres, conviene saber lucidumet luminosum, enpero corresponden por el contrario, ca en el romançe luzio llaman a la cosa en la superfiçie alguna claridad, aunque de si rayos algunos non enbie, ansi como el espada es luzia et non se llama lumbrosa, aunque este açeralada [...]. - 1438 Mtz Toledo, A. Corbacho [1990] Esp (CDH
)
Muchos por este pecado padesçieron e aun perdieron lo que sus predeçesores con virtudes ganaron, en tanto que es opinión e verdadera de muchos e esperiençia que asý lo demuestra, que más mueren con el corto juizio de amar que con el espada de tajar. - 1438 Mtz Toledo, A. Corbacho [1990] Esp (CDH
)
Fue luego la muger a dezir al enamorado, lunes por la mañana, estando él poniendo su tienda e sus espadas colgando en su botica, e díxole: «Orenga, oy en el alva partyó mi marido. Vente quando quieras.» El otro amólo oýr; e ella fuese a su casa, e tomó una navaja e púsola entre dos almadraques bien escondida. - 1440 Rdz Padrón, J. Siervo [2003] Esp (CDH
)
E por más que le segura va temiendo las penas & pauorosos monstruos que andauan por las Estigias, no padeçió, que la fuerte espada no tendiese (según dize Virgilio, Eneydas), contra las sombras infernales que son la aborrida muerte [...]. - p1432-a1440 Tapia, J. Poesías [1993] 60 Canc Palacio Esp (CDH
)
Los de tu palacio echaste / en carcel de penitencia; / los amantes an paçiençia / he tú los desanparaste; / los tristes que sogugaste, / a gente de ti apartada, / los quales feziste espada / d'aquellos que tú criaste. / - c1430-1440 Torre, A. Visión [1991] 289 Esp (CDH
)
E aquesto non es falta de Dios mas es falta de las cosas que non las pueden resçebir, ca es natural mente ynposyble la lana, estante lana, ser fecha della espada syn que primero fuese fierro, e Dios nunca lo quiso nin lo querrá en otra manera. - c1430-1440 Torre, A. Visión [1991] Esp (CDH
)
E aquesta qüistión, sy bien te acuerdas, ya la determinó la Sabieza fablando del poderío e bondat de Dios, donde dixo que Dios podría fazer todas las cosas que eran posybles de ser, e non era ynpotençia de Dios de no fazer de la lana espada o del feno açúcar, ca aquesto era que las senblantes cosas non podían resçebir una más perfecta forrma syn ser privadas de la ynperfecta que tenían. - 1442 Mena, J. Homero [1989] 342 Esp (CDH
)
E el fiero nieto de Eaco, es a saber Archiles, luego con el espada desnuda se vino contra Agamenón, por saña de aqueste fecho, amenazándole cruelmente si le non diese a Briseida, nin Agamenón se apareja menos contra éste defenderse por espada. - a1444 Mtz Toledo, A. Vida SIldefonso [1999] Esp (CDH
)
Manso era e benigno a todos los buenos, mas a los otros castigávalos, e si non se emendavan, mostrávales crueldat.
E por ende es escripto dél que era así como espada para cortar e destruir todas las maldades: Ensis in offensis abbas agaliensis.
- 1444 Mena, J. Laberinto [1989] Esp (CDH
)
Vimos a Craso, * sangrienta el espada / de las batallas que fizo en Oriente, / aquél de quien vido la romana gente / su muerte plañida mas nunca vengada; / e vimos la mano de Mucio * quemada, / al qual la salud del fuerte guerrero / más triste lo dexa que non plazentero / le faze la vida por él atorgada. - 1444 Mena, J. Laberinto [1989] Esp (CDH
)
Allí sobre todos Fortuna pusiera / al muy prepotente don Juan el segundo, / d'España no sola, mas de todo el mundo, / rey se mostrava, segund su manera: / de armas flagrantes * la su delantera, / guarnida la diestra de fúlmina * espada, / y él de una silla tan rica labrada / como si Dédalo * bien la fiziera. - c1444 Mena, J. Trat Amor [1989] Esp (CDH
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El mal amor apremió a Egrea con su adulterador Egisto que matase a su marido Agamenón. El mal amor fizo a Dido meterse por la espada.
- 1446-1447 Díaz Toledo, P. Trad Fedrón Platón [1993] 225 Esp (CDH
)
[...] Segund dize Séneca en la xxiiija epístola a Lucillo, Catón la noche ante que muriesse, puso su espada a la cabecera, e se puso a leer aqueste libro de Platón llamado Fedrón. - 1431-1449 Díaz Games, G. Victorial [1994] Esp (CDH
)
Entrando por un enmedio escuro, salieron a él honbres de al través, e començaron de darle muy grandes feridas de cuchillos e espadas. - 1431-1449 Díaz Games, G. Victorial [1994] Esp (CDH
)
Tomó la espada que tenía a la cabeçera, e sacóla, e cortóle la cabeça.
- c1449 Torre, F. LVeynte cartas [1983] 189 Esp (CDH
)
[...] que qué perturbaua al que d'él era aconpañado para exerçitar en el animosso e diestro acto de armas, o qué menguaua en su valentía, o sy por auentura quitaua las fuerças de sus armaduras defensibles, o sy ablandaua la lança e espada e armas ofensibles, o sy diminuýa o desmayaua el vigor del coraçón [...]. - c1450 Cañizares, D. Novela [1993] Esp (CDH
)
Y como el cavallero y su compaña viniesen, luego entraron en la cámara y el cavallero esso mismo creyó que las amas, y con su espada, sin más mirar, el lebrel mató. - 1425-1450 Rdz Padrón, J. Bursario [1984] 92 Esp (CDH
)
La primera rreyna de las amazonas que pelean con segures tajantes, maguer de grand virtut y fuerça corporal, fue dina tu madre de parir tal hijo; y si la buscares, fallarás que Teseo le atravesó los costados con su espada; y no fue segura tu madre por tan grand prenda como tú eres [...]. - 1425-1450 Rdz Padrón, J. Bursario [1984] 86 Esp (CDH
)
E para esto demándeme aquel çibdadano, el qual, sy la deesa lo sufriera, metiera su espada en el pecho de Acreu. - p1450 Anónimo Trad Etimologías [1983] Esp (CDH
)
■ Otros ay çéticos, que quiere dezir 'mantenedizos', e son dichos de la posesión o del mantenimiento, así commo en latín dizen evandrius ensis, esto es, 'espada de Evandro', e en romançe otrosí pueden dezir 'espada alfonsí'. - c1453 Anónimo Crón Álvaro Luna [1940] Esp (CDH
)
¿E quál enemigo lo avrá visto o sentido ferir de la espada, que tema más la fiereza de aquel firme e duro varón llamado Sçeua? - a1454 Carrillo Huete, P. Crónica halconero [1946] 204 Esp (CDH
)
E, señor, en esta pelea mataron el cavallo al obispo de Jaén, e quedó a pie con el espada en la mano, peleando e yendo adelante entre los moros, fasta tanto que fueron vençidos. - a1454 Carrillo Huete, P. Crónica halconero [1946] Esp (CDH
)
E Pero Carrillo hechó mano por su espada, e dióle vn golpe de llano en la cabeça e cayó en el suelo. - a1454 Carrillo Huete, P. Crónica halconero [1946] Esp (CDH
)
E otro día, biernes, por la mañana, oyó misa rreçada, e vendixieron la espada e la cota de armas de su condestable. - 1454 Chirino, A. Espejo medicina (BNM 3384) [1995] fol. 6r Esp (CDH
)
[...] estas son / las que cada vna tiene su / espeçial elemento que non / puede ser fecha de otro asi / como el destral que non / puede ser fecho saluo de / fierro njn puede la causa / monedora fazer el contrario / que non puede fazer / destral de madero njn espada / de çera. - 1440-1455 El Tostado LAmor [2000] Esp (CDH
)
[...] et aun si me mandares ir por medio de los fuegos & de las compannas de enemigos et poner los pechos a todas las aparejadas espadas; toma el real çeptro & a mi resçibe por servidora et rige tu a mi tu humilde servidora, resçebida en tu seno, apiadate de mi biuda". - 1440-1455 El Tostado LAmor [2000] Esp (CDH
)
[...] passadas muchas blanduras de amadores & muchas amenazas estovo siempre firme & quando el, apretando la espada paresçia que degollarla quisiesse, sin temor por guardar la castidad, esperava la muerte escogiendo mas de la vida que de la castidad seer provada [...]. - a1456 Cartagena, A. Oracional [1983] 45 Esp (CDH
)
[...] e pues estos en mi fallesçen del todo a lo menos querria vos ayudar con espada e manto, commo suelen ofresçerse los cavalleros de la armada cavalleria a sus amigos a quien quieren valer, porque estas son guarniçiones que todo omne tiene consigo o prestamente puede tener. Ca ¿quién es el omne que non tiene espada e manto, o non le puede de priesa tomar a algund peon o escudero [...]. - 1456-1457 Manrique, G. Consolatorias [2003] 422 Canc Gmz Manrique Esp (CDH
)
E así, muy noble señora, la mano mía, seruidora vuestra, con la groser pluma avrá satisfecho al mandado vuestro, pues por la indispusiçión del tienpo con la flaca lança o poco temedera espada no por agora a vuestro reparo sirue nin satisfaze, e su fazedor quedará syn disfamia. - 1454-1457 Schz Arévalo, R. Política [1959] Esp (CDH
)
O cavalleros, no pensedes vosotros que la espada de vuestro enemigo fará reverencia al oro ni a las piedras preciosas que en vuestras armas trahedes, ni devéis creer que su lança obedecerá a las perlas, ni su facha dexará de cortar en la seda de vuestras sobrevistas [...]. - 1454-1457 Schz Arévalo, R. Política [1959] 278 Esp (CDH
)
«Amigos, no es de maravillar que este cavallero, que con tanta diligencia guarneció y compuso este escudo, ca bien parece que más socorro espera en él que en la espada». - 1458 Manrique, G. Planto [2003] Canc Gmz Manrique Esp (CDH
)
Más triste que se mostró / la forçada por Tarquino / quando su fuerça contó / e contada se mató / delante de Colatino, / la quinta, con fuerte llanto, / sacó debaxo del manto / syn espada la vaÿna, / e llamándose mezquina / con grande dixo quebranto: / «Vsad, malos, de maliçia / que tenéys acostunbrada; / eserçid vuestra nequiçia, / pues vedes a mí, Justiçia, / cómo finco sin espada. / - 1458 Manrique, G. Defunción [2003] Canc Gmz Manrique Esp (CDH
)
Así lo füemos poner en Quesada / no çiertamente según mereçía; / así lo posimos en Santa María / en vna capilla, mas no tan onrrada / como mereçiera la su buen espada / a sus aduersarios muncho temerosa, / maguera que farta, sienpre querellosa, / de pagana sangre asaz manzellada. - 1458 Manrique, G. Introd Planto [2003] 363 Canc Gmz Manrique Esp (CDH
)
E no solamente digo que las non procurauan, mas que las aborreçían, reprehendiendo a algún cauallero sy se daua al estudio, como sy el ofiçio militar solo en saber bien encontrar con la lança o feryr con la espada consistiesse. - 1459 Palencia, A. Trad Triunfo militar [1996] Esp (CDH
)
El Exerçiçio, varón poderoso en armas, tanbién a cavallo, y resplandeçiente con coraça, y escudo, y capellina, çeñida la espada, y su lança en la mano, guardase la diestra parte del carro triunfal, çercado en torno y acompañado de guerreros veteranos.
- c1440-1460 Zorita, A. Trad Árbol Batallas Bouvet [2000] Esp (CDH
)
Si uno de los canpiones quiebra la espada, si le deven dar otra.Si el primerdia alguno de los canpiones non es vençido, si deventornar en el dia siguiente al canpo cerrado.
- c1440-1460 Zorita, A. Trad Árbol Batallas Bouvet [2000] fol. 11v Esp (CDH
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E quando el duque con su conpanna fue dentro en la capilla, aqueste escudero saco la espada de la vaina & fue contra el papa, que la misa dezia, por matarlo [...]. - c1462 Díaz Toledo, P. Introd Querella [2003] 617 Canc Gmz Manrique Esp (CDH
)
E dize que asymesmo se dize corte según linaje de España, porque en la corte ha de estar el espada de la justiçia que ha de cortar a todos los males e todos los tuertos e las fuerças e las soberuias que se fazen; e para poder fazer aquesto, sy la corte no touiese caualleros, estaría desnuda commo las manos syn guantes, e el rey no podría syn ellos tener el reyno en paz e en justiçia, nin él nin su estado real. - 1461-1462 Manrique, G. Roma [2003] 575 Canc Gmz Manrique Esp (CDH
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El golpe fará liuiano / la mano sin el espada; / el espada sin la mano / no dará gran cuchyllada. / - c1407-1463 Andújar, J. Poesía [1987] 158 Canc Estúñiga Esp (CDH
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En la qual era assentada / una duenna de ualor: / tenía desnuda una espada / en mano con grand uigor. / - c1407-1463 Carvajal Poesía [1987] Canc Estúñiga Esp (CDH
)
■ Non seríades tanto amada / nin io de tanto mal sufriente, / nin seríades uos espada / para mí tan perseguiente. / Contemplad, quered, por Dios, / en reparo de mi uida, / qu' es en punto de perdida. - c1407-1463 Castillo, D. Poesía [1987] 257 Canc Estúñiga Esp (CDH
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Qvanto la fuerça es mayor / de qualquier conquistador, / tanto es más honorosa / la uictoria gloriosa / del que queda uençedor; / mas uuestra cruel espada, / de la tal gloria ganada / non fallándose contenta, / en mis llagas acrescienta / como quien non faze nada. / - c1407-1463 Mena, J. Poesía [1987] 76 Canc Estúñiga Esp (CDH
)
Si me preguntan algunos / por mi sennora, les muestro, / por contentar a los unos, / otra alguna en nombre uuestro; / que uuestro rostro y color / es beldad que asý conquista, / que io auría grand temor / ser espada matador / para ellos uuestra uista. / - 1465-1466 Anónimo Coplas Provincial [1989] 249 Esp (CDH
)
Gil González Bobadilla, / aquí quedaréis confuso, / que andaréis en esta villa / con una rueca y un huso, / porque ha jurado Contreras / a la muy Santa Cruzada / que nunca en burlas ni en veras / pusiste mano a la espada. / - p1468 Córdoba, M. Jardín doncellas [1956] 73 Esp (CDH
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[...] porque no solamente rigiese la república en tiempo de paz con justicia, mas aun en tiempo de guerra con armas la defensase y aun dilatase, más tierras conquistando, como hicieron vuestros antecesores que conquistaron las Españas y oxearon las moscas sucias de Mahometo, y los persiguieron con espada hasta el reino de Granada, donde agora están por la negligencia de los modernos príncipes.
- p1468 Córdoba, M. Jardín doncellas [1956] 168 Esp (CDH
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La segunda no buena es que son parleras y porfiosas. Ser parleras les viene de flaqueza, ca veyéndose flacas para poner el negocio a manos, pónenlo a palabras; porque lo que no puede el espada, que lo haga la lengua.
- c1470 Anónimo Demanda Grial [1907] Esp (CDH
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«Señor, aqui so este vuestro palacio aporto agora vn padron de marmol assaz grande, a do esta metida vna espada, e a par della esta vna vayna colgada, e letras estrañas; e yo vos digo que vi el padron assi venir andando sobre el agua como si fuesse vn madero» [...]. - 1467-1475 Escavias, P. Repertorio Príncipes [1972] Esp (CDH
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[...] salvo por el noble Çipión, Africano que después fue llamado e vn sobrino destos dos Çipiones que en España murieron, que gelo estoruó, diziendo que no era Rroma lugar para ser desmanparado y quien tal aconsejase, con el espada que desnuda en sus manos tenía, le quitaría la vida. - 1467-1475 Escavias, P. Repertorio Príncipes [1972] Esp (CDH
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E falláronlo e atáronle las manos detrás, e hecháronle vna soga a la garganta e pusiéronle vna espada de punta debaxo la barva porque no escondiese la cara, e así lo troxieron por la çibdad. E al fin fue muerto a pedradas e hecháronlo en el rrío de Tibre. - c1463-c1475 Guillén Segovia, P. Respuesta [2003] 226 Canc Gmz Manrique Esp (CDH
)
No se turba el sabidor / por muertes ni omezillos, / y los laureles, señor, / avnque se cayga su flor, / no se tornan amarillos. / Y consienten las esgrimas / las espadas ser humientas / do las artes son atentas, / todos sus ramos y climas [...]. / - 1471-1476 García Salazar, L. Bienandanzas [2000] Esp (CDH
)
E desterró Adán e asentólo fuera del Paraíso deleitoso el ángel cherubín con la flamante espada para que guardase el camino del árbol de la vida. - 1471-1476 García Salazar, L. Bienandanzas [2000] Esp (CDH
)
Díxole su escudero:
— Non lo quiera Dios, señor, antes moriré yo aquí contigo.
E metiendo Saúl su espada por su cuerpo luego cayó muerto. E como aquello viesse su escudero, metió su espada por sí e cayó muerto a par d'él.
- p1452-a1476 Manrique, G. Aguilando [2003] 310 Canc Gmz Manrique Esp (CDH
)
Para Castilla Camilo, / otro Çid contra Granada, / en la qual es vuestra espada / tanto temida e loada / e más que la de Troÿlo; / devos Dios tanta riqueza / con salud, / quanta desde juuentud / vos dio bondad y virtud / y nobleza. / - c1470-1480 Cota, R. Diál Amor [1961] 102 Esp (CDH
)
Conviene tan bien que notes / que es muy más digna cosa, / en tu boca gargajosa / pater nostres que no motes. / Y el tosser que las canciones, / y el bordón que no el espada, / y las botas y calçones / que las nuevas invenciones / ni la ropa muy trepada. / - c1445-1480 Montoro, A. Cancionero [1991] 68 Esp (CDH
)
La dáraga tengo en Maqueda, / la lança dentro en Vizcaya, / y el fierro en Barrameda / porque el quento no se caya; / el puñal tengo en Pastrana, / la vaina en Gibraltar, / la contera en Triana, / el esquero en Viana / y el cinto he de conprar. / El espada tengo en Pisa, / las correas en Gaeta; / un espuela de la guisa / y otra de la jineta, / y más unos borzeguís: / amos son del pie derecho, / el uno tengo en París, / el otro en Alcañiz, / uno ancho y otro estrecho. /
- c1445-1480 Montoro, A. Cancionero [1991] 172 Esp (CDH
)
Y, persona muy loada, / de quien yo dotrinas tomo, / tiene de ser vuestra espada / no Tiçona ni Colada, / mas de los niños, de plomo [...]. / - c1480 San Pedro, D. Arnalte [1985] Esp (CDH
)
Y porque para en los abtos semejantes es devida cosa acortar en larazón y alargar en la obra, digo que, para lo que he dicho verdad fazer y para el contrario de lo que dizes defenderte, que yo escojo las armas en esta manera: a la brida, *armados los cuerpos e cabeças como es costumbre, y los braços derechos sin armas ningunas; las lanças iguales con cada sendas espadas; los caballos con cubiertas y cuello y testera.
- c1480 San Pedro, D. Arnalte [1985] Esp (CDH
)
Y así nuestras lanças rompidas, con mucha presteza echando mano a las espadas, no con poco denuedo a combatirnos començamos; y tanto el espacio de la priesa nuestra duró, que los que miraban de mirar, y nosotros del trabajo, estábamos en mucha * manera cansados; y como los corajes * creciesen, no cuanto devieran las fuerças menguaban. - c1481-1482 Anónimo Crón Enrique IV [1991] Esp (CDH
)
E como las banderas entraron en la fortaleza, un moro demando la bandera del duque, e dexava la de don Rodrigo, de lo qual don Rodrigo ovo tanto enojo que pusso mano al espada e dio un golpe al alferez del duque en el braço, que le fizo derribar la bandera en el suelo; de lo qual el duque ovo tan grande enojo, e dixo a don Rodrigo que le rogava que en aquello no oviese mas, e mando sobir las banderas juntas amas a dos. - c1481-1482 Anónimo Crón Enrique IV [1991] Esp (CDH
)
Las quales cosas asy leydas, el arçobispo de Toledo, don Alffonso Carrillo, subio en el cadahalso, e quitole la corona de la cabeça, y el marques de Villena don Iohan Pacheco le tiro el çetro real de la mano; el conde de Plasençia don Alvaro de Estuñiga le quito el espada; el maestre de Alcantara e los condes de Benavente e Paredes le quitaron todos los otros ornarnentos reales, e con los pies lo derribaron del cadahalsso en tierra, con muy gran gemido e lloro de los que lo veyan.
- p1480-1484 Pulgar, H. Crón Reyes Católicos [1943] Esp (CDH
)
E no fué en mano del conde que no se soltase la gente por socorrer a los suyos que escaramuçauan, y así se encendió la pelea e se enboluieron los vnos con los otros, e se firieron con las lanças.
E después pelearon gran rato con las espadas, do murieron muchos de los vnos y de los otros.
- p1480-1484 Pulgar, H. Crón Reyes Católicos [1943] Esp (CDH
)
En los quales conbates, por la dispusiçión de los lugares do peleavan, pocos tiros de póluora & de ballesta se facían que no firiesen e matasen de la vna parte e de la otra; e aquella batalla era menos cruel que venía entre ellos a las manos con lanças y espadas.
- p1481-c1485 Manrique, G. Introd Cancionero [2003] 100 Canc Gmz Manrique Esp (CDH
)
Que, commo dize Jhesu, fijo de Sirac: «los onbres enseñados sobre las estrellas reluzyrán»: que las sçiençias no hazen perder el filo a las espadas, ni enflaqueçen los braços nin los coraçones de los caualleros [...].
- 1486 Pulgar, H. Claros varones [1971] Esp (CDH
)
Y por cierto si la pena que éste dio a su braço toviese logar de loor, loaríamos al espada que faze buen golpe & no al que la menea. - 1486 Pulgar, H. Claros varones [1971] Esp (CDH
)
¿ Quál de los capitanes romanos pudo pujar al esfuerço de don Juan Ramíres, comendador mayor de Calatrava, de linaje noble de Guzmán? el qual mostrava tan grand ardideza en las batallas, & tenía tanta destreza en el governar las armas, que el braço desnudo, el espada en la mano, esforçando los suyos, firiendo los enemigos, venció muchas batallas de moros.
- 1490 Palencia, A. VocLatRomance [1967] Esp (NTLLE)artiuus, es espada o cuchillo de griegos [...] spata, espada, que es cuchillo luengo et agudo de ambas partes, que tanbién se nombra rumphea, et tomó este nombre de passión, por que en griego se dize patin. Otros quieren que en latín se diga spada, por ser luenga et ancha, como es la espalda delas pécoras; v. esgrimidor y hierro.
- 1482-1492 Rdz Montalvo, G. Amadís I y II [1991] 1136 Esp (CDH
)
Cuando el gigante lo vio, puso mano a spada para lo matar, y diose con ella en la una pierna tal ferida, que toda la tajó, y cayo en el suelo, y a poco rato fue muerto. - 1482-1492 Rdz Montalvo, G. Amadís I y II [1991] Esp (CDH
)
Y tomando sus armas descendió del cavallo, que adelante espantado del fuerte león ir no quería, poniendo su escudo delante, la espada en la mano, al león se fue, que las grandes bozes que el rey Garínter le dava no lo pudieron estorvar. - 1482-1492 San Pedro, D. Cárcel [1995] Esp (CDH
)
Las armas que a mí son de señalar sean a la brida, segund nuestra costumbre; nosotros armados de todas pieças, los cavallos con cubiertas y cuello y testera, lanças iguales y sendas espadas, sin ninguna otra arma de las usadas, con las quales, defendiendo lo dicho, te mataré o haré desdezir o echaré del canpo sobre ello.
- 1482-1492 San Pedro, D. Cárcel [1995] Esp (CDH
)
[...] y como los fieles los dexaron solos, fuéronse el uno para el otro, donde en la fuerça de los golpes mostraron la virtud de los ánimos, y quebradas las lanças en los primeros encuentros, pusieron mano a las espadas y assí se combatían que quienquiera oviera enbidia de lo que obravan y conpasión de lo que padecían.
- c1495 Flores, J. Grimalte [1988] Esp (CDH
)
Y si mis famas disfamo, no las escondas tú, no seas tú tan bueno a aquella que tan mala te hasido. Muestra el sentimiento de varón y furias, y sane tu espada la quiebra de mis errores y tus ofensas.
- c1495 Lucena, L. Repetición amores [1954] Esp (CDH
)
Como el amor sea llaga en el corazón a la saeta conviene esto porque penetra. Lo segundo porque aunque otras armas aya agudas, así como spada y lanza, no convenía dezir que con éstas hiriese Cupido mas con saeta, lo uno, porque Cupido hiere bolando por el ayre; empero, para herir con spada o con lanza avíesse de acercar. - 1481-1496 Encina, J. Cancionero [1996] 188 Esp (CDH
)
Si no te fue revelada / de Judas su traición, / fue porque a tu coraçón / no se le amparara nada, / que sin cochillo ni espada / le dieras mil muertes crudas, / de quien fuera dino Judas / por su culpa tan malvada. / - 1481-1496 Encina, J. Cancionero [1996] 348 Esp (CDH
)
Y un espada de madero / y la vaina de bramante / y una buena darga dante / de papel, que no de cuero; / y una cesta y un mortero / en lugar de capacetes, / por puñal un majadero, / y unas tripas de carnero / por la falda y los gocetes. / - c1400-1498 Anónimo Baladro [1999] Esp (CDH
)
Por engaño de muchas guisas subirá en el espinazo de uno con espada e partirle ha la cabeça del cuerpo desnudo; sobirá sobre el huerto e echará lueñe el rabo diestro e el siniestro traerá mal, ca, vestido, no aprovechará cosa; e otros atormentará por espada e echarlos ha aderredor del reino.
- 1486-1499 Campo, A. Auto Pasión [1977] 194 Esp (CDH
)
[...] – vn arca demediada con su çerradura de largo de vn espada con cerradura e llave / – vn arca nueva syn çerradura deste largo / – otra arca ensayalada verde; es de la capilla de Santiago / – otra arca grande con quatro pyes [...]. - 1499 García Santa María, G. Trad Crón Aragón Vagad [2002] fol. 63v Esp (CDH
)
sillas: aspadas: - 1454-a1500 San Cristóbal, A. Trad Vegecio [2000] Esp (CDH
)
Acaesçe a las vezes en las batallas que la una parte se ayunta a la de los adversarios & conviene que se fieran con las manos, por lo qual es menester que el mançebo & el cavallero sepa en que guisa ha de ferir con la espada o con la maça o con la plomada, ca a todas estas cosas ensennaran en el canpo los romanos a los mançebos escogidos, segunt que ya dixo Vegeçio en el capitulo .x. e .xi. pasados. - 1454-a1500 San Cristóbal, A. Trad Vegecio [2000] Esp (CDH
)
La segunda cosa es que sepa ferir & pelear con cuchillo & con espada, que quiere dezir espritualmente tajar los deseos de la carne. E por eso dixo el profeta Ezechiel en el capitulo .xlix.: "Fijo del omne, toma un cuchillo tan agudo que pueda levar & raer los cabellos", que quiere dezir las superfluidades de los pecados. - c1500 Anónimo Comedia Thebayda [1993] Esp (CDH
)
Pero también tengo aviso de aprovecharme de otras cosas, que están bien a los hombres que an seguido mi arte y manera de bivir, así como traher la barba larga y el cabello trasquilado, y siempre la espada en la mano y con media vayna, y también nunca dexar un broquel de los sevillanos de la cinta [...]. - c1500 Anónimo Comedia Thebayda [1993] Esp (CDH
)
También, por tu fe, padre, rellama a Pedro de Lucena y a Téllez, y a Hernando Vancalero y a Calventos y a Juanot de la espada corta. - c1499-1502 Rojas, F. Celestina [2000] Esp (CDH
)
A Sempronio y a Celestina veo venir cerca de casa, haciendo paradillas de rato en rato, y cuando están quedos hacen rayas en el suelo con el espada. No sé qué sea. - c1499-1502 Rojas, F. Celestina [2000] Esp (CDH
)
Madre mía, o abrevia tu razón, o torna esta espada y mátame. - 1517 Torres Naharro, B. Ymenea [1994] 450 Propaladia Esp (CDH
)
BOREAS ¡O, que haga mal viaje / quien en tan fuerte jornada / y en tal congoxa me mete! / Pues honbre de mi linaje / nunca supo qué era espada / ni broquel ni cosalete. / Yo también soy más que loco / por venir en tal lugar, / pues que no quiero matar / ni que me maten tanpoco. ELISOCuerdo eres, / hagamos lo que quisieres. - 1517 Torres Naharro, B. Ymenea [1994] Propaladia Esp (CDH
)
TURPEDIO Pues si quieres, sea ansí / y, arrancadas las espadas, / vamos diziendo y haziendo. - 1517 Torres Naharro, B. Seraphina [1994] 211 Propaladia Esp (CDH
)
Yo entraré muy de corrida, / la cara toda sudando, / porné la capa arrastrando, / haré la vaina perdida / y daré qualque herida / a algún perro de passada, / irá sangrienta la espada / y esto me dará la vida. / - 1517 Torres Naharro, B. Seraphina [1994] Propaladia Esp (CDH
)
Dexadme ir en ora buena, / por ventura os haré rica, / que una espada y una pica / valen mucho en tierra ajena. / - 1517 Torres Naharro, B. Soldadesca [1994] Propaladia Esp (CDH
)
JUAN Y al que traxere pancera / ¿dan de balde espada y lança? - 1517 Torres Naharro, B. Soldadesca [1994] 316 Propaladia Esp (CDH
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CAPITÁN ¡O, valme Nuestra Señora! / ¿Por nonada / metéis la mano a la espada? / Nunca tal hecho se es visto. - a1520 Torres Naharro, B. Calamita [1994] Propaladia Esp (CDH
)
ESCOLAR¿Fáltanos para galanes, / por ventura, / cabello, garbo, cintura?LIBINAMás os falta.ESCOLAR ¿Qué? ¿La espada? LIBINAUna horca de Tablada.ESCOLAREsso no cabe en mesura. - a1520 Torres Naharro, B. Calamita [1994] Propaladia Esp (CDH
)
Como avemos acordado / se hará: / yo me passaré de allá, / no salga por otra puerta; / estad vosotros alerta / si saliere por acá. / Y el primero que podrá / con su espada / passalle d'un estocada / o sacalle el coraçón, / no tenga dél compassión, / que será mal empleada. - c1525 Schz Badajoz, D. Farsa teologal [1985] Farsas Esp (CDH
)
¡Despecho de los venablos!, / tiemblan de mí los diablos / desde poniente a levante, / ¿y hallo ya quien me espante?; / presto me harán sonajas / si no hago mil migajas / a quantos hallar delante. / Yo, con mi espada nombrada, / venga si quisier el resto. * / ¡O, Dios!, ¿qué es esto?, ¿qué es esto? * / ¡Boto a Diez, que fue celada! / ¡O, que no os he hecho nada, / no, señor, no me matéis! / Toma, ¿mi capa queréis? / Toma el broquel y el espada. - a1527 Fdz Madrid, A. Trad Enquiridión Erasmo [1932] Esp (CDH
)
Iten: en las guerras del mundo, la mayor desventura que puede acaecer es que la espada del vencedor quite la vida al vencido, sacándole el alma del cuerpo, mas en esta batalla spiritual quítasele al alma su vida, que es Dios.
- a1527 Fdz Madrid, A. Trad Enquiridión Erasmo [1932] Esp (CDH
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Assí que el primero y principal cuydado ha de ser, que nuestra ánima no se halle sin armas; porque si armamos el cuerpo por no temer el espada de un ladrón, más razón es que armemos el alma porque esté a su salvo y se libre de trayción. - 1527 Osuna, F. Abecedario espiritual III [2007] Esp (CDH
)
«Cada uno tenía su espada sobre el muslo por los temores noturnos». En el muslo se nota la castidad que con rigor se guarda, ca assí lo hazía sant Pablo, que castigava su cuerpo y lo reduzía en servidumbre. Y el bienaventurado mártir san Vicente, estando delante del juez, que pensava amedrentar los christianos, para que assí negassen, dixo a otro mártir que mansamente respondía: «¿Por qué estás hablando entre dientes y con palabras mansas a aqueste sobervio? No cures sino con exclamación, para que con la mesma autoridad de la boz su ravia, que ladra contra su señor, sea quebrantada».
- 1527 Osuna, F. Abecedario espiritual III [2007] Esp (CDH
)
Tres cosas se pusieron delante del paraíso para impedir que ninguno entrase al árbol de la vida: lo primero es compañía de ángeles, y no de qualesquiera, sino de los cherubines; lo segundo era fuego muy ardiente que no se apagava; lo tercero era una espada ligera de bolver que en sí tenía el fuego, aunque sin él pudiera ferir e aunque el fuego sin ella pudiera quemar. Los ángeles eran de los cherubines, cuya principal eminencia y propiedad es ser muy alumbrados en el saber y sciencia de Dios, porque assí no pudiessen recebir engaño y perdiessen los hombres esperança de los vencer por palabras, para les hazer abrir la puerta o darles entrada.
- 1528 Delicado, F. Lozana [1994] Esp (CDH
)
RampínYo soñaba que venía uno, y que me daba de zapatazos, y yo determinaba de matallo, y desperté.
LozanaMirá, por eso sólo meteré vuestra espada do no la halléis, que no quiero que me amancilléis. Si solamente vos tuviésedes tiento y hiriésedes a uno o a dos, no se me daría nada, que dineros y favor no faltarían, mas, como comenzáis, pensáis que estáis en la rota de Ravena; y por el sacrosanto saco de Florencia, que si no os emendáis de tanta bravura, ¿cómo hago yo por no besar las manos a ruines?
- 1528 Delicado, F. Lozana [1994] Esp (CDH
)
Si lo supistes el otro día cuando se le cayó la capa, que no le dejaron cabello en la cabeza, y guay d'ellos si le esperaran, aunque no los conoció, con la priesa que traía, y si yo no viniera, ya estaba debajo la cama buscando su espada. Señor, yo voy aquí en casa de un señor que lo haga sacar. - 1527-1529 Valdés, A. Diál Roma [1992] 86 Esp (CDH
)
Latancio¿Quién os pudiera conocer de la manera que venís? Solíades traer vuestras ropas, unas más luengas que otras, arrastrando por el suelo, vuestro bonete y hábito eclesiástico, vuestros mozos y mula reverenda; véoos agora a pie, solo, y un sayo corto, una capa frisada, sin pelo; esa espada tan larga, ese bonete de soldado... Pues allende desto, con esa barba tan larga y esa cabeza sin ninguna señal de corona, ¿quién os podiera conocer?
- 1527-1529 Valdés, A. Diál Roma [1992] 104 Esp (CDH
)
¡Oh crueldad! ¡Oh impiedad! ¡Oh execrable maldad! Y ¿qué había hecho aquella pobre doncella? Y ¿qué habían hecho las mujeres preñadas que, en presencia de sus maridos, les abrían los vientres con las crueles espadas, y, sacada la criatura, así caliente, la ponían a asar ante los ojos de la desventurada madre? - 1529-1531 Guevara, A. Reloj príncipes [1994] Esp (CDH
)
Plutharco, libro ii De laudibus antiquorum, y Plinio, en el vii libro, en el capítulo lvi, loan mucho a Pirodas porque inventó a sacar fuego del pedernal; loan mucho a Pretheo porque inventó el arnés; loan mucho a Panthasilea porque inventó la hacha; loan mucho a Scitheo porque inventó el arco y la saeta; loan mucho a Pheniceo porque inventó la ballesta y la honda; loan mucho a los lacedemones porque inventaron el capacete, y la lança, y la espada; loan mucho a los de Thesalia porque inventaron a pelear a cavallo [...].
- 1529-1531 Guevara, A. Reloj príncipes [1994] Esp (CDH
)
Y porque veas que lo que te escrivo no son novelas, has de saber que el emperador llevava un blandón ardiendo delante de sí; el cónsul, unas hachas de armas; los sacerdotes, unos pileos a manera de escofias; los senadores, unas conchas en los braços; los censores, un peso pequeño; los tribunos, unas maças; los régulos, un sceptro; los pontífices, una guirlanda; los oradores, un libro; los gladiatores, una espada; los plateros, un crisol; e assí de todos los otros oficios, excepto los negociantes estrangeros, los quales de una manera avían todos de andar señalados, porque a ningún estrangero consentían en Roma andar vestido ni señalado como los hijos de Roma.
- 1534 Boscán, J. Trad Cortesano [1994] Esp (CDH
)
Y por replicaros agora los mismos enxemplos, mirá un hombre con una espada en la mano, o con otra arma, que, si quiriendo jugar della se pone en alguna postura tan sueltamente y tan sin trabajo que parezca hacello naturalmente, luego con la sola facilidad del ademán se muestra diestro en aquel exercicio. - 1535-1536 Valdés, J. Diál Lengua [1990] Esp (CDH
)
Siempre vosotros estáis armados de spada y capa, para herirnos quando nos veis algo descubierto; pues, ya sabéis que «donde las dan, allí las toman». - 1535-1536 Valdés, J. Diál Lengua [1990] Esp (CDH
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Descuidóse también en que, no acordándose que aquella cosa que cuenta era muy secreta y passava en casa del padre de la dama, haze que el rey Perión arroje en tierra el espada y el escudo luego que conoce a su señora, no mirando que, al ruido que harían, de razón avían de despertar los que dormían cerca, y venir a ver qué cosa era. - a1526-a1536 Vega, G. Poesías [1995] Esp (CDH
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Pues este nombre perdí, / «Dido, mujer de Sicheo», / en mi muerte esto deseo / que se escriba sobre mí: / «El peor de los troyanos / dio la causa y el espada; / Dido, a tal punto llegada, / no puso más de las manos». - a1526-a1536 Vega, G. Poesías [1995] 87 Esp (CDH
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Por ti, como solía, / del áspero caballo no corrige / la furia y gallardía, / ni con freno la rige, / ni con vivas espuelas ya l'aflige. / Por ti con diestra mano / no revuelve la espada presurosa, / y en el dudoso llano / huye la polvorosa / palestra como sierpe ponzoñosa. / Por ti su blanda musa, / en lugar de la cíthera sonante, / tristes querellas usa, / que con llanto abundante / hacen bañar el rostro del amante. / - c1540 Villalón, C. Scholástico [1997] Esp (CDH
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Sócrates se esforzó a beber con sus manos el vaso de la ponçoña, Empédocles se lançó en Ethna, Theribonta se despeñó del muro, Catón el Utiçense se lançó una espada por el cuerpo, Zenón Ziteo, prínçipe de la seta stoica y discípulo de Crates el Thebano, se dexó morir de hambre. Mal muestran los viejos deste tiempo el esfuerzo destos sabios varones, pues aun no digo tomar la muerte con sus manos, por no incurrir en desesperaçión, mas que no la temiesen quando se les ofresce el morir. - c1540 Villalón, C. Scholástico [1997] Esp (CDH
)
Mirad con qué aire alça el espada; quebrantados los huesos del espalda, con ambas manos la amaga para herir. No hay coraçón que de piedad no vaya corriendo a tenerle el braço y humillado de rodillas no le suplique tenga lástima de aquella gloriosa juventud y no dexe huérfana de tal hijo tan bienaventurada vejez. - 1544 Castillejo, C. Diál Mujeres [1986] 118 Esp (CDH
)
Ved si fueron los san Joanes, / al cabo de sus affanes / y fatigas ordinarias, / vandoleros; * / mas, si no son cavalleros, / a las monjas no les plazen, / y de esta causa los hazen, / después de muertos, guerreros / con espada, / y a la bien aventurada / Madalena, aunque muger, / hombre la quieren hazer / llamándola apostolada; * / y en sus cantos / no les basta darle tantos / como a santa muy bendita, / pero quieren que compita / con los apóstoles santos, / batallando, / y que entre también en vando / a fin de sus vanidades. / - 1545 Rueda, L. Medora [1973] Las cuatro comedias Esp (CDH
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BarbarinaNadie, sino que huye de casa.
Gargullo¿Que huye? Dacá la espada, dacá mi broquel, dacá mi jaco *y guantes.
BarbarinaAnda, ladrón, que no es menester nada d'esso.
- c1525-1547 Schz Badajoz, D. Farsa albedrío [1985] Farsas Esp (CDH
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Aquí entra el Libre Alvedrío con su espada y rodela. ALVEDRÍOYo soy el Libre Alvedrío / que no tengo superior, / sólo Dios mi criador / tien sobre mí poderío; / suyo soy pero soy mío, / mi poder tien libertad / que me dio su magestad / sobre todo señorío. - 1540-c1550 Mejía, P. Silva [1989-1990] Esp (CDH
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Las lanças, Plinio, en su libro séptimo, affirma que los egypcios fueron los primeros que usaron dellas en la guerra; y allí dize que el espada y capacete inventaron los de Lacedemonia, en Grecia. Y Herodoto, en el libro quarto, da la invención del capacete y escudo a los de Egypto. La cota y loriga, uno llamado Midas Miseno la ymaginó. Y otro etolio inventó los dardos arronjados con amientos.
- 1540-c1550 Mejía, P. Silva [1989-1990] Esp (CDH
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A un moço que, siendo de muy lindo y hermoso gesto, era muy desonesto en sus palabras y aun en sus costumbres, le reprehendió, diziéndole que por qué tenía mala espada en tan buena vayna. A otro moçuelo muy traviesso, que su madre tenía muy ruyn fama, como le viesse que estava tirando piedras hazia donde estaban muchos hombres, reprehendióle con motejalle lo de su madre, diziéndole: — «Está quedo, niño; no descalabres a tu padre quiçá por yerro». - 1552 Casas, B. Brevísima relación [1994] 144 Esp (CDH
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Y acaeció en este tiempo que un Alonso Sánchez, que envió el dicho capitán por capitán de cierta gente a una provincia, topó en el camino cierta cantidad de mujeres y de muchachos cargados de comida, y le aguardaron y esperaron sin le huir para le dar della, y a todos los mandó meter a cuchillo de espada.
- 1552 Casas, B. Brevísima relación [1994] 144 Esp (CDH
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[...] que un soldado, dando de cuchillada a una india, del primer golpe se le quebró la mitad de la espada, y del segundo no le quedó sino la empuñadera, sin poder herir la india. - 1552 Casas, B. Brevísima relación [1994] 18 Esp (CDH
)
Los cristianos, con sus caballos y espadas y lanzas, comienzan a hacer matanzas y crueldades estrañas en ellos. - 1554 Cieza León, P. Crón Perú Esp (CDH
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Mas, con todas sus mañas, y con ser tan mala la tierra, los han conquistado y muchas veces saqueado soldados de a pie, dándoles grandes alcances, sin llevar otra cosa que una espada y una rodela. - 1554 Lpz Gómara, F. HNatural Indias I [2000] fol. 40r Perú (CDH
)
Son estos isleños de color castaño claro, que parecen algo tiriciados, de mediana estatura y rehechos; tienen ruynes ojos, mala dentadura, muy abiertas las ventanas de las narizes, y las frentes demasiado anchas, ca de industria se las dexan assí las comadres por gentileza y reziura; ca si les dan cuchillada en ella, antes se quiebra la espada que el casco. - 1554 Lpz Gómara, F. HNatural Indias I [2000] fol. 42v Perú (CDH
)
Pocas vezes tenían guerra, sino era sobre los términos o por las pesquerías, o con estrangeros, y entonces no sin respuesta de los ýdolos o sin la de los sacerdotes que adevinan. Sus armas eran piedras y palos, que sirven de lança y espada, a quien llaman macanas. - a1554 Anónimo Lazarillo [1994] Esp (CDH
)
La mañana venida, levantámonos, y comienza a limpiar y sacudir sus calzas y jubón y sayo y capa; y yo que le servía de pelillo. Y vísteseme muy a su placer, de espacio. Echéle aguamanos, peinóse y púsose su espada en el talabarte y, al tiempo que la ponía, díjome:
—¡Oh, si supieses, mozo, qué pieza es ésta! No hay marco de oro en el mundo por que yo la diese. Mas ansí ninguna de cuantas Antonio hizo no acertó a ponelle los aceros tan prestos como ésta los tiene.
- a1554 Anónimo Lazarillo [1994] 116 Esp (CDH
)
Sobre esto, el señor comisario, mi señor, tomó un lanzón que en el portal do jugaban estaba; el alguacil puso mano a su espada, que en la cinta tenía. Al ruido y voces que todos dimos, acuden los huéspedes y vecinos y métense en medio. Y ellos, muy enojados, procurándose de desembarazar de los que en medio estaban, para se matar.
- 1555 Ortúñez Calahorra, D. Espejo príncipes [1975] II, 314 Caballero Febo Esp (CDH
)
Mas espera un poco, que presto tendrá mayor razón para dolerse y la duquessa de gozarse, porque el grande Aridón, que estava en tierra, fue buelto en su acuerdo. Y queriendo tornar a levantarse, el Cavallero del Febo le puso la punta de la aspada *en la garganta, diziendo:
— Muerto eres, Aridón, si no confiesas la traizión que as levantado a la duquesa Elisandra. Y muriendo tú, será tu ánima condenada a los infiernos, para padecer perpetuamente.
- 1555 Ortúñez Calahorra, D. Espejo príncipes [1975] Caballero Febo Esp (CDH
)
Y por maravilla el gran Campeón le podía acertar golpe en lleno ni a derecho. La otra era la fineza de sus armas, que eran hechas por el sabio Artimidoro, y no bastavan humanas fuerças ni filos de aspada para las cortar ni abollar.
- c1553-1556 Villalón, C. Crótalon [1990] 189 Esp (CDH
)
Yendo musiur de Alveñi con el braço aliado por herir con el espada a un prínçipe español, llega al mesmo tiempo un otro caballero de España y córtale el braço por el hombro y juntamente cae el braço y su poseedor sin la vida. Musiur Buysi, recogiéndose con una herida casi de muerte, le alcançan otra que le acaba. - c1553-1556 Villalón, C. Crótalon [1990] 221 Esp (CDH
)
Estando ansí hirió mi madre a la puerta de la cámara con furia y entrando dixo: «¡Ay hija!, que tu esposo es venido y preguntando por ti sube a te ver»; y diziendo esto tomamos ambas a mi servidor, y ansí en camisa, con una espada en la mano, le hezimos salir por una recámara a un corredor que para este caso habíamos quitado unas tablas del suelo, y como él entró por allí con intinçión de se recoger hasta ver el suçeso, al primer passo cayó en un corral, de donde no podía salir por estar serrado al rededor; *y luego yo vestiéndome de todos los vestidos de mi galán, que me conoçían ya porque en ellos me crié, y despedidos de la huéspeda los unos a los otros no nos vimos más hasta hoy.
- 1557-1558 Anónimo Viaje Turquía [2000] 166 Esp (CDH
)
Verná nuestro rrei y tomará el rreino de un prínçipe pagano y una mançana colorada, la qual rreduzirá en su ser, y si dende siete años no se levantare la espada de los christianos, rreinará hasta el duodéçimo, edificará casas, plantará viñas, zercarlas ha, hará hijos. Después del duodéçimo año aparesçerá la espada de los christianos la qual hará huir el Turco. - 1559 Montemayor, J. Diana [1996] 115 Esp (CDH
)
El mi don Felis traía calzas de terciopelo blanco recamadas, aforradas en tela de oro azul, el jubón era de raso blanco recamado de oro de cañutillo, y una cuera de terciopelo de las mismas colores y recamo; una ropilla suelta de terciopelo negro, bordada de oro y aforrada en raso azul raspado; espada, daga y talabarte de oro, una gorra muy bien aderezada de unas estrellas de oro y en medio de cada una engastado un grano de aljófar grueso; las plumas eran azules, amarillas y blancas; en todo el vestido traía sembrados muchos botones de perlas. - 1542-1565 Rueda, L. Eufemia [2001] Las cuatro comedias Esp (CDH
)
Vallejo.Señor Polo, aflóxeme vuessa merced un poco aquestas ligagambas.
Polo.Aguarde un poco, señor Grimaldo.
Vallejo.Agora apriéteme aquesta estringa del lado de la espada.
Polo.¿Está agora bien?
Vallejo.Agora métame una nómina que hallará aquí al lado del coraçón.
- 1542-1565 Rueda, L. Eufemia [2001] Las cuatro comedias Esp (CDH
)
Pues, señor Polo, tomad aquesta espada y por el lado derecho apretá cuanto pudiéredes, que, después que sea essecutada en mí aquesta sentencia, os diré el porqué. - 1545-1565 Rueda, L. Engañados [1973] Esp (CDH
)
¿Qué descortesía es ésta tan grande, señores, de querer entrar con las espadas tiradas en casa agena? - c1545-c1565 Rueda, L. Pasos [1981] Esp (CDH
)
Honzigera.Si no los tenías, ¿qué remedio tuviste?
Panarizo.¿Qué remedio havía de tener, sino dexar la espada?
Honzigera.¿El espada?
Panarizo.El espada.
Honzigera.¿Pues el espada havías de dexar sabiendo a lo que vamos?
- 1562-1566 Teresa de Jesús (Teresa de Cepeda y Ahumada) LVida [1986] Esp (CDH
)
Es en tantas veces las que he escrito estas tres hojas y en tantos días —porque he tenido y tengo, como he dicho, poco lugar— que se me havía olvidado lo que comencé a decir, que era esta visión. Vime estando en oración, en un gran campo a solas, en rededor de mí mucha gente de diferentes maneras que me tenían rodeada; todas me parece tenían armas en las manos para ofenderme: unas, lanzas; otras, espadas; otras, dagas, y otras, estoques muy largos.
- 1562-1566 Teresa de Jesús (Teresa de Cepeda y Ahumada) LVida [1986] Esp (CDH
)
Otra vez, estando en Maitines en el coro, se me representaron y pusieron delante seis u siete, me parece, serían, de esta mesma Orden, con espadas en las manos. Pienso que se da en esto a entender han de defender la fe; porque otra vez, estando en oración, se arrebató mi espíritu: parecióme estar en un gran campo, adonde se combatían muchos, y éstos de esta Orden peleavan con gran hervor. - 1566 Timoneda, J. Patrañuelo [1990] Esp (CDH
)
Suspenso estuvo de ver semejante caso, y, por dos o tres veces, vacilando si con su espada daría fin a sus vidas; pero el amor de Brasilda le convenció, que no hizo, sino bonitamente tomar su joyel, que estaba debajo del almohada, y salirse de la cámara. Y, sin ser sentido de nadie, volvió a cabalgar y proseguir su camino, que en breve tiempo alcanzó a su hermano.
- 1566 Timoneda, J. Patrañuelo [1990] 138 Esp (CDH
)
Viendo la mujer sin narices, queriendo apañar de vuestro barbero, y él arrancase de su espada, haciendo resistencia, porque fue herido el porquerón, lo llevaron a la cárcel; y, por sentencia, a cabo de días, le azotaron por la ciudad. - 1566 Timoneda, J. Patrañuelo [1990] Esp (CDH
)
Y, para recogerse de noche, tenía alquilada una pobre casilla, en la cual, a la noche, cuando se retraía, se encerraba en ella sin lumbre, como aquel que no la había menester; y, cerradas las puertas, desenvainaba de una espadilla corta que tenía, y, por reconocer si había alguno, daba cuchilladas y estocadas por los rincones y bajo de la cama, diciendo:
— ¡Ladrones, bellacos, esperad, aguardad! ¿Ahí estáis?
- c1569 Herrera, F. Metros italianos 1569 [1985] Poesía Esp (CDH
)
¿No bastaua illustrar con viua gloria / los tropheos, y dar al fiero Marte / las coronas y palmas de victoria, / y con nueuo valor, industria y arte / vibrar terrible la sangrienta espada, / y celebrarla en vna y otra parte, / que en quanto vee del sol la luz dorada, / y en quanto abraça el mar y cerca el cielo, / va de immortales glorias rodeada, / sino también, con generoso buelo, / y con fuerças de claro entendimiento, / dexar perpetua su memoria al suelo, / y en cartas, a quien nunca fuego y viento, / y las bueltas del tiempo harán daño, / su virtud descubrir y fundamento, / donde roto y deshecho todo engaño, / su valor resplandesce esclarescido, / con rara muestra y con intento estraño? / - c1569 Herrera, F. Metros italianos 1569 [1985] 246 Poesía Esp (CDH
)
Y si vuestros trabajos con memoria / fueren de claro artífice esculpidos, / los despojos pondrá de la victoria, / no flores de iacintos escogidos, / ni de Venus las rosas estimadas, / mas yelmos con las plumas esparzidos, / rotas astas, y escudos, y doradas / coraças, fuertes greuas, y de Marte / ardiente cortadoras las espadas. / También pondrá con gloria en otra parte / las muestras del ingenio que leuanta / vna nueua y diffícil y útil arte. / - 1569 Torquemada, A. Jardín [1994] 627 Esp (CDH
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Algunos quieren sentir que esta armada avía llegado cerca de la Aequinoctial. Y Celio, tratando del Paraýso, lo alega, para dezir que era a la parte donde está el Paraýso terrenal, y que todas estas señales salían del mesmo para no dar lugar que passassen más adelante, conforme a lo del Génesis, donde dize que puso Dios un cherubín delante de la puerta, con una espada de fuego que se rebolvía a todas partes , para que guardasse que ninguno pudiesse entrar dentro. - 1569 Torquemada, A. Jardín [1994] Esp (CDH
)
Pero siguiendo el parecer de Eugubino, podráse inferir y tener por cierto que la provincia donde el Paraýso terrenal fue plantado era abitada, y muy cerca dél avía pueblos y gentes, para los quales puso Dios al cherubín con la espada Versátil de fuego, que no dexasse entrar a ninguna persona viva.
- 1572 Herrera, F. Metros italianos 1572 [1985] 261 Poesía Esp (CDH
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Qual león a la presa apercibido, / esperauan los impios confiados / a los que tú, Señor, eras escudo, / que el coraçón desnudo / de temor, y de fe todo vestido, / de tu espíritu estauan confortados. / Sus manos a la guerra compusiste, / y a sus braços fortíssimos pusiste / como el arco azerado, y con la espada / mostraste en su fauor la diestra armada. / - 1572 Herrera, F. Metros italianos 1572 [1985] 263 Poesía Esp (CDH
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Babilonia y Egito, amedrentada, / del fuego y asta temblará sangrienta, / y el humo subirá a la luz del cielo, / y, faltos de consuelo, / con rostro oscuro y soledad turbada, / tus enemigos llorarán su afrenta; / y tú, Grecia, concorde a la esperança / de Egito, y gloria de su confiança, / triste, que a ella pareces, no temiendo / a Dios, y en tu remedio no atendiendo, / ¿por qué, ingrata, tus hijas adornaste / en adulterio con tan impia gente / que desseaua profanar tus frutos, / y con ojos enxutos / sus odiosos passos imitaste, / su aborrecible vida y mal presente?; / por esso Dios se vengará en tu muerte, / que llega a tu ceruiz su diestra fuerte / la aguda espada; ¿quién será que pueda / tener su mano poderosa queda? / - 1569-1573 Hurtado Mendoza, D. Guerra Granada [1948] 58 Esp (CDH
)
Fueron los moros creciendo y executando hasta cerca del arroyo; murió don Juan de Villarroel desalentado, con la espada en la cinta, cuchilladas en la cabeça y en las manos, según se reparava; don Luis Ponce de León, nieto de Luis Ponce, herido de muerte y caído, lo despeñó un su criado por salvalle; Juan Ronquillo, veedor de las compañías de Granada, y un hijo solo del maestre de campo Hernando de Oruña, viéndole su padre y todos peleando. - 1574 Sta Cruz Dueñas, M. Floresta [1997] Esp (CDH
)
A fray Ambrosio Montesino, gran predicador, diéronle a su vejez un obispado de anillo. Díjole un caballero que había echado muy pobre contera en su espada.
- c1568-1575 Díaz Castillo, B. HNueva España [1982] 8 Esp (CDH
)
[...] y a las voces que dio el cacique, los escuadrones vinieron con gran furia, y comenzaron a nos flechar de arte, que a la primera rociada de flechas nos hirieron quince soldados, y traían armas de algodón, y lanzas y rodelas, arcos y flechas, y hondas y mucha piedra, y sus penachos puestos, y luego tras las flechas vinieron a se juntar con nosotros pie con pie , y con las lanzas a manteniente nos hacían mucho mal. Mas luego les hicimos huir, como conocieron el buen cortar de nuestras espadas, y de las ballestas y escopetas el daño que les hacían; por manera que quedaron muertos quince dellos. - c1570-1578 Anónimo Auto Prevaricación [1988] Esp (CDH
)
ÁngelSalid, salid prestamente / antes que os hiera mi espada. / Pues fuistes desobediente, / manda Dios omnipotente, / que perdáis esta posada. / No curéis de porfiar / ni volver a traspasada, / que aquí me habéis de hallar / puesto en aqueste lugar / para resistir la entrada. - c1570-1578 Anónimo Auto Destrucción [1988] Esp (CDH
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EmperadorTrino y Uno, omnipotente, / desde hoy más te adoro y creo. / Mas, tente agora, Clemente, / para que más dignamente / alcance lo que deseo. / Di que ponga el camarero / mi espada y corona, paje, / encima de un repostero, / que quiero hacer primero / un voto y pleito homenaje. / Por mi corona y espada / juro, si, como deseo, / de Christo salud m'es dada, / que ha de ser por mí vengada / su muerte en el pueblo hebreo. / - 1580 Góngora Argote, L. Poesías 1580 [2000] 4 Poesías Esp (CDH
)
Almeida, que a los árabes / con la venganza hórrida / sus muros y edificios va talándoles, / y a los rumes y alárabes, / debajo de la tórrida, / con valerosa espada domeñándoles, / y mayor pena dándoles / con el hijo belígero, / que en el seno Cambaico / contra el moro y hebraico / muere mostrando su furor armígero, / sirviéndole de túmulo / de mamelucos el sangriento cúmulo. / - 1580 Herrera, F. Metros italianos 1580 [1985] Poesía Esp (CDH
)
Nací yo por ventura destinado / al amoroso fuego, ¡i qu'ofrecido / me vea a desdén grave, a duro olvido, / sugeto siempre a miserable estado! / Rompa l'aguda espada el implicado / nudo, pues de m'industria nunca à sido / suelto por mi dolor; qu'en mal perdido, / el remedio cruel es acertado. - c1550-1580 Luis de León Trad clásicas [1990] 364 Poesías Esp (CDH
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Que veo que ya el cielo soberano / de ti nos tiene envidia, y se lamenta / que más te ocupes, César, con lo humano, / do en fuero o desafuero ya no hay cuenta, / do yerve en guerras todo, do el insano / furor en tantas formas se presenta, / la esteva no se precia, los sembrados / se yerman de cultores despojados; / llevados los obreros, se ensilvecen; / las hoces se transforman en espadas, / los Partos de una parte se embravecen, / de otra las Germanias alteradas, / los pueblos que vecinos más parecen / guerrean, ya sus ligas quebrantadas, / esparce por do quiera el Marte crudo / lo fiero, lo sangriento, lo sañudo; / como quando del puesto libre extiende / el passo por el campo la quadrega, / y quanto se adelanta más se enciende, / y del correr las alas más desplega, / y en valde el quadreguero tira y tiende / las riendas, o le plega o no le plega, / llevado de los potros de las ruedas, / que sordas a los frenos no están quedas. - c1558-1580 Luis de León Poesía original [1990] 218 Poesías Esp (CDH
)
Las selvas conmoviera, / las fieras alimañas, como Orfeo, / si ya mi canto fuera / igual a mi deseo, / cantando el nombre santo Zebedeo; / y fueran sus hazañas / por mí con voz eterna celebradas / por quien son las Españas / del yugo desatadas / del bárbaro furor, y libertadas; / y aquella nao dichosa, / del cielo esclarecer merecedora, / que joya tan preciosa / nos trujo, fuera agora / cantada del que en Citia y Cairo mora. / Osa el cruel tirano / ensangrentar en ti su injusta espada; / no fue consejo humano; / estava a ti ordenada / la primera corona, y consagrada. / - c1558-1580 Luis de León Poesía original [1990] 222 Poesías Esp (CDH
)
Mas cesse el triste llanto, / recobre el español su bravo pecho; / que ya el Apóstol santo, / un otro Marte hecho, / del cielo viene a dalle su derecho. / Vesle de limpio acero / cercado, y con espada relumbrante; / como rayo ligero, / quanto le va delante / destroça y desvarata en un instante. / - 1581 Cueva, J. Infamador [1992] Esp (CDH
)
¿Tú las ves? Yo no... ¡Es verdad! / ¡Las espadas aprestad, / que ya estamos do deseo! / Eliodora, el duro amor / cuyo poder me sujeta, / que venga ante ti me aprieta / a ofrecerme a tu rigor; / no llames atrevimiento / el venir a tu presencia, / pues amor me da licencia / y mi fe consentimiento. - 1581 Cueva, J. Infamador [1992] Esp (CDH
)
Leucino.No tengo que mirar nada. / ¡Suéltame!, ¡no me detengas!Felicina. ¡Cuando en este pecho tengas / esa espada atravesada!
- 1582 Herrera, F. Obras [1985] Poesía Esp (CDH
)
Venció las fuerças el Amor tirano; / cortó los niervos, con aguda espada, / d'aquella dulce libertad amada / que sin vigor suspiro siempre en vano. - 1573-1582 Teresa de Jesús (Teresa de Cepeda y Ahumada) LFundaciones [1991] Esp (CDH
)
Pareció que por un rincón bajaba todo aquel ruido adonde ella estaba, y oyó unos grandes bramidos, que duraron algún espacio, de manera que a su padre —que aún, como he dicho, no era levantado— le dio tan gran temor que comenzó a temblar y, como desatinado, tomó una ropa y su espada y entró allá y muy demudado le preguntó qué era aquello. Ella le dijo que no había visto nada. Él miró otra pieza más adentro y como no vio nada, díjola que se fuese con su madre y a ella le dijo que no la dejase sola y le contó lo que había oído. - 1583 Luis de Granada Introd Símbolo I [1908] Esp (CDH
)
Porque la tierra (que es el más bajo de los elementos) es seca y fría, y el agua es fría y húmida, y el aire es húmido y caliente, y el fuego es caliente y seco: y desta manera se traban y dan la mano unos elementos á otros, y hacen una como danza de espadas, continuándose amigablemente por esta forma los unos con los otros.
- 1583 Luis de Granada Introd Símbolo I [1908] 151 Esp (CDH
)
¿Quién le enseñó esperar el golpe del enemigo con la punta del arma que el Criador le dió, que es como si dijese, si habéis de llegar á mí, ha de ser por la punta del espada? Todas éstas son obras de la divina Providencia, que no quiso dejar esta ave del todo desamparada de las armas y industrias necesarias para defenderse de su enemigo, y proveer con esto de una noble y honesta recreación á los reyes y grandes señores. - 1578-1584 Juan de la Cruz Cántico [1998] 279 Esp (CDH
)
Mirad el lecho de Salomón, que le cercan sesenta fuertes de los fortíssimos de Israel, cada vno la espada sobre su muslo para defensa de los temores nocturnos. - 1585 Pz Moya, J. Philosofía [1995] Esp (CDH
)
A esta deesa le dieron carro en que estuviese sentada y sones que la llevasen, y en la cabeza le pusieron una corona llena de torres, y que tuviese un sceptro en la mano como reina; tañíanle panderos y atabales y bacines de cobre. Iban, otrosí, los coribantes armados y con espadas sacadas, y cerca della muchas animalias fieras de que se creía ser madre, como dice Lucrecio, *en cuatro versos que comienzan: Quare magna Deum, etc.
- 1585 Pz Moya, J. Philosofía [1995] Esp (CDH
)
Ir los coribantes delante de la deesa con espadas sacadas y armados denota que todo lo de la tierra se conserva y engendra y corrompe mediante su contrario. O según san Isidro, denota que los hombres deben de pelear por defender su patria y su rey. - 1587 Mena, F. Trad HEtiópica [1954] Esp (CDH
)
— De la vuestra solamente —respondió la doncella— depende la mía, y aquesta espada —mostrándole una que sobre sus rodillas tenía— que había de traspasar mi corazón, ha estado detenida y suspensa en veros respirar y tener señales de vivir. - 1587 Mena, F. Trad HEtiópica [1954] 19 Esp (CDH
)
Ella, que ninguna cosa entendió de su lenguaje, aunque bien sospechó lo que decía, se asió del hermoso mancebo, y puniéndose la punta de la espada a los pechos, amenazaba. de matarse con ella si no los llevaban a entrambos juntos - 1588 Góngora Argote, L. Poesías 1588 [2000] Poesías Esp (CDH
)
Levanta, España, tu famosa diestra / desde el francés Pirene al moro Atlante, / y al ronco son de trompas belicosas / haz, envuelta en durísimo diamante, / de tus valientes hijos feroz muestra / debajo de tus señas victoriosas; / tal, que las flacamente poderosas / fieras naciones, contra tu fe armadas, / al claro resplandor de tus espadas / y a la de tus arneses fiera lumbre, / con mortal pesadumbre / ojos y espaldas vuelvan / y, como al sol las nieblas, se resuelvan, / o, cual la blanda cera desatados / a los dorados luminosos fuegos / de los yelmos grabados, / queden, como de fe, de vista ciegos. - 1588 Góngora Argote, L. Poesías 1588 [2000] 98 Poesías Esp (CDH
)
Oh ya isla católica y potente / templo de fe, ya templo de herejía, / campo de Marte, escuela de Minerva, / digna de que las sienes que algún día / ornó corona real de oro luciente / ciña guirnalda vil de estéril hierba, / madre dichosa y obediente sierva / de Arturos, de Eduardos y de Enricos, / ricos de fortaleza, y de fe ricos; / ahora condenada a infamia eterna / por la que te gobierna / con la mano ocupada, / del huso en vez, del cetro y de la espada; / mujer de muchos, y de muchos nuera, / oh reina torpe, reina no, mas loba / libidinosa y fiera, / fiamma dal ciel su le tue trezze piova! / - 1575-1588 Huarte San Juan, J. Examen ingenios [1989] 557 Esp (CDH
)
«Señor, sepa vuestra señoría que los soldados que han gozado de la libertad de Italia no se pueden hallar bien en España por las muchas leyes que hay contra los que echan mano a la espada». Los otros caballeros, viendo que le llamaba señoría, no pudieron sufrir la risa; de lo cual corrido el caballero, les dijo de esta manera: «Sepan vuestras mercedes que la señoría de Italia es en España merced, y como el señor capitán viene hecho al uso y costumbre de aquella tierra, llama señoría a quien ha de decir merced». - 1575-1588 Huarte San Juan, J. Examen ingenios [1989] 537 Esp (CDH
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■ Y es la causa que la irascible * es el verdugo y espada de la razón. Y el hombre que no riñe las cosas mal hechas, o lo hace de necio o por ser falto de irascible. - 1588 Malón Chaide, P. Conversión Magdalena [1930] I, 203 Esp (CDH
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«Bien sabes, hijo, lo que hizo Joab, hijo de Sarvia, conmigo, que, contra mi voluntad y sin yo saberlo, mató dos príncipes mejores que él, que fueron Abner y Amasa, y con color de paz derramó su sangre, como si fuera en la batalla, y tiño el tahelí * con que colgaba del hombro izquierdo la espada, con la sangre de los muertos, para fiereza de soldado y jactándose de valiente. Pues, mira, hijo, que te mando que no dejes llegar sus canas con paz a la sepultura, sino que le mates, pues mató otros mejores que él». - 1590 Góngora Argote, L. Poesías 1590 [2000] 114 Poesías Esp (CDH
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Príncipe mártir, cuyas sacras sienes, / aún no impedidas de real corona, / la fiera espada honró del Arriano; / tú, cuya mano al cetro si perdona, / no a la palma que en ella ahora tienes / (digna palma, si bien heroica mano), / pues eres uno ya del soberano / campo glorioso de gloriosas almas, / que ciñen resplandor, que enristran palmas, / do se triunfa y nunca se combate, / mi lengua se desate / en dulces modos, y los aires rompa / a celestial soldado ilustre trompa. / - 1583-a1591 Luis de León Nombres Cristo [1984] Esp (CDH
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— Largos son de contar —dixo Iuliano— y, aunque preguntáys lo que sabéys, y no sé para qué fin, diré los que se me offrescen. David en el psalmo, hablando propriamente con Christo, le dize: Ciñe tu espada sobre tu muslo, poderosíssimo, tu hermosura y tu gentileza. Sube en el cavallo y reyna prósperamente por tu verdad y mansedumbre y por tu justicia; tu derecha te mostrará maravillas. Tus saetas agudas —los pueblos caerán a tus pies— en los coraçones de los enemigos del rey.
- 1583-a1591 Luis de León Nombres Cristo [1984] Esp (CDH
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— Pues no menos verdad es —dixo prosiguiendo Marcello— que las victorias de los griegos sobraron a éstos, y que el no vencido Alexandre, con la espada en la mano y como un rayo, en brevíssimo espacio corrió todo el mundo, dexándole no menos espantado de sí que vencido, y, muerto él, sabemos que el throno de sus successores tuvo el sceptro por largos años de toda Asia y de mucha parte de Africa y de Europa. - 1593 Gracián Dantisco, L. Galateo [1968] Esp (CDH
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Por lo qual no nos conviene vanagloriar de nuestros bienes y hazienda, como algunos que se pagan tanto de sí, que con un poco de aplauso que les dan los circunstantes, se paran a hazer cercos en el suelo, y rayas con la espada o con otra cosa, y estando como suplicacioneros metiendo parábolas en sus hechos y hazañas, figurando las ciudades y exércitos, las más vezes delante de los que nunca supieron de guerra, como algunos que se paran a dezir: — He aquí, señores, el fuerte. - 1589-1594 Ercilla, A. Araucana III [1993] 825 Esp (CDH
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Mas negando la deuda y fe debida / a mi tierra y nación, por tu respeto / quiero, señor, sacrificar la vida / por escapar la tuya deste aprieto, / y en contra de mi patria aborrecida / volver las armas y áspero decreto, / desviando gran número de espadas / que están a tu costado enderezadas. - 1589-1594 Ercilla, A. Araucana III [1993] 806 Esp (CDH
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Déjolo aquí indeciso, porque viendo / el brazo en alto a Tucapel alzado, / me culpo, me castigo y reprehendo / de haberle tanto tiempo así dejado; / pero a la historia y narración volviendo, / me oísteis ya gritar a Rengo airado, / que bajaba sobre él la fiera espada / por el gallardo brazo gobernada: / el cual viéndose junto, y que no pudo / huir del grave golpe la caída, / alzó con ambas manos el escudo, / la persona debajo recogida; / no se detuvo en él el filo agudo, / ni bastó la celada aunque fornida, / que todo lo cortó, y llegó a la frente / abriendo una abundante y roja fuente. /
- 1596 Lpz Pinciano, A. Philosofía [1953] Esp (CDH
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Fadrique respondió: Assí es; lo fué él en sus Diálogos, como Lucano histórico en su Pharsalia; y quédese aquí la chaza hecha; que otro día, Dios adelante, se acabará este juego.
Dicho esto, pidió la espada y capa y, con Vgo, se fué a cierto negocio que entre los dos auía. - a1597 Herrera, F. Versos [1985] 612 Poesía Esp (CDH
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Sólo permita, ya que muero ausente, / quexarme de mi afán al campo abierto, / primero qu'a la espada entregue'l cuello / i al fuego abrasador el cuerpo muerto; / i mis passadas glorias que recuente, / cuando el oro enlazado d'el cabello / crespo, sutil i bello, / en mi cerviz se puso / i m'enredó confuso; / i qu'escriva la causa de mi afrenta / en esta arena estéril i sedienta; / i, repitiendo de principio el daño, / haré qu'el bosque sienta, / i las fieras, la fuerça de mi engaño. / - a1597 Herrera, F. Versos [1985] 583 Poesía Esp (CDH
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Tebano alçó primero / mira, a quien la cerúlea i alta frente / i el curso enclina el mar d'Atlante fiero; / do vibra l'asta Marte que, caliente, / bañó en la sangre maura, i, llena d'ira, / pone al Aurora el yugo i Ocidente; / donde valor, virtud el cielo inspira, / la grandeza, el imperio glorioso / i felice fortuna siempre aspira; / en éstos dará Febo poderoso / a sublimes espirtus noble aliento / con industria i cuidado generoso; / avrá quien cante umilde su tormento, / quien belígero orror i aguda espada, / i quien el dulce i rústico lamento; / qu'aunque tú de pastores celebrada / seas en Aretusa i Mincio frío, / i del lacivo Sulmonés cantada, / si atiendes a su alegre desvarío, / t'agradará en mis braços blandamente / su canto, que suspira el dolor mío. / - 1598 Vega Carpio, F. L. Arcadia [1975] 68 Esp (CDH
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No se os representan aquí las grandezas de Alejandro * con los coturnos antiguos y los vestidos scénicos; no la tragedia de Pompeyo * en los ematios * campos, la abrasada Troya y los griegos decendiendo de aquel preñado vientre del engañoso caballo, en la una mano las hachas encendidas y en la otra las espadas resplandecientes; no la famosa jornada en que Tifis * y Argos * tuvieron nombre, y el libre mar sintió arar los campos de sus saladas aguas con las proas y quillas de sus primeras naves. - 1598 Vega Carpio, F. L. Arcadia [1975] Esp (CDH
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Aquel de agradable rostro, con el bastón de fresno y la mano en el pomo de la espada, es el vitorioso francés Carlomagno; * y el que con majestuosa presencia está a su lado es el divino César, a quien jamás las letras embotaron las armas. - 1599 Alemán, M. Guzmán Alfarache I [1992] 132 Esp (CDH
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Decir, si viese a un religioso entrar a la media noche por una ventana en parte sospechosa, la espada en la mano y el broquel * en el cinto, que va a dar los sacramentos, es locura, que ni quiere Dios ni su Iglesia permite que yo sea tonto y de lo tal, evidentemente malo, sienta bien. - 1600 Sigüenza, J. HOrden SJerónimo II [1907] 209 Esp (CDH
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Que muchos Capitanes auian regido grandes exercitos, sin poner la mano a la espada: que, pues el gouierno estaua en la cabeça, y essa nuestro Señor se la daua tan sana, no los desemparasse ni pensasse que le hazian falta los pies, y las manos. - 1602 Vega Carpio, F. L. Rimas [2003] Rimas Esp (CDH
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¡Oh!, nunca fueras, África desierta, / en medio de los trópicos fundada, / ni por el fértil Nilo coronada / te viera el alba cuando el sol despierta; / nunca tu arena inculta descubierta / se viera de cristiana planta honrada, / ni abriera en ti la portuguesa espada / a tantos males tan sangrienta puerta. - 1602 Vega Carpio, F. L. Rimas [2003] Rimas Esp (CDH
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Píramo triste, que de Tisbe mira / teñido en sangre el negro manto, helose; / vuelve a mirar y sin morir muriose, / esfuérzase a llorar, tiembla y suspira. / Ya llora con piedad y ya con ira, / al fin para que el alma en paz repose, / sobre la punta de la espada echose, / y sin partir el alma, el cuerpo expira. / - 1603 Luque Fajardo, F. Fiel desengaño [1955] I, 40 Esp (CDH
)
¿Y quién no echará de ver ser gracia la que este caballero tuvo, cuando, después de tantos y tan importantes oficios tocantes a la Sede Apostólica, secretario del sobredicho señor Nuncio, abreviador, nuncio por sostitución con capa y espada por tiempo de seis meses (cosa que jamás se ha visto en España) y otras agencias calificadísimas de cardenales, sacó públicos editos y sindicato, manifestándose por ello a todos los cabildos, prelados de religiones y obispos de España (como diciendo: Quis ex vobis?), para que, si de su parte o de sus oficiales y criados hubiese capítulos que ponerle en materia de sobornos, extorsiones o de otra cualquier injusticia, lo pidiesen en juicio, o fuera dél, porque salía y se obligaba por sí y los demás,; de que salió muy en gracia y sin nota de culpa? - 1603 Rojas Villandrando, A. Viaje Entretenido [1977] I, 10 Esp (CDH
)
■ Mas no sintieran del trabajo ultraje / mercader, peregrino ni avariento, / con Viajetan bien entretenido: / que Rojas facilita ya el viaje / con dulce prosa y numeroso acento, / muerte del tiempo, espada del olvido. - 1603 Rojas Villandrando, A. Viaje Entretenido [1977] Esp (CDH
)
Busiris: rey de Egipto; habiendo sufrido nueve años de esterilidad en su reino, pidió remedio a los agoreros griegos, los cuales le mandaron sacrificar todos los huéspedes que le viniesen.
Briaireo: gigante; tenía cien brazos, manos y espadas.
Belona: diosa de las batallas, y la que incita el ánimo a guerras, campos y desafíos.
- 1603 Rojas Villandrando, A. Viaje Entretenido [1977] I, 255 Esp (CDH
)
■Porque todo mi cuidado era de ayudar y amparar al pobre, conservar al rico, limpiar la tierra de alguaciles y soplones, que con nombres de justicia quiebran las leyes y fueros della, contentándome con pocos, y éstos honrados cristianos y hacendados; porque la necesidad en los jueces hace doblar la punta a la espada y torcer la vara de la justicia; ésta es la que da entrada a los sobornos, puerta a los agravios, casa a las particularidades y excepciones de personas, perdonando los insultos de los ricos y castigando demasiado las flaquezas de los pobres.
- 1604 Jiménez Patón, B. Elocuencia española [1604] Esp (CDH
)
Limpian el casco, templan las celadas, / el hierro engastan, friegan capacetes, / remiendan cotas, filos dan a espadas, / buscan las gravas, miran los almetes. - 1604 Jiménez Patón, B. Elocuencia española [1604] 299 Esp (CDH
)
De lo cual diremos más en su lugar propio, aunque de paso se advierta que conviene así dividirla en dos partes, que Cicerón las nombró "elocución" y "acción"; y porque la elocución sin la acción es como una espada en la vaina, las galas en el cofre, el dinero en el arca; que todo es de ningún provecho no usándose dello. - 1604 Jiménez Patón, B. Elocuencia española [1604] 301 Esp (CDH
)
El cual por ser no sólo contra precetos de la buena elocuencia, mas porque es contra la religión, debe huirse; y no sólo en nuestros cortesanos de capa y espada, porque se hacen odiosos, y, haciéndolo por ser singulares, cobran nombre de tales en opinión de necios; pues los poetas que escriben para ellos solos, y no para todos, a nadie han dado gusto, y así quedan burlados del fin para que escriben, y merecen bien que arrojando sus libros les digan: No quieres ser entendido, nadie te entienda. - 1604 Jiménez Patón, B. Elocuencia española [1604] Esp (CDH
)
Que si mil mundos que vencer hubiera, / fuerzas para vencerlos se hallaran / en tal compuesto de armas y elocuencia. / Y pues es cero en el valor la ciencia, / aunque la espada y la elocuencia obraran, / el todo a vuestra pluma se debiera. - 1604 Vega Carpio, F. L. Rimas II [2003] 194 Rimas Esp (CDH
)
La espada, en vez de sangre, ruginosa, / amenazando al belga y africano, / está del agua, por no estar lustrosa, / puesta en la insigne y victoriosa mano; / y la rodela poco tiempo ociosa, / en la siniestra enseña al lusitano / las armas y ascendientes de Filipo, / de la paz verdadero prototipo. / - 1604 Vega Carpio, F. L. Rimas II [2003] 180 Rimas Esp (CDH
)
■ Y negando sus nombres, / desdiciéndose a todos / cuantos se lo preguntan, / y con mil fingimientos / de afeminados hombres, / negando de mil modos / hasta la tierra juntan, / (haciendo juramentos) / la cabeza inclinada: / gran linaje de afrenta / hablar la pluma y desdecir la espada. - 1605 Cervantes Saavedra, M. Quijote I [2004] 42 Esp (CDH
)
Llenósele la fantasía de todo aquello que leía en los libros, así de encantamentos como de pendencias, batallas, desafíos, heridas, requiebros, amores, tormentas y disparates imposibles; y asentósele de tal modo en la imaginación que era verdad toda aquella máquina de aquellas soñadas invenciones que leía, que para él no había otra historia más cierta en el mundo. Decía él que el Cid Ruy Díaz había sido muy buen caballero, pero que no tenía que ver con el Caballero de la Ardiente Espada, que de solo un revés había partido por medio dos fieros y descomunales gigantes.
- 1605 Hidalgo, G. L. Diál entretenimiento [2007] Esp (CDH
)
Ido el toro, se comenzaron a dar matraca, y dijo el que estaba debajo de la albarda al que estuvo en la carreta, que se maravillaba mucho que siendo caballero de hábito en el pecho y espada en la cinta, se hubiese acobardado debajo de una carreta. - 1605 Hidalgo, G. L. Diál entretenimiento [2007] Esp (CDH
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Su camisa de culebra con su cuello de garrafa, mangas de cruz y puños de espada, su jubón de azotes, su vaquero de Morayna, sus cañones de artillería, sus medias de medir con su liga de cazar pájaros y sus zapatillas de castañeta. - 1605 Inca Garcilaso Florida Inca [1988] Perú (CDH
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Y para adelante, pusieron treguas sobre sus palabras, que no se ofendiessen ni fuessen enemigos de noche sino de día, ni se tirasen con artillería, diziendo que la pelea de manos con espadas y lanças era más de valientes que las de las armas arrojadizas, porque las ballestas y arcabuzes de suyo davan testimonio aver sido invenciones de ánimos cobardes o necessitados, y que el no ofenderse con la artillería, demás de la gentileza de pelear de la gentileza de pelear y vencer a fuerça de braços y con propria virtud, aprovecharía para que el vencedor llevasse la nao y la presa que ganasse, de manera que le fuesse de provecho sana y no rota. - 1605 Inca Garcilaso Florida Inca [1988] Perú (CDH
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Con esta constancia y fortaleza estuvieron hasta las tres de la tarde, y estuvieran hasta acabar la vida, sino que a aquella hora, paresciéndole al governador inhumanidad dexar perescer hombres de tanta magnanimidad y virtud, que aun en los enemigos nos enamora, mandó a doze españoles grandes nadadores que, llevando las espadas en las bocas a imitación de Julio Cesar en Alexandría de Egipto y de los pocos españoles quel haziendo otro tanto en el río Albis, vencieron al duque de Saxonia y a toda su liga, entrassen en la laguna y sacassen los siete valerosos indios que en ella estavan. - 1605 Lpz Úbeda, F. Pícara Justina [1977] I, 93 Esp (CDH
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Y que son mis cabellos de manera que, si me toco de almirante, temo barajas de postre, no tanto por el chinchón (que como ha tanto que soy condesa de Cabra no temo golpes de frente), cuanto porque mis cabellos son amovibles y borneadizos, temo que al primer tope vuelva barras al almirante y descubra el calvatrueno de mi casquete, el cual, como está bruñido sobre negro parece pavonado como pomo de espada. - 1605 Lpz Úbeda, F. Pícara Justina [1977] II, 616 Esp (CDH
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Imaginé si era batalla de sopas, en la cual se suele hacer la guerra con madera, pero eso fuera si las espadillas tuvieran forma de cucharas. En fin, no atinando la causa, me resolví de aguardarlo a saber en el otro mundo. - 1605 Lpz Úbeda, F. Pícara Justina [1977] Esp (CDH
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Y diga, hermano, y estas espadicas, ¿para qué son? - 1605 Lpz Úbeda, F. Pícara Justina [1977] Esp (CDH
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Vi también que llevaban unas espaditas de madero en la cinta. Paréme a pensar qué podía ser aquello, porque decir que había enemigos que no podían morir si no es con puñal de madera, era negocio difícil de entender, si no es creyendo que eran enemigos encantados como los de don Belianís. Imaginé si era batalla de sopas, en la cual se suele hacer la guerra con madera, pero eso fuera si las espadillas tuvieran forma de cucharas. En fin, no atinando la causa, me resolví de aguardarlo a saber en el otro mundo. - c1605 Ocaña, D. Relación viaje América [1969] 64 Perú (CDH
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La limosna no se recogió por entonces y no sé cuánta fue ni pude volver por ella; y los mayordomos que allí dejé, no sé si la enviaron a Castilla, según la orden que les dejé de que lo enviasen a Panamá todo lo que se recogiese, para que desde allí se enviase a Castilla. Lo que hay notable en esta ciudad es, que fue de las primeras que los españoles fundaron en aquestos valles y de donde sacaron más riquezas a las espaldas de Trujillo, en el camino de la sierra. Por el camino real que viene desde la ciudad de Quito hasta Lima, está el tambo Piscobamba, donde los primeros españoles que entraron en el Perú prendieron al Inca que venía caminando desde Quito para Pachacamac; y aquí, en este tambo, prometieron los indios, porque soltase a su rey, de llenarles de oro y plata. Es una sala muy grande y hasta el día de hoy permanece en ella la raya que hicieron los españoles hasta donde los indios llenaron de plata y oro. Y de este oro y plata que los indios dieron por rescate del Inca, fue de lo primero que se le llevó al emperador a Alemania, donde estaba a esta sazón y tiempo; de que quedó más aficionado a las cosas de las Indias y acudió a la conquista de ellas con más cuidado desde entonces, que estando cierto de la mucha riqueza que en esta tierra había, la cual por experiencia del oro y plata que tenía presente, gozaba. Y después que cogieron los españoles todo aquel tesoro, trajeron al Inca a esta ciudad de Trujillo; y los españoles que salieron, vieron que el Inca venía sentado en un tablón de oro y que los indios le traían en los hombros; y por quitarles la tabla de oro en que venía el Inca sentado, hicieron una barbaridad grande, que fue cortar con las espadas las manos de los indios que le traían, los cuales por no dejar caer en el suelo a su rey, tantas cuantas ellos cortaban tantos se iban ofreciendo y acudían a tener al Inca en el tablón de oro para que no cayese. Señal del grande respeto que a su rey tenían y de la mucha crueldad de los españoles; pues por quitarles el oro les cortaban las manos. - c1605 Ocaña, D. Relación viaje América [1969] Perú (CDH
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y aunque para la bala no tiene resistencia, para otras armas, como es lanza y espada, la resisten. Su pelear es a pie y a caballo, cada uno como mejor se halla y con el arma que más se ha ejercitado. - c1605 Vega Carpio, F. L. Peribáñez [1997] Esp (CDH
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Entra una compañía de labradores, armados graciosamente, y detrás PERIBÁÑEZ con espada y daga. - c1605 Vega Carpio, F. L. Peribáñez [1997] 149 Esp (CDH
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Entre un SECRETARIO con un pendón rojo, y en él las armas de Castilla, con una mano arriba que tiene una espada, y en la otra banda un Cristo crucificado. - c1550-a1606 Alcázar, B. Obra poética [2001] 194 Esp (CDH
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/ Si estás determinada en dar contento / a tu hermosa y fresca primavera, / Lucrecia, ¡espada y capa, ya quisiera! / Mas, ¿quién convertirá tu pensamiento? / Sospecho que aunque vengan a rogarte / frailes —que es lo que agora más se precia—, / descalzos ante ti y arrodillados, / no te podrán mudar, ni serán parte. - c1550-a1606 Alcázar, B. Obra poética [2001] 343 Esp (CDH
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/ Básteos que el mundo ha sabido / cuán rendido me tenéis, / sin que de la espada uséis / con el que tenéis rendido. - 1606 Góngora Argote, L. Poesías 1606 [2000] Poesías Esp (CDH
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Con la estafeta pasada / me dio aviso un gentilhombre / que amenazáis con mi nombre / y que matáis con mi espada; / vivís, señora, engañada, / que el amor que os he propuesto / no es hijo de Marte en esto, / antes de él es tan distinto, / que si me habláis en el quinto, / no os he de hablar en el sexto. - 1606 Góngora Argote, L. Poesías 1606 [2000] Poesías Esp (CDH
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/ Que yo a la verdad resista / cosa me parece fea, / y que noble espada sea / mordaza de un coronista. - a1607 Carrillo Sotomayor, L. LErudición poética [1990] Esp (CDH
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Nuestra madre España, después de haber encubierto las antiguas desgracias con tan desacostumbradas vitorias al valor de los hombres, acordóse de sí, o (por mejor decir) sus hijos, colgando las espadas, tuvieron memoria de ella. Atreviéronse las plumas a hacer alardes de los ingenios. - a1607 Carrillo Sotomayor, L. LErudición poética [1990] Esp (CDH
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¿Soldado rudo y sin entendimiento / vistiera de arte tanta obra gloriosa? / No supo del escudo varios lazos, / el mar y tierras, ni del alto cielo / las estrellas Cabrillas y Virgilias, / ni del mar jubilado el Arctos claro, / diferentes ciudades, ni de Orión / resplandecïente espada; y pida / que se le den las armas que no entiende. - c1603-c1607 Juan Bautista Concepción (Juan García López) Pláticas Religiosos [2002] Esp (CDH
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assí sentados en orden en el suelo, las manos debajo del scapulario y con esa compostura, aunque los tiros hoy sean sin bala y la spada se juegue sin derramar sangre, sin tener que advertir ni que decir. ¿No han visto el otro que busca y junta flores y de ellas hace ramilletes y los pone sobre su scriptorio? Los cuales, sin hablar, hablan con una particular hermosura que la composición de las flores hace. Aunque hoy no hablemos, hablamos assí compuestos, porque, aunque en la tierra podría ser nos esté Dios mirando y agradándose nos ponga sobre los scritos de su eterna predestinación, parece está pidiendo siquiera algo el Sanctíssimo Sacramento que hoy hemos de recibir. Para lo cual adviertan que quiere Dios allí un alma humillada, deshecha, un hombre todo negado; que eso quiere decir negado, deshecho: que no sea carne, que no tenga propia voluntad, que no tenga propio parecer, etc. De eso sirve la Religión: de deshacer un hombre; y cuando más deshecho, más hecho y más conforme el gusto de Dios. Porque, assí como Dios es nuestro manjar, assí nosotros lo somos suyo. Meus cibus est ut faciam voluntatem Patris mei, dijo cuando la samaritana. - 1609 Inca Garcilaso Comentarios Reales Incas [1985] II, 222 Perú (CDH
)
■ Suplícote, por quien eres, perdones estos pobres, y si no te dignas de concederme esta petición, a lo menos concédeme que, pues soy natural de esta provincia que te ha enojado, sea yo la primera en quien descargue la espada de tu justicia, por que no vea la total destrucción de los míos".
- 1609 Anónimo Romances germanía [1945] Esp (CDH
)
/ Iugador de media espada / de sobaco aliuiador, / hijo es de vn Mesonero, / muy peruerso en condicion. - 1609 Anónimo Romances germanía [1945] 60 Esp (CDH
)
/ A la capa llama Nuue, / dize al sombrero Tejado: / Respeto llama a la espada, / que por ella es respetado. - 1610 Góngora Argote, L. Poesías 1610 [2000] 303 Poesías Esp (CDH
)
/ Calpe desde su opuesta cumbre espera, / aunque lo ha dividido el mar en vano, / el término segundo del Tebano / complicado al primero, y penetrada / la ardiente Libia vuestra ardiente espada, / que el Nigris no en su bárbara ribera, / el Nilo sí con militar decoro, / la sed os temple ya en celada de oro. - 1611 Covarrubias, S. Tesoro Cast Esp (NTLLE)ESPADA, la comun arma de que se vsa; y los hombres la traen de ordinario ceñida para defensa, y para ornato y demostracion de que lo son; y a los que no están tenidos en esta reputación, les dizen que traen ruecas. Es símbolo de la justicia, y de la potestad [...].
- a1612 Fdz Andrada, A. Epístola Fabio [1993] 74 Esp (CDH
)
/ Peculio propio es ya de la privanza / cuanto de Astrea fue, cuanto regía / con su temida espada y su balanza. - 1600-1612 Ledesma, A. Conceptos espirituales I [1969] 72 Esp (CDH
)
/ Y sin temor de la espada / entre los dos os meteys? / vos la capa sacareys / de los reparos rasgada. - 1612 Mira Amescua, A. Esclavo demonio [1984] 67 Esp (CDH
)
/ Accidental fue el suceso, / no quiero en él parte agora: / llegó tu espada primero, / fue tu suerte venturosa. - 1612 Mira Amescua, A. Esclavo demonio [1984] Esp (CDH
)
Dame una espada o montante; / vengaré esta grave injuria, / que es mi vejez elefante, / y ha cobrado nueva furia / viendo este tigre delante. - c1579-a1613 Argensola, L. Rimas [1950] 34 Esp (CDH
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/ Ya como con el mismo sobresalto / que aquel vió en la espléndida comida / encima su cabeza la homicida / espada, que suspensa estava en alto, / con muerte amenazando por momentos; / i si los labios secos y sedientos / para dezir endechas humedezco, / mis lágrimas amargas les ofrezco. - c1579-a1613 Argensola, L. Rimas [1950] 168 Esp (CDH
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/ ¡O guerreros hermosos i espantables! / De fuego bibran todos gruesas lanzas, / de fuego tienden arcos i saetas, / son sus espadas pálidos cometas, / i el mismo Dios contra el linage humano / armó con rayo la terrible mano. - 1614 Góngora Argote, L. Poesías 1614 [2000] Poesías Esp (CDH
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/ Léase, pues, de este prudente Numa / el largo cetro, la gloriosa espada, / en culto estilo ya con verdad suma. - 1614 Salas Barbadillo, A. J. Ingeniosa Elena [1985] Esp (CDH
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— Qualquier daño que me sucediera justamente lo merecía, pues ya que esta noche tuve antojo de ponerme un adereço de espada y daga de los muchos que tiene el desposado, escogí éste, que se le dio el mal acondicionado viejo de su tío a mi amo * día de San Pedro, este verano passado en una jornada que hizo a La Montaña; que bastava ser don de manos tan avarientas para recelar dél qualquiera mal sucesso. - 1614 Salas Barbadillo, A. J. Ingeniosa Elena [1985] Esp (CDH
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a quemar tu hazienda, a echar por el suelo tu reputación, a bolver las buenas voluntades de tus deudos y amigos espadas que desseen bañarse en tu sangre. ¿Que fias en tu muger porque agora es santa y virtuosa? ¡Ay, qué poco le deves a la experiencia! ¡Mal conoces las flaquezas de nuestra naturaleza miserable! Amigo, el cavallo más bien castigado, el que se a llevado en fiestas públicas los ojos y las voluntades de la plaça, si sube en él un mal ginete que a un mismo tiempo le tira la rienda * a dos manos y le clava las espuelas con dos pies, arroja cozes y no para hasta tendelle por el suelo con verguença suya y risa de los ojos que le veen. La muger honesta, la de más buen exemplo, si la ponen ocasiones apretadas se cansa, si no en ésta en aquélla, y si no en aquélla en la otra, y dando córcobos corre desenfrenada y no para hasta dar con el marido y su honra por uno y otro despeñadero, sin dexar barranco adonde a él y a ella no los arrastre. * Verdades he dicho y muchos me oyen. A quien bien le parecieren cárguese dellas y provea su casa, que yo de valde las ofrezco. - 1614 Vega Carpio, F. L. Rimas sacras [2003] Esp (CDH
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DEL BEATO IGNACIO DE LOYOLA, / CUANDO COLGÓ LA ESPADA / EN MONSERRATE - 1614 Vega Carpio, F. L. Rimas sacras [2003] Esp (CDH
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/ Porque Vos, vencedor esclarecido, / como sois noble, nunca habéis probado / lo que corta la espada en un rendido. - 1615 Cervantes Saavedra, M. Gallardo esp [1995] Comedias y entremeses Esp (CDH
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<E_B/>Fernando ¡Miente el villano! / Yo me entregué, sin poner / pies a huir ni a espada mano. - 1615 Cervantes Saavedra, M. Retablo maravillas [1995] Comedias y entremeses Esp (CDH
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y, por Dios vivo, que si echo mano a la espada, que los haga salir por las ventanas, que no por la puerta! - 1615 Cervantes Saavedra, M. Retablo maravillas [1995] Comedias y entremeses Esp (CDH
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que, aunque fantásticos, no dejarán de dar alguna pesadumbre, y aun de hacer las fuerzas de Hércules con espadas desenvainadas. - 1615 Cervantes Saavedra, M. Laberinto amor [1995] Comedias y entremeses Esp (CDH
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Éntrase Porcia. / Sale Julia con una rica rodela y una espada, todo en la mano; sale también Manfredo. - 1615 Cervantes Saavedra, M. Laberinto amor [1995] Comedias y entremeses Esp (CDH
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Toma Manfredo la espada y la rodela.
- 1615 Cervantes Saavedra, M. Pedro Urdemalas [1995] Comedias y entremeses Esp (CDH
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/ Las danzas de las espadas / hoy quedarán arrimadas, / a despecho de hortelanos, / envidiosos los gitanos, / las doncellas afrentadas. - 1615 Cervantes Saavedra, M. Entretenida [1995] 679 Comedias y entremeses Esp (CDH
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/ Sé cierto que decir puedo, / y mil veces referillo: / espada, mujer, membrillo, / a toda ley, de Toledo. - 1615 Cervantes Saavedra, M. Gallardo esp [1995] Comedias y entremeses Esp (CDH
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Entra el capitán Guzmán, con espada y rodela. - 1615 Cervantes Saavedra, M. Gallardo esp [1995] Comedias y entremeses Esp (CDH
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Entra a esta sazón Buitrago, un soldado, con la espada sin vaina, oleada con un orillo, tiros de soga; finalmente, muy malparado. Trae una tablilla con demanda de las ánimas de purgatorio, y pide para ellas. Y esto de pedir para las ánimas es cuento verdadero, que yo lo vi, y la razón porque pedía se dice adelante. - 1615 Cervantes Saavedra, M. Rufián dichoso [1995] 360 Comedias y entremeses Esp (CDH
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Salen Lugo, envainando una daga de ganchos, y el Lobillo y Ganchoso, rufianes. Lugo viene como estudiante, con una media sotana, un broquel en la cinta y una daga de ganchos; que no ha de traer espada. - 1615 Cervantes Saavedra, M. Casa celos [1995] Comedias y entremeses Esp (CDH
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Éntrase Malgesí, y entra Bernardo del Carpio, armado, y tráele la celada un Vizcaíno, su escudero, con botas y fieltro y su espada. - 1615 Cervantes Saavedra, M. Casa celos [1995] Comedias y entremeses Esp (CDH
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Vanse a herir con las espadas; salen del hueco del teatro llamas de fuego, que no los deja llegar. - 1615 Cervantes Saavedra, M. Gran Sultana [1995] Comedias y entremeses Esp (CDH
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/ Entre una y otra muerte, / por entre puntas de espadas / contra mí desenvainadas, / entrara, mi bien, a verte. - 1615 Cervantes Saavedra, M. Juez divorcio [1995] Comedias y entremeses Esp (CDH
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y yo tengo de tener todo el día la espada más lista que un sacabuche, para defendella; y no ganamos para pagar penas de pesos no maduros, ni de condenaciones de pendencias. Querría, si vuesa merced fuese servido, o que me apartase della, o, por lo menos, le mudase la condición acelerada que tiene en otra más reportada y más blanda; y prométole a vuesa merced de descargalle de balde todo el carbón que comprare este verano; que puedo mucho con los hermanos mercaderes de la costilla. - 1615 Cervantes Saavedra, M. Guarda cuidadora [1995] Comedias y entremeses Esp (CDH
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Vuelve el sotasacristán Pasillas, armado con un tapador de tinaja y una espada muy mohosa; viene con él otro sacristán, con un morrión y una vara o palo, atado a él un rabo de zorra. - 1615 Cervantes Saavedra, M. Guarda cuidadora [1995] Comedias y entremeses Esp (CDH
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Más de dos mil espadas están sobre él, que relumbran que me quitan la vista. - 1615 Cervantes Saavedra, M. Gallardo esp [1995] Comedias y entremeses Esp (CDH
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/ Mentí; rendiles la espada; / díjeles que mi intención / era venir a ponerme / de grado en su sujeción, / y que quisiesen traerme / a reconocer patrón. - 1617 Arias Saavedra, H. Carta 18/07/1617 [1937-1938] II, 67 Cartas y memoriales Argentina (CDH
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Por ser tan odiosa la Reformaçion del dicho puerto en todas las prouinçias de Tucuman por los tratos y contratos que tenian por el y el aprouechamietno general que a todos se sseguia fueron tan mal Reçiuidos los dichos comisarios que hauiendo vno dellos en la çiudad de santiago del estero de aquella prouinçia presso y secrestado los bienes a luis gomez de lezcano alguaçil mayor que fue del dicho puerto y muy culpado en los dichos delitos le fue a la mano el teniente de gouernador don alonso de herrera y guzman y le ympidio y quito el vsso de la dicha comission sacandosela del pecho con mal tratamiento de palabra y obra y con escandalo hechando mano a las espadas y solto el presso y saco los papeles del pecho al dicho comissario y le tubo presso tomando para todo por color que no yba justificada la comission y sobrello proçedio con conoçimiento de caussa de que fue apelado a la dicha Real audiençia y no a benido la determinaçion ni autos sino solo la Relaçion del dicho comisario que ba con esta. - 1617 Cascales, F. Tablas poéticas [1975] 67 Esp (CDH
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Y esto se hará mirando el verisímil y necessario. «Verisímil» es quando pende una cosa de otra al parecer, aunque puede faltar aquello, como: está amarillo y descolorido, luego ama; anda peinado y oloroso, luego es lascivo. Esto, aunque puede salir verdad, también puede ser falsa coniectura. «Necessario» es quando una cosa pende de otra: tiene leche, luego a parido; el sol luze, luego de día es. Esto es forçoso que sea, y es consequencia de la naturaleza. Ay otra del hecho, como: Pedro fue hallado a solas con Iuana, luego tuvo accesso con ella. Esto es verisímil, pero puede faltar. Pedro sacó a Ivan su espada sangrienta del cuerpo, luego matóle. Esto necessariamente se sigue. Ni más ni menos, las acciones se an de conseguir unas a otras en el poema, según el necessario o el verisímil. Exempli gratia: Virgilio se propone esta actión una y simple en la Eneida. Eneas, ganada Troya, viene a Italia, avisado del oráculo, a poblar una nueva ciudad; corre tormenta en su navegación y viene a dar a Cartago, adonde cuenta muchas cosas de Troya; Dido se enamora dél, y no pudiendo averle, ausente, se mata. Eneas camina para Italia y la conquista. - c1617 Ruiz Alarcón, J. Ganar amigos [1959] México (CDH
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Marqués:¿Fue bueno a bueno la muerte?Don Fernando: Los dos solos desnudamos / cuerpo a cuerpo las espadas, / y el otro fue el desdichado. - c1600-1618 Belmonte Bermúdez, L. Hispálica [1974] 12 Esp (CDH
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/ Yo la paciencia cantaré española / por largo tiempo en el pesado cerco, / sola en mil siglos, en los nuestros sola / contra el moro feroz, rebelde y terco; / y el vaso armado en la sangrienta ola / del ancho Betis, que al profundo Huerco / ánima tanta derramó indignada, / huyendo el rojo filo a goda espada. - c1600-1618 Belmonte Bermúdez, L. Hispálica [1974] 14 Esp (CDH
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/ Sentí en el pecho la rabiosa punta / por católico brazo encaminada, / que a mí me hiere cuando el moro apunta / el osado español con viva espada; / con voz llorosa y la color difunta, / gemí la afrenta, para mí guardada, / mas ya el nuevo dolor que en mí se anida, / remedio sin hallarlo, el viejo olvida. - c1618 Castro, G. Mocedades Cid [1996] Esp (CDH
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Corren una cortina, y parece el altar de Santiago, y en él una fuente de plata, una espada y unas espuelas doradas. - 1620 Góngora Argote, L. Poesías 1620 [2000] Poesías Esp (CDH
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No hay que agradeceros nada / cuando agradecerlo importe, / si es vuestra vara de corte, / que lo sea vuestra espada; / la resolución honrada, / más que la dichosa suerte, / canta la Fama de suerte que / nos dice en trompas de oro / que no solo os temió el toro, / pero que os huyó la muerte. - c1619-1620 Ruiz Alarcón, J. Verdad sospechosa [1999] México (CDH
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don garcía / Dame la capa y espada, / ¿qué causa le he dado yo?
- c1619-1620 Ruiz Alarcón, J. Verdad sospechosa [1999] 140 México (CDH
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/ ¿Qué cosa es que la fama / diga a mis oídos mesmos / que a Salamanca admiraron / vuestras mentiras y enredos? / ¡Qué caballero y qué nada! / Si afrenta al noble y plebeyo / sólo el decirle que miente, / decid, ¿qué será el hacerlo / si vivo sin honra yo, / según los humanos fueros, / mientras de aquel que me dijo / que mentía, no me vengo? / ¿Tan larga tenéis la espada, / tan duro tenéis el pecho, / que penséis poder vengaros / diciéndolo todo el pueblo? / ¿Posible es que tenga un hombre / tan humildes pensamientos, / que viva sujeto al vicio / mas sin gusto y sin provecho? / El deleite natural / tiene a los lacivos presos, / obliga a los cudiciosos / el poder que da el dinero, / el gusto de los manjares / al glotón, el pasatiempo / y el cebo de la ganancia / a los que cursan el juego; / su venganza al homicida, / al robador su remedio, / la fama y presunción - 1621 Góngora Argote, L. Poesías 1621 [2000] Poesías Esp (CDH
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/ Su fin, ya que no acerbo, no maduro, / dulcemente llorando, / acusa la clemencia en mármol duro, / de sus vertidas bien lágrimas blando, / al tronco de Minerva suspendida / la invicta espada que ciñó en su vida. - 1621 Vega Carpio, F. L. Filomena [2003] Esp (CDH
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y que mirase que, después que andaba con él, no le había dado disgusto ni sacado la espada; porque Celio era pacífico y tan prudente y cuerdo, que componía todos los disgustos que a los demás caballeros se ofrecían, y que con su entendimiento había solicitado tanta autoridad entre ellos, que le tenían envidia de que él le favoreciese y con tan justa razón se le inclinase. - 1621 Vega Carpio, F. L. Filomena [2003] 97 Esp (CDH
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Entró en la recámara disimulado, y habló con Otavio fingido, alabándole las armas, el aseo y cuidado con que estaban puestas las espadas de diversos maestros, cortes y guarniciones, de que tenía muchas. Hizo Celio armar de la gola al tonelete a Otavio, y él se armó de unas armas negras. Concertaron de ensayarse para un torneo.
- 1622 Quevedo Villegas, F. Sueño muerte [2003] 394 Sueños y discursos Esp (CDH
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espátulas son espadas en su lengua; píldoras son balas; clísteris y melecinas, cañones, y así se llaman cañón de melecina. Y bien mirado, si así se toca la tecla de las purgas, sus tiendas son purgatorios y ellos los infiernos, los enfermos los condenados y los médicos los diablos, y es cierto que son diablos los médicos, pues unos y otros andan tras los malos y huyen de los buenos, y todo su fin es que los buenos sean malos y que los malos no sean buenos jamás. - 1622 Quevedo Villegas, F. Sueño muerte [2003] 446 Sueños y discursos Esp (CDH
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Muy angosto, muy a teja vana las carnes, devanado en un cendal, con unas mangas por greguescos y una esclavina por capa y un soportal por sombrero, amarrado a una espada, se llegó a mí un rebozado y llamome en la seña de los sombrereros: - 1623 Almansa Mendoza, A. Relaciones 1623 [2001] 345 Cartas y relaciones Esp (CDH
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Continuáronse los besamanos de los señores grandes y grandes cabezas de las casas, con gran porfía en los acompañamientos de amigos y deudos, y si hubieran de ir todos los que lo son, muchas personas reales fueran en los acompañamientos, y en los de los presidentes, empezando por el de Castilla, Catón cristiano, a quien les acompañaron sus consejos; y el conde de la Puebla del Maestre, mayordomo que asiste al príncipe, obligó a todos los señores, naturales y extranjeros, a acompañar al Consejo, como al que sólo por antonomasia se le llama. También fueron lucidos los besamanos del patriarca, arzobispo de Santiago y Évora. Fuéronle a besar la mano los embajadores del emperador, Francia, Polonia, Venecia y Saboya, Lorena, Génova, Luca y Parma, Mantua y Urbina, todos con grande ostentación. Hiciéronse cuatro personas graves de la junta: fray Pedro Ramírez y fray Juan de San Agustín, y ambos de esta religión, y el provincial de los capuchinos y fray Juan de la Fuente, dominico. Despacháronse diez correos a las ciudades principales, dándoles noticia de la venida de su alteza, y a todos los señores y prelados, para los efectos que en las cartas queda visto. Y el día en que celebró su majestad las honras de su padre que está en gloria, se entretuvo su alteza en el campo, y las más tardes han corrido lanzas y entretenídose en ver el juego de armas en que muchos hombres principales tomaron la espada. - 1623 Almansa Mendoza, A. Cartas 1623 [2001] Cartas y relaciones Esp (CDH
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y muchas tardes en ver jugar las armas, a cuyo ejercicio acudieron a palacio el maestro mayor de ellas y el de su majestad, y don Luis de Narváez, primor de la destreza verdadera, y otros maestros de esta corte y de diversas partes, y caballeros y señores aficionados a ellas, para los cuales hubo días en que se dieron a los que se aventajaron premios de guantes, bandas, medias y cortes de jubones de tela y aderezos de espadas, lo cual estímanlo de manera que la frecuencia creció y el punto de la reputación apretó hasta salir descalabrados y heridos los más diestros, y un maestro con un ojo menos que le sacaron y le saltó al suelo de una estocada, a quien su majestad mandó dar cien escudos para curarse; en cuyo ejercicio se ha visto claro que excede la fuerza, ligereza y osadía a toda cualquier destreza del arte. - 1623 Almansa Mendoza, A. Cartas 1623 [2001] Cartas y relaciones Esp (CDH
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Avisan de Santander que fue tan grande la provisión por el cuidado del licenciado Quiñones que en tan gran concurso de gentes no hubo falta, ni juntándose diferentes naciones no se metió mano a la espada ni hubo desgracia: sólo una noche, un barril de pólvora que en una casa tenían para festejar las noches con las luminarias e invenciones de fuego, se pegó y voló una casa de una parte a otra. Entró el Quiñones y sacó un hombre y una mujer y una criatura que estaban enterrados, los dos muertos y la criatura viva en brazos de la mujer. La armada fue de catorce navíos de guerra, tales cual nunca se han visto, muy reforzados y llenos de piezas de batir naranjeras, el que menos sesenta, y tan galanes que de alcorza no pudieran ser más lindos. Y la real de su alteza había de pasar, llamada El Príncipe. Es un prodigio o castillo en el mar, en la cual dio, el domingo 24 del pasado, banquete a todos los señores y caballeros, tan grande que, demás del matalotaje con que, de parte de su majestad, se le sirvió, traían dos de las naves cargadas de regalo para él. - c1621-1623 Quevedo Villegas, F. Mundo caduco [2005] Esp (CDH
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Esto dijo, cuando con un cristo en las manos llegó un fraile carmelita descalzo de Calatayud, a quien su santidad inviaba de Roma a traer al duque una espada del Espíritu Santo. - c1621-1623 Quevedo Villegas, F. Mundo caduco [2005] Esp (CDH
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«Esta espada, rayo de la Iglesia, templada con bendiciones de su pastor, ha de acompañar esos deseos. Revístase vuestra alteza en el serafín que guardó la puerta del paraíso y echó dél los inobedientes, imitando esta hazaña con la iglesia católica y los herejes. Hoy es día de Todos los Santos: a socorrerse han juntado su causa. Vuestra alteza dé la batalla, que en pocas horas tendrá la victoria.» - 1624 Almansa Mendoza, A. Cartas 1624 [2001] Cartas y relaciones Esp (CDH
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¡Gentil contera de tan buena espada! - 1624 Góngora Argote, L. Poesías 1624 [2000] Poesías Esp (CDH
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Con Marfisa en la estacada / entrastes tan mal guarnido, / que su escudo, aunque hendido, / no lo rajó vuestra espada. - 1624 Vega Carpio, F. L. Circe [2003] Esp (CDH
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— La espada es la respuesta. - 1624 Vega Carpio, F. L. Circe [2003] Esp (CDH
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No quedo confiado ni temeroso; lo primero, por lo que siempre favoreció mi humildad a mi conocimiento; y lo segundo, porque también le sucede a la pluma como a los que toman muchas veces la espada. Por lo menos recibiré las heridas en el ánimo, y no en el miedo.
- 1625 Almansa Mendoza, A. Relación 1625 [2001] Cartas y relaciones Esp (CDH
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y, como advirtió Salustio, In Catilina, con ella las cosas grandes se deshacen, y al contrario las pequeñas crecen), las armas y espadas de plata, penachos blancos y negros, rosas y tocas de penacheras negras sobrepuestas de plata, mantos romanos negros y sobrepuestos de plata, picas de guerra, mangas negras, cuentos de hierros plateados, y de la invención de estas calzas fueron todas las demás, por no repetir. - 1625 Almansa Mendoza, A. Relación 1625 [2001] Cartas y relaciones Esp (CDH
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y al que les parecía mejor, primero poniendo por cuenta de su cuadrilla por auto de secretario los aciertos de la pica o de la espada para hacer juicio después, que a las cuadrillas se había de premiar, y no a los singulares. Y, habiendo combatido casi la mitad, pudo la noche oscurecer la región. Entraron sesenta hachas y tantas almenaras, tiranas del imperio de las sombras; / y el cielo, en tantos ojos de sus estrellas, se paró a mirar el combate, pues dijo Séneca no haber visto cosa más digna de la vista de los dioses que la constancia y valor de combatirse los héroes. Acabóse el torneo, y por delante de los jueces se corrió una cortina de damasco y se quedaron a oscuras para librarse de los ruegos de los padrinos y hacer el juicio libre, imitación de los de Ariepago, que oían los pleiteantes sin luces para refrenar los afectos que sacan de un alma la sangre y la amistad. Y, habiéndose altercado sobre el precio de la espada, se mandó que uno de cada cuadrilla de dos en quien estaba dudoso el juicio tornasen a la lid, y fueron don Luis Soler y don Carlos Copons. Hiciéronlo con tanto coraje que con razón dijo Jemes el turco, en tiempo de don Alonso, rey de Aragón y Nápoles, que aunque era poco para veras era mucho para burlas, si bien las burlas en las armas de los españoles siempre han sido veras. - 1625 Paravicino, H. Sermón StaIsabel [1994] Esp (CDH
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Mas, donde hay espadas que cortan lenguas, hay manos que las afilan. Pero muy gigante nombre a un vicio que le pareció tan de los muchachos a alguna pluma canónica. Cigarras * las llamó una y otra erudición, y que no servía el quererles quebrar las alas, sino de hacer su estruendo (que ellas piensan que es su canto) más importuno. Moscas no asqueó llamarlas la cultura, por infamarlas, y me empeñara yo a que estos torpes e importunos partos de la corrupción se han de alejar levemente con la mano, como lo hacía el otro docto ocupado: no apretar cuidadosamente con el estilo, como se ocupaba el otro príncipe ocioso. Que las plumas con las moscas, y a más en nuestros términos, son para aventar, no para escribir. No sé cómo he interrumpido el examen que llevaba, con embarazarme en la envidia. - 1625 Paravicino, H. Sermón StaIsabel [1994] 166 Esp (CDH
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Con la ardiente espada en la mano, miraba el querubín desde la puerta del Paraíso que perdió Eva, romper a Adán la tierra. Suelte la cuchilla y asga de la reja: que desde la puerta de la iglesia de Santa María, le está mirando Isidro. Éste fue el primer intento de Dios en sus santos pobres. - 1625 Paravicino, H. Panegírico funeral Felipe III [1994] Esp (CDH
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■ Pues habiendo heredado el Señor Rey Don Felipe Segundo, ya de la espada y mano, ya de la prudencia y autoridad de su Padre, el reino de Túnez en Africa, la república de Sena y la ciudad de Placencia en Italia, Aste y Vercelí en el Piamonte [...].
- 1626 Caro, R. Días geniales [1978] Esp (CDH
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Es tan uno este de las mujeres espartanas con el baile de los lusitanos y de las mujeres bastetanas, que no se puede negar, y muy semejante todo lo dicho a lo que vemos en la danza de las espadas, que es aquella saltación pírrica o ballimachia de que primero dijimos que hiriendo los pies el suelo a compás, usan de las espadas y broqueles haciendo un género de batalla muy graciosa. - 1626 Céspedes Meneses, G. Soldado Píndaro [1975] Esp (CDH
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Avíanle dexado inadvertidamente sobre un bufete sus vestidos y espada, y en viéndola, incitado de su furor y desacuerdo, envistió con ella, y en un instante con nosotros, y repitiendo con turbada voz estas mismas palabras, dixo: - 1626 Céspedes Meneses, G. Soldado Píndaro [1975] I, 31 Esp (CDH
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[...] y proseguimos asta un lugar que se llama Torrijos; al qual yendo rodeando, por negarnos la entrada, siendo ya bien claro el día, dimos en una choça donde, llegándome a mirarla curiosamente, hallé que estava sola y, más escrudiñándola, entre unas pajas una muy buena espada. Parecióme a propósito para nuestra jornada y juzgándolo assí, la saqué al compañero, que muy alegre, por ser de maior cuerpo, se la puso en la cinta; y yo lo consentí, tiniendo por mejor que si el dueño viniesse en seguimiento della la hallasse en su poder y no en el mío.
- 1613-1626 Góngora Argote, L. Soledades II [1994] 463 Esp (CDH
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/ Cóncavo fresno, a quien gracioso indulto / de su caduco natural permite / que a la encina vivaz robusto imite, / y hueco exceda al alcornoque inculto, / verde era pompa de un vallete oculto, / cuando frondoso alcázar no de aquélla / que sin corona vuela y sin espada, / susurrante Amazona, Dido alada, / de ejército más casto, de más bella / república, ceñida en vez de muros / de cortezas: en esta pues Cartago / reina la abeja, oro brillando vago, / o el jugo beba de los aires puros, / o el sudor de los cielos, cuando liba / de las mudas estrellas la saliva; / burgo eran suyo el tronco informe, el breve / corcho, y moradas pobres sus vacíos / del que más solicita los desvíos / de la isla plebeyo enjambre leve. - 1626 Góngora Argote, L. Poesías 1626 [2000] 610 Poesías Esp (CDH
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/ Llaves dos tales, tales dos espadas, / escondiendo con velas ambos mares, / cuantos le dio sacrílegos altares / Europa a la herejía / extirparán un día, / y otro, no solo, no, abominaciones, / darán de Babilonia al fuego, entrando / los muros de Sión, mas alternando / himnos sagrados, cánticos divinos, / abrirán paso a cuantos peregrinos / tan libres podrán ya como devotos, / besando el mármol, desatar sus votos. - 1626 Quevedo Villegas, F. Buscón [1980] 29 Esp (CDH
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Vino la justicia, comenzó a hacer información, prendió a berceras y muchachos, mirando a todos qué armas tenían y quitándoselas, porque habían sacado algunos dagas de las que traían por gala, y otros espadas pequeñas. Llegó a mí, y, viendo que no tenía ningunas, porque me las habían quitado y metídolas en una casa a secar con la capa y sombrero, pidióme como digo las armas, al cual respondí, todo sucio, que, si no eran ofensivas contra las narices, que yo no tenía otras. Y de paso quiero confesar a v. m. que, cuando me empezaron a tirar las berenjenas, nabos, etcétera, que, como yo llevaba plumas en el sombrero, entendí que me habían tenido por mi madre y que la tiraban, como habían hecho otras veces; y así, como necio y muchacho, empecé a decir: — "Hermanas, aunque llevo plumas, no soy Aldonza de San Pedro, mi madre", como si ellas no lo echaran de ver por el talle y rostro. El miedo me disculpa la ignorancia, y el sucederme la desgracia tan de repente. - 1626 Quevedo Villegas, F. Buscón [1980] 75 Esp (CDH
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Y diciendo esto, envásole a cada uno a puerta cerrada la espada por los pechos, y luego los acogotamos. Porque no se oyese el ruido que hacían, todos a la par dábamos grandísimos gritos como que cantábamos, y así espiraron en nuestras manos. - 1628 Paravicino, H. Panegírico funeral Margarita Austria [1994] Esp (CDH
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[...] y hallo de nuevo una oposición: que temió la muerte como mujer, es verdad, y como varón, de ese temor mismo vino a desearla. Bien así vimos a Elías huir la espada de Jezabel *y gritar después por ella, que se congojó tanto, si no se desestimó a sí mismo, el ánimo generoso, viéndose ocupado del miedo, que por librarse de él, escogió la muerte.
- 1628 Quevedo Villegas, F. Disc Diablos [2003] 507 Esp (CDH
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Sé yo que si le prestan las espadas todas no tendrán vuelta, con decir que no hay ninguna sin ella, y aun el día de san Antón en su poder no tendrá vuelta. Lo que le dan, aunque sea viejo, nunca es traído, sino llevado. Él no paga nada, mas todo lo pagará con las setenas. - 1628 Quevedo Villegas, F. Disc Diablos [2003] Esp (CDH
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■ Más traidor fue tu llanto que su espada; sentimiento mandado fue el tuyo. De la piedad hiciste venganza. Más atroz fuiste mirándole muerto que venciéndole vivo. Ojos hipócritas no han de estar en la primera cabeza del mundo. Nosotros empezamos la restauración con tu muerte, no apresuramos la venida de Nerón. - a1630 Mogrovejo Cerda, J. Endiablada [1999] Perú (CDH
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Invoqué para mi socorro una escuadra de santos, de quien hice cabo a la Virgen de Atocha, crucifiquéme desde la frente hasta la cintura, metí mano a la espada y prevíneme para esta aventura, no a fuer de don Quijote pero del Marqués de las Navas que las tuvo con vivos y muertos. Busqué el rosario, había olvidádoseme. Arranqué una bolsa de reliquias, que traía en el brazo, de una cinta y, apretada entre las manos como cuenta de perdón, nada rezando y todo oyendo, me quedé hecho puente de sus palabras, siendo las primeras del que estaba entre las tiendas. - c1630 Rojas Zorrilla, F. Obligados [1963] Esp (CDH
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Sale DON LUIS, con espada y broquel, medio desnudo - 1631 Quiñones Benavente, L. Civilidades [2001] 152 Jocoseria Esp (CDH
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/ Pues ya el zas, si le advierto, / («alzó la espada y ¡zas! dejóle muerto»), / es vergüenza el decillo, / más gente ha muerto el zas que el tabardillo. - 1632 Vega Carpio, F. L. Dorotea [1998] Esp (CDH
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¿Para qué será bueno que ande de recoleta por un lindo, que todo su caudal son sus calcillas de obra y sus cueras de ámbar; esto de día, y de noche broqueletes y espadas, y todo virgen, capita untada con oro, plumillas, banditas, guitarra, versos lascivos y papeles desatinados?
- 1633 Paravicino, H. Jesucristo desagraviado [1994] 267 Esp (CDH
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Así lo notó San Agustín en Balán, * que acostumbrado a ver embelecos, no le asombró el oír hablar un bruto. Materia ésta de que me dicen que hay gran trabajo en nuestro lugar en no vulgar gente, y aun en vulgar también. Pero, sea la gente que fuere, la hechicería es una superstición que cae muy cerca de la infidelidad, mucho de la idólatra, y nunca en las pestes se miró la calidad de las personas, sino el riesgo de pegarse a todos el mal. La majestad humana ofendida no admite equidades en el castigo: la divina lesa * no ha de respetar en la satisfación delincuentes. Trate soberanamente, como lo hace este Santo Oficio en su mayor Consejo o en sus Tribunales menores causas semejantes. Apelliden de su parte a los que son de la de Dios, y a su fuego, como los levitas a sus espadas, * pasen los que hubieron errado, besándose las manos a sí mismos, como dijo Job * que, como allá Moisés, acá será nuestro dueño el que primero desnude el acero real, que demás de su celo católico, sobre toda manera grande (que la verdad y la obligación no han de coger temor a la lisonja) hallará en sus progenitores raros ejemplos. Dejo de referir los públicos: alguno de no tan común noticia, digno de la oración más espirituosa, referiré. Estaba enferma desahuciadamente en esta corte una gran señora: juzgaron los médicos por forzosas a su salud las experiencias de un herbolario eminente, morisco de Valencia, que estaba preso en la Inquisición de Toledo. Escribió el Señor Rey Don Felipe Segundo un papel al Cardenal Quiroga, Inquisidor General entonces, para que le fiase el preso y que él le daba su palabra real de restituírsele. Llevóle un gentilhombre de la Cámara, y leyéndole el Inquisidor General, respondió con celo santo: Señor, decidle al Rey que tome su oficio, y si quiere hacer esto, acabe primero la Inquisición. Llevó bien cuidadoso el gentilhombre la respuesta, oyóla mejor atento Su Majestad, y díjole: «A la verdad, Fulano, Quiroga nos enseña a ser cristianos». - 1633 Paravicino, H. Jesucristo desagraviado [1994] 270 Esp (CDH
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¿Para cuándo son las espadas? ¿Adónde tenéis las manos? Cuanto fuego azufrado llovistes en cinco ciudades alguna vez, * a aquel aposento se le usurpasteis obedientes, restituídsele justicieros. - 1634 Quiñones Benavente, L. Guardainfante II [2001] 306 Jocoseria Esp (CDH
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Juan ¿Qué es que me prendan? / Yo me vo a volver galán, / y a traer en la cabeza / un gran canalón de fieltro, / un tejarón de guedejas, / sola una vaina en la espada, / en los calzones sesenta, / dos sábanas por lenzuelos, / cuatro colchones por piernas, / seis pabellones por ligas, / y por zapatos dos lesnas; / que desfegurarme puedo, / si dejo, sin que me sientan, / entre estos dos majaderos / el cuero como culebra. - 1634 Vega Carpio, F. L. Tomé Burguillos [2003] 571 Esp (CDH
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/ Platos suelen estar en espetera, / y espadas en recámara, señora, / y así la bigotera mixtifora, / pues no se queda en tres a la primera. - 1634 Vega Carpio, F. L. Tomé Burguillos [2003] Esp (CDH
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/ Así mozo infeliz, cuando le advierte / el valle, el prado en flor anticipada, / desmaya ramas y pimpollos vierte, / siendo de aquella fábrica dorada / tan breve el fin, que aun ignoró la muerte / si fue con la desdicha o con la espada. - 1634 Vega Carpio, F. L. Tomé Burguillos [2003] 685 Esp (CDH
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Andaba entonces Guruguz de ronda, / con una escuadra vil de sus esbirros, / cuyo abuelo nacido en Trapisonda, / curaba hipocondríacos y cirros, / y viéndolos andar a la redonda, / como si fueran Césares o Pirros, / los dos valientes gatos, / con fuerte anhelo descansando a ratos, / llegaron a ponerse de por medio, / que fue difícil, pero fue remedio. / Mas como respetar a la justicia, / de gente principal respeto sea, / y lo contrario bárbara malicia, / luego Marramaquiz rindió la espada: / ¿quién habrá que lo crea? / Mas viendo Guruguz que no quería / que el amistad quedase confirmada, / sino permanecer en su porfía, / llevolos a la cárcel, enojado [...]. /
- 1624-1635 Quiñones Benavente, L. Cuatro galanes [2001] Jocoseria Esp (CDH
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Soldado Como espía perdida, / que no estima la vida / y la lleva jugada, / fiado en su valor más que en su espada, / sin temor del castigo, / en el campo me entré del enemigo. - 1633-1635 Quiñones Benavente, L. Puente Segoviana I [2001] Jocoseria Esp (CDH
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Matos Estas dos hermosas puentes / por espada y daga os ciño, / para que de sed mate al más amigo. - 1633-1635 Quiñones Benavente, L. Puente Segoviana II [2001] Jocoseria Esp (CDH
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Matos Este lagar y esta cuba / por espada y daga os ciño. - c1630-1636 Calderón Barca, P. Vida es sueño [2003] Esp (CDH
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Sale Rosaura con baquero, espada y daga. - 1636 Quiñones Benavente, L. Muertos vivos [2001] Jocoseria Esp (CDH
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Híncase Cosme de rodillas y Juan alza la espada. - 1636-1637 Quiñones Benavente, L. Jácara Olmedo [2001] Jocoseria Esp (CDH
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Sale Borja con el arpa a un lado, como espada, tañendo y cantando. - 1638 Quiñones Benavente, L. Loa Rueda y Ascanio [2001] Jocoseria Esp (CDH
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Sacan a un talego de dineros, con capa, espada y sombrero. - 1638 Rdz Freile, J. Carnero [1997] 95 Colombia (CDH
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Partieron todos en tropa hacia las casas reales, terciadas las capas y empuñados en las espadas, diciendo palabras injuriosas. Estaba el Adelantado D. Gonzalo Jiménez de Quesada debajo de los portales de la plaza, hablando con el capitán Alonso de Olaya el cojo, y aunque había oído la voz del pregón, no sabía la sustancia. Mas de ver a los capitanes alborotados hablando en altas voces, de los delanteros se informó del caso, dejó al capitán Olaya que se juntó con los demás, y con la mayor presteza que pudo, subió a la sala del Acuerdo, donde halló al oidor Melchor Pérez de Artiaga, a quien se atribuyó este auto, porque el presidente estaba ausente como queda dicho. Hallólo el Adelantado con una partesana en las manos, diole voces diciendo: a la vara del rey, a la vara del rey, que no es tiempo de partesana. Díjose que la presidenta doña María había acudido a la sala para con su presencia reparar parte del daño, le puso el oidor la vara en las manos. Unos capitanes acudieron a la ventana del Acuerdo con las espadas desnudas, las puntas en lo alto, diciendo en altas voces: Echadnos acá ese ladrón, echadnos acá ese bellaco, y otras palabras injuriosas. - c1638 Rojas Zorrilla, F. Entre bobos [1995] Esp (CDH
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Salen don PEDRO, en jubón con sombrero, capa y espada, y CABELLERA, medio desnudo, por el patio del mesón - c1638 Rojas Zorrilla, F. Entre bobos [1995] Esp (CDH
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Sale don LUCAS, medio vestido, ridículamente, con espada y una luz, por el aposento de ALFONSA - 1639 Pellicer Ossau Salas Tovar, J. Avisos 1639 [2002] 44 Avisos Esp (CDH
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El otro trozo del exército de Francia caminó hacia Sant-Omer. Al pasar una rivera para ponerse sobre Borburque, le salió al encuentro el Señor Marqués de Fuentes; y el 4 de Agosto, día de Santo Domingo de Guzmán, patrón de su casa, se dio la batalla, que duró ocho horas. Estorvóle el pasage, quedando el enemigo con gran pérdida, pero á la vista. De los nuestros murieron cien Españoles, y ciento y cincuenta heridos. Quedaron en la campaña difuntos seis Capitanes y Don Luis de Mieses, Sargento mayor del tercio del Señor Don Josef de Saavedra, Vizconde de Rivas. Escriben que estuvieron tan aventurados el Señor Marqués de Fuentes, el Señor Conde de Fuensaldaña y Don Andrea Cantelmo, que fue necesario menear muy bien las manos y las espadas para escaparse. El Holandés caminó al parage de la Moja. Nuestro exército pasó al País de Vaas, donde estuvo hasta ahora la vuelta de Liera para seguirle. Es lastimosa cosa lo mal parado que está todo. Sin dinero, sin gente y tres mil caballos desmontados. Su Alteza pasó de Gante á Amberes con calentura, de que estuvo sangrado dos veces. - 1639 Pellicer Ossau Salas Tovar, J. Avisos 1639 [2002] Avisos Esp (CDH
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Pasaron de las razones á las espadas, y de la pendencia resultó quedar el Señor Conde de Oropesa herido de una bien dichosa estocada en la garganta, que ha sido más de espanto que de peligro. No se sabe los agresores, y así hay bastante materia en que esparcirse los discursistas. - 1636-1639 Quiñones Benavente, L. Verdad [2001] Jocoseria Esp (CDH
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Repiten. Sale Mazana con cadena y espada dorada. - 1636-1639 Quiñones Benavente, L. Verdad [2001] Jocoseria Esp (CDH
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Hombre 3º La espada o lo que costó. - 1640 Requejo Salcedo, J. Relac hist y geogr Panamá [1908] Panamá (CDH
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y el segundo, Blas de Atienza, y Basco Nuñez de Valboa tomó possesión dél, metido hasta los muslos en el agua, con espada y rodela en las manos, por los reyes de Castilla y Leon, a 29 de Setiembre, dia de San Miguel, año de 1513 (Capítulo 2, libro 10, a foxas 33 de la mesma Historia de Herrera). - 1641 Acuña, C. Descubrimiento Amazonas [1891] Ecuador (CDH
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ay entre algunos dellos herramientas de yerro, como son hachas, machetes, podones y cuchillos, y preguntando con cuydado por los lenguas, de donde les vienen, responden que las compran de los naturales que por aquella parte están más cercanos al mar, á los quales se las dan unos hombres blancos como nosotros, que vsan nuestras mesmas armas, espadas y arcabuzes, que en la costa del mar, tienen su habitacion y que solo se distinguen de nosotros en el cabello, que á vna mano le tienen todos amarillo, señas bastantes para poderse colegir con claridad, son los Olandeses, que hácia la boca del Rio Dulce, ó el Felipe, ha dias tienen tomada posesion. - 1641 Pellicer Ossau Salas Tovar, J. Avisos 1641 [2002] Avisos Esp (CDH
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El de Villanueva le tiró un candelero y, sacando la espada, le hirió, aunque ligeramente; mas ya están amigos. - 1641 Pellicer Ossau Salas Tovar, J. Avisos 1641 [2002] Avisos Esp (CDH
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Resolvióse Trejo en que no havía medio sino el de las Espadas: con esto dio Trejo el Broquel a vn amigo, i pidió los dejasen solos, supuesto que Abarca no iba acompañado. Quedáronse aquellos Cavalleros. Y salieron los dos al prado. Trejo iba con ánimo de quitalle la Espada al contrario, pero sucedió tan al revés de lo que pudo imaginar, pues Abarca le atravesó de vna Estocada Hígado i Baço. Cayó Trejo mortal. - 1641 Vélez Guevara, L. Diablo [1999] Esp (CDH
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El Prado boqueaba coches en la última jornada de su paseo, y, en los baños de Manzanares, los Adanes y las Evas de la Corte, fregados más de la arena que limpios del agua, decían el Ite, río es, cuando don Cleofás Leandro Pérez Zambullo, hidalgo a cuatro vientos, caballero huracán y encrucijada de apellidos, galán de noviciado y estudiante de profesión, con un broquel y una espada, aprendía a gato por el caballete de un tejado, huyendo de la justicia, que le venía a los alcances por un estrupo que no lo había comido ni bebido, que en el pleito de acreedores de una doncella al uso estaba graduado en el lugar veintidoseno, pretendiendo que el pobre licenciado escotase solo lo que tantos habían merendado; y como solicitaba escaparse del «para en uno son» —sentencia difinitiva del cura de la parroquia y auto que no lo revoca si no es el vicario Responso, juez de la otra vida—, no dificultó arrojarse desde el ala del susodicho tejado, como si las tuviera, a la buharda de otro que estaba confinante, nordesteado de una luz que por ella escasamente se brujuleaba, estrella de la tormenta que corría, en cuyo desván puso los pies y la boca a un mismo tiempo, saludándolo como a puerto de tales naufragios y dejando burlados los ministros del agarro y los honrados pensamientos de mi señora doña Tomasa de Vitigudino, doncella chanflona que se pasaba de noche como cuarto falso, que, para que surtiese efecto su bellaquería, había cometido otro estelionato más con el capitán de los jinetes a gatas que corrían las costas de aquellos tejados en su demanda y volvían corridos de que se les hubiese escapado aquel bajel de capa y espada que llevaba cautiva la honra de aquella señora mohatrera de doncellazgos, que juraba entre sí tomar satisfación deste desaire en otro inocente chapetón de embustes doncelliles, fiada en una madre que ella llamaba tía, liga donde había caído tanto pájaro forastero. - 1642 Pellicer Ossau Salas Tovar, J. Avisos 1642 [2002] Avisos Esp (CDH
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pero sucedió que, llegando a las Puertas de Barcelona, los detuvo la centinela y llegó recado del Virey al Señor Don Pedro, diciendo con buen modo que el Pueblo de Barcelona le havía hecho saber que no quería que estos Señores ni la Gente entrasen con Espadas, i para exemplo le suplicava se las quitasen los Cabos mayores. Sintiéronlo mucho i, apeándose el Señor Marqués Toralto, hiço pedaços la suya en las Ruedas del Coche, i a su exemplo los demás, de que mostraron sentimiento los Franceses. Entraron al fin i al Señor Don Pedro i a Toralto los hospedó en su Casa el Virey, i al Barón de Letosa, Fray Vincencio, Pellicer y otros Cabos Principales i heridos en Casas Particulares, i a los Capitanes. A los Soldados ordinarios, que pasaban de 500, llevaron a varios quarteles y les dan vn trato muy regular, regalándoles a porfía la infinita gente que hay en Barcelona. Todo esto lo confirma Don Juan de Arellano que llegó anoche embiado de Barcelona, con salvoconducto al punto de los rescates. También vino ayer el Capitán Don Juan de Balboa, embiado de Tarragona por el Señor Marqués de la Hinojosa, diciendo cómo embió a Barcelona a tratar de los Rescates, por el sueldo de vn Mes, que estava ya ajustado, i que respondieron que los que prendieron peleando con Fray Vincencio los darían; mas los que se rindieron a Merced corría distinto negocio.
- 1642 Pellicer Ossau Salas Tovar, J. Avisos 1642 [2002] Avisos Esp (CDH
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■Estos son los que han sido Vandoleros i saben los Passos. Quedava diligenciando embiar más, i luego subirá a las Montañas a ir levantando Gente que remitir. Da quenta de cómo Barbarroja, Capitán de los Micheletes, está ya reducido al Servicio de Su Magestad i sería de gran beneficio. Que el Maestro Moliner estava en Barcelona trabajando con la Espada de la Confessión.
- 1640-1642 Saavedra Fajardo, D. Empresas [1999] 224 Esp (CDH
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Más se teme en los príncipes el saber que el poder. Un príncipe sabio es la seguridad de sus vasallos, y un ignorante la ruina. De donde se infiere cuán bárbara fue la sentencia del emperador Lucinio, que llamaba a las sciencias peste pública, y a los filósofos y oradores veneno de las repúblicas. No fue menos bárbara la reprehensión de los godos a la madre del rey Alerico, porque le instruía en las buenas letras, diciendo que le hacía inhábil para las materias políticas. A diferente luz las miraba Enea Silvio, cuando dijo que a los plebeyos eran plata, a los nobles oro, y a los príncipes piedras preciosas. Refirieron al rey don Alfonso de Nápoles haber dicho un rey que no estaban bien las letras a los príncipes, y respondió: ?Esa más fue voz de buei que palabra de hombre.? Por esto dijo el rey don Alonso: ?Acucioso debe el rey ser en aprender los saberes; ca por ellos entenderá las cosas de reyes, y sabrá mejor obrar en ellas.? Igualmente se preciaba julio César de las armas y de las letras; y así se hizo esculpir sobre el globo del mundo con la espada en una mano y un libro en la otra, y este mote: Ex utroque Caesar, mostrando que con la espada y las letras adquirió y conservó el imperio. No las juzgó por tan importantes el rey de Francia Ludovico Undécimo, pues no permitió a su hijo Carlos Octavo que estudiase, porque había reconocido en sí mismo que la sciencia le hacía pertinaz y obstinado en su parecer, sin admitir el consejo de otros. Pero no le salió bien, porque quedó el rey Carlos incapaz, y se dejó gobernar de todos con grave daño de su reputación y de su reino. Los estremos en esta materia son dañosos. La profunda ignorancia causa desprecio y irrisión y comete disformes errores, y la demasiada aplicación a los estudios arrebata los ánimos y los divierte del gobierno. - 1643 Pellicer Ossau Salas Tovar, J. Avisos 1643 [2002] Avisos Esp (CDH
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Los Papeles que tenía el Señor Protonotario se dieron a Andrés de Roças, i al Protonotario, por apartarle del Consejo de Aragón, le dieron el de Indias de Capa i Espada, i le pasaron el Oficio de Protonotario de aquella Corona a su sobrino, hijo del Señor Justicia de Aragón, su Hermano, i entanto le sirve el Secretario Pedro de Villanueva. Quedó el Protonotario con la Secretaría de Estado de la Parte de España, que tenía antes, i con la del Estado de Flandres que tenía Roças. Con esto sacó su Oficio de Palacio i le llevó a su Casa. Bien es verdad que por enfermedad de Roças continuó el despacho con Su Magestad como antes, hasta poco antes de la Jornada, que Roças estuvo bueno i se entregó de los Papeles, i se dieron sus Ausencias i Enfermedades a Don Fernando Ruiz de Contreras. - 1643 Pellicer Ossau Salas Tovar, J. Avisos 1643 [2002] Avisos Esp (CDH
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i, saliendo a la Calle disgustados, rebatiéndole a Cegrí la Espada los que querían poner paz, le atravesó el otro i murió al punto sin poder confessar. Ha hecho gran lástima, porque era muy pacífico, bien quisto i con muchos Amigos. Dexa quatro Hijos en su Mujer, Sobrina del Señor Obispo de Soria. El Matador está retrahído. No hay más que avisar. - 1640-1644 Calderón Barca, P. Alcalde Zalamea [1998] Esp (CDH
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Don Lope(Aparte.) A la puerta / de la calle ¿no es mi cuarto? / Y en él ¿no está una rodela?Crespo(Aparte.) ¿No tiene puerta el corral, / y yo una espadilla vieja? Don LopeBuenas noches.CrespoBuenas noches. / - 1644 Enríquez Gmz, A. Siglo pitagórico [1991] 138 Esp (CDH
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Hacía una sangría por excelencia (o por señoría), * pero había de ser en ayunas, que después de haber bebido (porque él no comía jamás) de cinco picadas apenas acertaba una; y como mi padre le conocía la enfermedad, aplicábale la mañana por remedio. Era tan noble que jamás sacó sangre baja: siempre picaba alto. Cuando sangraba del tobillo a alguna dama, asistía mi padre con una luz, y mi tío traía la sangre más peligrosa, a pesar de los humores más ocultos. Tenía a fuentes apestado el lugar, y así daba botones de fuego * a los racionales como si no lo fueran. Estaban reputadas sus tientas por tentaciones del diablo, y jamás abrió posterna * que no la hiciese. Alegrábase su alma cuando oía espadas en la calle, pero si no había heridos, decía que todos eran unos cobardes. Sus ingüentos eran bufones de las heridas: entretenían un año —y dos— las llagas; era grande alegrador de un casco, pero más del suyo. * - 1644 Enríquez Gmz, A. Siglo pitagórico [1991] 174 Esp (CDH
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Llamaron los malsines, * y, como los conocían por amigos (siendo traidores), abrieron luego. Entramos todos con aquella espantosa palabra de «¡Ténganse a la Justicia!». Los corchetes, * agarraron de la moza y cerraron la puerta. El escribano y alguacil, siguiendo al juez, subieron la escalera con tanto ánimo como si fueran a ganar la Casa Santa. Llevaba el alguacil una linterna; dio luz a una cuadra, no halló persona; dio luz a una alcoba, hija de la cuadra, no halló alma; hizo oriente a otra, no halló cuerpo, y con la prisa que llevaban todos, se dejaron por mirar un aposento cuya ventana daba en otra calle. Ellos iban coléricos; yo no llevaba sino admiración, cuando siento abrir el aposento y salir un hombre con una espada en la mano y una vela en la otra. - 1644 Pellicer Ossau Salas Tovar, J. Avisos 1644 [2002] Avisos Esp (CDH
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Fórmanle el Señor Conde de Castrillo, que es Governador de aquella Pressidencia, Don Pedro Gonçález de Mendoça, Don Pablo Arias Templado i el Protonotario, que es Consejero de Capa i Espada. Estos han de consultar Vireynados, Obispados, Goviernos, Plaças i demás Oficios de las Indias, sin que los demás tengan en ello mano alguna. Todos los otros Oydores han reclamado desta Resolución a Su Magestad (Dios le guarde), repressentando el agravio que se les hace i la nota de su Reputación, pues parece es darlos por Ministros no limpios. Pidieron licencia al Señor Conde de Castrillo para ir en Persona todos a Çaragoça. No se la ha dado, pero hace consulta i, en el Interim, no se innova en lo que antes se hacía hasta ver lo que el Rey resuelve. - 1644 Pellicer Ossau Salas Tovar, J. Avisos 1644 [2002] 499 Avisos Esp (CDH
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que, estando cumpliendo con esta Obligación en casa de vn Cavallero Portugués del Apellido de Mascareñas, salió de noche a la Calle a vna Necessidad i, passando vn Hombre, le atravessó la Espada por el Cuerpo, de modo que murió allí; i el Enfermo ha mejorado. Que son Secretos sólo reservados a Dios. - 1597-1645 Quevedo Villegas, F. Poesías [1969-1971] Esp (CDH
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/ Dejas espada y lanza al desdichado, / y poder y razón para vencerte; / no sabe pueblo ayuno temer muerte; / armas quedan al pueblo despojado. - 1597-1645 Quevedo Villegas, F. Poesías [1969-1971] Esp (CDH
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Arroja las balanzas, sacra Astrea, / pues que tienen tu mano embarazada; / y si se mueven, tiemblan de tu espada: / que el peso y la igualdad no las menea. - 1597-1645 Quevedo Villegas, F. Poesías [1969-1971] I, 268 Esp (CDH
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* / ¿No ves lo que te dicen esos leños, * / vistiendo de escarmientos las arenas, * / y aun en ellas los huesos de sus dueños, * / que muertos alcanzaron tierra apenas? / ¿Por qué truecas las aves en pilotos / y el canto de ellas en sus roncos votos? * / ¡Oh qué de miedos te apareja airado * / con su espada Orïón, y en sus centellas * / más veces te dará el cielo nublado * / temores, que no luz, con las estrellas! * / Aprenderás a arrepentirte en vano, * / hecha juego del mar furioso y cano. - 1597-1645 Quevedo Villegas, F. Poesías [1969-1971] Esp (CDH
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Toreador que cae siempre de su caballo y nunca saca la espada - 1597-1645 Quevedo Villegas, F. Poesías [1969-1971] Esp (CDH
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Persuade a la Justicia que arroje el peso, pues usa sólo de la espada * - 1646 Anónimo Estebanillo González [1990] I, 47 Esp (CDH
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Ejecutóse su precepto, y, habiéndole alzado al tal temerario la mitad de su bosque de tabaco, se armó una pendencia en la calle, a cuyo ruido de espadas se asomó mi maestro a la puerta; y viendo que en ella había algunos criados del Duque su amo, se arrojó a la calle a ver si la podía apaciguar, quedando el bravo con un pilar que anhelaba a remontación y otro que amagaba precipicio. Y por durar mucho la pendencia y hacer tardanza mi amo, no cesaba el matasiete de echar tacos y porvidas. Preguntóme muy a lo crudo si era oficial; y yo, pareciéndome caso de menos valer decirle que no lo era, le respondí que sí. - 1646 Anónimo Estebanillo González [1990] I, 80 Esp (CDH
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preguntóle a mi inocente Judas la causa de su lamento, y él le dijo que, después de haberme vendido un carnero y dádole ocho reales por él, le había ido siguiendo con intención de quitárselos, y que alcanzándolo en aquel puesto se lo había pedido con muchos retos y amenazas, y que porque me los había negado había metido mano a la espada para matarlo y robarlo. Ellos, sin oír mi disculpa, que bastaba a Inés ser quien es, llegaron a mí y despojándome de la durindana me dieron tantos cintarazos con ella y tantos palos con los chuzos que, después de haberme abarrado como encina, me dejaron hecho un pulpo a puros golpes. - c1647-c1648 Cáncer Velasco, J. Vejamen secretario [2005] 153 Obras varias Esp (CDH
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y mohíno con su ignorancia, tomé mi espada y mi capa, y me salí de casa; y al pasar por la de mi zapatero, que vive enfrente, que también había oído lo que don Juan Vélez me había dicho, me dijo: «¡Ah, señor don Jerónimo, sea para bien la secretaría! Ahora me parece que será tiempo de pagarme aquellos cuatro pares de zapatos, pues ha tanto tiempo que vuestra merced me los debe». Acabé de desesperarme y fuime a dar con mi cuerpo, sin saber lo que me hacía, al Prado. Senteme debajo de un álamo, al mismo tiempo que un estudiante gorrón andaba paseándose por una de las calles del Prado, tomando muy recio de memoria versos de Virgilio; y más adelante estaban dos italianos hablando de la grandeza del reino de Nápoles y del gran socorro que había enviado a Su Majestad. Yo, que estas cosas las oía sin escuchallas, sin que me sirviesen de embarazo, al ruido de tanta variedad me dormí, porque yo tengo grandísima facilidad en dormirme y en despertar, y lo hago en un abrir y cerrar de ojos. Y como los sueños son ecos monstruosos de las voces de los sucesos del día, y yo me llevé en la fantasía socorro de Nápoles, versos latinos y toda la Academia Castellana, empecé a soñar disparates. - c1635-c1651 Cáncer Velasco, J. Méndez de Haro [2005] 308 Obras varias Esp (CDH
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/ Todo a vos se os deberá, / porque en la empresa más ardua / vuestro cuidado se queda / en prendas de vuestra espada. - c1635-c1651 Cáncer Velasco, J. Fáb Minotauro [2005] 292 Obras varias Esp (CDH
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/ Minos, en vez de corregir su afrenta, / Minos, en vez de ensangrentar la espada, / juzgó la fiera por deidad esenta / y a las humanas leyes preservada, / y la misma maldad que representa / hizo su neutra especie venerada, / que en la gentilidad ciega, y sin tino, / era lo más culpable más divino. - c1635-c1651 Cáncer Velasco, J. Jácara [2005] Obras varias Esp (CDH
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Torote el de Andalucía, / aquel jayán cuya espada / tiene ya, de puro vieja, / gastadas todas las marcas, / porque encontró a la Chamusca / con Mirlón el de Triana, / le dijo los evangelios / la mano sobre la cara.
- c1635-c1651 Cáncer Velasco, J. Fuerza hermosura [2005] 213 Obras varias Esp (CDH
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/ El rayo quitó a Jove y el tridente / al grande rey de los azules hielos, / la espada a Marte llena de despojos. - 1651 Gracián, B. Criticón 1.ª parte [1993] Esp (CDH
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Si mi pluma fuera tan bien cortada como la espada de V. S. es cortadora, aun pareciera excusable la ambición del patrocinio; ya que no llegue a tanto, solicita una muy valiente defensa. Nació con V. S. el valor en su patria, Lisboa, creció en el Brasil entre plausibles bravezas y ha campeado en Cataluña entre célebres victorias. Rechazó V. S. al bravo Mariscal de la Mota en los asaltos que dio a Tarragona por el puesto de San Francisco, que V. S. con su tercio y su valor tan bizarramente defendió. Desalojó después al que llamaban el invencible conde de Ancuhurt, sacándole de las trincheras sobre Lérida, acometiendo con su regimiento de la Guarda el fuerte Real, que ocupó y defendió contra el general recelo. Y de esta calidad pudiera referir otras muchas facciones, aconsejadas primero de la prudencia militar de V. S. y ejecutadas después de su gran valor. - 1651 Gracián, B. Criticón 1.ª parte [1993] Esp (CDH
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¿Pensabais hallar ahora un don Alonso el Magnánimo en Italia, un Gran Capitán en España, un Enrico IV en Francia, haciendo corona de su espada y de sus guarniciones lises? Ya no hay tales héroes en el mundo ni aun memoria de ellos. - 1663 Carvajal Saavedra, M. Navidades [1993] 22 Esp (CDH
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Mandaron a un criado que mirara si estaban en el cuarto de la viuda y en diciéndoles que sí, atándose uno de los lienzos en la cabeza, otro en una pierna y dos en los brazos, estribando en la espada, ayudado de don Enrique y de un criado, entró en la sala de repente, dando a entender que venía herido. - 1703 Garau, F. Sabio instruido [2003] 28 Esp (CDH
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No esté siempre desembainada la espada, ni siempre el azote a mano, porque no aga de repente la ira, lo que aia de llorar de espacio. El enojo de los ánimos briosos, dize el Espíritu Santo, son comunmente su ruina: Iracundia animositatis, subversio illius est. Eccl. 2. 28. Nunca jeren sin enojarse las avejas: pero tampoco se vengan jamás sin destruírse: Apes, non sine avulsione viscerum aculeum figunt. Aristot. l. 9. hist. c. 4. y nunca quema la leña, que no se abrasse. Assí lo dezía David de sus contrarios: Circundederunt me sicut apes: et exarserunt sicut ignis in spinis. Psalm. 117. 2. Alij legunt: exarserunt extinguendose. Y aun lo confessó de sí mismo alguna vez: Turbatus est à furore oculus meus. Caietanus vertit Tineavit ab ira. Ps. 30. 8. Turbóme la razón el furor: cegóme la ira: dejóme sin vista el enojo, que es locura ardiente, aunque breve: y ahi el primer mal: el segundo es, el proprio daño; pues como la polilla destruie a quien la produjo, assí la ira Tineavit, nace para ruína de quien la concibió. - 1723 Oviedo Baños, J. HConquista Venezuela [2002] 186 Venezuela (CDH
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Muy magnífico y reverendo señor, más quisiera hazer a V. P. elrecibimiento con ramos y flores, que con arcabuzes y tiros de artillería, por avernos dicho aquí muchas personas ser más que generoso en todo;y cierto por las obras hemos visto oy en este día ser más de lo que nos decían, por ser tan amigo de las armas y exercicio militar como lo es V. P. y assí vemos, que la virtud honra y nobleza alcançaron nuestros mayores con la espada en la mano. - 1723 Oviedo Baños, J. HConquista Venezuela [2002] 25 Venezuela (CDH
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y como los indios (observando los movimientos de los nuestros) solo aguardaban la ocasión, apenas los vieron separados, quando saliendo de la emboscada les embistieron con tal ímpetu y presteza que, quando pusieron mano a las espadas para defenderse, ya estaba Alfinger muy mal herido; pero sin perder el ánimo, disimulando la herida, hizo rostro valerosamente a la multitud de bárbaros que le acometía por todas partes, vengando la alevosía de su muerte con quitar la vida a muchos de sus contrarios, hasta que, socorrido de los demás españoles, se retiraron los indios, quedando Alfinger tan desangrado y postrado de las heridas que, sin que aprovechassen los remedios, murió dentro de tres días, dexando perpetuada la memoria de sus atrocidades en los recuerdos que hasta oy da de ellas su sepulcro, a seis o siete leguas de distancia de la ciudad de Pamplona, que después pobló Pedro de Ursua, cuyo sitio, por aver sido donde la muerte puso término a la bárbara crueldad de aquel tyrano, mantiene todavía el título de su nombre, siendo comúnmente conocido por el valle de Miser Ambrosio, aunque el coronista Herrera, contra la evidencia de vna verdad tan clara, pone esta muerte en Coro, por yerro conocido de las relaciones que le dieron para formar su historia. - 1723 Oviedo Baños, J. HConquista Venezuela [2002] Venezuela (CDH
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pero los indios, que ocultamente le avían seguido los passos, apenas le vieron desmontarse de el cavallo para descansar vn poco, quando cogiéndolo a manos, le cortaron con su misma espada la cabeza; el cavallo espantado con el tropel y alboroto de los indios, corrió furioso por aquellos pajonales, y teniendo mejor tino que su dueño, entró por el alojamiento relinchando, de que maliciaron todos el infausto paradero, que avía tenido Orejón. - 1723 Oviedo Baños, J. HConquista Venezuela [2002] Venezuela (CDH
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Chanza, que, teniéndola el Freyre por pesada, parecióle mejor mudar de medio, y metiendo mano a vna mala espadilla que llevaba, embistió con los indios con tan valiente brío que a pocos lances dexó heridos tres o quatro de los que más le molestaban, y temerosos los demás tuvieron por partido más seguro dexarle el passo franco y retirarse, dándole lugar, para que sin otro accidente, al cabo de algunos días llegasse a Barquisimeto, con la noticia del infeliz suceso de Narbáez, para contristación general de la provincia; atribuyendo todos la desgracia de aquella infausta jornada a castigo conocido de la justicia divina, para que, pereciendo con tan desastrado fin los marañones, sirviesse de escarmiento tan merecido premio a sus maldades. - 1725 Torres Villarroel, D. Correo [2000] Esp (CDH
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Hasta los trajes han mudado los médicos, pues en otro tiempo vestían ropas que les determinaron las escuelas y ahora se arman de soldados, con cabelleras, tacones y espadas; y no los tiene el rey mejores. Pues si entre tantos arbitrios hubiera dispuesto la política enviarlos a los enemigos, allí apocarían el número de las gentes, y acá nos quedarían nuestros vivos menos enfermos. - 1725 Torres Villarroel, D. Correo [2000] 154 Esp (CDH
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Y, como a mí me enseñó la hambre en poco tiempo el oficio de astrólogo, él se puso a médico y empezó a matar sin licencia. De un lugar le arrojaban y de otro se huía, y vino rodando por mil desdichas a la corte, donde nos vimos los dos. Y le conocí pobre, roto y trasijado. Y oí decir al mismo tiempo que había llegado a la corte un hombre milagroso que curaba, instar incantamenti, hasta las terceras especies de todas enfermedades. Yo, como siempre fui perdido por los hombres aplicados, lo andaba por este, y me lo apareció mi deseo en la casa de un amigo. Y cuando pensó mi ventura hallar a Galeno me encontré con este que te he contado, con cabellera, pliegues en la casaca, espada y bastón, y a la puerta de la calle su silla, cuando le convenía mejor una albarda. Desengañóse el lugar y huyó de él. Pero tan insolente bergante, que constándome a mí que sabía leer mal el romance —y sin la menor práctica ni en una barbería—, hablaba de unos sujetos tan insignes como el Dr. Díaz, el Dr. Suñol y de todos los médicos que se mantienen hoy en la corte, como habló de mí Don Jerónimo Ruiz de Benecerta. - 1726 Feijoo, B. J. Theatro crítico universal, I [1998] Esp (CDH
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Por esso Dionysio, Tyrano de Sicilia, desengañó oportunamente al otro embidioso de su felicidad, haziéndose sentar a vn espléndido banquete debaxo de la punta de vna espada, que pendía de frágil hilo sobre su cuello, y dándole a conocer, que esse puntualmente era el estado en que le tenía su fortuna. - 1726 Feijoo, B. J. Theatro crítico universal, I [1998] Esp (CDH
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Una Marulla, natural de Lemnos, Isla de el Archipiélago, que en el sitio de la fortaleza de Cochin, puesto por los Turcos, viendo muerto a su padre, arrebató su espada, y rodela, y convocando con su exemplo toda la Guarnición, en cuya frente se puso, dio con tanto ardor sobre los Enemigos, que no solo rechazó el assalto; más obligó al Baja Solimán a levantar el sitio: hazaña que premió el General Loredano de Venecia, cuya era aquella Plaza, dándole a escoger para marido qualquiera que ella quisiesse de los más ilustres Capitanes de su Exército, y ofreciéndole dote competente en nombre de la República. Una Blanca de Rossi, muger Bautista Porta, Capitán Paduano, que después de defender valerosamente, puesta sobre el muro, la Plaza de Bassano en la Marca Trevisana, siendo luego cogida la Plaza por trayción, y preso, y muerto su marido por el Tyrano Ezelino, no teniendo otro arbitrio para resistir los ímpetus brutales de este furioso enamorado de su belleza, se arrojó por vna ventana; pero después de curada, y convalecida (acaso contra su intención) de el golpe, padeciendo debaxo de la opresión de aquel Bárbaro el oprobrio de la fuerça, satisfizo la amargura de su dolor, y la constancia de su fe conyugal, quitándose la vida en el mismo sepulchro de su marido, que para este efecto avía abierto. Una Bonna, paysana humilde de la Valtelina, a quien encontró en van marcha suya Pedro Brunoro, famoso Capitán Parmesano, en edad corta guardando ovejas en el campo, y prendado de su intrépida viveza, la llevó consigo para cómplice de su incontinencia; pero ella se hizo también partícipe de su gloria, porque después de fenecer la vida deshonesta con la santidad de el matrimonio, no solo como Soldado particular peleó ferozmente en quantos encuentros se ofrecieron, pero vino a ser tan inteligente en el Arte Militar, que algunas empressas se fiaron a su conducta, especialmente la conquista de el Castillo de Pavono, a favor de Francisco Esforcia, Duque de Milán, contra Venecianos, donde en medio de hazer el oficio de Caudillo, pareció en las primeras filas al assalto. Una María Pita, heroyna Gallega, que en el sitio puesto por los Ingleses a la Coruña el año de 1589 estando ya los Enemigos aloxados en la brecha, y la Guarnición dispuesta a capitular, después que con ardiente, aunque vulgar facundia, exprobró a los nuestros su cobardia, arrancando espada, y rodela de las manos de vn Soldado, y clamando, que quien tuviesse honra la siguiesse, encendida en corage se arrojó a la brecha; de cuyo fuego marcial saltando chispas a los corazones de los Soldados, y Vecinos, que prendieron en la pólvora de el honor, con tanto ímpetu cerraron todos sobre los Enemigos, que con la muerte de mil y quinientos (entre ellos vn hermano de el General de Tierra Enrique Noris) los obligaron a levantar el sitio. Phelipe Segundo premió el valor de la Pita, dándole por los días de su vida grado, y sueldo de Alferez Vivo, y Phelipe Tercero perpetuó en sus descendientes el grado, y sueldo de Alferez Reformado. - 1727-1728 Torres Villarroel, D. Visiones [1991] 174 Esp (CDH
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Después de algunos días prosiguió dando lecciones para aporrearse los cascos, hasta que se aburrieron totalmente las espadas y se empezaron a colgar de la cinta dijes con contera, mondadientes con puño y alfileres con vaina. Hiciéronse armas comunes las apoplejías de plomo, los cólicos de munición, los médicos de horqueta, * los aforismos * de Albacete. Conque al pobre diablo se le acabó este medio de proseguir la vida; y después de haber enfadado al mundo con su misma necesidad, paró en este Hospicio que llaman de los pobres. - 1727-1728 Torres Villarroel, D. Visiones [1991] Esp (CDH
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¡Que se arrimaron las espadas en Castilla, que después de ser adorno eran defensa! - c1730 Pita, S. Príncipe [1951] 83 Cuba (CDH
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/ Aquí comienza mi historia, / aquí mis bienes acaban, / y aquí empieza mi derrota, / pues aunque no fué delito / ser mi espada más dichosa, / fué a lo menos para el alma / tragedia tan lastimosa, / que mis potencias la sienten / y mis sentidos la lloran. - c1730 Pita, S. Príncipe [1951] 102 Cuba (CDH
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/ Si abusáis de mis favores, / si el concierto os desagrada, / elegid campo; os daré / satisfacción con espada. - 1732 RAE DiccAutoridades (NTLLE)ESPADA. s.f. Arma bien conocida, y de que comunmente usan los hombres para defensa y ornáto, y se trahe ceñida en la cintúra. Compónese de una hoja de acéro larga, angosta y puntiaguda, con su empuñadúra y guarnicion [...].
- 1702-1736 Arzans Orsúa Vela, B. HPotosí [1945] 31 Perú (CDH
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Toledo con medias y espadas; Segovia con paños; Valencia y Murcia con rasos y sedas; Córdoba con sedas, mantos y otros tejidos; Madrid con abanicos, estuches y mil juguetes y curiosidades; Sevilla con mantos y todo género de tejidos, puntas blancas de seda, oro, plata, estameñas, sombreros de castor y todo género de lencería; Flandes con tapicería, espejos, láminas, ricos escritorios; Cambray, puntas, encajes e indecibles géneros de mercaderías; Holanda con lienzos y paños; Alemania con espadas y todo género de acero; Génova con papel; Calabria y la Pulla con sedas; Nápoles con medias y tejidos; Florencia con rasos; la Toscana con paños preciosos bordados y tejidos de admirable primor; Milán con galanas puntas de oro y plata y telas ricas; Roma con relevantes pinturas y láminas; Inglaterra con bayetas y sombreros y todo género de tejidos de lana; Venecia con cristalinos vidrios; Chipre y las Costas de África con cera blanca; la India oriental con grana, cristales, careyes, marfiles y preciosas piedras; Ceylán con diamantes; Arabia con aromas; Persia, el Cairo y Turquía con alfombras; Terranate, Malaca y Goa con todo género de especiería, almizcle, losa blanca; la China ropa de seda; Cabo Verde y Angola con negros; la Nueva España con cochinilla, añil, vainilla, cacao y preciosas maderas; el Brasil con su palo; las Malucas con pimienta y especiería; la India Oriental, la Isla Margarita, Panamá, Cubagua, Puerto Viejo y otros muchos con todos géneros de perlas, que allí se pescan, como son fantasía, cadenilla, media cadenilla, pedrería, rostrillo, berrucos, aljófar común, topos catorcenos, amarillas, arenas y bromas; Quito, Riobamba, Cajamarca, Tarama, Bombón, Guamalíes, Cuzco y otras provincias de estas Indias con ricos paños, rayas, bayetas, jerguetas, lienzos de algodón, pabellones y alfombras, sombreros y otros tejidos; de Chanchapoyas le traen aquellos curiosos cortados y baraúndas labradas con todo primor y aseo sobre sutilísimos lienzos. En Tucumán, Santa Fe, Misque, Cochabamba y otras provincias le cuidan con gran copia de cera, pieles de antas, baquetas, badanilla, miel de abejas, algodones en copos y tejidos, canastos y varias resinas. - 1702-1736 Arzans Orsúa Vela, B. HPotosí [1945] 31 Perú (CDH
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Alemania con espadas y todo género de acero; Génova con papel; Calabria y la Pulla con sedas; Nápoles con medias y tejidos; Florencia con rasos; la Toscana con paños preciosos bordados y tejidos de admirable primor; Milán con galanas puntas de oro y plata y telas ricas; Roma con relevantes pinturas y láminas; Inglaterra con bayetas y sombreros y todo género de tejidos de lana; Venecia con cristalinos vidrios; Chipre y las Costas de África con cera blanca; la India oriental con grana, cristales, careyes, marfiles y preciosas piedras; Ceylán con diamantes; Arabia con aromas; Persia, el Cairo y Turquía con alfombras; Terranate, Malaca y Goa con todo género de especiería, almizcle, losa blanca; la China ropa de seda; Cabo Verde y Angola con negros; la Nueva España con cochinilla, añil, vainilla, cacao y preciosas maderas; el Brasil con su palo; las Malucas con pimienta y especiería; la India Oriental, la Isla Margarita, Panamá, Cubagua, Puerto Viejo y otros muchos con todos géneros de perlas, que allí se pescan, como son fantasía, cadenilla, media cadenilla, pedrería, rostrillo, berrucos, aljófar común, topos catorcenos, amarillas, arenas y bromas; Quito, Riobamba, Cajamarca, Tarama, Bombón, Guamalíes, Cuzco y otras provincias de estas Indias con ricos paños, rayas, bayetas, jerguetas, lienzos de algodón, pabellones y alfombras, sombreros y otros tejidos; de Chanchapoyas le traen aquellos curiosos cortados y baraúndas labradas con todo primor y aseo sobre sutilísimos lienzos. En Tucumán, Santa Fe, Misque, Cochabamba y otras provincias le cuidan con gran copia de cera, pieles de antas, baquetas, badanilla, miel de abejas, algodones en copos y tejidos, canastos y varias resinas.
- 1737 Mayans Siscar, G. Vida Cervantes [1984] Esp (CDH
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En otra, hablando della, dijo: Ésta es la segunda parte de Don Quijote de la Mancha, no compuesta por Cide Hamete su primer autor, sino por un aragonés que él dice ser natural de Tordesillas. Aunque Cervantes, pues, en alguna parte le llamó autor tordesillesco, sólo fue por hablar en suposición de la ficción de su patria i quizá para tratarle con apodo equívoco a rocín tordillo, como si dijera autor arrocinado. En suposición, pues, de que la obra se finge averse escrito en Tordesillas i de averse impresso en Tarragona, como lo manifiestan la aprovación del libro i licencia para imprimirle, se entenderá fácilmente lo que dijo Cervantes en el principio de su discretíssimo prólogo del segundo tomo aludiendo a la ficción de la patria i realidad de la impressión en Tarragona. Sus palabras son éstas: Válame Dios i con quánta gana deves de estar esperando aora, letor ilustre (o quier plebeyo), este prólogo creyendo hallar en él venganzas, riñas i vituperios del autor del segundo Don Quijote, digo de aquel que dicen que se engendró en Tordesillas i nació en Tarragona, pues en verdad que no te he de dar este contento que, puesto que los agravios despiertan la cólera en los más humildes pechos, en el mío ha de padecer excepción esta regla. Quisieras tú que lo diera del asno, del mentecato i del atrevido, pero no me passa por el pensamiento. Castíguele su pecado, con su pan se lo coma i allá se lo aya. I poco más adelante: Paréceme que me dices que ando mui limitado i que me contengo mucho en los términos de mi modestia, sabiendo que no se ha de añadir aflición al afligido i que la que deve de tener este señor sin duda es grande, pues no osa parecer a campo abierto i a cielo claro encubriendo su nombre, fingiendo su patria, como si huviera hecho alguna traición de lesa magestad. Aquellas palabras señor i grande son misteriosas para mí, i, sea lo que fuere, yo estoi persuadido a que el enemigo de Cervantes era mui poderoso quando un escritor, soldado, animoso i diestro en el manejo de la pluma i de la espada no se atrevió a nombrarle. Si ya no es que fuesse hombre tan vil i despreciable que ni aun quiso que se supiesse su nombre para que con la misma infamia no lograsse alguna fama. - 1737 Mayans Siscar, G. Orígenes [1984] 415 Esp (CDH
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El dotor Benito Arias Montano, en unos apuntamientos manuscritos que se hallan en la librería del Escurial; Juan de Melo, toledano, que escrivió Siete centurias de adagios castellanos que merecieron la juiciosa aprobación de Ambrosío de Morales, pero no han llegado a ver la pública luz; Blasco de Garai en sus dos Cartas en refranes, a las quales van juntas otras dos de incierto autor; Juan Mal-Lara en su Filosofía vulgar; su émulo Juan Sorapán de Rieros en la Medicina española contenida en proverbios vulgares de nuestra lengua; a cuyas colecciones de refranes se pudieran añadir muchos millares más que se hallan esparcidos en varios libros, como en el Diálogo de las lenguas, en la Vida de Don Quijote, en la comedia Eufrosina i en muchíssimos otros; de suerte que entre otras obras de alguna útil invención me atrevería a disponer una filosofía moral mui cumplida (la Vulgar de Juan Mal-Lara es mui pobre i no tiene artificio) compuesta toda de refranes españoles, para cuyo fin tengo recogidos muchos millares de ellos. Los refranes, como no se afecten ni usen fuera de tiempo contra el decoro i gravedad de las personas i lugar, no son despreciables, como algunos piensan, supuesto que Salomón, el hombre más sabio que ha tenido el mundo, inspirado por el Espíritu Santo, los alabó i autorizó en sumo grado. Después de cuyo egemplo es ocioso citar a otros, aunque grandes varones. Me contentaré con decir lo que Sinesio, que los refranes son las reliquias de la filosofía antigua, i añadiré que conservan muchas costumbres, como se puede observar en la eruditíssima carta que escrivió don Juan Lucas Cortés, cuyo original me comunicó mi estrechíssimo amigo don Josef Bermúdez, del Consejo del rei nuestro señor, i su fiscal en la Real Junta de Aposentos, ministro de gran entereza, dotrina i prudencia, i de exquisitíssimo gusto en todo género de cosas que merecen aprecio. Tan grande número, pues, de refranes, de los quales hai muchíssimos que no se sabe que están escritos, manifiesta la abundancia de nuestra lengua i contribuye mucho a la conservación de muchas voces. Yo bien sé que los árabes tienen ochenta nombres para significar el león, mil para la espada i, desta suerte, una multitud innumerable; pero fuera de que esso nace de la grande extensión de su lengua, usándose en unas partes los vocablos que no se usan en otras, ¿de qué sirve essa abundancia sino de cargar de voces la memoria de los hombres, haciéndoles perder el tiempo en aprender las palabras que significan las circunstancias de las cosas, pudiéndole lograr en encomendar a la memoria las mismas cosas? Porque una vez que distingamos las principales especies de espada, como espadín, alfange, estoque, cimitarra, montante i pocas más, ¿de qué sirve mayor número, pudiéndose explicar las otras diferencias por adgetivos, cuya significación sabe qualquiera? Yo comparo esta abundancia a la de los sinónimos que, dado que los aya rigurosamente tales, sólo sirven para la variedad i harmonía del decir, i aumentan el número de las voces, pero no de los vocablos. I concediendo que la lengua arábiga sea la más copiosa de quantas hai, la española, que tanto ha tomado de ella, por fuerza ha de ser mui abundante. - 1737 Mayans Siscar, G. Orígenes [1984] 415 Esp (CDH
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El dotor Benito Arias Montano, en unos apuntamientos manuscritos que se hallan en la librería del Escurial; Juan de Melo, toledano, que escrivió Siete centurias de adagios castellanos que merecieron la juiciosa aprobación de Ambrosío de Morales, pero no han llegado a ver la pública luz; Blasco de Garai en sus dos Cartas en refranes, a las quales van juntas otras dos de incierto autor; Juan Mal-Lara en su Filosofía vulgar; su émulo Juan Sorapán de Rieros en la Medicina española contenida en proverbios vulgares de nuestra lengua; a cuyas colecciones de refranes se pudieran añadir muchos millares más que se hallan esparcidos en varios libros, como en el Diálogo de las lenguas, en la Vida de Don Quijote, en la comedia Eufrosina i en muchíssimos otros; de suerte que entre otras obras de alguna útil invención me atrevería a disponer una filosofía moral mui cumplida (la Vulgar de Juan Mal-Lara es mui pobre i no tiene artificio) compuesta toda de refranes españoles, para cuyo fin tengo recogidos muchos millares de ellos. Los refranes, como no se afecten ni usen fuera de tiempo contra el decoro i gravedad de las personas i lugar, no son despreciables, como algunos piensan, supuesto que Salomón, el hombre más sabio que ha tenido el mundo, inspirado por el Espíritu Santo, los alabó i autorizó en sumo grado. Después de cuyo egemplo es ocioso citar a otros, aunque grandes varones. Me contentaré con decir lo que Sinesio, que los refranes son las reliquias de la filosofía antigua, i añadiré que conservan muchas costumbres, como se puede observar en la eruditíssima carta que escrivió don Juan Lucas Cortés, cuyo original me comunicó mi estrechíssimo amigo don Josef Bermúdez, del Consejo del rei nuestro señor, i su fiscal en la Real Junta de Aposentos, ministro de gran entereza, dotrina i prudencia, i de exquisitíssimo gusto en todo género de cosas que merecen aprecio. Tan grande número, pues, de refranes, de los quales hai muchíssimos que no se sabe que están escritos, manifiesta la abundancia de nuestra lengua i contribuye mucho a la conservación de muchas voces. Yo bien sé que los árabes tienen ochenta nombres para significar el león, mil para la espada i, desta suerte, una multitud innumerable; pero fuera de que esso nace de la grande extensión de su lengua, usándose en unas partes los vocablos que no se usan en otras, ¿de qué sirve essa abundancia sino de cargar de voces la memoria de los hombres, haciéndoles perder el tiempo en aprender las palabras que significan las circunstancias de las cosas, pudiéndole lograr en encomendar a la memoria las mismas cosas? Porque una vez que distingamos las principales especies de espada, como espadín, alfange, estoque, cimitarra, montante i pocas más, ¿de qué sirve mayor número, pudiéndose explicar las otras diferencias por adgetivos, cuya significación sabe qualquiera? Yo comparo esta abundancia a la de los sinónimos que, dado que los aya rigurosamente tales, sólo sirven para la variedad i harmonía del decir, i aumentan el número de las voces, pero no de los vocablos. I concediendo que la lengua arábiga sea la más copiosa de quantas hai, la española, que tanto ha tomado de ella, por fuerza ha de ser mui abundante. - 1740 Cañizares, J. Anillo Giges [1983] Esp (CDH
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Arranca la espada y pone la guarnición en el suelo. Vase a arrojar sobre la espada y le detiene Giges. - 1740 Cañizares, J. Anillo Giges [1983] Esp (CDH
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Arranca la espada y pone la guarnición en el suelo. Vase a arrojar sobre la espada y le detiene Giges. - 1742 Feijoo, B. J. Cartas eruditas, I [2004] Esp (CDH
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Metiendo una espada hasta la mitad, la porción sumergida en un punto de tiempo se hacía líquida; y el que hacía el experimento quedaba no más que con la mitad de la espada en la mano. No excede, ni aun iguala a esta violencia la actividad de los mejores espejos ustorios, que hasta aora se han fabricado, como en orden al de Mr. Tschirnhaus se puede ver en el tomo y lugar citado arriba, de la Historia de la Academia, núm. 3, y 4. Y en orden al de Mr. Villete, en nuestro segundo tomo, disc. 14, núm. 3. - 1742 Feijoo, B. J. Cartas eruditas, I [2004] Esp (CDH
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y el que hacía el experimento quedaba no más que con la mitad de la espada en la mano. No excede, ni aun iguala a esta violencia la actividad de los mejores espejos ustorios, que hasta aora se han fabricado, como en orden al de Mr. Tschirnhaus se puede ver en el tomo y lugar citado arriba, de la Historia de la Academia, núm. 3, y 4. Y en orden al de Mr. Villete, en nuestro segundo tomo, disc. 14, núm. 3. - 1743 Torres Villarroel, D. Vida I-IV [1972] Vida Esp (CDH
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[...] y yo empecé con furia implacable a meterme en cuantos desatinos y despropósitos rodean a los pensamientos y las inclinaciones de los muchachos. Aprendí a bailar, a jugar la espada y la pelota, torear, hacer versos, y paré todo mi ingenio en discurrir diabluras y enredos, para librarme de la reclusión y las tareas en que se deben emplear los buenos colegiales de aquella casa.
- 1743 Torres Villarroel, D. Vida I-IV [1972] 149 Vida Esp (CDH
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Yo conozco que es importante que estén ocultos los primeros principios y muchas circunstancias de los medios y los fines de este escandaloso suceso, por lo que determino contentar al lector con instruirle de las verdades más públicas, para que pueda entretenerse sin el resentimiento de los fabricantes de mi pasada penalidad. Es cierto que en los libros de las novelas, ya fingidas, ya certificadas, y en los lances cómicos inciertos o posibles, no se encuentra aventura tan prodigiosa ni tan honrada como la que me arrojó a padecer los rigores de un largo y enfadoso destierro. El que quisiere quedar instruido, registre algunos papeles míos, que con facilidad se tropiezan en las librerías, y hallará (aunque revueltos con estudiada confusión) los motivos de mi ignominia y mi desgracia. En las dedicatorias a mis almanaques de los años de 34 y 35, hechas a los excelentísimos señores marqués de la Paz y don Josef Patiño, que aún duran en el libro intitulado Extracto de los pronósticos de Torres, está patente mi inocencia, y embozada con los rodeos de una astucia loable la raíz principal de las conjuraciones que labraron mis desconsuelos y desdichas. En dos membretes impresos en Bayona de Francia, el uno dictado por don Juan de Salazar, compañero en la conturbación, en la fatalidad, la fuga y la fatiga, y el otro proferido por mí al rey nuestro señor, suplicando a su piedad con lastimosos y rendidos ruegos para que nos oyese su justicia, aparecen también algunas luces de la clara verdad de este suceso. En estos papeles, en la representación que los ministros hicieron a su real majestad y en la confesión de don Juan, consta solamente que, provocado este caballero de las injurias de un clérigo poco detenido, se dejó coger de las insolencias de la cólera, y, abochornado de sus azufres, tiró de la espada y abrió con ella en los cascos del provocante un par de roturas de mediana magnitud. Dicen que fue el herido con las manos en la cabeza, no a curarse, sino a solicitar la ira de un contrario poderoso, en cuya confianza y valimiento apoyaba su reprehensible temeridad. Arbitraron (para prevenir con más eficacia sus rencores y nuestras pesadumbres) que con las heridas frescas partiese quejoso a informar al presidente de Castilla. Así lo hizo el buen sacerdote, y marchó colérico, sanguino, con las dos faltriqueras en los cascos, y ante su tribunal dijo que aquellas heridas se las había impreso don Juan de Salazar, y añadió, finalmente, que don Diego de Torres había tenido la culpa. Éste es todo el hecho público y ésta es la historia que se cantaba en aquel tiempo. Los antecedentes, motivos y crueles asechanzas que pusieron a don Juan en la precisión de examinar ciertas osadías del herido, y otras diligencias de sus alianzas, quedarán encubiertas hasta el fin del mundo. - 1747 Juan, J. / Ulloa, A. Noticias América [1985] Perú (CDH
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Allí fue preciso, para armar los tres regimientos que levantó el virrey marqués de Villagarcía, dos de caballería de a 500 hombres y uno de infantería de 1.000 hombres, que se fabricasen en Lima las espadas para los primeros; pero, como no había quien lo supiese hacer con perfección, después de haber consumido en ellas muy considerables sumas, quedaron con temple tan malo que continuamente se rompían en los ejercicios, y tan pesadas que no se podían manejar. No hubo igual providencia para suplir la falta de armas de fuego, pues, aunque el virrey dispuso que se comprasen todas las que hubiese, sin poner más límite en los precios que la voluntad de los que las vendían, nunca se pudieron completar, a mucha diferencia, las que se necesitaban, y con particularidad las pistolas para la caballería, que no se les pudo proveer de ellas hasta que de Buenos Aires se remitieron al inicio de 1743 las que había llevado la escuadra que comandaba don José Pizarro. Pero como era general la falta en todos aquellos reinos y fue preciso que quedasen algunas en Buenos Aires, otras en Chile, y que se remitiesen otras a Panamá, aunque se suplió con ellas lo más preciso, no lucieron en ningún paraje, y menos que en todos en las ciudades de Valles, adonde no alcanzaron, siendo el único paraje de lo interior del país adonde se enviaron, a la provincia de Tarma, por la urgencia que había de armar gente contra los indios sublevados. Pero para que mejor se conozca cuán escasas estaban, nos parece conveniente dar noticia de los socorros que el virrey envió para contener aquella sublevación, que aunque parecerán pequeños, porque en realidad lo son, eran cuantiosos respecto al estado en que se hallaban aquellos reinos. - 1747 Juan, J. / Ulloa, A. Noticias América [1985] Perú (CDH
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23. Todo suma 3.850 armazones de fusiles y bayonetas para otros tantos infantes, y 3.000 de carabinas, pares de pistolas y espadas para la caballería. Con esta providencia estarían todos los puertos guardados y en un estado admirable para resistir a cualquier enemigo que los quisiese invadir, y la gente que acudiera a su socorro, hallaría las necesarias cuando no las llevase, o dejaría las lanzas para tomar otras más aventajadas. - c1750 Rdz Campomanes, P. Bosquejo [1984] Esp (CDH
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Para ello se promulgará pragmática mandando que dentro de seis meses en la Audiencia o tribunal regio superior de cada provincia acudan todos los nobles que quisiesen titularse como les corresponde don a pedir con certificación del ayuntamiento y libros capitulares a pedir confirmación del título de don o del privilegio de espada.
- 1737-a1754 Luzán, I. Poética [1977] Esp (CDH
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Sabía, por ejemplo, el P. Ceva que los arcos, las saetas, las espadas, los venenos y las bombas fueron invenciones de los hombres; pero, su feliz fantasía le sugirió un origen más grande, más maravilloso y no inverisímil. - 1737-a1754 Luzán, I. Poética [1977] Esp (CDH
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En la canción de Lupercio Leonardo a Felipe segundo, que hemos citado en uno de los capítulos antecedentes, ciertamente que parecían objetos muy remotos y muy ajenos del asunto el aplicar remedio a las dolencias, el ser invocado, la espada rigurosa, el olivo sacro, las trompas, los ejércitos, las banderas, las balas, la muerte, la victoria, los consejos, las borrascas, los pilotos, las cosechas, etc., y, sin embargo, el ingenio del poeta supo descubrir las relaciones que todos estos objetos podían tener con su principal argumento y halló el medio de enlazarlos y unirlos. - 1737-a1754 Luzán, I. Poética [1977] 403 Esp (CDH
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[...] y otras, las que llamamos de capa y espada, en las que intervienen caballeros y damas, o personas inferiores, en su traje regular, que entonces era la capa y la espada de golilla en los hombres, sin decoración ni mudanza de escena. - 1758 Isla, J. F. Fray Gerundio [1992] 77 Esp (CDH
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No ha habido en el mundo ni un sólo personaje que haya sacado la espada para defender al autor que le busca por mecenas; ni, lo que más es, aunque la sacara, pudiera defenderle. Demos que sea el más poderoso monarca del mundo. Podrá colmar de honras al benemérito autor. Podrá hacer que, en sus dominios, ni se escriba ni aun se hable contra él y que se tribute un exterior respeto a sus obras. - 1758 Isla, J. F. Fray Gerundio [1992] 178 Esp (CDH
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Le hubiera abandonado a vuestra reverendísima los dos sermones con sus dos predicadores —y aunque fuesen otros dos mil como ellos— sin que hubiésemos sacado las espadas. Porque, al fin, vuestra reverendísima tiene muchísima razón en todo lo que dice de los tales dos sermones y de todos los demás que sean tales como los susodichos. Convengo en eso, y, por lo mismo, esgrimo la pluma, en este escrito, para ver si los puedo desterrar, no sólo de España, sino de todo el mundo; porque, más o menos, en todo el mundo hay orates con el nombre de oradores. Si el ungüento de la barba de Aarón sanó en Francia a tantos predicadores relajados como dice vuestra reverendísima, no desconfío de que el sebo del entendimiento de fray Gerundio haga en España iguales prodigios. En todo caso yo tendré grande consuelo si, al acabar de oír un sermón de los que tanto se usan, dice el auditorio que «ha estado admirable el padre fray Gerundio», que «el padre Gerundio lo ha dicho asombrosamente» y que «no ha podido decir más el señor don Gerundio». - 1760 Feijoo, B. J. Cartas eruditas, V [2004] 172 Esp (CDH
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Pero fuera de que las producciones del amor de Dios, en el corazón humano, tienen un valor, una dignidad muy superior a las del temor, como ya insinué arriba, se debe atender también a que las impressiones, que hace el amor en las almas, son más constantes que las del temor. La razón es, porque la impressión del amor es dulce, suave, grata; por lo que hallándose bien el corazón con ella, bien lexos de aspirar a borrarla, la abriga y procura su conservación; al contrario, la del temor es áspera, desapacible, y como violenta, con que le resiste el corazón quanto puede. El amor le alhaga, el temor le oprime. El amor se goza, el temor se padece. Por esto el amor, siendo siempre acto de la voluntad, muchas veces es también objeto de ella, esto es, le ama la voluntad con otro acto de amor reflexo. Al contrario, en el temor halla siempre un huésped enojoso, a quien dio entrada por no poder negársela; como se concede alojamiento al enemigo, que se hace abrir la puerta con la espada en la mano. Assí con todas sus fuerzas se aplica a echarle fuera, y muchas veces lo logra. - 1762 Fdz Moratín, N. Petimetra [1989] Esp (CDH
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FÉLIX Tal arrogancia merece / con la espada la respuesta; / ahora es buena ocasión. - 1762 Fdz Moratín, N. Petimetra [1989] 133 Esp (CDH
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* / Damián perdió los estribos / y el color se le mudó / al punto que a Félix vio / con la espada en cueros vivos, / y con tiple de capón, * / muy preciado de prudente, / le dijo: «No es ser valiente / esto, Félix, ni es razón / de que dos amigos tales, / como somos vos y yo, / se maten por lo que no / puede valer cuatro reales; / y así a su elección dejemos / el que ella escoja el que quiera; / y, haciendo de esta manera, / los dos nos satisfaremos».
- 1769 Cruz, R. Casamiento desigual [1990] Esp (CDH
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Espejo / Di la verdad, que, si es cierto, / yo le haré justicia seca, * / y atravesará mi espada / los cuerpos de ellos y de ella. - 1770 Cadalso, J. Solaya circasianos [1982] Esp (CDH
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[Hadrio, Casiro y Heraclio, por distintos parajes, cada uno con una antorcha en una mano, y la espada en la otra, oscurecido el teatro, aunque no del todo] - c1771 Cadalso, J. Noches lúgubres [2000] Esp (CDH
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Pues aquí está el cadáver, y ese hombre está ensangrentado, tiene la espada en la mano y con la otra procura deshacerse del muerto, parece indicar no ser otro el asesino. Prended a ese malvado. Ya sabéis lo importante de este caso. El muerto es un personaje cuyas calidades no permiten el menor descuido de nuestra parte. Sabéis los antecedentes de este asesinato y los fines que se proponían. Atadle. - 1772 Cadalso, J. Supl Eruditos violeta [1818] 227 Esp (CDH
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otros, hechos unos filósofos de pesebre, andan todo el dia muy erguidos de cuello como pavos, siempre de militar, y sin espada como los perros, hablando de Montesquieu, y de Rouseau, sin haberlos visto mas que por la pasta, pues estos dos caballeros no creo hayan estado jamas vestidos de otra tela: otros se levantan por la mañana con ánimo de escribir una obra que ilustre á toda la nacion; y murió este buen pensamiento en el momento que viene el peluquero, pues entónces empieza diferente conversacion y mas interesante; y así se va pasando esta miserable vida. Para estos no hay ciencia ni facultad que no tengan en la Política, que es la ciencia á quien esta casta de gentes fatiga mas, es una chirinola: las obras Griegas de Tucídides y Herodoto, y las Latinas de Salustio y Titolivio, las miran como un pequeño principio, para introducirse á la política: Xenofonte y Polivio, valen poco; porque se derriten en reflexîones: Tácito, aunque nada económico en ellos, es demasiado falso; todo se le vuelve querer adivinar, y al último se evapora en mil pensamientos quiméricos: el caballero Bacón, aunque excedió á todos los que le habian precedido por su penetrante espíritu y sano juicio, fué muy tonto, pues supo unir la Política con la Religion: á Baltasar Gracian apénas se le entiende: y el Marqués de Santa Cruz en sus reflexîones militares, aunque son siempre entretegidas de la mas fina y sana política, es Español, y así vale muy poco: Saavedra por lo mismo vale menos: el bueno y bonísimo es el Baron de Puffendorf: Barbeirac excelente y excelentísimo: Grocio, ilustre é ilustrísimo: Gregorio Letti, eminente y eminentísimo; y despues, para desensebar, las memorias de Sully, del Mariscal de Bassompierre, los despachos de monsieur d'Ossat, y las cartas del Cardenal Mazarini. - 1772 Cadalso, J. Eruditos violeta [1818] 48 Esp (CDH
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Otro, al tiempo que los enemigos sitiadores asaltaban las murallas, se estaba con mucha seriedad haciendo una demostracion geométrica, y los soldados que no entendian de mas ángulos que los que formaban con la espada, acabáron con él y con la figura, que era el objeto de su embeleso, ó tal vez de su vanidad. En consecuencia de esto, es preciso que os distingais tambien por algun capricho de semejante naturaleza é importancia, para que la gente que os vea pasar por la calle, diga: allá vá un filósofo. Unos habeis de estar, por exemplo, siempre distraidos, habeis de entrar en alguna botillería preguntando si tienen botas inglesas, ó en alguna librería preguntando si alquilan coches para el sitio. Otros aunque tengais los ojos muy buenos y hermosos, habeis de llevar un sempiterno anteojo en conversacion con la nariz. Otros habéis de comer precisamente á tal ó tal hora, y que sea extravagante, como si dixéramos á las nueve de la mañana, ó á las seis de la tarde; y si los estómagos tuviesen hambre á otras horas, que tengan paciencia, y se vayan afilosofando. Otros habeis de correr, como volantes, por esas calles de Dios, atropellando á quanto chiquillo salga de las puertas en hora menguada para él y su triste madre. - 1772 Cadalso, J. Supl Eruditos violeta [1818] 219 Esp (CDH
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Ya vmd. comprenderá que nuestra facultad no se hizo para ilustrar al mundo con la pluma, sino con la espada; pero estamos hoy todos tan revueltos, que yo espero ver un tratado de Equitacion escrito por algun Capuchino, en donde nos diga que este uso fué muy conocido en tiempo de Salomón [...].
- 1772 Cruz, R. Usías [1986] Esp (CDH
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Chinica Yo se la tengo jurada / a uno de ellos, y a no ser / porque siempre lleva espada, / y porque le tengo miedo... - 1769-1773 Jovellanos, G. M. Muerte Munuza [1984] Esp (CDH
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Antes de acabar de instruirle sobre los motivos de su repentina vuelta, le pregunta la causa de la reclusión de su hermana y de Rogundo. Munuza le dice que como premio de sus altos servicios y como prueba de lo mucho que le estimaba. Pelayo se sorprende al oír tal intento y tal insulto, se enfurece y le impropera. El tirano procura mitigarle, y no consiguiéndolo, manda asegurarle secretamente en el castillo, y que se acelere la preparación de su desposorio con Dosinda. Se subleva el pueblo; los gijoneses se apoderan del fuerte, y al tiempo de conducir los moros a él a Pelayo, Rogundo, libre, les arrebata la presa, y capitaneando a los nobles, lleva el exterminio a todas partes. Lo sabe Munuza, que rabioso quiere correr al combate; le detiene Achmet, su confidente, y en este estado le presentan los moros a Pelayo desarmado, quien procura recobrar su espada, amparado de los asturianos. Munuza, que le ve inerme, va a él con un puñal en la mano; pero Rogundo, que en este tiempo se había aparecido en el fondo de la escena advirtiendo el peligro de Pelayo, vuela a herir a Munuza; lo advierte Achmet, y procura estorbarlo para defender al tirano; de modo que, interpuesto entre Munuza y Pelayo, defiende sin querer la vida de éste, y no la de aquél, que cae herido por Rogundo. Pelayo se apodera de su hermana; Munuza se retira a morir, sostenido por Achmet; huyen de Gijón los moros asustados, y Pelayo, Rogundo, Suero y los demás asturianos celebran esta acción, tan venturosa para la restauración y tranquilidad de aquel país. - 1769-1773 Jovellanos, G. M. Muerte Munuza [1984] Esp (CDH
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Pelayo pierde la espada y procura cobrarla, defendido de los suyos. Munuza corre hacia él con un puñal en la mano; en este tiempo se habrá descubierto Rogundo en el fondo de la escena, quien advirtiendo el peligro en que está Pelayo, corre a herir a Munuza; Acmeth, que advierte la acción de Rogundo, procura estorbarla para defender al tirano, de modo que interpuesto entre Munuza y Pelayo, defiende sin arbitrio la vida de éste y no la de Munuza, que cae herido por Rogundo) - c1775 Concolorcorvo Lazarillo [1965] Perú (CDH
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Así como los escritores graves, por ejemplo, el Plomo, y aun los leves, v.g., el Corcho, dirigen sus dilatados prólogos a los hombres sabios, prudentes y piadosos, acaso por libertarse de sus críticas, yo dirijo el mío, porque soy peje entre dos aguas, esto es, ni tan pesado como los unos ni tan liviano como los otros, a la gente que por vulgaridad llaman de la Hampa o Cáscara amarga, ya sean de espada, carabina y pistolas, ya de bolas, guampar y lazo. Hablo finalmente con los cansados, sedientos y empolvados caminantes, deteniéndolos un corto espacio. - 1774-1775 Requena, F. Descripción Guayaquil [1984] Ecuador (CDH
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Fuera de estas seis poblaciones, hay por sus campos 256 casas habitadas por los hacendados que tienen en ellas sus siembras y ganados: con esta gente y con la que se ha dicho hay en los pueblos, se numeran en este partido 5.045 almas, entre ellas 1.121 hombres capaces de tomar las armas, los 269 blancos y los demás indios, pardos y mestizos; todos tienen sus lanzas y machetes, y sólo se encuentran entre toda esta gente 28 escopetas y algunas espadas y sables.
- 1775 Anónimo Muy buenas tardes [1932] Tonadillas teatrales Esp (CDH
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/ Mas lo que no perdieron / en la refriega / fué los matamaridos, / que eran de piedra; / porque sirvieron / de espadas y fusiles / para el encuentro. - c1771-1777 Fdz Moratín, N. Arte putear [1995] 131 Esp (CDH
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/ El arte de verter sangre humana / con la espada fatal es aprehendido / de príncipes y grandes, y es leído / el libro de políticas aleves / para oprimir la libertad del pueblo / sin que él lo advierta. - 1772-1778 García Huerta, V. Raquel [1982] Esp (CDH
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En ademán de echarse sobre la espada. - 1755-1779 Caulín, A. HNueva Andalucía I [1966] Venezuela (CDH
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y puestos en el campo de la pelea, ensangrentaron las espadas tan à satisfaccion, que no pudiendo los Indios resistir al mortal estrago que experimentaban, se dieron desordenados à la fuga, ocultandose en lo espeso de la montaña, que es lo que comunmente hacen, quando vén desesperado el triunfo de su empresa. - 1782 Iriarte, T. Fábulas [1992] Esp (CDH
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La espada y el asador - 1782 Iriarte, T. Fábulas [1992] 188 Esp (CDH
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/ Llevaos la tabla, y el mi corbatín / pintadme al proviso en vez de golilla; * / cambiadme esa espada en el mi espadín, / y en la mi casaca trocad la ropilla; / ca non habrá naide en toda la villa * / que, al verme en tal guisa, conozca mi gesto. - 1784 Arroyal, L. Epigramas [1784] 10 Esp (CDH
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/ Humilde en el Convento y el Palacio, / santo en la celda y en el alto trono, / manso con el cayado y con la espada, / supo unir con prudencia el grande espacio / que hay de Obispo, Virey, Juez y Patrono, / y el mejor Padre de su patria amada. - 1784 Arroyal, L. Epigramas [1784] Esp (CDH
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Quando tu boda tratada / está, Margarita bella, / ¿me regalas una espada? / sin duda quieres con ella / me mate al verte casada. - 1784 Meléndez Valdés, J. Bodas Camacho [2004] Esp (CDH
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Camacho, Quiteria, Bernardo, Petronila, Don Quijote, Sancho, y número de convidados se descubrirán, si pareciere, en un teatro capaz, adornado de alfombras y ramos, para ver desde él más cómodamente las danzas. / Danza primera de espadas. Los zagales que la componen, vestidos galanamente y adornados de cintas y lazos de varios colores, forman graciosas diferencias al compás de los instrumentos pastoriles del coro, que cantará en los intermedios, dividido en dos bandas.
- 1784 Meléndez Valdés, J. Bodas Camacho [2004] Esp (CDH
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Repiten sus bailes y vueltas. Los zagales de la primera danza dejan sus espadas y bailan mezclados con ellas, cantando el coro en los intermedios. - 1781-1784 Samaniego, F. M. Fábulas [1988] Esp (CDH
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A don Javier María de Munive e Idiaquez, conde de Peñaflorida, director perpétuo de la real sociedad vascongada de los amigos del país. / Mientras que con la espada en mar y tierra / Los ilustres varones / Engrandecen su fama por la guerra, / Sojuzgando naciones, / Tú, Conde, con la pluma y el arado, / Ya enriqueces la patria, ya la instruyes, / Y haciendo venturosos has ganado / El bien que buscas y el laurel que huyes. / Con darte todo al bien de los humanos / No contento tu celo, / Supo unir a los nobles ciudadanos / Para felicidad del patrio suelo. / La hormiga codiciosa / Trabaja en sociedad fructuosamente, / Y la abeja oficiosa / Labra siempre, ayudada de su gente. / Así unes a los hombres laboriosos / Para hacer sus trabajos más fructuosos. / Aquél viaja observando / Por las naciones cultas; / Éste con experiencias va mostrando / Las útiles verdades más ocultas. / Cuál cultiva los campos, cuál las ciencias; / Y de diversos modos, / Juntando estudios, viajes y experiencias, / Resulta el bien en que trabajan todos. / ¡En que trabajan todos! Ya lo dije, / Por más que yo también sea contado. / El sabio Presidente que nos rige / Tiene aun al más inútil ocupado. / Darme, Conde, querías un destino, / Al contemplarme ocioso e ignorante. / Era difícil; mas al fin tu tino / Encontró un genio en mí versificante. / A Fedro y Lafontaine por modelos / Me pusiste a la vista, / Y hallaron tus desvelos / Que pudiera ensayarme a fabulista. / Y pues viene al intento, / Pasemos al ensayo: va de cuento. - 1781-1784 Samaniego, F. M. Fábulas [1988] 113 Esp (CDH
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El asno y júpiter / "No sé cómo hay Jumento / Que, teniendo un adarme de talento, / Quiera meterse a burro de hortelano. / Llevo a la plaza desde muy temprano / Cada día cien cargas de verdura, / Vuelvo con otras tantas de basura, / Y para minorar mi pesadumbre, / Un criado me azota por costumbre. / Mi vida es ésta; ¿qué será mi muerte, / Como no mude Júpiter mi suerte?" / Un Asno de este modo se quejaba. / El dios, que sus lamentos escuchaba, / Al dominio le entrega de un tejero. / "Esta vida, decía, no la quiero: / Del peso de las tejas oprimido, / Bien azotado, pero mal comido, / A Júpiter me voy con el empeño / De lograr nuevo dueño." / Envióle a un curtidor; entonces dice: / "Aun con este amo soy más infelice. / Cargado de pellejos de difunto / Me hace correr sin sosegar un punto, / Para matarme sin llegar a viejo, / Y curtir al instante mi pellejo." / Júpiter, por no oir tan largas quejas, / Se tapó lindamente las orejas, / Y a nadie escucha, desde el tal pollino, / Si le hablan de mudanza de destino. / Sólo en verso se encuentran los dichosos, / Que viven ni envidiados ni envidiosos. / La espada por feliz tiene al arado, / Como el remo a la pluma y al cayado; / Mas se tienen por míseros en suma / Remo, espada, cayato, esteva y pluma. / Pues ¿a qué estado el hombre llama bueno? / Al propio nunca; pero sí al ajeno. - 1785 Trigueros, C. M. Teatro burlesco [2001] Esp (CDH
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Aún no entendía yo de limpiarme los mocos, cuando terciaba ya en cualquiera conversación como muy hombre, y acostumbraba llevar mi espada arrastrando como un Gerineldos; y sabía también enamorar mejor que ahora, que ya soy un pobre viejo, y no encuentro las razones y pláticas agradables como en aquel tiempo, que las tenía abundantes y tan prontas como si me las encontrase en el bolsillo. - 1785 Trigueros, C. M. Precipitado [1988] Esp (CDH
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Por la cruz de esta espada te conjuro, tente, * y no más te acerques. - 1785 Trigueros, C. M. Teatro burlesco [2001] Esp (CDH
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El Juanillo salió un muchacho que dábalas todas. Es verdad que yo me esmeré en darle la mejor educación que pude, y aprendió a leer y cuasi a escribir, y aun a sumar. Pero principalmente se adiestró a jugar la espada, y aún mejor a los trucos, a repicar una guitarra, y a bailar un fandango zapateado y un baile inglés, que no tenía quién se le pusiese delante.
- 1785 Anónimo Esp antigua [1932] Tonadillas teatrales Esp (CDH
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/ Además de aquesto, / lloro la desgracia / de ver que en esta era / se han vuelto en España / los coletos chupas, / las espadas cañas, / las guedejas rizos / y los hombres nada. - c1786 Chantre Herrera, J. HMisiones Marañón [1901] Ecuador (CDH
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■Él introdujo sus hijos en el reino de México; él los despachó al Perú; él los enderezó á las Filipinas, enviando á todas las partes descubiertas y que se esperaban descubrir, varones apostólicos, llenos de zelo de la conversión de todo el mundo, que, sucediéndose unos á otros, sujetaron con la espada de la divina palabra más almas á Dios y á la corona de España, que rindieron los primeros conquistadores con el fuego y estruendo de las armas.
- 1786 Montengón, P. Eusebio [1998] Esp (CDH
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Picado yo en lo más vivo del honor y ciego del enojo que su injuria encendió en mi pecho, lo pasé de parte a parte con mi espada, dejándolo yerto en el suelo. Huyo inmediatamente a mi casa y cuento a mi padre el funesto accidente. Él, echando de ver tarde el efecto pernicioso de su condescendencia, y agitado de mil desazones y del dolor de perderme tal vez para siempre, hácenme pasar a Plymouth, en donde me embarqué en el primer navío que hacía vela, y era uno que partía para Quebec. Llevaba conmigo caudal considerable para esperar muy holgadamente mejor fortuna; mas ésta, que se ríe de las seguridades en que afianzan los hombres sus esperanzas, aunque me dio feliz navegación, no quiso que gozase de mi tesoro, sepultándolo en el mar cuando ya tocábamos el puerto, dando el bastimento * en un bajío * por descuido del piloto. - 1786 Montengón, P. Eusebio [1998] 351 Esp (CDH
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pero luego que comenzó a declararme él mismo las iniquidades de Kirke con mi hija Elena, por lo que Cecilia le había contado, mi acerbo sentimiento, transformándose en rabia, me impele a tomar una espada que tenía en la cabecera, para vengar con ella mi violada hija. - 1787 Iriarte, T. Señorito mimado [1986] Esp (CDH
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CRISTÓBAL / Yo salgo / a una breve diligencia / que importa al fin deseado / de corregir extravíos / de este mozo... / (Toma el sombrero, la espada y el bastón, que están sobre una silla. - 1787 Quintana, M. J. Carta Matilde [1969] 63 Poesías Esp (CDH
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¿Te burlas de esto? / No burlarás de Dios que desde el cielo / ya te amenaza con la aguda espada / de su justicia y su furor violento. - 1787 Terreros Pando, E. DiccCastVocesCienciasArtes (NTLLE)ESPADA, arma ofensiva, que se ciñe al lado, que corta, taja, hiere de punta, y está en uso en casi todas las Naciones [...].
- 1790 Jovellanos, G. M. Diario 1790 [1994] Diario Esp (CDH
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en uno se halló un esqueleto con una grande espada al lado. Señal de claustro, y aun restos de una casa y chimenea. Arquitectura de la iglesia parecida a la de Salamanca, del siglo XII. Cuerpo de la iglesia, cuadrilongo; capilla mayor semicircular; pequeña cornisa general de labor de escaques, apoyada sobre ménsulas labradas con carátulas y bichos; partido el alto con fajas de la misma labor; dos columnas de arriba abajo, apoyadas en zócalos; doble plinto, base regular, capitel entallado de pájaros como para sostener la cornisa, y cortando las fajas. - 1790 Quintana, M. J. Canción Guzmán Bueno [1969] 245 Poesías Esp (CDH
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" / Esto sereno dijo, / y arroja al campo su fulmínea espada, / ¿Qué es esto, nuevo Abraham? ¿Tú no te irritas? / ¿Tanto puede tu honor, tu virtud tanto, / que olvidando de padre la ternura / en angustia tan grande no te agitas? / ¿No te conmueven el gemido y llanto / de tu mujer y la eternal tristura / que ajará su hermosura? / Nada te inmuta. - 1790 Quintana, M. J. Epístola [1969] 97 Poesías Esp (CDH
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/ El hijo de Favila acaudillando / en medio de Gijón a los Astures, / y las fuertes cadenas quebrantando / de la Patria oprimida; el Cid Rodrigo, / obligando a su mismo Soberano / a jurar de que cómplice no fuera / en la pérfida muerte de su hermano; / Guzmán, que desde el muro de Tarifa / ve al bárbaro cruel que le presenta / de un hijo amado la funesta muerte, / o de su ilustre nombre el vil desdoro, / y el Héroe no faltando a su decoro, / con generoso brazo al punto arroja / su espada fulminante al campo moro, / ¿no son, Valerio, acciones que merecen / alabanza inmortal? ¿No son acciones / donde un genio elevado como el tuyo / puede brillar y eternizarse puede? / Héroes sublimes, si mi humilde lira, / que sólo amores débiles suspira, / fuese bastante a vuestros grandes hechos, / yo mi voz levantando cantaría / la España ennoblecida en vuestras glorias, / y de vuestras espléndidas victorias / la rápida carrera seguiría. - 1791 RAE DRAE 3.ª ed. (NTLLE)ESPADA. s. f. Arma blanca compuesta de una hoja de acero cortante, larga como de una vara, angosta y puntiaguda, con su guarnicion y empuñadura [...].
- 1791 Anónimo Mágica blanca [1792] Esp (CDH
)
la Paloma se levanta dos pies y medio de la mesa, el que hace el juego punza con una espada ó cuchilla, la sombra ó la imagen; el compañero, que ve el movimiento del Jugador, hiere en el mismo momento la Paloma, que forceja hasta caer en el plato; una patada, que sirve de señal, advierte al compañero que sólo falta cortar la cabeza y el que hace el juego imita los movimientos de un hombre que va á cortar la cabeza á una Paloma. - 1792 Bolaños, J. Portentosa vida [1992] 100 México (CDH
)
allí ver un rey compungido y humillado, un instrumento músico pero en silencio, un cetro y una corona por los suelos, y últimamente un ángel con una espada, una espiga y una cadavera en las manos. ¡O qué expectáculo tan triste!, mas luego que el embaxador le hizo saber al afligido monarca cómo en castigo de su delito determinaba la Muerte entrar en sus dominios; o con los estragos de una sangrienta guerra, o con las tribulaciones de una hambre, o con los horrores de una peste, y que de estos tres partidos le daba opción para elegir el que menos le incomodara, aquel corazón que nunca conoció la cara al miedo con haber visto tantas veces muy cercana la muerte en tantos riesgos y peligros, no pudo menos aora que acobardarse y llenarse de angustias con semejante embaxada. - 1792 Bolaños, J. Portentosa vida [1992] 47 México (CDH
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■ [...] y en tan desesperada causa oprimidos de sus mismas angustias, levantan los ojos acia arriba y divisan pendiente sobre sus cabezas la espada de la Divina Justicia que les pronostica un millón de desastrados males [...].
- 1792 Fdz Moratín, L. Cartas 1792 [1973] Epistolario Esp (CDH
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No es caballero tampoco el que no fía su razón a su espada, el que no admite y provoca el desafío por motivos ridículos y despreciables, el que no defiende el paso de una calle o de una puerta a la Justicia, haciendo resistencia contra ella, matando e hiriendo a quantos le amenazan con el nombre del Rey y abriéndose el paso a la fuga, que siempre se verifica, sin que estos delitos se vean castigados, como era consiguiente, sino antes bien, aplaudidos con el nombre de heroicidad y de valor. En otras piezas el personage principal es un contravandista o un facineroso y se recomiendan como hazañas las atrocidades dignas del suplicio; en una palabra, quanto puede inspirar relaxación de costumbres, ideas falsas de honor, quixotismo, osadía, desemvoltura, inobediencia a los magistrados, desprecio de las leyes y de la suprema autoridad, todo se reúne en tales obras y éstas se representan en los Theatros de Madrid y el Gobierno lo sufre con indiferencia. - 1793 Andrés, C. Trad Origen Literatura, VI y VII [2000] 459 Esp (CDH
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No había precisión de tener una buena calamita y por ello se escaseaban las investigaciones y los gastos que frecuentemente costaba su adquisición. Podían usarse varillas de acero perfectamente duro y evitar de este modo el trabajo de mudar con frecuencia en las navegaciones la aguja de la brújula; y si alguna vez las agujas de esta nueva forma tuviesen necesidad de retocarse, podía hacerse con mucha facilidad; cuando, al contrario, vernos en Musschenbroek cuán largo y enfadoso fuese el tocar perfectamente con la piedra imán las agujas comunes. Todas estas ventajas excitaban mayor deseo en el público de comprehender el artificio de tales varas tocadas con la piedra imán; pero Knight hacía de ello un misterio y no quería revelar a nadie su importante secreto. Entre tanto Maire construía en París, sin misterio alguno, calamitas artificiales, harto más fuertes que las comunes, pegando la barrita de acero que quería tocar con la piedra imán sobre otra del mismo metal; Duhamel; y Duhamel era muchas veces su compañero en esta simplicísima operación y testigo de sus maravillosos efectos. Dos planchas de Knight, como dos preciosas reliquias, pararon después en Francia, una en poder de Réaumur y la otra de Buffon, y éstas renovaron a Duhamel la memoria de las calamitas artificiales de Maire. Desde luego se puso en compañía de éste a hacer experiencias de su método en algunas planchas, o puntas de espada de magnitud diversa, colocando la una sobre la otra, al modo de Maire; la planchita pequeña unida a otra mayor adquiría fuerza atractiva, cuando, al contrario, la grande la perdía; aumentábase notablemente con esta operación la fuerza de la plancha tocada con la piedra imán y se veían varios otros fenómenos, con admiración de los doctos físicos. Después de estas experiencias de Duhamel, formó Maire una calamita artificial que aún llevó más adelante la fuerza magnética y que, siendo compuesta de 36 planchitas que todas juntas pesaban seis libras, atraía un peso de 45. Antheaume y otros. Nuevas noticias sobre las calamitas de Knight estimularon a Duhamel a hacer sobre ellas nuevas investigaciones y en compañía de Antheaume, docto físico y versado en la perfección de la brújula, emprendió nuevas experiencias. El éxito correspondió felizmente a sus deseos y, prosiguiendo en hacerlas y con la nueva operación que inventaron para las calamitas artificiales, llegaron a darlas una fuerza igual y aun tal vez superior a la de las barras de Knight tocadas con la piedra imán. Otro método para hacer las calamitas artificiales inventó Michell; otro Canton; otro Epino; y otros, otros físicos y mecánicos y de este modo se ha ido aumentando más y más la virtud magnética y se han acarreado mayores luces a la Magneteología. - 1793 Montengón, P. Eudoxia [1990] Esp (CDH
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"Apenas descerrajaron los amotinados (continuó a decir Maximio) las puertas de la cárcel, entran en ella con gran alboroto y vocería, poniendo en mis manos libres una espada, diciéndome que jurase sobre ella que vengaría la patria de sus traidores y violadores de la justicia y de la inocencia. - 1794 Jovellanos, G. M. Diario 1794 [1994] Diario Esp (CDH
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A las cuatro vienen a buscarnos a casa el ahijado y sus parientes, y amigo, el arcediano D. Bernardino de Sierra, que debe bendecir la espada y cruz. A Santa Clara. Gran gentío. Bello retablo dorado; parece de Vega. Se toma primero el título y comisión del canciller. Preguntas: ¿Queréis ser caballero, etc? ¿Deseáis, idem? ¿Estáis enterado de sus estatutos y de las obligaciones que impone y pronto a cumplirlas? / Se hace una cruz con la espada y se le ciñe. - 1794 Jovellanos, G. M. Diario 1794 [1994] Diario Esp (CDH
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A las cuatro vienen a buscarnos a casa el ahijado y sus parientes, y amigo, el arcediano D. Bernardino de Sierra, que debe bendecir la espada y cruz. A Santa Clara. Gran gentío. Bello retablo dorado; parece de Vega. Se toma primero el título y comisión del canciller. Preguntas: ¿Queréis ser caballero, etc? ¿Deseáis, idem? ¿Estáis enterado de sus estatutos y de las obligaciones que impone y pronto a cumplirlas? / Se hace una cruz con la espada y se le ciñe. Juramento, oraciones, exhortación. Sierra de eclesiástico. Peñalba de padrino. - 1789-1794 Viana, F. X. Diario viaje I [1958] I, 193 Uruguay (CDH
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Entre cuantos funestos hechos nos presentan las historias de los pueblos, que por no sobrevivir a sus infortunios, han preferido una muerte honrosa entre las espadas, las ruinas, las llamas, los tósigos, y los precipicios, no se encuentra suicidio alguno, con la valerosa y fría indiferencia de labrarse sus sepulcros pausadamente y enterrarse en ellos; pues la desesperación exige siempre un acto precipitado. Lo contrario sería tanto más violento cuanto que se trata de una nación acostumbrada a ser subyugada, y de un carácter poco feroz y guerrero, como vemos en todos los hechos de la conquista del Perú, pareciendo en aquel caso más verosímil, el que se enterrasen sin el trabajo de labrar sus sepulcros, esteras y redes, y el cubrirse después en los grandes subterráneos que para depósito de los cadáveres tenían en todas sus casas; pues según el Sr. Ulloa, no se construía ninguna que no tuviese este sitio capaz de contener cuantos falleciesen durante su existencia, o de lo contrario en sus guacas, como acostumbraban a fabricar en las inmediaciones de sus adoratorios. - 1795 Arjona, M. M. Poesías [1871] Poesías Esp (CDH
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/ No ejércitos triunfales / Te hacen llorar destrozos inmortales, / Ni ves correr tus lágrimas mezcladas / A la sangre enemiga en sus espadas. - 1795 Arjona, M. M. Poesías [1871] Poesías Esp (CDH
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[...] Ni ves correr tus lágrimas mezcladas / A la sangre enemiga en sus espadas. / Tu augusto vencedor te abraza tierno, / Y de piedad brillándole el semblante, / Descanso te promete y gozo eterno / Y paz festiva, en dichas abundante. / No es la espada el honor de su corona, / Y apénas ha vencido, la abandona [...]. / - 1795 Quintana, M. J. Paz Esp-Fr 1795 [1969] Poesías Esp (CDH
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Dos lustros ya de plácido sosiego / sobre el regazo de la paz hermosa / gozado el mundo había; / y adormecido el fuego / de la discordia atroz, la espada ociosa / entre el polvo y orín se consumía. - 1790-1796 Jovellanos, G. M. Memoria policía [1997] Esp (CDH
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Lidiábase en los torneos a pie y a caballo, con lanza o con espada, en liza o en campo abierto, y con variedad de armaduras y de formas. La justa era de ordinario una parte del espectáculo, a veces separada, y siempre más frecuente, como que necesitaba de menor aparato y número de combatientes. Distinguíase del torneo en que éste figuraba una lid en torno de muchos con muchos, y aquélla una lid de encuentro de hombre a hombre. Y otro tanto se puede decir de los juegos de caña y sortija, porque estas diversiones, juntas o separadas, admitían un mismo ceremonial y unas mismas leyes con más o menos pompa, según el lugar y la ocasión con que se celebraban. - 1797 Quintana, M. J. A J. Padilla [1969] 182 Poesías Esp (CDH
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/ La espada centellante arda en su mano, / y al verle sobre el trono / pálido tiemble el opresor tirano. - c1797 Anónimo Ciencia currutaca [1932] Tonadillas teatrales Esp (CDH
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La espada. - c1797 Anónimo Ciencia currutaca [1932] Tonadillas teatrales Esp (CDH
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La espada de aquestas gentes / es mueble muy excusado; / pero si alguno la usase / debe llevarla en la mano. - 1798 Blanco White, J. M. Égloga Mesías [1994] 136 Poesías Esp (CDH
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un pastor al abundoso valle / Conduce su ganado, y entre tanto Que / pace la menuda hierbezuela / Numera cuidadoso sus corderos, / Y si tal vez de la manada incauto / Se apartó alguno errante, por la selva / Lo busca fatigado, y en sus hombros / Lo vuelve alegre al conocido aprisco; / Tal vez de fresco ramo Convidados, / Los corderillos tiernos se le acercan / Y pacen en su mano sin recelo: / Así el pastor de pueblos, amoroso, / Cuidará su rebaño, y los humanos / Disfrutarán seguros su terneza, / Ya las guerras cesaron: las agudas / Espadas ya no más en vuestros campos / Brillarán, ni la trompa en los guerreros / Encenderá furores homicidas. - 1798 Blanco White, J. M. Égloga Mesías [1994] 137 Poesías Esp (CDH
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/ / El labrador solícito convierte / La feroz lanza en podadera humilde, / Y el hierro de la espada en el arado / Hiende la tierra en extendido sulco. - 1799 Anónimo Moderna educación [1932] Tonadillas teatrales Esp (CDH
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/ Se lleva un mondadientes / en vez de espada y daga, / y en vez de manto honesto / una mantilla clara. - 1800 Quintana, M. J. A Guzmán el Bueno [1969] 250 Poesías Esp (CDH
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/ Ella elevó a Guzmán; de ella inspirado, / "Conóceme, tirano, respondía; / y si es que espada en tu cobarde mano / falta a la atrocidad, ahí va la mía; / que yo consagro mi inocente hijo / sobre las aras de mi patria amada. - 1800 Quintana, M. J. A Guzmán el Bueno [1969] 250 Poesías Esp (CDH
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" / Esto sereno dijo, / y arroja al campo la fulmínea espada. - c1806 Jovellanos, G. M. Descripción castillo Bellver [1970] 323 Esp (CDH
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Y allí en fin el humilde Bendinat, do el héroe fatigado reparó sus fuerzas, recompensando el beneficio con la ilustre memoria que dejó a su nombre. Escenas memorables, cubiertas de sangre y de gloria, que Mallorca verá con ternura y respeto mientras obedezca a los descendientes del gran Príncipe que las ganó con la punta de su espada. - 1808 Arjona, M. M. Poesías [1871] 537 Poesías Esp (CDH
)
/ ¡Oh! ¡cuán acerbo luto / Dejas á tu familia conturbada! / Mira la angustia que Licinia muestra, / Sobre su rostro exánime pintada; / Mírala en el umbral arrodillada, / Con una mano contener tu diestra, / Y sujetar con la otra la infelice / Prenda de vuestra union, y «¿adónde armado / Vas de sola virtud ¡oh esposo! (dice) / Cuando el sangriento Opimio y el Senado / Bajo la toga esconden las espadas? / No esperes ya en las leyes despreciadas, / Ni en los dioses, que vieron indolentes / Perecer á tu hermano.
- 1808 Quintana, M. J. Al armamento [1969] 327 Poesías Esp (CDH
)
/ Álzase España, en fin: con faz airada / hace a Marte señal, y el Dios horrendo / despeña en ella su crujiente carro; / al espantoso estruendo, / al revolver de su terrible espada, / lejos de estremecerse, arde y se agita, / y vuela en pos el Español bizarro. - 1808 Quintana, M. J. Al armamento [1969] 328 Poesías Esp (CDH
)
" / ¿Y tú callas, Madrid? Tú, la señora / de cien provincias, que cual ley suprema / adoraban tu voz, ¿callas ahora? / ¿Adonde están el cetro, la diadema, / la augusta majestad que te adornaba? / "No hay majestad para quien vive esclava; / ya la espada homicida / en mí sus filos ensayó primero. - 1808 Quintana, M. J. A España [1969] 319 Poesías Esp (CDH
)
¡Oh, vergüenza! ¿Acaso / pensáis que espadas son para el combate / las que mueven sus manos codiciosas? / No en tanto os estiméis; grillos, esposas, / cadenas son, que en vergonzosos lazos / por siempre amarren tan inertes brazos. - c1798-1809 Álvz Cienfuegos, N. Poesías [1980] 91 Esp (CDH
)
/ ¿Quién sabe si, al presente, / el Ser eterno tu castigo intenta, / y la espada sangrienta, / envuelta en muerte y llanto, / contra tí va a esgrimir? Detén, oh santo / Señor, el golpe funeral, espera; / en mí se cebe tu venganza fiera: / me ofendió, y la perdono. - a1810 Blanco White, J. M. Al Gral Wellington [1994] 253 Poesías Esp (CDH
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/ ¿Qué nuevos campeones / Hacen temblar mis águilas temidas? / ¡Mis águilas, terror de las naciones, / A qué extraño poder miro abatidas! / Temblaron a mi vista los imperios / Y cayeron los tronos conmovidos / Al eco de mi voz: bajo mi espada / Iba ya a ver entrambos hemisferios. - a1810 Blanco White, J. M. Verdad [1994] 239 Poesías Esp (CDH
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/ ¡Huye, huye los filos de su espada! / Mas nunca el vil temor, numen divino, / Pudiste conocer: grabó en tu estrella / El eterno destino / Que no tenga poder ni fuerza alguna / La espada sobre ti, ni tú con ella. - a1810 Blanco White, J. M. Verdad [1994] 239 Poesías Esp (CDH
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/ ¡Huye, huye los filos de su espada! / Mas nunca el vil temor, numen divino, / Pudiste conocer: grabó en tu estrella / El eterno destino / Que no tenga poder ni fuerza alguna / La espada sobre ti, ni tú con ella. - c1789-p1810 Marchena, J. Poesías [1892] Esp (CDH
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/ La espada que tajante / En tu mano, Batilo, al poderoso / Opresor amenaza herida y muerte. - 1814 Arjona, M. M. Poesías [1871] Poesías Esp (CDH
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/ Mas de su espada, que áun gloriosa vive, / Ármate, España, y al tirano aterra; / Y en tu naciente libertad recibe / Nuevo valor para tu honrosa guerra. - 1799-1815 Conde de Noroña Poesías [1871] Esp (CDH
)
, / Ver ondear al céfiro ligero, / Del monarca español los tafetanes, / Relumbrar los fusiles, / Y arder los campeones como Aquíles? / ¿La juventud, que el cielo, siempre justo, / Adornó de mil dones, / Ha de ser desgastada entre legiones, / Y mirando al Furor con rostro adusto / Cuando se ensoberbece, / Y á sus gritos la tierra se estremece? / ¿El rumor del combate denodado, / El cañon horroroso, / El bridon de la Bélica fogoso / Que relincha, la rabia del soldado, / Y las duras espadas / Han de ocupar su mente y sus miradas? / ¿Por un aplauso vano, ó por la fama, / Cosas todas de viento, / Hemos de abandonar aquel contento / Y aquellos dulces gustos que derrama / Sobre nuestras cabezas / La diosa tutelar de las bellezas? / No, Venegas: mi Amira y tu Belisa, / Con semblante halagüeño, / Nos convidan á huir tan fiero ceño / Y á buscar con ardor su dulce risa; / Que en sus labios hermosos / Hallarémos combates más graciosos. - 1799-1815 Conde de Noroña Poesías [1871] 442 Esp (CDH
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/ Al de arnés tresdoblado, / Al que pica ó espada manejaba! / En su sangre bañado / Contínuo se veía, / Y en la lid le encontraba siempre el día. - 1817 Quiróz, J. M. Memoria Instituto [1985] Memorias Veracruz México (CDH
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y además, hebillas, espadas, sables y otras piezas cuyo monto es poco conocido; y en esta duda, parece que puede graduarse sin exceso en un mil pesos al año. - c1790-a1820 Arjona, M. M. Poesías [1871] Poesías Esp (CDH
)
/ Otro busto, otro trofeo / No divierte allí la vista; / Sólo la espada del héroe / Sobre la tumba está fija. - c1790-a1820 Arjona, M. M. Poesías [1871] 535 Poesías Esp (CDH
)
/ ¡Ay! ¡Si allí me fuera dado / Arrancar la espada invicta / Con que en su trono los vicios / Mesalio temblar hacia! / ¡Ah opresores! vuestra sangre, / En justa pena vertida, / El sepulcro colorára / Do yace la virtud misma. - c1790-a1820 Arjona, M. M. Poesías [1871] Poesías Esp (CDH
)
Del dragon la cabeza orgullosa / Con tu espada, Miguel, quebrantaste, / Y proteges con lúcido escudo / A la Iglesia del fiero combate. - c1790-a1820 Arjona, M. M. Poesías [1871] 544 Poesías Esp (CDH
)
/ Venciste, ¡oh muerte! / Por tu desgracia; / Porque ese golpe / Rompió tu espada. - c1790-a1820 Arjona, M. M. Poesías [1871] 521 Poesías Esp (CDH
)
/ Sus ojos pavorosos se deleitan / En la sangre vertida, en los destrozos / De míseras ciudades, de su boca / Sólo salen oráculos terribles / De muertes y de horrores, que su mano / Confirma furibunda, revolviendo / La fulminante espada; su vestido / Es voraz fuego, y el mortal que llega / Por desgracia á mirarla, devorado. - c1790-a1820 Arjona, M. M. Poesías [1871] Poesías Esp (CDH
)
/ Si la espada y la lira / Unirse entónces vieron, / La lira más amables / De la voz del pastor hará los ecos. - c1790-a1820 Arjona, M. M. Poesías [1871] Poesías Esp (CDH
)
/ No armados yo en torrentes bajar viera / Del Alpe, ó que el frances del Po tenida / La agua en tu sangre á sus caballos diera; / Ni de espada no tuya á tí ceñida / Prestar tu brazo á guerra forastera, / Esclava, ya venciendo, ó ya vencida. - 1822 Quirós, J. M. Memoria Instituto [1985] 288 Memorias Veracruz México (CDH
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mas esto no se opone a que, en mi concepto, no es propio del estado clerical mezclarse en negocios temporales, ajenos de su profesión, * ni en los políticos y civiles, * porque el incensario corresponde al sacerdote, y la espada y el bastón al Rey y a sus ministros. El barón de Bielfeld, dice, que debe excluirse de la dirección de los negocios públicos a todo eclesiástico, y aun a los militares, porque conviene no confundir los empleos, a fin de que cada uno desempeñe el que ejerce en la sociedad. Agregase lo notable y repugnante que se haría en todo país culto, y con más particularidad en las cortes extranjeras, que los primeros agentes y los demás funcionarios públicos del gobierno de Mégico fuesen presbíteros; ya han proferido algunos espíritus turbulentos, y enemigos del presente sistema, que vendrá a convertirse en levítico dentro de poco tiempo; y nadie ignora cuán reparable se ha hecho que, el mayor número de los diputados nombrados en América para el congreso peninsular, fuesen eclesiásticos. No por esto se entienda que deban rechazarse a los que se hallen adornados de todos los conocimientos que piden unos cargos de tanta consideración y trascendencia al beneficio o detrimento de la nación: lo que desea es, que no parezcan ni sean unos verdaderos concilios, sus consejos, ministerios y asambleas.
- c1790-1823 Arriaza, J. B. Poesías [1822-1826] I, 1ª, 85 Esp (CDH
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mí! / Cuando solo se esten viendo / En el cielo las señales / Con que asusta á los mortales / El supremo Criador, / Oyese el tronar horrendo / En las cavernas mas hondas; / Y del mar las turbias ondas / Se levanten con furor: / Cuando impelido del Noto / El soberbio mar Tirreno / Quiera desde su hondo seno / Las estrellas asaltar: / Y emplee el triste piloto, / En vez de la ciencia, el ruego, / Viendo ser su nave el juego / De la cólera del mar: / Entre los roncos clamores / De gente que atribulada / Ante sus ojos la espada / De la muerte ven lucir: / Yo haré que de mis amores / Tan negro horror se despida, / Y ¡adios, Silvia de mi vida! / Se oirá en los vientos gemir. - 1825 Núñez Taboada, M. DiccLengCastellana (NTLLE)ESPADA, s. f. Arma blanca compuesta de una hoja de acero cortante, larga con su empuñadura [...].
- 1825 Olmedo, J. J. A J. Araujo [1960] Epistolario Ecuador (CDH
)
El Libertador mismo, con todas sus buenas intenciones y con todo su poder, no podrá sobreponerse al ímpetu hasta que todas las espadas se hayan convertido en arados. Entre tanto es preciso que nos consolemos con esperanzas y con las probabilidades de que la generación venidera será más feliz. - 1826 Bello, A. Noticia Victoria Junín [1985] 268 Crítica literaria Venezuela (CDH
)
que a Junín domina? / ¿que el campo desde allí mide, y el sitio / del combatir y del vencer designa? / ¿que la hueste contraria observa, cuenta, / y en su mente la rompe y desordena, / y a los más bravos a morir condena, / cual águila caudal, que se complace / del alto cielo en divisar su presa / que entre el rebaño mal segura pace? / ¿quién el que ya desciende / pronto y apercibido a la pelea? / Preñada en tempestades le rodea / nube tremenda; el brillo de su espada / es el vivo reflejo de la gloria; / su voz, un trueno; su mirada, un rayo. - 1826 Heredia, J. M. Byron [1947] Escritos literarios Cuba (CDH
)
Sus himnos habían llamado más de una vez a aquel pueblo infeliz a que renovase los días antiguos, y el poeta no vaciló en volar a su auxilio con su lira, su oro y su espada. Ya los proscriptos por la libertad en toda Europa acudían a reunirse alrededor del nuevo Tirteo, cuando la muerte lo arrancó de repente a las musas y a la libertad de un pueblo que le adoraba. Murió en Missolonghi el 10 de abril de 1824 a los 37 años de edad. Los griegos desolados tributaron a su memoria los honores fúnebres que merecía, y su cadáver volvió a Inglaterra, dejando en Grecia su corazón. - 1826 Heredia, J. M. Buenos Aires y Brasil [1947] Escritos literarios Cuba (CDH
)
No conserva su espada con la cual ha ofrecido volar a donde quiera que haya tiranos? Esperamos que en esta ocasión le iluminará su estrella, y que el ángel de América no abandonará su causa victoriosa. - 1826 Heredia, J. M. Teatro VI [1947] Escritos literarios Cuba (CDH
)
La espada de Estremera en Alfonso es muy de moda para que conviniese al guerrero cántabro. - 1826 Heredia, J. M. Teatro IX [1947] Escritos literarios Cuba (CDH
)
Entonces hallan el cadáver de Dermidio y la espada sangrienta que reconoce Oscar por suya. - 1826 Heredia, J. M. Comunicado Prieto [1947] Escritos literarios Cuba (CDH
)
"que sin encomendarse a Dios ni al diablo sacó la espada y se metió a poeta". - 1816-1827 Fdz Lizardi, J. J. Periquillo Sarniento [1997] México (CDH
)
El dinero en poder de un mozo inmoral y relajado es una espada en las manos de un loco furioso. Como no sabe hacer de él el uso debido, constantemente sólo le sirve de perjudicarse a sí mismo y perjudicar a otros abriendo sin reserva la puerta a todas las pasiones, facilitando la ejecución de todos los vicios y acarreándose por consecuencia necesaria un sinnúmero de enfermedades, miserias, peligros y desgracias. - 1816-1827 Fdz Lizardi, J. J. Periquillo Sarniento [1997] México (CDH
)
Muchos militares ha habido que penetrados de estos conocimientos se han aplicado a las letras lo mismo que a las armas, y nos han dejado en sus escritos un eterno testimonio de que supieron manejar la pluma con la misma destreza que la espada. Tales fueron los Franciscos Santos, * los Geraldos Lobos, * los Ercillas, * los Cadalsos y otros varios. - 1828 Larra, M. J. Duende [2000] Fígaro Esp (CDH
)
y menos se puede evitar el que muchos de estos tontos quieran echarla de valientes, y vayan todos los días a desafiar al redactor, que tiene entonces que dejar a todas horas la pluma para tomar la espada, y dar satisfacción particularmente a cada individuo de los que componen el público de lo que sólo ha dicho a éste en general; - 1829 Bello, A. Poesías Fdz Madrid [1985] Crítica literaria Venezuela (CDH
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/ Venid Colombianos / que aún quedan tiranos, / aún brilla la espada del Libertador. - 1829 Quintana, M. J. Canción [1969] 364 Poesías Esp (CDH
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/ ¿Qué la beldad no alcanza / cuando se une al poder? El mismo cielo / obedece a su anhelo, / si al cielo acaso conmover le agrada: / a una sola voz suya, a una mirada, / apaga Jove el iracundo rayo, / depone Marte la sangrienta espada. - 1834 Larra, M. J. Carta a bachiller I [2000] Fígaro Esp (CDH
)
Tiene su correspondiente espada, su gorro y su enagüilla de glacé. Dicen que cuesta mucho; pero más ha costado el llegar a ese punto. Si vuesa merced tiene baraja, como es de suponer, mirando al rey de espadas podrá formar una idea aproximada, y por ende verá que es bonito; y que si bastan, como es de creer, para costearle los sesenta mil reales del procerazgo, ha de ser curioso el ver a esos señores vestidos y hablando, todo a un tiempo. - 1835 Larra, M. J. Por ahora [2000] Fígaro Esp (CDH
)
Es la espada de Alejandro, que corta todo nudo gordiano; es la panacea universal que templa todos los dolores. Buena jornada habríamos echado si no pudiéramos contestar a todo: «Por ahora». - 1835 Larra, M. J. Duelo [2000] 364 Fígaro Esp (CDH
)
Para todo corazón bien puesto la duda no puede ser de larga duración, y el mismo juez que con la ley en la mano sentencia a pena capital al desafiado indistintamente o al agresor, deja acaso la pluma para tener la espada en desagravio de una ofensa personal. - 1836 Larra, M. J. Horas invierno [2000] Fígaro Esp (CDH
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donde su espada no deje un rasgo de sangre, no imprimirá tampoco su pluma ni un carácter solo, ni una frase, ni una letra. - 1840 Bello, A. Leyendas J. J. Mora [1985] Crítica literaria Venezuela (CDH
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— "Lo que al alma aprisionada" / (le dice) "ofreceros toca, / los sostendrá con la espada, / con la pluma y con la boca; / buena fama bien ganada, / pecho firme como roca, / y honra pura como armiño: / vuestro esclavo —Pedro Niño". - 1840 Bello, A. Leyendas J. J. Mora [1985] 336 Crítica literaria Venezuela (CDH
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/ Las empinadas almenas / se rendían al amago / de su espada; y la fortuna / postró de la media-luna.
- 1844 Foz, B. Vida P. Saputo [1986] 150 Esp (CDH
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¿Qué hacéis con vuestros paseos nocturnos en la ermita, y con vuestros credos y salves? Aunque viniérades toda vuestra vida, cuanto más nueve noches, no enmendaríades la mala obra que le hicisteis ni le volveréis la honra que le habéis quitado, ni redimiríades la obligación que tenéis con ella. No vais bien, mozo, no vais bien; y el confesor que os ha impuesto esa penitencia es un ignorante que os lleva a la perdición con ese engaño que queréis hacer a Dios y habéis hecho al mundo y a la muchacha. Yo os lo digo y creedme: si queréis vivir en paz de vuestra alma, y no ser desgraciado en este mundo y condenado en el otro, cumplid primero la penitencia, ya que os la han impuesto, y después la palabra a aquella simple inocente moza. Demás que yo sé que ella os quiere, y con todo porque la engañaste, cada día pide a Dios que os castigue. ¡Y os castigará!... ¡Y ahora mismo! ¡Aquí mismo por mi mano!... si no os arrepentís inmediatamente y vais mañana a pedille perdón y ofrecelle vuestra mano. ¿Lo entendéis?... Dijo estas palabras con gran fuerza y severidad; y el mozo estaba ya tan bascoso, que al oírlas cayó en tierra de rodillas y dijo temblando y llorando: — Lo haré, señor ángel, lo haré; ¡no me matéis!, ¡no me matéis, por Dios! — ¡Sí que lo haré! — ¡Ay, Señor!, ¡dejadme ir a pedir perdón a la Virgen Santísima!... — Id en hora buena, dijo Pedro Saputo con la misma severidad; pero tened entendido que si no cumplís, si mañana mismo no vais a casa de la moza, y quedáis conforme, os quitaré la vida de repente con una espada invisible que traigo conmigo. Porque, * ¡villano! — ¡Señor, señor!, gritó el mozo medio muerto. — Andad, malaventurado; seguid vuestro camino, y mañana nos veremos aquí o en otra parte. Y diciendo esto le tomó del brazo y de una sacudida le levantó y echó camino adelante con tal furia, que al infeliz le pareció que el remate sería abrírsele la tierra a los pies y caer en el más profundo abismo del infierno. Anduvo diez o doce pasos cayendo y no cayendo y exclamando: — Virgen Santísima, ¡perdón!, ¡perdón!, y muriéndose de horror y de miedo de que de vuelo se le llevasen los demonios. La oscuridad los separó en tanto, y llegando el mozo a la puerta de la capilla hizo muchos actos de contrición y estuvo dos horas allí con la boca seca pidiendo misericordia a Dios y a María Santísima. - 1844 Foz, B. Vida P. Saputo [1986] Esp (CDH
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— Paréceme, señoras y madres mías, les dijo, que la oración de coro me ha acabado de convertir en hombre, no sólo porque lo soy ya perfecto en mi cuerpo, sino porque me siento unas fuerzas extraordinarias, y un gran deseo de manejar espadas y arcabuces, y de montar y correr caballos; y hasta el rostro se me ha mudado. Y diciendo esto braceaba y apretaba los puños, y ponía el semblante fuerte y levantado. Y aun para prueba, dijo, mirad y perdonad (y tomó a sor Mercedes y la jugó como a una muñeca, y luego a la priora, aunque más gruesa); y se admiraron las buenas monjas, y creyeron que efectivamente era ya hombre o lo iba a acabar de ser muy aprisa. La escena fue divertida, la risa grande, y después la admiración y el pasmo de aquellas dos benditas mujeres, sin poder resolverse del todo a creer lo que veían, ni tampoco dejar de creerlo. En conclusión acordaron no decir nada a la comunidad y dar ocho días de tiempo a Geminita para que se reconociese mejor y pudiera afirmar y ratificar lo que acababa de declararles. - 1844 Gil Carrasco, E. Señor Bembibre [1989] Esp (CDH
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Traía calzadas unas grandes espuelas de oro, espada de rica empuñadura y pendiente del cuello un cuerno de caza primorosamente embutido de plata, que resaltaba sobre su exquisita ropilla obscura, guarnecida de finas pieles. En una palabra, era uno de aquellos hombres que en todo descubren las altas prendas que los adornan, y que involuntariamente cautivan la atención y simpatía de quien los mira. - 1844 Gil Carrasco, E. Señor Bembibre [1989] 118 Esp (CDH
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¿Qué queréis? la desesperación me ha hecho acordar entonces de que era noble, de que penábais por mí, de que tenía una espada y de que con ella cortaría vuestras ligaduras. - 1844 Gmz Avellaneda, G. Espatolino [1981] Novelas Cuba (CDH
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pues cuando perdió la conquistadora espada que le abría su puertas, recibió las llaves de San Pedro. - 1844 Gmz Avellaneda, G. Espatolino [1981] Novelas Cuba (CDH
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La corona del rey, la tiara del pontífice, la espada del héroe, y este puñal que te horroriza en mi mano, todo es una misma cosa, Anunziata; no hay más que instrumentos de diferentes formas, destinados al mismo fin... armas para el combate perpetuo en que se agita la humanidad: armas para la lucha en que cada egoísmo se esfuerza por entronizarse. - 1847 Mitre, B. Soledad [1928] Argentina (CDH
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Levantaron la cabeza y vieron á un oficial seguido por un soldado que venia en direccion á ellos. El que venia adelante era un joven como de veinte y cuatro años. Su fisonomia tostada era grave y severa aunque llena de dulzura. Sus ojos grandes y negros le daban mucha expresion y su mirada parecia indicar un caracter entusiasta aunque modificado por los azares de la vida. Su pelo negro, el arco de ébano de su bigote, y las pobladas patillas que rodeaban su rostro acababan por imprimirle el sello de aquella belleza varonil que casi siempre es el distintivo de las almas bien templadas. Estaba sencillamente vestido con un uniforme azul de caballeria, unas largas botas granaderas, una gorra redonda con un galon de oro, su espada al costado y un pequeño poncho de seda verde forrado en paño de grana. - 1849 Fernán Caballero Gaviota [1997] Esp (CDH
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San Miguel lleva una en la punta de la espada y no parece sino que me la está presentando. * - 1849 Fernán Caballero Gaviota [1997] Esp (CDH
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Vestía chaqueta y pantalón de basto paño pardo, chaleco de piqué de colores moribundos, *adornado de algunos zurcidos, obras maestras en su género, faja de lana encarnada, como las gastan las gentes del campo, sombrero calañés de ala ancha, con una cucarda, que había sido encarnada y que el tiempo, el agua y el sol habían vuelto de color de zanahoria. *En los hombros de la chaqueta había dos estrechos galones de oro problemático, destinados a sujetar dos charreteras. Y una espada vieja, colgada de un cinturón ídem, completaba este conjunto medio militar y medio paisano.
- 1850 Coronado, C. Jarilla [2001] Esp (CDH
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— conducid al valle al buen Pacheco, y venid luego a recibir conmigo los rayos que caigan en las alturas para dar temple a las espadas que han de vencer al de Santiago. - 1850 Coronado, C. Jarilla [2001] Esp (CDH
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Las nubes habían bajado a la loma de la sierra, y envolvían a los nobles caballeros, haciendo brillar con sus relámpagos sus cascos, sus escudos, sus acicates y sus espadas como millares de centellas. Las torres del castillo oscuras y formidables, más crecidas al parecer con la espesa niebla, semejaban los poderosos agentes de las tempestades que bajaban del cielo a arrebatar los hombres. Hubiérase dicho que el vapor elevaba a aquellas gentes atrevidas para hundirles en las nubes y deshacerlas entre los rayos. - 1842-1851 Mesonero Romanos. R. Escenas matritenses [1993] Esp (CDH
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y considerando por otro lado que todos o gran parte de aquellos objetos podrían haber sido conquistados en buena guerra, me disponía ya a dirigirles una alocución romántica, cual si fuera espada del Cid o escudo de Carlo Magno. - 1842-1851 Mesonero Romanos. R. Escenas matritenses [1993] 157 Esp (CDH
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Los aplausos de un lado, las risas generales por otro, y más que todo, el aire triunfal de don Pedro, enfurecieron al sobrino don Tello, en términos que desapareciendo de su imaginación toda idea de ficción escénica, arremetió con don Pedro a bofetones; éste, viéndose bruscamente atacado, quiso tirar de su espada, pero por desgracia no tenía hoja y no pudo salir.
- 1853 Castelar, E. Lucano [1861] 124 Discursos Esp (CDH
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El tribuno era el representante de la revolución, el senador el representante de la resistencia, y esta lucha, que en la esfera política había sido fecunda en derechos y en progresos, al llegar á las entrañas de la sociedad, se planteaba de una manera triste, pavorosa; no habia remedio, estaba próxima la muerte de la República. La libertad podía haber concedido dignidad al pueblo; pero no habia matado su hambre. El pueblo romano habia de adorar al hombre que, aun á costa de la libertad política, resolviese el grande, el pavoroso, el inmenso problema social. Los plebeyos pedían participación en las herencias por los reyes legadas á Roma, y que los territorios conquistados no se acumularan sobre familias privilegiadas, y despues de muchas leyes, de infinitas proposiciones de los tribunos, se habia visto que la República no podía llenar estas tenaces aspiraciones del pueblo; y su alma, desbordada, iba rompiendo, como una gran inundación los valladares y diques fortísimos que la contenían y aprisionaban. Sila quiso esterminar á los plebeyos, pero mataba á los individuos, y de sus restos renacía con mas fuerza la idea social alimentada por torrentes de sangre. Mario perseguía á los patricios, y su espada destruía con sus golpes todas las columnas de la antigua República. En estas luchas crecía en influencia la clase de los caballeros, término medio entre patricios y plebeyos, y que ora volvía los ojos al pueblo, ora al patriciado, segun las varias oscilaciones de la fortuna. Esta clase estaba representada por Cicerón, que al mismo tiempo que pide en la oracion contra Verres que el derecho de juzgar no sea esclusivo del Senado, pide, oponiéndose á las proposiciones de Rulo, que la ley agraria sea condenada como el mas gran mal que puede sobrevenir á la República. - 1853 Castelar, E. Lucano [1861] Discursos Esp (CDH
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orador, porque la palabra era en los comicios y en el Senado lo que la espada en los campos; poeta y dado al amor y en el vestir galano, porque con todas estas cualidades se ganaba el corazón de las mujeres, y con el corazón de las mujeres la mitad de Roma; espléndido, disipado, vicioso, cargado de deudas, porque asi daba, pan y gladiadores al pueblo, cuyos vicios y virtudes personificaba; y á pesar de su proverbial afeminación y de su natural delicado, en las marchas andaba á pié cincuenta millas por dia; en los sitios era el primero que llegaba á la brecha, y en los combates parecia feroz leon de la Numidia. Este es el hombre; ¿y el guerrero? Como guerrero no tiene rival en el mundo antiguo. Pasea sus gloriosas enseñas por Grecia, destroza con sus hachas los bosques druídicos de las Gálias, penetra en la nebulosa Bretaña, pasma á los reyes de Egipto, se corona vencedor en Alejandría como si quisiera eclipsar con la lumbre de su gloria la gloria de Alejandro, arrastra su carro triunfal por el Asia; y su génio inquieto le lleva á disparar el rayo de la guerra en las orillas del Rhin, en las selvas de la Germania, como si presintiera que en su seno ocultaba el destino á los ejecutores de las grandes, sentencias divinas, á los futuros verdugos de su patria. ¿Y cómo político? Antes de su imperio, Roma pesaba sobre la tierra, y él preparaba la ciudad eterna á todas las gentes y á todos los pueblos. El Senado gobernaba al mundo como el señor al esclavo, y él señala asiento en aquel asilo de las tradiciones sagradas á senadores estranjeros, que van apoderándose del espíritu de Roma para convertirlo en espíritu del mundo. - 1854 Castelar, E. Disc Jurado [1861] 40 Discursos Esp (CDH
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y el pueblo, nuevo Viriato, empuñó su lanza, y turbó aquel dulce sueño, llevando á los conquistadores la muerte en la punta de su espada, ahuyentándolos con la sombra solo de sus banderas municipales, y quebrantando con heróico esfuerzo y con sin par constancia las oprobiosas cadenas de la madre patria. (Aplausos). - 1855 Castelar, E. Disc León Español [1861] 51 Discursos Esp (CDH
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■Leamos el artículo: «Nuestros adversarios, dice, se hacen de mil suertes distintas la oposición á si mismos». Este es, pues, un artículo de polémica entre dos periódicos. Decidme, con la mano puesta sobre el corazón; ¿es digno, es honroso que la justicia arroje su espada en la balanza de las controversias políticas?
- 1851-1855 Mármol, J. Amalia [2000] Argentina (CDH
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— Y de ese modo no acabaremos de tomar precauciones en toda la noche —contesta otro de ellos, al parecer el más joven de todos, y de cuya cintura pendía una larga espada, medio cubierta por los pliegues de una capa de paño azul que colgaba de sus hombros. - 1851-1855 Mármol, J. Amalia [2000] Argentina (CDH
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— Sea, yo saldré delante con Merlo, y el señor —dijo el joven de la espada a la cintura, señalando al que acababa de hacer la indicación. Y diciendo esto, tiró el pasador de la puerta, la abrió, se embozó en su capa, y atravesando a la vereda opuesta con los personajes que había determinado, enfiló la calle de Belgrano, con dirección al río. - 1856 Castelar, E. Discurso 20/05/1856 [1861] Discursos Esp (CDH
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Italia, que colgó de sus templos, como despojo de sus victorias, la cadena de todas las religiones desde Brahma hasta Jesús, y vió troncharse á sus plantas la espada de los galos, cuyos sacerdotes le tejieron una corona con la verde encina y el sagrado muérdago, y la verbena rociada de lágrimas de la luna; Italia, región de las grandes ciudades, de la inmortal Roma, de la orgullosa Milán, de la riente Nápoles, de esa hermosísima Venecia que cantó Byron, asentada en azul alfombra, llevando en su frente corona de algas y perlas, y á sus plantas amarrado el león, y en sus manos el áureo tridente que rigió los mares y avasalló los vientos; diosa de las aguas que se contempla en el Adriático ceñida de espumas como Citerea de su nacarada concha: Italia, corazon de la humanidad, que canta suspiros del cisne de Posaro, y llora lágrimas de Donnicetti y de Bellini; Italia, patria de los genios, que despertaron al mundo antiguo; de Colón, que creó en la tierra un nuevo hemisferio, de Galileo, que arrojó en los cielos nuevos astros; Italia, tranquilo puerto á donde han arribado todas las civilizaciones náufragas: templo en que han tenido un altar todas las grandes ideas, lámpara sagrada que ha guardado el fuego del alma del mundo, cuando parecía, próximo á estinguirse; Italia, perseguida, atormentada, escupida, no pierde su inspiración; y desde el fondo de su oscuro calabozo tiñe con los matices del iris los palacios de sus señores, y desde el potro de sus tormentos cincela estátuas, y del centro de la hoguera en que se abrasa, entona deleitosos cantares, porque las llamas no son poderosas a estinguir su voz; y cargada de cadenas, forcejea por levantarse á unirse á la cruzada de la idea democrática, que no será el dominio de un hombre sobre otro hombre, ni de un pueblo sobre otro pueblo, sino el reinado práctico de Dios en la tierra por medio de la razón y de la justicia. (Prolongados aplausos y repetidas aclamaciones). Pero direis: el deseo de la independencia de Italia, es un deseo de la democracia. No, señores, no; es un deseo humano.
- 1859 Castelar, E. Discurso 05/05/1859 [1861] 195 Discursos Esp (CDH
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necesitaria la lógica inflexible del señor Rodríguez, lógica de dos filos, que aniquila á los enemigos, y, levantándose sobre los abismos de la ciencia, los ilumina como una espada de fuego; necesitaria conocer las leyes de la filosofía y de la historia como el señor Suarez, que parece haber conversado con los sábios de todas las edades, segun la profundidad de sus pensamientos; necesitaria esa facultad que tiene el señor Moraita de hacer visibles, claras, palpables, las ideas mas abstractas; facultad propia de las inteligencias brillantes y límpidas; necesitaria conocer el desarrollo de la idea del derecho en el espíritu por medio de la historia; la idea del derecho, que es la mas alta y elevada de la ciencia moderna, como el señor Alzugaray, que ha consagrado á esa idea un talento sin sombras y una vida sin mancha; necesitaria ese inmenso, ese profundo espíritu del señor Canalejas, espíritu filosófico, que enlaza y sistematiza las ideas como la atracción enlaza los astros; y con todas estas cualidades, tan varias, tan brillantes y multiformes, que no puede reunir un solo hombre, que acaso no reúna toda una generación, pronunciaría un discurso que fuera como la centelleante corona de esta magnífica obra. (Aplausos). - 1859 Castelar, E. Discurso 05/05/1859 [1861] 221 Discursos Esp (CDH
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yo no veo el absolutismo desde Covadonga hasta Leon, porque lo que veo es un pueblo que busca un refugio en el universal naufragio, reyes levantados en el escudo de los soldados, esclavos recogiendo las rotas espadas de los godos, jueces que protegen bajo su manto las nacientes monarquías, condes que arrojan desde sus trotones de batalla claros fueros á sus pueblos; yo no veo el absolutismo desde Leon hasta Toledo, porque lo que veo es el nacimiento del municipio cristiano en 1020, fecha que todo buen español debe llevar aquí, en el pecho, la semilla de nuestro jurado, la transformación del Concilio en Córtes, la idea feudal penetrando por el Pirineo con Sancho de Navarra, y estendiéndose invasora como toda idea hija de su tiempo hasta los llanos de Castilla; no veo el absolutismo desde Toledo hasta las Navas porque lo que veo es nuestra legislación municipal florecer, nuestros Ayuntamientos robustecerse, nuestras Córtes reunirse al pié de Cuenca, nuestros ejércitos señoriales y feudales salvar la cristiandad en las Navas de Tolosa; yo no veo el absolutismo desde las Navas al Salado, porque lo que veo es la Universidad levantarse para educar en la libertad al estado llano, los jurisconsultos forjar la unidad de la justicia, los siervos de la Gleba dejar los eslabones de sus cadenas en los propios de los pueblos, el derecho romano surgir como un nuevo astro sobre el caos feudal de la Edad-Media; yo no veo el absolutismo desde el Salado hasta Granada, porque lo que veo es don Pedro el Cruel bañarse en sangre de la nobleza, la casa bastarda inaugurar una política señorial tambien bastarda; Juan I sellar nuestro movimiento político democrático, don Alvaro de Luna recoger del polvo la autoridad herida de los reyes, la monarquía enflaquecida é impotente en don Enrique IV, la gran revelación social concluida en la gran Isabel; yo no veo que fueran educados en el absolutismo aquellos soldados aragoneses que conquistaron á Nápoles y Sicilia y sostuvieron á Atenas y Constantinopla, porque aquellos soldados habían sido educados á la sombra del privilegio general; ni que fueran hechuras del absolutismo los descubridores de América, porque todos habian visto nuestras Córtes, habian respirado gozosos el viento de nuestras libertades. Criando veo las consecuencias del absolutismo es cuando veo nuestras escuadras anegadas en el mar, nuestros ejércitos rotos en los campos de batalla, la bandera morada de Castilla en el lodo, Lanuza en el cadalso, nuestras Córtes mudas, nuestros municipios destrozados, la amortizacion estendiéndose como una lepra por nuestros campos, el rey de dos mundos, el amo del Perú, convertido en un mendigo, yendo de puerta en puerta á pedir limosna; absolutismo estranjero, traido á este suelo por gente estraña, la misma que hoy atormenta á nuestra raza en Italia. (Profunda sensacion); absolutismo sostenido por familias estranjeras; absolutismo de que la nacion se limpió cuando fue dueña de sí misma en 1812, y que si mas tarde restauraron bayonetas estranjeras, fué para demostrar á todas las generaciones, para decir á todos los siglos siempre, que el absolutismo ha sido y será un eterno estranjero en nuestra patria. (Ruidosos y repetidos aplausos). - 1859 Castelar, E. Civilización [1861] Discursos Esp (CDH
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el arma que maneja Roma, su martillo, su espada, no hace más que reparar la tierra á la unidad de la especie humana, que traía el cristianismo; como el argumento, la dialéctica que Alejandría manejaba, no hizo mas que preparar la conciencia á recibir la unidad divina; de suerte que Roma y Alejandria, tan grandes, son como dos hermosas víctimas coronadas de flores, que la Providencia y el progreso presentan en el divino altar de Jesucristo. - 1860 Arenal, C. Visitador [1993] Esp (CDH
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Y luego, nosotros, cristianos, hemos divinizado el dolor, le adoramos en los altares, personificado en la bendita entre todas las mujeres, en la triste entre las tristes, en esa divina Madre que tiene una lágrima eternamente suspendida y un corazón atravesado por la espada del desconsuelo. - 1860 Gmz Avellaneda, G. Mujer [1981] Novelas Cuba (CDH
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Veremos a la disoluta Antonina, siempre pronta a lavar las manchas del tálamo nupcial con la sangre enemiga que sabe verter su espada en los campos de batalla, al lado de su esposo Belisario. Veremos a las matronas de Alba Real —en Hungría— defender heroicamente aquella plaza sitiada por los turcos, cuando ya los hombres desalentados trataban de rendirla. Veremos a Juana de Arco, de cuya maravillosa historia no necesito recordaros hechos. - c1860 Gmz Avellaneda, G. Cacique [1981] Novelas Cuba (CDH
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A la idea de que dos hombres igualmente enamorados de ella se habían encontrado en su jardín, preveía la incomparable capitana la consecuencia inmediata de semejante suceso, y se halló presa de tan terrible angustia e insoportable ansiedad, que —sin atender a las súplicas y reflexiones de su esclava— tornó desatentada al mismo paraje de que había huido, resuelta a interponer su hermoso pecho entre las espadas de D. Alonso y Don Diego. - c1860 Gmz Avellaneda, G. Cacique [1981] Novelas Cuba (CDH
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Oyólo Estrella, y echó a correr despavorida a refugiarse en su casa; en tanto que Don Alonso —tirando frenético de la espada— se precipitaba hacia la entrada del cenador, donde se encontró frente a frente con el joven cacique de Turmequé.
- 1861 Castelar, E. Carta segunda [1861] 410 Discursos Esp (CDH
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V. cree que el pensamiento, esencia del alma, como las plantas, solo puede nacer en ciertas regiones. Pues yo creo que el pensamiento es del espíritu, y el espiritu es universal, y está donde quiera que se levanta la humanidad. Si por no haber nacido en Alemania no podemos comprender la ciencia del Norte, V. no puede comprender la ciencia del Mediodía porque no se ha mecido su cuna bajo las ramas de los grandes árboles de la India; porque no ha pisado V. las arenas del desierto que rodean á Jerusalén; porque no ha oído el rumor de las ondas que besan las sandálias de mármol de Alejandría; porque no ha respirado el aire que baja del Hibla y del Himeto á acariciar á Grecia; porque no tiene ni un átomo de la tierra sagrada del Panteón y del Foro en su cuerpo, ni una gota de sangre latina en sus venas; porque no ha podido sentarse en la Sorbona á escuchar la voz de Abelardo y Santo Tomás; porque no ha oído como Marsilio Ficino el lamento de las almas de los platónicos, que vagaban por las orillas del Arno en los jardines de Florencia; porque no entiende las palabras perfumadas de mirto y de azahar que se exhalaban de los filigranados muros de las escuelas de Córdoba y Sevilla; porque no alcanza cómo todas nuestras ideas filosóficas se trasformaron en una revolucion y se resumieron en derechos, agitando el mundo, porque, hijo del Norte, descendiente de aquellas tribus que profanaron nuestros templos y destruyeron nuestras estátuas, y sepultaron en lodo y sangre á la reina de las naciones, lo único que de la vida histórica tiene en sí, es algun átomo de la gleba de los castillos feudales, algunas partículas del hierro de Arminio, de Alarico ó de Atila. ¿Le parece á V. lógico que V., por no ser indio, no pueda comprender á Capila, y por no ser griego á Platon, y por no ser africano á San Agustin, y por no ser francés á Descartes, y por no ser español á Luis Vives, y por no ser italiano á Vico? Pues eso es lo que V. sostiene en su carta. Y yo le digo que, cuando siento rebajar asi la capacidad intelectual de mi raza, me levanto como San Pablo, cuando le querían azotar, y esclamo con orgullo: civis romanus sum. Soy de esa raza que ha escrito en bronce el derecho de la humanidad, y ha dado la ley de la unidad á la ciencia, al arte, al mundo entero; soy de esa raza que ha tenido en sus manos la espada de los héroes y el cincel de los artistas; soy de esa raza que ha encarnado en el verbo de la realidad y de la vida todas las grandes ideas; soy de esa raza que ha derramado el agua del bautismo sobre la frente de los bárbaros; soy de esa raza que ha devuelto el Oriente á Europa, y ha descubierto el Nuevo Mundo, oculto como un secreto de Dios, en la soledad del Océano; soy de esa raza que ha quebrantado las cadenas de todos los esclavos; soy de esa raza que ha roto el cetro de los tiranos y ha escrito en el espacio la eterna ley de la libertad; soy de esa gran raza ciclópea que tiene en sí las ideas de toda la historia; soy de esa raza á la cual debeis artes, ciencias, política, religión, todas las grandes iniciaciones en el mundo de la hermosura y de la verdad. Pero dejémonos de razas, señor doctor, y recuerde cuán injustamente V. me ha provocado. La ciencia es incondicional, es absoluta. El pensamiento es humano y está sobre las condiciones del tiempo y del espacio. Delante de la ciencia, como delante de la religión, no hay griegos, ni romanos, ni bárbaros, sino hombres, y solo hombres. - 1861 Castelar, E. Discurso 13/05/1861 [1861] 236 Discursos Esp (CDH
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El señor Saavedra, valiente, soldado, hábil orador, profundo matemático, fiel reflejo de aquellos caballeros de los siglos décimo quinto y décimo sesto, que asi manejaban la pluma como la espada, ha puesto con gran acuerdo el fin del progreso en la armónica aplicacion de todas nuestras facultades á la vida. - 1861 Castelar, E. Discurso 13/05/1861 [1861] 255 Discursos Esp (CDH
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perdimos el temor que nuestros predecesores tuvieran á los cometas, y donde ellos vieron la espada de fuego pronta á espulsarlos del eden de la vida, vemos nosotros, ó una débil gasa de materia cósmica, ó la esperanza y el presentimiento de un nuevo mundo: adivinamos que mas allá del alcance de nuestra vista, de nuestros telescopios y de nuestras observaciones, acaso hierven nuevos planetas, renovándose todos los dias el milagro de la creacion; y lejos de caer abrumados con la idea de nuestra pequeñez bajo la inmensa pesadumbre de tanta grandeza, como la materia misma se espiritualiza en nuestras manos con el gas, la electricidad y el impalpable magnetismo, aunque perdidos en las ondas de orbes y de soles, prorrumpimos en himnos de triunfo, conociendo que la inmensidad y el cielo son tambien la patria de nuestro organismo, y que por habitante del gran cosmos, nuestro cuerpo tiene, como nuestro espíritu, lo infinito por sagrado y luminoso santuario. (Bien, bien). - 1861 Castelar, E. Disc inauguración [1861] 303 Discursos Esp (CDH
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Xenóphanes, el gran filósofo que separó por vez primera el espíritu de la naturaleza, es un soldado sin mas patrimonio que su lira y su espada; Sócrates, el justo Sócrates que dió conocimiento de sí misma á la conciencia, era hijo de un artista; Terencio, el mas gran poeta cómico de Roma, fué esclavo; Horacio, el mas gran lírico, liberto; y Virgilio, el mas gran épico, labrador, nacido en las cabañas, entre pastores, bajo los sauces, oyendo el mugir de los bueyes, el balar de las ovejas; los tres génios mas profundos de la literatura moderna, Shakespeare, Cervantes y Moliere, pobres eran tambien, pues Shakespeare fué palafrenero y no lord; Cervantes soldado y no rey, y Moliere un cómico, á quien negaba hasta la sepultura la barbárie de su gran siglo; pero ¿qué mucho? hasta el mismo Divino Mártir que os ha redimido, eterno modelo de perfección moral y religiosa que adorará mientras tenga conciencia el género humano, Jesucristo, nació en un establo, llamó padre á un artesano, vivió la vida del pobre, buscó por apóstoles pescadores, diseminó su doctrina entre el pueblo, cual si hubiera querido que así como su muerte redimió del error el alma, su vida redimiera del envilecimiento el trabajo. (Ruidosos y prolongados aplausos que interrumpen por algun tiempo al orador). - 1861 Castelar, E. Disc Ateneo [1861] 333 Discursos Esp (CDH
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cuando un emperador de este linaje, decía, ocupaba el trono, las guardias pretorianas, que conocían al emperador, que presenciaban sus deformes vicios, que sentían en si el núcleo de todo poder, que miraban pendientes de sus lanzas toda autoridad y toda justicia, recogían las riendas del Estado, jugaban con ellas al azar, destronaban al emperador, vendían la púrpura cesárea al que mas la pujaba, sacaban desde lo alto de los muros de la ciudad eterna, resguardo salvador en otro tiempo del derecho, á pública subasta el Imperio, lo vendían á un senador rico, y luego tornaban á destrozar con sus espadas sus mismas hechuras, como para enseñar eternamente á las generaciones, que esos poderes que se creen eternos, porque tienen solo en su abono la fuerza, son débiles cuando les falta la justicia, y haciéndose tiránicos, solo pueden engendrar en su maldita esterilidad la anarquía en el gobierno, la desolación en los pueblos. - 1864 Bécquer, G. A. Celda [1985] Esp (CDH
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Por ambos lados del camino, y saltando y cayendo con un murmullo apacible por entre las retorcidas raíces de los árboles, corren dos arroyos de agua cristalina y transparente, fría como la hoja de una espada y delgada como su filo. El terreno sobre el cual flotan las sombras de los chopos, salpicadas a trecho de manchas inquietas y luminosas, se halla salpicado de una hierba alta, espesa y finísima, entre la que nacen tantas margaritas blancas, que semejan a primera vista esa lluvia de flores con que alfombran el suelo los árboles frutales en los templados días de abril. En los ribazos y entre los zarzales y los juncos del arroyo crecen las violetas silvestres, que, aunque casi ocultas entre sus rastreras hojas, se anuncian a gran distancia con su intenso perfume; y por último, también cerca del agua, y formando como un segundo término, déjase ver, por entre los huecos que quedan de tronco a tronco, una doble fila de nogales corpulentos con sus copas redondas, compactas y oscuras. - 1864 Bécquer, G. A. Celda [1985] 130 Esp (CDH
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Dos guerreros inmóviles y vestidos de su fantástica y blanca armadura velarían día y noche de hinojos a sus costados, y mientras que mi estatua de alabastro riquísimo y transparente, con sus arreos de batallar, su espada sobre el pecho y un león a los pies, dormiría majestuosa sobre el túmulo [...]. - 1850-a1865 Bello, A. Literatura latina [1985] Crítica literaria Venezuela (CDH
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Un yelmo cubría muchas veces sus cabellos canos, tomaba la espada y el escudo, y corría con los habitantes a defender las puertas contra los ataques de los escuadrones bárbaros que inundaban la llanura, sedientos de sangre y pillaje. La poesía era todo su consuelo. Allí compuso sus Tristes y sus Pónticas, elegías admirables en que conserva todas las gracias de su estilo. Guardémonos de creerle, cuando nos dice que las desgracias habían extinguido su genio, y que, viviendo entre los tomitanos, raza mezclada que hablaba un griego corrompido, se había hecho sármata, y perdido la pureza de su idioma nativo. Todo agrada en aquellos melancólicos trenos; y si repite a menudo sus quejas, sus votos, los dolores de tantas pérdidas amargas, la expresión es siempre natural, ingenua, variada: el poeta habla la lengua todopoderosa del infortunio, de un infortunio sin medida, sin término, sin esperanza. - 1867 Tamayo Baus, M. Drama nuevo [1995] Esp (CDH
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(Dirígese hacia la derecha llevándose la mano a la espada. El blanco entre esta primera parte y la segunda ha de ser brevísimo, casi instantáneo.) - 1867 Tamayo Baus, M. Drama nuevo [1995] Esp (CDH
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/ ¡Y la suya primero! / (Toma dos espadas de una panoplia. - 1869 Altamirano, I. M. Clemencia [1959] México (CDH
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usted no es soldado de profesión, sino que ha tomado la espada para defender a su patria; - 1869 Altamirano, I. M. Clemencia [1959] México (CDH
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Pero no temas, no es mi espada la que él verá enfrente, sino mi látigo. - 1871 Facundo HChucho [1890] México (CDH
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quería pegarle con su espadita á un niño pobre; la madre del niño pobre estaba pidiendo limosna á Elena.
- 1871 Facundo HChucho [1890] México (CDH
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yo le cambiaré á mi hijo su espadita de fierro por una de cartón. - 1872 Hernández, J. Martín Fierro [1994] 71 Argentina (CDH
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* / Porque todo era jugarle / por los lomos con la espada, / y, aunque usté no hiciera nada, / lo mesmito que en Palermo* / le daban cada cepiada* / que lo dejaban enfermo. - 1872 Hernández, J. Martín Fierro [1994] 123 Argentina (CDH
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"* / Peló la espada y se vino / como a quererme ensartar, / pero yo sin tutubiar / le volví al punto a decir: / "—Cuidado no te vas a pér... tigo,* / poné cuarta* pa salir. - 1873 Pz Galdós, B. Trafalgar [1995] Esp (CDH
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»Rindióse el San Juan y cuando subieron a bordo los oficiales de las seis naves que lo habían destrozado, cada uno pretendía para sí el honor de recibir la espada del brigadier muerto. Todos decían: "Se ha rendido a mi navío", y por un instante disputaron reclamando el honor de la victoria para uno u otro de los buques a que pertenecían. Quisieron que el comandante accidental del San Juan decidiera la cuestión, diciendo a cuál de los navíos ingleses se había rendido, y aquél respondió: "A todos, que a uno solo jamás se hubiera rendido el San Juan. - 1874 Alarcón, P. A. Sombrero [1993] Esp (CDH
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Tenía cuarenta y ocho años, y llevaba sombrero de tres picos, mucho más pequeño que el de su señor (pues repetimos que el de éste era descomunal), capa negra como las medias y todo el traje, bastón sin borlas, y una especie de asador por espada. - 1874 Alarcón, P. A. Sombrero [1993] Esp (CDH
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— ¡Infames! —gritó el viejo, echando mano a la espada, y encontrándose sólo con el sitio o sea con la faja de molinero murciano. - 1845-1874 Sarmiento, D. F. Facundo [1993] Argentina (CDH
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Necesítase, empero, para desatar este nudo que no ha podido cortar la espada, estudiar prolijamente las vueltas y revueltas de los hilos que lo forman, y buscar en los antecedentes nacionales, en la fisonomía del suelo, en las costumbres y tradiciones populares los puntos en que están pegados. - 1845-1874 Sarmiento, D. F. Facundo [1993] Argentina (CDH
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Desde Chile nosotros nada podemos dar a los que perseveran en la lucha bajo todos los rigores de las privaciones y con la cuchilla exterminadora que, como la espada de Damocles, pende a todas horas sobre sus cabezas. ¡Nada! excepto ideas, excepto consuelos, excepto estímulos, arma ninguna nos es dado llevar a los combatientes, si no es la que la prensa libre de Chile suministra a todos los hombres libres. - 1874 Valera, J. Pepita Jiménez [1997] 209 Esp (CDH
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cita a un señor de la Vera, que fue con una embajada de los Reyes Católicos para Boabdil, y que en el patio de los Leones se enredó con los moros en disputas teológicas, y, apurado ya de razones, sacó la espada y arremetió contra ellos para acabar de convertirlos, y cita por último, al hidalgo vizcaíno don Íñigo de Loyola, el cual, en una controversia que tuvo con un moro sobre la pureza de María Santísima, harto ya de las impías y horrorosas blasfemias con que el moro le contradecía, se fue sobre él espada en mano, y si el moro no se salva por pies, le infunde el convencimiento en el alma por estilo tremendo. * Sobre el lance de san Ignacio contesto yo a mi padre que fue antes de que el santo se hiciera sacerdote, y sobre los otros ejemplos digo que no hay paridad. - 1862-1875 Blest Gana, A. Martín Rivas [1983] Chile (CDH
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Las tropas desfilan, por fin, en columna por la calle central de la Alameda, en medio de la concurrencia que deja libre el paso, y los oficiales que marchan delante de sus mitades, reparten saludos a derecha e izquierda con la espada, absorbiéndose a veces en esta ocupación hasta hacerse pisar los talones por la tropa que marcha tras ellos. - 1875 Palma, R. Tradiciones peruanas III [1967] Perú (CDH
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— Pues de buen grado no quieren ser nuestras las vicuñitas, hombres somos para conquistarlas con la punta de la espada. - 1875 Palma, R. Tradiciones peruanas III [1967] Perú (CDH
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El esclavo que trabajaba en el campo vivía perennemente amagado del látigo y el grillete, y el que lograba la buena suerte de residir en la ciudad tenía también, como otra espada de Damocles, suspendida sobre su cabeza la amenaza de que, al primer renuncio, se abrirían para él las puertas de hierro de un amasijo. - 1876 Gorriti, J. M. Pozo [2002] Argentina (CDH
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Recalando el rostro, la espada y el azul uniforme de los patriotas bajo el embozo de su capa de viaje, el joven se deslizaba a la sombra de los muros, con el rápido paso del que conoce su camino, deteniéndose tan sólo, para absorber en suspiros el ambiente perfumado de la noche. - 1879 León Mera, J. Cumandá [1998] Ecuador (CDH
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Las masas de follaje de que ésta se componía, bañadas de lleno por la luz, dilataban a su vez la sombra sobre otras masas que tenían detrás, y sólo por tal cual resquicio daban paso a algunos rayos solares que, como largas y relucientes espadas de cristal, penetraban hasta lo profundo de la espesura. Sorprendidas por ellos, las mariposas se despertaban en las hojas de las flores, y alegres y en fantástica danza batían las alas cubiertas de oro, diamantes y rubíes. Las pintadas avecillas gozaban, asimismo, de las delicias de la mañana, y se sacudían, arreglaban las plumas, o tendían el cuello para alcanzar la gota de rocío que temblaba en la hoja vecina, o cantaban sus amores en aquella hora en que la naturaleza es toda puro amor, y en aquel lenguaje que lo entiende sólo la Divinidad que lo ha enseñado. - 1879 Selgas Carrasco, J. Hechos [1889] 265 Esp (CDH
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la cruz es su espada; no lleva sobre su cabeza el esplendor de esas coronas que hoy vemos vacilar en las sienes de todos los reyes; su corona es la corona sencilla y perpetua del sacerdote. - 1882 Montalvo, J. Siete tratados, II [1882] 41 Ecuador (CDH
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ofreció al médico, su espada por testigo, que no tendria la menor cólera, ni saldria de sus quicios si le diesen cantaleta. En cuanto á la quietud material, el físico sabidor le dijo que el mover un brazo pudiera causarle la muerte. Vuelve Paraselso dos horas despues, y se da de hocicos con un soldado que huye despavorido. Entra de prisa al cuarto del moribundo: todo silencio; la cama, sarcófago vacío. Vuelve la vista á un lado y á otro: el señor general, tras una puerta, en camisa, cogido de su lanza. Sin tiempo para ganar el lecho cuando oyó al doctor, habia tomado iglesia en ese venerable humilladero. - 1839-1882 Villaverde, C. Cecilia Valdés [1992] 67 Cuba (CDH
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Allí no había más luz que la mortecina de una lamparita de aceite en una mesa, sobre la cual se veía un nicho o retablo de titiritero, donde se veneraba una figura de talla, con traje talar o de mujer, que miraba al cielo y tenía clavada en el pecho una espada cuya empuñadura parecía de plata. En el lado opuesto había un catre con colgaduras de seda ya ajadas, y a la cabecera una silla de cuero, que en el momento que entró allí seña Josefa la había desocupado una anciana negra, escuálida, imagen de la muerte, cuya cabeza blanca contrastaba con el ébano de su cuello largo y huesoso. Tenía en la mano derecha un rosario y varios escapularios al pecho sobre la camisa blanca; ciñéndola el talle de la falda de cañamazo una correa negra y larga a lo fraile Agustino. Estaba como embebida o rezando con gran fervor, y al tocarle en el hombro seña Josefa, alzó de repente la cabeza, la volvió hacia la puerta del aposento, vio en ella de pie al desconocido, hizo un movimiento de horror o de susto y desapareció por la puerta del fondo sin decir palabra. - 1839-1882 Villaverde, C. Cecilia Valdés [1992] Cuba (CDH
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No tocó ni se detuvo delante de la puerta, sino que empujó con suavidad la hoja de la derecha o macho, la cual estaba sujeta con una media bala de hierro en el suelo. Había sido de bermellón la pintura de dicha puerta, pero lavada por las lluvias, el sol y el tiempo, no le quedaban sino manchas rojas oscuras en torno de la cabeza de los clavos y en las molduras profundas de los tableros. La ventanilla, que era de espejo y alta, sólo tenía tres o cuatro balaústres, había perdido la pintura primitiva, quedándole un baño ligero de plomo. Por lo que toca al interior, su apariencia era más ruin, si cabe, que el exterior. Se componía de una salita, dividida por un biombo para formar una alcoba, cuya puerta daba precisamente hacia la de la calle, y otra a la derecha con salida al patio angosto y no más largo que el fondo de la casita. A la izquierda de la entrada y a la altura de una vara, había un hueco en la pared medianera, a modo de nicho, en cuyo fondo se veía una Madre Dolorosa de cuerpo entero, aunque muy reducido, con una espada de fuego que le atravesaba el pecho de parte a parte. Alumbraban día y noche tan peregrina pintura dos mariposas, es decir, dos hornillas con su pábilo correspondiente, flotando en tres partes de agua y una de aceite, dentro de vasos ordinarios de vidrio. Una guirnalda de todas flores artificiales y de pedazos de cartulina dorada y plateada, ajadas, descoloridas y polvorosas adornaban el retablo. Y en torno, por las paredes, en el biombo y detrás de las puertas y ventana, gran número de letreros, por ejemplo: ¡Ave María Purísima! ¡La Gracia de Dios sea en esta casa! ¡Viva Jesús! ¡Viva María! ¡Viva la Gracia y muera el Pecado! Con otros muchos por el estilo, que no hay para qué repetirlos. Las estampas, sin cuadro, pegadas a las paredes con obleas o engrudo, eran más numerosas que los letreros, todas de santos, impresas por el impresor Boloña en papel común y recogidas de manos de los demandantes de los conventos a cambio de limosnas, o compradas a la puerta de las iglesias en los días de fiestas. - 1839-1882 Villaverde, C. Cecilia Valdés [1992] Cuba (CDH
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— Allá par los Sitios ha habío la mar y la morene lotra noche. Tondá quiee prendré los mataores del bodeguer de la calle Manrico y la Estreya. Elle estaba en un mortorio. El gobernaó manda prendeslo. Dentra Tondá, elle solito con su espá, coge dos; Malanga, lo sijo de mi marío huye po patio y toavía anda escondío. Ese, ese, ma malo que toos. Conque pa que vea la caserite. No se pue un fiá de naide. Adiós, caserite! Mucha salú. - 1884 Cané, M. Juvenilia [1999] Uruguay (CDH
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No de otra manera dejaron los persas penetrar el espanto en sus corazones cuando vieron a Pallas Athenea flotar sobre el ejército griego, armada de la espada dórica, en el llano de Maratón. Vino rápido hacia mí... Luego me tomó del brazo y me condujo consigo. No intenté resistir, y echando a mis compañeros una mirada que significaba claramente: "¡Ya lo veis! ¡Los dioses nos son contrarios!", seguí con la cabeza baja a mi vencedor. Llegados a la sala del vicerrector, recibí nuevas pruebas de la pujanza de su brazo, y un cuarto de hora después me encontraba ignominiosamente expulsado con todos mis petates, es decir, con un pequeño baúl, del lado exterior de la puerta del colegio. Eran las ocho y media de la noche. Medité.
- 1884 Pz Galdós, B. Bringas [1994] Esp (CDH
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Vimos media docena de chicos que jugaban a los soldados con gorros de papel, espadas y fusiles de caña. Más allá, en un espacio ancho y alumbrado por enorme ventana con reja, las cuerdas de ropa puesta a secar nos obligaban a bajar la cabeza para seguir andando. En las paredes no faltaban muñecos pintados ni inscripciones indecorosas. No pocas puertas de las viviendas estaban abiertas, y por ellas veíamos cocinas con sus pucheros humeantes y los vasares orlados de cenefas de papel. Algunas mujeres lavaban ropa en grandes artesones; otras se estaban peinando fuera de las puertas, como si dijéramos, en medio de la calle. - 1884 Pz Galdós, B. Bringas [1994] 78 Esp (CDH
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No había día de cumpleaños de reyes o príncipes en que él no pescara una cruz o grado. Cuando ya no le podían dar nada superior, en orden de milicia, a los dos entorchados, me le agraciaron con el título de conde de Santa Bárbara (de una finca que tenía en Navarra), nombre que por tener cierto olorcillo de pólvora, cuadraba bien a su oficio, aunque se decía de él que nunca había olido más que la que gastamos en salvas. La fama de valiente que gozaba debió fundarse en que era muy bruto. En el desorden de nuestras ideas fácilmente convertimos en héroes a los que apenas saben escribir su nombre. Lo cierto es que don Pedro Minio, marqués de Santa Bárbara, era persona imponente en una parada, o pasando revista de inspección en los cuarteles, o dando militares gritos en las varias Direcciones que desempeñó. Salvo algunas escaramuzas sin importancia en que tomó parte durante la primera guerra civil, la historia militar de nuestro país no le dijo nunca: «Esta boca es mía» Pero pasará a la posteridad por los célebres dichos de la espada de Demóstenes, * la tela de Pentecostés * y el alma de Garibaldi, por aquello de ir a La Habana haciendo escala en Filipinas, con otras cosillas que, coleccionadas por sus subalternos, forman un delicioso centón de disparates. La Reina los sabía de corrido y los contaba con mucha sal. Pero no revolvamos las cenizas de esta nulidad, de quien la condesa decía, en el más escondido pliegue de la confianza, que era una bestia condecorada, y ocupémonos de su viuda. - 1884-1885 Clarín Regenta [1990] Esp (CDH
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honra habladora, así con la espada como con la discreta lengua. Quintanar manejaba el florete, la espada española, la daga. Esta afición le había venido de su pasión por el teatro. Cuando trabajaba como aficionado, había comprendido en los numerosos duelos que tuvo en escena la necesidad de la esgrima, y con tal calor lo tomó, y tal disposición natural tenía, que llegó a ser poco menos que un maestro. Por supuesto, no entraba en sus planes matar a nadie; era un espadachín lírico. Pero su mayor habilidad estaba en el manejo de la pistola; encendía un fósforo con una bala a veinticinco pasos, mataba un mosquito a treinta y se lucía con otros ejercicios por el estilo. - 1885 Martí, J. Lucía Jerez [1994] 116 Cuba (CDH
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No se le dijera entonces un abogado de estos tiempos, sino uno de aquellos trovadores que sabían tallarse, hartos ya de sus propias canciones, en el mango de su guzla, la empuñadura de una espada. El fervor de los cruzados encendía en aquellos breves instantes de heroica dicha su alma buena; y su deleite, que le inundaba de una luz parecida a la de los astros, era sólo comparable a la vasta amargura con que reconocía, a poco que en el mundo no encuentran auxilio, sino cuando convienen a algún interés que las vicia, las obras de pureza. Era de la raza selecta de los que no trabajan para el éxito, sino contra él. Nunca, en esos pequeños pueblos nuestros donde los hombres se encorvan tanto, ni a cambio de provechos ni de vanaglorias cedió Juan un ápice de lo que creía sagrado en sí, que era su juicio de hombre y su deber de no ponerlo con ligereza o por paga al servicio de ideas o personas injustas; sino que veía Juan su inteligencia como una investidura sacerdotal, que se ha de tener siempre de manera que no noten en ella la más pequeña mácula los feligreses; y se sentía Juan, allá en sus determinaciones de noble mozo, como un sacerdote de todos los hombres, que uno a uno tenía que ir dándoles perpetua cuenta, como si fuesen sus dueños, del buen uso de su investidura. - 1888 Acevedo Díaz, E. Ismael [1991] Uruguay (CDH
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la espada vencedora había cortado al casco la cimera, y, vuelta a la vaina sin deshonra, cedido a una política liberal la palabra para desarticular sin violencia los huesos al «esqueleto de un gigante». Bradford diluyó sobre los vencidos palabras misteriosas y proféticas: Montevideo vio brillar la primera en América latina una estrella luminosa, Southern star, que enseñaba el rumbo a la mirada inquieta del pueblo, para ocultarse bien pronto entre las densas nubes de la tormenta. - 1889 Rubén Darío Matuschka [1950] Cuentos Nicaragua (CDH
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No pierdas de vista al capitán, y atiende a su espada y a su grito. No huyas, pero tampoco quiero que te maten, Nicolasín, porque entonces yo moriría también. - 1890 Rubén Darío Betún [1950] Cuentos Nicaragua (CDH
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en la capotera, un pantalón rojo, una levita de militar, un, kepis con galones y una espada con su vaina brillante. El señor estaba de buen humor, porque se fué al lecho y dió un cariñoso golpecito en una cadera a la linda mujer. - 1890 Rubén Darío Betún [1950] Cuentos Nicaragua (CDH
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la dama y la espada. ¡La dama! ¡Sí! Él encontraba algo de sobrehumano en aquella hermosura que despedía aroma como una flor. En sus doce años, sabía ya ciertos asuntos que le habían referido varios pícaros compañeros. Aquella pubertad naciente sentía el primer formidable soplo del misterio. ¡Y la espada! Esa es la que llevan los militares al cinto. La hoja al sol es como un relámpago de acero. - 1892 Fdz Medina, B. Charamuscas [1892] Uruguay (CDH
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Á un lado del arco estaba el comisario, de pañuelo de golilla al cuello y espada al cinto, con tres hombres maduros que eran los jueces de la corrida; bien montados todos en caballos con ricos aperos. - 1893 Rubén Darío Sonrisa [1950] Cuentos Nicaragua (CDH
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El anciano imperial acaricia su barba argentina con su mano enguantada de acero, y mira a Rogerio, que, delicado y gentil como un San Jorge, se inclina, con la diestra en el puño de la espada, y con exquisita arrogancia cortesana. - 1893 Rubén Darío Cátedra [1950] Cuentos Nicaragua (CDH
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Yo hago mover a un mismo tiempo y por un mismo impulso la espada del César y la guillotina de la revolución. Y quemo y purifico la boca del poeta con las brasas que quedan de los tronos incendiados. - 1895 Lpz Bago, E. Separatista [1997] Esp (CDH
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Media docena, que manifestaban * por la espada más ardientes amores que por la mujer, o que amando se cansaban menos. Seis extravagantes. Y aun estos, al caer en guardia, bien a las claras dejaban ver no estar del todo exentos de pecado, haber sido infieles a esa castidad que pide el acero para la mayor firmeza de los músculos, para la seguridad en los a fondo, * para la agilidad y el vigor de las piernas, castidad que no siempre la juventud puede dar. A los primeros pases, en las contras * y dobles contras sobre todo, enervábanse las muñecas, exageraban el doigté * y el florete se les caía de las manos. En los golpes de tac-tac resultaban desarmes no buscados, solo con que el maestro, al contestar, empleara un poco de energía. - 1895 Lpz Bago, E. Separatista [1997] Esp (CDH
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Se citaban los nombres de los mejores tiradores, como los de grandes paladines que hubieran hecho por una santa causa, más servicios con la espada, o por lo menos más positivos que los que prestaban con la pluma o la palabra los hombres de talento sacerdotes de esa causa misma. Fulano, que había herido gravemente a cinco militares en sendos encuentros a sable y en uno a espada mató a un peninsular metiéndole en un engaño de contra un palmo de acero en el pecho. Zutano, gran tirador de pistola, que llevaba ya tres duelos a quince pasos. El herido en el último, un cubano también, pero afiliado al partido de la Unión Constitucional, * estaba todavía en la cama y los médicos desesperaban de su curación. ¡Ah! El combate personal, cuerpo a cuerpo, el desahogo de todas las iras, de todos los odios, ¡la venganza! El duelo para la paz, hasta tanto que volviese la ocasión de la guerra. Romper zapatillas sobre la plancha de la sala, alimentando la esperanza de ir algún día a la manigua. - a1896 Silva, J. A. Sobremesa [1996] Colombia (CDH
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Sobre el rojo de la pared, cubierta con opaco tapiz de lana, brillaban las cinceladuras de los puños y el acero terso de las hojas de dos espadas cruzadas en panoplia sobre una rodela, y destacándose del fondo oscuro del lienzo, limitado por el oro de un marco florentino, sonreía con expresión bonachona, la cabeza de un burgomaestre flamenco, copiada de Rembrandt. - 1898 Costa, J. Colectivismo agrario [1898] 220 Esp (CDH
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■Las vinculaciones habían sido combatidas desde su cuna y sin interrupción, con argumentos jurídicos y económicos incontrastables, por el obispo Santiago de Simancas, el licenciado Fernández Navarrete. López Bravo, Sancho de Moncada, el canónigo Castro, Campomanes, Jovellanos y otros; pero la espada tenía doble filo, y vino á suceder en esto lo mismo que en otra contienda sobre amortización y desamortización, que los mismos argumentos usados en las dos centurias precedentes por Pereyra, Autúnez, Angulano, Campomanes, etc.
- 1898 Ganivet, Á. Pío Cid [1983] Esp (CDH
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¿No ve su mercé que esa es un agua crúa que traspasa lo mesmo que una espá? Yo he metío na más que la mano, y se me ha quedao acorchá, que cuasi no la siento. - 1898 Rubén Darío Roma [1950] Cuentos Nicaragua (CDH
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La Venus maternal reproduce en la sangre romana sus llamas y sus rosas, alimentando los flancos victoriosos de donde brotarán ciudadanos innúmeros, hábiles en las artes de la paz, dueños del campo, robustos en las faenas agrícolas y gozosos en la existencia urbana, adoradores de la claridad y de la fuerza; Marte Vengador hace reverdecer los viejos laureles y crecer y vestirse de hojas fragantes los nuevos; castigará siempre las afrentas de la Patria, armará el brazo nacional y mantendrá el decoro y la dignidad Capitolina; y Apolo Palatino, no tan solamente el de Accio, ni aquél cuyo templo ostenta sobre la cuadriga de oro la figura del Sol, sino el Arquero eterno, el Numen que anima y animará por siglos de siglos la romana mente, encenderá el corazón romano, y hará que el verbo latino, la sangre latina, perpetúen su imperio, en una victoria inacabable. Yo sueño con una fiesta de Roma, repetida como los juegos seculares, a la cual concurrirán en lo porvenir todas las naciones del universo. Si un Dios ha de venir que se revele más grande que los dioses conocidos, hoy ocultos, o enfermos, o prófugos, él presidiría, encarnado en un sacerdote magno, los coros ofertorios y las pompas sagradas. Los ministros del culto nuevo darían gracias a la potestad divina por las victorias logradas, por la riqueza, por la conservación de la Salud popular y de la Belleza consagrada y respetada; por las espigas de los surcos y las rosas de los jardines, por los senos y vientres que dan al amor y a la patria culto y vástagos. Sería el reino apolíneo bajo la corona de Roma. Y las naciones agitarían palmas, celebrando la supremacía y la espada de oro de la conquistadora que daba la paz y la dicha. No en el templo de Apolo Palatino, sino en la plaza pública, resonaría el Carmen secular escrito por el primer poeta de la tierra, y cantado por un inmenso coro de hombres y mujeres poseedores de juventud y de hermosura. Se estremecería el corazón del orbe. Iría el canto bajo la azul cúpula celeste, sobre las colinas llevado por el viento propicio al mar. - 1899 Rodó, J. E. Rubén Darío [1956] 72 Uruguay (CDH
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y es el cisne del Norte el que canta entonces, dominando el estrépito del martillo formidable de Tor y las trompas que celebran la espada de Argantir. - 1900 Magón Chepe [1947] Cuentos Costa Rica (CDH
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Dicho esto y ya se fué saliendo don Chepe, sin sombrero, con la espada y un buen clavo. - 1900 Magón Episodios [1947] Cuentos Costa Rica (CDH
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En el campo se ha recogido un pedazo de espada con el nombre. «Barrios».
- 1901 Díaz Mirón, S. Canción [1947] Lascas México (CDH
)
/ Ven y place al que tiene la voz dorada, / y perennes ortigas y eternas rosas, / y en el talón espuela y al cinto espada. - 1901 Toro Gmz, M. NDiccEnciclLengCast (NTLLE)Espada, f. Arma blanca, con hoja de acero, recta, puntiaguda y cortante [...].
- 1902 Blasco Ibáñez, V. Cañas [1902] Esp (CDH
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tablas enormes con falanges de condenados todos rojos, como si acabasen de ser cocidos, y ángeles de plumaje de cotorras arreándolos con flamígeras espadas. - 1902 Díaz Rdz, M. Sangre Patricia [1925] Venezuela (CDH
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Á cada mandoble de su espada nacía una leyenda; y en la punta de sus armas, como en el centro de su genio, resplandecía la promesa de un Dorado enorme y prodigioso. - 1902 Díaz Rdz, M. Sangre Patricia [1925] Venezuela (CDH
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¿Ó bien el heroísmo, en vez de palpitar y moverse en la sangre de la acción, llegaría á fijarse en ese noble y tranquilo heroísmo de la palabra que hace una espada del verbo? En suma, ¿continuaría él, Tulio Arcos, la epopeya color de sangre de su abuelo de la Conquista y de sus demás abuelos libertadores, ó bien recogería, prolongándola, enriqueciéndola con su propia riqueza, la tradición de luz, de enseñanza y de bravura, personificada en el último de sus abuelos insignes? Tal vez las dos tradiciones llegarían en él á su fin más alto, confundidas en una sola unidad perfecta, como un perfecto fruto ambiguo que fuese á la vez rojo y blanco, acerbo y dulce. Ó tal vez, extinguida en una locura de actividad la fuerza de la raza, ésta no daría en él sino vanas flores. Bien podía ser, bien podía todo reducirse á una floración de sueños vanos. La historia de su familia, ¿no hacía muy probable esta hipótesis? Desde el origen, su familia había venido en hazañas múltiples despilfarrando su capacidad para la acción; y así como ésta disminuía, bien podía en grado igual, y de insensible modo, haber venido aumentando su capacidad para el sueño. - 1895-1902 Unamuno, M. Casticismo [1991] Esp (CDH
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Francisco Pizarro, en el momento de ir a pasar su Rubicón, traza con la espada una gran raya en tierra y dice: - 1902 Valle-Inclán, R. M. Sonata otoño [1996] Esp (CDH
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Concha estaba perdida en el laberinto, sentada al pie de la fuente y llorando sin consuelo. En esto se le apareció un Arcángel: No llevaba espada ni broquel: Era cándido y melancólico como un lirio: Concha comprendió que aquel adolescente no venía a pelear con Satanás. Le sonrió a través de las lágrimas y el Arcángel extendió sobre ella sus alas de luz y la guió...
- 1902 Valle-Inclán, R. M. Sonata otoño [1996] Esp (CDH
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Concha se levantó besando el rosario, cruzó el presbiterio santiguándose y llamó a sus hijas para rezar ante el sepulcro del guerrero, donde también estaba enterrado Don Miguel Bendaña. Aquel señor de Brandeso era el abuelo de Concha. Hallábase moribundo cuando mi madre me llevó por primera vez al Palacio. Don Miguel Bendaña había sido un caballero déspota y hospitalario, fiel a la tradición hidalga y campesina de todo su linaje. Enhiesto como un lanzón, pasó por el mundo sin sentarse en el festín de los plebeyos. ¡Hermosa y noble locura! A los ochenta años, cuando murió, aún tenía el alma soberbia, gallarda y bien templada, como los gavilanes de una espada antigua. Estuvo cinco días agonizando, sin querer confesarse. Mi madre aseguraba que no había visto nada semejante. Aquel hidalgo era hereje. Una noche, poco después de su muerte, oí contar en voz baja que Don Miguel Bendaña había matado a un criado suyo. - 1904 Blest Gana, A. Transplantados [1904] Chile (CDH
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Cucho y Antuco, naturalezas blandas, cerebros sin cultura, saturados de esa peculiar vanidad de los advenedizos de la riqueza, que sólo alcanza á expresarse en toda su extensión, componiendo del inglés la voz de snobismo, se sintieron anonadados ante ese estallido de indignación de sus ironísimas consortes. Sumisos, prometieron que no reincidirían. Pero la sumisión en uno y otro era distinta, así como la contrición y la atracción para los teólogos. Antonio Cuadrilla se sometía á la obediencia por amor á su mujer. En el fondo de su pecho rugía una amarga protesta contra esa ley de la elegancia mundana que obliga al marido á desentenderse de las ligerezas de su consorte, con tal que se mantenga en la esfera del buen tono. En su temor de los sarcásticos reproches de su Dolorcitas, de miedo á sus desdenes, el pobre mozo había llegado á soportar su martirio con semblante amable, como el gladiador antiguo que sabía encontrar una sonrisa al caer atravesado por la espada enemiga. - 1904 Blest Gana, A. Transplantados [1904] II, 403 Chile (CDH
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Los suizos, con el gran sombrero apuntado, arrogantes con sus galoneadas casacas de amplios faldones, ostentando sobre el pecho el ancho tahalí bordado, del que pendía la inofensiva espada, bajaron del coro y pasaron, solemnes, por la calle del medio, con sus largas alabardas al hombro. Los ojos de los concurrentes los seguían en su marcha hacia la gran puerta del templo, donde se formaba el séquito para la entrada solemne. Aquel principio de la ceremonia, impacientemente esperado, hacía correr una sensación visible de bienestar por la concurrencia. - 1905 Hnqz Ureña, P. Ensayo III [1905] 39 Ensayos críticos República Dominicana (CDH
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■Más tarde, Byrne, noblemente inspirado por los heroísmos de la revolución, abandonó sus deliciosas excentricidadespara abordar el género heroico. En mi sentir, y á pesar de algunos rasgos brillantes de Efigiesy Lira y Espada, esta no es su cuerda: y como que para cantar hazañas épicas quiso adoptar un estilo más ajustado á la tradición clásico-romántica, á poco Byrne abandonó totalmente el estilo modernista [...].
- 1905 Pardo Bazán, E. Quimera [1991] Esp (CDH
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La sola idea del peligro y del horrendo combate, la perspectiva del momento en que hundiré mi espada hasta el puño en el escamoso pecho de la Quimera, mientras sus garras de acero pugnarán por clavarse en mi cuerpo y resbalarán sobre la tersura de la coraza, ¡ah! estremece mi corazón de gozo y de locura, como a la virgen el abrazo del esposo. Casandra, Casandra mía, ¿de qué nos sirve haber sido concebidos en el vientre de nuestras madres y haber visto la luz de Apolo y gustado el tuétano y el añejo vino, si hemos de vivir en cobarde oscuridad? Antes morir joven, espiga segada verde aún, que envejecer en miserable inacción. Déjame ir a la Quimera. - 1905 Pardo Bazán, E. Quimera [1991] Esp (CDH
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(Belerofonte armado con coraza, espada y escudo, un pastor.) - 1905 Rubén Darío Cantos vida [1995] 352 Nicaragua (CDH
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Y la espada francesa, por él desenvainada, / Brilla bien en la tierra de la capa y la espada. / ¡Bienvenido, Cyrano de Bergerac! Castilla / Te da su idioma, y tu alma como tu espada brilla / Al sol que allá en tus tiempos no se ocultó en España. / - 1905 Rubén Darío Cantos vida [1995] 352 Nicaragua (CDH
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/ Y la espada francesa, por él desenvainada, / Brilla bien en la tierra de la capa y la espada. - 1905 Rubén Darío Cantos vida [1995] 352 Nicaragua (CDH
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/ Y la espada francesa, por él desenvainada, / Brilla bien en la tierra de la capa y la espada. - 1906 Chocano, J. S. Alma América [1906] 253 Perú (CDH
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LA ESPADA DEL VIRREY - 1906 Chocano, J. S. Alma América [1906] 15 Perú (CDH
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Llevó á ellas la pura / ilusión, la fe dulce, la divina locura, / todo cuanto es Ensueño, todo cuanto es Encanto, / todo cuanto es Idea; todo, sí, todo cuanto / puede dar á esas gentes nuestra más bella gala, / para que se defiendan del Puño con el Ala... / — Amiga: yo hacia España regreso, porque ahora / parece que hace en ella su insinuación la aurora / y le es precisa el alma de grandes decisiones: / espumas de corceles, melenas de leones, / radiantes armaduras, heráldicas proezas, / espadas que se cansen de cercenar cabezas; / todo un ardor de lucha, toda uña santa ira, / en cetro, crucifijo, tizona, yunque y lira. - 1906 Lugones, L. Caballos [1988] Cuentos Argentina (CDH
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el mar de sangre con que la inundara al caer atravesado por la espada de un servidor... - 1906 Rubén Darío Psiquia [1950] 286 Cuentos Nicaragua (CDH
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no es la fuerza, y así no me he conmovido ante el desfile de los conquistadores que han pasado cubiertos de hierro, con sus enormes hachas y espadas, semejantes por su fortaleza a los invisibles caballeros de los truenos; no es la ciencia, cuya última palabra he aprendido ¡oh padre! gracias a ti y a los genios que han venido a mis evocaciones; y así tampoco delante de los sabios y magos ha pronunciado mi lengua una sola palabra. ¡Oh extranjero! —exclamó con voz más alta y solemne—, el secreto cuya posesión será mi única dicha, tan solamente un hombre puede enseñármelo, un hombre de tu país, que en estos momentos pasa a muchas leguas de aquí, camino de la Galia, vestido con una áspera túnica, apoyado en un tosco bordón, ceñidos los riñones con una cuerda. Ruégote ¡oh enviado del verdadero Dios! vea yo mi felicidad, sabiendo el misterio que ansío conocer, y así seré la princesa más feliz de la tierra.
- 1907 Benavente, J. Intereses creados [1995] Esp (CDH
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¡Pues voto a..., que si alguien me descubre por tu hablar sin medida...! (Le amenaza y le pega con la espada.) - 1907 Benavente, J. Intereses creados [1995] Esp (CDH
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¡Válgame vuestra espada! - 1905-1907 Coloma, L. Jeromín [2003] Esp (CDH
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y sin pensarlo, que es como se hacen las hazañas, dejose caer en el corral con tremendo salto y arremetió contra los moriscos sin más armas que su espada, empujando a unos, derribando a otros, hiriendo a muchos, haciendo huir a todos, y cuando ya estuvo el campo despejado, lanzose en mitad de la hoguera tragando humo, revolviendo llamas, escarbando brasas hasta dar con la sagrada imagen. Hallola al fin medio carbonizada, y sacola triunfante por la puerta, alzada en alto, dando gritos de furor que pedían venganza, con la espada en la mano, chamuscado el cabello, abrasadas las ropas y ennegrecidas y ensangrentadas las manos y la cara. - 1907 Lillo, B. Sub Sole [2001] Chile (CDH
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En el fondo, guardadas por los ángeles con espadas de fuego, estaban las puertas del Purgatorio y del Paraíso y a espalda del arcángel veíase una concavidad negra por la que asomaba, apoyándose en sus garras y alas membranosas, la terrífica figura de Satanás. - 1907 Rubén Darío Canto errante [1977] 331 Nicaragua (CDH
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¡Gloria sobre el ejército que en lo futuro marche / con los ojos en ti como en sol sin ocaso! / ¡Gloria a ti, que a Catón y a Marco Aurelio hubiste / rimando versos que eran siempre de cosas puras, / pues las Gracias brindaron a tu espíritu, triste / de pensar, los diamantes de sus minas oscuras! / ¡Gloria a ti que en tu tierra, fragante como un nido, / rumorosa como una colmena y agitada / como un mar, ofrendaste, vencedor del olvido, / paladín y poeta, un lauro y una espada! / ¡Gloria a ti, pensativo de los grandes momentos / para traer el triunfo del instante oportuno, / o cuando hechos relámpagos iban tus pensamientos / vibrando en tus vibrantes arengas de tribuno! / ¡Ya tu imagen el útil del estatuario copia; / ya el porvenir te nimba con un eterno rayo; / las líricas victorias vierten su cornucopia, / la Fama el clarín alza que dora el sol de Mayo! / ¡Gloria a ti que, provecto como el destino plugo, / la ancianidad tuviste más límpida y más bella; / tu enorme catafalco fuera - 1905-1909 Echeverría, A. J. Concherías [1953] 98 Concherías Costa Rica (CDH
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En el me perdonás si te mato hay una mezcla de religiosidad y resolución, digna de los más clásicos tiempos de la capa y la espada. - 1889-1909 Echeverría, A. J. Poesías [1953] 273 Concherías Costa Rica (CDH
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/ Aquí para el caballero / el escudo es el derecho / aquí no hay otro pertrecho, / ni admitimos otra espada / que la piedad levantada / que haga palpitar el pecho. - 1906-1910 Barrett, R. Dolor paraguayo [1987] Paraguay (CDH
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¿O es que la violencia, con espada al cinto o no, es siempre mala? Me inclino a lo último. Si la guerra nos es aún necesaria, es que todavía estarnos malditos. La guerra en sí es odiosa y sobre todo la guerra moderna. No nos extrañemos de la facilidad con que el sable, en tiempo de paz, se convierte en látigo de Obolensky. Continúa la triste obra sangrienta a que está condenado. - 1906-1910 Barrett, R. Dolor paraguayo [1987] Paraguay (CDH
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De lengua al agraviado caballero / Ha de servir la espada y no la pluma? - 1910 Magón Propia [1947] Cuentos Costa Rica (CDH
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¡Y se rompió el cabello y cayó la espada...! - 1911 Rubén Darío Pascuas [1950] 304 Cuentos Nicaragua (CDH
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Un ejemplo será la aparición del cometa de 1557, que no duró sino un cuarto de hora, y que anunció sucesos terribles. Signos en el cielo, desgracias en la tierra. Mi abuelo habla de ese cometa que él vió en su infancia y que era enorme, de un color sangriento, que en su extremidad se tornaba del color del azafrán. Vea usted esta estampa que lo representa, y su explicación por Lycosthenes. Vea usted los prodigios que vieron sus ojos. Arriba hay un brazo armado de una colosal espada amenazante, tres estrellas brillan en la extremidad, pero la que está en la punta es la mayor y más resplandeciente. A los lados hay espadas y puñales, todo entre un círculo de nubes, y entre esas armas hay unas cuantas cabezas de hombres. Más tarde escribía sobre tales fantásticas maravillas Simon Goulard, refiriéndose al cometa: "Le regard d'icelle donna telle frayeur a plusieurs qu'aucuns en moururent; autres tombèrent malades". Y Petrus Greusserus, discípulo de Lichtenberg —el astrólogo— dice un autor, que, habiendo sometido el fenómeno terrible a las reglas de su arte, sacó las consecuencias naturales, y tales fueron los pronósticos, que los espíritus más juiciosos padecieron perturbación durante más de medio siglo. Si Lycosthenes señala los desastres de Hungría y de Roma, Simon Goulard habla de las terribles asolaciones de los turcos en tierra húngara, el hambre en Suabia, Lombardía y Venecia, la guerra en Suiza, el sitio de Viena de Austria, sequía en Inglaterra, desborde del océano en Holanda y Zelanda y un terremoto que duró ocho días en Portugal. Lycosthenes sabía muchas cosas maravillosas. - 1911 Rubén Darío Pascuas [1950] 304 Cuentos Nicaragua (CDH
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Signos en el cielo, desgracias en la tierra. Mi abuelo habla de ese cometa que él vió en su infancia y que era enorme, de un color sangriento, que en su extremidad se tornaba del color del azafrán. Vea usted esta estampa que lo representa, y su explicación por Lycosthenes. Vea usted los prodigios que vieron sus ojos. Arriba hay un brazo armado de una colosal espada amenazante, tres estrellas brillan en la extremidad, pero la que está en la punta es la mayor y más resplandeciente. A los lados hay espadas y puñales, todo entre un círculo de nubes, y entre esas armas hay unas cuantas cabezas de hombres. Más tarde escribía sobre tales fantásticas maravillas Simon Goulard, refiriéndose al cometa: "Le regard d'icelle donna telle frayeur a plusieurs qu'aucuns en moururent; autres tombèrent malades". Y Petrus Greusserus, discípulo de Lichtenberg —el astrólogo— dice un autor, que, habiendo sometido el fenómeno terrible a las reglas de su arte, sacó las consecuencias naturales, y tales fueron los pronósticos, que los espíritus más juiciosos padecieron perturbación durante más de medio siglo. Si Lycosthenes señala los desastres de Hungría y de Roma, Simon Goulard habla de las terribles asolaciones de los turcos en tierra húngara, el hambre en Suabia, Lombardía y Venecia, la guerra en Suiza, el sitio de Viena de Austria, sequía en Inglaterra, desborde del océano en Holanda y Zelanda y un terremoto que duró ocho días en Portugal. Lycosthenes sabía muchas cosas maravillosas. Los peregrinos que retornaban de Oriente contaban visiones celestes. - 1914 Cestero, T. M. Sangre [2003] República Dominicana (CDH
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Colocado en su trono, de modo que se moviera al menor contacto, lucía espada, cruces y medallas; cimera empenachada y adarga embrazada en la diestra. En la izquierda sostenía una calabaza o vasija llena de agua de tuna. Los jinetes contrarios, a escape, le pegaban con la siniestra, y el muñeco a su vez, aplicábales un lamparón bermejo. La victoria era de quien salía ileso del encuentro, y para él, la ofrenda de un lazo con ancha moña rizada que antes se ostentó en corpiño femenil, o palma que, las más de las veces, correspondió al triunfante Peroleño. - 1914 Ortega Gasset, J. Meditaciones Quijote [1990] Esp (CDH
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En aquellas magníficas guerras —nuestro mar conserva en sus reflejos innumerables el recuerdo de aquellas espadas refulgentes de lumínica sangre solar—, en aquellas magníficas guerras luchaban dos pueblos idénticos en todo lo esencial. Probablemente no hubiera variado mucho la faz de los siglos siguientes si la victoria se hubiera transferido de Roma a Cartago. Ambas estaban del alma helénica a la misma absoluta distancia. Su posición geográfica era equivalente y no se habrían desviado las grandes rutas del comercio. Sus propensiones espirituales eran también equivalentes: las mismas ideas habrían peregrinado por los mismos caminos mentales. En el fondo de nuestras entrañas mediterráneas podíamos sustituir a Scipión por Aníbal sin que nosotros notásemos la suplantación. - 1916 Arniches, C. Srta Trevélez [1993] Esp (CDH
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(Coge una espada.) - 1916 Jiménez, J. R. Platero [1987] Esp (CDH
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Dos fríos terribles se cruzaron en mi pecho cual dos espadas que se cruzaran como dos fémures bajo una calavera... Todo el pueblo está socavado de aljibes y galerías, Platero. El aljibe más grande es el del patio del Salto del Lobo, plaza de la ciudadela antigua del Castillo. El mejor es este de mi casa que, como ves, tiene el brocal esculpido en una pieza sola de mármol alabastrino. La galería de la Iglesia va hasta la viña de los Puntales y allí se abre al campo, junto al río. - 1916 Lynch, B. Caranchos [1984] Argentina (CDH
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Don Panchito tomaba una navaja, un bisturí, una cuchilla, una espada, un hacha, una hoz, una guadaña, cualquier instrumento, en fin, capaz de cortar, de hendir alguna cosa, y ya se le tenía abstraído para rato, y por más ocupado que estuviese, probando y reprobando aquel filo en el cutis de sus dedos, con un interés y una complacencia que resultaban curiosísimos. - 1918 Vallejo, C. Heraldos [1985] 26 Perú (CDH
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Cae el pomo roto / de una espada humanicida! / Y en el mómico valle de oro santo, / la brasa de sudor se apaga en llanto! / Queda un olor de tiempo abonado de versos, / para brotes de mármoles consagrados que hereden / la aurífera canción / de la alondra que se pudre en mi corazón! - 1919 Pellicer, C. A Bolívar [2002] Antología México (CDH
)
/ Desnuda sobre el cielo los rayos de tu espada / y úngenos con los ínclitos áloes de tu bondad. - 1919 Pellicer, C. A Bolívar [2002] Antología México (CDH
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/ Si una fuerza envidiosa desordenara el trazo / con que impusiste aquí los senderos al Sol, / cincela con tu espada y funde con tu brazo / (oh escultor desta América), el hondo corazón / de las Veinte Repúblicas atentas a tu abrazo / para mostrarle al mundo tu milagro de Amor.
- 1920 Carmen Lyra Cuentos Tía Panchita [2003] Costa Rica (CDH
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hoy mandaba al gigantón de San Cristóbal, mañana a San Luis rey, pasado mañana a San Miguel Arcángel con así espada: –Qué Uvieta, que manda a decir Nuestro Señor que dejés apearse a la Muerte del palo de uva, que si no vas a ver la que le va a pasar. - 1921 Miró, G. SDaniel [1988] Esp (CDH
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En seguida llamó al capitán pidiéndole promesa de enmendarse, y él se la dio jurándola por la cruz de su espada. Corrió el medianero a la cerería, donde tuvo un grave coloquio con sus dueños. Lloró la hija; resistieron los padres; porfió don Daniel. Vino el capitán y les fue ganando con su charla de aventurero. - 1921 Miró, G. SDaniel [1988] Esp (CDH
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Para cumplirlo, Roma impone a sus soldados una vida esforzada. Les obliga a marchas rápidas y penosas, a caminar veinticuatro millas en cinco horas soportando armas de doble peso y fardeles de equipaje que no han de menester. Con ellos saltan fosos, escalan setos y muros, bregan y hacen ejercicios de espada, de arco, de jabalina y pica, y después se bañan en el Tíber.
- 1921 Pz Ayala, R. Belarmino [1996] Esp (CDH
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un haz de luz * venía al soslayo a clavarse en ella, como una espada en la cabeza de un mártir.* - 1924 Pellicer, C. Oda [2002] 185 Antología México (CDH
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/ Loadas sean España y Portugal; / la espada del Cid y las brújulas de Colón / y de Vasco de Gama. - 1926 Andrenio (Eduardo Gómez de Barquero) De Gallardo a Unamuno [1926] 26 Esp (CDH
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Se alzaron contra Gallardo báculos, espadas, papeles y hasta el cascabel de la locura. Se publicaron pastorales en contra; se pronunciaron sermones; se imprimieron hojas de protesta; se discutió el asunto en las Cortes; se instruyó un proceso contra Gallardo, que fué reducido a prisión. En suma, aquel librito levantó gran polvareda. Abrió un litigio político en que se multiplicaron los incidentes, entre los cuales no faltó la nota cómica, representada por el cartel de desafío que dirigió a Gallardo el estrafalario sujeto antes aludido, Xaramillo, que ganó así una celebridad ridícula. El desenlace resultó favorable para Gallardo, pues fué el último que rió, ya que sólo se le amonestó ligeramente, quemándose por fórmula un corto número de ejemplares del Diccionario recogidos al principio del proceso. Los enemigos de Gallardo no salieron horros. - 1926 Arlt, R. Juguete rabioso [1993] Argentina (CDH
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Algunas veces en la noche, hay rostros de doncellas que hieren con espada de dulzura. Nos alejamos, y el alma nos queda entenebrecida y sola, como después de una fiesta. Realizaciones excepcionales... se fueron y no sabemos más de ellas, y sin embargo nos acompañaron una noche, teniendo la mirada fija en nuestros ojos inmóvil... y nosotros heridos con espadas de dulzura, pensamos cómo sería el amor de esas mujeres con esos semblantes que se adentraron en la carne. Congojosa sequedad del espíritu, peregrina voluptuosidad áspera y mandadora. - 1926 Arlt, R. Juguete rabioso [1993] 94 Argentina (CDH
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Realizaciones excepcionales... se fueron y no sabemos más de ellas, y sin embargo nos acompañaron una noche, teniendo la mirada fija en nuestros ojos inmóvil... y nosotros heridos con espadas de dulzura, pensamos cómo sería el amor de esas mujeres con esos semblantes que se adentraron en la carne. Congojosa sequedad del espíritu, peregrina voluptuosidad áspera y mandadora. - 1926 Maeztu, R. Quijote [1981] 23 Esp (CDH
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"Los religiosos —dice Don Quijote— con toda paz y sosiego piden al cielo el bien de la tierra; pero los soldados y caballeros ponemos en ejecución lo que ellos piden, defendiéndolo con el valor de nuestros brazos y filos de nuestras espadas, no debajo de cubierta, sino al cielo abierto, puestos por blanco de los insufribles rayos del sol en el verano y de los erizados hielos del invierno. Así que somos ministros de Dios en la tierra y brazos por los que se ejecuta en ella su justicia." No se trata únicamente, como vemos, de los libros de caballería, sino del ideal caballeresco, del impulso que empuja a los espíritus nobles a intentar la realización de empresas grandes, sin reparar en los peligros ni detenerse a calcular las propias fuerzas. Por acometer esta aventura Don Quijote, que después de haberse metido a caballero andante "es valiente, comedido, liberal, bien criado, generoso, cortés, atrevido, blando, paciente, sufridor de trabajos, de prisiones, de encantos", aunque monomaníaco, cae víctima del mozo de mulas que le apalea, de los molinos de viento que le ensartan en su giro, de los yangüesos que le maltratan, de los pastores que le apedrean, de los galeotes que le desarman, de la maritornes que le cuelga, de los cuadrilleros que le enjaulan, del cabrero que le golpea, y del Ama, y la sobrina, y el Cura, y el Barbero, y el Bachiller, y los Duques, que le burlan y escarnecen en todo el curso del libro, con crueldad que hace reír a los lectores niños y llorar a los hombres generosos, hasta que el pobre Don Quijote renuncia a su sueño, se recluye en su casa, reniega de la caballería andante, concibe el propósito de trocarse en pastor, cuando se encuentra vencido y humillado en Barcelona, y sólo gana la estimación de sus convecinos al recobrar el juicio, para morirse de melancolía. "En los nidos de antaño, no hay pájaros hogaño", dice poco antes de hacer su testamento. - 1926 Maeztu, R. Quijote [1981] 28 Esp (CDH
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"¡Fragílidad, tienes nombre de mujer!" En materia de idealistas sólo odiamos a los que, en vez de socorrernos con sus dádivas, levantan las espadas contra nuestra inquiedad, aunque éstos sean quizá los que realicen la mayor suma posible de bondad. - 1926 Pellicer, C. Variaciones [2002] 277 Antología México (CDH
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/ Y en la otra orilla levantó la Aurora / cetros, espadas, lámparas y cruces. - 1928 Carrasquilla, T. Marquesa Yolombó [1984] Colombia (CDH
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por eso se sacaba el señorío de una dama, como el valor de un caballero, por su espada. - 1929 Espina, A. Luna copas [1929] 129 Esp (CDH
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Y en la vertiginosa inmovilidad de su figura física (que ya no conservaba nada del puño deportista, ni del gesto superador, de antiguo brío norteamericano, sino el cándido pasmo vencido de la —de la que muere incluso por la espada de juguete de un fantoche, grosero y plebeyo, de bazar— sierva de un pequeño dios), un dorado crepúsculo de cintas, como serpentinas de colores, se la entró, algarabizando sus nervios, hasta ese punto de divina entrañación,. en el que el ser nuevo anuncia, gozoso. también, su animal advenimiento. - 1929 Espina, A. Luna copas [1929] 140 Esp (CDH
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■ ¡Son siete espadas las que lleva clavadas en su corazón! Su nueva religión tampoco la exime de ostentar en el pecho, teñida en sangre, la famosa panoplia. La panoplia de la Virgen. Mi pobre amiga se extingue en su clausura voluntaria. - 1929 Gallegos, R. Doña Bárbara [1997] Venezuela (CDH
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Además, portaba bajo el brazo izquierdo aquella espada con vaina de cuero que siempre llevaba consigo sin necesidad ni razón. - 1929 Parra. T. Memorias Mamá Blanca [1991] Venezuela (CDH
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La otra, por la tristeza inmensa que me da el saber que sobre las amadas cenizas, siempre triunfante, siempre terrible, cual un ángel de exterminio con una espada de fuego, guardando las puertas de todo lo amable, en lugar de la gracia, como castigo, nos ha quedado el énfasis. - 1931 Uslar Pietri, A. Lanzas [1993] Venezuela (CDH
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Cuando regresaron al campamento encontraron al coronel Días con la espada de puño de plata ceñida y las pistolas en la faja, paseándose de un extremo al otro, como un tigre enjaulado. Las manos a la espalda y la vista clavada en tierra. - 1932 Reyles, C. Gaucho Florido [1969] 150 Uruguay (CDH
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De un repente la puerta se abrió de par en par y aparesió de espada, esa espada que tiene pa' no sé qué en la cabesera de la cama. Sin duda creyó que era alguna pelea entre los peones. Y empesó a relampaguear la chusa. - 1933 Blanco Fombona, R. Camino Imperfección [1991] 255 Venezuela (CDH
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y según el testimonio de Lucas (XII, 36), aconseja a sus discípulos armarse de espadas. Su misión consiste en exaltar a los buenos para que merezcan la recompensa del Padre y, sin embargo, anuncia que Dios, indiferente a la virtud, hace lucir el sol para los buenos y para los malos. (San Mateo, V, 45). Desprecia el trabajo porque los lirios del campo no hilan y están vestidos de hermosura; ni los pajaritos del cielo se afanan y, con todo, se alimentan. Perdona a la adúltera, escarnece a los sacerdotes, desobedece las leyes, es un rebelde... y predica el amor, la humildad, la obediencia; asegura que los últimos serán los primeros y, siendo un Dios, muere como un hombre. Hermosa vida, hermosa teoría, no exentas de contradicciones. - 1933 Blanco Fombona, R. Camino Imperfección [1991] Venezuela (CDH
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El equilibrio se conserva por un cruce de espadas. Si alguna de estas espadas sale a guerra de conquista, en tierra de Europa, el equilibrio se rompe.
- 1933 Mtz Estrada, E. Radiografía Pampa [1991] Argentina (CDH
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Así perdió toda idea de medida, de orden, de tiempo. Lo enorme, lo inmensurable, lo eterno en lo presente, llenan la imaginación. Millares de leguas, centenares de miles de vacas. El Monarca repartía el continente en varios trozos: a Pizarro 270 leguas al sur del Río Santiago; a Almagro 200 leguas del país; a Mendoza 200 leguas desde la concesión de Almagro, a Alcazaba 200 leguas de las más cercanas a los límites de la gobernación encomendada a Mendoza. Azara calculó que habría en estos campos alrededor de cuarenta millones de cabezas de ganado. Los animales no necesitan tantos meses para la gestación, tantos para la cría; se multiplican como los números en la mente; el mineral no necesita extraerse con laboriosos métodos, porque está a flor de tierra, apilado, en barras, amonedado, hecho crucifijos y espadas. Lo ilusorio reemplazó a lo verdadero. La verdad, la tierra ilimitada y vacía, la soledad, eso no se advierte, pues forma como la carne y los huesos del que va andando: materia inadvertida en que bulle un sueño derramado por los bordes de lo que contiene la realidad, del horizonte para afuera. - 1934 Storni, A. Mundo [1990] 299 Argentina (CDH
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/ Alzad la espada / de lona, / clavadlo contra el firmamento, / y lanzaos al mar. - 1935 Gallegos, R. Canaima [1935] 153 Venezuela (CDH
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Era hermosa aquella criatura predilecta de la tierra y ante la soberana belleza el tajo de la espada flamígera se convertía todo en luz para hacerla resplandecer. Fue recia y larga la lucha y en ella se fatigaron los elementos. - 1935 Loynaz, D. M. Jardín [1992] Cuba (CDH
)
Confundidas en un rincón, yacían armas anticuadas, pistolas finamente fundidas en acero y plata, espadas que no se habían enmohecido, con empuñaduras de oro pálido, estoques damasquinados, dagas en cuyas vainas se embutían almendras de cristal, y otras muchas de formas desusadas; - 1935 Loynaz, D. M. Jardín [1992] Cuba (CDH
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será como su escudo de oro, como su espada de luz. - 1936 García Lorca, F. Bernarda Alba [1991] Esp (CDH
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Bernarda Con el ángel San Miguel / y su espada justiciera. - 1937 Palés Matos, L. Tuntún [1978] 181 Puerto Rico (CDH
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/ El mar infatigable, el mar rebelde / contra su sino de forzado eterno, / para tirar del rischa en que la Aurora / con rostro arrociblanco de luna japonesa / rueda en su sol naciente sobre el agua; / para llenar las odres de las nubes; / para tejer con su salobre vaho / el broderí intangible de las nieblas; / para lanzar sus peces voladores / como últimas palomas mensajeras / a los barcos en viaje sin retorno; / para tragarse —hindú maravilloso— / la espada de Vishnú de la centella, / y para ser el comodín orfebre / cuando los iris, picaflores mágicos, / tiemblan libando en su corola azul, / o cuando Dios, como por distraerse, / arrójale pedradas de aerolitos / que él devuelve a las playas convertidas / en estrellas de mar y caracolas. - 1940 Cabral, M. Compadre Mon [2003] República Dominicana (CDH
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/ Ya ves, palabra, ya ves, / herida tú, sin edad... / ¿Qué hará contigo el soldado? / ¿Qué harán los grillos? ¿Qué hará / en la punta de la espada / la eternidad? - 1940 Cabral, M. Compadre Mon [2003] República Dominicana (CDH
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■ En esta tierra en donde las miradas / se alimentan del árbol y la tarde, / no siempre son los ojos las espadas. / - 1941 Alegría, C. Mundo [1978] Perú (CDH
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Saben mucho los gobiernos. Ahí estaban los impuestos a la sal, a la coca, a los fósforos, a la chicha, a la chancaca, que no significaban nada para los ricos y sí mucho para los pobres. Ahí estaban los estancos. La ley de servicio militar no se aplicaba por parejo. Un batallón en marcha era un batallón de indios en marcha. De cuando en cuando, a la cabeza de las columnas, en el caballo de oficial y luciendo la relampagueante espada de mando, pasaban algunos hombres de la clase de los patrones. A ésos les pagaban. Así era la ley. Rosendo Maqui despreciaba la ley. ¿Cuál era la que favorecía al indio? La de instrucción primaria obligatoria no se cumplía. ¿Dónde estaba la escuela de la comunidad de Rumi? ¿Dónde estaban las de todas las haciendas vecinas? En el pueblo había una por fórmula. - 1941 Pellicer, C. Exágono [2002] Antología México (CDH
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/ Iluminó la acera el puño de su espada. - 1942 Baquero, G. Saúl [1995] 58 Cuba (CDH
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SAÚL SOBRE SU ESPADA - 1942 Baquero, G. Saúl [1995] 59 Cuba (CDH
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/ Compulsando los desconocidos ojos / Las desconocidas figuras de los yacientes que no son más / Separando con todo su cuerpo la borboteante marea de cuerpos / Hasta comenzar a adivinarles en el punto más alto del combate / Donde la batalla canta infernalmente su libertad de sangre / Viéndoles arder desde lejos en hogueras de un fuego inextinguible / adivinados como estatuas en la ternura del trigo / Los hijos enhiestos ayer torres de la más clara porcelana / Nubes ya, áspero polvo, vencidos, / Como vivas espadas o ríos inmortales como tres reyes / De un imperio comenzado en el mar empuñando la esfera / Reyes de toda tierra donde florezcan hombres de batalla / Como tres danzas o altares. - 1943 Fdz Flórez, W. Bosque animado [1997] Esp (CDH
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En los establos penumbrosos, los bueyes fumaban su propio aliento, y en el balcón techado del cura, el gato —con la cola pegada al costado izquierdo, como una espada—, sentado sobre su vientre, miraba con ojos de chino una hora y otra hora, entre los barrotes pintados de azul, cómo caían tubitos de cristal desde las tejas, adormecido en romanticismo. - 1924-1945 Mistral, G. Ternura [1996] Chile (CDH
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Caminando de Este a Oeste / con su arrastre de metales, / hacen la ronda de espadas / doce mil palmeras reales. - 1924-1945 Mistral, G. Ternura [1996] Chile (CDH
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Allega y no tengas miedo / de la piña con espadas... / Por vivir en el plantío / su madre la crió armada... / Suena el cuchillo cortando / la amazona degollada / que pierde todo el poder / en el manojo de dagas. - 1933-1946 Asturias, M. Á. Señor Presidente [2000] Guatemala (CDH
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¡No en el Callejón de Escuintilla, antaño sellado por la fama de cadetes que estrenaban sus espadas en carne de gendarmes malandrines, remozando historias de mosqueteros y caballerías! - 1933-1946 Asturias, M. Á. Señor Presidente [2000] Guatemala (CDH
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El descharchado general Canales avanzaba a la hora de una derrota que no conocería la historia, adelantándose al verdadero, al que se iba quedando atrás como fantoche en un baño de oro y azul, el tricornio sobre los ojos, la espada rota, los puños de fuera y en el pecho enmohecidas cruces y medallas. - 1946 Pellicer, C. Morelos [2002] Antología México (CDH
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Imaginad: / una espada / en medio de un jardín. - 1946 Pellicer, C. Morelos [2002] 220 Antología México (CDH
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/ ¡Ah! ¡Si yo pudiera arrojar mi corazón / y provocar una grieta en la montaña! / ¡Hablar en piedra y escribir en llamas! / La espada silenciosa que abrió el cerrado pecho: / ni un corazón que surja: todo estaba desierto.
- 1947 Yáñez, A. Filo Agua [1992] México (CDH
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Siguió haciendo calor. El cielo se comenzó a despejar y el crepúsculo fue maravilloso: el polvo se había hecho luz voladora y de las nubes emergían rayos como pintados. Principió la noche. Llegó el sueño a los niños. Asedió el cansancio a los mayores; el cansancio de la inútil espera durante días, durante las horas de este día en que previno el mundo sucesos que no llegan, fenómenos que no se ven, emociones que no se sienten. Dieron las doce de la noche y la catástrofe no se produjo, ni se vio, ni se sintió el más leve roce de la cauda, por muchos imaginada como lluvia de filosas espadas o de mínimas estrellas. Hubo quien dominó el sueño hasta el amanecer. - 1930-1948 Asturias, M. Á. Leyendas Guatemala [1977] Guatemala (CDH
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La calle se hunde como la hoja de una espada quebrada en el puño de la plaza. La plaza no es grande. La estrecha el marco de sus portales viejos, muy nobles y muy viejos. Las familias principales viven en ella y en las calles contiguas, tienen amistad con el obispo y el alcalde y no se relacionan con los artesanos, salvo el día del apóstol Santiago, cuando, por sabido se calla, las señoritas sirven el chocolate de los pobres en el Palacio Episcopal. - 1930-1948 Asturias, M. Á. Leyendas Guatemala [1977] Guatemala (CDH
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De improviso sintió caer sobre sus hombros la capa aventurera, la espada ceñida a su cintura, la bota a su pierna, la espuela a su talón, la pluma a su sombrero. - 1948 Gmz Serna, R. Automoribundia [1948] 809 Esp (CDH
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■ Para mí uno de los momentos épicos de mi vida fué una noche en que, a semejanza del trovador de las calles obscuras que descubre al caballero herido por la espada del destino, me encontré tirada en el suelo, en mi calle, una chimenea. - 1948 Gmz Serna, R. Automoribundia [1948] Esp (CDH
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Además, había un cuarto trastero que tenía artillería de oposición, con sus baúles de conquistador de Indias, con sus espadas, con el fajín morado del brigadier con dos borlas de acariciadores flecos. - 1948 Marechal, L. Adán Buenosayres [1999] Argentina (CDH
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Rompió al fin la cadena de aquellos brazos y levanto el cuaderno en el aire; pero Ruth se irguió sobre la punta de sus pies y trató de alcanzarlo, apoyándose toda en el pecho de Adán. ¿Qué hizo él entonces? Pasó el cuaderno por detrás de Ruth, y ella fue ahora la prisionera de su abrazo. ¡La hormiga de oro se resistió, justo es decirlo! Pero Adán la estrechaba más y más, y sus ojos se encontraron y se fundieron sus respiraciones. Y una gran seriedad se hizo en ellos de pronto. Y en el instante mismo en que una embriaguez compartida los acercaba sin remedio, se oyó en la trastienda un arrastrarse de zapatones, y entre las cortinas verdes apareció la temible cabeza de doña Sara. ¡El Cuco! Adán y Ruth se distanciaron rápidamente, como si entre ambos hubiera caído una espada de hielo, Adán para dirigir al Cuco un forzado "buenas tardes", Ruth para recoger las olvidadas monedas que su cliente había depositado en el mostrador. Más que contestar, doña Sara ladró al saludo torpe que Adán Buenosayres acababa de dirigirle: fue un ladrido que valía una invitación a retirarse con armas y banderas. Así lo entendió él, de modo tal que, sin despedirse, giró sobre sus talones y alcanzó la puerta de la tenducha en medio de un oprobioso silencio. - 1948 Marechal, L. Adán Buenosayres [1999] Argentina (CDH
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Con su español enrevesado que esgrimía como una espada rota, mister Chisholm trataba de responder a tantos enemigos; pero su voz no se oía bajo el peso de las muchas que lo acosaban. Franky se había dirigido al diván celeste, y, dejándose caer entre su hermana Ethel y Ruty Johansen, agitaba su cabeza pelirroja en un tremendo ataque de risa. - 1949 Pellicer, C. Fierro Malo [2002] 215 Antología México (CDH
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/ Las espadas europeas / las luces amenazaron. - 1950 Alonso, D. Poesía española [1993] Esp (CDH
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un monarca, un imperio y una espada. - 1950 Blanco, A. E. Giraluna [1973] I, 619 Venezuela (CDH
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/ Si el silencio fuera mío, / con un silencio que amara, / de esos que nunca se saben / hasta que hay cigarra, / te haría un mundo sin odios, / sin niños con caras pálidas, / sin mujeres con ojeras / y sin hombres con espadas; / y tendría mi silencio / guardadito en una caja, / y le pondría alcanfor / para que no lo picaran las cigarras. - 1950 Fdz-Flórez, D. Lola [1950] Esp (CDH
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Continuamos bajando y ya se nos echaba encima el brillo del río, que parecía una espada tirada en lo hondo. Lo atravesamos y comenzamos a subir fatigosamente las cuestas, pues el coche no carburaba. - 1950 Pablo Neruda Canto general [1981] 6 Chile (CDH
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/ útero verde, americana / sabana seminal, bodega espesa, / una rama nació como una isla, / una hoja fue forma de la espada, / una flor fue relámpago y medusa, / un racimo redondeó su resumen, / una raíz descendió a las tinieblas. - 1950 Pablo Neruda Canto general [1981] Chile (CDH
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/ Alguien que me esperó entre los violines / encontró un mundo como una torre enterrada / hundiendo su espiral más abajo de todas / las hojas de color de ronco azufre: / más abajo, en el oro de la geología, / como una espada envuelta en meteoros, / hundí la mano turbulenta y dulce / en lo más genital de lo terrestre. - 1949-1952 Borges, J. L. Aleph [1986] Argentina (CDH
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El sol de la mañana reverberó en la espada de bronce. Ya no quedaba ni un vestigio de sangre. - 1949-1952 Borges, J. L. Aleph [1986] Argentina (CDH
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El cobarde se prueba entre las espadas; * el misericordioso, el piadoso, busca el examen de las cárceles y del dolor ajeno. El nazismo, intrínsecamente, es un hecho moral, un despojarse del viejo nombre, que está viciado, para vestir el nuevo. En la batalla esa mutación es común, entre el clamor de los capitanes y el vocerío; no así en un torpe calabozo, donde nos tienta con antiguas ternuras la insidiosa piedad. No en vano escribo esa palabra; la piedad por el hombre superior es el último pecado de Zarathustra. Casi lo cometí (lo confieso) cuando nos remitieron de Breslau al insigne poeta David Jerusalem. - 1929-1952 Cuadra, P. A. Tierra prometida [1952] Nicaragua (CDH
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Otro mundo / que iba subiendo en estaciones / sin la espada violenta de la prisa, / lento y delicado como el alba y la rosa. - 1949-1953 Asturias, M. Á. Hombres maíz [1992] Guatemala (CDH
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El moro nos ha dado su alfanje con miel de abeja, el cristiano su espada con miel de Credo, y el turco se ha cortado las orejas para navegar en ellas y llegar por mares desconocidos a morir a Constantinopla. * - 1949-1953 Asturias, M. Á. Hombres maíz [1992] Guatemala (CDH
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San Miguel Acatán, le tardaba el andar, el alejarse, el irse, quedó a sus espaldas y a la cola del chucho, entre las agujas de los eucaliptos que jalan rayos y centellas, iguales a la espada del Arcángel que bajo su zapato de oro tiene aplastada la cabeza del Diablo; los mechones de los pinos fragantes, de buena trementina; y las manchas verdes de los demás árboles. - 1953 Carpentier, A. Pasos [1985] 71 Cuba (CDH
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Tuve como una fogarada de ira contra el estúpido oficio de fingimiento que siempre se interponía entre nuestras personas como la espada del ángel de las hagiografías; contra aquel drama que había dividido nuestra casa, arrojándome a la otra —aquella cuyas paredes se adornaban de figuraciones astrales—, donde mi deseo hallaba siempre un ánimo propicio al abrazo. ¡Y era por favorecer esa carrera en sus comienzos desafortunados, por ver feliz a la que entonces mucho amaba, que había torcido mi destino, buscando la seguridad material en el oficio que me tenía tan preso como lo estaba ella! Ahora, de espaldas a mí, Ruth me hablaba a través del espejo, mientras ensuciaba su inquieto rostro con los colores grasos del maquillaje: me explicaba que al terminarse la función, la compañía debía emprender, de inmediato, una gira a la otra costa del país y que por ello había traído sus maletas al teatro. Me preguntó distraídamente por la película presentada la víspera. Iba a contarle de su éxito, recordándole que el fin de ese trabajo significaba el comienzo de mis vacaciones, cuando tocaron a la puerta. Ruth se puso de pie, y me vi ante quien dejaba una vez de ser mi esposa para transformarse en protagonista; se prendió una rosa artificial en el talle y, con un leve gesto de excusa, se encaminó al escenario, cuyo telón a la italiana acababa de abrirse removiendo un aire oliente a polvo y a maderas viejas. - 1953 Carpentier, A. Pasos [1985] 106 Cuba (CDH
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Allí, en pleno sol, estaba la ciudad. El periodista que se había instalado a mi lado —pues Mouche dormía en toda la anchura del asiento de atrás—, me hablaba con una mezcla de sorna y cariño de aquella capital dispersa, sin estilo, anárquica en su topografía, cuyas primeras calles se dibujaban ya debajo de nosotros. Para seguir creciendo a lo largo del mar, sobre una angosta faja de arena delimitada por los cerros que servían de asiento a las fortificaciones construidas por orden de Felipe II, la población había tenido que librar una guerra de siglos a las marismas, la fiebre amarilla, los insectos y la inconmovilidad de peñones de roca negra que se alzaban, aquí y allá, inescalables, solitarios, pulidos, con algo de tiro de aerolito salido de una mano celestial. Esas moles inútiles, paradas entre los edificios, las torres de las iglesias modernas, las antenas, los campanarios antiguos, los cimborrios de comienzos del siglo, falseaban las realidades de la escala, estableciendo otra nueva, que no era del hombre, como si fueran edificaciones destinadas a un uso desconocido, obra de una civilización inimaginable, abismada en noches remotas. Durante centenares de años se había luchado contra raíces que levantaban los pisos y resquebrajaban las murallas: pero cuando un rico propietario se iba por unos meses a París, dejando la custodia de su residencia a servidumbres indolentes, las raíces aprovechaban el descuido de canciones y siestas para arquear el lomo en todas partes, acabando en veinte días con la mejor voluntad funcional de Le Corbusier. Habían arrojado las palmeras de los suburbios trazados por eminentes urbanistas, pero las palmeras resurgían en los patios de las casas coloniales, dando un columnal empaque de guardarrayas a las avenidas más céntricas —las primeras que trazaran, a punta de espada, en el sitio más aproximado, los fundadores de la primitiva villa. Dominando el hormigueo de las calles de Bolsas y periódicos, por sobre los mármoles de los Bancos, la riqueza de las Lonjas, la blancura de los edificios públicos, se alzaba bajo un sol en perenne canícula el mundo de las balanzas, caduceos, cruces, genios alabados, banderas, trompetas de la Fama, ruedas dentadas, martillos y victorias, con que se proclaman, en bronce y piedra, la abundancia y prosperidad de la urbe ejemplarmente legislada en sus textos. Pero cuando llegaban las lluvias de abril nunca eran suficientes los desagües, y se inundaban las plazas céntricas con tal desconcierto del tránsito, que los vehículos, conducidos a barrios desconocidos, derribaban estatuas, se extraviaban en callejones ciegos, estrellándose, a veces, en barrancas que no se mostraban a los forasteros ni a los visitantes ilustres, porque estaban habitadas por gente que se pasaban la vida a medio vestir, templando el guitarrico, aporreando el tambor y bebiendo ron en jarros de hojalata. La luz eléctrica penetraba en todas partes y la mecánica trepidaba bajo el techo de los goterones. Aquí las técnicas eran asimiladas con sorprendente facilidad, aceptándose como rutina cotidiana ciertos métodos que eran cautelosamente experimentados, todavía por los pueblos de vieja historia. El progreso se reflejaba en la lisura de los céspedes, en el fausto de las embajadas, en la multiplicidad de los panes y de los vinos, en el contento de los mercaderes, cuyos decanos habían alcanzado a conocer el terrible tiempo de los anofeles.
- 1953 Sender, R. J. Réquiem campesino [1995] Esp (CDH
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San Miguel con su brazo desnudo alzaba la espada sobre el dragón. En un rincón chisporroteaba una lámpara sobre el baptisterio. - 1955 Cortázar, J. Trad Memorias Adriano [1982] 152 Argentina (CDH
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El aire estaba pesado, la primavera ardía como en otras partes el verano. Por primera vez en la ascensión de una montaña me faltó el aliento; tuve que apoyarme un momento en el hombro del preferido. Una tormenta, prevista desde hacía rato por Hermógenes, entendido en meteorología, estalló a un centenar de pasos de la cumbre. Los sacerdotes salieron a recibirnos a la luz de los relámpagos; empapado hasta los huesos, el pequeño grupo se reunió junto al altar preparado para el sacrificio. En el momento de cumplirse, un rayo, estallando sobre nosotros, mató al mismo tiempo al victimario y a la víctima. Pasado el primer instante de horror, Hermógenes se inclinó con la curiosidad del médico sobre los fulminados; Chabrias y el sumo sacerdote lanzaban gritos de admiración: el hombre y el cervatillo sacrificados por aquella espada divina se unían a la eternidad de mi Genio: aquellas vidas sustituidas prolongaban la mía. Aferrado a mi brazo, Antínoo temblaba, no de terror como lo creí en ese momento, sino bajo la influencia de un pensamiento que comprendí más tarde. Espantado ante la idea de la decadencia, es decir de la vejez, había debido prometerse mucho tiempo atrás que moriría a la primera señal de declinación, y quizá antes. Hoy creo que esa promesa, que tantos nos hemos hecho sin cumplirla, remontaba en su caso a los primeros tiempos, a la época de Nicomedia y de nuestro encuentro al borde de la fuente. Ello explicaba su indolencia, su ardor en el placer, su tristeza, su total indiferencia a todo futuro. - 1955 Cortázar, J. Trad Memorias Adriano [1982] Argentina (CDH
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Arrancándome de las manos su espada, que yo tenía empuñada, huyó gritando. Lo encontraron en el fondo del parque; divagaba bajo las estrellas en su jerga bárbara. Calmaron lo mejor posible a aquella bestia espantada, y nadie volvió a hablar del incidente. Pero a la mañana siguiente advertí que Celer había sustituido sobre la mesa de trabajo situada junto a mi lecho, un estilo de metal por un cálamo de madera. - 1944-1956 Borges, J. L. Ficciones [1986] Argentina (CDH
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El modus operandi, sin embargo, merece recordación. El director de una de las cárceles del estado comunicó a los presos que en el antiguo lecho de un río había ciertos sepulcros y prometió la libertad a quienes trajeran un hallazgo importante. Durante los meses que precedieron a la excavación les mostraron láminas fotográficas de lo que iban a hallar. Ese primer intento probó que la esperanza y la avidez pueden inhibir; una semana de trabajo con la pala y el pico no logró exhumar otro hrön que una rueda herrumbrada de fecha posterior al experimento. Éste se mantuvo secreto y se repitió después en cuatro colegios. En tres fue casi total el fracaso; en el cuarto (cuyo director murió casualmente durante las primeras excavaciones) los discípulos exhumaron —o produjeron— una máscara de oro, una espada arcaica, dos o tres ánforas de barro y el verdinoso y mutilado torso de un rey con una inscripción en el pecho que no se ha logrado aún descifrar. Así se descubrió la improcedencia de testigos que conocieran la naturaleza experimental de la busca... Las investigaciones en masa producen objetos contradictorios; ahora se prefiere los trabajos individuales y casi improvisados. La metódica elaboración de hrönir (dice el Onceno Tomo) ha prestado servicios prodigiosos a los arqueólogos. Ha permitido interrogar y hasta modificar el pasado, que ahora no es menos plástico y menos dócil que el porvenir. Hecho curioso: los hrönir de segundo y de tercer grado —los hrönir derivados de otro hrön, los hrönir derivados del hrön de un hrön— exageran las aberraciones del inicial; los de quinto son casi uniformes; los de noveno se confunden con los de segundo; en los de undécimo hay una pureza de líneas que los originales no tienen. El proceso es periódico: el hrön de duodécimo grado ya empieza a decaer. - 1944-1956 Borges, J. L. Ficciones [1986] Argentina (CDH
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Así combatieron los héroes, tranquilo el admirable corazón, violenta la espada, resignados a matar y a morir. - 1957 Cunqueiro, Á. Merlín [1969] Esp (CDH
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— Son gente de Iglesia, que no gastan espada. - 1957 Cunqueiro, Á. Merlín [1969] Esp (CDH
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— Yo ya sabía que ustedes eran gente de Iglesia— le dije cuando remató de beber, añadiendo que una criada mayor que teníamos en la casa se lo conoció porque no traían espada. - 1957 Cunqueiro, Á. Merlín [1969] Esp (CDH
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Enrojeció el enano y perdió toda arrogancia, y aun medio se escondió tras mi amo, y los que estaban sentados en el arca al oír aquel dato se pusieron de pie y echaron mano de las espaditas que traían al cinto, pero el príncipe don París con mucha autoridad los sosegó diciendo: - 1958 Carpentier, A. Guerra [1970] Cuba (CDH
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—¡El Camino de Santiago!—gimió el soldado, cayendo de rodillas ante su espada, clavada en el tablado del piso, cuya empuñadura dibujaba el signo de la cruz. - 1958 Carpentier, A. Guerra [1970] Cuba (CDH
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Lo poco que gana tocando el atambor cuando hay arco a la vista, encabezando alguna procesión, o tratando de concertar a las zambas que tocan maracas en los Oficios de Calenda, se lo gasta en el bodegón de un allegado del Gobernador, próximo la Casa del Pan, que suele recibir, de tarde en tarde, barricas del peor morapio. Pero aquí no puede hablarse de vino de Ciudad Real, ni de Ribadavia, ni de Cazalla. El que le baja por el gaznate, esmerilándole la lengua, es malo, agrio, y caro por añadidura, como todo lo que de esta isla se trae. Se le pudren las ropas, se le enmohecen las armas, le salen hongos a los documentos, y cuando alguna corroña es tirada en medio de la calle, unos buitres negros, de cráneo pelado, le destrenzan las tripas como cintas de Cruz de Mayo. Quien cae al agua de la bahía es devorado por un pez gigante, ballena de Jonás, con la boca entre el cuello y la panza, que allí llaman tiburón. Hay arañas del tamaño de la rodela de una espada, culebras de ocho palmos, escorpiones, plagas sin cuento. En fin, que cuando tintazo avinagrado se le sube a la cabeza, Juan de Amberes maldice al hideputa de indiano que le hiciera embarcar para esta tierra roñosa, cuyo escaso oro se ha ido, hace años, en las uñas de unos pocos. De tanto lamentar su miseria en un calor le tiene el cuerpo ardido y la piel como espolvoreada de arena roja, se le inflaman los hipocondrios, se le torna pendenciero el ánimo, a semejanza de los vecinos de la villa, cocinados en su maldad, y una noche de tinto mal subido, arremete contra Jácome de Castellón, el genovés, por fullerías de dados, y le larga una cuchillada que lo tumba, bañado en sangre, sobre las ollas de una mondonguera. Creyéndolo muerto, asustado por la gritería de las negras que salen de sus cuartos abrochándose las faldas, toma Juan un caballo que encuentra arrendado a una reja de madera, y sale de la ciudad a todo galope, por el camino del astillero, huyendo hacia donde se divisan, en días claros, las formas azules de lomas cubiertas de palmeras. Más alla debe haber monte cerrado, donde ocultarse de la justicia del Gobernador. - 1958 Fuentes, C. Región [1968] 402 México (CDH
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y sólo el hermano juzgando con la espada, juzgando en nombre de las palabras no dichas y el silencio estruendoso de la madre y la hermana, compensando sus juicios mudos con la sangre y el hierro y todos los muertos que lo eran en juicio de la madre inválida y la hermana virgen —así era su casa cuando Mercedes llegó de Morelia, a los trece años, vestida de calicó y con el pelo castaño hecho en dos trenzas que le caían hasta el talle y con las puntas de los senos irritadas y nuevas, y con dolores de vientre que quería comunicarle con la vista a su madre y a su hermana y que ninguna de las dos entendía o le explicaba, porque la madre ya había olvidado eso y la hermana lo escondía entre los trapos negros de su vergüenza. - 1959 Arreola, J. J. Bestiario [1972] México (CDH
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En vez de echar mano a la espada, el hijodalgo guardó las distancias y desfizo el entuerto de una manera ingeniosa. Se colocó frente al dragón, es cierto, pero de modo que la dama quedara de por medio, equidistante. Y cuando ella iba a dar el paso decisivo hacia la bestia mitológica, ayudado por un grupo de sacripantes, el doncel arrastró a la indecisa hasta el nido de murciélagos donde cobró inmediatamente el precio de su fama, como suelen hacer tales héroes (exceptuando a San Jorge, aunque ya vimos que su aventura es apócrifa). - 1959 Arreola, J. J. Bestiario [1972] México (CDH
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Y entre ellos el poeta Lucilio, que paseó aquí con aires de conquistador, y que volvió a Roma maltrecho y abatido, caídas la espada y la lira, boto ya el fino dardo de su epigrama. - 1960 Pellicer, C. Cien líneas [2002] 231 Antología México (CDH
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/ ¿Por qué hay todavía en mi América / tantos vendepatrias? ¿Somoza, Trujillo? / ¿Y tantos que no tienen nombre resonante? / ¿Por qué en lugar de tantas liras / no tenemos más espadas / para acabar con todo lo que hay en nosotros mismos / de cómplices de la miseria y de asesinos de la esperanza? / ¿Por qué el que canta / mejor no habla? / ¿por qué tener escondidas las palabras / como si viviéramos solamente de noche / y pasáramos el día en la cama / acariciando un hermoso cuerpo / y devorando ésta y aquella otra manzana? / la hiel goteaba sobre el reló cada vez más negro / y en su viaje la soledad lícitamente se poblaba. - 1960 Usigli, R. Corona fuego [1966] 778 México (CDH
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/ Lo seguiremos hasta donde va / porque está ungido por la Majestad / de nuestro señor Carlos de Castilla, / porque en su espada toda España brilla, / porque nos da la gloria para la eternidad. - 1960 Usigli, R. Corona fuego [1966] México (CDH
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/ Diles tú cuántas veces no los salvó mi lengua / del español que, como su espada, es impaciente, / y cuántas les serví de escudo y de defensa / porque la misma sangre nos liga y nos enciende. - 1961 Caro Baroja, J. Brujas [1966] Esp (CDH
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III) La de los que invocan siempre a demonios trazando figuras mágicas, colocando a un niño en medio de círculos, sirviéndose de una espada, un espejo, etc. El inquisidor, sin embargo, advierte algo que es digno de tenerse en cuenta para formular teorías generales de la Magia. Si se pide al Demonio cosas que le son propias, como el que tiente a una mujer con pensamientos lujuriosos y en la operación se sirve del modo imperativo diciéndosele «te mando», «te ordeno», «te exijo», la herejía no se halla bien marcada. - 1961 Caro Baroja, J. Brujas [1966] Esp (CDH
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La familiaridad de los sacerdotes con las sacristanas y las feligresas, su afición al baile, el juego de pelota, sus hábitos militares cuando iban a las fiestas de los pueblos vecinos con espada y lanza corta, parecen a De Lancre escandalosos. * Al principio no osó sentar mano sobre aquella clase respetada. Pero, al fin, le dio pie a ello un pobre viejo, chiflado sin duda, sacerdote de Azcain, apellidado Arguibel. * - 1961 Martín-Santos, L. Tiempo silencio [1996] 118 Esp (CDH
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El suicida del viaducto, juntito a donde debiera estar la catedral y sólo luce el esplendor de la Casa. Viaducto para borrachos cogidos en una trampa. Yo también, puesto en celo, calentado pródigamente como las ratonas del Muecas, acariciado de putas, mimado de viejas, robado de animales de experiencia, pensando en cánceres experimentales pero amigo de literatos, viviendo en pensión modesta pero bebiendo las noches de los sábados, pendiente de una bolsita en el cuello recalentador de la ciudad, hasta que caiga sobre mí la orden del presidente y me coloque frente a mis obligaciones ineludibles y —como hombre de honor inspirado para la defensa de la familia y del status actualis situationis— consiga que todo permanezca en los mejores parabienes y regulaciones instituidas, para bien del hombre y de los pueblos, desde la lejana noche de la edad media cuando ellos con su sable levantado consiguieron dar forma a expensas de la morisma de los campos de Toledo y de las zonas bajas donde había empezado a trabajar las huertas, a la nueva nación, pueblo elegido, ciudad aséptica, sin huerta, donde el hombre se alimenta de espíritu y aire puro por los siglos de los siglos. Amén. Más agua, más para borrar la huella de la boca. Agua traída desde la lejana sierra con largos canales que han pagado los hombres que sudan a lo lejos , para que —llegada— tan pura no desentone del pneuma local y no impida querer mandar, que no convierta las cabezas en esponjas, sino que los varones que respiran continúen siempre clarividentes, siempre con la capacitada espada en alto, dirigiendo, dando forma a la inerte corpulencia venosa de los lejanos virreinatos. Agua que no bañe, agua sólo para beber, agua que no envuelva como una niebla o una nube próxima, sino que se introduzca por los poros finos del cuerpo, que desopile pero no empape, que no hinche, que no engorde la piel, que no embastezca el perfil duro, casi córneo del imperio de secano. - 1961 Sábato, E. Héroes [1986] Argentina (CDH
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Como si su madrecama, pérfida y reptante, lograra salvar los grandes fosos que él desesperadamente cavaba cada día para defender su torre, y ella como víbora implacable, volviese cada noche a aparecer en la torre como fétido fantasma, donde él se defendía con su espada filosa y limpia. ¿Y qué pasaba, Dios mío, con Alejandra? ¿Qué ambiguo sentimiento confundía ahora todas sus defensas? La carne se le aparecía de pronto como espíritu, y su amor por ella, se convertía en carne, en caliente deseo de su piel y de su húmeda y oscura gruta de dragón-princesa. Pero, Dios, Dios, ¿y por qué ella parecía defender esa gruta con llameantes vientos y gritos furiosos de dragón herido? «No debo pensar», se dijo, apretándose las sienes, y trató de permanecer como si retuviera la respiración de su cabeza. Trató de que el tumulto se detuviera. Quedó tenso y vacío por un fugitivo segundo. Y luego, ya limpio por un instante siquiera, pensó con dolorosa lucidez pero con marcos molina, allá en la playa, no fue así, pues ella lo quiso o lo deseó y lo besó furiosamente, de modo que era a él, a Martín, a quien rechazaba.
- 1962 Carpentier, A. Siglo luces [1979] 25 Cuba (CDH
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Al fondo, había un armario de sacristía, cuya madera llamó la atención de Monsieur Jiug por el esplendor de sus nervaduras: "Sólido...Hermoso". Para que la solidez pudiera palparse, Sofía abrió el mueble, mostrando el grosor del batiente. Pero ahora estaba más interesado el forastero por los trajes viejos que colgaban de una varilla metálica: ropas que habían pertenecido a miembros de la familia materna, edificadora de la casa; al académico, al prelado, al alférez de navío, al magistrado; vestidos de abuelas, rasos desteñidos, levitas austeras, encajes de baile, muselinas verdecidas por el salitre, percales e indianas; disfraces de un día: de pastora, de echadora de cartas, de princesa incaica, de dama antañona. "¡Magnífico para representar personajes!", exclamó Esteban. Y concertados repentinamente en una misma idea, empezaron a sacar aquellas polvorientas reliquias, en un gran revuelo de polillas, haciéndolas resbalar, escaleras abajo, sobre el pasamanos de caoba encerada. Poco después, en el Gran Salón transformado en teatro, alternando en representar y adivinar, los cuatro se dieron, por turno, a interpretar papeles diversos: bastaba con trastocar las prendas, modificar sus formas con alfileres, admitir que una dormilona era un peplo romano o una túnica antigua, para caracterizar a un héroe de la historia o de la novela, con ayuda de alguna escarola transformada en corona de laurel, una pipa a modo de pistola, un bastón al cinto remedando la espada. Monsieur Jiug, evidentemente afecto a la antigüedad, hizo de Mucio Scévola, de Cayo Graco, de Demóstenes —un Demóstenes prestamente identificado cuando se le vio salir al patio en busca de piedrecitas— Carlos, con flauta y tricornio de cartón, fue reconocido por Federico de Prusia, aunque mucho se empeñara en demostrar que había querido representar al flautista Quantz. Esteban, con una rana de juguete traída de su cuarto, remedó los experimentos de Galvani —terminando ahí su actuación, porque el polvo de las ropas le hacía estornudar peligrosamente. Sofía, barruntándose que Monsieur Jiug era poco versado en cosas españolas, se encarnizaba malignamente en hacer de Inés de Castro, Juana la Loca o la Ilustre Fregona, acabando por afearse en lo posible, torciendo la cara, embobando la expresión, para animar un personaje inidentificable que resultó ser, en medio de las protestas de los demás, "cualquier infanta de Borbón". Cuando el alba estuvo próxima, Carlos propuso la celebración de una "gran massacre". Colgando los trajes con delgados hilos de un alambre tendido entre los troncos de palmeras, luego de ponerles grotescas caras de papel pintado, se dieron todos a derribarlos a pelotazos. - 1962 Carpentier, A. Siglo luces [1979] 69 Cuba (CDH
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Por ello no había sonado la voz de España en esa ceremonia memorable, donde hasta un turco tomara la palabra. "Bien hacen en despreciarnos, que aún no somos nada —decía Martínez de Ballesteros encogiéndose de hombros—. Pero ya nos llegará la hora". Por lo pronto, sabía de hombres valiosísimos que ya se disponían a venir a Francia para ponerse al servicio de la Revolución. Entre ellos, un joven Abate Marchena, a quien daba por un espíritu superior, a juzgar por el tono de sus cartas y unas traducciones de poemas latinos que le había mandado...Pero no todo era, para Esteban, pasarse las noches en animadas tertulias y andar de papanatas por las calles, asistiendo a desfiles y celebraciones cívicas. Un día memorable fue iniciado en la Logia de los Extranjeros Reunidos, penetrando en el vasto mundo fraternal y laborante que Víctor sólo le hubiera revelado a retazos. Para él habían encendido el Templo, resplandeciente y arcano, donde, al fulgor de las espadas, le tocara andar, trémulo y deslumbrado, hacia las Columnas Jachim y Boaz, el Delta y el Tetragrama, el Sello de Salomón, y la Estrella del Número de Oro. Allí estaban, envueltos en sus aureolas y emblemas, los Caballeros Kadosh y los Caballeros de la Rosacruz y los Caballeros de la Serpiente de Bronce y los Caballeros del Arca Real y los Príncipes del Tabernáculo y los Príncipes del Líbano y los Príncipes de Jerusalén, y el Gran Maestre Arquitecto y el Sublime Príncipe del Real Secreto, hacia cuyos Grados comenzaría la ascensión de Quien, demudado por la emoción, sintiéndose indigno de tanto honor, avanzaba hacia los misterios del Grial, de la transformación de la Piedra Bruta en Piedra Cúbica, de la Resurrección del Sol en la Acacia, en el seno de una Tradición conservada, recobrada que, retrocediendo vertiginosamente en el tiempo, alcanzaba las grandes ceremonias iniciacas del Egipto, a través de Jacobo Boehme, las Bodas Químicas de Christian Rosencreutz y el Secreto de los Templarios. Esteban se había sentido Uno con Todo, alumbrado, iluminado, ante el Arca que ahora habría de edificar en su propio ser, a semejanza del Templo construido por el maestro Hiram-Abif. Estaba en el centro del Cosmos: sobre su cabeza se abría el Firmamento; sus pies hollaban el camino que conduce del Occidente al Oriente. Salido de las sombras del Gabinete de Reflexión, desnudo el pecho en el lugar del corazón, desnuda la pierna derecha, descalzo el pie izquierdo, el Aprendiz había respondido a las tres preguntas rituales sobre lo que el Hombre debía a Dios, a Sí mismo y a los Demás, al cabo de las cuales se habían agrandado las luces, las altas luces de un Siglo hacia cuyo prodigioso acontecer había ido ciegamente, vendado, como arrastrado por una voluntad superior, desde la tarde de los Grandes Incendios de Portau-Prince. Entendía, ahora, el exacto sentido de la alucinada navegación —semejante a la de Perceval en busca de sí mismo— hacia la Ciudad Futura que, por una vez, no se había situado en América, como la de Tomás Moro o la de Campanella, sino en la propia cuna de la Filosofía...Aquella noche, incapaz de dormir, anduvo hasta la madrugada por barrios viejos, resudados de pátina, cuyas callejas tortuosas le eran desconocidas. - 1962 Fuentes, C. Muerte Artemio Cruz [1962] 86 México (CDH
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Escuchó el chicoteo sobre las ancas de la caballada, el tronido seco de algunos fusiles y quedó solo en la llanura. ¿Huían? Giró sobre sí mismo, llevándose las manos a la cabeza. No entendía. Era preciso partir de un lugar, con una misión clara, y jamás perder ese hilo dorado: sólo de esa manera era posible comprender lo que sucedía. Bastaría un minuto de distracción para que todo el ajedrez de la guerra se convirtiera en un juego irracional, incomprensible, hecho de movimientos jironados, abruptos, carentes de sentido. Esa nube de polvo... esos caballos furiosos que avanzaban a galope... ese jinete que grita y agita un fierro blanco... ese tren detenido en la distancia... esa polvareda cada vez más cercana... ese sol cada minuto más próximo a la cabeza aturdida... esa espada que le roza la frente... esa cabalgata que pasa a su lado y lo arroja al suelo... - 1962 Fuentes, C. Muerte Artemio Cruz [1962] México (CDH
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imprecación, propósito saludo, proyecto de vida, filiación, recuerdo, voz de los desesperados, liberación de los pobres, orden de los poderosos, invitación a la riña y al trabajo, epígrafe del amor, signo del nacimiento, amenaza y burla, verbo testigo, compañero de la fiesta y de la borrachera, espada del valor, trono de la fuerza, colmillo de la marrullería, blasón de la raza, salvavida de los límites, resumen de la historia: - 1962 Mujica Láinez, M. Bomarzo [1996] Argentina (CDH
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Girolamo había desclavado de las panoplias algunas piezas de armaduras —unas manoplas, una rodela, un casco de los denominados borgoñotas, una espada, una gola decorada con ataujías— y, vistiéndolas y ciñéndolas, daba grandes pasos y lanzaba voces roncas, como si fuera uno de los condottieri de nuestra estirpe, el condottiero que aspiraba a ser. Su estatura y su vigor, excepcionales para sus quince años, le permitían pavonearse así, a pesar de la carga de hierro. En cambio Maerbale, que tenía diez años, se había improvisado un manto de cardenal con un raído género púrpura; se había colgado del cuello la cruz bizantina que le había regalado nuestro abuelo y, con el don mímico que lo caracterizaba, se divertía imitando al cardenal Franciotto y distribuía a diestro y siniestro exageradas bendiciones, a las que añadía unos macarrónicos latines, muy distintos de los que nos enseñaba porfiadamente nuestro preceptor, Messer Pandolfo. - 1962 Vargas Llosa, M. Ciudad perros [1997] Perú (CDH
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[...] alza la cabeza, su mirada distingue como en un remolino los muros de la Prevención, varios soldados sentados en una banca, la estatua del héroe que amenaza con la espada desenvainada a la neblina y a las sombras [...]. - 1962 Vargas Llosa, M. Ciudad perros [1997] Perú (CDH
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Al pasar por el "Bar Zela" escuchó galanterías alarmantes, un grupo de hombres maduros levantó hacia ella media docena de copas como un haz de espadas, un joven le hizo adiós y tuvo que esquivar a un borracho que pretendía atajarla. "Pero no, pensó Teresa. No será militar, sino ingeniero. Sólo que tendré que esperarlo cinco años. Es un montón de tiempo. Y si después no quiere casarse conmigo ya seré vieja y nadie se enamora de las viejas." Los otros días de la semana, los portales estaban semidesiertos. Cuando pasaba al mediodía junto a mesas solitarias y quioscos de revistas, sólo veía a los lustrabotas de las esquinas y a fugaces vendedores de diarios. Ella iba apresurada a tomar el tranvía para almorzar a toda carrera y regresar a tiempo a la oficina. Pero los sábados, en cambio, recorría el atestado y ruidoso Portal más despacio, mirando siempre al frente, secretamente complacida: era agradable que los hombres la elogiaran, era agradable no tener que volver al trabajo en la tarde. Sin embargo, años atrás, los sábados eran días temibles. - 1963 Cortázar, J. Rayuela [1991] Argentina (CDH
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De muchacho, en el café, cuántas veces la ilusión de la identidad con los camaradas nos hizo felices. Identidad con hombres y mujeres de los que conocíamos apenas una manera de ser, una forma de entregarse, un perfil. Me acuerdo, con una nitidez fuera del tiempo, de los cafés porteños en que por unas horas conseguimos librarnos de la familia y las obligaciones, entramos en un territorio de humo y confianza en nosotros y en los amigos, accedimos a algo que nos confortaba en lo precario, nos prometía una especie de inmortalidad. Y ahí, a los veinte años, dijimos nuestra palabra más lúcida, supimos de nuestros afectos más profundos, fuimos como dioses del medio litro cristal y del cubano seco. Cielito del café, cielito lindo. La calle, después, era como una expulsión, siempre, el ángel con la espada flamígera dirigiendo el tráfico en Corrientes y San Martín. A casa que es tarde, a los expedientes, a la cama conyugal, al té de tilo para la vieja, al examen de pasado mañana, a la novia ridícula que lee a Vicki Baum y con la que nos casaremos, no hay remedio. - 1963 Cortázar, J. Rayuela [1991] Argentina (CDH
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Imaginé otros gestos, el de las mujeres alzando el borde de las faldas, el de los hombres buscando el puño de la espada. Como las palabras perdidas de la infancia, escuchadas por última vez a los viejos que se iban muriendo. En mi casa ya nadie dice «la cómoda de alcanfor», ya nadie habla de «las trebes» —las trébedes—. Como las músicas del momento, los valses del año veinte, las polkas que enternecían a los abuelos. - 1945-1964 Cortázar, J. Final juego [1995] 129 Argentina (CDH
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■ Yo no creía que hubiera odio entre nosotros, era a la vez menos y peor que el odio, un hastío en el centro mismo de algo que había sido a veces una tormenta o un girasol o si preferís una espada, todo menos ese tedio, ese otoño pardo y sucio que crecía desde adentro como telas en los ojos. - 1964 Vélez, A. Cuentecito Uña Mula Cuentos chilenos Chile (CDH
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— Mire, esa espá que usté tiene no le sirve, va a abrir un cuarto donde hay muchas espás, y hay una espaíta chiquita que está mogosita, esa espaíta le sirve para que pelee con el gigante. Al lado de la mano izquierda, en el centro del corazón, en el dedo este, áhi tiene la muerte el gigante y si no, no lo mata. Hágale el empeño por eso al lado izquierdo. - 1964 Vélez, A. Cuentecito Uña Mula Cuentos chilenos Chile (CDH
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— Mire, esa espá que usté tiene no le sirve, va a abrir un cuarto donde hay muchas espás, y hay una espaíta chiquita que está mogosita, esa espaíta le sirve para que pelee con el gigante. Al lado de la mano izquierda, en el centro del corazón, en el dedo este, áhi tiene la muerte el gigante y si no, no lo mata. Hágale el empeño por eso al lado izquierdo. - 1966 Goytisolo, J. Señas identidad [1996] 263 Esp (CDH
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■ [...] y la esperanza cuando va escoltada por la fe y por el amor es un valor cotizable en la bolsa del espíritu y la juventud por muy exigente que sea sigue teniendo su vértice común en ese nombre mágico que en toda la ancha piel de toro resuena como un homenaje de fervor y erguido con su espada invencible es el semáforo que cela día y noche y marca nuestra ruta por nuevos y sapientísimos caminos [...]. - 1966 Marsé, J. Teresa [1996] Esp (CDH
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■ Ya más seguro de sí, el murciano consideraba ciertas posibilidades favorables, si bien por otra parte la espada pendía de nuevo a unos centímetros de su cabeza: estaba a punto de quedarse sin un céntimo y no veía el modo de apañar algo sin arriesgarse demasiado. - 1967 Benet, J. Región [1996] 236 Esp (CDH
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El hombre es una pieza arqueológica; en tiempos de mi padre se creía que era posible redimirle de su esclavitud y liberarle de la explotación por sus semejantes; y todo eso ha venido a parar en que ya nadie explota pero todos somos explotados, por el Estado, por la religión, por el bien común, por lo que sea y contra lo que nadie puede luchar de forma que lejos de suprimir la explotación lo que se ha hecho es transformarla en cosa invulnerable y sacramental. Y los que antes eran unos retrógrados hoy serán unos adelantados y así será siempre, en este mundo. Lo que no sabía la generación de mi padre es que aquella fuerza común que había de liberarles de sus opresores iba, inconsciente, taimada y sibilinamente (y lo que es peor, con el consenso de todos) a transformarse en un instrumento impersonal y electivo de explotación contra el que, por su propia índole, no cabe lucha alguna. Me imagino que así debe ser el reino de los cielos: apenas nos hemos apercibido de ello y estamos cruzando sus umbrales. Y todo por hablar demasiado de los hombres y de sus derechos. Pero ¿es que se habían preocupado alguna vez de aquella palabra?, ¿una denominación común implicaba unos derechos?, ¿no bastaba con llamarse Sebastián o Mazón o Tomé para saber lo poco que había de común entre ellos?, ¿qué derechos podían gozar en común sólo porque una palabra, cuyo significado a diario se cuidaban de negar, les abrazase a todos para destruir aquella condición diferencial que les había bautizado? Así que la cabeza del rey Sidonio —Como reza la leyenda— saltando sobre las aguas revueltas del Torce y remontándose aguas arriba hacia sus escondidas fuentes ¿apunta hacia el poder omnímodo de un río y de un monte que no admiten otra jerarquía ni otro estado de cosas que el dictado de sus caprichos? ¿Y la locura del joven Aviza, abriendo las entrañas del cadáver de su padre para purgarle del vino que lo mató (y al clamor de las copas sucede el de las espadas ultrajadas), informará para siempre la conducta de un pueblo desahuciado y envilecido, empujado hacia la decadencia y el atraso a fin de preservar su legítima potestad? Tal es el enigma que en estos años, quizá en estos días, se ha de resolver. Cuando se levanta el telón para dar comienzo al segundo acto (o tercero, cuarto... ¿qué más da?) se advierte al instante que el escenario ha cambiado: la escena representa, con un decorado convencional, un paraje semejante al anterior pero el estado del tiempo es mucho menos apacible que en los días venturosos de la mina y la casa de juego; corre una ligera brisa setembrina —no se sabe qué preludia— y las urces se agitan con un susurro singular; acaso como símbolo de la paz perdida, en el centro, una pastora tocada a la usanza del país, apacienta el rebaño que bala entre las peñas sin temor. Yo no he visto nunca pacer a las ovejas con temor, pero eso, amiga mía, es igual. Al pronto surge por el lateral derecho una agitada turba de caballeros vestidos a la moda de 1925, los unos a caballo, los seguidores a pie, armados de toda clase de instrumentos. En segundo plano, apenas visibles, se distinguen unos militares con sus teresianas azules. - 1967 Benet, J. Región [1996] 38 Esp (CDH
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■ [...] hasta la llegada de las primeras nieves en el mes de diciembre, cuando ambas fuerzas decidieron retirarse, por toda la duración del invierno, a sus respectivas bases de Región y Macerta, manteniendo levantadas las espadas y dejando el puerto al cuidado de los leñadores. - 1964-1967 Cabrera Infante, G. Tristes Tigres [1967] Cuba (CDH
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Su mano actual, ya hecha (ante aquel adjetivo tonsorial mis manos eran el feto impensado de una mano y la mano del artista anónimo que grabó con perfección la escena de tragedia romántica que un día será alegoría, esa mano hecha ya polvo y olvido, era la no idea de una mano, según el concepto de una mano que tiene su manicura) empuñaba grotesca la pluma como una espada comercial y ambas subían y bajaban con precisión falsa por gratuita. De no haber sido ése el comienzo del momento de la vista y de las reflexiones marinas, habría oído los rumores de la suma, ya que tengo tan buen oído como ojo. En realidad, si fuera más modesto yo sería el autor de Cuadros en una Exposición y no Mussorgsky. - 1967 Viñas, D. Hombres [1967] Argentina (CDH
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eran las hormigas que habían empezado a bajar desde la mansarda, a lo largo de las cañerías y royendo los zócalos hasta meterse por las rajaduras de las paredes para seguir un itinerario que brotaba por detrás de las panoplias, alcanzaba el filo de esas espadas cruzadas o reaparecía en un lamparón descolorido encima de una edición de las «Cartas quillotanas». - 1969 Monterroso, A. Oveja negra [1969] Guatemala (CDH
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Los generales arengaban a sus tropas con las espadas en alto, al mismo tiempo que la nieve se teñía de púrpura con la sangre de los heridos. - 1970 Borges, J. L. Informe Brodie [1986] Argentina (CDH
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Otro dijo que era muy de Maneco elegir una espada. A nadie le asombró que le temblara en aquel momento la mano; a todos, que a Duncan le pasara lo mismo.
- 1970 Borges, J. L. Informe Brodie [1986] Argentina (CDH
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Resolvieron mentir lo menos posible y elevar el duelo a cuchillo a un duelo con espadas. Cuatro se ofrecieron como padrinos, entre ellos Acebal. Todo se arregla en Buenos Aires; alguien es siempre amigo de alguien. - 1970 Bryce Echenique, A. Julius [1996] Perú (CDH
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Camino al jardín, cruzaron el inmenso corredor lleno de armaduras, espadas, escudos, lleno de objetos de brusco metal, vasos enormes como para tomar sangre en las películas de terror y candelabros de fierro negro que descansaban pesadísimos sobre mesas como las que Robin Hood usaba para comer cuando andaba en buenas relaciones con los reyes de Inglaterra. A ambos lados del corredor, anchas puertas protegidas por implacables armaduras que adorada Cinthia sentía al pasar, dejaban entrever oscuros salones, el del billar, el del plano, el del tren eléctrico, el escritorio, el comedor, la biblioteca, el otro y todavía otro más que Vilma no lograba explicarse. «Llegamos», —dijo, por fin. - 1970 Bryce Echenique, A. Julius [1996] Perú (CDH
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Estaba sentada junto a un inmenso ventanal y, a su lado, Cinthia tosiendo y Julius volteado, mirando hacia el interior de la casa, hacia el corredor de las armaduras, las espadas y los escudos. En ese instante salió la tía Susana, horrible, y Cinthia le dijo: «Me gusta tu casa, tiíta, ¿puedo entrar a ver?» Entonces la tía, sorprendida, le dijo que sí, después de todo los hijos de Susan siempre habían sido medio raritos. Cinthia cogió a Julius de la mano, «ven», le dijo, y para fastidiar más a la tía horrible, le dijo que iba a estar leyendo en la biblioteca. Julius como que captó algo y la siguió. Vilma se incorporaba también para seguirlos, pero la tía la detuvo. - 1970 Rivarola Matto, J. B. Yvypóra [2003] Paraguay (CDH
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Estaba de rodillas, con las manos unidas en la cruz de la espada. Rezando, seguramente. ¿Quién lo habría puesto? ¡Nadie! ¡Qué notable! ¿O acaso un ánima? No era probable que la casualidad dibujara imagen tan perfecta. Todos los intentos que hiciera Miguelí por reproducirla fracasaron lamentablemente y le valieron quedarse después de hora en la escuela por ensuciar con garabatos su cuaderno de castellano. - 1970 Rivarola Matto, J. B. Yvypóra [2003] Paraguay (CDH
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Otra dificultad era que su cabeza se resistía a figurarse a todos de espada y armadura. La imagen de Basilio, por ejemplo, se le escabullía a cada rato y por ahí venía entrando, lo más campante, al mismísimo Camelot, descalzo y de sombrero-pirí, el machete agarrado por el medio y con el filo hacia arriba. - 1971 Aub, M. Gallina ciega [1995] Esp (CDH
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Navajillas de Albacete, pulseras, cajitas, espaditas de Toledo. Dulces, mazapanes, bisutería. Delantales, relojes, carteras, tapones y cajas de corcho, fondos de vaso o de botella de madera de olivo, cucharas de palo para dar envidia a todas las cocineras. Corbatas horrendas. Poca gente. La mar tranquila, todavía dormida, en el puertecillo. - 1972 García Hortelano, J. Mary Tribune [1999] 367 Esp (CDH
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De un momento a otro, en mi territorio que era aquel jardín, se instalarían los correspondientes ángeles con las espadas flamígeras. El abejorro buscaba probar el néctar de mis venas. Eva Tribune y el Serafín Bert andarían por el segundo set, licuando sus esencias en sudor. Ni abejorro, ni mariposa: mosca, dorada por el poniente, que amarilleaba la bóveda, alargaba la espalda de Tub, permitía a ellas descuajarse con el raqueteo. Por vez primera desde el año de mi nacimiento, me consideraba excesivamente dichoso. Para Andrés, en todo el continente sólo había dos hombres. - 1972 Shimose, P. Quiero escribir [1988] Bolivia (CDH
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/ Pasan lista en los cuarteles, revisan los retretes, / registran parques zoológicos en busca de una espada, / mueven cántaros de chicha, remueven genealogías, / Dios los cría y tú los juntas, los reúnes y complotan / en congresos celestiales y conspiran, / marchan a la catedral, imprimen manifiestos contra el sueño. - 1972 Torrente Ballester, G. Saga/Fuga [1995] 206 Esp (CDH
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Allí mismo la ciudad entera se dividió en partidarios de una y otra tesis, y dio la casualidad de que los godos seguían el dictamen del señor Irureta y, los nativos, el de don Perfecto. Pero resultó que el recuento obtenido allí mismo de las palabras que los presentes recordaban, aumentó en muy poco la cantidad inicial de 23 Machos contra 19 Hembras. Al mismo don Acisclo le hubiera complacido comprobar cómo, en el fondo, para el régimen de cada cual, bastaban tres palabras, lo más cuatro, y, éstas, de las extendidas y corrientes. Todo lo cual fue tomado a risa por don Perfecto. "Mi loro, señores, conoce muchas más." "¿Por qué no lo trae?" "Porque no es necesario." "Sin embargo, van ustedes perdiendo." "Pero le apuesto aquí mismo que ganaremos por una diferencia de cien." Hubo una especie de estremecimiento colectivo, y la mayor parte de aquellos caballeros, honestos en lo que cabe, no comprendía en su conciencia la necesidad de todo un diccionario para designar cosas que estaban al alcance de la mano. Pero no se trataba entonces de averiguar por qué la raza se había especializado en semejantes invenciones, como los árabes en nombres para la espada, sino de alcanzar la victoria de un bando sobre otro. Don Federico de Lapuente, Ingeniero de Obras Públicas, tuvo una frase feliz. "¡Exploremos el gineceo!"; y después de haber explicado que con eso quería decir que había que interrogar a las mujeres y a las criadas, la reunión fue poco a poco disolviéndose, y aquella noche abundaron diálogos como éste: "Oye, mi vida, ¿y tú cómo le llamas a esto?" "¿Cómo?" "A esto... y a eso." "¿Y a ti qué te importa?" "Verás, mujer, es que en el Casino... (y aquí la versión personal del acontecimiento). De manera que, claro, hay que ganar." "Pero, ¡qué cosas se os ocurren a los hombres!" "Comprendo que es raro, pero, ya ves..." "¿Y vais a ganar vosotros, o los de aquí?" "Nosotros, por supuesto." "Pues... yo no le doy ningún nombre. Yo le llamo como tú: eso y esto." "Pero ¿es posible?" "Como lo oyes." "Y, la criada, ¿tú crees...?" "Pero, mi vida, ¿con qué cara voy a ir a la criada con semejante pregunta?" "Pues como quien no quiere la cosa. Por ejemplo: Óigame, María, ¿cómo le llaman en su aldea a eso que tienen los hombres?" "Me da una vergüenza atroz, y, además, a lo mejor es pecado." "Nosotros no lo hacemos por pecado, sino por patriotismo." "Si es así, la cosa cambia. De todos modos..." En pocos días los resultados de las exploraciones llevadas febrilmente a cabo por docenas de caballeros, y, en secreto, por bastantes damas, se centralizaron, la de los godos, en el bar del Casino, y la de los nativos, en el local de la Sociedad lírica Santa Lilaila de Barallobre, que congregaba a todos los poetas y músicos de la ciudad, preparaba los versos de los mayos y sostenía una nutrida rondalla de pulso y púa. La diferencia estaba en que, en la Sociedad Santa Lilaila se trabajaba gratis, y se habían formado comisiones que se turnaban, en tanto que los del Casino habían tomado a sueldo al oficinista de la entidad, que era nativo y del que se sospechaba que hacía trampa, lo cual no pasa de vil calumnia y pataleo de vencidos, ya que el señor Figueira, que era el interesado, lo más que hacía era anticipar las cifras antes de que se hiciesen públicas. Todo el mundo preguntaba: "Óigame, don Fulano, ¿y qué nombres conoce usted...?" "Pues, mire, don Zutano, conocía tres o cuatro, pero ya se los di al señor Hinojosa." "¡Vaya, hombre, cuánto lo siento!" Proliferaron espontáneamente subcomisiones sin carácter oficial, en los comercios, en las tabernas, en los puestos del mercado, y hay quien asegura que penitente hubo que, después de ser absuelto, interrogó sobre el particular al cura. Y el cura, si el penitente era nativo —lo eran casi todos los presbíteros—, hurgaba en la memoria y arriesgaba un par de nombres. - 1973 Castellanos, R. Mujer [1995] México (CDH
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■La costumbre de que el hombre tenga que ser muy macho y la mujer muy abnegada. La complicidad entre el verdugo y la víctima, tan vieja que es imposible distinguir quién es quién.
Ante esto yo sugeriría una campaña: no arremeter contra las costumbres con la espada flamígera de la indignación ni con el trémolo lamentable del llanto sino poner en evidencia lo que tienen de ridículas [...].
- 1973 Edwards, J. Non grata [1973] Chile (CDH
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La Nave del Estado y la Espada de Damocles formaban parte del mismo arsenal, y alguien había tenido, años atrás, la idea de formar un museo imaginario con aquellos objetos. - 1973 Edwards, J. Non grata [1973] Chile (CDH
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La Espada de Damocles se exhibiría en una vitrina, sobre almohadilla de terciopelo, y cerca de ella, en lugar igualmente destacado, el visitante encontraría la Carabina de Ambrosio... - a1973 Neruda, P. Confieso [1993] Ch (CDH
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Era una antigua espada, larga y aguda, con empuñadura trabajada por florecientes plateros, una empuñadura como una rosa abierta. - 1974 Sábato, E. Abaddón [1983] Argentina (CDH
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Ahí estaba, imperioso y férreo, don Pedro de Mendoza, señalando con su espada la ciudad que su real gana decidía fundar aquí: santa maría de los buenos ayres, 1536. Qué bárbaros, era el calificativo que siempre se le ocurría. - 1975 Mendoza, E. Caso Savolta [1994] Esp (CDH
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El infortunado Puentegarcía, al verse a los pies de aquellos facinerosos, sintió un estremecimiento convulsivo, vio ráfagas de luz, círculos luminosos y espadas de fuego. - 1975 Mendoza, E. Caso Savolta [1994] Esp (CDH
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Había policías estacionados en las aceras y en el cruce se veían jinetes con capa, espada y tricornio. Al paso del matrimonio los policías los miraban con recelo. Cerca de la plaza oyeron un ruido sordo y el suelo empezó a trepidar. Se arrimaron a la tapia de una villa. Por la cuesta subían caballos y carrozas. Los policías apostados en las aceras se llevaron las manos al cinto, alertados al menor imprevisto. - 1975 Umbral, F. Mortal y rosa [1995] 53 Esp (CDH
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■ Los ojos son espadas. Espadas en alto. En el amor, los ojos son lagos que se comunican, que se trasvasan. Ojos de mujer y de hombre. Pero en la vida vamos agrediendo y sangrando con los ojos, por los ojos. Fósforo de ojos, mirada fosfórica, el brillo de los ojos en la oscuridad del cuerpo, ojos fluviales en la sequedad de la carne. - 1975 Umbral, F. Mortal y rosa [1995] 53 Esp (CDH
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Espadas en alto. En el amor, los ojos son lagos que se comunican, que se trasvasan. Ojos de mujer y de hombre. Pero en la vida vamos agrediendo y sangrando con los ojos, por los ojos. Fósforo de ojos, mirada fosfórica, el brillo de los ojos en la oscuridad del cuerpo, ojos fluviales en la sequedad de la carne. Peces, los ojos, que navegan por la luz o me navegan el cuerpo. - 1976 Pacheco, J. E. Islas [2000] México (CDH
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/ Y halló su identidad en el idioma / que vino con la cruz hecha de espadas. - 1976 Puig, M. Beso [2002] Argentina (CDH
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De todos modos ya ese soldado había muerto pero otro cruzado se dio cuenta que era la mujer la que lo había matado y la empezó a seguir y por la nieve ella se escapó y primero eran pisadas de mujer las huellas que quedaban y al acercarse al bosque eran de pantera, y el cruzado la siguió y se metió al bosque que era de noche, hasta que vio en la oscuridad los ojos verdes brillantes de alguien que lo esperaba agazapado, y él hizo con la espada y el puñal una cruz y la pantera se quedó quieta y se transformó de nuevo en mujer, ahí echada medio dormida, como hipnotizada, y el cruzado retrocedió porque oyó otros rugidos que se acercaban y eran las fieras que la olieron a la mujer y se la comieron. El cruzado llegó casi desfalleciente a la aldea y lo contó. Y la leyenda es que la raza de las mujeres pantera no se acabó y están escondidas en algún lugar del mundo, y parecen mujeres normales, pero si un hombre las besa se pueden transformar en una bestia salvaje.
- 1976 Puig, M. Beso [2002] Argentina (CDH
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El salón es grande, hay varias mesas de trabajo, de diseño, cada arquitecto tiene una, pero ahora ya se han ido y está todo sumido en la oscuridad, salvo la mesa del muchacho, que tiene un vidrio y de abajo del vidrio viene la luz, entonces las caras están iluminadas de abajo, y los cuerpos echan una sombra medio siniestra contra las paredes, sombras de gigantes, y la regla de dibujo parece una espada cuando él o la colega la agarran para trazar una línea. Pero trabajan callados. Ella lo relojea de tanto en tanto, y aunque se muere por saber qué es lo que lo preocupa, no le pregunta nada. - 1977 Hnz Norman, I. Novela criolla [1977] 50 Puerto Rico (CDH
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Las palabras con supresiones fonéticas como "camará", "asomao", "seña Chapa", "quiée trabajá", "uté", "suidá", "marío", "siñó", "aonde", "Santa Cru", "po pa puelta", junto a las deformaciones en boca de los negros como "Po la mano é larienda, lamo" por "Por la mano de la rienda, amo", "Dentra Tondá, elle solito con su espá, coge dos" por "Entra Tondá, él solito con su espada, coge a dos", "¡Güena jería! Se conose que el paidito sabe su ofisio", por "¡Buena herida! Se conoce que el pardito sabe su oficio", le añaden un subido sabor local. La fonética del lenguaje en todos los estados sociales, desde las clases cultas hasta el ignorante bozal, ofrece un buen campo para el estudio lingüístico del español en Cuba a principios del siglo pasado. En este sentido, Olga Blondet Tudisco apunta: "Y aunque no ofrece mucha regularidad y exactitud científica la transcripción de la lengua popular que hace Villaverde, es posible, sin embargo, sacar una serie de conclusiones respecto de los rasgos fonéticos y gramaticales más importantes". - 1977 Hnz Norman, I. Novela criolla [1977] 50 Puerto Rico (CDH
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Las palabras con supresiones fonéticas como "camará", "asomao", "seña Chapa", "quiée trabajá", "uté", "suidá", "marío", "siñó", "aonde", "Santa Cru", "po pa puelta", junto a las deformaciones en boca de los negros como "Po la mano é larienda, lamo" por "Por la mano de la rienda, amo", "Dentra Tondá, elle solito con su espá, coge dos" por "Entra Tondá, él solito con su espada, coge a dos", "¡Güena jería! Se conose que el paidito sabe su ofisio", por "¡Buena herida! Se conoce que el pardito sabe su oficio", le añaden un subido sabor local. La fonética del lenguaje en todos los estados sociales, desde las clases cultas hasta el ignorante bozal, ofrece un buen campo para el estudio lingüístico del español en Cuba a principios del siglo pasado. En este sentido, Olga Blondet Tudisco apunta: "Y aunque no ofrece mucha regularidad y exactitud científica la transcripción de la lengua popular que hace Villaverde, es posible, sin embargo, sacar una serie de conclusiones respecto de los rasgos fonéticos y gramaticales más importantes". - 1977 Paso, F. Palinuro [1982] 45 México (CDH
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«Muy bien, muy bien», dijo el abuelo Francisco cuando Palinuro le enseñó el retrato de Estefanía bajo un árbol. «Qué es lo que vas a ser tú cuando seas grande, ¿un artista? ¿un pintor?» Palinuro le dijo que sí a su abuelo y le preguntó qué es lo que iba a ser él cuando fuera chico. «Ahhh... Mmmm... cuando yo sea chico —le contestó el abuelo Francisco— déjame ver... cuando yo sea chico, sí claro, eso es: cuando yo sea chico, voy a ser un niño como tú, con tus años, tus ojos y tus fiestas». «¿Y cuándo seas más chico todavía?» «Ah, pues cuando sea más chico todavía, voy a tener la edad que tú tenías cuando naciste». «¿Cuántos años tenía yo cuando nací, abuelo?» «Bueno, años no. Tenías menos de un año. Incluso menos de un mes, menos de una semana, menos de un día. Con decirte que ni siquiera habías cumplido una hora o un minuto, y ni siquiera un segundo... Pero en cuanto naciste... ¡Dios mío, en cuanto se nace el tiempo se le echa encima a uno, y ya nunca lo deja en paz a ninguna hora del día!» «¿Y cuántos años vas a tener cuando te mueras, abuelo?» «Bueno, exactamente no sé, pero estoy seguro que serán bastantes, porque ya los tengo. Incluso a veces me parece que tengo muchos más, a pesar de que mi padre siempre me dijo que había yo perdido varios años. Y como te decía, además, cuando me muera, tendré también varios meses y varias semanas y días. Esto, si no muero en mi cumpleaños, y si sí me muero en mi cumpleaños, de todos modos tendré también varios minutos y varios segundos y décimas de segundo y millonésimas de segundo, y así hasta la eternidad, porque yo le prometí a tu abuela Altagracia que mi muerte, aunque corra más rápido que Aquiles, nunca me alcanzará mientras esté vivo: esto me lo enseñó un gringo viejo que conocerás después». «¿Y qué es lo que guardas en tu ropero, abuelo?» «¿En mi ropero? Ah, en mi ropero hay muchísimas cosas. Por ejemplo mis prismáticos que están hasta arriba, en lo más inexpugnable del ropero, y desde allí contemplan la Revolución. Pero los puse al revés, para que la vean en miniatura en vista de que está tan lejos. En mi ropero, también, hay otras cosas que te voy a contar si me prometes no decírselo a nadie. Ven, siéntate acá conmigo y escucha: en mi ropero hay tres soldados que están escondidos desde los tiempos de la Revolución, desde antes que Venustiano Carranza fuera asesinado en Tlaxcalantongo. Uno es un capitán muy joven, casi un muchacho. Tiene un uniforme verde olivo agujereado en una pierna del pantalón, y en el hombro los zarpazos de oro que ganó en el Pacto de la Ciudadela. El otro es un mayor que se encontró una estrella en los flancos anaranjados de El Rellano y se la puso en la gorra con el permiso de mi general Villa. El tercero es un coronel, algo viejo y muy flaco, que guardó como recuerdo su fusil Rexer y después se retiró del ejército para dedicarse sólo a la política. Por la noche, cuando todos están dormidos, yo abro la puerta del ropero para que salgan. Tomamos unos tragos mientras se les desarruga el uniforme y luego caminamos por el jardín para que estiren un poco las piernas. Se afeitan después, sobre todo si han pasado varios días sin que me acuerde de ellos: ten en cuenta que les crecen veintitantos metros diarios de barba. Pero esto no quiere decir que se les salga del ropero y se les enrede en las piernas, en las espadas, en los rosales y en los trolebuses, no: veintitantos metros es el largo total de la suma según calculamos el otro día que estábamos muy aburridos de todos los miles y miles de pelitos que les salen a cada uno. Se ponen después agua de colonia para quitarse el olor a naftalina, y nos sentamos a platicar. ¿Que de qué platicamos? De todo, porque el que no fue cadete en una academia militar y visitó West Point, como el capitán, fue un libertino, como el mayor, o un masón, como el coronel; así que nuestras pláticas, lo mismo que yo de una mesa a otra, van como un columpio, de las batallas a las muchachas del trópico que fuman cigarros color violeta con boquillas doradas, y vuelven a las batallas, y vuelven a las muchachas y vuelven a las batallas. O a veces, simplemente, raptamos a las muchachas y nos las llevamos a las batallas, y amarramos el columpio a un árbol, como si fuera un caballo, para usarlo en caso de emergencia. Pero también otras veces el capitán, el mayor y el coronel se van a visitar al Gran Arquitecto, y se regresan en ferrocarril a Sonora, donde encienden un gran vivaque mientras cae la nieve. Luego nos ponemos a jugar pókar en la mesa donde juego pókar. Al capitán le gustan las espadas; qué quieres: está muy joven, acaba de leer a Von Clausewitz y apenas ayer participó en la carga de los seis mil dragones en Paredón. El mayor prefiere las copas: ya pasada la Revolución, hay que despreocuparse y hacer lo que tu tío Austin, o lo que hacía el mayor: tomar el barco Siboney para Nueva Orleáns, beber al ritmo creciente de las mareas azules y jugar en los casinos que brotan de pronto en altamar como las islas Espórades. Ah, cada vez que me entero que un viajero ilustre pierde hasta la camisa y salta por la borda de su vida para convertirse en calamar impreso, me acuerdo de los salones de juego donde engordaba yo a mis vellocinos de oro: qué no diera yo por vivir otra vez esos tiempos, con esas muchachas de cabezas arrebatadas en blondas o en trenzas negras: si tú hubieras amado a Patty O'Hara, la irlandesa, que cuando la conocí también me vio cara de adivino, como tú me la has visto, y me preguntó si yo podía leerle su destino en las manos. Y yo le enseñé mis manos mexicanas de ferrocarrilero, de presidente municipal, de capitán y de mayor, que olían a pólvora y a papel carbón y le dije que su destino no estaba en sus manos sino en las mías. Y entonces... Ah, pero esas son manzanas de otro costal. Y ahora, volvamos a nuestro juego: el coronel, desde luego, guarda los oros en las mangas de su uniforme y no sólo porque se siente un poco viejo y avaro, sino también porque tiene que financiar su campaña para gobernador del Estado y quiere comprarse un escritorio para guardar sus memorias, una casa para guardar el escritorio y un jardín para guardar la casa. Y yo, claro, que ya no me interesan las espadas, que me he quedado sin oros y que me hacen daño las copas, me reservo los bastos para darles de palos a todos. Pero antes de ponernos a jugar bajamos las persianas, corremos las cortinas y cerramos las contraventanas y las contrapersianas, por si nos pesca el amanecer: hace tantos años que no salen a la calle, que si les diera la luz del sol, se volverían polvo y nos costaría mucho trabajo barrerlos, imagínate, tendríamos que invitar a nuestros amigos para que nos ayudaran a barrer: a don Próspero, al vendedor de lotería, al general que tiene un ojo de vidrio, y luego, ¿cómo sabríamos cuál es el polvo de cada quién? Senador, me dice el capitán todas las noches, tengo tres caballos de espadas. Y yo le contesto: pues en esos tres caballos van a cabalgar mis tres reyes de bastos. ¿Que si yo gano siempre? Mira: el mayor le gana al capitán, es una orden. El coronel le gana al mayor, es otra orden. Y luego llego yo y les gano a todos. Pero no por eso creas que soy rico. Hace un buen tiempo que les gané el poco dinero que tenían y comenzaron a apostar otras cosas para seguir jugando y no fastidiarnos con nuestras historias. El coronel, que había sido un hombre muy gordo desde que era mayor, me apostó todos los kilos que había subido gracias a las comilonas políticas que organizaba en el Prendes, y a los desayunos del Hotel Waldorf de Nueva York en que por lo menos se comía media docena de huevos, y un hot-cake elevado al cubo. Y por eso me ves ahora con esta barriga que parece un barril elástico y donde guardo siempre mis reservas de risa. Por eso, también, necesito una tina tan grande para bañarme como lo hago cada sábado sin falta, a menos que el sábado sea un 23 de julio, que es el aniversario de la muerte de uno de mis hijos, que se cayó en esa tina y se ahogó cuando tenía cuatro años, y no me baño, te digo, porque cada 23 de julio tu abuela Altagracia llena la tina de flores. Por su parte el mayor, que había coleccionado las cartas de sus amantes, también las fue perdiendo. Perdió poco a poco todas las de Patty O'Hara y una vez, con un par de ases, yo mismo le gané al mayor una carta de amor escrita en papel azul y con perfume de Myrurgia, donde Francine, que era francesa como su nombre lo decía, amenazaba al mayor con injertarse en una mejilla una lágrima de cristal si el mayor no volvía a Tampico. Un sábado en la noche el mayor perdió, contra cuatro damas de bastos, una carta que venía en un sobre donde tu abuela Altagracia le juraba amor eterno al capitán. Porque esa carta primero fue del capitán, que la perdió con el mayor. Ah, el pobre capitán, que al fin no tenía otra cosa que apostar sino sus recuerdos, también los perdió uno por uno. Ultimamente se estaba quedando muy callado y muy triste porque ya no tenía abuelos, ni perros, ni novias, ni batallas de qué hablar: resultaba que el mayor, además de ser capitán, había hecho la primera comunión del capitán; que el coronel era hijo único de la mamá del capitán, y que yo tenía en la pierna la cicatriz de la bala que le habían metido al capitán. Nos dio tanta pena, que quisimos regresarle unas apuestas, pero como no se acordaba de ellas nos dijo que no eran suyas. Me parece que lo mejor será que se invente otra infancia, otra academia militar y otros amigos: ya ni de sus amigos se acuerda, ya no se acuerda de nada, y a veces me da miedo de que no se acuerde de que está vivo y se nos muera. Ahora, te voy a enseñar. Pero antes corre las cortinas...» Y el abuelo Francisco puso el Danubio Azul en el gramófono, rodó su silla hasta el ropero, le dio vuelta a la llave, golpeó tres veces el suelo con su bastón, como un ujier, y las puertas comenzaron a abrirse, y se abrieron lentamente, como las puertas de una ciudad sitiada y vencida; como las puertas de Troya, como las puertas de Cartago, como las puertas de Celaya se abrieron al empuje de los dorados de Villa, y allí, dentro del ropero del abuelo, estaban los uniformes y los paquetes de cartas descoloridas y el fusil del coronel y los recuerdos del capitán. «Mira, dijo el abuelo. Miren, niños: así era el capitán cuando tenía quince años, como Dick Sand. Y así era cuando tenía tres años y el pelo largo: todavía lo vestían como niña porque así se usaba. Esta fotografía es de la madre del capitán, y está rodeada de una guirnalda de sus flores favoritas: las camelias. Ella era alta y tenía los ojos azules como tú, Estefanía, o como el cielo de su tierra, Castilla. De ella heredó tu madre Clementina el don de silbar como un ángel las arias de Don Juan y del Baja Selim. Qué digo como un ángel: como Emilia Leovalli, como Diana Durbin, como Al Jolson. Ni los corsés de barbas de ballena pudieron ahogar el mirlo que tenía en el pecho desde que era una niña no más alta que la paciencia de su madre... ¡Ah!... Y ésta, ésta es la primera espada que le dieron en la academia al capitán. Y aquí está con su novia en el Parque de La Piedad; como ves, su novia sería igualita a tu abuela Altagracia, si no fuera tan distinta... ¡Han pasado tantos años! Y estos son los libros de Julio Verne que leyó el capitán. Cuando aprendas a leer serán tuyos y viajarás con Héctor Servadac en un cometa, y por la noche acompañarás a los músicos que tocan por las calles de la Isla de Hélice». El abuelo Francisco encendió un puro y escupió un camafeo en el bacín de latón dorado. «Me parece —dijo—, que es al capitán al que más quiero de mis amigos». «¿Y un día me vas a contar lo de la bala en la pierna, abuelo»?, le preguntó Palinuro. - 1977 Viezzer, M. Si permiten [1980] Bolivia (CDH
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■Yo pensaba en mi responsabilidad de madre y de dirigente y entonces mi papel en México me parecía bastante difícil, al recordar lo que me había dicho aquella señorita. Yo me sentía entre la cruz y la espada, como decimos vulgarmente. Pero yo estaba decidida de llevar a cabo la misión que me habían confiado los compañeros y compañeras.
- 1978 Cousté, A. Biografía Diablo [1978] 80 Argentina (CDH
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Alertado, el Diablo volvió por cuarta vez, pero armado en esta oportunidad con espada y rodela, y en hábito de capuchino: Adam, inflexible, volvió a rechazarlo, usando esta vez como arma el crucifijo que llevaba al pecho. Otras cuatro veces aún —bajo las variadas formas de cerdo, asno, tonel de vino y rueda de carro— interfirió el accidentado viaje de Adam a su abadía, pero finalmente hubo de darse por vencido. La leyenda afirma, y es para creerlo, que el abate no volvió a salir de su refugio en lo que le quedó de vida. - 1978 Fdz Santos, J. Extramuros [1994] 132 Esp (CDH
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La espada del Señor pareció dividir a la comunidad en dos mitades, las que aún tenían por santa a la nueva priora y las que en pocos días ya osaban motejarla de impostora. Así andaba en suspenso todo: rezos, trabajos, visitas, colaciones. Hasta el sueño se perdonaba con tal de ceder o condenar, de asistir a los diversos capítulos que, en las celdas, cada noche, tenían lugar hasta que el día amenazaba. No se trataba ya de sus llagas que parecían barridas, olvidadas. Sus repentinas valedoras, en su afán por salvarla, descubrían ahora nuevos prodigios que añadir al molino de su fama y que una vez extramuros, crecían y se multiplicaban. - 1978 Galeano, E. Días [1979] Uruguay (CDH
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Allí quedaron los caracoles cubanos y las espadas chinas, los tapices de Guatemala, los discos y los libros y todo lo demás. Llevarme algo hubiera sido una estafa. Todo eso era de ella, tiempo compartido, tiempo que agradezco; y me lancé al camino, hacia lo no sabido, limpio y sin carga. - 1965-1980 Arenas, R. Mundo Alucinante [1997] Cuba (CDH
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Pero oyes la voz de la mujer que canta. Oigo esa canción y entonces a qué voy a temer. ¡Oyela! ¡Oyela! "Es la misma canción de siempre". La misma que pedíamos que nos cantaran para dormirnos. Ay: esa voz. La que nos decía meciéndonos... La que hablaba de serenos repartiendo mazazos entre las nubes y ángeles con espadas y cornetas. - 1980 Piglia, R. Respiración artificial [1980] 46 Argentina (CDH
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Ayer, cuando la cosa se había puesto demasiado pesada, a la madrugada, bajé a la calle y me quedé un rato mirando trabajar unos tipos de Obras Sanitarias (o de Gas del Estado) que hacían un túnel en medio de la noche, los tipos laburaban cavando ese túnel y yo me crucé enfrente hasta el bar Ramos y pedí una cerveza y una ginebra doble porque esa mezcla es el recurso recomendado por Dickens a quienes están a punto de suicidarse. No porque yo hubiera decidido suicidarme o algo por el estilo, sino porque me gustaba esa idea: pensar que era un suicida que camina (se desliza, mejor) por la ciudad en la madrugada mientras unos tipos cavan un túnel en medio de la noche, alumbrados por los focos amarillos de las lámparas; todo eso me parecía (como cuando tenía 18 años) una aventura. ¿No era eso una aventura? ¿Una de esas aventuras que yo había tenido, sin buscarlas, cuando tenía 18 años? ¿A esta desesperación habían quedado reducidas mis aventuras? Entonces entré en el bar Ramos que a esa hora estaba casi vacío, salvo una mesa donde unos tipos más o menos borrachos acompañaban a unas coperas del Bajo. Se trataba de una especie de festejo o acontecimiento privado y lo encaraban con solemnidad. Sobre todo uno de ellos, vestido con un traje cruzado y corbata lavalliére, el pelo teñido de un color arratonado, que de pie y en medio de una leve oscilación que lo obligaba a sostenerse con una mano del respaldo de la silla tratando de mantener la dignidad, levantó la copa para decir un discurso o hacer un brindis por una de las damas presentes (la señorita Giselle) que por lo visto esa noche festejaba su cumpleaños o algún aniversario parecido. «Alzo la copa y brindo», decía el curda, «por la flor que engalana esta petit fête, la hermosa señorita Giselle, porque en ella las primaveras de la vida que se han sucedido a través de los años, porque en ella las primaveras se van uniendo, una tras otra, se van uniendo en ella las primaveras» (hablaba medio en verso) «hasta convertir en un ramo de rosas los años fragantes de su vida. Brindo por ella», dijo el curda, «y no por nosotros o por mí, para quienes los años son como el anuncio de la muerte, como la espada de Temístocles que pende sobre nuestros corazones» (dijo la espada de Temístocles ¿no es maravilloso?). Después de lo cual todos los curdas y las damas aplaudieron y la señorita Giselle atravesó su cuerpo vestido de raso sobre la mesa para abrazarlo mientras le decía «Gracias Marquitos. Gracias, mi querido, estoy tan emocionada, sos el artista al que las chicas siempre vamos a querer». Y le dio un beso y todos estaban emocionados y Giselle volvió a sentarse, pero Marquitos siguió de pie, sosteniéndose con suma dignidad del borde de la silla para no oscilar de un modo demasiado ostentoso y entonces empezó otra vez a decir el mismo discurso. «Quiero brindar y alzo esta copa nuevamente», dijo. «Quiero volver a brindar y alzo esta copa porque yo también estoy hondamente emocionado en esta noche inolvidable» y se pasó el revés de la mano por los ojos, «hondamente emocionado y brindo», dijo Marquitos, «por las damas y los amigos aquí presentes y en especial», dijo, y se detuvo un instante, «en especial». En especial sería bueno que la terminaras; finishela con el brindis Marcos, le dijo uno de los tipos y Marcos se dio vuelta con suma lentitud hasta quedar de cara a la señorita Giselle, saludó con una inclinación leve y se sentó con mucho cuidado otra vez a la mesa, también él como un artista incomprendido que escucha una música y no la puede tocar, mientras yo terminaba de tomar la cerveza mezclada con ginebra siguiendo el consejo del novelista inglés Charles Dickens y en ese momento, con los tipos que afuera seguían cavando el túnel bajo la luz amarilla, me puse a pensar en el cuadro de Frans Hals: Si yo mismo fuera el invierno sombrío. - 1980 Piglia, R. Respiración artificial [1980] 46 Argentina (CDH
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Ayer, cuando la cosa se había puesto demasiado pesada, a la madrugada, bajé a la calle y me quedé un rato mirando trabajar unos tipos de Obras Sanitarias (o de Gas del Estado) que hacían un túnel en medio de la noche, los tipos laburaban cavando ese túnel y yo me crucé enfrente hasta el bar Ramos y pedí una cerveza y una ginebra doble porque esa mezcla es el recurso recomendado por Dickens a quienes están a punto de suicidarse. No porque yo hubiera decidido suicidarme o algo por el estilo, sino porque me gustaba esa idea: pensar que era un suicida que camina (se desliza, mejor) por la ciudad en la madrugada mientras unos tipos cavan un túnel en medio de la noche, alumbrados por los focos amarillos de las lámparas; todo eso me parecía (como cuando tenía 18 años) una aventura. ¿No era eso una aventura? ¿Una de esas aventuras que yo había tenido, sin buscarlas, cuando tenía 18 años? ¿A esta desesperación habían quedado reducidas mis aventuras? Entonces entré en el bar Ramos que a esa hora estaba casi vacío, salvo una mesa donde unos tipos más o menos borrachos acompañaban a unas coperas del Bajo. Se trataba de una especie de festejo o acontecimiento privado y lo encaraban con solemnidad. Sobre todo uno de ellos, vestido con un traje cruzado y corbata lavalliére, el pelo teñido de un color arratonado, que de pie y en medio de una leve oscilación que lo obligaba a sostenerse con una mano del respaldo de la silla tratando de mantener la dignidad, levantó la copa para decir un discurso o hacer un brindis por una de las damas presentes (la señorita Giselle) que por lo visto esa noche festejaba su cumpleaños o algún aniversario parecido. «Alzo la copa y brindo», decía el curda, «por la flor que engalana esta petit fête, la hermosa señorita Giselle, porque en ella las primaveras de la vida que se han sucedido a través de los años, porque en ella las primaveras se van uniendo, una tras otra, se van uniendo en ella las primaveras» (hablaba medio en verso) «hasta convertir en un ramo de rosas los años fragantes de su vida. Brindo por ella», dijo el curda, «y no por nosotros o por mí, para quienes los años son como el anuncio de la muerte, como la espada de Temístocles que pende sobre nuestros corazones» (dijo la espada de Temístocles ¿no es maravilloso?). Después de lo cual todos los curdas y las damas aplaudieron y la señorita Giselle atravesó su cuerpo vestido de raso sobre la mesa para abrazarlo mientras le decía «Gracias Marquitos. Gracias, mi querido, estoy tan emocionada, sos el artista al que las chicas siempre vamos a querer». Y le dio un beso y todos estaban emocionados y Giselle volvió a sentarse, pero Marquitos siguió de pie, sosteniéndose con suma dignidad del borde de la silla para no oscilar de un modo demasiado ostentoso y entonces empezó otra vez a decir el mismo discurso. «Quiero brindar y alzo esta copa nuevamente», dijo. «Quiero volver a brindar y alzo esta copa porque yo también estoy hondamente emocionado en esta noche inolvidable» y se pasó el revés de la mano por los ojos, «hondamente emocionado y brindo», dijo Marquitos, «por las damas y los amigos aquí presentes y en especial», dijo, y se detuvo un instante, «en especial». En especial sería bueno que la terminaras; finishela con el brindis Marcos, le dijo uno de los tipos y Marcos se dio vuelta con suma lentitud hasta quedar de cara a la señorita Giselle, saludó con una inclinación leve y se sentó con mucho cuidado otra vez a la mesa, también él como un artista incomprendido que escucha una música y no la puede tocar, mientras yo terminaba de tomar la cerveza mezclada con ginebra siguiendo el consejo del novelista inglés Charles Dickens y en ese momento, con los tipos que afuera seguían cavando el túnel bajo la luz amarilla, me puse a pensar en el cuadro de Frans Hals: Si yo mismo fuera el invierno sombrío. - 1981 Veloz Maggiolo, M. Sombra Castañeda [2005] República Dominicana (CDH
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«¡Quién nos hubiera dicho que el hombre extraordinario a quien hace apenas dos días vimos partir sonriente de su despacho del Palacio Nacional, iba a volver a él pocas horas después cobardemente inmolado! Pero ahí está la tremenda realidad con toda su elocuencia aterradora. Muda está ya la boca de donde salieron tantas órdenes de mando. Inmóviles se hallan sobre el pecho, donde el corazón ha cesado de latir, las manos que sostuvieron la espada que simbolizó durante cuarenta años toda la fuerza física de la nación. Exánime y vilmente atravesado por los proyectiles, yace ahí el pecho heroico donde flameó orgullosamente, como si flotara en su asta, el lienzo tricolor.» - 1982 Allende, I. Casa espíritus [1995] 88 Chile (CDH
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Se lo contó a la niña mientras podaba las rosas, sólo para entretenerla, porque la quería mucho y le daba lástima que fuera muda. Clara sacó la pizarrita del bolsillo de su delantal y escribió la interpretación del sueño de Honorio: tendrás mucho dinero, te durará poco, lo ganarás sin esfuerzo, juega al diecinueve. Honorio no sabía leer, pero Nívea le leyó el mensaje entre burlas y risas. El jardinero hizo lo que le decían y se ganó ochenta pesos en una timba clandestina que había detrás de una bodega de carbón. Se los gastó en un traje nuevo, una borrachera memorable con todos sus amigos y una muñeca de loza para Clara. A partir de entonces la niña tuvo mucho trabajo descifrando sueños a escondidas de su madre, porque cuando se supo la historia de Honorio iban a preguntarle qué quería decir volar sobre una torre con alas de cisne; ir en una barca a la deriva y que cante una sirena con voz de viuda; que nazcan dos gemelos pegados por la espalda, cada uno con una espada en la mano, y Clara anotaba sin vacilar en la pizarrita que la torre es la muerte y el que vuela por encima se salvará de morir en un accidente, el que naufraga y escucha a la sirena perderá su trabajo y pasará penurias, pero lo ayudará una mujer con la que hará un negocio; los gemelos son marido y mujer forzados en un mismo destino, hiriéndose mutuamente con golpes de espada. - 1982 Mujica Láinez, M. Escarabajo [1993] Argentina (CDH
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En ese momento reconoció a su mujer en una pareja que hacia él ganaba terreno por la calle penumbrosa, sin la decente sarta de esclavos robustos, con espadas y antorchas, imprescindible en la Roma contemporánea, que la protegería de ladrones y criminales. Como luego le aprendí al Senador las mañas y los impulsos, sé que a la sazón en su interior lidiaron el júbilo de recuperar a la bella Tulia y los celos avivados por quien,
- c1090 Anónimo "Repartición de los bienes" [1956] p. 43 Orígenes del español Esp (BD)